Shappire Wolf (T7) 1



Kangin sintió el sudor goteando de su frente mientras corría. Sus  pulmones ardían por el esfuerzo al tratar de aspirar más aire. Podía verlo justo delante. Él estaba llorando y gritando para que le ayude.
—¡Ya voy! —gritó él.
Sus pisadas golpearon contra el suelo, pareciendo caer a tiempo con los latidos de su corazón. Cada vez que se acercaba a él, era arrancado de sus manos. Lo estaba perdiendo. Sintió que su lobo arañaba por salir, furioso, aullando dentro de él. Sin embargo, sin importar cómo lo intentara, no podía entrar en fase. Se sentía impotente, y ese sentimiento solo alimentaba la ira ardiente muy dentro de él. Él era suyo. Suyo para proteger y una y otra vez le fallaba.
Kangin se sentó de repente, sin aliento. Parpadeó varias veces y miró a su alrededor en la oscuridad de la habitación que compartía con su compañero. Otro sueño, pensó. El sueño continuaba eludiéndolo. Junto con él, la paz que tanto deseaba. Miró por encima donde yacía Leeteuk, o debería estar yaciendo, pensó con el ceño fruncido. Cerró los ojos y lo buscó a través de su vínculo. Lo encontró sentado con Hee y Donghae  cerca de la gran chimenea de piedra en una de las salas de estar de la mansión Coreana, un lugar en el que él parecía refugiarse cada vez más últimamente. No ardía ningún fuego. La chimenea, como su corazón, estaba fría.
Una furia absoluta hirvió dentro de él; necesitaba destruir a un enemigo que no era de carne y hueso. Pero temía que viera esto y no supiera cómo podía explicárselo.
¿Cómo luchaba con un recuerdo? ¿Cómo derrotaba algo que ya no estaba pasando, pero que no lo soltaba? Él estaba perdido y por eso la mantenía a distancia, para protegerlo de en lo que se había convertido.
Habían pasado dos semanas desde que habían derrotado a Desdémona y sin embargo, se sentía como si hubiera sido ayer. Junjin y los otros Alfas estaban haciendo todo lo posible para trabajar juntos de manera pacífica e intentar formular un plan de acción. Un nuevo enemigo se había alzado justo cuando el anterior  había  caído   y  el   mundo  sobrenatural  ahora  esperaba con  gran expectación para ver lo que este nuevo mal traería.
Kangin sabía que era su deber dirigir y ser un ejemplo para los demás, pero saber y hacer son dos cosas muy diferentes. La pura verdad es que su control se había ido. Algo en su lobo se había resquebrajado después de ver a su compañero atrapado en su propia mente. Había estado experimentando los peores tipos de violación y abuso, y él solo había sido capaz de esperar y ver. Ahora le tomaba cada gramo de su fuerza solo dejarlo fuera de su vista.
Durante los primeros días después de la batalla no había dejado su lado. Fue solo después de que él amenazara con hacer que Dambi pusiera una maldición vinculante en él, que cedió a su exigencia de tener tiempo con sus dos mejores amigos.
Pero él siempre estaba en su mente, siempre a tono con su paradero y su seguridad. Eso lo enfureció aún más, aunque le exigió que se quedara junto a él, no le dejaba entrar en la suya. El vínculo estaba abierto, pero no de modo que Leeteuk pudiera ver en el corazón de él. Recordó sus palabras exactas cuando finalmente había cedido a sus súplicas.
—Estoy cansado de estar en esta habitación, Kangin —le había dicho. Había estado de pie junto a la ventana contemplando afuera con anhelo. Se mantuvo de espaldas a él mientras hablaba—. Te amo, lo sabes, pero necesito algo más que esto.
—Solo quiero que estés a salvo —le había dicho Kangin a través de los dientes apretados.
Él se echó a reír con amargura.
—A salvo y enjaulado son dos cosas muy diferentes. Tienes que conseguir superar cualquiera que sea la obsesión que tienes con protegerme. Estamos en la maldita casa de tu padre; no podría estar más a salvo.
—Demasiados lobos.
Se echó a reír de nuevo y se volvió hacia él.
—Ya he terminado. He tratado de ser paciente y comprensivo. He tratado de hablar contigo, de hacer que me ayudes a entender lo que está pasando contigo, pero no me dejas entrar. Soy tu maldito compañero, tu esposo, y no quieres hablar conmigo. Puedes resolver toda tu mierda y respetarme como me merezco ser respetado… o voy a arrastrar a Dambi en este lío y atarte. No serás capaz de tocarme, no como lo haces normalmente de todos modos —espetó y Kangin se había sentido como si lo hubiera abofeteado.
—Leeteuk —le dolió el pecho cuando pronunció su nombre y dio un paso hacia él.
—No —le espetó mientras sostenía su mano en alto—. Vas a solucionar esto, Kim Kangin, y es mejor que sea más temprano que tarde, porque estoy así de cerca —había alzado la mano pellizcando sus dedos juntos sin espacio en el medio—, de empacar mis cosas y encontrar una habitación diferente.
