Marcado V -21



—Entra. Al. Auto. Jinki. —Cada palabra era hueca, deliberada y envuelta con maldad.
Podía oír a mi hermano gimotear y sentí la tensión entre todos nosotros terminar y gritar con la necesidad de romperse. Mis manos rodearon el marco de la puerta mientras miraba fijamente el arma.

—¡Muévete! O le dispararé a tu hermano. De todos modos debería hacerlo, como favor a tu padre.

Tragué con fuerza pero me negué a reaccionar. Sentía que si pestañeaba de la manera equivocada, él se sentiría justificado para apretar el gatillo. ¿Por qué no había pensado más en esto? Por supuesto que si él me había seguido a casa para ver dónde vivía, el lunático me habría seguido a la casa de Jjong también. Demonios, el desgraciado bien podría haber estado acechando afuera de la tienda todo el día, esperando su momento. Me sentí como un idiota, y mi hermano iba a ser la que sufriría.

—Dios mío —susurró Jinkig las palabras y lo vi moverse por el rabillo del ojo.

—¡No! —No pude evitar ordenarle y me sobresalté cuando el arma se disparó en un estruendoso BANG..
  
Jadeé y vi que la bala pasó patinando por el capó de mi auto. Salté involuntariamente y no pude evitar temblar por el miedo. Siempre había sido independiente y confiado de que podía cuidar de mí mismo, pero ahora mismo estaba lamentando no haberme esperado tan solo veinte minutos para que Jjong nos acompañara. No es que quisiera ponerlo en peligro, pero algo sobre tenerlo cerca me daba la sensación de que las cosas estarían bien sin importar qué, y esa era una sensación que podía serme útil en este momento mientras el arma se nivelaba a mi rostro una vez más.

—Te dispararé. No me interesas. Solo quiero lo que es mío.

Jinki se había movido para meterse en medio del arma y yo. Quería estirarme, agarrarlo y jalarlo hacia mí, pero no quería arriesgarme a que él tirara del gatillo y le disparara.

—Jinki, si te metes al auto, él me disparara tan pronto cierres la puerta. Nos va a lastimar a los dos.

Él temblaba tanto que apenas y se mantenía en pie. Sus ojos se veían enormes en su cara y no podía ver alguna manera de que esto terminara sin un derramamiento de sangre.

—No, no lo hará. Baja el arma, Oliver, y entraré al auto.

Él se rio y sonó tan trastornado y loco como se veía.

—Tú no puedes darme órdenes. Yo soy el que las da. Entra al maldito auto, Jinki.

—Escucha, la policía ya está tras de ti. Acabas de disparar un arma en un área llena de gente. ¿Cuánto tiempo crees que te queda antes de que estés rodeado de policías? Si quieres que vaya contigo, baja el arma e iré. No me moveré de aquí hasta que tú lo hagas. Tendrás que dispararme si quieres lastimar a Kibum.

Mierda. Esto no estaba bien. Para nada. Quise decirle a Jinki que corriera, que se moviera, que hiciera algo que no fuera entrar al auto con un hombre que ya había probado que podía destrozarlo, pero no tuve la oportunidad. Oliver regresó a la puerta del conductor de su auto y lanzó el arma hacia el asiento trasero. Si Jinki se metía al auto como estaba
determinado a hacer, no había forma de que pudiera tomar la pistola antes de que él lo hiciera.

—Ahora entra. —Aparentemente su deseo de tener a mi hermano bajo su control superaba el deseo de amenazarme y lastimarme—. No lo diré otra vez. Un esposo obediente escucha a su marido.

—No lo hagas, Jinki —le rogué con desesperación. Me miró por sobre su hombro.

—Entra al auto y llama a la policía.

—Te va a lastimar, te matará. No puedes irte con él.

—Tengo que hacerlo. Tú me salvarás. Siempre lo haces.

