Trampa de Amor -6



Con el corazón latiendo aceleradamente, Donghae lo miró, impotente. Hizo un gesto de disgusto. Intentó soltarse, pero él lo sujetó más firmemente.
Pensando en que Hyukjae se había pasado casi toda la noche con otro, Donghae apretó los dientes y dijo:
—Ya sé cómo es estar casado con un coreano, Hyukjae. Se sufre una gran soledad y frustración. Te casaste conmigo y desapareciste durante quince días sin decirme nada. Luego vuelves y sales conmigo una noche y te pones a coquetear con otro. Te odio.
Y lo que más odiaba era que le importaba.
—Yo no estaba coqueteando —dijo él.
—Sí lo estabas haciendo. No dejabas de mirarlo, y él no dejaba de tocarte y tú te has olvidado completamente de que yo estaba allí.  Bueno, ¡me niego a que me ignores! Tú has querido traerme aquí, y luego has sido un grosero. Y lo peor es que todo el mundo nos estaba mirando —de pronto se sintió mareado—. Y ahora estoy un poco mareado.
—¿Has bebido?
—Nunca bebo.
—Te has bebido la copa de un trago.
—Tenía sed.
—Entonces debiste beber agua —comentó él agarrándolo firmemente —. Para tu información, el alcohol no es lo mejor para quitar la   sed.
Apoyó la frente en el pecho de Hyukjae, y deseó que la habitación dejase de girar.
—Lo único que he bebido es la limonada que tú me has dado. Es posible que esté mareado de dar vueltas. Ese hombre era muy buen bailarín.
—La bebida era vodka con un poco de limón —dijo él—. Y creo que no se te puede dejar más de cinco minutos solo. Eres como un niño en su primera fiesta.
—Y tú eres horrible —lo miró—. Me haces todas esas cosas en la cama, y luego te marchas y no me dices nada agradable. Ni una sola cosa. No comprendo por qué piensan que eres tan fabuloso. Haces cosas sin sentido… Y no creo que pueda seguir fingiendo que soy la persona que crees que soy. Es agotador.
Hyukjae se quedó petrificado.
—Repite lo que has dicho…
Hubo algo en su tono que a Donghae le advirtió de que no iba por buen camino. Pero su cabeza estaba confusa para deducir qué era.
—No me dices nunca nada agradable cuando estamos en la   cama… —repitió.
—Esa parte, no. La otra… La de que no eres capaz de seguir fingiendo…
—Bueno, no soy ese estúpido heredero descerebrado que tú piensas… Y sinceramente, es una lucha fingir que lo soy —respondió—. Jamás he usado ropa de diseño en mi vida. Nunca he tenido tiempo de ir a fiestas, y tú crees que soy una especie de prostituto, y ni siquiera… —se quedó callado.
Hyukjae alzó una ceja.
—¿Y? —lo animó a seguir—. ¿Ni siquiera…?
El efecto del alcohol se le estaba pasando y tuvo el presentimiento de que había dicho algo que no debía decir, pero no sabía exactamente qué. Lo único que quería era dormir.
—Bueno, no soy un prostituto —repitió—. Aunque me gusta la ropa que llevan —volvió a apoyar la cabeza en el hombro de Hyukjae.
Entonces oyó jurar a Hyukjae, y después que lo abrazaba con fuerza.
—Hueles tan bien —dijo Donghae—. Pero no volveré a la cama contigo hasta que aprendas a decir algo agradable. Me haces sentir muy mal.
Hyukjae no contestó, pero Donghae notó que su mandíbula se tensaba y que daba pasos más largos.
Sintió el aire frío al salir del club. Luego en el asiento del coche Hyukjae se sentó a su lado y le dio instrucciones en coreano al chofer.
Donghae se acurrucó en el asiento como si fuera un bebé.