A Kangin le gustaría decir que no perdió la calma. Le gustaría decir que no destrozó las sábanas de la cama o arrojó la televisión a través de la habitación, pero estaría mintiendo. Su declaración sacó a relucir su lobo.
La idea de que él lo dejara, de no estar en su habitación a la que pertenecía, era más de lo que su lobo o él podían soportar. Los ojos de Leeteuk se habían ampliado, pero había más rabia que miedo en ellos cuando había arremetido fuera de la habitación.
Eso había sido hace dos días.
Volviendo al presente, Kangin salió de la cama y se tambaleó un poco. Sus miembros se sentían tiesos y rígidos de la intensidad del sueño y le llevó unos pasos antes de sentir que se aflojaban. Entró en el baño y se echó agua fría en la cara, pero evitó mirar en el espejo. No quería ver lo que le devolvía su mirada.
Cuando regresó a la habitación, se detuvo abruptamente en mitad de un paso cuando vio a Donghae  sentado en una de las sillas que había en la pequeña zona de estar.
—¿Tu  compañero  sabe que estás  en  la habitación  de otro hombre?   —preguntó secamente mientras alteraba su curso hacia el armario y sacaba una camisa. Se cambió y se reincorporó junto a Donghae , aunque no tomó asiento.
—Lo hace, a pesar de que no está contento que no le permitiera venir conmigo.
Donghae  lo miró como si fuera una nueva especie de insecto que debían examinar. Él le devolvió la mirada. Sintió a su lobo revolverse y tuvo que empujarlo hacia abajo. Donghae se puso de pie y se acercó a él. Se puso tenso, pero no se movió.
Donghae lentamente levantó su mano y la colocó sobre su pecho y él lo observó mientras cerraba los ojos. Quería apartarlo y gruñirle por pensar que tenía derecho a tocarlo, pero entonces, era un sanador y era, por lo tanto, su derecho.
Trató de mantener las paredes en su mente en alto pero Donghae  era fuerte y se abrió paso con poco esfuerzo. Esperó a que viera en lo que se había convertido y luego saliera corriendo de la habitación. Sintió su presencia, pero no era igual al vínculo de compañeros. No había intimidad involucrada, y sin embargo, al mismo tiempo, se sentía muy vulnerable. Donghae dio un paso atrás a medida que dejaba caer su mano y sus ojos se abrieron. Encontró su mirada y su rostro se tornó severo.
—Él podría ayudar —le dijo con firmeza, pero sus palabras fueron suaves.
—¿A qué costo para sí mismo? —preguntó.
—Es su derecho sacrificarse por ti. Tanto como es tu derecho —continuó antes que él pudiera hablar—. Se está extendiendo dentro de ti como una enfermedad y, finalmente, tu lobo se hará cargo. Si el lobo se hace cargo, todo instinto, sin ninguno de los razonamientos del hombre, sería algo muy, muy malo. Sin embargo, el hecho que no estés en control en realidad podría ser peor. Sabes esto y todavía te retienes. Él está sufriendo y está vacío debido a tu negativa a permitirle ser lo que necesitas.
—¿Viste lo que pasó? —preguntó, sabiendo que entendería que le estaba preguntando sobre sus recuerdos.
Él asintió.
—Viste quién lo tocó, a quién de buena gana le permitió hacerlo, ¿y sin embargo eso no te enoja?— su voz se convirtió en un gruñido.              
—No era real, Kangin. Era una maldición que alimentó nuestros miedos más profundos. Ya ha sufrido bastante y tú le estás causando más dolor de lo que la maldición hizo. Tienes que encontrar una manera de dejarlo ir. Lo necesitas y él te necesita a ti. Si no puedes hablar con él ahora mismo, entonces habla con alguien porque estás en un camino de guerra a la autodestrucción, y si pierdes esta batalla, no solo será Teukkie quien sufra.
Observó a Donghae salir. Sabía que lo que decía era cierto. Tenía que arreglar este lío que se había creado. Necesitaba a su compañero, lo necesitaba como un hombre ahogándose necesita del aire.
No sabía si lo había empujado demasiado lejos o si lo perdonaría. No sabía cómo decirle acerca de la locura en su interior. No sabía cómo afrontar sus debilidades y la vergüenza, pero sabía que si no lo hacía los destruiría a ambos.
«Amor, tenemos que hablar». 
Le envió a través de su vínculo y lo  empujó  de modo que penetrara la pared que Leeteuk mantenía entre ellos. Sintió su sorpresa, y luego la profunda desesperación que lo llenó apresurarse a través de él.
«Por favor,  Leeteuk,  vuelve  para  que  podamos  hablar».
Contuvo la respiración a la espera de su respuesta, rogando que no fuera demasiado tarde.
«Ya era la maldita hora», le gruñó.
Casi se cayó de rodillas y suspiró mientras le recordaba quién era. Leeteuk era suyo y no se daba por vencido con él.
«No, no me estoy dando por vencido contigo, pero podría matarte».
Su ángel iba hacia él; podía sentirlo cada vez más cerca.
«Si morir por tu mano significa que puedo sentir tu tacto, entonces, puedes matarme mil veces».
«No me tientes».

