Esposo Inesperado 6


Siwon lo abrazó y en él, temblando, se mezclaron el miedo y la ira mientras le ponía las manos en el pecho en un intento por apartarlo.
—Suéltame. Déjame, maldito seas. ¡Jamás te perdonaré esto! ¡Jamás!
Tal y como había temido, Siwon controló sus esfuerzos por liberarse con facilidad: le sujetó las muñecas con una mano a su espalda y, con la otra mano le alzó la barKangina para poseerle la boca.
Y no sólo la boca, pensó Heechul sintiéndose humillado, ya que unos botones de la blusa del pijama se le habían desabrochado con el forcejeo, exponiendo su pecho a la mirada de él.

—Eres precioso —susurró Siwon con voz ronca mientras lo atraía hacia sí.
Y entonces lo besó.
Fue un beso peligroso. Peligroso porque los labios de Siwon eran cálidos e increíblemente tiernos al acariciarlo, decididos a excitarlo. Cosa que era lo último que había esperado... y querido.
Heechul quería que fuera duro con él, incluso cruel, para poder odiarlo y mostrarle su desdén.
Pero ahora se daba cuenta, por primer vez, de lo peligroso que era Siwon, mucho más de lo que había supuesto. Porque estaba despertando en él algo que le asustaba, y lo estaba haciendo con el calor de su cuerpo, con su increíble e intoxicante aroma de hombre mientras lo abrazaba.
Y lo peor de todo era la dureza de Siwon contra sus muslos, la prueba de que sí le deseaba. Y esa clara erección estaba desencadenando en él una instantánea y vergonzosa respuesta.
Pero no, no podía ser. ¿No era él inmune a eso? ¿No se basaba su vida entera en la decisión que había tomado de permanecer célibe?
Sin embargo, su mundo entero se estaba derrumbando, consumido por una llama desconocida para él hasta aquel momento. Pero tenía que combatir la llama antes de que se convirtiera en un incendio.
En ese instante, Heechul se dio cuenta de que tenía las manos libres y de que Siwon había apartado su boca de la suya y lo estaba mirando con expresión arrogante y triunfal.
Heechul le devolvió la mirada mientras se decía a sí mismo que no era demasiado tarde; que, por algún inexplicable motivo, él le estaba ofreciendo una salida. Que si volvía a decir que no, le escucharía y no lo forzaría más. Que le dejaría.
Y lo único que tenía que hacer era decírselo. Pero ningún sonido escapó de su garganta.
Ni siquiera cuando Siwon volvió a tocarlo, a acariciarle la mejilla y la garganta. Ni siquiera cuando bajó una mano para acariciarle la cadera...
¿Por qué estaba ahí sin reaccionar, sin moverse, casi desnudo? Y mirándolo como... como si estuviera esperando...
Y en ese momento, Siwon bajó la cabeza y su boca encontró sus entreabiertos labios a con renovada y sensual urgencia, deslizando la lengua por la suya con insistente exigencia.
Heechul tembló de placer mientras el beso profundizaba. Dejó de existir como un frío y ambicioso joven profesional para ser sustituido por una criatura a la que no conocía, un joven que, por primera vez en la vida, estaba permitiéndole a un hombre explorar su boca con apasionada sexualidad. Y ésa era sólo la primera de sus exigencias.
Porque, al mismo tiempo, la mano de Siwon empezó a acariciarle el pecho, empezando a juguetear con el pezón de una manera que lo dejó casi sin respiración.
—Oh, Dios mío... —las palabras salieron entrecortadas— Yo... no puedo... por favor...
Sin hacerle caso, Siwon apartó la mano de su pecho para desabrocharle el resto de los botones de la chaqueta del pijama y bajárselo por los hombros antes de pasarle las yemas de los dedos por la espalda, haciéndole arquearse hacia él.
Heechul jadeó y Siwon, aún besándolo, lo levantó en sus brazos y lo condujo al dormitorio.
