Debutantes I -4




No era sorprendente que Jungsoo saliera a dar un paseo en cuanto tuvo ocasión. Adoraba las estaciones, las cuatro, e incluso cuando hacía más frío era capaz de disfrutar de una vigorosa caminata. Cuando era niño, sus tíos bromeaban diciéndole que tenía sangre de hada y que se había dejado las alas olvidadas en alguna parte.
Subió la loma en cuya cima se había detenido ya varias veces en alguna de sus caminatas, cuando venía desde la otra dirección. Hasta entonces, aquella loma era lo más cerca que había estado nunca de Raccoon Glade, pero siempre le había ofrecido una vista perfecta de la gran mansión de lord Eric.
Era una antigua casa francamente hermosa, era una lástima que lord Eric no recibiera gente en casa más a menudo para enseñársela a vecinos que, como los Park, habían mostrado siempre mucha curiosidad por él y su hogar.
No tenía prisa por regresar, cuando alcanzó la  cima de la loma se sentó, sin pensar que la hierba y la tierra podían mancharle su ropa, y disfrutó sin más de la vista.
Jungsoo había cerrado los ojos para sentir mejor el viento que arremolinaba su cabello en todas direcciones. Se rió cuando un mechón le rozó la nariz, haciéndole cosquillas.
No obstante, tener los ojos cerrados y que el viento estuviera aullándole en los oídos no fue lo que le impidió  ver u oír al jinete que casi lo arrolla. Apareció por detrás con tanta brusquedad que ninguno de los  dos tuvo tiempo de reaccionar.
Jungsoo se libró de milagro. Su único pensamiento fue sortear al caballo rodando por el suelo, lo cual fue más fácil que volver a ponerse en pie.
Sin embargo, Jungsoo no fue el único que rodó por el suelo. Al encabritarse, el caballo había derribado al jinete, que había ido a parar al lugar donde la loma empezaba a descender de forma abrupta y, al no encontrar una superficie plana, había rodado un trecho antes de detenerse.
Jungsoo fue el primero en recobrarse y ponerse de nuevo en pie. El hombre estaba sentado en el suelo,  con las piernas extendidas, algo aturdido en apariencia, o preguntándose al menos qué había sucedido.
Se trataba de un hombre corpulento. Fue lo primero en que se fijó Jungsoo; era imposible no hacerlo. Y la gruesa chaqueta corta de invierno que llevaba resaltaba la anchura de sus hombros. Pero fueron sus piernas las que le llamaron la atención. No pudo evitarlo. Llevaba una parte al descubierto, al menos las rodillas, entre la falda escocesa y las botas de caña alta.
Una falda escocesa en invierno, qué extraño. Ya había visto a escoceses con falda, cuando pasaban por Oxbow de camino al sur y a su regreso, pero solo en verano. La mayoría preferían abrigarse más en las estaciones frías. ¿Acaso no tenía frío?
Jungsoo imaginó quién podía tratarse: el prometido de Heechul. Oh, Dios mío. Heechul iba a quedarse estupefacto, y posiblemente cambiaría de opinión ipso facto en cuanto a lo   de querer deshacerse de él. ¿Cómo no iba a hacerlo, cuando era tan apuesto que hasta dejó a Jungsoo sin respiración?
El hombre se puso en pie, demostrándole, para su sorpresa, que no solo  era corpulento,  sino  también alto. Y se limpió la falda de tal forma que dejó al descubierto una parte del muslo, ruborizándole. Por suerte, aún no se había fijado en él. De todas formas, aunque lo hubiera hecho, Jungsoo tenía las mejillas tan cortadas por el viento que era imposible notar que se había sonrojado.
-¿Está usted bien?
Él se dio la vuelta.
-Ah, ahí está. Eso debería estar preguntándoselo yo. No lo he visto ahí sentado hasta que ya casi era demasiado tarde.
Jungsoo le sonrió. Tenía un acento escocés cantarín y agradable, y la voz profunda. Le gustaba cómo sonaba, extraño a sus oídos pero lírico.