Kangin gruñó al sentir el dolor en su interior ante la mención del tacto. Había pasado tanto tiempo desde que se habían tocado y era culpa suya.
«Voy a arreglar esto, Ángel, aunque temo la forma en que me verás una vez que lo sepas todo. Pero estoy tan vacío sin ti y la oscuridad está comenzando a incitar mi enloquecido lobo. Él gruñe por ti y apenas puedo retenerlo de robarte y rogarte que no te vayas. Te necesito, pero más que eso, te quiero».
La puerta se abrió de golpe mientras Leeteuk corría dentro y se arrojaba en sus brazos. Kangin hundió el rostro en su cuello y respiró profundo. Su aroma precipitándose en sus pulmones y, por primera vez en semanas sintió como si pudiera respirar. Lo abrazó y se estremeció cuando sus dedos se entrelazaron en su cabello.
—Lo siento —susurró contra su cabello—, lo siento tanto.
Teukkie se mordió el labio mientras trataba de contener las lágrimas. Sabía que estaban muy lejos de estar bien, pero iban un paso en la dirección correcta. Sabía que iba a haber muchas luchas por delante, pero también sabía que eso significaba un montón de reconciliación también.
—Escuché eso —le dijo Kangin mientras le mordía el cuello. Teukkie dejó escapar una risa cansada.
—Tenemos mucho que discutir antes de llegar allí, hombre lobo.

