Debutantes I -6



-¡Caramba, joven Jungsoo! -exclamó sorprendido el mayordomo-. Nunca había llegado usted tan lejos en ninguno de sus paseos. ¿Ha ocurrido algo?
Jungsoo sonrió al mayordomo de lord Eric para tranquilizarlo. Lo conocía bien, y también a su familia. De hecho, conocía prácticamente a todo el mundo en aquella pequeña zona de Yorkshire, incluyendo a los sirvientes.
Estaba empezando a sentirse incómodo, puesto que Jacobs sabía que no estaba allí porque  lo hubieran invitado. El hombre se enorgullecía de saber todo lo que guardara relación con lord Eric y, dado que  era él quien recibía a los invitados, estaría al corriente de quién debía venir.
Para sentirse un poco más cómodo, Jungsoo no fue directamente al grano. En lugar de ello, preguntó:
-¿Cómo está ahora su encantadora esposa? Mejor, espero.
-Oh, mucho mejor, joven. Y, por favor, vuelva a darle las gracias a su tío Hyesung por la receta de la infusión. Fue ideal para aliviarle la tos.
Jungsoo podría haber seguido charlando, pero notaba que las melillas le ardían y, antes de que el rubor fuera demasiado obvio, hizo acopio de valor:
-Lo haré, no se preocupe. Y, no. No ha ocurrido nada. Solo me han pedido que le diera un mensaje personal a lord Youngwoon cuando saliera de paseo.
Jungsoo no podía imaginarse por qué el mayordomo había puesto los ojos en blanco hasta que dijo:
-Llevo todo el día haciendo lo mismo, desde ayer por la tarde. Lord Youngwoon se está enojando bastante conmigo, y no lo culpo. -Y luego, acercándose, añadió en un susurro-: Son sus abuelos, los dos. Parece que quieran llevarlo en direcciones opuestas, sin darle un momento de respiro.
-¿También está aquí su abuelo escocés?
-Oh, caramba, sí. Y además es un caballero... que no pasa desapercibido. Pero cuando están juntos en la misma habitación, lord Eric y lord Junjin, bueno, no se caen nada bien, si sabe a lo que me refiero.
Vaya. Qué lástima. Cabría esperar que los abuelos congeniaran, puesto que ambos querían lo mejor para su nieto. Jungsoo se limitó a asentir y, por mucho que hubiera preferido lo contrario, volvió a abordar el tema de su visita.
-Si lord Youngwoon está ocupado, no lo moleste. Siempre puedo volver en otro momento, puesto que no  creo que mi mensaje sea un asunto urgente. Pero si dispone de un momento, y no voy a tardar más que eso, querría librarme de esta obligación.
-Desde luego, joven Jungsoo. Intentaré localizarlo ahora mismo. Y por favor entre...
-¡No! -Jungsoo tosió para disimular el sobresalto con el que había respondido.- Es decir, sé que tiene la casa llena de invitados y, bueno, hoy hace tan buen día que preferiría esperar aquí.
Hacía todo menos un buen día. Había bastantes nubes y parecía que podía llover en cualquier momento. El mayordomo asintió y, para no ser incorrecto, dejó la puerta abierta al internarse en la casa.
Jungsoo, temeroso de que alguien la viera al pasar, se alejó de la puerta. Esperaba que Youngwoon estuviera ocupado; pero, por otra parte, quería terminar con aquello de una vez por todas. Tener sentimientos contradictorios no era bueno para el estómago y el suyo estaba protestando violentamente con una persistente sensación de náusea.
Pasaron cinco minutos, y luego otros cinco. Jungsoo estaba casi seguro de que vomitaría entre  los  arbustos si tenía que soportar aquella vergüenza durante un minuto más y decidió que sería mejor, al menos para su estómago, marcharse sin más. Entonces oyó pasos a sus espaldas.
Giró sobre sus talones justo cuando Youngwoon empezaba a decir:
-El mayordomo  dijo  que usted...  -Se detuvo  sorprendido  y el .semblante  se le  alegró  al  reconocerlo.- ¡Usted! Entonces, vive en los alrededores, ¿no es así?
