Marcado IV - 9



Mis dedos estaban entumecidos y mis mejillas estaban muy frías, pero el interior del auto era agradable y cálido. Puse mis dedos frente a la ventilación de la calefacción en la parte superior del tablero mientras él daba un giro y salía de la subdivisión de los ricos.
—Gracias. Espero no haberte apartado de alguna cosa.
Él me lanzó una mirada por el rabillo del ojo y dio unos golpecitos con los dedos sobre el volante.
—Nop. Estaba en el bar de un amigo. Hyukjae  está fuera de la ciudad y Henry llevó a Zhoumi a un espectáculo en el que iban a tocar. Siwon está esperando un bebé, por lo que se la pasa actuando como un adulto respetable, y Jjong es el único amigo soltero que me queda, así que simplemente nos fuimos al bar. Kangin, se encarga del bar de Siwon por él, es el único otro miembro sin ataduras de nuestra pequeña pandilla.
Él me miró y vi su mirada deslizarse sobre mi.
—Te ves muy bien.
—No siempre pensaste eso… que me veo bien, quiero decir. —Odiaba que mi voz se quebrara y rompiera. Inclinó la cabeza para mirarme y las luces del tablero hicieron que los discos de tamaño de una moneda en los lóbulos   de sus orejas brillaran ante mí. Murmuré mi dirección cuando se detuvo en    un semáforo en rojo, mientras que él todavía estaba mirándome.
—¿En serio? ¿De qué mierda estás hablando?
Miré por la ventana y usé mi dedo para trazar una pequeña figura de palitos en la condensación en el panel. Le puse un sombrero de copa y una corbata.
—En la escuela secundaria dijiste “alguien tendría que poner una bolsa en su cabeza, si quiere un polvo”. —Me volví hacia él y él pareció atónito e incrédulo—. Tú y un grupo de chicos con los que te la pasabas estaban fumando cuando doblé la esquina y te oí. He oído cosas así todo el tiempo porque era gordo y tenía la piel horrible, pero me dolió viniendo de ti porque pensé que eras diferente. Dijiste que era un desastre y necesitaba mirarme en un espejo y hacer un poco de ejercicio.
Cerré los ojos y reproduje ese momento otra vez en mi mente. Incluso ahora hacía que mi pecho doliera y surgieran viejas inseguridades.
—Y antes de eso… antes de eso, pensé que eras tan agradable. Todo el tiempo me sonreías, todo el tiempo me saludabas, pensé que eso te hacía diferente. Fui a la fiesta de cumpleaños de Kim Saeun porque me preguntaste si iba a ir. —Lo vi todo tan claro como si estuviera ocurriendo justo en frente de mí, y si me hubiera tomado la molestia de mirar hacia él, habría visto la aturdida confusión en su hermoso rostro mientras trataba de sacar las piezas del rompecabezas de nuestra historia de su memoria.
—Fue muy estúpido de mi parte. Me sentí como un idiota. Viste más allá de mí y luego besaste a otro joven como si él fuera algo especial. Ni siquiera sabías que estaba vivo, y luego tuviste que ir y decir esas cosas horribles sobre mí. Pasé de pensar que eras maravilloso a odiarte. La forma en que me hiciste sentir… —Mi voz se convirtió en un susurro y pude oír el viejo dolor, la vieja decepción, en mi tono—. Se quedó conmigo durante mucho tiempo, Kyuhyun.
Todo permaneció tranquilo, salvo por las guitarras y gaitas en el equipo de música y pensé que tal vez se sentía culpable o avergonzado, pero cuando llegamos a la parte delantera de mi edificio y me estaba girando para darle las gracias por el viaje, me sorprendí cuando él se giró completamente en su asiento y me gritó como si él fuera el que había sido tratado injustamente durante tanto tiempo.
—¡Jesucristo, estás absolutamente demente!
Me aparté un poco y fruncí el ceño, alarmado por la vehemencia de su tono.
—¿Qué?
—Nunca he dicho nada de eso de ti. De ninguna manera en el infierno, y si te ignoré en una estúpida fiesta, no fue a propósito. Era un jodido idiota cuando era adolescente, Sungmin. Mis prioridades estaban cerradas firmemente en mis pantalones. Si un joven o chica era una cosa segura en ese entonces, ¿crees que cualquier chico de dieciocho años iba a rechazarle?
Le di una sonrisa triste y llegué a la puerta.