***
—¿Cómo te fue con Kangin? —le preguntó Junjin a Donghae    mientras entraba en su oficina con la mano de Hyukjae en la parte baja de su espalda. Aunque Donghae  era técnicamente el sanador de la manada China, conocía a Kangin mejor que Ryeowook.
—No fue bonito —contestó Donghae . Se apoyó contra Hyukjae cuando él dejó escapar un gruñido—. Relájate camarero, no era una amenaza para mí —le dijo con suavidad.
—Ese no es el punto —respondió Hyukjae tajantemente. Donghae  miró por encima del hombro a su compañero y le dio una mirada mordaz. Hyukjae no pareció intimidado.
Junjin se levantó de su escritorio y dejó escapar una respiración lenta y profunda.
—Ustedes, los machos emparejados, me están haciendo envejecer antes de tiempo. —Junjin se reunió brevemente con la mirada de Hyukjae y luego regresó a Donghae —. ¿Qué le pasa?
—Conoces la oscuridad que reina en el interior de los hombres antes de aparearse. Aquella que casi los esclaviza. Nosotros, los compañeros derribamos esa oscuridad, liberamos al lobo para ser lo que él tenga que ser por su compañero y manada. Pero Kangin está eligiendo mantener la luz de su compañero lejos de él. Está permitiendo que la oscuridad reine libremente dentro de él debido a la rabia que se está construyendo en su interior —explicó Donghae .
Junjin comenzó a pasearse lentamente alrededor de la oficina, sus ojos en el suelo mientras consideraba sus palabras.
—¿Voy a tener que intervenir? —preguntó. Donghae  negó con la cabeza.
—No lo creo. Vi a Teukkie corriendo a su habitación pocos minutos después de que me fuera. Creo que él se dio cuenta de lo que ha estado haciéndole a los dos.
—Sanador. —Junjin se detuvo directamente delante de Donghae  y le sostuvo la mirada. Oyó algo en su voz, algo que no le estaba diciendo—. Se sincero conmigo. ¿Tendré que intervenir? —preguntó de nuevo esta vez más despacio.
Donghae  se mordió el interior de su labio mientras consideraba la pregunta del Alfa. Sabía lo que había visto en el interior de Kangin, conocía el alcance de la oscuridad, pero no quería darse por vencido con él por el momento, aunque eso significara que su compañero podría tener que encargarse del Príncipe de los Sujus Coreanos.
—No en este momento —respondió finalmente tan honestamente como pudo—. Pero creo que en algún momento va a tener que hablar con Hyukjae.
Junjin le frunció el ceño mientras Hyukjae continuaba dejando salir bajo gruñidos desde el pecho, incapaz de liberar completamente a su lobo.
—¿Por qué con Hyukjae? —preguntó Junjin.
Donghae  sintió que su rostro empezaba a calentarse con la avalancha de vergüenza por tener que discutir esos detalles íntimos con Junjin, ya sean falsos o no, sobre todo con su compañero justo a su espalda.
—Cuando Teukkie estaba bajo el hechizo de Desdémona, una de las cosas que experimentó fue tener intimidad con otro hombre —explicó Donghae  titubeante y esperando que Junjin no le pidiera los detalles.
—¿Qué quieres decir?
Donghae gimió para sus adentros. Por supuesto que lo pediría. ¿Por qué demonios iba a hacer esto fácil para  mí?
«Respóndele, Donghae  mío». Oyó la voz de Hyukjae en su mente y la irritación   y la ira detrás de ella. No pensaba que estuviera enfadado con él, no exactamente de todos modos.
—Está bien —comenzó—, como hombre, uno de tus mayores temores es no ser capaz de salvar a tu compañero de algo horrible como la tortura o la violación, ¿verdad?
Junjin asintió mientras observaba al sanador de cerca.
—Aparte de ver que es tomado de mala gana, en diversas maneras, ¿cómo más podrías temer que sea tomado?.
La mandíbula de Donghae  se   tensó mientras esperaba a que la realización golpeara a Junjin. Vio el momento en que él entendió cuando sus ojos se abrieron
—Cada hombre, sea lobo o humano, teme que su pareja se dé vuelta a otro hombre de buena gana. —Los ojos de Junjin saltaron de nuevo a Hyukjae.
—Bajo la maldición, Teukkie te permitió tenerlo —dijo él mientras veía los ojos de Hyukjae comenzar a brillar. Hyukjae se aferraba a su temperamento de un hilo. No podía soportar la idea de Donghae  pensando que él había estado con el compañero de Kangin, a pesar de que no lo había hecho. Tampoco le gustaba la idea de Kangin pensando que Hyukjae alguna vez consideraría mirar a Teukkie de esa forma, a pesar de que Kangin supiera que no era real. No había realmente ocurrido. Pero Kangin era joven, y con la juventud venían las inseguridades.
—Kangin vio lo que pasó a través de los ojos de Teukkie… lo vio disfrutar de estar con otro hombre. Eso es muy duro para cualquier hombre. Por supuesto Teukkie estuvo asqueado de disgusto y desesperación una vez que se levantó la maldición. Quería ser tocado por otro hombre como quería ser hervido al vivo en ácido. —Donghae  estaba tratando de ser lo más franco posible porque podía sentir a su compañero tornarse cada vez más y más furioso—. Por ahora, Hyukjae y Kangin necesitan mantenerse al margen el uno del otro, por lo menos hasta que Kangin pueda llegar a un acuerdo con sus emociones. Si interfieres en estos momentos, sentirá que estás protegiendo a Teukkie de él. Eso haría que sienta que vas a quitárselo, y todos sabemos lo bien que Kangin maneja que alejen a su compañero de él.
Junjin esperó varios segundos antes de finalmente asentir.
—Muy bien —susurró en voz baja—, protege a tus lobos.
—Como es mi derecho, Alfa —le recordó Donghae .
—Sí, sí lo es. Pero es mi derecho disciplinarlos cuando sea necesario. No esperes a decirme hasta que sea demasiado tarde, Donghae . No esperes hasta que tu compañero se involucre en una lucha por algo que nunca sucedió.
La advertencia en la voz de Junjin hizo que los pelos en la parte posterior del cuello de Hyukjae se alzaran y se tragara el gruñido que se elevaba en su pecho. Envolvió un brazo protector alrededor de su compañero y lo acercó a él.
—Relájate,  Hyukjae.  No estoy  amenazando  a  tu  compañero, le estoy advirtiendo. Pero estoy amenazando a mi hijo. —Junjin sacudió la cabeza con cansancio y se retiró de nuevo a su escritorio—. Los dos pueden irse. Donghae , gracias —hizo una pausa—, por hablar con él.
Donghae  dio una leve inclinación de la cabeza antes de seguir a Hyukjae fuera de la habitación.