-Bueno, sí. Nuestra casita está junto al camino que conduce a Oxbow, a unos veinte minutos a pie desde aquí.
-¿Nuestra? Usted no está casado, ¿verdad?
Jungsoo parpadeó. Luego sonrió travieso.
-No, que yo sepa. Vivo con mis dos tíos solteros.
Él frunció el ceño.
-Entonces, ¿es usted nuevo en estas tierras? ¿Acaso no lo conoce mi abuelo para no invitarlo a la fiesta?
La conversación estaba tomando un cariz que le incomodaba y Jungsoo no quería entrar en detalles sobre la razón de que lord Eric no les hubiera enviado invitaciones. Youngwoon estaba mostrando demasiada curiosidad hacia él cuando debería estar preguntándole por el mensaje.
Así que Jungsoo se limitó a decir:
-No conozco a lord Eric y, por lo tanto, él no me conoce a  mí.
-Muy bien entonces. -Youngwoon le sonrió-. Como yo sí lo conozco, permítame invitarlo con retraso
Jungsoo alzó la mano para detenerlo. ¿Había pensado realmente que podría eludir el tema?
-Me temo que tal vez le he dado una falsa impresión. Su abuelo no me conoce, pero eso no significa que no haya oído hablar de mí, y creo que puedo decir sin temor a equivocarme que no me consideraría un invitado apropiado para el propósito de esta fiesta.
Jungsoo tenía las mejillas al rojo vivo cuando terminó de decir todo aquello. Pero él asintió en señal de comprensión y luego le sorprendió al decir:
-Entonces vendrá de todas formas, porque yo se lo pido, y al diablo lo que el viejo tenga que decir de usted.
-No, en serio. No podría. Debe permitir que le dé mi mensaje y me vaya.
Él frunció un poco los labios, como si quisiera protestar, pero luego suspiró:
-Muy bien, ¿qué mensaje es ese?
Ahora que tenía que decírselo, Jungsoo no conseguía articular palabra.
-Se me ha hecho muy extraño, ver carruajes en lugar de caballos pululando por el patio del establo, aunque hay menos de los que me imaginaba con una fiesta de esta envergadura. ¿Se han llevado algunos a pastar?
-¿Pastar .. ? -empezó a decir él, pero la imagen que le inspiraron las palabras de Jungsoo, la de cincuenta carruajes más o menos pastando en los campos, le hizo reír antes de terminar la frase.
Jungsoo no encontró nada divertido en lo  que acababa de decir y aprovechó la distracción de Youngwoon  para soltar a toda velocidad:
-Lord Heechul querría tener la oportunidad de hablar con usted en privado. Sugirió que se encontraran en la posada para que él pueda disculparse.
Había conseguido sorprenderlo con la guardia baja. De hecho, ahora lo miraba como si fuera tonto. Pero enseguida torció el gesto y espetó:
-Para volver a insultarme, más bien.
-No, de verdad. Me ha asegurado que lamenta todo lo que dijo, fuera lo que fuese. ¿Acudirá a la cita?
-No.
Para su sorpresa, Jungsoo sintió que su turbación disminuía al oír aquella categórica respuesta. Pero para saldar con honestidad su deuda tenía que hacer otro esfuerzo en nombre de Heechul.
Así que dijo:
-¿Es un no del estilo «me lo pensaré» o un no tipo «necesito que siga  insistiendo»'?
-Ha sido un no rotundo del estilo «no hay nada que hacer».
-Oh, vaya, y yo que pensaba que ese tipo había quedado anticuado.
-¿Qué tipo? -dijo él, en un tono que empezaba a sonar exasperante-. ¿De qué está usted hablando ahora?
-De su no al estilo «no hay nada que hacer». Pensaba que en estos tiempos todo el mundo dejaba cierto margen para cambiar de opinión. Ahorra situaciones incómodas, ¿sabe?, recurrir a las evasivas, solo  por si  más adelante decide cambiar de opinión.
-Sí, pero se ahorra incluso más tiempo si sabes lo que quieres y lo dices.