Abrió la puerta del copiloto del sedán y se deslizó dentro. Oliver me miró por sobre el capó de su auto e hizo una pistola con su dedo. Pretendió que me disparaba en la cabeza mientras el leve sonido de las sirenas se oía. Se metió al auto y aceleró con la cara de horror de mi hermana viéndome a través de la ventana.

Busqué mi celular y llamé al 911, a Leeteuk, Jjong, mis padres y a Taemin, en ese orden. La policía ya venía en camino, y antes de que le gritara a Jjong que lo necesitaba y que tenía que venir para ayudarme a mantener la compostura, ya estaba rodeado de detectives y oficiales de patrulla. Me hacían un millón de preguntas:

¿De qué color era el auto?
¿Vi la matrícula?
¿Qué vestía Jinki?
¿Sabía qué clase de arma era?
¿Creía que él lastimaría a Jinki… o a sí mismo?
¿A dónde podría haberlo llevado?

Las preguntas eran interminables y no pude responder coherentemente a la mayoría de ellas. Me sentía adormecido. Temblaba tanto que mis músculos me dolían. Sentía que todas las palabras que me decían eran solo ruido de fondo por encima del rugido de mi sangre y el tronar de mi corazón.

Quería acurrucarme en posición fetal en el piso y la grava. Quería entrar a mi auto e ir acelerando en dirección aleatoria como si pudiera encontrar mágicamente a Oliver y a mi hermano si hiciera eso. Quería estrangular a Oliver, patear a mi papá y sacudir a mi mamá hasta casi matarla.

Escuché que gritaban mi nombre por encima del caos. Vi la alta figura de Jjong y su cabello rubio mientras se abría paso entre la multitud de policías, decidido a llegar a mí. Tan pronto como sus brazos se cerraron a mí alrededor, me quebré en mil pedazos. Colapsé y dejé que me sostuviera mientras lloraba y maldecía y juraba vengarme de todos.

Nunca antes me habían quitado a alguien que me importara. Claro, yo me había ido, huido porque sentía que tenía que hacerlo, pero tener a alguien que amaba arrancado de mí en una forma brutal y vil, me tenía desgarrado y sufriendo. Me daba una nueva y completa comprensión de esas heridas que Jjong había sufrido toda su vida. Mis dedos se enroscaron alrededor de su cintura y le juré a Dios, al universo y a quién fuera que me estuviera escuchando, que nunca lo dejaría ir de nuevo.

Sentí que besó la parte de arriba de mi cabeza y me apretó también.

—Te tengo.

Me tenía. Me tenía absolutamente y yo a él.

—Lo sé. También te tengo.

Ahora solo teníamos que permanecer fuertes y aferrarnos el uno al otro mientras los mejores de Seúl iban tras el lunático que había secuestrado a mi hermanito.



Fue una noche miserable. La policía no había sido de mucha ayuda, y si no fuera porque Leeteuk apareció siendo el enlace no oficial entre Kibum y los detectives trabajando en el caso, sentí como que había una buena posibilidad de que mi chico hubiera terminado en la cárcel por sí mismo.

Estaba comprensiblemente frenético, pero más que eso, estaba furioso. Estaba molesto consigo mismo por dejar la tienda sin compañía a pesar de que seguía diciéndole que no habría importado.

Oliver tenía una pistola y estaba determinado a arrastrar a Jinki. De todas formas, si yo hubiera estado o no con ellos, una bala era una bala y lo más probable es que me habría visto como una amenaza y disparara primero solo para sacarme del camino. Debería haber guardado silencio porque eso solo lo puso más enfadado y más perturbado.

Conocía el sentimiento. La idea de un enloquecido hombre armado apuntando una pistola en él y disparando a todo el mundo cerca de él, me hacía querer lastimar a alguien.
Estaba furioso con Jinki por irse con Oliver, pero estaba absolutamente furioso de que el motivo por el que Jinki se había atado a un hombre como su marido en primer lugar fue a causa de su padre y su dañina forma de crianza.

