Pasión de Luna (DH6)- 25




Terminaron su comida en paz, mientras Hyunwoo y Kwangho bromeaban entre ellos. Entonces Sunhwa trajo una tarta de nueces y una tarta con cuatro capas de chocolate.

Kwanghee cortó un trozo pequeño de tarta.

—¿No quieres tarta? —le preguntó Kevin—. Sé que la de chocolate es tu favorita.

Kwanghee la miró fija, anhelantemente.

—No, será mejor que no coma. —Antes de que pudiera pasarla, Kevin colocó una tajada en su plato—. ¡Kevin!

—Lo querías. Conozco esa mirada.

Puso los ojos en blanco y tomó el tenedor.

—Gracias.

Kevin asintió. Sintió que su madre lo miraba. Echando un vistazo, recibió una sonrisa agradecida de Sunhwa, que se estiró y le palmeó suavemente el antebrazo.

Le causó la sensación más extraña. ¿Así era tener el toque de una verdadera madre? Luego de la cena, Kwanghee decidió que había torturado a Kevin y Dongjun lo suficiente por un día.

—Probablemente deberíamos regresar —dijo.

—¿Qué? —preguntó su padre—. ¿Nada de juegos?


—Tú y Hyunwoo pueden mirar el juego, papá.

Para su absoluta conmoción, su padre realmente puso mala cara. Kwanghee le dio un abrazo por ser tan bondadoso con Kevin y Dongjun.

—Iré a despedirme de Jewerly. Sé agradable con los chicos hasta que regrese.

Kwanghee subió las escaleras hacia las habitaciones de huéspedes. Encontró a Jewerly en el último dormitorio del pasillo.

—Hey, cariño —le dijo, abriendo la puerta—. ¿Estás bien?

Los ojos de Jewerly estaban bordeados de rojo, estaba sentada en la cama, aferrando la almohada contra su estómago. Su plato de comida estaba sin tocar sobre la mesa de luz.

—Estoy bien. Supongo.

Deseando poder hacer algo para ayudar a su hermana, Kwanghee caminó hacia la cama. Cómo comprendía al corazón roto de Jewerly. Se había sentido de la misma manera hasta que Kevin había aparecido y la había hecho sonreír.

—Lo siento tanto.

—No. Me alegra que el imbécil se haya ido, pero tú… deberías dejar ir a Kevin.

No fueron tanto las palabras de su hermana lo que lo conmocionaron, sino el rencor en el tono de Jewerly.

—¿Perdón?

—Vamos, Kwanghee. No seas estúpido. Míralo. Mírate. Ustedes dos no deben estar juntos.

Kwanghee miró boquiabierto a su hermana.

—¿Cómo dices?

—Jongmin era un tipo genial… deberías haberte aferrado a él con ambas manos. Era confiable y estable. Más que nada, era respetado en la comunidad. Pero, en vez de hacer lo que él quería, te rehusaste a perder peso y te dejó porque eres gordo. Ahora aparece este tipo y saltas sobre él como si Jongmin nunca hubiese existido. No es que te culpe. Es de primera, pero no seas tonto.

Oh, ese era un golpe bajo y, para ser sincero, Kwanghee estaba cansado de ser el "inteligente" mientras que Jewerly siempre había sido conocida como la "bonita."

—Sólo porque te casaste con una serpiente no significa que Kevin sea un perro. —Kwanghee vaciló ante eso. En realidad, Kevin era un perro, algo así. Pero no de ese modo—. Kevin jamás me engañaría.

—Sí, claro. Mírame, Kwanghee. Fui la segunda ganadora para Miss Louisiana y hubiese ganado si no hubiera sido tan joven en ese momento. Aún soy condenadamente atractiva y, sin embargo, mi esposo me abandonó. ¿Qué posibilidades tienes tú?

Furioso con su "perfecta" hermana, Kwanghee se rehusó a mirarla. En cambio, fue hacia la ventana que daba al patio, donde vio a Kevin y Dongjun con su padre.

—Te casaste con él por dinero, ¿recuerdas? —dijo Kwanghee mientras los veía con los perros—. Me lo dijiste la noche antes a la boda.