—No voy a volver a bailar. El mundo da vueltas sin parar…
—Eso es el efecto del alcohol, no del baile. Y no puedo creer que hayas llegado a los veintitrés años sin saber qué se siente al emborracharse.
—He llegado a los veintitrés años sin conocer muchas cosas —le confesó, somnoliento—. Estas semanas he vivido muchas experiencias nuevas. Algunas buenas y otras malas. Lo peor es que tú…
—«… no me digas cosas agradables en la cama» —repitió él—. Me lo has dicho varias veces. Ya he comprendido el mensaje.
Donghae lo miró.
—En realidad iba a decir «has coqueteado con otro joven» —dijo mirando sus facciones duras—. Pero me gustan los zapatos y la ropa. Y bailar ha sido estupendo… Quiero que me vuelvas a traer. Quizás mañana.
Hyukjae lo miró achicando los ojos:
—Mañana, tengo otros planes para ti.
Donghae gruñó. De momento sólo quería dormir.
—Bueno, supongo que por la mañana te habrás ido, como siempre…
—Esta vez, no —murmuró él—. Voy a llegar hasta el fondo de la persona que eres. Mañana tú y yo vamos a empezar a conocernos realmente.

Donghae se despertó con dolor de cabeza.
—Bebe esto —le dijo Hyukjae.
—No puedo beber cualquier cosa…
—Te     ayudará               —Hyukjae         deslizó un          brazo    por        debajo  de           sus hombros, lo levantó y le dio el vaso.
—Sabe mal —dijo al probarlo.
—Créeme, te ayudará.
Bebió. Esperó a que su estómago dejara de protestar y agregó:
—Tienes razón, me siento mejor.
—Bien. Porque tienes menos de una hora para prepararte —Hyukjae se incorporó y Donghae se dio cuenta de que estaba vestido y calzado.
—No más clubes nocturnos —le dijo.
—Es la hora de comer —le hizo señas hacia la ventana—. Así que no habrá clubes nocturnos. No suelen abrir hasta la medianoche. No lo sabes, ¿verdad? Puesto que no has estado nunca en ninguno, ¿no?
Donghae notó algo en su tono de voz. No recordaba casi nada de la noche anterior.
—Yo… No he dicho exactamente que no había estado en un club nocturno…
—Sí, lo has dicho. Además de otras cosas, que no veo la hora de explorar con más detalle —Hyukjae miró su reloj—. Tengo que hacer unas llamadas importantes antes de marcharnos. Aprovecha para ducharte mientras, pero no te vuelvas a dormir. Mi piloto nos recogerá en menos de una hora.
—¿Tu piloto? —se volvió a sentir mareado.
—Exacto —él abrió la puerta—. Nos vamos de luna de miel. Mejor tarde que nunca…
—¿De luna de miel? Si no íbamos a tener luna de miel… Me dijiste que no querías pasar mucho tiempo conmigo.
—Eso fue porque pensé que una sola noche contigo sería suficiente. Me he equivocado. Lo he intentado todo: Duchas de agua fría… Evitar verte… Pero no me ha servido de nada. Así que intentaremos un acercamiento diferente.
Donghae se quedó con la boca abierta.
—¿Has intentado evitarme? ¿Es por eso que has desaparecido  durante dos semanas?
—Sí, pero no ha funcionado. He aceptado las cosas tal cual son. Estamos casados. Es normal que pasemos tiempo juntos, y yo necesito cansarme de ti.
—¿Y cómo vas a hacerlo?
—Acostándome contigo interminablemente, cariño—sonrió él—. Dentro de una hora nos marcharemos a una isla privada donde estaremos sólo tú y yo. Así que no te molestes en hacer el equipaje. No necesitarás ni ropa interior.


Estaban volando sobre el mar.
—Puedes abrir los ojos —le dijo él—. Aterrizaremos en menos de cinco minutos.
Donghae siguió con los ojos cerrados. No estaba interesado en el paisaje. El mar le aterraba.
