Sapphire Wolf (T6)- 14



—¿Aún no han oído hablar de Junjin? —le preguntó Kangta a Donghwa después de un largo día de entrenamiento con los otros lobos.
Aparte de un par de peleas entre lobos jóvenes, sobre quién era más dominante, las cosas habían ido progresando sin problemas. Había un sentido de urgencia y determinación que mantenía a todos en el grupo concentrados. Los Alfas se habían asegurado de mantener a los lobos ocupados, entrenándolos rigurosamente a diario, casi al punto de agotarlos.
—No. —La voz de Donghwa sonaba tensa y Kangta se dio cuenta que el lobo estaba muy preocupado.
—Me gustaría decir que no tener noticias son buenas noticias —dijo Kangta, a la ligera.
Donghwa siguió mirando por la ventana, hacia los árboles más allá de la mansión. Algo estaba viniendo, podía sentirlo, y estaba haciendo que su lobo se pusiera inquieto.
Kangta se movió para estar junto a él y rozó el hombro contra el suyo. Para un ser humano habría sido insignificante, pero para el lobo en Donghwa, era consuelo de un Alfa. Ese simple roce le hizo saber que Kangta lo respaldaba. Donghwa dejó escapar un lento suspiro.
—Este no es mi lugar —le dijo a Kangta.
—¿Por qué? ¿Porque no eres un Alfa o un Beta? —Kangta levantó las manos en el aire—. Estás en la posición exacta en la que se supone que deberías estar y estás haciendo exactamente lo que se supone que debes estar haciendo en este momento, y estás haciendo un jodido trabajo muy bueno, podría añadir.
Donghwa se volvió hacia el Alfa americano que había llegado a respetar en el último par de días, trabajando con él, luchando, y aprendiendo a confiar en la batalla.
—Eres un buen Alfa, Kangta.
Kangta se echó a reír.
—Ve y dile eso a mis lobos.
—Ellos lo saben o no te seguirían, sin importar cuán dominante fuiste.
Kangta le dio a Donghwa una leve inclinación de cabeza.
—Gracias por eso. Tu Alfa estará orgulloso de saber cómo has manejado las cosas, Donghwa. Y, él volverá. Junjin es casi imposible de matar.
Donghwa se echó a reír entonces.
—Él es demasiado terco para morir.
—Su propósito en esta vida no ha terminado  —dijo Kangta,    poniéndose serio.
La cabeza de Donghwa se inclinó con un ceño ligeramente fruncido deslizándose en su hermoso rostro.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque tengo que creer que alguien que ama a su pueblo con tanto fervor y los protegería contra todo pronóstico no puede ser arrebatado de nosotros cuando más lo necesitamos.


—Solo estamos a un par de horas a pie de la mansión —le dijo Dambi a Hyesung mientras continuaban el ritmo acelerado que habían mantenido.
—¿Estás tratando de hacer un punto o sientes la necesidad de señalar nuestra posición actual en un esfuerzo por crear una pequeña charla? —Hyesung levantó una ceja hacia la Fae.
—Hyesung —dijo Dambi en un suspiro fingido—, ¿dónde está el dulce y compasivo joven Alfa que todos conocemos y amamos?
Hyesung resopló.
—Se quedó encerrado en un armario cuando quedó claramente manifiesto que nuestros hombres tendrían que recuperarse de su prueba antes de poder patear el trasero de cierta bruja. Y, con el fin de hacer eso, que necesitan una buena patada en las bo…
—Lenguaje —gruñó Junjin, a varios metros detrás de su compañero.
Hyesung levantó la mano en el aire y, para sorpresa de todo el mundo, le disparó a su compañero el dedo medio.
—¿Él, hizo, quiero decir, en serio, él…? —farfulló Hee, mientras miraba de ida y vuelta entre Hyesung y Junjin gruñendo.
—Sí, sí que lo hizo. —Teuk rió.
—Ya es oficial, Hyesung. Eres mi héroe. —Hee disparó un puño en el aire con un fuerte—. ¡Hurra!