Jungsoo decidió no seguir por aquel camino y, en lugar de ello,  preguntó:
-¿Realmente le costaría a usted tanto oír lo que él tiene que decirle?
-Costarme no, pero sería una pérdida de tiempo.
Jungsoo había vuelto a ruborizarse, casi con violencia, consciente de que también estaba haciéndole perder el tiempo.
-Lo siento. Debería haberme dado cuenta de que está usted ahora muy ocupado y de que este no es el mejor momento para importunarlo. Me voy. Buenos días, Lord Youngwoon. Ha sido un verdadero placer volver a verle.
-Espere.
Jungsoo ya se había alejado unos quince pasos, intentando huir de su propia turbación, por lo cual apenas oyó a Youngwoon. Se dio la vuelta, sin siquiera saber a ciencia cierta si oír cómo lo llamaba no había sido más que un truco de su imaginación. Pero, no, y cuando lo alcanzó, parecía un hombre a punto de estallar.
-Lo veré con una condición -dijo. Sorprendido, Jungsoo respondió:
-Desde luego. ¿Y cuál es esa condición?
-Que usted haga el equipaje y regrese aquí antes de que se sirva la cena esta noche.
Jungsoo abrió los ojos de forma desmesurada.
-¿Me está invitando a cenar?
-Lo estoy invitando a esta maldita fiesta, mientras dure, por mucho que eso sea.
Jungsoo sonrió. No pudo evitarlo. Parecía muy ofendido por haber tenido que  hacer  concesiones para obtener lo que quería.
-Yo, bueno, no necesito hacer el equipaje. Vivo a la vuelta de la esquina.
-¿Vendrá entonces?
-Mis tíos tendrían que venir conmigo. No puedo asistir a este tipo de eventos sin que ellos me  acompañen.
-Traiga a quien quiera, salvo a él.
Jungsoo asintió.
-Pero ¿se verá usted con Heechul? -Cuando él asintió con brusquedad, añadió-: ¿Cuándo?
-Dentro de una hora. Pero si no es puntual, no lo esperaré. Y luego usted tendrá que explicarme por qué me ha traído este mensaje suyo.
Youngwoon se dio la vuelta y volvió a entrar en la casa. Jungsoo, asombrado con el resultado de su visita, se apresuró en regresar a, casa para darle a Heechul la buena noticia. Había saldado su deuda con él. Estaba francamente aliviado de que todo hubiera terminado, de que ya no tuviera que hacer nunca más nada tan aborrecible como aquello.
Ya había ascendido hasta la mitad de la loma donde había conocido a Youngwoon cuando el mayordomo de lord Eric, corriendo tras él, consiguió que oyera sus gritos.
Cuando lo alcanzó estaba casi sin aliento y entre jadeo y jadeo logró decirle lo que le habían pedido.
-El carruaje de lord Eric irá a recogerlos esta tarde.
-No es necesario -dijo-. Usted sabe que tenemos nuestro propio carruaje.
-Sí, joven. Pero creo que lord Youngwoon desea asegurarse de que vendrá usted. Jungsoo se ruborizó. Imaginaciones del mayordomo, sin duda, pero era muy agradable oírlas.

 ***
Youngwoon no podía creer que, por segunda vez, no le hubiera preguntado al joven cómo se llamaba.  Y no había reparado en ello hasta que Eric le preguntó quién era. Fue entonces cuando se azoró. Había ido en su busca por tercera vez, convencido de que tendrían una discusión cuando le dijera que había invitado a alguien que no era noble. Aquella fue la conclusión que Youngwoon extrajo cuando el joven le explicó por qué Eric lo había excluido de su lista de invitados. Eso y que él y sus tíos vivían en una casita.
La posición social del joven no cambiaba nada para él. Seguía gustándole, en particular su sentido del humor, que con tanta facilidad dispersaba cualquier preocupación que pudiera acosarle. Y su propósito no era casarse con él, por lo cual, ¿qué objeciones podía poner Eric? Pero Youngwoon se estaba engañando.
Él sabía que la clase de personas que habían sido invitadas por Eric, todos nobles, podrían ofenderse si alguien que perteneciera a otra clase se hallaba en la misma fiesta, no como sirviente, sino como un invitado más. También sabía que aquella iba a ser la objeción de Eric y por eso estaba convencido de que tendrían una discusión.