—Pero te oí decirlo la semana siguiente, Kyuhyun. Te vi con mis propios ojos. Fue hace mucho tiempo, pero mi memoria es clara, y si era solo un caso de los chicos siendo chicos, aun así, dolió mucho, realmente.
Él negó con la cabeza y lanzó las manos al aire tanto como el interior del auto permitía.
—Tonterías. Nunca pensé eso de ti, Sungmin, así que no hay  manera en que yo hubiera dicho eso. Pensaba que eras tímido… y sí, tal vez un poco torpe y un poco demasiado estudioso para mi gusto, pero siempre pensé que eras bonito. ¿Por qué crees que te saludaba todos los días, tratando de abordarte? Pensaba que tu sonrisa era hermosa, y cuando finalmente aflojaste  lo  suficiente como para ceder de forma regular, estaba prendado. Tus ojos. No me jodas, pero tus ojos podrían inspirar a los hombres a ir a la guerra, a pintar obras de arte,   a rasgar su maldito Corazón de su pecho y ofrecértelo sin pensarlo dos veces… entonces y ahora. Nada de eso ha cambiado  con el paso de los años, así que   no hay manera de que yo hubiera dicho esas cosas sobre ti… de ninguna puta manera. ¿Me has oído decir: “Lee Sungmin necesita una bolsa en la cabeza para echar un polvo”? No lo creo.
Estaba muy, muy enojado. Podía sentirlo ardiendo fuera de él y no sabía cómo reaccionar. Durante mucho tiempo había sido aquella sintiéndose la víctima, había usado ese giro de los acontecimientos para  justificar  la forma en que actuaba con otras personas, pero ahora que él lo mencionó, tan claro como era el recuerdo, nunca lo había oído decir mi nombre.
—Yo…
Salté en el asiento de al lado cuando su puño golpeó en el tablero frente a él.
—¿Tú qué? ¿Quieres una excusa para que no te guste porque sabes que me siento atraído por ti y no puedes manejarlo? Oí mierda negativa sobre mí todos los días de mi infancia, Sungmin. No era lo suficientemente inteligente, lo suficientemente decente, lo suficientemente educado. ¿De verdad crees que yo le haría eso a alguien más? Sí, puedo ser culpable de no verte verdadera y claramente cuando estuviste justo en frente de mí en ese entonces, y podría haber herido inadvertidamente tus sentimientos al actuar como un idiota hormonal en esa fiesta, pero si me hubieras dicho algo, si me hubieras dicho que ibas a estar allí para verme, puedo garantizarte que eso no habría sucedido. Podría haber estado hablando mierdas sin cesar, pero no estaba hablando de ti.
No tenía ni idea de qué hacer. Durante toda mi vida pensé que sabía, estaba tan seguro, y ahora sentía que no sabía nada.
Lo   miré.
—Si no soy yo, entonces, ¿quién, Kyuhyun? ¿De quién más habrías estado hablando? Sé que lo dijiste. Te oí y te vi. Incluso si no era de mí, usar palabras hirientes de esa forma no está bien.
Golpeó las manos sobre el volante y me gruñó, realmente gruñó.
—¿Quién sabe? Un maestro que no me gustaba, un chico con el que me enredé, uno que me rechazó… no me acuerdo porque era un chico adolescente lleno de estupideces y mucha rabia en ese entonces. Todos dijimos cosas estúpidas a cada rato, pero nunca elegiría a nadie porque sabía exactamente lo mal que se sentía eso. En aquel entonces, todo lo que quería hacer era echar un polvo, festejar con mis amigos, y olvidar que mi mamá era una perra despiadada. Mi vida era un desastre, tuve un montón de momentos en los que yo era un desastre. Estaba apenas aguantando allí todos los días.
No voy a negar que estuviera actuando como un idiota porque es más que probable que lo fuera, pero sé que no hay manera que te atacara verbalmente de esa manera.
—Pero…
—Pero nada. No he dicho nada de eso sobre ti porque no lo creo. Pensaba que eras bonito entonces, creo que eres increíblemente hermoso ahora, y todo el tiempo he sabido que los chicos como tú no se meten con tipos como yo.
Extendí la mano y le puse sobre la suya que se enroscaba con tanta fuerza en el volante. Siempre había estado atraído por chicos como él, por eso esas terribles palabras todavía me obsesionaban.