—¡Dios mío! ¡Estás blanco como una hoja! ¿Es esto consecuencia de la noche pasada también?
Donghae no podía hablar, por la lucha interna que tenía con el miedo al mar.
Hubo un momento de silencio, y luego unos dedos le agarraron la mano fría.
—Ahora recuerdo que el día que te conocí estabas igual de pálido. No sabía que te daba tanto miedo volar… Perdóname, la próxima vez iremos en barco. El viaje se hace más largo, pero será más cómodo para ti.
Se sorprendió porque Hyukjae parecía sensible a sus sentimientos. ¿Debería confesarle que lo que le daba miedo era el agua y no volar?
—No me mires así. Todos tenemos una debilidad. Es casi un alivio saber que tienes algo que no sea codicia. Puedes relajarte ahora. Hemos aterrizado. Bienvenido a mi escondite.
Donghae recordó lo cerca que estaba el helipuerto de la isla del mar y sintió pánico.
—Sigues muy pálido. Deberías acostarte un rato antes de cenar. ¿O prefieres nadar?
—Quizás más tarde —no supo qué decir.
—Después de unos días en Seúl la gente no puede resistir la tentación de zambullirse en el mar —lo miró—. Pero hay tiempo de sobra. No tengo prisa en volver a la ciudad.
Donghae disimuló su sorpresa al oírlo. ¿Cuánto tiempo pensaba quedarse?
—Estás muy tenso, y el objetivo de este viaje es que te relajes. Aquí no hay otra cosa que hacer que relajarse. Aunque debes estar cansado después de anoche.
Lo miró, confundido. ¿Por qué era amable con él?, se preguntó.
—Estoy cansado. Tienes razón.
—Échate un rato antes de cenar…
Entraron en la mansión y Donghae miró, impresionado a su alrededor. La primera vez que había estado allí, no había entrado en la casa.
—Es hermosa…
—La diseñó mi primo. Tiene un negocio de decoración de  interiores. También es responsable de los cuadros.
—¡Tiene mucho talento! —descubrió un piano y exclamó—: ¡Oh!
—¿Tocas el piano? —le preguntó él siguiendo la dirección de su mirada.
—Sí —Donghae se acercó al piano y lo acarició.
—Siéntete como en tu casa —le dijo Hyukjae haciéndole un gesto hacia el instrumento.
—No… Yo no… Bueno…
—¿Qué no qué? ¿Qué no quieres que sepa nada de ti? ¿Es eso lo que te ha dicho tu abuelo que hagas? ¿Qué escondas la persona que eres?
Donghae lo miró, consternado.
—Yo…
—Estamos casados ahora. El acuerdo está firmado y sellado. Nada de lo que digas o hagas cambiará eso. Es hora de que te relajes y seas tú mismo.
—Soy yo mismo.
—No. Vuelves a ser la versión callada de ti mismo. Anoche, tuve la impresión de que he tenido un atisbo de la persona que eres realmente.
—Bebí demasiado…
—Y claramente eso bajó tus inhibiciones como para revelar tu verdadera personalidad —dijo él con simpatía—. He descubierto anoche que mi gatito tiene uñas.
—Me irritaste —dijo.
—Un lapsus que no volverá a suceder —Hyukjae tiró de él y lo abrazó—. He descubierto que mi esposo tiene personalidad, algo que creo que ha ocultado por obedecer las órdenes de su abuelo.
—Yo… —Donghae tragó  saliva.
—Desde ahora en adelante, quiero que seas tú mismo —le ordenó—. Quiero saber todo sobre ti. Sin secretos.
Donghae cerró los ojos. Él aún pensaba que su appa estaba muerto, que había muerto con su padre… Y que su abuelo lo quería…
Si se enteraba de cuánto le había mentido, se pondría furioso. En algún momento se enteraría, y temía su ira.
—Necesito echarme un rato…
—No volverás a beber… —prometió Hyukjae. Lo llevó al dormitorio principal. Era tan impresionante como todo lo demás.