Junjin se sentó en la silla detrás de su escritorio. El cuero envejecido arrugándose y crujiendo bajo su peso. Sentía su corazón pesado con la carga que su manada había sufrido tan recientemente, pero sabía que había más por venir.
Una nueva amenaza se había alzado, justo cuando la anterior había caído. Ahora, en medio de esa amenaza, Junjin también tenía que preocuparse de su único hijo.
Había sabido que Kangin no estaba lidiando bien con las consecuencias del hechizo de Mona, pero había habido demasiadas cosas pasando para que él lo abordara. Ahora que lo consideraba, se preguntó si había estado a la altura como un Alfa y padre por no hacer el tiempo.
«Como de costumbre, cargas la culpa que no es tuya para llevar». Oyó las palabras de Hyesung en su mente.
Sonrió para sí mismo a medida que llegaba a él.
«¿No lo es? Soy su Alfa, su padre. ¿Acaso no es mi lugar asegurarme que está bien?», le preguntó.
«Él es un hombre adulto y está acoplado. Es el lugar de su compañero cuidar de él primero que nada. En caso de no ser capaz de manejar la situación, entonces es su trabajo acudir a ti. No lo añadas a tu ya pesada carga, mi amor. Porque incluso tú, tan fuerte como puedes ser, puedes ser aplastado».
Él se rió en voz alta ante su castigo y se complació en saber que su príncipe era el único que podía salirse con la suya.
«¿Cómo pude ser digno de tenerte como mi compañero, mi principe?», le preguntó con suavidad.
Sintió su mano rozar la parte posterior de su cuello y sus labios contra los suyos.
«Cuando lo descubra, te lo haré saber», bromeó él. Junjin gruñó ante su descaro.
—Juro que voy a tener que limitar su tiempo con las parejas y esa maldita Fae también.