-Eso me ha parecido.
-Debo disculparme. Este animal y yo no nos llevamos muy bien -dijo mirando al caballo con el ceño fruncido-. Aunque lo cierto es que, para empezar, no soy buen jinete. Prefiero ir a pie, si la distancia no es excesiva.
Qué coincidencia, igual que él. Jungsoo sabía montar, y lo hacía muy bien. Pero encontraba la silla muy incómoda y, además, el Señor le había dotado con dos robustas piernas con el propósito de que las usara.
Su alusión a la distancia la instó a preguntarle:
-¿Llega usted ahora, a Raccoon Glade?
Él contempló la casa desde lo alto de la loma y volvió a fruncir el ceño antes de decir:
-No. Solo necesitaba desfogarme un poco    y pensé que ese semental me serviría. Ha sido una estupidez. Debería haber sabido que montar iba a hacerme más mal que bien.
Jungsoo se echó a reír. Lo que provocó que Youngwoon volviera a examinarle, esta vez con más detalle.
Era un joven sucio y no muy alto, con el pelo castaño suelto y enmarañado, pero encontró su falta de decoro bastante atractiva. Reparó en los ojos más hermosos que había visto jamás.
Tuvo una premonición y no dudó en expresarla:
-¿Es usted lord Heechul, por casualidad?
-Dios mío, no, pero usted debe de ser el bruto escocés del que tanto he oído hablar.
Por alguna razón, él no se ofendió. Tal vez por el brillo que detectó en sus hermosos ojos cuando se lo dijo. Era evidente que le divertía el término «bruto» usado en aquel contexto, referido a él, y su  diversión le hizo gracia.
Además, se había puesto la falda escocesa, que normalmente no llevaba en invierno, para demostrarle a Eric que prefería lo escocés a lo inglés. No obstante, la gente podía verlo como un bruto, teniendo en  cuenta la época del año, aunque aquel insignificante frío de Inglaterra no era nada para él. Pero también eso era divertido, ahora que estaba lo bastante calmado como para pensar en ello.
Así que él también dijo con cierto humor:
-Pues sí, ese soy yo.
-No es usted tan viejo como pensaba -prosiguió Jungsoo.
Él enarcó una ceja, preguntándole:
-¿Cómo de viejo?
-Cuarenta, como mínimo.
-¡Cuarenta! -rugió él. Su risa era contagiosa.
Youngwoon hizo un esfuerzo para contenerse y, en lugar de ello, lo miró fingiendo severidad.
-Entonces, ¿estaba usted riéndose de mí? -dijo.
-¿Tan evidente resulta?
-No hay tantos que tengan arrestos para hacerlo.
-Dudo mucho que sea usted el bruto que dicen que es, pero, a fin  de cuentas, yo  tampoco soy el  fantasma andante que dicen que soy. Es curioso, lo de los rumores y las murmuraciones. Casi nunca se  refieren a los hechos y, sin embargo, a menudo se toman al pie de la letra.
-Así que Eric esperaba a un bruto, ¿no? -dijo Youngwoon. Jungsoo parpadeó y luego volvió a reírse.
-Oh, caramba, supongo que no. Él no iba a ser tan tonto, ¿no?, puesto que le conoce lo suficiente, siendo como es su abuelo. No, no. Son los que aún no le conocen, pero están al corriente de su llegada, quienes pueden estar intrigados con un escocés de las Tierras Altas, siendo tan pocos los que vienen a Inglaterra para demostrar que las Tierras Altas de Escocia deben ya estar civilizadas a estas alturas. Y, desde luego, eso da mucho juego para murmurar, ¿no cree?
Youngwoon estuvo a purito de gruñir a modo de respuesta. Jungsoo había puesto el dedo en la llaga al  suponer que su abuelo ya le conocía. Pero el resto de lo que había dicho le pareció divertido. De hecho, consiguió volver a calmarlo, tanto que tuvo ganas de seguir bromeando con él en lugar de abordar el serio tema de la mala fama que tenían los escoceses de las Tierras Altas.
-¿Tienen que estarlo? -dijo.
