Siwan maldijo en su cabeza cuando volvió a aparecer en su habitación.
—Voy a quitarte ese maldito anillo.
Una pantera saltó sobre él. Heecheol empezó a atacar,
pero se contuvo cuando la pantera se transformó en la forma desnuda de Siwan.
Él lo envolvió en sus brazos y se proyectaron en su habitación.
—¿Siwan? —dijo, su voz tembló cuando se dio cuenta que él estaba cubierto
de sangre por la pelea.
Tenía un aspecto terrible. Tenía heridas de mordidas y rasguños por todo
el cuerpo.
Siwan quería hablar, pero en verdad sus poderes se disminuían bastante
cuando asumía su forma humana mientras estaba herido. Su cuerpo humano le dolía
y punzaba.
Tenía que proteger a Heecheol. Cerrando los ojos, convocó a Romeo.
Tan pronto como realizó el llamado, le fallaron sus piernas humanas.
—¿Siwan? —preguntó Heecheol cuando lo rodeó en sus brazos. Él no tuvo
elección más que volver a su cuerpo de pantera.
Para su sorpresa, Heecheol no lo soltó o huyó asustado de su forma
animal. Lo mantuvo abrazado y acarició su pelaje.
Él lamió su mejilla, pero no pudo hacer nada más. Estaba sufriendo
demasiados dolores.
El corazón de Heecheol se detuvo por la forma que estaba actuando Siwan.
Tenía que estar muy mal herido para no moverse siquiera.
Un destello de luz lo asustó. Extendió la mano para tomar su hacha, luego
dudó cuando vio a Romeo en su forma humana en la cama.
Lo miró con los ojos entrecerrados cuando vio la débil forma de su
hermano y el hacha ensangrentada.
—¿Qué le hiciste?
—Nada. Las otras panteras vinieron por mí y traté de ayudar a Siwan a
pelear contra ellos.
Algo golpeó la puerta, luego hubo un destello en la habitación. Romeo se
transformó rápidamente en pantera y corrió tras ellos.
Siwan se soltó de sus brazos tan rápido que Heecheol chilló. Fue directo
a la garganta de la pantera cuando Romeo cambió de forma.
Heecheol agarró el hacha del piso y gateó hacia la esquina.
Una a una, aparecieron cuatro panteras en la habitación. No había forma
de distinguirlas cuando peleaban con Romeo y Siwan. Rugidos y gruñidos hacían
eco en sus oídos y el aroma de la sangre llenaba sus fosas nasales.
Aparecieron otras dos panteras.
Cómo deseaba saber si eran amigos o enemigos. Todo lo que pudo hacer fue
asir su hacha y rezar.
La única pantera que pensaba que era Siwan pareció que mutilaba a la otra
con la que estaba peleando, rompiéndole la pata trasera de su oponente. Un
aullido llenó el aire cuando la pantera se evaporó de la habitación.
La pantera victoriosa se volvió contra la otra que estaba peleando con
las dos nuevas panteras. Con sus poderosas mandíbulas, la agarró por el cuello
y la alejó de un tirón de las dos.
Se cargó contra la pantera caída, usando su hombro para mantenerse
alejada de ella y de las otras dos panteras que estaban detrás de él.
Su enemigo trató de arañarle la cabeza, pero la pantera movió la cabeza y
le mordió la garganta de su oponente.
El oponente enloqueció, y peleando antes de que escuchara que algo se
rompía. Luego quedó inerte.
Las otras dos panteras desaparecieron en forma instantánea.
Las restantes cuatro se volvieron contra la única pantera que había sido
dejada atrás y la arrinconaron. Rugieron ferozmente, luego también desapareció.
Aterrorizado por lo que eso implicaba, Heecheol se tensó cuando las
cuatro panteras se volvieron para enfrentarlo.
El las miró, determinado a luchar mientras éstas lo acechaban
peligrosamente. Tres de ellas retrocedieron mientras que la cuarta se acercaba
a él.
—¿Siwan? —preguntó con vacilación, esperando que fuera él.
Él se colapsó a sus pies antes de colocar una gran pata en su pie y
lamerle el tobillo. Heecheol lloró de alivió mientras se deslizaba por la pared
hasta poner la cabeza de Siwan en su regazo.
