Esposo inesperado -3



Heechul tenía el pañuelo de Siwon en medio de su resplandeciente mesa de centro. Se levantó del sofá y fue a su dormitorio. Heechul se desvistió, dejó la ropa que se había quitado en la cesta, y se metió en la ducha.
Se secó y se puso uno de sus pijamas preferidos. Tenía mucho, todos de satén en colores pastel, comprados en una tienda elegante. Aquella noche, eligió uno azul turquesa.
Descalzo fue a la cocina, sacó una pechuga de pollo asado de la nevera, aderezó una ensalada también preparada y calentó una pequeña barra de pan. Si luego quería postre, se tomaría un yogur.
Cuando terminó de cenar, puso un poco de música, y empezó a escribir el informe para Jonghoon hasta que estuvo razonablemente satisfecho con el resultado. Luego, lo imprimió, cerró el ordenador y se recostó en el respaldo del asiento, cerrando los ojos.
Todavía tenía mucho por hacer. Conservar el trabajo era una cosa, pero StarM era otra muy distinta; sobre todo, ahora que estaba tan cerca de la fecha límite que su abuelo le había impuesto.
De repente, se incorporó sobresaltado en el asiento cuando le pasó una loca idea por la cabeza.
Recordó esos ojos negros llenos de desdén, esa voz burlona... Y respiró profundamente. No, no tenía sentido. Aquello rozaba lo absurdo.
«Ni se te ocurra».
Pero la idea se negaba a dejarle. Lo siguió hasta la cama y continuó ahí mientras él, sin conciliar el sueño y a oscuras, miraba al techo y hablaba consigo mismo.
Siwon y él no tenían nada en común, excepto su mutua antipatía. Pero Siwon necesitaba un empujón en su carrera, cosa que él quizá podría proporcionarle. Y era un buen pintor, tenía verdadero talento. Al margen de la opinión que le mereciera como hombre, era un gran artista.
El bonito jovencito podía ser un obstáculo, pero Heechul no creía que fuera a hacerle rechazar la proposición.

Y mientras se daba la vuelta en la cama y le daba un puñetazo a la almohada para colocársela mejor, un nombre le vino a la mente.
—Henry Lau —murmuró Heechul con satisfacción. Y cerró los ojos, sonriendo.