-¿El qué?
-Civilizadas.
Jungsoo pareció meditar durante unos segundos y luego respondió con mucha lógica:
-Bueno, tal vez no estén tan civilizadas como Inglaterra, naturalmente. Pero tengo serias dudas de que sigan produciendo auténticos brutos. Al fin y al cabo, fíjese en usted. ¿O es que se le ha olvidado traer la pintura de guerra?
Él se echó a reír. Tuvo que sujetarse el estómago y secarse las lágrimas.
Pero cuando se calmó un poco, se dio cuenta de que lo miraba con el ceño fruncido. Y, luego, dijo muy serio:
-Se le ha olvidado, ¿verdad?
Esta vez se desplomó de la risa. Y cuando dejó de hacerlo se sintió... casi normal. La amargura que le corroía las entrañas había desaparecido, al menos de momento. Y vio la traviesa sonrisa que Jungsoo esbozaba ahora, lo cual demostraba que solo había seguido la broma.
Aquel joven era una joya. Desde luego, no tenía nada que ver con su concepto de los jóvenes ingleses. Si los otros eran como él, bueno, tal vez no le resultara tan desagradable casarse con una después de todo.
 *** 
Los huéspedes de Eric habían aumentado considerablemente a medida  que avanzaba el  día, no tenían ni idea de que el único motivo de que no los hubieran puesto de patitas en la calle era que  Eric había incluso sentido alivio de no tener que vérselas otra vez a solas con su nieto, después de su catastrófico primer encuentro.
Youngwoon no estaba conforme con su viaje a Inglaterra. Por extraño  que parezca, Eric jamás se había planteado la posibilidad de que su heredero no quisiera serlo. No estaba seguro de cómo abordar la cuestión, ni de cómo conseguir que su nieto estuviera más dispuesto a asumir las responsabilidades que su herencia entrañaba.
Youngwoon tenía mucho que aprender, pero tal vez no fuera el momento de empezar todavía. Quizá sería mejor que se casara primero, puesto que en ese aspecto parecía estar de acuerdo; por Junjin, según había dicho.
A Eric seguía enfureciéndole que el muchacho estuviera tan dispuesto a complacer a su  abuelo escocés pero no al inglés. Era de esperar, suponía él, aunque seguía sin gustarle. No obstante, le agradecía a Junjin que le hubiera convencido para que se casara.
Eric no respiraría tranquilo hasta que hubiera contraído matrimonio y concebido un hijo, pues temía que si Youngwoon no le daba un heredero, el viejo escocés intentaría llevarse a Youngwoon de regreso a las Tierras Altas en cuanto Eric falleciera.
Eric estaba complacido con el novio que le había buscado. Tal vez debería haber hecho un esfuerzo para conocerlo personalmente antes de sellar el compromiso, pero aún seguía tan furioso con Junjin por insistir en que fuera el más hermoso de todos, como si eso fuera lo único importante al escoger esposo, que cuando sus agentes le juraron y perjuraron que lo era, se había puesto en contacto con sus padres sin más dilación.
Sin embargo, ahora que lo había conocido, no estaba disgustado. Kim Heechul era sin lugar a dudas tan bello como se decía. Es posible que fuera un poco estirado, e incluso algo arrogante, pero eso podía deberse   al nerviosismo por conocerle.

***
Jungsoo podría haber estado en lo cierto al suponer que Heechul cambiaría de opinión sobre Kim Youngwoon en cuanto lo viera. Así podría haber sucedido, si se hubieran conocido a, solas y en otras circunstancias.
Pero por obra del destino, Heechul estaba rodeado de amigos y admiradores cuando Youngwoon se presentó en el salón donde estaban reunidos. Como acababa de regresar de su paseo a caballo, aún llevaba la ropa que se había puesto para irritar a Eric y Heechul vio en ello una confirmación de los rumores  que  había difundido sobre él. Lamentablemente, también sus amigos lo entendieron de ese modo.
-Dios santo, lleva falda -oyó que susurraban a su alrededor.