—Oh, ¿y supongo que tú amas a Kevin por su personalidad? No soy estúpida. Lo amas por lo bien que se ve su trasero.

Y sin embargo, mientras Kwanghee observaba a su compañero, sabía la verdad. Kevin no era humano. No pensaba ni actuaba como humano. A diferencia de Jongmin y su ex cuñado, jamás lo dejaría porque no fuera lo que él quería.

Le amaba tal y como era. Ni una sola vez Kevin había intentado cambiarlo o alterarlo de algún modo. Simplemente lo aceptaba, con sus defectos y todo.

Kevin jamás lo engañaría. Nunca le mentiría. Y mataría a cualquiera que lo lastimara.
Y en ese momento, mientras lo veía acariciar a un perro al que nadie había sido capaz de llegar, comprendió cuánto lo amaba.

Cuánto lo necesitaba.

La sola idea de vivir sin él lo mataba.

No podía. En las últimas semanas, él se había convertido en una parte integral de su vida. Más que nada, era una parte integral de su corazón.

Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras la realidad de ese pensamiento le aplastaba. Realmente, verdaderamente lo amaba de un modo que jamás había sabido que se pudiera amar a un hombre.

—No tienes idea de lo que estás hablando. Kevin es bueno y considerado. Me cuida.

—Sólo hace un par de semanas que lo conoces, y apenas habías terminado con Jongmin. Es
vergonzosa la manera en que te arrojas encima de él.

Kwanghee volvió a mirar a su hermana. Sentía lástima de Jewerly, pero eso no le daba derecho a su hermana para intentar hacerle sentir mal.

—Estás celosa.

—No, Kwanghee, no lo estoy. Soy realista. Kevin está completamente fuera de tu alcance.

Kwanghee miró con furia a su perfecta hermana pero, en el fondo, sentía muchísima pena por que Jewerly probablemente nunca conocería el amor que él tenía con Kevin. Si pudiera, le daría ese regalo a su hermana. Pero no eso no era posible.

—Como sea. Nos veremos después.


Kevin y Dongjun estaban afuera, en el patio, con el Labrador otra vez.

—No querrías llevarlo a casa contigo, ¿verdad? —preguntó Kwangho mientras Dongjun jugaba con el perro.

—Siwon se mearía los pantalones —dijo Dongjun—. ¿Puedo?

Kevin rió.

—Seguro. Pero probablemente terminará en El Empire.

—Sabes —dijo Kwangho—, debería haber pensado en pedirle eso a los osos.

Kevin miró a Kwangho suspicazmente.

—¿Perdón?

—Pero, como es sólo un perro y no un Were, pensé que los osos no le darían la bienvenida. —Kevin no podría haber estado más pasmado si Kwangho lo hubiera pateado—. Cierra la boca, Kevin —dijo Kwangho en un tono paternal—. Soy el principal veterinario del estado. Carson aún está aprendiendo el ejercicio. ¿A quién crees que llama cuando hay algo que no puede manejar? —Carson era el veterinario residente de El Empire. Él mismo era un Were-Hunter, tenía sólo cincuenta años, lo cual en su mundo lo hacía poco más que un niño—. También sé todo acerca de Hyunsik —continuó Kwangho.

Dongjun se adelantó para pararse delante de la cerca. Colocó su mano en el alambrado, mientras miraba incrédulo a Kwangho.

—¿Por qué nos permitió venir aquí?

Kwangho tomó la mano de Kevin en la suya. La marca estaba escondida.

—No tenías que ocultarla. Supe lo que había sucedido en el instante en que Kwanghee me dijo tu nombre. Y sé cómo ustedes protegen a sus compañeros. No puedo decir que esté precisamente feliz por esto, pero al menos no tengo que temer que jamás lo lastimes del modo en que Jewerly fue herida.

Kevin apretó los puños.

—¿Sunhwa sabe…?