—Kyuhyun… —La forma en que quería creerle, confiar en él, era insoportable y tenía que admitir que podría tener razón acerca de decirle que iba a esa fiesta para verlo a él en concreto. Sobre todo estaba cediendo y pensando que podría haber más de lo que sucedió en aquel entonces porque eso me hacía sentir menos confundido acerca de la manera en que lo quería, la forma en que me iluminaba con una simple mirada.
Miró mi mano y luego a mis  ojos.
—Incluso si algún idiota dijo eso sobre ti, deberías saber  que se trató de unos niños siendo tontos y nada de eso era cierto. Y te juro que nunca  habría rechazado la oportunidad de pasar el rato contigo si hubiera sabido   que lo querías. En aquel entonces, una fiesta como esa significaba una cosa: echar un polvo. Solo tenía una idea en la cabeza. Palabras como esas, las opiniones de los demás sobre ti, no deberían tener ese tipo de poder,   Sungmin.
Pero lo hicieron. Quería que él que estaba conmigo ahora sea el verdadero Kyuhyun, no el Kyuhyun que aún rondaba mis recuerdos con indiferencia y palabras descuidadas.
Metió la mano en el bolsillo y sacó un paquete de cigarrillos. Sacó uno y se lo metió en la boca. Di un grito ahogado y extendí la mano para sacarlo de un tirón de su boca, lo cual lo dejó mirándome aún más firme.
—¡No! Pensé que dejaste de fumar.
—Lo hice, hasta la semana pasada.
No le hizo falta decir nada más. Yo sabía lo que pasó la semana pasada que le habría hecho empezar de nuevo. Tenía la culpa por eso, pero podía rectificar ahora si me dejaba.
Abrí la puerta de un empujón y me incliné para mirarlo.
—Ven adentro conmigo, Kyuhyun.
Echó la cabeza hacia atrás contra el reposacabezas y movió la cabeza en sentido negativo.
—Eso no funcionó muy bien para mí la última vez,  Sungmin.
No, no lo había hecho, pero estaba cansado de aferrarme a quien yo había pensado que Kyuhyun había sido, cuando el Kyuhyun de ahora estaba todo hermoso y acogedor frente a mí. Había dejado todo para ir a buscarme sin dudarlo. Tiré el cigarrillo sin encender en el suelo a mi lado y levanté mis dos cejas hacia él. Era momento de hacer nuevos recuerdos para reemplazar los antiguos que me atormentaban.
—Nunca he querido tener sexo con ningún otro hombre de esa manera antes. No podía evitarlo, no quería evitarlo. Te deseaba, quería tocarte, sentirte, y fue increíble para mí. Ningún hombre, jamás, me ha llegado así antes, Kyuhyun. No es que han habido muchos, pero tú eres el único. No puedo prometerte que no voy a enloquecer de nuevo. Hay una buena probabilidad de que podría comenzar a llorar porque realmente no tengo control en todas las cosas que me haces sentir, buenas y malas, pero quiero que entres. No quiero que el pasado entre nosotros se interponga en este momento. No quiero que nada se interponga  entre nosotros.
Parecía que iba a decirme que no. No sé cómo habría manejado eso, el real, innegable rechazo en mi cara, pero por suerte no tuve que averiguarlo porque abrió la puerta y salió del auto y me miró por encima del techo. No me iba a decepcionar. Eso hizo que mi Corazón se agitara y mi estómago se revolviera blando y cálido.
—Vamos a darle diez minutos. Diez minutos, y si no funciona para los dos, vamos a dejarlo así y nadie sale herido o… —Una de sus cejas negras se disparó en alto y una mueca de desaprobación  tiró de su boca—,…  queda colgando.
—¿Diez minutos? —No sonaba como el tiempo suficiente para tocar toda esa piel suave y bruñida.
—Diez minutos.
Podía soportar diez minutos sin enloquecer. Demonios, cuando  me besó por primera vez, había durado más de diez minutos. Podía hacer esto, quería hacer esto, pero eso no significaba que mis manos dejaran de temblar  o que la idea de desnudarme con él no tenía mi estómago cayendo en picada    y segundos pensamientos trataran de empujarse en su camino desde las profundidades. Di un buen discurso sobre dejar las cosas como están, pero realmente podía sentir que estaban siempre allí, tirando con fuerza de la  correa.
Por el lado positivo, desnudarse con él significaba que por fin iba a ver el resto de ese tatuaje.