Pero Youngwoon no iba a reñir con él cuando ni siquiera estaba en disposición de decirle a su abuelo quién era el joven. Supuso que podría haberle mencionado que no era noble, pero decidió  aguardar a que el viejo lo descubriera por su cuenta.
Era una excelente oportunidad para ver cómo reaccionaba en una situación así. Averiguaría si era un aristócrata de la vieja escuela, que en su mayoría eran de un esnobismo sin límite, o si pertenecía a la escuela más ilustrada y opinaba que un título no representaba la valía de un hombre.

Youngwoon aún no podía creer que se hubiera prestado a hablar con Kim Heechul, cuando  esperaba no  volver a verlo en su vida. ¿De qué serviría, salvo para aliviar la mala conciencia que tal vez él tenía? Cualquier disculpa suya significaría bien poco para él. Le había demostrado cómo era en realidad. No había nada que pudiera decirle para excusar la gravedad de sus insultos. Y además ahora Youngwoon sabía, si podía fiarse de ese tal Siwon, que él había sido el autor de aquellos ridículos rumores sobre su  «brutalidad».
Heechul aún no estaba en la posada. Youngwoon admitió que había llegado con cinco minutos de antelación, aunque había supuesto que alguien impaciente por hacer las paces estaría allí antes de hora, para asegurarse  de que él no se marchaba. Ahora tendría que aguardar y, en su opinión, el joven no se merecía que lo esperaran ni cinco minutos.
Heechul entró por la parte de atrás. Entonces, ¿había llegado pronto después de todo y solo  pretendía realizar una entrada triunfal? Estaba deslumbrante, casi cegador, cuando lo vio y le sonrió antes de dirigirse a él. Lo hizo despacio, dándole tiempo más que suficiente para que quedara hipnotizado por su belleza. La luz, combinada con las pieles blancas, le hacía resplandecer con una etérea hermosura.
Youngwoon no era el único que no podía quitarle ojo. Los clientes reunidos allí lo miraban con la boca  abierta.
Heechul seguía sonriendo cuando llegó hasta él. Había vacilado unos instantes, tensándose un poco al reparar en la falda escocesa de Youngwoon. Él se la había puesto a propósito. Si tenía dos dedos de frente, Heechul se daría cuenta de que la falda era su forma de decirle, sin palabras, que aquel encuentro no tenía ningún sentido.
-Veo que le han dado mi mensaje -dijo.
-Sí. ¿Y por qué ha venido a dármelo ese joven? -respondió él.
No era su intención preguntarle aquello. Tenía pensado abordar la cuestión más tarde con el mencionado joven y le alivió que Kim Heechul no le diera una respuesta en sentido estricto. No distraerle. Que dijera lo que quisiera, así él podría marcharse antes. Debía tenerlo presente.
Heechul se encogió de hombros.
-¿Por qué no? La mayor parte de las veces, la gente considera un privilegio ayudarme.
Youngwoon no dijo nada, aunque era difícil pensar en una respuesta cuando estaba concentrándose en no echarse a reír. Aquella simple afirmación decía tanto de él, y lo irónico era que Heechul ni siquiera se daba cuenta del efecto que causaba. Rebasaba la mera presunción, la más pura arrogancia, y alcanzaba unos niveles de vanidad y engreimiento que Youngwoon no alcanzó a pensar en la palabra exacta para describirlo, si es que existía alguna.
Aparentemente, venía a presentarle sus disculpas, pero ¿sabría disculparse alguien como Heechul Kim? ¿No sería esa una noción inconcebible para alguien que pensaba que nunca se equivocaba?
Al ver que seguía callado, durante un tiempo que a él le pareció excesivo, Youngwoon se encogió de hombros y se alejó. Pero su acción lo impulsó a hablar.
-¡Espere! ¿Adónde va?
Parecía realmente confuso. Youngwoon tardó un rato en responder.
-No he venido aquí para quedarme mirándolo con la boca abierta, como está haciendo el resto de la sala. Si tiene algo que decirme, dígalo.