Pude ver una tormenta acechando allí e imaginé que haría mi mejor esfuerzo cuando llegara a su punto máximo. Por ahora, todo lo que podía hacer era sostenerlo, decirle que todo estaría bien y darle a Leeteuk miradas de súplica silenciosa por la parte superior de la cabeza de Kibum mientras se aferraba a mí y lloraba alternativamente y maldecía al mundo.

Puede que no amara a Jinki de la forma en que amaba a Kibum, pero él todavía era importante para mí. Todavía tenía un lugar en mi historia y en mi corazón y sin duda, era una parte de mi familia en ruinas. Había perdido a bastantes personas que me importaban en esta vida. No había forma en que fuera a perder a otra.

Estaba sentado en el sofá de la sala de Kibum. Era temprano a la mañana siguiente y él solo se había quedado dormida después de caminar por el piso por lo que parecieron interminables horas. Incluso en su sueño, estaba gimiendo e inquieto.

Kkomde estaba acurrucado a mi otro lado. Se estaba volviendo muy grande para ser permitido en los muebles pero no se había separado de Kibum desde que la policía se había largado y yo creo que el pobre chico se estaba sintiendo mal de que no había sido capaz de ayudar. El perro es grande, con ojos dorados que miraban a Kibum mientras él murmuraba en su sueño y se movía. Estiré el brazo con mi otra mano y lo acaricié en su amplia cabeza.

—Está bien, compañero. Es difícil mantener a tu joven señor a salvo.

Bajé la vista hacia Kibum y vi que sus cejas estaban fruncidas y que tenía líneas profundas grabadas entre los arcos negro azabache. Utilicé la punta de mis dedos para alisarlas y suspiré.

—Probablemente es el peor momento para decirte esto, pero yo… —él de repente se volteó, por lo que estaba tumbado en su espalda y mirándome directamente. Esa interminable mirada negra tenía mi pasado, mi futuro, todos mis secretos, y cada sueño que he tenido, en ellos. Era como verlo por siempre y saber que siempre iba a estar justo en el centro de ello—… te amo. Te amaré eternamente y por siempre.

Sus largas pestañas barrieron hacia abajo por un momento y luego se elevaron. Al igual que las estrellas en el cielo de la noche pude ver sus sentimientos por mí parpadear hacia mí desde la profundidad de la medianoche.

—También te amo. No podría hacer esto sin ti. Siempre me hiciste más fuerte de lo que alguna vez lo fui solo. Siempre he necesitado una razón para quedarme; contigo ese nunca ha sido el caso. Contigo quedarme es la única opción que tengo, porque el único lugar en que quiero estar es donde quiera que tu estés.

Esa fue la única cosa que siempre había querido que me dijera. Me agaché para poder besarlo suavemente.

—Puede ser que haya tardado un maldito largo tiempo en averiguar la diferencia entre el primer amor y el amor verdadero, pero, Kibum, no hay nada más real que lo que siento por ti.

Él iba a responder pero su celular sonó y ambos nos pusimos rígidos y nos quedamos mirando el uno al otro con grandes y nerviosos ojos. Tomé el celular e hice una pequeña mueca cuando vi que era el de Leeteuk el número en la pantalla. No podía creer que mis manos de hecho estuvieran temblando mientras golpeaba la pantalla para responder la llamada.

—Hola.

—¿Jjong? —Su voz era baja y pude escuchar un montón de conmoción en el fondo desde donde quiera que me estaba llamando.

—Sí, estoy con Kibum. ¿Tienes alguna noticia?

Kibum se irguió y se aferró a mi mano libre con las suyas. Estaba pálido y sus ojos oscuros parecían que estuvieran tragándose toda su cara. El temor brillando fuera de ellos se estableció como una piedra en mi estómago e hizo que mi pecho girara con la necesidad de ser capaz de hacer algo por ella.

