Trampa de Amor -1



—¿Con Lee Hyukjae?  —Donghae miró a su abuelo con sorpresa, un abuelo que había sido un extraño para él, excepto en su reputación—. A cambio del dinero que necesito, ¿esperas que me case con Lee Hyukjae?
—Exactamente —sonrió el abuelo de Donghae.
Donghae intentó controlar sus emociones mientras trataba de recuperar la voz para enfrentarse a su abuelo.
Lee, el magnate coreano que había tomado las riendas del moderadamente exitoso negocio de su padre y lo había transformado en una corporación que competía con la de su abuelo, el hombre que cambiaba de pareja más rápido que de coche.
—¡No puedes estar hablando en serio! —levantó la mirada y apretó los dientes. La sola idea lo enfermaba—. La familia Lee fue la responsable de la muerte de mi padre…
Él los despreciaba tanto como a su abuelo. Y a todo lo coreano.
—Y por esa razón, se cortó mi descendencia —dijo su abuelo con dureza—. Quiero que la familia Lee tenga el mismo destino. Si él se casa contigo, no tendrá descendencia.
Donghae dejó de respirar del shock. Su abuelo lo sabía. De algún modo lo sabía.
Donghae se puso pálido y se le cayó la carpeta que tenía en la mano, y se desparramaron papeles por todo el suelo de mármol. Él ni se dio cuenta.
—¿Sabes que no puedo tener hijos?
¿Cómo era posible que lo supiera si lo había mantenido en secreto?, se preguntó.
Donghae lo miró con la respiración agitada. Se sentía vulnerable. Desnudo ante un hombre que, a pesar de tener su misma sangre, había sido un extraño desde su infancia. Un hombre que lo miraba con satisfacción. Park Sooman, su abuelo.
—Yo me ocupo de saber todo de todo el mundo. La información es la llave del éxito en la vida.
Donghae tragó saliva. Su abuelo era cruel.
Hacía mucho tiempo que había aceptado la idea de que no se casaría. Su futuro le depararía cualquier cosa menos el matrimonio. ¿Cómo iba a casarse un joven en su posición?
—Si realmente sabes todo sobre mí, entonces también sabrás la razón por la que estoy aquí. Debes saber que mi appa está cada vez más enfermo… Que necesita una operación.