Después de varios minutos de los jóvenes charlando de un lado a otro por las represalias de Hyesung, el grupo se quedó tranquilo. Caminaron en silencio. Pronto, los únicos sonidos eran su respiración y el crujido de la tierra debajo de ellos. El aire se había calmado, sin siquiera el susurro de las hojas y el canto de las aves que había llenado el cielo oscuro, todo se había vuelto silencioso. Pronto el silencio fue roto por un grito estruendoso, y luego otro y otro.
—¡HYESUNG! —El sonido de la voz de Junjin se elevó por encima de los gritos de las parejas, que, una por una, se derrumbaron.
Dambi se giró mientras veía a la última caer. Fue tan rápido, entre una respiración y la siguiente, y las seis parejas acopladas se retorcían en el suelo. Ella cerró los ojos y sintió la energía a su alrededor. La magia negra claramente hacía su trabajo.
Hyukjae estaba detrás de Junjin cuando escuchó los gritos. Él no tenía que ver a Donghae para saber que algo estaba sucediéndole a su compañero. Sintió que su corazón dejaba de latir y casi se detuvo cuando vio su forma pequeña caer al suelo.
Estaba sucediendo de nuevo, solo que esta vez era de verdad. Él gritaba, había lágrimas en sus mejillas mientras envolvía sus brazos alrededor de su cintura. Corrió hacia él, sin preocuparse donde cayeran sus pies. Todo lo que podía ver era a Donghae; su cabello castaño derramado descuidadamente, la piel color canela tomando un tinte verde, incluso a medida que sus labios se volvían azules.
Cayó de rodillas ante él y lo tomó. Cuando sus manos lo tocaron, sintió un impulso de electricidad recorrerlo y hacerlo retroceder. Él gritó. Un coro de gritos resonaron en el aire cuando los otros hombres trataron de tocar a sus compañeros retorciéndose. Miró hacia Junjin y vio que el Alfa parecía tan impotente como él se sentía.
—¡DAMBI, ARREGLA ESTO! —gruñó Junjin.
—No crees que estoy intentándolo, maldita sea —gritó la Fae. Sus labios se movieron con rapidez y las piedras Fae aparecieron en sus manos.
Dambi escrutó la magia de su gente, la magia en las piedras, y trató de luchar contra la oscuridad que tejía un hechizo alrededor de las hembras. Era una telaraña retorcida que se hacía cada vez más y más fuerte. Cuando se dio cuenta que no podría romperla, decidió centrarse en tratar de romper la magia de la manada que evitaba que los hombres fueran capaces de tocar a sus compañeras.
—Dambi, ¿qué está pasando? —Oyó la voz de Henry a su lado, pero no abrió los ojos.
—Desdémona, ha hecho algo a las parejas, no puedo arreglarlo.
—¿Aún? —preguntó Henry, desesperadamente.
—No sé, Henry. Estoy tratando de encontrar una manera para que los machos puedan tocar a sus parejas. Si no lo hago me temo que solo podría estar enfrentando mi muerte ante los ojos brillantes intensamente de un Alfa.
Ella no abrió los ojos, pero sabía que Henry ya no estaba a su lado. Dambi cerró los ojos con más fuerza y buscó cada onza de magia dentro de su antiguo ser. No fue suficiente.
“¿Por qué no los ayudas?” Dambi buscó a la Gran Luna. “Son tus hijos, ¿por qué los dejas sufrir?”
Ella no esperaba una respuesta, pero obtuvo una.
“El mal existe en su mundo y debido a eso se enfrentarán a muchas pruebas. El dolor será su amigo con demasiada frecuencia, pero es la forma en que manejan esas pruebas y lo que hacen con el dolor lo que va a determinar en qué se convertirán. Los amo demasiado para invalidarlos al quitar esta espina. Permitirles soportar éstas luchas no se debe a una falta de amor. Es porque los amo que les permito luchar, ya que así podrán ganar la fuerza para hacer lo que sea necesario. Los lobos tienen libre albedrío y pueden optar por confiar en mí como su creadora. Pueden optar por pedirme ayuda o no.”
Dambi frunció el ceño.
“Y, ¿qué pasa con los momentos en que no les ayudas? ¿Qué pasa con los momentos en que tu respuesta es no?”