-En Escocia es un atuendo del todo aceptable -Intentó señalar alguien-. Es una falda...
-Es una maldita falda. Y yo que pensaba que un pariente del marqués no podía ser tan tosco... Por lo  visto, me equivocaba.
Heechul se sintió avergonzado, inmerso en una situación de la que abominaba. Había supuesto que tendría que dejar a Youngwoon en ridículo de alguna otra forma, puesto que los rumores que había difundido sobre él habían dado en el clavo.
Por ese motivo no se fijó realmente en él. Vio la falda escocesa y reflejos rojos de su cabello castaño, que el fuerte viento había enmarañado. Pero no vio nada más salvo que, ironías del destino, los rumores que había difundido eran ciertos. Por una parte, se sintió aliviado.
Ahora, sus padres tendrían que darse cuenta de que  un escocés de las Tierras Altas, al menos un bruto como aquel, no era para él. Habían oído  los rumores. Él se había asegurado de que así fuera. Pero se habían reído, alegando que no podían ser ciertos. Ahora no podrían negarlos.
Estaba enojado cuando Youngwoon se presentó, después de haber observado durante un instante el salón desde el umbral, haciéndole una reverencia, que le pareció exagerada y dijo:
-Como no hay otro joven más bello que usted en toda la creación, presumo que es usted joven lord  Heechul.
Él lo había entendido perfectamente, pero dijo:
-Cuando consiga expresar sus cumplidos en inglés, tal vez les preste atención. También podría intentar vestirse como es debido.
Youngwoon podría haberlo perdonado, atribuyéndolo a la ignorancia inglesa, si no hubiera sabido que lo había dicho a propósito. No podía pasar por alto su intención. Ni las risitas mal disimuladas o las carcajadas de su público, ni su mirada de suficiencia al oírlas.
No obstante, no pudo disimular su turbación y eso era, exactamente, lo que su supuesto prometido quería. Él no alcanzaba a imaginarse el porqué, aunque ahora ya le diera lo mismo.  Y lo que había sentido al principio, emoción, asombro, gratitud incluso, asumiendo que tendría que darle las gracias a su abuelo por aquel prometido tan espectacular le hizo encajar el golpe mucho peor.
Puede que al verlo por primera vez su belleza le hubiera sorprendido y deslumbrado, era un regalo para la vista, pero en aquel preciso instante no podría haber sido más feo a sus ojos.
No le dijo ni una sola palabra más. Giró sobre sus talones y salió del salón para ir en busca de su   abuelo.
Lo encontró enseguida, pues Eric estaba bajando las escaleras para unirse a sus invitados. Youngwoon no se detuvo y, cuando pasó junto a él, se limitó a decirle:
-No me sirve.
Eric, sorprendido al principio por el tono terminante de Youngwoon, tal vez lo habría seguido para averiguar el porqué. Pero, considerando lo poco amistosa que hasta entonces era su relación, decidió averiguarlo por otros medios.
Dado que Kim Heechul le había complacido tanto, era comprensible que Eric estuviera molesto y quisiera averiguar lo ocurrido para echar por la borda los esfuerzos de un año, para hallar al joven esposo perfecto.
Hizo una señal a su mayordomo, que estaba montando guardia en el recibidor y que siempre se enteraba de todo. Y aquella vez no fue distinto, pues estaba informado, palabra por palabra, de lo que se había dicho  en el salón.
Vaya cerebro de chorlito. Mira que no tener más ocurrencia que airear su ignorancia de aquella forma. La belleza era deseable, pero no cuando venía asociada a semejante estupidez. Youngwoon tenía razón. Kim Heechul era del todo inapropiado.

 ***
Youngwoon se había marchado, dejando a Jungsoo en la loma, aunque no podía saber que él iba en su misma dirección. Y Jungsoo no tenía ninguna prisa por volver, sino más bien al contrario. Había vuelto a sentarse y había perdido por completo la noción del tiempo mientras recordaba todas las cosas que él le había dicho, almacenándolas para siempre en su memoria.