—Digamos… que sabía que vendrías.
Donghae se sintió furioso interiormente. Lo odiaba.
Miró a su abuelo, a quien acababa de conocer y se estremeció de repulsión. Tenía dolor de cabeza, y ahora le dolía el estómago, algo que le recordaba que había estado demasiado nervioso como para comer en los pasados días.
Se jugaba mucho en todo aquello. El futuro de su appa estaba en      sus manos, en su habilidad para negociar algún tipo de acuerdo con un hombre que era un  monstruo.
Donghae miró alrededor con desagrado. Aquel despliegue de riqueza lo mareaba.
Aquel hombre no tenía vergüenza. ¿Sabía que tenía que tener tres trabajos para poder dar a su appa los cuidados que necesitaba? Cuidados de los que él tendría que haberse hecho cargo durante los pasados quince años.
Donghae intentó calmarse. Un pronto no lo llevaría a ningún sitio. Pero le daban ganas de marcharse y dejar solo a aquel tirano. Pero no podía hacerlo. Tenía que permanecer allí, concentrado en la tarea que tenía en sus manos.
Nada lo distraería del motivo por el que estaba allí. Aquel hombre había ignorado las necesidades de su appa durante quince años; había negado su existencia, pero Donghae no permitiría que lo ignorase también a él. Era hora de que se enterase de lo que era la familia.
—Borra esa expresión de tu cara. Tú has acudido a mí, ¿no lo recuerdas? Eres tú quien quiere el dinero —dijo Sooman con dureza.
Donghae se puso rígido.
—Por mi appa.
Sooman pronunció un gruñido de desprecio y respondió.
—Podría habérmelo pedido él mismo si tuviera agallas.
Donghae sintió rabia.
—Mi appa está muy mal…
Sooman lo miró fijamente y sonrió con desprecio.
—Y ésa es la única razón por la que estás aquí, ¿verdad? Nada más te induciría a traspasar el umbral de mi casa. Me odias. Él te ha enseñado a odiarme —se inclinó hacia delante—. Estás furioso, pero intentas ocultarlo porque no quieres arriesgarte a ponerte en mi contra por si te niego mi ayuda.
Incapaz de creer que pudiera ser tan despiadado, Donghae dijo:
—Él era el esposo de tu hijo…
—No me lo recuerdes —respondió Sooman, serio, sin remordimientos ni lamentos—. Es una pena que no seas un chico. Me da la impresión de que has heredado el espíritu de tu padre. Incluso te pareces un poco a él físicamente. Tendrías que haber tenido cabello claro y ojos azules, y si mi hijo no hubiera sido seducido por ese joven, tú tendrías el estatus que te mereces, y no habrías vivido los últimos quince años de tu vida en el exilio. Todo esto podría haber sido tuyo.
Donghae miró «todo esto». El contraste entre sus circunstancias y las de su abuelo era impresionante. La prueba de su riqueza estaba en todas partes, desde las ostentosas estatuas que vigilaban casi todas las entradas de su mansión a la enorme fuente que presidía el patio.
Donghae pensó en su hogar, un piso pequeño en una planta baja en una zona marginal de Londres, que había adaptado a la minusvalía de su appa.
Pensó en la lucha de su appa por la supervivencia, una lucha que aquel hombre podría haber suavizado.
Apretó los dientes e intentó controlarse nuevamente.
—Estoy contento con mi estatus. Y me encanta Inglaterra.
—¡No me contestes! —lo miró, furioso—. Si me contestas, él jamás se casará contigo. Aunque no tengas aspecto de coreano, quiero que tu comportamiento sea totalmente el de un joven coreano. Serás obediente y dócil, y no darás tu opinión sobre ningún tema, a no ser que se te pregunte. ¿Me oyes?
Donghae lo miró, incrédulo.
—¿Hablas en serio? ¿De verdad crees que voy a casarme con  Lee?
—Si quieres el dinero, sí —Sooman sonrió desagradablemente—. Te casarás con Lee Hyukjae y te asegurarás de que él no se entere de tu infertilidad. Yo me encargaré de que los términos del acuerdo lo aten a ti hasta que tengan hijos. Como tú jamás tendrás un heredero, él se verá sujeto a un matrimonio sin hijos para siempre —se echó hacia atrás y se rió—. El justo castigo. Siempre se dice que la venganza es un plato que se sirve frío. He esperado quince años este momento. Pero ha valido la pena. Es perfecto. Tú eres la herramienta de mi venganza.
Donghae lo miró, horrorizado. No le extrañaba que su appa le hubiera advertido que su abuelo era el mismo   demonio.
—No puedes pedirme que haga esto.
No podía casarse con Lee Hyukjae. Tenía todas las características que él despreciaba en un hombre. No podía pedirle que compartiese la vida con él.
—Si quieres el dinero, tendrás que hacerlo.
—Está mal…


—Se trata de justicia. Lo justo hubiera sido castigar a la familia Lee hace mucho tiempo. Los coreanos siempre vengan a sus muertos y tú, aunque sólo seas medio coreano, deberías saberlo.
Donghae lo miró, impotente. No podía decir nada que pudiera indisponer a su abuelo contra ella. Haría cualquier cosa por conseguir el dinero para su appa. Y tener a aquel hombre de enemigo no le convenía. Luego se rió de su propia ingenuidad: ya eran enemigos. Lo habían sido desde que su appa había sonreído a su padre y había conquistado su corazón, estropeando los planes de Sooman de boda con un buen joven coreano.
—Lee jamás aceptará casarse conmigo —dijo su abuelo serenamente.
Y él no tendría que pasar el resto de su vida con un hombre que le habían enseñado a odiar. Lee Hyukjae era un jugador, se consoló. No le interesaba el matrimonio.
Además, ¿cómo se iba a casar con él, si sus familias estaban enfrentadas?
—Ante todo, Lee Hyukjae es un hombre de negocios. Y el incentivo para que se case con mi nieto será demasiado tentador como para que lo rechace.
—¿Qué incentivo?
Su abuelo sonrió con desprecio.
—Digamos, simplemente, que yo tengo algo que él quiere, lo que es la base de cualquier negociación. Y también es un hombre que no puede dejar pasar un joven atractivo sin intentar seducirlo. Por alguna razón, tiene preferencia por los morenos, así que estás de suerte, o lo estarás cuando te quitemos esos vaqueros y te pongamos ropa decente. Y si quieres ese dinero, no harás nada para ahuyentarlo. Y ahora, recoge esos papeles que has tirado al suelo.
«¿De suerte?», pensó Donghae. ¿Su abuelo realmente pensaba que  atraer a ese arrogante y despiadado coreano era una suerte?
Con mano temblorosa, Donghae recogió automáticamente los papeles que se le habían caído. ¿Qué alternativa tenía? No tenía otra forma de conseguir el dinero que necesitaba, se dijo. Y se consoló diciendo que no sería un matrimonio en el verdadero sentido de la palabra. Probablemente, apenas hablasen.
—Si lo hago, si digo «sí», ¿me darás el dinero?
—No… Pero, Lee te lo dará. Te dará una suma de dinero todos los meses. En qué te lo gastes, será decisión tuya.
Donghae se quedó con la boca abierta. Su abuelo había planeado un acuerdo en el que ni siquiera tenía que poner su dinero.
Lee Hyukjae no sólo iba a tener que casarse con el joven nieto de su peor enemigo, sino que tendría que pagar por ese   privilegio.
¿Por qué aceptaría una idea tan disparatada?