—Es fabuloso… —comentó Donghae. Y era muy silencioso.
—¿Dónde están los demás?
—¿Los demás? —repitió él.
—Tú generalmente tienes empleados…
—Éste es mi refugio. No lo sería si lo llenase de empleados, ¿no crees? Aquí vengo a olvidarme de mis responsabilidades de empresario.
Donghae lo miró.
—¿Estamos solos aquí?
—Solos completamente.
Se dio cuenta de su tono sensual. Recordó que la pasada noche había estado coqueteando con otro y levantó la barbilla, en un gesto desafiante.
—¿Quién cocina, entonces?
—A veces yo, a veces otros… Un barco trae productos frescos todos los días, y hay huerta en la mansión.
—¿Cocinas tú? —se quedó con la boca abierta—. Si los hombres coreanos no cocinan nunca…
—Suelo venir aquí solo, así que tenía que aprender a cocinar o me moría de hambre…
Donghae lo miró, confundido, pensando que tal vez no lo conocía bien. Pero no era de extrañar, llevaban poco tiempo juntos. Y no habían compartido casi nada, ni una comida, aparte de la cama.
Hyukjae se acercó a las puertas de cristal y las abrió.
—Descansa un rato. Yo estaré en la terraza, si necesitas algo.
Donghae esperó a que se marchase para desvestirse.
Se acostó en ropa interior. Tenía sueño. Su cabeza aún le dolía por la falta de sueño y el  alcohol. Se quedó dormido.
Cuando  se  despertó  se  sintió  culpable.  ¿Cuánto  había  dormido?
Mucho.
Y Hyukjae no estaba por allí. Se levantó y buscó los vaqueros.
—Los he tirado —le dijo una voz.
—¡Me has asustado! —Donghae se tapó rápidamente con la sábana.
—No estamos más que nosotros en la isla, ¿por qué te asustas? Y no hace falta que muestres ese pudor, cariño. No me importa que andes desnudo.
—Bueno, a mí, sí me importa. ¿Y qué quieres decir con que has tirado mis vaqueros? Me has dicho que no traiga equipaje. La única ropa que tengo es la que tenía puesta antes.
—No los vas a volver a usar —le dijo él. Se había puesto unos pantalones de lino, y tenía las mangas de la camisa enrolladas por encima de los brazos—. Como parece que no te has comprado nada para usar en clima caluroso, me he tomado la libertad de comprarte un ropero adecuado.
—¿Un ropero? —preguntó agarrándose a la sábana.
Hyukjae sabía que él no se había comprado nada; y no era estúpido.
—No estás acostumbrado a ir de compras, ¿verdad? —Hyukjae fue al cuarto ropero y volvió con pantalón de lino corto y una camisa de seda sin mangas azul—. Algo extraño en alguien que necesita una suma de dinero tan grande para mantener su estilo de vida.
Donghae se quedó helado. Y no se le ocurrió nada que decir.
—Vístete —le ordenó él—. Luego ven a la terraza. Cenaremos y charlaremos.
Donghae sintió un escalofrío ante la idea de charlar con él. De pronto, Hyukjae parecía dispuesto a conocerlo, y eso sería un problema para él.
Hyukjae esperó a su esposo en la terraza, mirando la piscina. Evidentemente, su esposo tenía personalidad. Era la primera vez que se sentía confundido por un joven. Él se salía totalmente del patrón.
Su reacción ante la ropa de diseño que le había comprado para ir al club nocturno había sido la de una persona que nunca se hubiera puesto algo así. Ninguno de los que había conocido había reaccionado con semejante entusiasmo. Donghae había reaccionado como una criatura que descubre el placer de vestirse y arreglarse. Lo desconcertaba con aquellas reacciones tan poco propias del heredero de Park.
Y también estaba un poco sorprendido de su reacción con él. Nunca se había sentido tan descontrolado. Parecía no poder saciarse sexualmente, algo extraño en él, que terminaba aburriéndose fácilmente de sus acompañantes.