Las otras tres se proyectaron en Romeo, Jae y Woon.
—¿Qué tan mal heridos están? —preguntó Romeo a los gemelos.
Ellos estaban un poco magullados, con moretones y labios y narices
sangrando, pero no estaban ni remotamente tan mal heridos como Siwan.
—Estamos bien, gracias a Siwan.
Romeo se aproximó a él lentamente.
—Él esta inconsciente —dijo ella tranquilamente mientras sostenía una
mano en las costillas de Siwan para asegurarse que éste aún respiraba—. Al
principio eran ocho. Él luchó solo contra ellos.
—¡Maldito seas, Siwan! —gruñó Romeo mientras tomaba en brazos a la
pantera—. ¿Por qué no nos llamaste antes?
—Ponlo en mi cama —dijo Heecheol, retirando los cobertores.
—¿Estás seguro?
El afirmó con la cabeza.
Romeo lo depositó en la cama, luego ordenó a Jae que vigilara la puerta
en caso de que las demás regresaran.
—Woon —le dijo al otro gemelo—. Ve y encuentra a Shindong. Dile que
necesito un favor.
Heecheol avanzó por la cama hasta estar al lado de Siwan. Parte de él
estaba aterrorizado por estar tan cerca de él en su forma animal y, no
obstante, la otra parte sólo quería consolar a su compañero.
Nunca antes había estado tan cerca de una pantera. Era aterrador, pero a
la vez, no lo era. De algún modo parecía correcto estar aquí.
Aun cuando sabía que era cierto, era difícil de creer que esta pantera
era el mismo hombre apuesto que le había hecho tan gentilmente el amor.
Y había arriesgado su vida para protegerlo.
Su corazón se hinchó de alegría y con algo que pensó que podría ser las
primeras señales de amor. Nadie nunca lo había protegido. No de esta forma.
Heecheol colocó su mano cerca de una de las heridas de mordida más
terribles en el hombro de Siwan.
—¿Se pondrá bien? —le preguntó a Romeo.
Si no lo conociera mejor, habría jurado que vio orgullo en sus ojos
cuando le miró.
—Ha estado peor.
—¿En serio?
—En serio.
Romeo le tomó la mano izquierda para poder ver el anillo de Siwan. Él
apretó más su mano.
—Éste perteneció a nuestro hermano mayor —dijo él tranquilamente—. Nunca
he visto a Siwan sacárselo.
—Le lanzó un hechizo para que pudiera regresar con él las veces que yo
quisiera.
Romeo sonrió ante eso.
—No tienes ni la menor idea de que para él fue una hazaña completamente
increíble.
—No, creo que lo sé —lo supo cuando seguía acostado a su lado, justo ahora
cuando estaba aterrorizado de las panteras.
No era algo que hubiera hecho incluso hace una horas atrás... y ahora...
Ahora aceptaba el hecho de que éste era su eterno compañero. Y por
primera vez en su vida, empezó a comprender lo que significaba eso en realidad.
Alguien golpeó la puerta. Heecheol dio un salto.
—Relájate —dijo Romeo dirigiéndose a la puerta, mientras Woon se hacía a
un lado—. Los chicos malos nunca llaman.
Heecheol frunció el ceño cuando Romeo dejó entrar a Jae y al apuesto
gótico que había visto en la planta baja. Jae se puso al lado de Woon mientras
el gótico avanzaba a la cama.
—Heecheol —dijo Romeo—. Te presento a Shindong.
Shindong le hizo una inclinación con la cabeza. El lo miró boquiabierto.
—¿Tú eres el antiguo Cazador Oscuro?
Shindong lo miró con esa sonrisa algo traviesa que le había dado antes.
—El único e irrepetible.
Heecheol experimentó una extraña sensación.
—Me reconociste en la planta baja, cuando nuestras miradas se encontraron
¿Verdad?
Él afirmó con la cabeza.
—Si sabías que te estaba buscando ¿Por qué no dijiste nada?
Él miró a Siwan.