Qué tarde tan emocionante, la más emocionante que recordaba haber tenido nunca, aunque hasta entonces jamás había estado ni hablado con un hombre tan apuesto como aquel. Le había trastornado los sentidos en una miríada de formas, había disfrutado de todos los instantes que había pasado en su compañía.
Pero Jungsoo no se hacía ilusiones. Un hombre como aquel no era para jóvenes como él, era para los Heechuls del mundo. Era una lástima, una verdadera lástima, que así fuera, pero había que resignarse. Los guapos para los guapos y para él un hombre agradable de aspecto corriente, inteligente, con recursos, amable, alguien a quien le gustara caminar y reírse, y sentarse en una colina para contemplar juntos la puesta de sol...
Oh, caramba, el sol ya estaba a punto de ponerse. ¿Dónde se había ido el tiempo?
Se puso en pie de un salto y corrió durante gran parte del camino hasta Raccoon Glade. Entró en la casa por la parte de atrás y subió a su habitación. Su tío Hyesung estaba allí, así que no iba a pasar completamente desapercibido. Pero Hyesung había estado aguardándolo impaciente haciéndole el equipaje, por lo cual apenas le dedicó más que una breve mirada.
Se ahorró el interrogatorio:
-¿Dónde diablos estabas? Tendríamos que habernos marchado hace horas, con todos los demás.
-¿Todos los demás? ¿Así que, después de todo, a lord Eric no le ha gustado que Londres viniera a él?
Hyesung chasqueó la lengua.
-Le gustara o no, estaba de acuerdo en organizar una fiesta y, luego. de repente, ya no lo estaba.  Aunque, ¿qué cabe espetar de un viejo necio y senil como él? Nosotros estábamos preparándonos para bajar al salón, cuando su ama de llaves ha venido a pedirnos que nos marcháramos. A la pobre todo esto le resulta también bastante embarazoso.
Jungsoo se puso a ayudar a su tío con el equipaje.
-No puedes culpar a lord Eric, esta reunión no había sido idea suya. Sin duda, cree que Heechul y su prometido necesitan pasar tiempo solos, para conocerse...
-Va a ser difícil, querido, cuando los Kim ya se han marchado a Londres.
-¿Marchado? -Jungsoo frunció el ceño-. ¿Solo porque el marqués se ha negado a organizar una fiesta por todo lo alto? No creo que Heechul haya montado una pataleta por eso, ¿verdad?
-No tengo ni idea. Yo no los he visto antes de que se fueran. Minwoo tal vez sí. Puedes preguntárselo a él.
Jungsoo  lo  hizo,  mientras  aguardaban en la  entrada con el equipaje. El ama  de llaves  había  mandado a buscar uno de los vehículos de lord Eric, puesto que ellos habían llegado con los Kim y no tenían medio de transporte.
-Soogeun me ha dicho que me escribiría -respondió Minwoo en contestación a la pregunta de Jungsoo-. Me ha dicho que estaba demasiado trastornado para hablar de ello ahora y, desde luego, el pobre lo parecía.
-¿Y a Heechul? ¿Lo has visto?
-Sí -respondió Minwoo y, luego, en su susurro, añadió-: Y creo que su padre ha acabado castigándolo por ser tan presuntuoso. Tenía una mejilla muy «sonrosada». No comulgo con los castigos físicos, pero al hijo de Soogeun le han permitido darse unos aires que habría que haber cortado de raíz hace mucho tiempo.
Jungsoo no salía de su asombro.
-¿Su padre le ha pegado? -Minwoo asintió.
-El manotazo que llevaba marcado en la mejilla así lo sugiere.
-Pero no le pusieron objeciones cuando nos invitó a venir -señaló  Jungsoo.
-Apenas habrían reparado en nosotros si hubiéramos sido los únicos, pero hoy han llegado cincuenta y  seis personas, todas invitadas por Heechul, como si fuera ya el joven marques y tuviera derecho a invitar a quien le viniera en gana. No es de extrañar que Eric dijera basta cuando al fin supo cuánta gente venía. Yo también lo habría hecho, no me importa decirlo, si resulta que los huéspedes que invito yo invitan a su vez a otras cincuenta y seis personas. Querido, esas no son maneras.