Al día siguiente, en la oficina, después de darle el informe a Jonghoon y atender algunos asuntos de trabajo, se metió en Internet para averiguar unos detalles de su presa.
Henry Lau, un tratante de arte y coleccionista propietario de una galería, había sido inquilino de una de las casas de la empresa.
Heechul había leído recientemente un artículo sobre él describiéndole como un mecenas del mundo del arte, siempre a la búsqueda de pintores con talento. Podía ser su hombre.
Por lo tanto, Heechul almorzó temprano, tomó un taxi y se fue a la galería. Unos minutos más tarde, estaba sentado en el despacho de Henry Lau tomando café con él.
—Dígame qué puedo hacer por usted, joven Kim, ¿Ha venido para convencerme de que deje mi casa y vuelva a alquilarles un piso en Londres?
Heechul le devolvió la sonrisa.
—Dudo que pudiera hacerlo. No, he leído recientemente un artículo hablando de usted y... me ha dado que pensar.
—Ah. Francamente, siento haber dado esa entrevista. Espero que no le haya dado por pintar porque, después de la amabilidad y profesionalidad con que me trató, no me gustaría nada desilusionarle.
Él se echó a reír.
—No tiene que preocuparse por eso, se lo prometo —Heechul hizo una pausa— Pero si alguna vez yo viera unos lienzos que indicaran verdadero talento... ¿podría usted echarles un vistazo?
—Y esa pregunta... ¿es tan hipotética como usted la ha planteado? — Inquirió él irónicamente antes de volverle a llenar la taza de café—. Bueno, joven Kim, ¿quién es el genio por descubrir? ¿Su novio?
—Dios mío, no —Heechul se enderezó en el asiento bruscamente y estuvo a punto de mancharse la falda de café— Todo lo contrario, si quiere que le sea sincero. Se trata de alguien a quien apenas conozco. Ni siquiera sé su apellido.
—Vaya —dijo él con placidez— De todos modos, parece haberlo impresionado. ¿Tiene bastante obra?
—Sí, supongo... Creo que sí. Tiene un estudio.
Henry Lau se echó a reír.
—Eso no significa gran cosa. ¿Sabe él que ha venido a verme para hablarme de su obra?
—No —admitió.
—¿Y sabe si le interesaría vender algo de lo que tiene?
—Bueno, claro. ¿Por qué no iba a interesarle?
Henry contuvo el cinismo que sentía en su respuesta.
—Querido señor Kim, he conocido a muchos pintores que creían que su obra era única y de demasiada importancia como para comercializarla. Por lo tanto, creo que sería mejor que usted hablara primero con él.
—No creo que sea este caso —Heechul respiró profundamente—. De todos modos, si hablara con él... ¿estaría usted dispuesto a ver sus cuadros? ¿A dar su opinión?
—Sí —respondió él despacio—. ¿Por qué no? Eso sí, siempre que se sobreentienda que no hay trato de antemano.
—Lo dejaré muy claro, no se preocupe.
—En ese caso, espero tener noticias suyas pronto —dijo él y se levantó.
Mientras lo acompañaba a la puerta de la galería, Lau comentó:
—¿Sabe?, me parece que se está tomando muchas molestias por un desconocido —entonces, él se detuvo y le dio una palmada en el  hombro—. No obstante, estoy seguro de que sabe lo que hace.
«Yo no contaría con ello», pensó Heechul dedicándole una sonrisa. Y se alejó.
De hecho, aquello podía ser el mayor error de su vida.
Podía olvidarse del asunto, pero también podía despedirse de StarM, como le demostró la conversación telefónica con su abuelo aquella tarde.
—Sigue con tu carrera profesional si quieres, Heechul —le dijo él con brusquedad—, aunque ha llegado a mis oídos que no te está yendo muy bien últimamente. Vives solo en ese piso tuyo. Pero, en ese caso, no necesitarás una casa grande y a StarM se le puede dar mejor uso.
Heechul colgó el teléfono sintiendo una gran angustia, y no sólo por la casa. El comentario sobre el trabajo había dado en el clavo.
Por fin, con manos temblorosas y haciendo acopio de todo su valor, marcó el número del teléfono móvil de Siwon. Casi sintió alivio cuando le salió el contestador automático.
—Soy Kim Heechul. Tengo una proposición de tipo profesional que podría interesarle. Si le interesa, reúnase conmigo el sábado en el hotel Magic Palace para tomar el té, a las cuatro y media —Heechul vaciló momentáneamente—.  Si  el  día  o  la  hora  le  resultan  inconvenientes, llámeme a la empresa SM entre las nueve de la mañana y las seis de la tarde para arreglar otra cita.