—Porque todavía no era tiempo para que me conocieras —miró a Romeo—. Y no
es tiempo para que pierdas a otro hermano.
Heecheol miró cómo las heridas de Siwan se curaban instantáneamente.
Romeo sonrió con alivio.
—¿Qué te debemos por esto, Ash?
Shindong se encogió de hombros.
—No te preocupes por eso. Te cobraré el favor otro día.
Siwan se transformó a su forma humana. Lo miró con una cariñosa expresión
que lo enterneció.
—Ash —dijo él, sin mirar al Cazador Oscuro—. ¿Podrías hacerme el favor de
cuidar a mi compañero mientras mis hermanos y yo nos encargamos de algo?
—Desde luego.
Siwan colocó su enorme y cálida mano contra la mejilla de Heecheol y le
besó castamente el costado de su rostro. Se levantó y sus hermanos se reunieron
con él.
—Regresaremos en un minuto.
Antes de que él pudiera preguntarle a dónde iba, se desvanecieron.
—¿Qué va a hacer? —le preguntó a Ash.
—Conociendo a Siwan, estoy seguro que va a garantizar que tus “amigos”
nunca vuelvan a amenazarte a ti ni a nadie de tu manada.
No le tomó mucho tiempo encontrar la manada de panteras Katagaria.
Estaban acampados en una pequeña y aislada comuna.
Irónicamente, ni siquiera tenían un letrero que declaraba al área como
reserva de la vida silvestre.
Con sus tres hermanos atrás de él, caminó por el área boscosa hasta que
se encontró con la primera pantera con la que había luchado. La pantera yacía
herida y una mujer humana lo estaba atendiendo.
—¿Quién es el líder de esta manada? —preguntó él a la pareja.
La pantera no respondió, pero cuando la pequeña y rubia mujer lo hizo, Siwan
reconoció que su voz tenía un tono, acento y cadencia casi idénticos a la de Heecheol.
—Aristotle es el regis. Está durmiendo por ahí —ella señaló un árbol.
Siwan inclinó su cabeza respetuosamente hacia ella, luego fue al árbol
para llamar al líder.
Aristotle respondió abriendo sólo un aburrido ojo.
—¿Quiénes son ustedes?
—Toma la forma humana cuando te dirijas a mí, bastardo — dijo Siwan con
dureza—. O no quedará lo suficiente de tu manada para que comiences ni siquiera
una nueva.
La pantera se transformó a su forma humana, y se puso de pie ante Siwan
con una postura que decía que estaba listo para pelear. Era
diez centímetros más bajo que Siwan y tenía el pelo negro corto que combinaba
con sus ojos negros sin alma.
—¿Quién diablos eres tú? —gruñó él.
—Im Siwan.
Los ojos de Aristotle se abrieron y de inmediato retrocedió un paso.
La reputación brutal y “no tomar prisioneros” era ampliamente conocida, y
todos los de su especie le respetaba o le temía.
—¿A qué debo este honor? —preguntó Aristotle.
—Un grupo de tus strati trató de quitarme mi compañero. Ahora estoy aquí
por sangre.
Aristotle farfulló.
—Debe haber un malentendido. Mis hombres fueron tras la rame...
Siwan le golpeó antes de que pudiera acabar el insulto.
—Im Jung Heecheol es mi compañero. Si hablas de él con algo que no sea un
tono de extrema reverencia, me molestaré.
Aristotle palideció.
—No tenía idea de que te perteneciera. Créeme.
—Ahora lo sabes, y si veo siquiera alguno de ustedes cerca de él nuevamente, terminaré todos tus problemas. Permanentemente.
Heecheol estaba sentado en la sala de estar del Grandstand Lounge con Shindong
su hija demonio Simi y dos dioses mientras esperaban el regreso de Siwan.
Este tenía que ser el momento más raro de su vida. La demonio estaba
ocupada comiéndose una hamburguesa extremadamente rara bañada con salsa de
barbacoa, mientras que los dioses y Shindong le contaban a Heecheol sobre cómo
habían conocido a Siwan.
Aparentemente, su compañero tenía un club completamente bullicioso que
atendía a toda clase de clientela muy rara. Los dioses y Shindong hacían
visitas de rutina ahí.