Después de abrir la cama, lo depositó en ella y después se enderezó para bajarse la cremallera de los pantalones, dispuesto a deshacerse del resto de su ropa.
—Por favor, apaga la luz —dijo Heechul con una voz que apenas podía reconocer.
—¿Para no verme? —preguntó él con voz suave—. ¿O para que yo no te vea? En cualquiera de los dos casos, olvídalo. Esta noche vas a necesitar todos tus sentidos.
—Eres un depravado —dijo Heechul, un eco de su dominada fiereza—. Me das asco.
—Eso dímelo mañana —dijo Siwon lacónicamente.
Y, al instante, se tumbó a su lado y lo abrazó con ágil fuerza, haciéndole enfrentarse a la realidad de su desnudez.
—No te resistas a mí, Heechul. A pesar de lo que puedas pensar, sé ser paciente. Y no voy a hacerte daño.
Siwon volvió a besarlo, acallando cualquier posible protesta, y  jugueteó con su lengua con irresistible sensualidad.
Mientras lo besaba, le acarició el pecho antes de desabrocharle el botón del pantalón y quitárselo mientras lo miraba con sensual intensidad.
Con el rostro encendido, Heechul trató desesperadamente de taparse, pero él se lo impidió.
—Eres demasiado hermoso, no debes ocultar tu cuerpo —le dijo Siwon con ternura—. Eres mucho más bonito de lo que había soñado. Y cuando te ruborizas, eres como una rosa, Heechul mio. ¿Lo sabías?
Siwon volvió a besarlo, lenta y más profundamente. Y en contra de sí mismo, Heechul sabía que quería responderle. Deseaba rodearle el cuello con los brazos y estrecharlo contra sí, y pedirle que no parase nunca.
Y odiarlo, incluso odiarse a sí mismo, no cambiaba nada.
Cuando Siwon, por fin, alzó la cabeza, Heechul sintió una gran humillación al oír su propio gemido. Él le murmuró algo en coreano con voz ronca y tierna antes de volver a acariciarle la piel con la yema de los dedos.
Heechul sintió su cuerpo rindiéndose a esas caricias y se dio cuenta de que estaba sintiendo cosas que no sabía que existieran. Y más allá... lo completamente desconocido. Lo inimaginable.
Siwon le besó el pecho entonces y Heechul dejó de pensar, todo su ser concentrado en esa erótica sensación.
La lengua de Siwon le acarició los pezones, produciéndole placer mezclado casi con dolor, mientras le acariciaba el vientre con las manos, las caderas...
Heechul se movió con agitación, presa de un deseo puramente carnal, rogándole en silencio que no se detuviera ahí porque no podría soportarlo. Lo necesitaba todo, aunque jamás pudiera perdonarse a sí mismo tal rendición.
El mañana sería otra cosa. Pero esa noche... esa noche...
Como si le hubiera leído el pensamiento, Siwon llevó los dedos al vértice entre sus piernas, acarició su duro miembro para continuar penetrando su entrada con suavidad.
Heechul lanzó un gemido de puro placer y deseo, arqueándose hacia él, ofreciéndose a él sin disimulo.
—Paciencia, jagiya. No quiero hacerte daño —le susurró él con suavidad, pero el sutil movimiento de sus dedos dentro fue completamente preciso y seguro.
Y exquisita e irresistiblemente placentero, pensó Heechul. Desencadenando una serie de pequeñas e increíbles sensaciones que le hicieron desear más, mucho más.
Lo quería todo, todo. Y, de repente y aterradoramente, se dio cuenta de que lo deseaba a él también, completamente.
En ese momento, las caricias de Siwon profundizaron, se tornaron más explícitas. Y el placer que hasta entonces había sentido Heechul cobró una vida distinta, se transformó en algo intenso que lo condujo a una espiral de deleite. Mientras se arqueaba y gemía, gritó cuando aquella espiral de placer alcanzó su cima. De repente, su cuerpo entró en una serie de convulsiones y espasmos que contenían agonía y placer inimaginable.