—Tal vez debería hablar con Kibum. —La voz de Leeteuk se mantuvo constante y baja, pero sus palabras se sacudieron como un terremoto a través de todo mí ser.

Mi corazón se hundió y mis dedos se cerraron reflexivamente en torno a las manos de Kibum.

—Solo te pondré en altavoz.

—Está bien. —Esperó un segundo mientras retiraba el celular lejos de mi oído y lo sostenía entre mi chico y yo después de encender el altavoz.

—Adelante, Leeteuk.

Suspiró a través de la línea y oí sirenas y conmoción en el fondo.

—En primer lugar, Jinki está bien. Está en una ambulancia en camino a un hospital.

Kibum suspiró y cayó hacia delante para que su frente estuviera descansando en mi hombro.

—Gracias a Dios.

—Sí. Las patrullas estaban en alerta acerca del auto que su marido estaba conduciendo después de que él ya había cruzado la frontera del estado. Parece que se dirigía de regreso a Hyehwadong.

—Recuento. —Me sentí aliviado, pero había algo en la forma en que Leeteuk estaba hablando, el distante, suave profesionalmente del recuento de los eventos, era desagradable. Literalmente podía sentir al otro zapato esperando caer.

—Uhm... Jinki estaba en muy mal estado cuando los policías finalmente llegaron a él. No sé cuál es el alcance de las lesiones, pero sé que no es bueno. —Me di cuenta de que estaba restándole importancia por el bien de Kibum. Grandes lágrimas brillaban en las pestañas negras de Kibum y podría decir que estaba leyendo entre líneas también.

—¿Qué más, Leeteuk? Solo dilo todo para que podamos llegar a tan pronto como sea posible.

Suspiró de nuevo y, finalmente, su personaje de policía se quebró un poco. Su voz tembló un poco y hubo suficiente de un hilo de emoción para hacerla volver de su rol profesional a un amigo.

—El marido no fue fácil. Los policías lo acorralaron en una parada de descanso después de una persecución de autos de cuarenta y cinco minutos. Todavía tenía la pistola. —Hizo una pausa por un segundo y me congelé mientras las uñas de Kibum se clavaban en mi piel lo suficiente como para romperla—. Hubo un enfrentamiento.

—Mierda. —Se me escapó pero Kibum asintió. Era como escuchar nuestros peores temores puestos en juego.

—Sí. Tenía la pistola en la cabeza de Jinki. Amenazó con pegarle un tiro, amenazó con pegarse un tiro. La Patrulla llamó a un equipo de respuesta crítica para negociar la situación de los rehenes. Estará en todas las noticias en la próxima hora, estoy seguro.

Kibum negó con su aturdida cabeza de ida y vuelta como si pudiera negar que algo de esto le hubiera sucedido a su hermano.

—Al final del día, el equipo tomó medidas preventivas para mitigar la amenaza.

Kibum soltó su apretón de muerte sobre mí y se puso de pie. Parecía agotado y frágil, pero como siempre estaba ese núcleo de fuerza en él que simplemente no se doblaría.
 
—¿Qué pasó, Leeteuk?

—Oliver está muerto.

Dejé escapar un profundo suspiro y compartí una mirada solemne con Kibum.

—Bien.

—Sí, bueno, al final el rehén fue rescatado... pero, Jjong... —Su voz se desvaneció y tuvo que aclararse la garganta—. Ese pobre chico pasó por el infierno. Tuvo que ser testigo de que la persona con quien estaba casado muriera justo enfrente de él. No importa lo mucho que podría haberle hecho daño, o lo horrible que era... eso cambia a una persona. No va a ser el mismo después de esta experiencia.

Tiré de Kibum hacia mi pecho en un abrazo con un solo brazo mientras las lágrimas finalmente escapaban de la trampa de sus espesas pestañas.

—Por supuesto que no, pero nosotros nos encargaremos de él y de ayudarlo a sanar. Es lo que esta familia hace.