Bien, había sido breve y profesional, y por eso precisamente había elegido el hotel Magic Palace para la entrevista. Uno de los nuevos hoteles de la ciudad, era grande e impersonal y la clientela eran personas de negocios en su mayoría. Un lugar para hacer tratos.
No obstante, no podía estar seguro de que se presentase, por muy profesional que hubiera sido la invitación.
Pero el sábado llegó y no había habido cancelación, por lo tanto, parecían destinados a otro enfrentamiento.
Llegó a la cita con tiempo de sobra y se sentó en la enorme cafetería del hotel. Al cabo de unos minutos y tras varios intentos infructuosos de llamar la atención de algún camarero, vio a Siwon avanzando hacia él con unos gastados pantalones vaqueros, que le sentaban maravillosamente, y una camisa blanca con demasiados botones desabrochados y las mangas subidas hasta los codos. Seguía necesitando un corte de pelo y tampoco le iría mal un afeitado. Sin embargo, a pesar de todo eso...
Poniendo freno a su imaginación, Heechul se puso en pie.
—Hola. Ha venido.
—¿No se trataba de eso precisamente?
—Sí, claro, por supuesto. Por favor, siéntese —dijo Heechul, pensando de sí mismo que parecía a punto de dirigir una entrevista de trabajo—. He intentado pedir el té, pero...
Heechul se interrumpió al verlo levantar una mano con languidez y, al instante, dos camareros se acercaron apresuradamente como si hubieran estado esperando a que los llamara.
—El joven quiere un té. Café para mí, por favor.
Heechul, asombrado y comprensiblemente molesto, notó la deferencia con que se había recibido la orden de él.
—¿Cómo lo ha hecho? —preguntó.
—No ha sido tan difícil —Siwon se recosió en el respaldo de su asiento—. ¿Quiere empezar con el asunto o prefiere que hablemos del tiempo hasta que nos hayan servido?
—Empecemos  ya, creo  que  será  lo mejor  —dijo secamente—.Debe de estarse preguntando por qué quería verlo.
Él arqueó las cejas burlonamente.
—Estoy muerto de curiosidad.
Heechul se mordió los labios.
—En primer lugar, quería pedirle disculpas por mi comportamiento el otro día —dijo—. Como excusa, sólo puedo decirle que estoy pasando por momentos de mucha tensión últimamente y que su dibujo fue...
—¿La gota que colma el vaso? —sugirió él.
—Sí, exacto. Quiero que sepa que, normalmente, no pierdo los estribos de esa manera.
—Es muy tranquilizador —dijo él—. Pero no me ha hecho cruzar todo Londres para decirme eso, ¿verdad?
—No, claro que no —Heechul tragó saliva— De lo que quería hablar es de su trabajo. Verá, dije en serio eso de que me parece muy bueno y... se lo he comentado a un conocido mío propietario de una galería de arte, String.
—Sí —el monosílabo no le dio ninguna pista.
—En fin, existe la posibilidad de que, si a él le gusta, podría exponer su obra en la galería. Lanzarlo como quien dice.
En ese momento, el camarero regresó con platillos llenos de medias noches y pasteles, el té y el café.
Cuando volvieron a encontrarse solos, Heechul dijo:
—Supongo que se da cuenta de la oportunidad que podría suponer para usted. ¿No... Tiene nada que decir?
—Creo que estoy atónito... y también preocupado. Porque lo que me gustaría saber es por qué precisamente usted, me iba a recomendar a esta persona. No lo comprendo.
—Opino que debería reconocerse su talento. Y me gustaría contribuir a ello.
No había sido demasiado convincente, pensó Heechul, pero la conversación no estaba yendo como había esperado. «¿Cómo podría agradecérselo?», era más bien lo que había imaginado que fuera la respuesta de él.
—¿Así de sencillo es? —dijo él con voz suave. Entonces, sacudió la cabeza—. Sin embargo, lo dudo, joven Kim. Porque, si quiere que le diga la verdad, no me parece usted la clase de persona dada a la filantropía.
Heechul se quedó inmóvil en su asiento.
—¿Significa eso que no le interesa mi oferta?
—Me interesa, sí, pero no me ha sobrecogido de emoción. Debe comprender que necesito saber qué es lo que quiere a cambio —la sonrisa de él lo descuartizó—. Por si el precio es mayor de lo que estoy dispuesto a pagar.
Así que era eso. Durante un instante, Heechul se quedó atónito. Después, agarró su bolsa.
—En ese caso, no tenemos nada más que decirnos. Siento haberle hecho perder el tiempo.
