Pasión Nocturna (DH8)- 18




Otro chico, que se parecía bastante a Siwon, salió corriendo de la casa. Era evidente que era algunos años mayor.
—¿Sí, padre?
—Cuida a tu hermano; si se sienta o se mueve, ve a buscarme.
El chico sonrió como si su padre le hubiese dado un regalo.
—Lo haré, señor.
Su padre dio media vuelta y los abandonó. En cuanto estuvo fuera de vista, se volvió, para reírse de Siwon.
—Pobre pequeño Won —dijo burlonamente—. Me pregunto qué te hará padre si caes.
Sungjoon lo golpeó en el estómago.
Siwon gimió ante el dolor, pero no se movió de la pared.
Eso sólo enojó más a Sungjoon. Gruñéndole a Siwon, comenzó a golpearlo. Siwon se defendió, pero fue inútil. En poco tiempo, Sungjoon lo tenía otra vez en el piso.
—¡Padre! —gritó Sungjoon, corriendo hacia la puerta por la que su padre había desaparecido—. ¡Se cayó!
Heechul se apartó, temeroso del castigo adicional que el padre de Siwon había cargado sobre él. Ya había visto su espalda, en directo. Había pasado sus manos por aquellas cicatrices que él llevaba con gracia y dignidad.
Verdaderamente debía odiar a su padre, y sin embargo jamás decía una sola palabra en contra de ninguno de ellos. Siwon simplemente seguía adelante con su vida, sufriendo en silencio y guardándose todos los recuerdos para sí mismo.
Para él, eso era admirable. La pantalla quedó negra.
—Eso no cambia nada —dijo Yesung, frunciendo el labio—. Bueno, también lo golpearon. Me doy cuenta que no corregiste el hecho de que haya estado torturando…
—A un soldado griego cuyo ejército había marchado sobre una villa romana — dijo Shin, interrumpiéndolo—. Cada mujer, joven y niño que había allí fueron encerrados dentro del templo de Minerva antes que lo quemaran. Siwon estaba detrás de ese ejército, para detenerlos antes que mataran a más inocentes.
Yesung se mofó.
—No todos eran inocentes.
—No —dijo Heechul, con la garganta anudada—. Pero él era un General durante una época en que las cosas eran violentas.
—Sí —dijo Shin con calma—. E hizo lo que tenía que hacer.
Yesung bufó.
—Sí, claro. Siwon pasó toda su vida humana intentando complacer a su padre, intentando enorgullecer a ese animal.
Shin también refutó eso.
—Y cuando eran pequeños, temía tanto a su padre que tartamudeaba cada vez que estaba en su presencia.
—Jamás dudó en cometer un acto de crueldad para complacer a su familia.
—¿Jamás?
Heechul observó el espejo que mostraba otra vez a Siwon como niño. Tenía alrededor de ocho años, estaba recostado en la cama, durmiendo. Su corazón se aceleró ante la dulce y pacífica imagen que ofrecía.
Hasta que la puerta de su dormitorio se abrió.
Siwon se irguió rápidamente mientras la luz de una lámpara lo iluminaba.
Su padre lo levantó de la cama y literalmente lo arrojó al piso. Siwon miró a su padre, y luego a quien sostenía la lámpara.
Era Sungjoon.
—¿Qué es esto? —preguntó su padre mientras arrojaba una manta a Siwon. Éste se puso pálido.
—¿Qué es esa manta, Yesung? —preguntó Shin. Los ojos de Yesung se volvieron fríos.
—Es el pedazo de manta de mierda que el pequeño bastardo me dio una noche de invierno, y me golpearon por eso.
—¡Siwon! —gritó su padre mientras lo golpeaba—. Respóndeme.
—M-m-manta.
—Vi que se la entregaba al esclavo, padre —dijo Sungjoon—. No quería que el esclavo tuviera frío.
—¿Eso es cierto? —Siwon parecía horrorizado—. ¡¿Es cierto?!
Siwon tragó con fuerza.