Zurvan, era el antiguo dios persa del tiempo y el espacio. Él era el
hombre elegantemente vestido que había seguido más temprano hacia los
ascensores, pensando que era Shindong.
Ariman —no confundirlo con el dios persa Ariman— había sido un antiguo
dios fenicio que tuvo la mala suerte de visitar Atlantis cuando el continente
fue destruido. Él había estado en la forma humana, tratando de seducir a una
joven mujer y, como resultado, ahora estaba atrapado en la forma humana, sin
ningún poder divino, excepto el de la inmortalidad.
Eso no lo hacía nada feliz.
—Realmente desearía que alguno de ustedes tuvieran piedad de mí
ayudándome o matándome —dijo Ariman por quinta vez desde que se había reunido
con ellos en la mesa.
Zurvan puso los ojos en blanco y se volvió hacia Shindong.
—Pienso que podríamos desterrarlo de nuestra presencia para que no
podamos escucharlo quejarse más.
Ash rió.
—Eres un... —Ariman se interrumpió cuando vio a unas mujeres que no
vestían nada más que una cinta de precaución—. Nos vemos después.
Él corrió tras las mujeres. Zurvan negó con la cabeza.
—Nunca va a aprender ¿Verdad?
Ash tomó un sorbo de cerveza antes de responder.
—Agradece que no lo haga. Nos da interminables horas de diversión verlo
arruinar su vida.
Zurvan dio un resoplido.
—Considerando como arruinaste tu vida, eso dice bastante.
—No sigas con eso —dijo Ash.
Sus ojos se volvieron rojos antes de que regresaran a su espeluznante
matiz plateado.
A veces era demasiado aterrador pasar el tiempo con seres sobrenaturales.
—¿Heecheol?
Él se paralizó ante el sonido de la voz que nunca pensó escuchar de nuevo.
Temeroso de lo que le decían sus oídos, se volvió para ver a su hermana Raim correr hasta él.
Heecheol se puso de pie en un salto para lanzarse a los brazos de su
hermana. ¡Oh, era demasiado bueno para ser real!
—¿Qué estás haciendo aquí, Raim?
—Tu compañero me trajo —dijo ella. Las lágrimas le caían por sus
mejillas—. Hizo que nos dejaran marchar. Ahora es nuestra decisión si deseamos
regresar con nuestros compañeros o no.
Heecheol estaba atónito cuando miró atrás de su hermana, para ver a Siwan
y a sus hermanos acercarse con un paso mucho más tranquilo.
—¿Siwan? —preguntó cuando él se detuvo a su lado.
Él se encogió de hombros con indiferencia como si no le hubiera dado lo
imposible.
—No es justo lo que estaban haciendo y pensé que preferirías viajar con parejas
de tu propia especie que con la mía.
Todavía no podía creer qué él hubiera hecho esto. Él le creó una nueva
manada de pantera con las que pudiera viajar.
—¿Qué hay del pacto que hicieron con nuestra manada?
—Está disuelto —dijo Siwan—. Si secuestran a otra de tu época, voy a
enviarles un especial comité de bienvenida.
—Maldición, Siwan —dijo Zurvan detrás de él—. Eso es cruel. La última vez
que soltaste a tus hermanos sobre una manada, no dejaron ningún hombre en pie.
—Lo sé —Siwan volvió a mirarlo—. Y ellos también. Tu hermana y sus amigos
están completamente a salvo ahora.
Heecheol rodeó los hombros de Siwan con sus brazos y lo abrazó
fuertemente.
—¡Gracias!
Esperó que Heecheol no dejé a Siwan, para irse a época, porque seguro le da algo!
ResponderEliminarAy esto tan bueno...!!!
Já
ResponderEliminarCreyeron que iba a ser tan facil llegar a heecheol y pasar sobre siwan....(?)
Y todavia ese "lider'' se atreve a insultarlo,pero siwan supo ponerlo en su lugar....jum
Jajajajajaja
Sabia que Shin iba a salir con eso de "no era el momento"....shin tan predecible.
Le trajo a su hermana....seguro con este Cheol no va a querer regresar a su epoca...verdad