Diez minutos. No era gran cosa, pero algo me decía que iban a ser los diez minutos más importantes de mi vida. Sobre todo después de lo que acababa de revelar sobre su pasado y por qué funcionaba tan caliente y frío conmigo. Estaba interesado en mí, pero en cierto modo me odiaba también. Ese era un lugar en que nunca había estado antes.
El día que él me había atrapado haciendo correr mi bocota. No me acordaba de lo que había estado hablando, o las palabras que había utilizado, pero recuerdo haberlo visto venir alrededor de la esquina luciendo como si estuviera a punto de vomitar por todo el lugar y llorando grandes lágrimas. En ese momento pensé que si fuéramos realmente amigos o si él no fuera tan tímido, le habría preguntado que estaba mal. Era demasiado bonito para lucir tan descorazono.
Yo no era un santo. Yo era un adolescente enojado dejado de lado y tratando de averiguar en qué clase de hombre me convertiría. Ese había sido un camino difícil por un tiempo y decía estupideces, utilizado palabras hirientes cuando estaba siendo un bocazas, pero nunca había sido y nunca sería un chismoso o un matón.
Lo seguí a su apartamento y seguí su ejemplo cuando tiró su abrigo en el respaldo de su sillón. Ni siquiera me miró. Cuando se volvió hacia mí entré inmediatamente en su espacio. Yo no iba a darle la opción de correr de nuevo. Agarré su cabello en una mano, y usé mi otra mano para agarrarlo de la barbilla. Estaba atrapado.
—Podemos hacer mucho en diez minutos, Sungmin. ¿Dónde está el dormitorio?
Parecía un poco inseguro e inclinó la cabeza en dirección a una puerta más allá de la pequeña cocina. Como yo estaba trabajando contra reloj, no tenía un montón de tiempo que perder. Lo besé y al mismo tiempo tiré de él en dirección a la puerta.
Se movió conmigo, lo que me hizo gemir de apreciación contra sus labios. Puso las manos bajo el dobladillo de mi chaqueta térmica y empezó a tirar de ella a lo largo de la espalda y las costillas.
De ninguna manera estaba pasando esto de nuevo. Golpeé la puerta y lo inmovilicé contra ella, lo que lo hizo jadear un poco y tenía los ojos muy abiertos por la sorpresa. Tengo que decir que me gustó lo bien que nos alineamos. Sería muy fácil enredarlo a mi alrededor y ponerme a trabajar... tal vez estos diez minutos me servirían para mostrarle que diez más serían una gran idea... y diez más después de eso. Desenredé suavemente sus dedos por la tela de mi camisa y puse mis manos en su estrecha cintura bajo el dobladillo de su brillante camiseta.
—Mi turno.
Creo que estaba aturdido, pero sobresalió su labio inferior hacia mí y no pude resistir el deseo de atraparlo entre mis dientes.
—Pero yo quiero ver tu tatuaje. —Su voz era entrecortada y tenía una ronquera que hizo a mi polla todo tipo de feliz.
Levanté una ceja y lo observé atentamente a medida que fui sacando su camiseta por encima de su cabeza. Él respiraba profundamente y, obviamente, estaba ansioso, pero hasta ahora todo iba bien, y yo todavía tenía tiempo en el reloj. Giré el pomo de la puerta la cual se abrió fácilmente con su peso apoyado en ella. A medida que continuaba empujándolo hacia atrás me encontré con la diminuta cremallera en la parte posterior de su pantalón y empecé a tirar de ella.
Lo besé de nuevo para distraerlo del hecho de que constantemente lo dirigía hacia la cama en el centro de la habitación y le dije con voz ronca:
—Más tarde. No va a ir a ninguna parte.
Quería encender las luces para poder ver toda la hermosa piel blanca que estaba destapando y la forma en que su cabello color rojo y cobre caía sobre ella y la cama, y sobre mí cuando llegáramos allí. No creía que él estuviera allí conmigo todavía, sin embargo. Me devolvió el beso, tenía sus brazos alrededor de mi cuello, pero todavía estaba tenso y no parecía como si tuviera alguna prisa para que me pusiera manos a la obra cuando moví los pantalones por sus caderas y hacia abajo.
—Kyuhyun... —Había vacilación en su voz y me sentí como si me estuviera quedando sin tiempo.