—Él tenía f-f-f-frío.
—¿En verdad? —se mofó su padre—. Bueno, mejor que sufra un esclavo que tú, ¿verdad? Quizás es hora de que aprendas esa lección, niño.
Antes de que Siwon pudiera moverse, su padre le desgarró la ropa, luego le torció el delgado brazo y lo arrastró fuera de la habitación. Completamente desnudo, Siwon fue llevado afuera, donde su padre lo ató a un palo. Hacía tanto frío que sus respiraciones formaban heladas nubes alrededor de ellos.
—P-p-por…
La súplica de Siwon fue cortada por otro violento revés.
—Somos romanos, niño. Nosotros no rogamos piedad de nadie. Por eso, serás golpeado aún más cuando llegue la mañana. Si sobrevives a la noche.
Temblando por el frío, Siwon mordió su labio para evitar que sus dientes castañetearan.
Sungjoon se rió de él.
—Creo que estás siendo demasiado bondadoso, padre.
—No me cuestiones, Sungjoon, a menos que desees unirte a él.
La risa de Sungjoon murió instantáneamente. Sin otra palabra y sin mirar atrás, los dos regresaron a la casa y dejaron a Siwon solo, afuera.
El pequeño cayó de rodillas mientras intentaba aflojar sus manos. Era inútil.
—Juro que seré un buen romano —susurró con calma—. Lo seré. La escena se desvaneció.
—No estás convenciéndome, Shindong —dijo Yesung fríamente—. Aún pienso que es un despiadado bastardo que no merece nada.
—¿Y qué tal esto?
Esta vez, cuando el espejo se iluminó, Heechul vio lo que parecía una versión seriamente desfigurada de Yesung, persiguiendo a una versión más vieja de su padre, a través de la antigua casa romana que sabía que era suya.
El hombre adulto sangraba, con el rostro destrozado, como si le hubiesen pegado.
El hombre cayó en lo que parecía ser un comedor, donde Siwon estaba sentado ante un escritorio, vistiendo su armadura, escribiendo una carta. Frunciendo el ceño, se puso de pie mientras veía el frenético escape de su padre.
Este cayó contra él y se aferró a las correas de metal de la coraza de Siwon.
—Por el amor de Júpiter, ayúdame, muchacho. ¡Sálvame!
Yesung se aproximó mientras veía a Siwon con todas las insignias militares. La luz de las velas resplandecía contra la armadura dorada, que era contrastada por su capa rojo sangre.
Siwon era una imagen temible mientras empujaba a su padre a un lado y extraía su espada lentamente de su vaina de cuero borgoña, como para librar combate con Yesung.
—Eso es, chico —dijo su padre con una maligna risa—. Enséñale al despreciable esclavo lo que te enseñé.
—Adelante, bastardo —gruñó Yesung desafiantemente—. Estoy aquí por mi venganza, y no puedes matar a alguien que ya está muerto.
—No planeaba hacerlo —dijo, simplemente.
—Siwon —gruñó su padre—. ¿Qué estás haciendo, muchacho? Tienes que ayudarme.
Con el rostro absolutamente estoico, Siwon miró a su padre como si fuese un completo extraño.
—Somos romanos, padre, y hace tiempo que dejé de ser un niño. Soy el General en que me convertiste, y me enseñaste bien que no hay que rogar piedad de nadie.
Le entregó el puño de su espada a Yesung.
Habiendo dicho esas palabras, Siwon saludó a su hermano, salió de la habitación y cerró la puerta.
Los gritos de su padre resonaron mientras caminaba lentamente por el corredor. Heechul no podía respirar mientras presenciaba la tragedia que era la vida de ambos. Una parte de él no podía creer que Siwon hubiera dejado a su padre morir de ese modo, y la otra parte lo comprendía completamente.
Pobre Siwon. Pobre Yesung. Ambos eran víctimas del mismo hombre. Un hijo despreciado porque era un esclavo, y el otro porque no era despiadado e insensible. Al menos no hasta ese momento.