—No sea tonto —dijo él— Si quiere que considere su oferta, le sugiero que se quede donde está. Haga lo que hacen los británicos normalmente en momentos de crisis y beba té.
Teniendo en cuenta lo que se jugaba, Heechul, con desgana, obedeció, aunque sus ojos echaron chispas.
—¿Le han dicho alguna vez que es un insolente? —preguntó fríamente. Él encogió los hombros.
—Y usted, joven Kim, es tanto engañoso como decidido —le contestó él— Aceptemos que ninguno de los dos somos perfectos y continuemos.
Heechul respiró profundamente.
—Tengo... un problema. Necesito un marido.
Él, achicando los ojos, se lo quedó mirando.
—En ese caso, la respuesta es sencilla. Cásese.
—No quiero estar casado, ni ahora ni nunca —dijo con queda vehemencia—. Sin embargo, no tengo alternativa. Verá, necesito a un hombre que esté dispuesto a casarse conmigo y que luego desaparezca de mi vida.
—Y yo necesito más café —dijo él— O algo más fuerte. A menos, por supuesto, que usted me prometa que no me ha elegido para representar ese papel.
—Por favor, escúcheme —Heechul se inclinó hacia delante—. Sólo se trata de ir al juzgado y firmar unos papeles, nada más. Luego, cuando el matrimonio haya servido a su propósito, nos divorciamos. Yo correré con todos los gastos.  —Heechul se paró para respirar y continuó: —Es más, le daré una suma adicional de dinero lo suficientemente grande para que pueda montar su propia exposición si al dueño de la galería no le interesase su obra; o podría emplearlo en cualquier otra cosa que le apeteciera. No va a perder nada con esto.
Se hizo un silencio; luego, él dijo:
—Dígame, joven Kim, ¿cuánto tiempo le ha llevado inventarse esta increíble fantasía?
Heechul sacudió la cabeza.
—No es ninguna fantasía. Le estoy hablando completamente en serio. Estoy desesperado.
—Eso me temía. Pero ¿por qué? —La oscura mirada de él se clavó en sus ojos—. Y, por favor, no me diga que no es asunto mío porque sí lo es.
—Está bien, se lo diré —respondió con desgana—. A menos que me case antes de cumplir los veinticinco años, voy a perder algo que lo significa todo para mí.
Heechul tragó saliva y añadió:
—Mi abuelo, que parece estar estancado en la Edad Media, está empeñado en no dejarme en herencia la casa en la que me he criado si no tengo un marido que me ayude a llevar la propiedad. Según él, esa casa se desperdiciaría si sólo viviera en ella un joven soltero; además, tiene miedo de que yo caiga preso de gente... poco escrupulosa.
—¿Y le parece que un marido elegido a dedo en la calle no entra en esa categoría?
—Naturalmente, yo pondría la condición de un contrato prematrimonial.
—Ah, claro, naturalmente —la expresión de él era impasible, pero la voz le tembló ligeramente.
Heechul le lanzo una mirada aprensiva.
—Da la impresión de encontrar todo esto divertido.
—No, me parece trágico —respondió él— ¿Cuándo es... su cumpleaños?
—Dentro de seis semanas.
—Extraño, lo creía más joven —añadió él fríamente— Y no lo he dicho como un cumplido.
—Por fortuna, la opinión que pueda tener de mí es irrelevante. Lo único que me preocupa es StarM —Heechul se miró las manos, que estaban entrelazadas—. La verdad es que un hombre había respondido a mi anuncio, pero se echó para atrás en el último momento. Así que ahora estoy desesperado.
—Quizá haya sido una suerte para usted.
—No veo riesgo ninguno en esto —dijo Heechul en tono  desafiante—.Los dos ganamos. Sigo creyéndolo.
—En ese caso, no me sorprende que su abuelo quiera que tenga un marido —dijo él con dureza—. Lo que me sorprende es que lo deje salir solo sin un niñero.
—¿Cómo... se atreve? —A Heechul le tembló la voz—. Si es eso lo único que tiene que decir, olvidemos el asunto.
—No tan rápido. Supongo que sólo me presentaría al dueño de la galería si aceptase su plan, ¿verdad?
—Naturalmente —le contestó cortantemente—. He puesto las cartas sobre la mesa. Es muy sencillo, se trata de quid pro quo.
—Me parece que no llamamos «sencillo» a lo mismo —observó   él— ¿Cuánto dinero está dispuesto a pagarme por casarme con usted? Sólo lo pregunto porque nunca antes me he puesto en venta y me gustaría saborear la experiencia... al máximo.
Heechul se puso muy tieso en el asiento.