Heechul se ruborizó.
-Quería explicarle por qué no fui muy cordial en nuestro primer encuentro.
-¿Así es como lo llaman los ingleses? ¿No ser muy cordial? Tendré que recordarlo la próxima vez que insulte a alguien de manera deliberada.
-No fue a propósito -intentó explicarle-. Yo estaba muy confuso.
-¿Ah, sí? -respondió él con un escepticismo tan evidente que, hasta un niño lo habría notado-. ¿Debido a qué? ¿A que yo hablara con acento escocés? ¿A que lo pareciera? Supongo que no esperaba ninguna de las dos cosas, ¿no?
-Ojalá quisiera entenderme. Estaba segurísimo de que usted y yo no estaríamos hechos el uno para el otro.
-¿Y de que yo sería un bruto?
-Bueno, sí, eso temía. Pero ahora me doy cuenta de lo estúpido que fui. Usted no es un bruto.
-Yo no estaría tan seguro de eso -respondió él, exagerando el acento a propósito.
-La cuestión es que me equivoqué en mis suposiciones.
Youngwoon tenía la sensación de que aquello era lo más parecido a una disculpa que obtendría de él.  Saltaba a la luz que decir « lo siento» era un concepto demasiado ajeno para alguien como él, que sin duda estaba convencido de no hacer nada mal.
-Muy bien, estaba usted equivocado entonces. ¿Quería hablarme de alguna otra cuestión? Su impaciencia por marcharse era tangible pero, por alguna razón, el joven no la percibió.
-Bueno, de hecho, he pensado que podríamos empezar de nuevo -le dijo-. Ya sabe. Olvidarnos de nuestro primer encuentro, como si no hubiera sucedido nunca.
-¿Como si aún estuviéramos prometidos?
Heechul alzó los ojos y le dedicó una de sus radiantes sonrisas.
-Sí. ¿No es una magnífica idea?
Él lo había dicho en broma. El joven hablaba en serio. Youngwoon no salía de su asombro. ¿Pensaba realmente Heechul que él podría olvidar sus insultos? Lo que le había dicho aquel día no solo pretendía herirlo a él, sino divertir a una sala atestada de gente.
Si un hombre hubiera dicho aquellas cosas, Youngwoon se habría peleado con él y se habría desahogado. Pero, al tratarse de un joven, había tenido que marcharse con el rabo entre las piernas, algo que jamás olvidaría.
Aunque aquella no era la única razón por la cual no se casaría con él, y le dio otra,  respondiéndole:
-Creo que me hartaría de tener que competir con mi esposo para ganarme su atención.
-¿Cómo dice?
A Youngwoon no le sorprendió que no hubiera captado la idea. Las personas egocéntricas suelen ser las últimas en admitir que lo son, pero quienes están enamorados de si mismos, como obviamente lo estaba Heechul, son definitivamente un caso perdido.
Él le había escuchado. Heechul ni siquiera le había dado una verdadera disculpa. En lo que a él respectaba, ya le había concedido todo el tiempo que se merecía.
-Buenos días.
Heechul lo miró consternado. Los hombres no lo dejaban a menos que él quisiera que lo hicieran. ¿Qué había sucedido para que él no estuviera postrado a sus pies mostrándole su gratitud por haber cambiado de opinión?
El encuentro no había ido como debía. Le había dado otra oportunidad para casarse con él. Entonces, ¿por qué no volvían a estar prometidos? Estaba empezando a sospechar que Youngwoon era un verdadero bruto. ¿Qué otra excusa podía haber para que él no hubiera captado lo que acababa de ofrecerle con aquella cita?

Heechul aún no sabía que Jungsoo había sido invitado a la fiesta. Había subido a prepararse sin más dilación en cuanto le dijo que Youngwoon había accedido a verlo. Ni siquiera había preguntado por los detalles. Ni tampoco parecía sorprendido de que él hubiera accedido. Jungsoo sospechó que podía haberlo  dado por  hecho, en tan alto concepto se tenía, pero aquel era un mal pensamiento que descartó de inmediato.