Dambi sintió la calidez rodearla mientras la creadora de los lobos le hablaba.
“¿Un padre nunca le dice no a sus hijos? ¿Un padre quiere alguna vez herir a sus hijos? Puede que no les ayude a evitar el dolor, pero el dolor es necesario y siempre voy a ayudarles a soportarlo. Siempre voy a estar con ellos, sosteniéndolos, recordándoles que son un tesoro para mí. Mi respuesta no será siempre la que ellos quieren, y pueden no entenderlo en ese momento, pero siempre voy a tener presente sus mejores intereses en mi corazón. Son míos, nada puede arrebatármelo, pero mientras vivan en el mundo, van a enfrentar al mal en él.”
Entonces, ¿qué he de hacer para ayudarlos?”, preguntó Dambi.
“Estar allí, Dambi. Estar allí con ellos y darles fuerza cuando no tengan ninguna. Ofrecerles paz cuando no sientan ninguna y recordarles que no los he abandonado.”
Dambi observó como las personas que ella había llegado a querer yacían con dolor, sus lágrimas empapando la tierra y los hombres que les amaban con tanta fuerza se sentaban junto a ellos indefensos, incapaces de tocarlos, incapaces de ayudar.

Hee no podía recordar la última vez que había sentido tal dolor. Tal vez cuando había resultado quemado en el incendio del auto, o tal vez cuando Siwon le había sido arrebatado, o tal vez nunca. Podía oír su voz cuando él lo llamaba. ¿Por qué no lo tocaba? ¿Por qué no lo recogía y eliminaba su dolor? Luego, a través del dolor pulsante que se disparó a través de todos sus miembros, recordó que había hecho que él no pudiera tocarlo. Bueno, pensó, eso es lo que  me pasa por tratar de  probar un    punto.
«¿Heechul?» Oyó su voz en su mente y por un breve momento en el tiempo, fue como un bálsamo para su dolor.
«Si mencionas por un segundo que soy la razón por la que no me puedes tocar, te juro que te quitaré la piel y la pondré en la habitación de nuestro hijo como alfombra».
«Te amo demasiado, princesa», le gruñó.
«¿Por qué está pasando esto Siwi?» La voz generalmente fuerte de Hee  estaba mezclada con incertidumbre y miedo.
«No sé amor, pero voy a arreglarlo».
«Apresúrate». Fue la última palabra que salió antes de que todo el infierno se desatara.

Teuk gritó. Trató de no hacerlo, pero la forma descomunal que lo abordó fue demasiado. Jihoon se cernía sobre él. No podía ser él; estaba muerto.
¿Cierto? Pero se encontraba allí, de pie sobre él, sonriéndole de una manera que hacía que su estómago se revolviera.
—Aléjate de mí. —trató de sonar fuerte, pero el dolor que apuñalaba su estómago le impedía respirar y sus palabras salieron como un gemido—. Estás muerto, sé que estás muerto. No deberías estar aquí.
—Oh cariño, estoy aquí y he venido por lo que debería haber sido mío. — La voz de Jihoon era tal como él recordaba, y se sentía como si hubieran derramado aceite sobre su piel, sucio y pegajoso. Se dio la vuelta y vomitó, a la vez que su mano agarraba su tobillo, tirando de su cuerpo hacia él.
—¡NO! ¡ALTO! POR FAVOR ALTO, NO ME HAGAS ESTO    —gritó con todas sus fuerzas, pero él no se detuvo. Su mente buscó un recuerdo, algo que sabía que era real. Habían estado caminando por el bosque, él, el resto de las parejas, y los hombres. Habían estado de camino a la mansión. ¿Cómo llegó aquí con Jihoon? Cómo se encontraba aquí tocándolo, oh Dios, él lo estaba tocando.
Empezó a temblar y su cuerpo se tornó frío, como si nunca volvería a estar caliente de nuevo. Sintió sus ropas siendo rasgadas y un nuevo grito brotó de sus pulmones. Abrió los ojos, decidido a matar a Jihoon de nuevo. Solo que no era Jihoon de pie sobre él, era Sangchul. ¿Qué demonios? Debía estar volviéndose loco. Esa era la única solución; tenía que estar enloqueciendo.