Observó a Yesung, cuyos ojos aún cargaban el odio y sufrimiento de su pasado.
—Si odias tanto a Siwon, ¿por qué no lo mataste también, Yesung?
—Perdona el mal juego de palabras, pero el hombre ciego estaba un poco corto de vista en ese momento.
—No —susurró Heechul —. Lo sabías, ¿verdad? Sabías quién merecía tu odio, y quién no.
El gesto de desprecio de Yesung se volvió aún más frío mientras lanzaba una mirada amenazante a él y a Shindong.
—Esto no cambia nada. Siwon aún no merece la paz. No merece nada excepto desprecio. Es hijo de su padre.
—¿Y tú qué eres? —preguntó Heechul—. A mí me parece que eres tú quien carga con ese ácido odio que no te deja vivir en paz. Siwon no golpea a la gente. Jamás. Para mí, eso lo hace el doble de hombre que eres tú.
La mirada de Yesung lo perforó.
—Oh, crees que eres tan especial. Que él merece que lo defiendas. Te diré algo, dulzura, si quieres saber a quién ama realmente Siwon, ve al solarium en su casa. Imagina cuánto debe haber significado Liu para él, que ha estado arrastrando su estatua por más de dos mil años.
—Yesung… —gruñó Shin en advertencia.


—¿Qué? Es cierto, y lo sabes. —Yesung dio un paso atrás y pareció que estaba intentando desaparecer—. ¿Qué mier…?
Shin lo miró extrañamente.
—Que conste, Yesung. Si alguna vez lastimas a Heechul, te mataré. Y malditos sean los dioses y las diosas.
Yesung abrió la boca como para discutir, pero se desKevinció antes que alguna palabra pudiera salir.

Lo próximo que Heechul supo fue que estaba de regreso en la biblioteca de Siwon, justo donde había estado parado.
—¿Heechul? —preguntó Siwon regresando a la habitación—. ¿No escuchaste mi pregunta?
Heechul se estiró para tocar el estante más cercano y confirmar que estaba  allí.
Sí, estaba de regreso. Pero de repente se sentía bastante raro.
—No —le dijo a Siwon—. Me perdí de tu pregunta, lo siento.
—Kennie quería saber si te gustan los champiñones.
—Me son totalmente indiferentes.
Siwon lo miró divertido antes de pasarle la información a Kennie. Luego que terminó de ordenar su cena, regresó el teléfono a su bolsillo.
—¿Estás bien?
No, no lo estaba. Las imágenes y palabras de Yesung y Shin se agitaban en su mente.
Y quería saber a quién creerle.
—¿Dónde está tu solarium?
No había modo de pasar por alto la ola de aprensión que atravesó a Siwon.
—¿Mi qué?
—Tu solarium. Tienes uno aquí, ¿cierto?
—Yo… eh, sí, tengo uno.
Al menos no le mentía en eso.
—¿Puedo verlo?
Él se puso rígido.
—¿Por qué?
—Me agradan los solariums. Son lindas habitaciones —Heechul salió de la biblioteca hacia el otro lado de la casa—. ¿Es por este camino?
—No —dijo Siwon mientras lo seguía—. Aún no entiendo por qué querrías…
—Dame el gusto. Sólo un segundo, ¿está bien?
Siwon se debatió. Algo no estaba bien con Heechul, podía sentirlo. Y, sin embargo, no podía esconderse del pasado; y por alguna razón que no comprendía, no quería ocultarle nada.
Inclinando su cabeza majestuosamente, dio un paso atrás, hacia las escaleras.
—Si me sigues…
Lo condujo escaleras arriba hacia la habitación que quedaba junto a su dormitorio, cuya puerta estaba cerrada con un teclado numérico.
Heechul lo observó ingresar el código. La puerta se destrabó. Siwon respiró hondo antes de abrirla.
El corazón de Heechul se encogió mientras veía la estatua de una hermosa joven en medio del solarium. Había una llama eterna ardiendo junto a ella.