Y la noche del club nocturno, había tenido que controlarse para no darle un puñetazo al hombre que se había puesto a bailar con él.
Su cuerpo se incendiaba con sólo recordarlo… Y tenía un sorprendente sentimiento posesivo hacia él.

Vestido con aquel atuendo que debía haber costado una fortuna, Donghae salió a la terraza.
Se sorprendió ante lo que vio. La mesa estaba puesta. Unas velas ardían en la oscuridad y el aire olía a verano y calor. Y sabía que Hyukjae lo había preparado para él.
—¿Quieres beber algo? —le ofreció él.
—No sé si debo… —Donghae aceptó la copa.
—No es alcohol. No soy tan estúpido. Aunque debo admitir que te transformas bajo la influencia del alcohol.
—Me ha gustado bailar… —se puso colorado.
—Lo he observado. Quiero saber por qué anoche ha sido tu primera salida a un club nocturno. Quiero saber por qué no has ido de compras…
Donghae buscó inspiración.
—¿Siempre te gastas todo lo que ganas?
—No… —él sonrió.
—Por eso. No sé por qué crees que el dinero es sólo para ir de compras…
—Quizás porque suele ser así para los jóvenes y mujeres. Pero tú me estás enseñando que son más complicados de lo que pensaba — hizo una seña hacia la mesa—. Sentémonos… —dijo él con cortesía, algo nuevo para Donghae.
—¿Has cocinado tú?
—No exactamente. Debo confesar que la mayoría de los platos los compro preparados.
—Tienen buen aspecto —se inclinó y miró uno de los platos—. Ryeowook también prepara esta comida. Es mi favorita.
—¿Quién es Ryeowook? —le preguntó Hyukjae con desconfianza.
—Ryeowook es tu chef.
—Claro…
—Me ha enseñado a preparar platos coreanos. Me gusta…
Le gustaba cocinar, y era estupendo no tener que pensar en el gasto de los ingredientes, pensó.
—¿De qué otra manera has estado pasando el tiempo en mi ausencia? —preguntó él.
—He explorado Seúl.
—¿Y? ¿Te ha gustado?
—Es una ciudad fascinante.
—¿Cómo es que no has estado antes en Seúl? Tu abuelo tiene una casa cerca de la mía. Tienes que haber estado allí.
—Yo… No. Sólo lo he visto en su casa de Ilsan —tomó la iniciativa y empezó a hacerle preguntas a él—: ¿Y tú? Sé que tienes varias casas.
—Sí, tengo varias casas, cariño. Pero un solo hogar. Éste —se quedó callado un momento, mirando el mar—. El hogar es un sitio donde puedes ser tú mismo. Un lugar privado, donde no tienes que darle cuentas a nadie.
—Pero tú eres rico. Tú no tienes que rendir cuentas a nadie…
—Dirijo una empresa muy complicada, que maneja millones de dólares. Y hay días que pareciera que tengo que rendir cuentas al mundo entero. Las decisiones que tomo repercuten en mucha gente, a los empleados, a su vida…
¿Y eso le importaba a él?, se preguntó Donghae.
—Mi abuelo ha dejado a mucha gente sin trabajo…
Hyukjae se puso serio.
—Y esa gente tiene familias y responsabilidades. El echar a la gente es el resultado de una mala organización y de planear mal todo. Si contemplas el futuro puedes anticipar los movimientos del mercado y reaccionar a tiempo. Mi empresa nunca ha tenido que echar gente.
—Sin embargo tienes la misma fama de empresario despiadado que mi abuelo…
—Bueno, no soy blando. Yo recompensó justamente a la gente, y a cambio espero de ellos que trabajen duro. Es una fórmula muy simple.
—He leído que cuando terminaste la universidad no te uniste a la empresa de tu padre —comentó.