¿Cuál era exactamente el incentivo al que se había referido su abuelo?
Pero una cosa estaba clara: si quería el dinero, tendría que hacer algo que se había prometido no hacer jamás: tendría que casarse. Y no sólo eso. Sino que se casaría con el responsable de la muerte de su padre. Un hombre al que odiaba.


—¿Por qué acude a nosotros Park Sooman ? —preguntó Lee Hyukjae, caminando a lo largo de la terraza de su lujosa mansión. Luego se detuvo para estudiar la expresión de su padre; pero no notó nada. El hombre había aprendido desde muy joven a ocultar sus emociones—. La enemistad entre nuestras familias se remonta a tres generaciones.
—Al parecer, ésa es la razón de su acercamiento —dijo su padre—. Cree que es hora de arreglar las cosas. Públicamente.
—¿Y cómo es que Park Sooman quiere arreglar las cosas? Es un hombre malicioso y despiadado.
El solo hecho de que su padre estuviera dispuesto a encontrarse con aquel hombre lo sorprendía. Pero su padre se estaba haciendo viejo, pensó Hyukjae con pena, y la pérdida de la empresa familiar hacía muchos años siempre había sido una espina clavada en su corazón.
Su padre suspiró.
—Quiero que termine este odio, Hyukjae. Quiero jubilarme en paz con tu appa, sabiendo que lo que es nuestro por derecho ha vuelto a nosotros. Ya no estoy para peleas.
Hyukjae sonrió peligrosamente. Afortunadamente, él no las temía. Si Park Sooman pensaba que podía intimidarlo, descubriría que había dado con la horma de su zapato.
Su padre recogió unos papeles.
—El acuerdo que ofrece es sorprendente.
—Razón de más para sospechar de sus motivos —dijo Hyukjae. Su padre lo miró con cautela.
—Serías un necio si no escuchases lo que quiere decirte —dijo su padre—. Será lo que sea Sooman, pero es coreano. Y es un halago que te ofrezca reunirte con él.
—El halago sería que desaparezca para siempre —respondió Hyukjae mirando a su padre.
De pronto se dio cuenta de que su padre había envejecido. Que la tensión de aquella eterna enemistad lo había ido consumiendo.
—He aceptado la reunión en nombre tuyo —su padre lo miró, cansado.


Y Hyukjae pensó que lo haría por su padre.
—Bien. Dime qué ofrece —dijo Hyukjae.
—Va a devolvernos la empresa —su padre se rió con desprecio y puso los papeles sobre la mesa—. Aunque sería mejor decir «nuestra empresa», puesto que lo era antes de que Park estafase a tu abuelo.
«¿Park ofrece devolver la empresa?», pensó Hyukjae, ocultando su sorpresa.
—¿Y a cambio de qué? —preguntó. Su padre desvió la mirada de él.
—A cambio de casarte con su nieto.
—¡Estás de broma! —los ojos oscuros de Hyukjae lo miraron con incredulidad—. ¿En qué siglo estamos?
Sin mirarlo, su padre movió los papeles frente a él y respondió:
—Lamentablemente, ésas son las condiciones.
—No estás bromeando, ¿verdad? —dijo Hyukjae, petrificado, con expresión seria—. En ese caso, te diré que no hay nadie menos atractivo para mí como potencial consorte que un miembro de la familia Park.
Su padre se pasó la mano por detrás del cuello para aliviar la tensión.
—Tienes treinta y cuatro años, Hyukjae. En algún momento  te tienes que casar con alguien. A no ser que quieras pasarte la vida solo y sin hijos.
—Quiero tener hijos. Me apetece mucho. Es el esposo el problema. Lamentablemente, no encuentro un joven con las cualidades que exijo. No deben existir.
Recordó a las últimas parejas con las que había salido: un gimnasta, un bailarín… Ningún había despertado su atención más de unas semanas.
—Bueno, si no puedes casarte por amor, entonces, ¿por qué no por razones de negocios? —dijo su padre—. Si te casas con el joven, la empresa es nuestra.
—¿Así de sencillo? —preguntó Hyukjae achicando los ojos—. No puede ser tan sencillo.
—Es un hombre viejo. La empresa tiene problemas. Park sabe que tú eres un brillante nombre de negocios. Con la boda protege a su nieto económicamente, si quiebra la empresa. Y sabe que contigo a la cabeza, la empresa se salvará. Es una oferta generosa.
—Eso es lo que me preocupa. Park Sooman no es una persona que haga ofertas generosas.
—Ofrece un incentivo considerable por casarte con el joven.
—Yo necesito un incentivo considerable para casarme con alguien al que no he visto siquiera —dijo Hyukjae, cavilando.