—No. No sabe nada acerca de tu mundo, y quiero mantenerlo de ese modo. Jamás le he contado a nadie acerca de El Empire —Kwangho soltó la mano de Kevin—. Si estás buscando mi bendición, la tienes. No estaba seguro hasta que los vi juntos en la cena. Ha pasado mucho tiempo desde que vi a mi pequeñito tan feliz. Pero, recuerda, si alguna vez lo lastimas… — miró hacia donde un perro estaba en una jaula, con un cono alrededor de la cabeza.

—Ah, hombre —susurró Dongjun—. Eso es sencillamente enfermo.

—Estoy definitivamente de acuerdo —dijo Kevin.

—Sí, bueno, Kwanghee es mi bebé y sé cómo usar una pistola tranquilizadora y un bisturí.

Kevin se encogió mientras Dongjun se cubría.

—¿Kevin?

Se dieron vuelta, para ver a Kwanghee caminando hacia ellos. Kwangho dio un paso atrás.

—Déjenme buscarles una correa para…

—No la necesitaremos —dijo Dongjun, abriendo la puerta y dejando salir al perro con él.

—No, supongo que no —dijo Kwangho.

Fue a acariciar al perro, quien intentó morderlo.

—Compórtate —dijo Dongjun sosteniendolo. Kwanghee vaciló mientras se aproximaba.

—Y será mejor que no muerdas a Kwanghee —le advirtió Kevin—. O te dejaremos aquí.

El perro movió la cola y se sentó.

—¿Vendrá con nosotros? —preguntó él. Su padre asintió.

—Fueron bastante buenos como para adoptarlo.

—Eso es dulce de tu parte —le dijo a Kevin. Dongjun se mofó.

—En realidad no. Me compadezco de cualquiera que sea arrojado a una zanja.

Kwanghee se estiró y abrazó a Dongjun. Compadecía al lobo por lo que había pasado. Dongjun se aclaró la garganta y retrocedió.

—No te pongas sentimental conmigo, Kwanghee, no sé cómo manejarlo. Al igual que Cujo, mi primer instinto es atacar, y eso haría que Kevin me dejara parecido a ese pobre muchacho que está allí.

Kwanghee vio al perro con el cono.

—Auch.

—Exactamente.

Kevin envolvió su brazo a su alrededor y regresaron juntos a la casa, con su padre, Dongjun, y Cujo siguiéndolos.

Sunhwa los miró sorprendida al ver al perro con ellos, pero no dijo nada mientras le entregaba a Kwanghee un enorme paquete.

—Dividí las sobras entre todos.

—¿Nos tocaron patatas? —preguntó Dongjun. Kevin arqueó una ceja.

—Así que, ¿ahora te gustan?

—Sí, estaban buenas.

Kwanghee besó a su madre en la mejilla.

—Gracias, mamá.

Hyunwoo se encontró con ellos en el living. Le ofreció la mano a Kevin.

—Fue agradable conocerte, aunque seas traficante de drogas y proxeneta.

—A ti también.

—¿Perdón? —preguntó Kwanghee.

—Es una larga historia —dijo Dongjun riendo.

—Tengan cuidado en el regreso a casa —dijo Sunhwa mientras los acompañaba hacia el auto—. Oh, esperen, déjenme buscar una manta para el perro, para que no arañe los asientos de cuero.

Kwanghee se tomó unos minutos para volver a decir adiós mientras su madre buscaba la manta y luego la colocaba atrás, para Cujo. Después de haber abrazado y besado a sus padres, Kwanghee se unió a los lobos y el perro en el auto.

En un abrir y cerrar de ojos estaban yendo de regreso.

—Tienes una agradable familia, Kwanghee —dijo Kevin.

Él lo miró y luego a Dongjun.

—Sí, así es. Creo que ustedes son lo mejor.

El corazón de Kevin latió violentamente ante lo que le decía.

—Quise decir tu familia.

—Dongjun y tú son parte de mi familia, Kevin. Tú eres la mejor parte de ella.

—Creo que ustedes dos necesitan un poco de privacidad. —Dongjun se sentó y le apretó la mano a Kwanghee—. Hasta luego, hermanito.

Entonces él y el perro desaparecieron del asiento trasero. Kevin se movió hacia el costado de la carretera y detuvo el auto.