Bajé para estar de rodillas enfrente de donde se movía en el borde de la cama. Lucía como si quisiera salir corriendo pero respiró hondo y me miró. Sus ojos se arremolinaban como un huracán. Esa mirada era una mezcla igual de deseo, agitación, y preguntas. La forma en que su pecho subían y bajaban era cautivadora. Puso una mano a cada lado de mi cabeza aferrándose al fuego que marcaba mi piel.
—¿Estás bien? —Metí la punta de mi lengua en su ombligo y él gimió un poco.
—No, Pero no quiero que te detengas.
Levanté la vista hacia él por debajo de mis pestañas.
—Bien, porque no voy a hacerlo.
Pude ver que no tenía idea de lo que estaba hablando y pensé que la sorpresa estaba a mi favor. Las botas tendrían que quedarse; me tomaría demasiado tiempo sacarlas, pero la ropa interior se tendría que ir. Envié un rezo silencioso esperando que no fuera su preferido y rompí el elástico a cada lado, dejándolo muy desnudo y expuesto, justo en frente de mi cara. Obviamente estaba excitado, pero la forma en que se estremeció me hizo saber que estaba igualmente nervioso.
Dijo mi nombre en un tono de pánico, y sentí sus uñas en mi cuero cabelludo, así que sabía que tenía que distraerlo. No había problema. Solo tomó un pequeño empujón para conseguir que cayera de nuevo en la cama. Comenzó a moverse al otro lado del colchón, pero yo era más grande, y creo que más decidido a demostrarle que deberíamos estar haciendo esto, a pesar de su miedo.
Arrastré mis dedos por la parte interior de su muslo y lo levanté por encima de mi hombro. Yo estaba escuchando, porque si me decía que no, me decía que me detuviera, no iba a empujarlo, pero lo único que escuché fue un jadeo entrecortado y mi nombre dicho como una maldición.
Dios, era dulce en espíritu y sabor. No creo que haya tenido mis labios y lengua en cualquier cosa que supiera tan bien como él. No sabía si estaba temblando porque estaba asustado o era porque yo tenía mi boca sobre él. Pasé mi lengua por su glande lo que hizo a sus  caderas  sacudirse  tan  fuerte  que  se  levantaron  de  la  cama.  Usé su movimiento para deslizar mis manos por debajo de él y sostenerlo contra mi cara.
—¿Qué me estás haciendo?
No era una pregunta, era más una declaración de culpabilidad, por lo que solo la tarareaba suavemente contra su carne atrapada hasta que sentí que el resto de su cuerpo empezaba a responder. Sus muslos temblaron, su miembro duro y resbaloso, tomé eso como una invitación a agregar mis manos a la mezcla.
Dejé ir una mano de modo que pude acariciarlo, tocarlo y lamerlo hasta que estuvo agitando su cabeza de lado a lado y pude ver sus manos curvándose en las sábanas de la cama. Fue la cosa más bella y desenfrenada que jamás había visto en mi vida.
Sentí la cresta de su orgasmo rodar sobre mi lengua, sentí los músculos tensos en sus muslos aflojarse mientras él hacia un sonido agudo con la garganta y una especie de vibración a mi alrededor.
Llevé mis manos a ambos lados de su cadera y miré hacia abajo a su forma repleta. Su estómago se agitaba con réplicas, su pálida piel brillaba con un bonito rubor sonrosado que podía ver incluso en la oscuridad, y sus ojos estaban abiertos, aturdidos y mirándome fijamente. Sí, había lágrimas brillantes en ellos, pero no estaban cayendo y él no se veía la mitad de escandalizado como la última vez que había tratado de hacer esto. Me miraba asombrado y un poco estupefacto. Mi ego estaba encantado con los resultados.
—Se acabó el tiempo, Sungmin. Tú decides lo que pasa desde aquí.
Él parpadeó lentamente hacia mí.
—No es que tú haciéndome venir fuera lo que me preocupaba en primer lugar, Kyuhyun. Ya demostraste que podías hacerlo con muy poco esfuerzo. Es al revés, me hace querer hiperventilar y correr por las colinas.
Su voz era apenas un susurro y se apretó algo en mi pecho. Era tan meloso, tan bonito, no entendía cómo no sabía que cualquier chico haría lo imposible para tener la oportunidad de adorarlo. Sungmin desnudo no era algo que cualquier hombre decente dejaría pasar la oportunidad de apreciar  con  sus manos, su boca, con todo lo que tenía y algo   más.