Y gimió su incontrolable felicidad contra la boca de él.
Después, un silencio interrumpido sólo por su sonora respiración mientras yacía con los ojos cerrados, luchando por recuperar el control de un cuerpo que tan totalmente lo había traicionado.
Consciente de que aún seguía en los brazos de él, con los labios de Siwon en sus cabellos, se dio cuenta de que, en el fondo, nada había cambiado. Siwon seguía siendo un extraño, un depredador, un engatusador. El enemigo al que nunca perdonaría su pérdida de independencia sexual.
Por fin, él lo soltó y Heechul lo sintió acercarse al borde de la cama. Entonces, oyó el sonido de un pequeño envoltorio al abrirse y comprendió su significado: Siwon no quería dejarlo embarazado.
Siwon lo tomó en sus brazos una vez más con toda la fuerza de su erección patente, exigiendo acceso para consumar su unión.
Cuando fue a besarlo, volvió la cabeza bruscamente.
—¿Enfadado, jagiya? —Preguntó él con voz queda—. ¿Enfadado por haber aprendido algo sobre ti mismo que desconocías?
—¿Es ésa la excusa de tu repugnante comportamiento? —preguntó Heechul con voz ronca— ¿Que me conoces mejor que yo mismo? Gracias por nada, sinvergüenza.
Se hizo un silencio, que Siwon rompió.
—Por extraño que parezca, estaba intentando hacerte lo más suave posible tu iniciación al sexo, Heechul. Pero quizá haya sido una estupidez por mi parte, quizá debería haber ignorado tu inexperiencia y haberte poseído sin contemplaciones. En fin, no voy a cometer el mismo error una segunda vez.
Y casi sin darle tiempo a darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, Siwon lo penetró.
Heechul jadeó y él se quedó quieto.
—¿Te he hecho daño?
—No —respondió con un hilo de voz.
Y era verdad porque, mientras Siwon se movía dentro de su cuerpo, Heechul no sentía dolor, sino incredulidad. Incredulidad por lo mucho que distaba aquello de la humillación que había temido que sería.
De hecho, el controlado ímpetu de los movimientos de Siwon en su cuerpo estaba provocando un efecto que jamás había creído posible.
Empezaba a sentir algo intenso y maravilloso, y no sólo su cuerpo se había rendido, sino también su mente.
Y por mucho que se arrepintiera después, quería llegar al final, quería conocerlo todo...
Con los ojos medio cerrados, Heechul le acarició los brazos, los hombros, el cuello... Siwon lo miró con intensidad.
Heechul respiró profundamente y comenzó a acariciarle el rostro. Rápidamente, Siwon le atrapó los dedos con la boca y se los chupó, suave y sensualmente, antes de besarle el pecho y lamerle los pezones.
Un violento deseo se apoderó de él. Gimió, se arqueó hacia él y lo oyó gruñir suavemente.
—Abrázame —le ordenó Siwon con voz ronca. Y Heechul obedeció.
Siwon lo besó con incontrolable pasión y él le respondió con igual violencia sexual en unos momentos de un loco placer que se mezclaba con agonía.
Y entonces Heechul se sintió perdido, ciego, ahogándose en una oscura y aterradora magia mientras su cuerpo se esforzaba con desesperación por alcanzar el momento del éxtasis.
Como a distancia, lo oyó decir:
—Ahora...
Y, de repente, ahí estaba ese fiero y enloquecedor placer salvajemente intensificado. Heechul gritó con una voz irreconocible mientras se sentía consumir en el éxtasis más puro.
Sabía que debía moverse, pensó Heechul adormilado al cabo de un rato. Sabía que debía decirle que se marchara ahora que ya había conseguido lo que quería. Sin embargo, quería quedarse justo como estaba, disfrutando esos momentos de gloriosa satisfacción.