—¿Qué es lo que me estás diciendo, Kwanghee?

Él levantó la mano para jugar con su cabell, mientras miraba fijo a esos increíbles ojos que tenían su corazón esclavizado.

—Mientras mi hermana me gritaba acerca de cómo un día me dejarías plantado, tuve una revelación. Nunca en mi vida he conocido a nadie como tú, Kevin, y dudo que jamás lo haga. Me gusta la forma en que me miras, como si ya pudieras saborearme. Me gusta cómo te preocupas por si tengo demasiado frío o si comí lo suficiente. Más que nada, me encanta la forma en que te siento por la noche, cuando me abrazas con fuerza. El modo en que me tocas, como si temieras que fuera a romperme. Y cómo te ocupas de acunarme en tus brazos. —Se detuvo para respirar hondo antes de continuar—. Te amo, Kevin. Creo que nunca supe lo que era el verdadero amor hasta que entraste en mi vida. —Le mostró su mano marcada—. Estoy preparado para unirme a ti.

Él se veía sobresaltado e inseguro.

—¿Estás seguro?

—El simple hecho de que estés haciéndome esa pregunta cuando sabes lo que perderás si digo que no, me prueba lo acertado que estoy respecto a ti. Sí, Kim Kevin. Estoy seguro.

Una lenta sonrisa se extendió por su rostro un segundo antes de que lo atrajera a sus brazos y lo besara hasta dejarlo sin aliento. Kevin se apartó con un profundo y lobuno gruñido.

—Realmente odio haber tenido que conducir esta cosa. De otra forma, ahora mismo nos transportaría a la cama.

—¿No puedes llevarlo a casa?

—No. Es demasiado grande y pesado, y si lo abandono, lo robarán, y Kennie nunca me perdonará. Ama este condenado pedazo de basura.

Lo soltó y se recostó en su asiento.

Y estuvo condenadamente cerca de darle un ataque al corazón a Kwanghee cuando condujo a casa en tiempo récord. Se detuvieron con un chirrido fuera de la puerta de Siwon, y Kevin los transportó directamente del auto a su dormitorio. En un segundo estaban parados junto a la cama; al siguiente, estaban desnudos sobre ella.

Kwanghee rió ante su impaciencia.

—No pierdes el tiempo, ¿verdad?

—No quiero que cambies de opinión.

—No lo haré.

Kevin lo besó intensamente. Ya estaba duro por él.

Kwanghee pasó la mano por su espalda, deleitándose en la sensación. Su piel era tan cálida y masculina.

—Sólo recuerda, esto no te libra de una gran boda.

Él se rió.

—Lo que haga falta para hacerte feliz.

La sonrisa de Kwanghee se desvaneció cuando la seriedad se instaló en lo profundo de su corazón.

—Definitivamente, eso serías tú.

Él volvió a besarlo, casi devorándolo.

Para el momento en que se apartó, apenas podía respirar.

—Muy bien —dijo Kwanghee en voz baja—. ¿Qué tenemos que hacer?

Kevin rodó sobre su espalda y le robó la respiración, el modo en que se veía allí. Su piel bronceada resaltaba a la perfección contra las sábanas color crema. Su cabello estaba suelto y lo hacía parecer todavía más fascinante.

—Tienes que presionar tu palma marcada contra la mía. —Kwanghee colocó su palma contra la cálida y callosa de él. Kevin entrelazó los dedos—. Ahora tienes que tomarme dentro de tu cuerpo sin mi interferencia.

—Eso es un poco extraño, pero está bien.

—En realidad, no. Fue establecido como garantía para proteger a nuestras parejas. El Reclamo jamás puede ser forzado. La pareja debe completarlo por su absoluta voluntad.

Kwanghee se arrodilló y se puso a horcajadas cuidadosamente sobre él. Lo miró, preguntándose cómo los cambiaría esto.

¿Los cambiaría?
¿Cómo podía no hacerlo?

Después de esto, estarían emparejados. El le pertenecería y, hasta el día en que muriera, Kevin le pertenecería a él.