—No es agradable meterse en el terreno de otro. Yo quería demostrarme que podía valerme por mí mismo.
—¿Y entonces creaste tu propio negocio?
—El negocio de mi padre es muy tradicional —le explicó él—. Yo quería probar otras cosas, así que desarrollé software para ordenadores con un amigo de la universidad y se lo vendimos a empresas. En el primer año hicimos cincuenta millones de dólares de ganancia. Mantuvimos la empresa durante varios años y luego la vendimos. Para entonces yo ya estaba dispuesto a unirme a la empresa de mi padre. Y ya está bien de hablar de mí. Quiero saber de ti. He oído hablar de internados ingleses…
Donghae sonrió y se sirvió más comida.
—En realidad, me encantaba.
Había sido el único hogar que había tenido.
—¿Es cierto que estuviste allí desde los siete años?
—Sí.
—Es una edad muy temprana…
Pero Donghae no había tenido un hogar. Su padre había muerto. Su appa estaba gravemente enfermo. Y su abuelo lo había desheredado.
—A mí me gustaba…
—¿Nunca te has sentido tentado de vivir con tu abuelo?
Donghae casi se rió.
—Yo me lo pasé bien en el  colegio.
—¿Y luego fuiste a la universidad directamente?
—Estudié música.
Hyukjae le sirvió el plato por tercera vez.
—Tienes mucho apetito… —sonrió  él.
Donghae estuvo tentado de decir que nunca había visto tanta comida en su vida, pero se reprimió a tiempo.
—Me encanta la comida coreana —sonrió.
—Me alegro de que te guste —respondió él.
Se echó hacia atrás y le hizo preguntas acerca de sus cursos de música y cuando terminó de comer le sugirió:
—Quiero que toques el piano. Un concierto para mí solo…
Se  miraron  un  momento,  y Donghae se  olvidó  del  piano.  El  deseo lo envolvió con un calor intenso.
Hyukjae asintió como si comprendiera y le dijo:
—Más tarde. Ahora quiero que toques para mí.
Donghae se sentó al piano. Se quedó mirando las teclas un momento.
Y luego empezó a tocar. Primero Chopin, luego Mozart, Beethoven y finalmente Rachmaninov. Sus dedos volaban sobre el teclado. Hasta que la pieza final terminó y sus manos cayeron en su regazo.
Siguió el silencio.
—Ha sido impresionante, de verdad. No sabía que tocabas tan   bien. ¿Cómo es que no ganas millones en recitales públicos?
—No soy famoso…
—Pero podrías serlo…
—No lo creo… —desvió la mirada, incómodo y contento de que a él le hubiera gustado su interpretación.
—Has terminado tus estudios, ¿y ahora qué? ¿Qué planes tenías antes de aceptar este matrimonio?
—No lo había pensado…
—Tu abuelo no me comentó nada sobre tu talento…
Donghae apretó los dedos.
—No creo que mi abuelo esté interesado en la música.



3 comentarios:

  1. Todavía no entiendo como HuykJae con tantas dudas no contrato a un investigador privado para que descubra al verdadero Hae, o de última que lo emborrache y le tire la lengua

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  2. Pienso igual, como es que si sospecha tanto de Hae no lo manda a investigar, se resolverian practicamente todas sus dudas!... Pero bueno, asi fue escrita la historia.

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  3. Ok...ok....ok
    Ya solo le falto que le dijera un par de cosas y le suelta toda la sopa a Hyuk
    Y este que no desaprovecha...está ancioso por más información,que hasta se fue del trabajo y se lo llevo a su isla privada...bueno,eso y las ganas que le trae
    Según él quiere acostarse con él muchas veces para cansarse de él...jajajajaj iluso,se le convertirá en una adicción,sino es que ya lo es.
    Al menos no lo quiere borracho cuando le saque toda la verdad,o la mayoria.
    Las sorpresas que se está llevando con Hae...y las que le faltan

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...