—No sé cómo hacer que entiendas que no es una posibilidad. Nada de ti podría decepcionar a ningún hombre, Sungmin.
Se sentó en la cama y se estremeció un poco. Me estaba mirando directamente a los ojos. Era perfecto. Me refiero a realmente perfecto, su pecho, la piel suave y rosados pezones turgentes. Estaban cerca de ser mi cosa favorita, y no tenía ni idea de qué mierda hacer con él.
Se deslizó hasta el borde de la cama, así que sus piernas estaban a cada lado de las mías y su cara estaba al nivel de mi estómago. Puso sus manos en mis abdominales y comenzó a empujar mi camisa hacia arriba. La agarré por el cuello y la arranqué con una sola mano sobre mi cabeza. Mientras que hacía esto, él se enredó con la hebilla de mi cinturón. Levantó la vista hacia mí y pude ver que sus dedos temblaban de nuevo.
—¿Tienes algo? No mantengo protección a la mano, porque... bueno, probablemente puedes imaginar por qué.
Me entraron ganas de reír, pero ella estaba muy cerca de mi polla y yo estaba teniendo dificultades para mantener mis pensamientos en orden.
Saqué mi billetera y la tiré en la cama junto a él.
—Ahí dentro. —Me sentí como si lo dejara tomar la iniciativa, esto tenía menos oportunidad de que yo terminara con las bolas azules y una solitaria ducha de nuevo.
Él murmuró algo que no entendí y arrastró la punta de sus dedos a lo largo de las puntas de las alas tatuadas a lo largo de los costados y hacia abajo a través de mi parte frontal. La punta de cada ala terminaba justo al lado de mi entrepierna y probablemente había sido la experiencia de tatuajes más miserable de mi vida. Pensé que iba a parar al llegar a la parte superior de mis bóxers, pero no lo hizo. Los bajo, liberando mi polla, y trazó las alas todo el camino hacia abajo, donde se detenían.
—Tuvo que doler. —Yo realmente no quería hablar, pero si esto se lo hacía más fácil, iba a obligarme a hacerlo.
—Como una perra.
Llevó un dedo al Príncipe Alberto donde éste decoraba la punta de mi erección y me  miró.
—¿Esto, también?
Aspiré una carcajada.
—El tatuaje fue peor.
—Ohhhhh... —Su voz se desvaneció y llegó tentativamente a la billetera para que pudiera encontrar el condón. Estaba esperando que cancelara esto, anticipando esto, cuando me sorprendió una vez más.
—Eres hermoso, y muy agradable de ver. Creo que se pone aún mejor cuando empiezas a perder tu ropa.
No estaba seguro de qué decir a eso y luego no pude decir nada porque envolvió el puño alrededor de la base de mi polla y le dio un apretón firme. Juré y él me miró. Me encogí de hombros y lo hizo de nuevo, lo que hizo una gota perlada de líquido pre seminal en la punta. No sabía cuánto tiempo mi autocontrol iba a aguantar mientras él estaba explorando con todo lo que yo estaba trabajando.
Quería decirle que solo lo soltara, que si me dejaba podría usarlo todo para hacer que se sintiera realmente bien, pero era su espectáculo por ahora, por lo que solo cerré mis dientes en el interior de mi mejilla y lo dejé rozar el metal con sus dedos y girar la barra alrededor. Fue la lección más tortuosa que nunca había sufrido.
Murmuré su nombre, enredando mis dedos en su cabello, y agarré su cabeza con tanta fuerza que incliné su rostro para que me estuviera mirando a mí y no a mi tensa polla.
—Feliz Año Nuevo, Sungmin.
Sus ardientes cejas se dispararon y miró el reloj digital en el que efectivamente se leía medianoche. Dio un pequeño suspiro y recogió el condón.
—Feliz Año Nuevo, Kyuhyun.
Puso el látex con la misma eficiencia que lo había hecho la última vez y se deslizó en la cama para que yo pudiera arrastrarme hacia arriba y sobre él. Envolvió sus piernas, hasta alrededor de mi cintura y levanté las caderas para que pudiera deslizarme dentro de él en un movimiento largo y suave. No estaba perdiendo más tiempo. Me sentí como si hubiera estado esperando por este joven, en este momento, para siempre.