Kevin tomó su mano libre y se la besó con dulzura.
Con el corazón latiendo violentamente, Kwanghee movió su cuerpo hasta que él estuvo profundamente en su interior. Ambos gimieron ante la sensación.

Kevin apretó los dientes mientras su mano comenzaba a calentarse. Le hizo falta toda su fuerza de voluntad para no embestirlo. Pero esta no era su elección, sino de Kwanghee.

—Ahora tienes que decir lo siguiente: "Te acepto como eres, y siempre te tendré dentro de mi corazón. Caminaré a tu lado para siempre."

Kwanghee unió su mirada a la de él mientras su propia palma le cosquilleaba.

—Te acepto como eres, y siempre te tendré dentro de mi corazón. Caminaré a tu lado para siempre.

Los ojos de Kevin se oscurecieron antes de repetir el juramento. Apenas había terminado de pronunciarlo cuando arqueó la espalda, como si estuviera sufriendo.

Kwanghee chilló, sorprendido, cuando los colmillos de él crecieron como si estuviera en una película de vampiros.

Kevin lo mantuvo quieto mientras respiraba entrecortadamente. Todo su cuerpo estaba tenso y rígido.

—Está bien, Kwanghee —gruñó—. No tengas miedo. Es sólo nuestro hechizo de Reclamo llamando al thirio, para que podamos unir nuestras fuerzas vitales. Pasará en unos minutos.

—Parece que estuvieras sufriendo. ¿Hay algo que pueda hacer?

—Sólo esperar que pase —jadeó.

—Si nos unimos, ¿se detendrá? —Él asintió—. Entonces, únete a mí.

Él siseó, entonces sostuvo su mirada.

—¿Comprendes lo que es eso, Kwanghee? Si muero, tú mueres conmigo. Instantáneamente. A menos que estés embarazado, y entonces morirás en cuanto nuestro bebé haya nacido.

El corazón de Kwanghee triplicó sus latidos. Pero, mientras lo miraba, parecía un precio muy pequeño que pagar. ¿Quería vivir sin él?

—¿Qué diablos? —le dijo—. Si vamos a hacer esto, hagámoslo completo.

—¿Estás seguro?

Él asintió.
Kevin se sentó debajo de él. Lo acunó contra su pecho y le hocicó el cuello.

—Luego de que te muerda, debes morderme en el hombro.

Antes de que pudiera responder, Kevin hundió sus dientes en él.

Kwanghee gritó, pero no de dolor. Un inimaginable placer lo desgarró mientras lo sentía hinchándose en su interior. Embistió contra Kevin mientras un divino orgasmo lo atravesaba.

Su visión se nubló mientras sentía sus propios colmillos creciendo en su boca. Algo parecía haberlo poseído, y ya no se sentía humano.

Era…

Maravilloso. Lo siguiente que supo fue que había hundido los dientes en el hombro de Kevin.

Envueltos en éxtasis, se sostuvieron uno al otro mientras los latidos de sus corazones se sincronizaban y la habitación daba vueltas. Kwanghee nunca se había sentido tan cerca de otra persona en su vida. Realmente era como si fueran una sola persona, unidos. Físicamente.

Espiritualmente. Perfectamente.

Kevin no podía respirar mientras lo saboreaba. Jamás debería haberse ligado a Kwanghee y, sin embargo, estaba tan agradecido que estuviera con él. Por primera vez comprendía porqué Yewoon se había unido a su compañero.

No quería perder a Kwanghee. Ni siquiera quería intentar imaginar un sólo día sin él. Ahora no tendría que hacerlo.



2 comentarios:

  1. Woooo, que emocionante, ahora estan juntos por siempre amandose, ahora mas que nunca deben estar protegidos, y Kevin nunca dejara que algo le pase antes se muere...son hermosos

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  2. Por fin le dió el sì *0*
    La aprovación de la familia,el padre sabe lo que es.
    Esa "sinceridad" de la hermana...celos o miedo .....dios es que hablar tan así de su hermano...bueno,si se caso por dinero que mas se puede esperar....pero eso no quita esas palabras que le dijo,aunque ayudo a que kwang supuera lo que debía y quería hacer....bien por eso.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...