Sin embargo, Jungsoo se dio cuenta, cuando ya era demasiado tarde, de la terrible incorrección que había cometido al aceptar una invitación, cualquier invitación, pues tenía un huésped en casa. Y, naturalmente, Heechul no podía quedarse solo. O Minwoo o Hyesung tendrían que acompañarle. Y también eso iba a traer problemas, porque seguro que a sus dos tíos les apetecería asistir a la fiesta de Eric, ahora que habían sido invitados.
Su reacción fue típica de ellos. Por supuesto que tenía que ir, al menos aquella noche. Era una magnífica oportunidad que no podían desperdiciar, ahora que Jungsoo ya había aceptado, solo porque tuvieran un huésped inesperado. Si Heechul no hubiera estado allí, etcétera, etcétera. Pero Jungsoo tendría que explicarle a lord Youngwoon, con mucha cautela, que no podría volver a Raccoon Glade, al menos mientras durara la fiesta, no hasta que su huésped decidiera regresar a su casa.
A Jungsoo le pareció divertido que, aun cuando no lo dijeran abiertamente, resultara obvio que ahora sus dos tíos deseaban que Heechul se marchara, y cuanto antes mejor.
-Yo me quedaré con él -se ofreció Hyesung, consiguiendo disimular solo en parte un suspiro  de tristeza por tener que perderse la fiesta-. Y le diré dónde habéis ido, si me lo pregunta. Pero ¿hay alguna razón para que deba saberlo si no nota vuestra ausencia? Algo así solo conseguiría ofenderle.
La pregunta iba dirigida a Minwoo, quien se tomó unos instantes para pensar antes de responder con pragmatismo:
-No veo por qué tenemos que ofender sin necesidad al joven. Y solo será por esta noche. Y si hay que decírselo, tendrá que comprender que Jungsoo se entusiasmó tanto que olvidó por un momento que Heechul era nuestro huésped.
En realidad, Jungsoo tenía una excusa mucho mejor que aquella, pero no creía que a Heechul le gustara  que se supiera lo que le había pedido que hiciera, así que no había puesto a sus tíos al corriente de sus tentativas como alcahueta. No obstante, si se veía obligado a hacerlo, le explicaría a Heechul que aceptar la invitación a Raccoon Glade había sido la condición para que Youngwoon se viera con él.
Fuera cual fuese el resultado de aquella cita, y el sonoro portazo que había dado Heechul a su regreso no sugería que hubiera ido como esperaba, él había tenido su oportunidad gracias a que Jungsoo había accedido a asistir a la fiesta.
Aquello no era muy halagador para Heechul y por ese motivo Jungsoo lo mantendría en secreto mientras fuera posible. Y, como esperaban sus tíos, puede que Heechul ni siquiera se percatara de su ausencia y se pasara el resto de la tarde en su habitación, haciendo mohínes.
Bueno, era una posibilidad...

Jungsoo y Minwoo consiguieron marcharse antes de que Heechul diera señales de vida, así que no sabrían cómo le había ido a Hyesung con él hasta su regreso. Sin embargo, en cuanto llegaron a Raccoon Glade, ninguno de los dos tardó en olvidarse por completo de su huésped.
Era una gran fiesta, bastante más impresionante incluso que las fiestas a las que habían asistido en Londres. Jungsoo no alcanzaba a imaginarse dónde habían podido alojar a toda la gente que allí se encontraban y se lo comentó a su tío. Raccoon Glade era grande, pero desde luego no tenía cincuenta dormitorios, y mucho menos cien. Como en su juventud Minwoo había asistido al menos a una fiesta como aquella, le sonrió y dijo:
-Alégrate de que no nos pidieran que alojáramos a unos cuantos, como han hecho con nuestros vecinos.
Jungsoo reconoció a varios vecinos y se dio cuenta de que los habían invitado únicamente para pedirles que abrieran las puertas de sus casas. También la posada debía de estar a rebosar, por una vez en su historia.