Por supuesto que no, y Heechul no tenía ninguna duda al respecto. Pero Jungsoo no les había contado a sus tíos los esfuerzos de su amigo para sabotear su compromiso y deshacerse de su prometido. Hablar de ello lo habría incomodado, puesto que no lo aprobaba, y además el appa de Heechul era un buen amigo de Minwoo.
Aquella última maquinación de Heechul, lo de traerse a medio Londres a Raccoon Glade, tenía como único objetivo enojar al marqués.
Aunque, por otra parte, eso había sido antes de conocer en persona a su prometido y, si ya lo había  hecho, seguro que a estas alturas se estaría arrepintiendo.
Jungsoo se alegraba de no formar parte de los planes de Heechul y deseaba volver a su monótona vida. Sin embargo, quería ver a Kim Youngwoon una vez más antes de marcharse de Raccoon Glade, puesto que con toda probabilidad ya no volvería a verlo después de aquel día, al menos no hasta la boda, a la que seguro que estarían invitados.

***
-Bueno, ¿dónde está? Debo admitir que me muero por conocer al joven más hermoso de toda Inglaterra que usted ha encontrado para el muchacho.
Eric se tensó cuando el escocés irrumpió en el comedor, donde él estaba cenando a solas. El mayordomo de Eric, que llegó un instante después, lo miró torciendo el gesto, a modo de disculpa por no haberle podido advertir de aquella intrusión.
-¿Junjin? -aventuró Eric.
-Sí, ¿a quién iba usted a esperar si no?
-Desde luego, a usted no -respondió Eric con desagrado-. ¿Qué diablos está haciendo aquí?
El escocés se sentó frente a Eric y se quedó mirando al mayordomo, como si esperara que fuera a servirle, ahora que estaba allí. Pero a Eric le  dijo:
-No creería que iba a dejarle a usted toda la responsabilidad de asegurar que la boda se celebre en un plazo prudente, ¿no?
-Youngwoon no mencionó que usted fuera a venir -señaló Eric. Al oír aquello, Junjin se echó a reír.
-Tal vez se deba a que no lo sabía. El muchacho no se toma las cosas con calma, ya sabe. Cuando se propone algo, va a por ello. No es una mala cualidad, pero un viejo como yo ya no puede seguirle. Se habría impacientado sí yo le hubiese retrasado en su viaje hasta aquí, por lo  que decidí partir después, a un ritmo  más lento, sin decirle nada. Después de todo, la impaciencia lo enoja y usted no habría querido que él llegara aquí enojado, más de lo que ya estaba.
El tono con que Junjin había dicho las últimas palabras demostraban una clara suficiencia. Eric lo percibió y tuvo que contenerse para no rechinar los dientes.
-Sí, lo cierto es que ha venido muy a disgusto. Me pregunto por qué.
Junjin bufó.
-No me culpe a mí de eso. No fui yo quien decidió que debía crecer en un único hogar para tener estabilidad. Fueron usted y la madre del chico. Una decisión acertada, no crea, con la que yo estuve de acuerdo. Pero también podía haber venido a visitarlo, para que le conociera antes de hacerse mayor.
-¿Después de que el primer viaje que hice hasta allí con ese propósito casi acabara con mi vida?
-Oh, sí. Los ingleses son unos debiluchos que se arrugan cuando hace un poco de frío -dijo Junjin disgustado, recordando el intento de Eric de aventurarse en las Tierras Altas de Escocia-. Pero, por si él  no se lo ha dicho, lo que tanto le molesta no es el hecho de no haberle conocido, sino que lo está sacando de   su hogar para que viva entre desconocidos.
-No tardaremos mucho en dejar de serlo.
-Y que nadie le hubiera advertido de que usted le obligaría a vivir aquí.
Eric se ruborizó ligeramente, incapaz de rebatir aquella acusación, y dijo en su defensa:
-Mi hija debería habérselo dicho.