Miró a Siwon, quien se rehusaba a encontrar su mirada mientras miraba el piso.
—Entonces por esto que es que te estabas volviendo loco por el aceite de lámpara. Debes haberla amado realmente.
Siwon miró la estatua mientras las palabras de Heechul resonaban en sus oídos. Como siempre, el rostro de Liu miraba fijamente la nada. Vacía. Fría.
Insensible.
Le dolía el pecho por la dura realidad del pasado, y su propia y particular estupidez al intentar aferrarse a algo bueno de su vida como humano.
—Sinceramente, ni siquiera la conocía —dijo con calma—. Probablemente jamás haya hablado más que un par de palabras durante su vida y, sin embargo, si hubiese podido tener una pareja que me amara, hubiese estado agradecido que fuera ella.
Heechul estaba asombrado por su confesión.
—No entiendo. ¿Por qué cuidas la estatua de una mujer a la que no conocías?
—Soy patético —rió amargamente—. No, en realidad soy demasiado patético como para serlo. Cuido a su estatua porque no fui capaz de cuidar de ella.
Su furia y su dolor alcanzaron a Heechul y se aferraron a su corazón.
—¿De qué estás hablando?
Con su cuerpo entero rígido, Siwon miró al otro lado de la habitación.
—¿Quieres la verdad, Heechul? ¿Realmente?
—Sí.
Doblando los brazos sobre el pecho, se apartó de él para poder mirar fuera de las oscuras ventanas de la habitación, hacia el elegante patio que había detrás.
—Fui una metida de pata genética de proporciones titánicas, y jamás he comprendido porqué. He pasado toda mi vida intentando comprender porqué carajo me importa alguien cuando jamás nadie hizo una mierda por mí.
Su profanidad le conmocionó. Él no acostumbraba a hablar de ese modo, y eso sólo le permitió notar lo volátil que era su humor.
—No tiene nada de malo preocuparse por otras personas.
—Sí, claro que sí. ¿Por qué debería preocuparme? Si muriese ahora, nadie me extrañaría. La mayor parte de la gente que conozco se regocijaría abiertamente.
La garganta de Heechul se anudó ante la verdad de su declaración, y, sin embargo, la idea de que él muriera…
Dolía hasta un nivel insondable.
—A mí me importaría, Siwon.
Él sacudió la cabeza.
—¿Cómo podría importarte? Apenas me conoces. No soy estúpido. He visto a la gente de la que eres amigo. Ninguno de ellos se parece a mí. Ninguno de ellos actúa o habla como yo. Todos ustedes se burlan de quienes se parecen a mí. Las personas como tú nos odian. Nos descartan. Soy rico y culto, provengo de una noble familia romana, por lo tanto debo pensar que estoy por encima de todos, entonces está bien ser maliciosos y fríos cada vez que ando cerca. No tenemos sentimientos que puedan ser lastimados. ¿Cómo podría a un noble romano importarle un comino un esclavo? Y, sin embargo, dos mil años más tarde, aquí está ella y aquí estoy yo, un noble perro guardián para una humilde esclava, porque ella le temía a la oscuridad cuando era pequeña y una vez le prometí que no tendría que dormir jamás en la oscuridad.
Sus palabras la tocaron tan hondo, que su pecho se anudó y casi logró hacerlo llorar.                           El simple hecho que hubiese mantenido su juramento a una simple esclava…
—¿Por qué le tenía miedo a la oscuridad?
La mandíbula de Siwon tembló.
—Había sido la hija de un adinerado comerciante en un pueblo que mi padre destruyó. Él la trajo de regreso a Roma con la intención de venderla en el mercado, cuando mi abuela la vio y pensó que sería una buena acompañante. Mi padre la convirtió en un regalo para mi abuela, y Liu vivió con terror toda su vida de que alguien pudiera ir en su busca por la noche y destruir su mundo otra vez   —su mirada se volvió perseguida—. Aprendió del peor modo que la luz jamás puede mantener alejados a los verdaderos monstruos. No les importa quién los vea.