Él pateó, gritó, y lo arañó. En su mente, sus uñas rastrillaban su rostro, extrayendo sangre que llovía sobre él.
Kangin vio cómo su compañero gritaba, arañando a un enemigo invisible. Estaba histérico y por medio de los gritos, reconoció dos nombres, Jihoon y Sangchul. No paraba de decir una y otra vez “no hagas esto”, y fue cuando vio la desesperación y el miedo en sus ojos abiertos y nublados que supo lo que sucedía en su mente.
Era lo mismo que había sucedido en la suya, solo que ahora Leeteuk realmente pensaba que le sucedía. Una vez más, se sentó indefenso ante su compañero. Le temblaban las manos cuando se acercó a él, sabiendo que no iba a ser capaz de tocarlo. Observó mientras las lágrimas corrían por sus mejillas y la sangre brotaba de sus labios mientras se los mordía contra los gritos que combatía.
«Leeteuk», susurró suavemente en su mente tratando de ser una presencia calmante, incluso al sentir el caos que lo asolaba.
«¡Kangin! ¡Por favor, ayúdame, por favor!»
«No es real, amor; él no es real. Por favor, vuelve a mí. Estoy aquí a tu lado y nadie te está tocando».
Kangin se estremeció cuando vio en su mente lo que Leeteuk estaba viendo. Cuando vio a Sangchul acercarse a él aulló, sintiendo una rabia como ninguna que jamás había sentido antes.

Tal vez era la sangre gitana en Donghae, pero sabía que lo que veía no era real. Sabía que realmente experimentaba lo que Hyukjae había observado todo el tiempo que había pasado en el Limbo. Incluso con ese conocimiento, no se le hizo más fácil y no hizo que desapareciera.
Cerró los ojos contra las manos que no eran de Hyukjae en su cuerpo. Se mordió la lengua contra el grito que amenazaba con derramarse cuando sintió un cuchillo perforar su piel. Luchó contra todos los instintos en su interior para evitar llamar a su compañero, pero no era tan fuerte.
Hyukjae lo hacía fuerte, Hyukjae hacía a Donghae quien tenía que ser, y sin él se sentía solo y roto. Sintió a Hyukjae tratando de entrar en su mente, pero no lo quería allí. No quería que él supiera lo que sentía, lo que experimentaba. Pero, al final, su miedo y su necesidad de él ganaron.
«Donghae, mío». Su suave voz llenó su mente y él gimió.
«Por favor, Hyukjae, por favor, no te quedes.  No  tienes  que  ver  esto».  Trató de ocultar las imágenes de él, pero sabía que había fracasado cuando sintió su ira y desesperación.
Hyukjae entendía ahora por qué, uno por uno, los demás hombres estaban aullando. Sintió a su propio lobo desgarrándolo, furioso por sangre.

Dambi permanecía de pie, impotente, con Hongki y Sihyuk a su lado. Miraban a las parejas acopladas y vieron como la rabia y la desesperación se apoderaba de ellos.
—Tenemos que hacer algo —gruñó Hongki.
—¿No crees que he estado tratando? —espetó Dambi—. No sé qué más hacer. Eres un maldito lobo; ayúdame a encontrar la manera de arreglar la magia que los mantiene separados.
Hongki pensó en ello, tratando de recordar algo, cualquier cosa de su historia que pudiera ayudarlos. No podía pensar en nada que ayudara, pero conocía a alguien que sabría.
—¿Tienes un celular? —preguntó a Dambi, quien le dio una mirada de “estás bromeando”.
—Tengo que llamar a alguien.
—¿Qué, vas a usar la opción de llamar a un amigo a estas alturas en el juego? —Dambi se acercó a donde Hee yacía, ignoró el gruñido de Siwon, y metió la mano en su mochila. Sacó el celular que había estado muerto por días.
Empujó energía en él, y luego se lo dio a Hongki.
—Espero que sepas que éste es tu único salvavidas. Solicitar ayuda a la audiencia no es una opción y cincuenta-cincuenta solo podría conseguir que nos maten algunos compañeros cabreados —le dijo al doctor.