-Sí, y sin duda lo habría hecho, si hubiera vivido lo suficiente, la  pobrecilla.
-Usted podría habérselo contado mucho antes y no ahora -añadió Eric-. ¿Por qué no lo hizo?
Junjin enarcó una ceja.
-Yo esperaba que usted muriese antes de que él alcanzara la mayoría de edad, así no tendría que contarle nada.
Esta vez Eric se ruborizó hasta las orejas, pero de ira, no de turbación.
-Siento decepcionarle, pero aun así habría sido el próximo marqués, independientemente de cuándo muriera yo.
-¿No tiene ningún otro pariente, ni siquiera algún primo lejanísimo que se le haya  olvidado?
-Yo fui hijo único -dijo Eric con frialdad-. Mi padre fue hijo  único. Mi abuelo  tenía dos hermanas,  pero ambas murieron cuando eran niñas. Las generaciones anteriores tuvieron descendencia, pero no   quedan supervivientes. Youngwoon es mi único heredero y aún no comprendo su insistencia en que no pueda ser también el suyo.
-Entonces, ¿no le importaría que viviera todo el año en Escocia? -dijo Junjin simulando sorpresa-. Oh, vaya. Debería habérmelo dicho...
-Naturalmente, no podría quedarse allí de forma permanente -lo  interrumpió  Eric con    impaciencia-. Aquí tendría obligaciones que...
-Justo lo que yo pensaba -lo interrumpió Junjin a su vez-. Pero usted sabe que, durante la mayor parte  del año, no es prudente adentrarse mucho en las Tierras Altas, incluso para los que habitan allí. Y, no  obstante, ¿permitiría que el muchacho lo hiciera? ¿O está sugiriendo que sus obligaciones son aquí más importantes que en Escocia? ¿O tal vez esté sugiriendo que solo pase en casa, el único hogar que él conoce, unas cuantas semanas al año, durante nuestro corto verano?
-No, lo que creo es que usted no tiene suficiente confianza en él como para permitirle que administre solo un imperio. Pero él lleva la sangre de los Kim en las venas. A diferencia de usted, yo tengo plena confianza en él.
-Ese muchacho puede hacer lo que se proponga, sea lo que sea -dijo Junjin casi a gritos-. Solo que yo no quiero ver cómo se mata intentando abarcarlo todo, y usted está dispuesto a hacerlo.
-En ese caso, discrepamos sobre lo que es capaz de hacer, o más bien, sobre el grado en que usted se lo permitirá. Esto ya empieza a parecer una de esas ridículas cartas que nos hemos escrito. Y no me  sorprendería si usted discrepa y termina por contradecirse, solo para llevarme la contraria.
Junjin se echó a reír.
-En las Tierras Altas no criamos imbéciles.
-Permítame que disienta: los imbéciles no se crían, nacen. Y pueden nacer en cualquier sitio. Que usted esté aquí sentado discutiendo conmigo en mi propia casa da fe de ello.
-Así que ahora está usted llamándome imbécil. -Junjin se rió divertido-. A mí, en cambio, me parece que se lo está diciendo a sí mismo.
A lo cual Eric replicó con brusquedad:
-Fuera de aquí, Shinhwa.
-Voy a quedarme hasta que el muchacho se case. Así que, cuanto antes nos aseguremos de que lo haga, antes se deshará usted de mí. ¿Cuándo es la boda, por cierto?



1 comentario:

  1. El primer encuentro...y casi atropella a Teuk😂😂😂😂😂
    Que manera de conocerse.
    Creo que a lo mejor está mal...pero me reí por lo de Hee,y lo de la cachetada que le dio su padre.
    Al menos logro romper el compromiso...aunque quien lo haya roto fue el contrario,pero al menos no va a casarse con él como queria.
    Pero la verdad es que Hee sí se pasó llevando a toda esa gente,pero bueno.
    Esos abuelos de Kangin van a acabar con la poca paciencia que tiene...se lo están peleando como si fuera un objeto y sin siquiera preguntarle algo.
    Pero se las va hacer buena...seguro.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...