—Lo sé. Es afortunado de ser parte del redil.

—Gracias por la actualización, Leeteuk.

—Claro. Si necesitan cualquier otra cosa háganlo saber. Les enviare un mensaje con la información que tengo acerca de a donde lo están llevando.

Kibum murmuró un agradecimiento que se perdió en la tela de mi camisa mientras terminaba la llamada y usaba ambos brazos para estrecharlo lo más fuerte que podía

—Estará bien. Jinki es un Kim y ustedes chicos son unos luchadores.

Él envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y apoyó su mejilla sobre el lugar en mi pecho donde mi corazón latía erráticamente debido a la adrenalina y alivio.

—Sí, pero toda una vida de lucha se vuelve aburrida después de un tiempo. —Se echó hacia atrás y me miró, y podía verlo, sentirlo y olerlo en el aire. La tormenta había golpeado tierra y ella estaba lista para nivelar todo en su camino—. Es hora del golpe de gracia de una vez por todas.

Todo lo que podía hacer era encogerme de hombros en acuerdo.

—Cuidaremos de tu hermano primero.

Se alejó de mí con un movimiento de cabeza.

—Te amo y me encanta que sabes lo que tengo que hacer y no estás volviéndote loco al respecto.

Ya estaba en mi teléfono mirando vuelos para ir donde estaba Jinki. Por suerte, era un vuelo corto y no nos llevaría demasiado tiempo llegar a su lado. Levanté la vista de la pantalla y le di a Kibum una media sonrisa.

—Siempre tendrás un poco de gitano en ti, Kibum. Siempre y cuando regreses a mí, estoy dispuesto a dejarte ir a donde sea que quieras ir. Estaré justo aquí cuando vuelvas.

Vi temblar su labio inferior ante mis palabras, y antes de que pudiera teclear enviar en el ridículamente caro vuelo de última hora, se lanzó hacia mí.

—Los gitanos pueden ver el futuro en su bola de cristal, Jjong. ¿Quieres adivinar qué es lo que veo en el mío?

—¿A nosotros?

Se rio un poco y me besó de nuevo.

—Definitivamente nosotros. Agarraré algunas cosas para llevarle a Jinki y tenemos que averiguar qué hacer con Kkomde ya que ambos iremos y no tengo idea de cuánto tiempo estaremos fuera.

Tenía una gran cantidad de gente que sabía a ciencia cierta que montaría al rescate para ayudarme con el perro, pero por alguna razón la primera persona para llamar fue Taemin y no tenía nada que ver con el hecho de que tenía un patio trasero gigante.

Solo tomó media hora para que Taemin llegara y recogiera a Kkomde. Los chicos se abrazaron y más lágrimas se derramaron mientras apuraba a Kibum por la puerta y nos apresurábamos al aeropuerto.

En el hospital fue un poco de trabajo conseguir ver a Jinki. Todavía había un montón de oficiales encargados de hacer cumplir la ley corriendo y los medios de comunicación estaban al acecho como buitres.

El personal de enfermería supo quién era Kibum de inmediato y empezaron llevarlo, pero no quería ir sin mí. Ya que no era familiar directo no me iban a dejar entrar a ver a Jinki. Pensé que era más importante que Jinki viera una cara familiar que pelear contra las reglas, pero Kibum no estaba de acuerdo con nada de eso. Y en su forma típica encantó y maniobró a todo el que necesitara para obtener autorización para que yo entrara en la habitación con él.

Casi me hubiera gustado haberme quedado en el pasillo. Jinki se veía terrible. Su rostro estaba prácticamente deformado por los golpes que había sufrido. Su cabello estaba enredado y en un lío que se había secado con sangre y aunque ambos de sus ojos eran negros y azules, y estaba hinchado hasta el punto que no tenía ni idea de lo que podía ver fuera de ellos, pude ver el extraño, hueco en las profundidades normalmente brillantes.