Heechul frunció el ceño.
—No comprendo.
Él giró para enfrentarla con una amenazante mirada.
—¿Sabes lo que es el asterosum?
—No.
—Es una antigua droga que paraliza completamente tu cuerpo, pero te deja totalmente capaz de ver, oír, y sentir. Los médicos romanos lo utilizaban cuando necesitaban amputar.
Él dio un respingo, como si algo doloroso lo atravesara. Sintió la agonía en su propio pecho.
Siwon envolvió los brazos alrededor de su cuerpo, como si pudiese protegerse de algún modo del horror de su pasado.
—Fue la droga que mis hermanos me dieron la noche que llegaron a mi villa. Acababa de tomar la ciudad celta de Angaracia. En lugar de arrasarla y matar a todo el mundo, como hubiese hecho cualquier otro hombre de mi familia, negocié una rendición con los celtas. Pensé que sería mejor que sus hijos no crecieran odiando a Roma, y lucharan por vengar a su gente, como tantos otros habían hecho antes —rió amargamente—. Fue mi defecto fatal.
—¿Cómo podría la piedad ser un defecto? —preguntó, horrorizado.
Y, mientras las palabras salían, recordó la imagen de su padre. En el mundo de Siwon, hubiese sido un crimen.
Siwon se aclaró la garganta.
—La mayor parte de mis misiones eran en las provincias externas, luchando contra los celtas. Era el único romano de mi época que tenía verdadero éxito contra ellos, principalmente porque los comprendía. Mis hermanos me odiaban por eso. Para ellos, el único modo de conquistar a la gente era destruyéndola.
—¿Entonces pensaron en matarte?
Él asintió.
—Vinieron a mi casa y me drogaron. Yo estaba tirado en el suelo, completamente impotente, mientras ellos destruían todo a mi alrededor. Después que hubieron saqueado mi salón, me llevaron al patio trasero para matarme. Fue allí que descubrieron la estatua de Liu.
Heechul observó el rostro de mármol blanco de su pasado.
—¿Por qué tenías su estatua allí?
—Al igual que mi abuela, pensé que merecía ser salvada. Preservada. Así que, encargué la pieza para mi jardín privado no mucho después que vino a vivir conmigo.
Una violenta puñalada de celos injustificados lo atravesó. Él podía no haber amado a la mujer, pero obviamente sentía mucho por ella. Especialmente porque había pasado miles de años cumpliendo su promesa hacia ella.
—¿Cómo fue que terminó contigo? —preguntó, tranquilamente. Él respiró profunda y entrecortadamente.
—Mi abuela me había convocado a casa desde el campo de batalla porque sabía que iba a morir, y temía por Liu. Conocía el temperamento de ella y el de sus nietos, y Liu era una mujer muy hermosa y delicada que había llegado a significar mucho para ella. Yo era el único que había ido a visitarla, y que no tuviera que apartar de la cama de Liu. Entonces me pidió que la llevara a mi hogar para mantenerla a salvo de los otros.
La garganta de Heechul se apretó ante su bondad.
—¿Te enamoraste de ella?
—Amaba la idea de ella, era la belleza encarnada. Suave y bondadosa. Cosas que jamás habían existido antes en mi mundo. Cada vez que estaba en casa, pasaba horas observándola de lejos mientras cumplía con sus tareas. Y con frecuencia me preguntaba si alguien tan hermoso podría alguna vez amar a alguien tan vil como yo. Entonces me castigaba por desear el amor de una esclava. Era un noble General romano. ¿Para qué necesitaba el respeto de una esclava?
Y sin embargo, lo había deseado ardientemente. Heechul lo sabía. Podía sentirlo.
Siwon se quedó en silencio. Si no lo supiera, hubiese jurado que había visto lágrimas en sus ojos.
—La violaron frente a mí, y no pude ayudarla.
—Oh, Won —susurró.
Él se apartó mientras intentaba tocarlo.