No podía comprender por qué Park le ofrecía la empresa. Ni por qué quería que se casara con su nieto.
—Es hora de dejar a un lado las sospechas y aprender a confiar. Park empezó ese negocio con mi padre y luego se lo arrebató. Dice que se arrepiente del pasado y que quiere enmendarlo antes de morirse.
—¿Y tú lo crees?
—Nuestros abogados tienen un borrador del acuerdo. ¿Qué razón tendría para no creerlo?
—Que Park Sooman es un megalómano malicioso que sólo actúa por interés propio —Hyukjae se quitó la corbata de seda y la tiró encima de una silla. Sentía la adrenalina correr por sus venas—. ¿Es que te tengo que recordar sus pecados contra nuestra familia?
—Es un hombre viejo. Quizás se esté arrepintiendo.
Hyukjae echó atrás la cabeza y se rió maliciosamente.
—¿Arrepentirse? Ese mal nacido no sabe siquiera el significado de esa palabra. Estoy tentado de seguir adelante con esto sólo para saber qué está tramando —Hyukjae hizo señas discretamente a un empleado para que le llevase algo de beber mientras se desabrochaba los botones de arriba de la camisa. El calor en julio era insoportable—. ¿Y por qué no puede conseguirse un marido su nieto? Park ha mantenido la existencia del joven. Nadie sabe nada de él. ¿Es feo o tiene alguna enfermedad que puedan heredar mis hijos?
—También serían sus hijos —señaló su padre—. Y tú no has sido capaz de encontrar esposo.
—No lo he buscado. Y no quiero a uno elegido por mi enemigo.
La idea casi le daba risa. El heredero de Park tenía que tener algún problema, si no, se habría casado hacía mucho tiempo, pensó.
—Estoy seguro de que es un joven encantador —murmuró su padre.
Hyukjae alzó una ceja en señal de burla.
—No lo creo. Si fuera guapo, Park no lo habría tenido oculto, y la prensa lo habría acosado como a mí. Al fin y al cabo, es un joven extremadamente rico.
—La prensa te persigue porque les das motivos… Mientras que el heredero de Park ha estado en Inglaterra.
—Inglaterra tiene la prensa rosa más indiscreta del mundo — murmuró Hyukjae frunciendo el ceño—. Si lo han dejado en paz, será porque es un monstruo y no tiene personalidad.
—Evidentemente, lleva una vida discreta. No como tú. El chico estuvo en un internado inglés. Su appa era inglés, si recuerdas.
—Por supuesto que lo recuerdo —Hyukjae acabó su copa, recordando—. También recuerdo que su appa murió cuando explotó nuestro barco. Junto con su marido, que era el hijo único de Park Sooman.
Hyukjae recordó a una criatura sin vida en sus brazos mientras lo llevaba hasta la superficie… Caos, horror, sangre, gente gritando…
—El nieto perdió a sus padres y Park nos culpa por ello. ¿Y ahora quiere que me case con su nieto? Tendré que dormir con un arma debajo de la almohada, si acepto. Estoy sorprendido de que hayas aceptado su sugerencia con tanta ecuanimidad.
—Nosotros también perdimos familia en aquella explosión.  Y  el  tiempo ha pasado. Es un hombre  viejo.
—Es un hombre muy malo.
—Nosotros no fuimos responsables de la muerte de su hijo. Tal vez el tiempo le haya dado la oportunidad de reflexionar y ahora se dé cuenta — su padre se pasó la mano por la frente, visiblemente afectado por los recuerdos—. Él quiere que su nieto tenga un marido coreano. Desea volver a tener descendencia.
—¿Y el joven? ¿Por qué iba a querer aceptar semejante matrimonio? Él es el nieto de Park Sooman. No creo que siéndolo tenga la estabilidad emocional que yo desearía en un esposo.
—Al menos, conócelo. Siempre estás a tiempo de decir «no».
Hyukjae lo miró, pensativo. Era cierto que deseaba tener hijos. Y siempre había querido recuperar Industrias Park.
—¿Qué consigue él? Park consigue descendencia. Yo consigo nuestra empresa e hijos… ¿Y él?
—Hyukjae…
—Dime…
—El día de la boda vas a tener que ingresar dinero en su cuenta personal —su padre volvió a mirar los papeles—. Una sustancial suma. Y esa suma se repetirá todos los meses durante el matrimonio.
Hubo un largo silencio. Luego Hyukjae se rió forzadamente.
—¿Dices en serio que el heredero de Park quiere dinero por casarse conmigo?
—La parte económica es una parte importante del acuerdo.
—El joven es más rico que Midas —dijo Hyukjae con temperamento mediterráneo—. Y no obstante, ¿quiere más?
Su padre carraspeó.
—Los términos del acuerdo son muy claros. Él recibe dinero.
Hyukjae caminó hacia el extremo de la terraza y miró la ciudad que tanto amaba.
—Hyukjae…
—No sé por qué dudo —Hyukjae se dio la vuelta con gesto de desprecio—. Todos están interesados en el dinero. El hecho de que éste quiera más que la mayoría no cambia nada. Al menos, es sincero, algo que lo honra. Como has dicho tú, éste es un negocio.
—Lo haces ver duro e interesado, pero, ¿por qué no te reservas el juicio? —le dijo su padre—. Cualquier pariente de Sooman va a estar acostumbrado al dinero y un estilo de vida extravagante. Su requerimiento de fondos tal vez no tenga nada que ver con su carácter. Él podría ser dulce.
Hyukjae hizo un gesto de desagrado.
—Los jóvenes dulces no piden grandes sumas de dinero de futuros esposos. Y si es un Park seguramente tenga cuernos y cola, como todos los demonios…
—Hyukjae…
—Como tú, yo quiero recuperar la empresa, así que lo veré porque estoy intrigado. Pero no te prometo nada —le dijo Hyukjae, dejando su copa vacía sobre la mesa—. Si él será la appa de mis hijos, por lo menos no tendrá que darme dolor de estómago verlo.