Jinki solo miró más allá, roto, y aunque quería dar la vuelta y fingir que nada de eso había sucedido, Kibum marchó directo hacia él y tomó a su hermano en un suave abrazo mientras se mecían juntos alrededor de los tubos y monitores que estaban conectados a Jinki.

No había remordimiento. No había palabras inútiles de condolencia. Todo lo que Kibum podía hacer era sostener a Jinki mientras lloraba y lloraba. No había nada que fuera a hacer  a la situación, o  su hermano, mejor  y Kibum lo sabía, así que solo ofreció su fuerza, lo cual era realmente lo único que Jinki necesitaba en ese momento.

—Estoy tan contento de que ustedes se tenían el uno al otro mientras esto ocurría. —Su voz era áspera y sonaba como si tomara una gran cantidad de esfuerzo hacer que funcionara. Me miró de soslayo con sus ojos hinchados y pude ver su sinceridad y su corazón brillando hacia mí—. Sé que esto tuvo que ser muy duro para ambos.

Nunca quise perder a nadie que amara de nuevo, pero este incidente, este acto de violencia sin sentido y malicia, dejó muy claro que no importan las opciones que hice, el destino muy bien podría tener otros planes y la pérdida era solo una parte de la vida. Era una idea mucho mejor disfrutar el tiempo que tuve con ellos, que darle importancia a obsesionarse y preocuparse por lo que pasaría cuando ese tiempo se acabara.

—Todo lo que importa es que estás bien y que nos dejes llevarte a casa.

Giró la cabeza para mirar a Kibum y luego dejar que sus maltratados ojos se cerraran a la deriva

—Ni siquiera sé dónde es casa. Eso es lo que Oliver seguía diciéndome: “Tú perteneces a casa, conmigo”. ¿Qué tipo de casa se parece a esto?

Lo vi temblar y vi la columna vertebral de Kibum ponerse rígida.

—Casa es donde hay gente que te quiere y te necesita. Casa es en donde perteneces, no importa cuáles sean tus faltas o lo que tu vida le parezca a los demás. Cada es a donde puedes irte pero siempre saber que está ahí para volver. Jinki, casa es donde estoy yo. Casa es donde está Jjong. Te vienes de nuevo a Seúl con nosotros para que podamos cuidar de ti y darte un poco de ayuda.

Esa fue la última pelea. Kibum no iba a dejar que todo descansara hasta que tuviera que terminar con su padre por última vez. Iba a cortar los lazos, romper las cadenas que los mantenían a él y a Jinki atados al pasado, romperlas para bien. Él iba a volver a Hyehwadong.

Todo dentro de mí quiso exigirle que me dejara ir con él. Quería ser su cazador de dragones, su línea ofensiva, pero sabía que tenía que dejarlo ir solo. Tenía que dejarlo ir para que pudiera volver. Tenía que dejar que lo hiciera solo, porque no era mi lucha. Me gustaría cuidar de Jinki y asegurarme de que estaba bien mientras Kibum hacía todo lo posible para hacerles libres a ambos.

Jinki no tenía la energía para discutir o hablar mucho más. Sabía que Kibum iba a querer quedarse a su lado, así que los dejé a los dos solas y me fui a actualizar a todo el mundo de vuelta a casa acerca de lo que estaba pasando.




1 comentario:

  1. Pobre Jinki...qué necesidad había de legar a tanto,pero con ese tipo de gente,imagino que solo esa es la única salida...al menos él está bien y tiene a personas que se preocupan lo suficiente por él,para que lo ayuden a salir del nuevo episodio en su vida.
    Algo bueno...Jong y Kibum se dijeron que se aman,que Kibum no se irá y que Jong está consciente de ello. Que saben que ahora,ninguno de los dos estará fuera de la vida del otro *0*.
    Solo espero que Kibum regrese bien de esa visita a sus padres.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...