—Ni siquiera podía cerrar los ojos o dar vuelta la cabeza. Estaba recostado allí, completamente impotente, mientras ellos se complacían violándola. Mientras más gritaba ella, más reían, justo hasta el final, cuando Sungjoon la atravesó con mi espada —las palabras fueron arrancadas de su garganta mientras las lágrimas inundaban sus ojos—. ¿De qué serví? —preguntó con los dientes apretados, sus fosas nasales se ensanchaban por la furia impotente—. ¿Qué bien le hice al final? Si nunca la hubiera llevado a mi hogar, al menos ellos le habrían permitido vivir.
Heechul se ahogó con sus propias lágrimas mientras él finalmente le permitía atraerlo a sus brazos. Intentó borrar lo que debía haber pasado luego de que mataron a Liu.
Había visto las cicatrices en su muñeca, y supo que lo habían crucificado. ¡El horror que debía haber sido esa noche! No era de extrañar que no quisiese recordar el pasado.
Y él jamás volvería a preguntarle nada sobre eso.
Siwon estuvo tenso varios segundos, antes de relajarse. Entonces envolvió los brazos apretadamente alrededor de Heechul, y la abrazó con fuerza.
—¿Qué tipo de hombre soy, que cada acto de bondad que intento termina lastimando a la gente que trato de ayudar?
—No me lastimaste a mí, ni a Gunhee ni a Gilbert.
—Aún —susurró—. Liu vivió en mi hogar casi diez años antes de que las Parcas la lastimaran.
—Nadie va a lastimarme, Siwon, confía en mí.
Él pasó su mano amorosamente sobre la mejilla marcada.
—Tienes tanto fuego dentro. Me entibia cada vez que te acercas.
—¿Te entibia? A la mayoría de la gente la consume. Mi ex solía decir que era completamente agotador estar cerca de mí. Me decía que lo consumía, y que necesitaba al menos dos o tres días para recuperarse de cada hora que pasaba conmigo.
Él le ofreció una pequeña sonrisa.
—No me pareces agotador.
—Y tú no me pareces patético.
Eso consiguió sacarle una sonrisa.
—¿Qué tienes, Heechul? Te conozco hace sólo unos días, y siento como si pudiera contarte cualquier cosa.
—No lo sé, pero me siento del mismo modo contigo.
Heechul se estiró y descendió la cabeza de él para poder besarlo.
Siwon gimió ante el sabor de Heechul. Al sentirlo. En sus brazos, él no se sentía patético o rígido. Heechul le permitía reír y sentir alegría otra vez.
No, él le permitía sentir alegría por primera vez en su vida. Nadie más que Heechul se había acercado jamás para abrazarlo.
Sabía que era aburrido, y lo aceptaba. En lugar de apartarlo, se burlaba de él amablemente y le encontraba la vuelta.
No lo daba por perdido.
En toda la historia, sólo Heechul había trabado amistad con él. Y eso lo convertía en la persona más valiosa del mundo.


2 comentarios:

  1. Ay~ mi Siwonchis TT___TT
    Nooo que injusto...
    Ay no se por que yeye guebonea tanto, si al final, si mato a su padre! Jum~
    Me cae como mal....baboso!!!!
    Ahhh mi SiChul~

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  2. No hagas cosas buenas que parescan malas......le hubieran dado a conocer ese dicho a Siwon hace tiempo,quuzas le hubiera servido,pero teniendo un hermano como ese tal sungjon,creo que no valdría de nada.
    Yesung consiguio matar a su padre...pero aún así lleva mucho equipaje contra Siwon,al menos ya no odia a todo el mundo como antes...con esto que sabe,seguro Wookie lo ayudará a superarlo......espero.
    Feo final para Liu,comprendo a Siwon,eso tuvo que ser demasiado horrible...ver sin poder hacer nada...por eso quiere a Hee lejos para que no le pase nada,pero eso ya es tarde...el mal esta cerca,tanto que ya a herido a Shi y a Hee

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...