—Eres todo un tazón lleno de esperanza. —Hongki le arrebató el teléfono y empezó a marcar.
—No, mi querido amigo doctor, me estás confundiendo con alguien que quiere jugar con tu peluda cola. Lo que soy es un tazón lleno de más te vale que esto  funcione o  estamos fritos.

Wadim arrebató el teléfono cuando reconoció el número americano.
—Hola —preguntó, sin aliento.
—Wadim, es Hongki.
—¿Estás vivo? —preguntó mientras se arrojaba sobre el sofá dejando escapar un profundo suspiro de alivio.
Donghwa y Kangta quienes habían estado hablando con él acerca de su próximo movimiento, se acercaron a él.
—Bueno, por el momento, la respuesta a esa pregunta es sí. Sin embargo, está sujeta a cambios en cualquier momento.
—¿Por qué? ¿Dónde estás? ¿Dónde está la manada? ¿Qué    está pasando? ¿Dónde está Siwon? —Wadim había saltado sobre sus pies ante su declaración. Caminaba de un lado a otro mientras los otros dos lobos en la sala lo miraban con intensa angustia.
—Está bien, vas a tener que callar y escuchar —gruñó Hongki a través del teléfono.
Wadim respiró hondo y reunió su compostura.
—Está bien, estoy calmado.
—Estamos en el bosque, de camino a la mansión —dijo.
—Enviaremos vehículos por ustedes —interrumpió Wadim justo cuando Kangta dejaba la habitación.
—¡ESPERA! —gritó Hongki. Los machos se congelaron.
Kangta, habiendo esperado todo lo que podía manejar le arrebató el teléfono a Wadim.
—Hongki, ¿qué diablos está pasando? —gruñó.
—Si ustedes solo se relajaran durante dos segundos y dejan fuera su necesidad de controlar cada maldita cosa a su alrededor podría decírtelo.
Una pausa.
—Te escucho —respondió Kangta, en un tono mucho más tranquilo.
—En estos momentos, no sería prudente enviar a ningún macho cerca de estas parejas. —Kangta oyó un grito en el fondo y sintió que su lobo se alzaba dentro de él.
—Desdémona está usando su brujería y ha puesto un hechizo sobre las parejas. Los hombres no pueden tocarlos…
—¿Por qué los machos no pueden tocar a sus compañeros? —espetó Kangta.
—Una vez más, mantén tu hocico cerrado hasta que termine.
Kangta se enfadó ante la orden, pero lo ignoró cuando oyó a Kangin gritar el nombre de Teuk. Tomó todo en él no aplastar el teléfono en su mano.
—Es una larga historia, pero, básicamente, las parejas rechazaron el toque de sus compañeros. En este momento, no puedo entrar en los por qué. Por el momento, los machos están mirando a sus compañeros sufrir terribles visiones, que están ocurriendo solo en sus cabezas. Y, ¡los machos no pueden tocarlos para ayudarlos! Dambi ha tratado de romper el hechizo e intentado forzar la magia de la manada para romperlo, pero no está funcionando. Tenemos que averiguar cómo restaurar la capacidad de los machos para tocar a sus compañeros para que podamos acercarnos a ellos. Dambi piensa que podemos romper el hechizo de Desdémona trasladandolos a algún lugar más lejos. A veces este tipo de magia tiene un alcance limitado. Es un tiro al aire, pero por el momento, creo que aceptamos cualquier sugerencia si arregla esto.
Kangta miró al suelo mientras su cerebro trataba de procesar lo que Hongki le acababa de decir. Sabía que Donghwa y Wadim habían escuchado todo y podía decir por la expresión de sus caras que estaban trabajando a toda marcha en sus cabezas, buscando cualquier solución posible.
—¡HOLA! —gritó Hongki—. Mira, el mundo como lo conozco se está cayendo a pedazos, y no tengo tiempo para que vayas a entrar en el jodido modo Alfa, así que por favor ayúdame.
Wadim se acercó lentamente mientras tomaba el teléfono de Kangta.
—Hongki… —La voz de Wadim fue firme, a la vez que sentía menos pánico, mientras descubría que tenía un propósito y podría ser de ayuda—. ¿Los machos estaban en su forma humana cuando el compañero puso la atadura entre ellos?