Pero fue Siwon quien se apartó de él, se sentó en la cama y plantó los pies en el suelo. Luego, se levantó, se estiró perezosamente y cruzó la habitación.
Al cabo de un par de minutos, Heechul oyó la ducha del cuarto de baño. Y, con resentimiento, pensó que Siwon se estaba comportando como si se encontrara en su casa... como si llevaran casados toda la vida.
Cuando Siwon regresó a la habitación, llevaba una toalla atada a la cintura y, con otra, se estaba secando el pelo.
—Siéntete como en tu casa —le dijo en tono gélido.
—Gracias, jagiya —Siwon, con una sonrisa, miró a su alrededor—. Sin embargo, no creo que llegue a serlo nunca. A propósito, te estoy llenando la bañera.
—¿Por qué? —preguntó mirándolo fijamente. Siwon se encogió de hombros.
—El agua caliente tranquiliza, tanto el cuerpo como la mente — entonces, comenzó a caminar hacia el cuarto de estar—. No dejes que se enfríe el agua.
Heechul le lanzó una furiosa mirada, pero no se le ocurrió ni un solo motivo para no seguir su consejo.
Cuando salió del baño, él le estaba esperando.
—Vamos, ven a la cama. Ha llegado la hora de seguir con tu educación sexual.
—Pareces decidido a someterme a cualquier forma de degradación — dijo Heechul con voz ahogada.
Siwon sonrió burlonamente.
—Sí, querido. Créeme, las posibilidades son infinitas y estoy deseando explorarlas contigo —Siwon se quitó la toalla que llevaba atada a la cintura y la dejó caer—. Pero si esperas que vuelva a seducirte, estás equivocado. Esta vez, quiero que tú me hagas el amor.
—Oh, Dios mío, no.
—¿Por qué no, Heechul? —Dijo él, pronunciando su nombre como una caricia—. ¿En serio no te gusta estar en la cama conmigo?
Heechul no podía responder porque no tenía sentido mentir.
—A mí sí me gusta que me toques —continuó Siwon—, es un placer que quiero repetir. Y a ti también parece gustarte. Así que... vamos, métete en la cama.
Heechul lo obedeció hasta sentir el calor de Siwon sobre su cuerpo, provocando una instantánea respuesta en él.
Con el corazón latiéndole con fuerza, Heechul se inclinó sobre él, permitiendo que sus pechos se rozaran. Lo oyó contener el aliento.
—Heechul, cielo... jagiya —dijo él con voz ronca.
Él se aproximó a su rostro, su boca a escasos milímetros de la de Siwon.
—Pero no te amo —susurró Heechul con pasión—. Y nunca te amaré.

Por la mañana, Heechul se despertó sintiéndose totalmente descansado y... sonriente.
De repente, se sentó en la cama con un sobresalto... al recordar. Había pasado la mayor parte de la noche haciendo el amor con creciente deseo y una falta de inhibición tal que ahora, a la luz del nuevo día, le hacían avergonzarse de sí mismo.
Aguzando el oído, buscó indicación de la presencia de Siwon en la casa, pero sólo encontró silencio.
Mordiéndose los labios, miró el reloj encima de la mesilla de noche y ahogó un grito. Además de Siwon, también se le había ido media mañana. Iba a ser la primera vez que llegaría tarde al trabajo.
Se dio una ducha rápida y se visitó. Mientras se peinaba, se dio cuenta de que estaba muerto de hambre. No tenía sentido llegar tarde al trabajo y con el estómago vacío, por lo que fue a la cocina y se preparó una tostada y té.
Untó miel en la tostada y comió y bebió de pie antes de agarrar su bolso.
Al cruzar el cuarto de estar camino a la puerta, vio un trozo de papel en la mesa de café y, encima del papel, vio un círculo dorado.
El anillo de bodas que le había devuelto a Siwon el día anterior después de la ceremonia. Escrito en el papel, en letras negras, una sola palabra: Souvenir.
Había sido una venganza por parte de él, pensó con un repentino y profundo vacío.