—Eso habría que acordarlo, pero creo que encontrará mi oferta muy generosa.
—Sí, estoy seguro de que así será —dijo él con voz suave.
Heechul encontró la sonrisa de él enervante y continuó precipitadamente:
—Después de la boda, cada uno seguirá con su vida, separados — Heechul enrojeció ligeramente—. Y, por supuesto, hará con su vida lo que quiera. Yo jamás pondría restricciones a su conducta.
—Es usted sumamente comprensivo, joven Kim. ¿Y yo no tendría que enfadarme si se buscara un amante? ¿Es eso lo que quiere decir?
Heechul frunció el ceño.
—No... Quiero decir que... ¿cómo iba usted a saber si tengo un amante o no? Después de la boda, no volveríamos a vernos hasta el momento de firmar los papeles del divorcio. Además, lo del amante es imposible que ocurra. No tengo intención de tener ningún tipo de relaciones.
—Así que el sexo no tiene cabida en su vida, ¿eh? —Murmuró él— Quizá eso explique su malhumor.
—Y eso, si me permite que lo diga, es una opinión típica de su género —dijo con acritud.
—Soy un hombre, joven Kim. ¿Qué otra cosa esperaba? —Él hizo una pausa—. Volvamos a lo básico. ¿En serio cree que su abuelo aceptará la aparición de un completo extraño en su vida? ¿Que no pensará que hay gato encerrado en el asunto?
Heechul se encogió de hombros.
—En el escrito que mi abuelo ha elaborado detallando sus exigencias, no se dice nada sobre la naturaleza de la relación, sólo que debe existir legalmente. Tampoco menciona el tiempo que debe durar el matrimonio. Y es ahí donde ha cometido un error.
Heechul alzó la barKangina y añadió:
—Mi abuelo piensa que me tiene pillado, pero se va a enterar de que soy alguien muy independiente y que no puede seguir controlándome así... y también de que no hay contrato perfecto.
—En eso estamos de acuerdo —dijo él en tono irónico y guardó silencio unos tensos momentos— Muy bien, por loco que esto sea, acepto su proposición. Me casaré con usted según los términos acordados.
—Gracias —respondió— Le estoy muy, muy agradecido.
Él le miró con cinismo.
—Creo que eso está por ver. Y ahora que ya estamos oficialmente prometidos, ¿me permite que lo tutee, Heechul?
—Sí, claro —Heechul se ruborizó—. Necesito saber su apellido... para cuando le dé la noticia a mi abuelo.
—Choi —respondió él— Choi Siwon.
Siwon se inclinó hacia delante, ofreciéndole la mano, y él se la estrechó. Era una mano cálida y firme, y no pudo evitar sentir que el pulso se le aceleraba inesperadamente.
Y vio la sonrisa de él, dándose cuenta de su reacción, y parecía divertirle.
—Por qué no nos conozcamos mejor, Heechul.
Entonces, antes de que Heechul pudiera soltarse, él se llevó su mano a los labios y la besó ceremoniosamente, dejándolo jadeante.



4 comentarios:

  1. Ya esta poniendose buena la cosa...

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  2. Jojojojojojo
    Los dados se han echado
    Claro que una ayuda como esa requeriría tener algo detrás...lo bueno que Siwon sabe de eso y no lo tomo por sopresa o le molesto.
    Ciertamente...aquí todos salen ganando,hasta ahora.
    Hee tiene un prometido,lo que quería...ya solo unas semanas para el matrimonio y la casa sera suya.
    Pero imagino que acá es cuando junto al matrimonio llegan las sorpresas

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  3. Ayayay... ya consiguio victima... o sera k alguien termina4a siendo "victima" de algun sentimiento??? ^^

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  4. Ayayay... ya consiguio victima... o sera k alguien termina4a siendo "victima" de algun sentimiento??? ^^

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...