—Sí.
—Está bien, está bien —dijo de nuevo Wadim—. Los hombres tienen que cambiar. El lobo no está vinculado al deseo de la pareja humana. El vínculo de compañeros de lobo a lobo es diferente al vínculo humano. No tengo tiempo para explicarlo.
—¿Qué hay de Donghae? No es un lobo.
Wadim lo pensó por un momento, pero luego negó con su cabeza.
—Debería funcionar igual. El lobo de Hyukjae ve a Donghae como su igual, como su pareja lobo independientemente que no lo sea.
—Está bien, entonces, ¿si cambian deberían ser capaces de tocarlos?
—Creo que sí.
Hongki gruñó.
—¿Lo crees o lo sabes?
—Mierda Hongki, no es una jodida ciencia exacta. Estoy yendo con lo que he aprendido a lo largo de los siglos de documentar nuestra raza, así que realmente, cualquier cosa es posible, pero, ¿qué otra opción tienen ahora? Por lo que escucho, están a punto de matar a cualquiera y a todo el mundo. Haz que esos machos cambien y tráelos a ellos y a sus compañeros a casa.
Wadim respiraba con dificultad cuando terminó de hablar y su corazón latía con fuerza en su pecho. Esto es lo que era ser de la manada. Cuando uno en la manada sufría, todos sufrían. Cuando uno de la manada estaba en peligro, todos sentían la urgencia de salvarlos.
—Está bien —respondió Hongki finalmente—. Necesitas tener sus habitaciones listas. Los machos van a querer a sus compañeros en su territorio, rodeados solo por sus aromas. Sin ningún otro macho, a menos de que quieras un baño de sangre. Wadim, Junjin no está en control. Necesitas preparar a los demás para eso.
La comunicación se cortó. Wadim alejó el teléfono de su oreja y lo  miró.
Miró a Kangta y a Donghwa.
—¿Entendieron todo eso?
Donghwa asintió.
—No nos dió un margen de tiempo sobre cuánto les falta para llegar aquí —dijo Kangta mientras miraba por la ventana hacia el bosque—. Necesitamos empezar a prepararnos para su llegada ahora mismo. Junjin quedaría devastado si mata a uno de los suyos.
Wadim negó con su cabeza mientras dejaba escapar una risa sin humor.
—Lo juro, no creí que las cosas podrían empeorar. Después de todo lo que ha sucedido, podrías pensar que sería lo suficientemente inteligente como para darme cuenta de que, más que probablemente, las cosas se van a poner siempre peor… mucho, mucho peor.
—Lo importante es que permanezcamos unidos. La primera meta de Desdémona en cualquier batalla con nosotros será separarnos, ya sea físicamente o creando división entre nosotros. Eso siempre debe estar presente en nuestras mentes. Nunca ha sido tan imprescindible como lo es ahora que dejemos de lado nuestro orgullo, nuestro dominio, y nuestra necesidad de control. Si luchamos como uno ella no puede ganar; no es rival para todos nosotros.
Las palabras que Kangta dijo le dio a Donghwa y a Wadim el ánimo y la renovada determinación de dejar de lado sus miedos y hacer lo que pudieran, lo que estaba dentro de su poder para hacer.
Kangta esperó mientras los otros dos machos salían de la oficina. Cerró sus ojos y buscó a su compañera. Necesitaba sentir el consuelo y la fuerza que viene de estar acoplado a quién es tu pareja perfecta. Sintió su amor en retorno, sintió su espíritu estimulándole a ser el hombre que ella sabía que era. Eso es lo que era una compañera. Era ella quien le recordaba en su hora más oscura que todavía había luz en el mundo. Mientras aquellos que siempre están de pie para el bien, luchan contra el mal, entonces siempre habrá esperanza y la esperanza era todo lo que necesitaban para mantenerse firmes.



1 comentario:

  1. Oh si!
    Hee tiene razón, por querer mostrar un punto (?) ahora están sufriendo lo que sus compañeros machos sufrieron, solo esperó que ahora los alfas sepan que no pueden negar nada a sus parejas!!!!!

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...