Y tendría que aprender a vivir con ello.
En ese momento, el teléfono sonó y, con un sobresalto, Heechul se apresuró a contestar.
—¡Leeteuk! ¿Cuándo has vuelto?... Sí, estoy bien, igual que siempre, ya sabes. ¿Almorzamos el domingo juntas como de costumbre? Estupendo.
Necesitaba algo que lo distrajera, pensó al colgar. E intentó olvidar que, durante un momento, al oír la voz de su amigo, había sentido una punzada de desilusión.
—¿Te encuentras bien? —preguntó Leeteuk.
Heechul se enfrentó a aquella mirada interrogante con aplomo.
—¿Por qué lo preguntas?
—No sé, te veo... cansado. Más que cuando nos marchamos.
—En ese caso, me alegro de haber traído este tónico —Heechul dejó la botella de champán que había llevado encima del mostrador de la  cocina—. Tú, por el contrario, estás guapísimo.
Heechul contempló el delicado bronceado de su amigo.
—Lo que pasa es que tengo mucha hambre —añadió Heechul—. ¿Qué es lo que huele tan bien?
Leeteuk encogió los hombros.
—Roast beef y la guarnición de costumbre. Sé que hace demasiado calor para esta comida, pero a Kangin le encanta y no sé negarle nada.
Leeteuk indicó con un dedo las puertas de cristal abiertas que daban al patio y, en ese momento, oyeron una maldición en la distancia.
—Está construyendo una caja para dar de comer y beber a los pájaros —luego, alzó la voz en dirección al jardín—. Querido, deja eso, Heechul ya ha llegado.
Su marido se reunió con ellos, chupándose los nudillos de las manos.
—Malditos pájaros —Kangin dio un beso a su esposo en la cabeza y abrió la botella—. ¿Todo bien, Heechul? Se te ve...
—Cansado —dijo Leeteuk al ver titubear a su marido. Kangin sirvió el champán y dio una copa a cada uno.
—Heechul, cariño, deberías ir a Corea —dijo Kangin—. Es el sitio perfecto para descansar.
—Te creo —respondió Heechul sonriendo.
«Aunque es el último lugar en el mundo al que iría».
—Bueno, Hee, dime qué tal sigue la guerra que te traes con tu abuelo —preguntó Kangin sentándose en una silla—. ¿Lo has convencido ya de que entienda tu punto de vista?
—Digamos que... aún mantengo la esperanza—respondió Heechul evasivamente.
Kangin vació su copa de champán y se puso en pie.
—Bueno, será mejor  que vuelva al trabajo. ¿Quieres venir a ayudarme? —le preguntó a Heechul.
—Me encantaría, pero voy a quedarme aquí viendo a tu esposo cocinar. Quién sabe, a lo mejor aprendo algo —respondió Heechul.
A Leeteuk se le iluminaron los ojos.
—¡No me digas que quieres aprender a cocinar! Dios mío, ¿significa eso que has conocido a alguien?
Durante un instante, Heechul se sobresaltó. «No, no lo saben. No puede ser que lo sepan».
—¿Qué quieres decir?
—Bueno, al parecer, cuando se conoce a un hombre, lo primero que quiere hacer es darle de comer. A mí me pasó eso. Estaba loco por impresionar a Kangin con mis habilidades culinarias —Leeteuk se interrumpió para mirar a su marido con una expresión de ensoñación—. Y lo segundo es tener un hijo.
—Ah —Heechul se los quedó mirando a los dos—. ¿Significa eso que...?
—Sí, eso es —respondió Kangin—. Heechul, vas a ser padrino.
—¡Es maravilloso! —Exclamó Heechul con voz ronca—. ¿Desde cuándo lo sabéis?
—Nos enteramos justo antes de irnos de vacaciones, por lo que hemos tenido dos semanas para hacer planes —Leeteuk hizo una pausa— Para empezar, voy a dejar mi trabajo.