5 comentarios:

  1. O____O
    OMG !!!!
    Si se supone que los padres de Hae~ murieron, por que inventaron que su appa murió, si es evidente que nop!!!!
    Ahhhh Hyuk~
    Y Hace por qué no puede tener bebés!????? Ahhhh
    Que interesante!

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  2. que feo lo esta utilizando y lo peor es que lo tiene que hacer por su appa tu puedes pecesito
    y lindo monito se muy precavido

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  3. Que lindo,quiero un abuelo así...para que me case con HyukJae *0*
    Bueno,al menos Hae sabe dedde ahorita que todo es plan con maña,parte de una venganza...hasta ahorita según el abuelo de Hae,los únicos que salen perdiendo son los Lee.
    Si el padre de Hae murio en el barco de los Lee,donde ellos también perdieron familia...¿Cómo es que son ellos los responsables?¿por ser dueños del barco?
    ¿Y si el abuelo de Hae queria matar a los Lee pero su hijo estaba ahí por casualidad?...quizás por eso es así el abuelo,aunque quien sabe,si los Lee lo consideran malo,es porque así lo ha sido siempre.
    Lo bueno que Hyuk sabe que Sooman es malo,seguro que se pone a las vivas en todo este asunto.
    Oh Hyukjae...Hae te causara dolor de estómago...pero no de ese que imaginas...solo espera y veras.

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  4. Wauu esta historia si que inicio interesante 😃

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  5. OMG!!! Este EunHae va a dar serios problemas desde el principio
    Hae no puede tener hijo TvT pobrecito del pez
    Siento que Hyuk sera el hombre mas frio del mundo en el fic :c
    Me ha encantado la trama

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...