-Además -añadió Minwoo-, solo los invitados más importantes se alojan en habitaciones para ellos solos. Recuerdo que en una ocasión tuve que dormir con otros seis jóvenes y que nuestro padre, que nos había acompañado a Hyesung y a mí, no tuvo tanta suerte: lo alojaron con otros nueve caballeros. Pero,  cuando celebras fiestas de esta envergadura que duran semanas, lo cierto es que no te queda otra opción.
-Ha venido usted.
Jungsoo se dio la vuelta y vio que Youngwoon se había acercado a él por detrás. Había estado sonriéndole a su tío y seguía con la sonrisa en los labios cuando lo saludó.
-¿Creía que no iba a hacerlo?
-Después del resultado de esa cita que nos organizó, tenía mis dudas.
-¿A qué cita se refiere, querido? -preguntó Minwoo, que estaba a su lado. Jungsoo consiguió no ruborizarse y eludir el tema diciendo:
-Nada importante, tío Minwoo. Te presento a Kim Youngwoon de Shinhwa.
Youngwoon le hizo una reverencia a su tío, con mucha caballerosidad. De hecho, aquella noche parecía todo un caballero, vestido de etiqueta con un frac azul.
-No se parece usted en nada a su abuelo, joven -le dijo Minwoo, y añadió con su habitual franqueza- Yo lo considero una suerte, para usted.
Youngwoon se echó a reír, pero él no fue el único en oírlo.
-¿Lo dice en serio? ¿Y quién es usted, señor?
Minwoo miró al anciano caballero que se había unido a ellos arqueando una ceja.
-¿No me reconoce, Eric? No me sorprende. Ya han pasado más de veinte años.
-¿Es usted Park Minwoo?
-Desde luego.
-Ha ganado usted un poco de peso, querido -gruñó él.
-Y usted parece a punto de caerse muerto. Bueno, ¿qué hay de nuevo?
Jungsoo se tapó  la  boca con la  mano,  deseando  hallarse a tres metros de allí para poder reírse a   gusto.
Youngwoon, mirándolos alternativamente, mientras ellos se fulminaban con la mirada, dijo:
-Entonces, ¿conocía usted al joven?
-¿Qué joven? -le preguntó Eric malhumorado-. ¿No estarás hablando de este vejestorio?
-Creo que se refiere a mi sobrino, pasmarote -puntualizó Minwoo.
Eric reparó en Jungsoo, que en aquel momento ya no tenía ganas de echarse a reír. El malhumor de Minwoo podía ser divertido, pero no cuando insultaba a su anfitrión.
No obstante, él no parecía haberse dado por aludido y ahora estaba mirándole con ávida curiosidad hasta que al fin dijo:
-Dios mío, ¿es usted un Park?
Jungsoo sabía por qué se había sobresaltado. Por desgracia, al igual que sus tíos, también él era en ocasiones más directo de lo que debería y respondió:
-La última vez seguía siéndolo, y continúo vivo.
Eric tuvo la cortesía de ruborizarse. Y Jungsoo también, por haber sido tan poco diplomático en su respuesta. Youngwoon, percatándose de ello, frunció el entrecejo y dijo:

-Perdónennos -y se llevó a Jungsoo a rastras a la estancia contigua.


3 comentarios:

  1. Esta mal que odie con todo mi ser a Hee por creer que con solo ser bonito todo tiene que hacerse como él quiera?
    Me desespera la "sumisión " de Jungsoo hacia Hee, hermano espabilate un poco y ponete por delante de los intereses de otros

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  2. Aaarrgg...ese egocentrismo de Hee y su amor propio me da cosa...pero se me quita cuando le hacen desplantes como ese😂😂😂😂
    Imagino que son cosas de ética o época o quien sabe que cosa...pero eso de tener tanta consideración con alguien como Hee y que además llego sin ser invitado,como sinfuera su propia casa...no me va.
    El alivio de Kangin cuando vio a Jungsoo y cuando supo que no estaba casado,y qué decir de cuando lo vio llegar a la cena *0*
    ..creo que él no lo sabe,pero Teuk le mueve el tapete😉😉😉
    Muy cordiakes el abuelo de Kangin y el tío de Teuk😂😂😂😂😂
    Se lo llevo *0*

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  3. yo creo que todo bien por el momento

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...