Mantuve mis ojos en su cara y él hizo lo mismo en la mía. Sus párpados revolotearon y su pecho empezó a subir y bajar donde estaba presionado contra el mío, pero él cerró sus manos alrededor de mi bíceps y se levantó a sí mismo un poco más arriba, lo que me hizo gemir. Puse mis brazos alrededor de su cabeza cuando finalmente llegamos a un ritmo que funcionó para los dos y se dejó caer para que pudiera besarlo en su boca ligeramente abierta.
Me balanceaba fuerte y rápido dentro de él, en parte porque no quería que tuviera la oportunidad de cambiar de idea, pero más porque había estado soñando con esto por una semana desde que me dejó en Navidad y no podía detenerme.
Sungmin estaba caliente, apretado, pulsaba y me quemaba todo el camino en una forma que hizo al placer enrollarse y encajarse en mi columna. Estaba desesperado y podía sentir el placer y quería construir el apoyo dentro de él. Usaba mi lengua en su boca para hacer con mímica de lo que le hacía a su cuerpo con mi cuerpo y sus manos se estrechaban, los ruidos que hacía con la parte de atrás de su garganta se hacían más frenéticos, y podía sentir sus paredes internas arrastrarse y tirar contra mi polla con movimientos necesitados y codiciosos.
Quería hacer una palanca para poder poner mi boca en esos rosados pezones, pero no había tiempo. Jadeó, movió sus largas piernas hacia arriba aún más alto a mis lados, y me sentí romperme, sentí algo que definía este momento como algo más increíble que cualquier cosa que haya sentido antes moverse entre ambos, y gruñí, lo acerqué más, y liberé todo lo que me consumía de regreso dentro de él. Tal vez esa sería la única manera en que podía demostrarle que era mucho mejor que cualquier duda en él mismo que pudiera tener.
Nunca tuve un orgasmo que me vaciara antes, nunca me vine y me fui directo a los talones de la sensación cálida en el estómago que seguía y se sentía como que de alguna manera importaba más que cualquier cosa que haya existido antes.
Cambié la mirada a su rostro y sus ojos se encontraban cerrados, pero tenía esa suave sonrisa en sus labios. Aun cuando tenía de hecho esos inicios de humedad rodando por sus mejillas, no parecía devastado y horrorizado como la última vez. Honestamente, había bastante emoción presionando mi pecho y no estaba seguro de que mis ojos no estuvieran vidriosos también.
Me sentí obligado a  preguntar:
—¿Todo bien?
Me levanté de él, y cuando salí, el rastro de piel sensible contra sus pliegues nos hizo gemir un poco a los dos.
Se forzó a abrir los ojos y lo sentí. Secó sus mejillas con la parte trasera de su mano y levantó una pierna para comenzar a trabajar con esas botas. Buen Señor, iba a matarme. Todo desnuda piel blanca, cabello color fuego y botas negras “sexy como el infierno”. Podía morir como un hombre feliz si esta era la última imagen que llevaría conmigo a la tumba.
—Tal vez la siguiente vez podamos intentarlo sin tantos accesorios en el camino.
Me reí porque estaba casi completamente vestido de la cintura para abajo, habían sido las dos veces, pero realmente quería gritar victoria por el hecho de que se encontraba bromeando sobre que habría una siguiente vez y no mostrándome la puerta.
—Suena como un plan.



2 comentarios:

  1. Celebro que hayan casi aclarado el malentendido de la adolescencia y más festejo la forma post diálogo que tuvieron de resolver sus desavenencias.
    Si medios vestidos son ardorosos ni quiero imaginarme cuando estén en traje de Adán como será de maravilloso el asunto

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  2. Waaaaaaaaaaaa
    Se lo dijo...por fin le dijo lo que traía atorado y lo que le hacia huir de Kyu.
    Y me encanta que Kyu no se haya quedado callado,1ue también le dijera todo eso,así las cosas se aclarn de una,y no le dan tantas vueltas al asunto.
    Min llevaba tanto tiempo sufriendo y recordando palabras dichas por Kyu,pero que no eran para él...sufrio casi que...a lo tonto😕
    ¿10 minutos?
    Pero si Min solo necesita que Kyu le sonria para ponerse🔥🔥🔥🔥
    10 minutos de tortura para los dos...pero los aguantaron
    La curiosidad de Min por el tatuaje de Kyu *0*
    Superaron esos 10 minutos,nadie quedo...colgando,ahora sí lo hicieron como es debido,además de que nadie se fue...y promesa de una segúnda vez *0*

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...