—Pero si te encanta tu trabajo...
—Sí, pero ahora tengo otras prioridades —Leeteuk suspiró—. Ya sé que tú no estás de acuerdo, pero intenta comprender que, para mí, el amor es lo primero.
—Quieres decir que no puedo comprenderlo porque soy una persona fría y dura a quien sólo le importa su carrera profesional, ¿no es eso? — Heechul se acercó a ambos y les dio un abrazo—. Lo siento, amigos. La verdad es que creo que es la mejor decisión que podían tomar.
—Oh, cielo —Leeteuk tragó el nudo que se le había puesto en la garganta— No sabes cómo me gustaría que fueras tan feliz como nosotros.
—Lo seré —prometió Heechul—. Eso sí, a mi manera.
Fue un almuerzo maravilloso: sol, risas y una comida deliciosa.
Heechul vio a sus amigos desde una perspectiva distinta, fijándose en cómo se comportaban el uno con el otro, en cómo se miraban y hablaban, íntimas sonrisas, ternura...
Eran personas normales enamoradas, pensó con un doloroso nudo en la garganta.
De repente, lo asaltó el recuerdo de los fuertes latidos del corazón de Siwon bajo su mejilla, de aquellos brazos alrededor de su cuerpo, de dormirse sintiéndose extrañamente segura con él.
Pero, al despertarse, había descubierto que todo era una ilusión.
«Quiero lo que ustedes tienen», pensó Heechul con profunda pena. «Pero algo me dice que jamás seré tan afortunado».
Era ya por la tarde cuando Heechul se despidió de sus amigos, prometiéndoles volver pronto.
En el asiento trasero del taxi, empezó a sentir una sobrecogedora pesadumbre y, de repente, se dio cuenta de que se debía a que no quería volver a la soledad de su piso.
Un destino diferente le había pasado por la cabeza.
Bruscamente, se inclinó hacia el taxista y le pidió que lo llevara al edificio de Siwon. Sólo para volver a verlo, se dijo a sí mismo. Eso era todo lo que quería. Sentarse y hablar con él de verdad. Quizá pudiera verse de vez en cuando, ser amigos y... a lo mejor, amantes de vez en cuando.
«No lo comprendo. No sé qué me está pasando», pensó confuso.
Cabía la posibilidad de que él no quisiera verlo o que se echara a reír cuando le explicara el motivo de su visita.
Pero pasarse el resto de la vida preguntándose si no podría haber sido todo diferente era mucho peor.
A pesar de ser domingo por la tarde, la zona estaba muy concurrida, y tuvo que acercarse al estudio dando un rodeo, evitando el ruido y la actividad de la gente cargando camiones.
Tuvo que detenerse a esperar que un camión pasara. Y, mientras esperaba, se dio cuenta de que la puerta del estudio se había abierto. Al instante, vio a Siwon salir por la puerta, pero no iba solo.
Heechul vio el rubio cabello del compañero. Luego, lo vio poner la mano en la mejilla de Siwon antes de que ambos se dieran un abrazo.
Heechul se dio media vuelta y se alejó, diciéndose a sí mismo que tenía suerte de no haber llegado antes, de no haberlos encontrado juntos. Al menos, se había librado de esa humillación, aunque no de la agonía que ahora sentía.
Con el corazón encogido, llegó al taxi, que lo estaba esperando.



2 comentarios:

  1. Aaaahhhh (/.\)
    Afortunado Hee probando uno de los placeres de la vida...pero al menos esta vez fue como debe ser...y obvio que le encanto aunque su mente y corazón se cierren a lo que sea que se cierre.
    Pero es que lo comprendo...quien en su sano juicio se resistiría a Siwon y más así *0*
    Oooohhh Teuk tendrá bebé...y Hee anhelando tener lo que él tiene con Kangin...pronto Hee...pronto.
    Aunque puede que eso tenga que esperar para después,ya que lo que Hee acaba de ver...no fue bueno.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...