***

—¿Alguna vez ibas a decirme lo que viste? —le preguntó Hyukjae a Donghae  mientras se dirigían a la habitación del sanador de la manada. Él había estado trabajando con Ryeowook en diferentes remedios a base de hierbas, pasando por los archivos de su gente y volviendo a leer todo lo que los sanadores gitanos una vez utilizaron para atender a los lobos.
—Creo que hay algún tipo de confidencialidad sanador/lobo al que Kangin tiene derecho —le dijo Donghae  con los labios tensos.
—¿De verdad tenías que ir a verlo a solas? No me gusta que estés con un hombre por tu cuenta, especialmente uno impredecible.
Donghae  resopló.
—Kangin nunca me haría daño, Hyukjae, y está acoplado. Vas a tener que frenar tus instintos posesivos para que yo haga mi trabajo.
—No, tú vas a tener que aprender a dejarme participar. Somos un equipo. Es mi trabajo proteger al sanador y no puedo protegerte si no me dejas estar cerca de ti. —La voz de Hyukjae se estaba volviendo cada vez más áspera con cada palabra.
—¿Por qué estás tan malhumorado? —preguntó Donghae  cuando abría la puerta del estudio. Estantes llenos de plantas, hierbas y piedras de aspecto extraño se alineaban en las paredes. Los libros estaban dispersos en las dos mesas que corrían a lo largo de la habitación.
—¿Cómo te sientes al respecto? —preguntó Hyukjae en voz baja.
Donghae  sabía lo que estaba preguntando. Quería saber si estaba enojado por lo que Teukkie había experimentado. Pero, ¿cómo podía estar enojado cuando él había experimentado algo similar?
—¿Cómo es que no estás enloqueciendo como Kangin por lo que yo experimenté? —contrarrestó—. ¿Por qué no están ninguno de los otros hombres matándose entre sí por lo que sus compañeros sintieron bajo la maldición? Tienes que saber que todos ustedes temen que nosotros terminemos con otros hombres. Así que, al final todos atravesamos la misma cosa. —Se acercó a él y lo miró a sus ojos avellana, ojos que irradiaban tanto amor cuando lo miraba, que lo dejaba sin aliento.
—Sé que no quieres a nadie más que a mí. Sé que nunca tocarías a otro hombre y porque sé eso en el fondo de mi alma, he dejado de lado lo que ocurrió bajo la maldición. Me mostraste la noche en que nos vinculamos que no hay nada que pudiera alguna vez arrebatar tu amor de mí. Entonces, ¿de qué tengo que estar molesto?
Hyukjae se acercó y colocó un mechón de cabello detrás de su oreja y Donghae  se inclinó ante su toque. Él se inclinó hasta que sus frentes se tocaron e inhaló su aroma a través de respiraciones profundas y lentas.
—Gracias —susurró en voz baja. Envolvió sus brazos alrededor de su cintura y le atrajo hacia él. Era su lugar favorito, envuelto alrededor de su compañero, protegiéndolo, amándolo y recordándole que era suyo.
—Te amo —le dijo Donghae con suavidad. Él le sonrió mostrando su hoyuelo.
—¿Qué más podrías amar?
Donghae  puso los ojos en blanco mientras se apartaba de él, y él a regañadientes le dejó escapar.
—Juro que tú y Hee fueron separados al nacer —se quejó mientras se volvía para abrir uno de los libros de sanación.
—Entonces, ¿qué vamos a hacer hoy? —preguntó él mientras frotaba las manos como un niño ansioso.
—Un tónico —le dijo mientras pasaba las páginas.
—¿Un tónico para qué?
—Para los autoritarios, celosos, odiosos, aun así calientes, hombres lobo.
Hyukjae soltó una carcajada que llenó la sala e inundó el corazón de Donghae  con alegría.
—¿Afectará mi buen aspecto? —le preguntó en broma.
—Oh, sí perfecto —murmuró para sí mismo haciendo caso omiso de su pregunta.
—¿Qué es perfecto? —preguntó él mientras se inclinaba sobre su hombro para ver lo que estaba haciendo.
—Solo me recordaste que olvidé agregar algo para reducir tu ego.
Puso las manos en sus caderas y se inclinó a su oído.
—Siempre y cuando no estemos reduciendo las partes del cuerpo para el amor, entonces todo está bien.
Donghae  inclinó la cabeza hacia atrás contra él y cerró los ojos con un resoplido.
—No puedo ganar.
Hyukjae rió bajo y Donghae sintió su cálido aliento contra su cuello. Finalmente se inclinó hacia delante y lo empujó.
—Muy bien, Romeo retrocede. Tengo trabajo que hacer.
—Trabaja, señor gitano. Solo me sentaré por aquí a escuchar y supervisar.
Donghae  se sonrojó, pero se negó a hacer comentarios, sabiendo que solo alentaría a sus bromas, lo cual solo daría lugar a él convirtiéndose en una pila de papilla a sus pies rogando por su atención.
Sí Hae, eso sería tan dignificante, pensó para sí.




2 comentarios:

  1. TT______TT
    Nooooo pobre mapachin!
    No se vale...y como buen macho alfa pelo plateado, no se deja ayudar!!!

    ResponderEliminar
  2. Este capítulo no me gusto
    Es feo ver que el EunHae esta bien,feliz,haciendose bromas,disfrutando de su amor y diciendo cuanto se quieren...mientra que el KangTeuk está sifriendo de esa manera.
    Y lo peor es que seguro,el SiChul va por el mismo camino o está empezando a caminarlo con ese intercambio que hizo Siwon ...no quiero adelantarme pero se siente.
    Al menos Kangin ya accedio a hablar con Teuk.
    Y que feo...no solo vio a su pareja siendo forzada,sino que lo vio accede a estar con Hyuk...uno de sus amigos...😢😢😢 comprensible cuando esa bruja hizo su maldición sobre ellos para eso,hacerlos sufrir.
    Esta muerta y ellos siguen sufriendo.
    Pero ya esto mejorara,ellos deben hablar y hacer algo antes de que el mal vuelva.

    ResponderEliminar

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...