The Other -8



Eran las seis de la madrugada del lunes cuando llegaron al aeropuerto Heathrow. Donghae no había encontrado arduo el largo viaje. En realidad, le había parecido de lo más excitante.
El servicio había sido excelente y había comido como nunca, descubriendo incluso bebidas nuevas.
Hyukjae lo había ayudado a elegir un par de películas de la selección de vídeos que habían ayudado a que las horas se le pasaran rápidamente y, cuando llegó la hora de dormir, le había dado una pastilla, con la que consiguió hacerlo de un tirón durante más de cinco horas.
Se había sentido de lo más animado y contento por la actitud de Hyukjae hacia él, por las muchas veces que se había acercado a su asiento para ver cómo estaba o si necesitaba algo, siempre besándolo y acariciándole la mejilla que pensó que tal vez debiera haber intercambiado el asiento con Jieun después de todo. Pero, ¿cómo iba a saber si con eso no se metería en los planes de él?
Era mejor así. Ahora no le parecía mal haber ido con él, ni sentía temor por pasar las próximas dos semanas en lo que era un territorio extraño para él. A Hyukjae no le estaba disgustando su presencia. Tal vez sus iniciativas estaban dando fruto, después de todo.
Realmente, él parecía haber cambiado. Era como si hubiera  decidido  hacerle pasar ese tiempo lo mejor que pudiera.
Pero cuando llegaron al hotel, ese buen humor desapareció bastante. Jieun se hizo cargo de todo allí y dijo que debían quedarse ellos con el dormitorio principal, sugiriendo que fuera Hyukjae el primero en usar el cuarto de baño y recordándole que debían estar de camino a las ocho y media para su primera reunión.
Donghae se sintió completamente superfluo, pero se dijo a sí mismo que así era como iba  a  ir  todo  si él no  hubiera ido, así que decidió  mantener la  boca  cerrada  y   no estorbar. Deshizo su maleta y la de Hyukjae y, así por lo menos le tendría la ropa preparada para cuando saliera del cuarto de  baño.
El dormitorio principal era suficientemente grande para los dos. La cama era también lo bastante grande como para no tocarse si no se deseaba. cosa que no estaba en sus pensamientos, ni mucho menos.
La suite estaba decorada de forma cálida y acogedora, con tonos rojos y blancos. En cierta  manera parecía una casa antigua pero confortable, hacía que se sintiera   como en su propia casa.
La cocina era bastante espaciosa y funcional, con todo lo que podía ser necesario. Donghae hizo una lista mental de lo que tenía que comprar cuando encontrara un supermercado, pero luego decidió que lo mejor era ir a la famosa sección de alimentación de Harrod' s y así le daría una sorpresa a  Hyukjae.
Se hizo una taza de café, ya que ninguno de los otros dos quiso una, y se instaló en el salón, que era de lo más encantador. Donghae dudó que aquello pudiera ser mejorado   y, era de lo más cierto que la suite proporcionaba una atmósfera íntima y acogedora. Jieun no parecía haber dejado nada al azar.
Fue cuando Jieun abandonó el cuarto de baño después de darse una ducha y pasó por el salón para dirigirse a su dormitorio cuando Donghae se percató en lo que sí que podía haberse equivocado Hyukjae.
La bata que llevaba Jieun y que la cubría hasta las rodillas dejaba muy pocas   dudas de que no llevaba nada debajo. Y el nudo flojo del cinturón no era la cerradura más segura del mundo, precisamente. Un tirón y la bata se abriría. Todavía tenía un poco de espuma en la parte baja del cuello y le llegó el olor de algún perfume que, evidentemente, debía de ser muy caro. Llevaba el cabello recogido cuidadosamente en la parte alta de la cabeza de forma que pareciera levemente  descuidado.
A pesar de que no estaba nada vestida, sí que se  había  maquillado  perfectamente. Nada de ropa, pero un maquillaje impecable. Eso se añadía a la fresca vitalidad que emanaba de ella, haciendo que Donghae se sintiera  agotado.
-El baño está libre, si quieres entrar -le dijo Jieun sonriendo levemente- Siento haberte hecho esperar, pero es importante que cause hoy una buena impresión. Por Hyukjae. Ya sabes que esta gente valora también a las secretarias  personales.
-Bueno, estoy seguro de que harás que Hyukjae se sienta orgulloso -le dijo Donghae fríamente.
-También valoran a las parejas -respondió ella mirando el jersey verde que Donghae seguía llevando-. Yo podría darte algunas pistas de lo que es apropiado o no, dado que Hyukjae va a ser invitado por algunos de esos hombres de negocios a finales de la   semana.
Donghae luchó contra la oleada de calor que amenazaba con llegarle al rostro. ¿Cómo  se atrevía esa mujer a criticar su ropa? ¿Quería decir con eso que ella sabía lo que era mejor para Hyukjae? A Donghae le salieron chispas por los  ojos.
-Tú ocúpate de tus asuntos, Jieun, que yo me ocuparé de los  míos.
-Sólo estaba tratando de ayudar; los asuntos de Hyukjae son también asuntos tuyos, ¿no?
¿Por qué tenía que tomarse esas familiaridades esa  mujer?
-Yo opino que Hyukjae es más que capaz de arreglárselas por sí solo sin ninguna ayuda por nuestra parte -dijo Donghae decididamente- Ha llegado hasta aquí de esa manera.
-No hace ningún daño facilitar el camino. Incluso los hombres hechos a sí mismos aprecian un empujón de vez en cuando.
-¿Y es eso lo que tú les proporcionas? ¿Un  empujón?
-Eso espero. Es por lo que me pagan. Por ocuparme de los detalles, quitar obstáculos y suavizar el camino.
-Por engrasar el motor -afirmó Donghae  suavemente.
-Bueno, se podría decir así.
-¿Hay algún límite a las necesidades que  llenas?
Donghae estaba odiando esa conversación, pero tenía que continuarla para encontrar   lo peor.
-Eso depende del que me contrata. Podría decir que Hyukjae es muy considerado. Y neroso.
A Donghae cada vez le estaba costando más  trabajo contener la furia. El  recuerdo  del almuerzo del día del cumpleaños de esa mujer era como un aguijón. Trató de sonreír condescendientemente.
-Es su naturaleza. No te lo tomes  personalmente.
-Bueno, es agradable trabajar bajo él -respondió Jieun con un brillo malicioso en los ojos.
De repente la ira de Donghae se transformó en frío. Un frío helado. Eso de trabajar bajo él ¿significaba lo que él creía?
-No creo que haya conocido nunca a un hombre con tanto corazón  -continuó Jieun-. Hyukjae te ha dispensado tantas atenciones durante el vuelo que ha debido hacerte sentir encantado de ser su esposo.
Dijo la palabra esposo como si fuera alguna especie de ciudadano de segunda. ¿Era piedad lo que había en su mirada? El frío le llegó al corazón a  Donghae.
Jieun volvió a sonreír condescendientemente cuando  añadió:
-Yo siempre he pensado que la generosidad cubre multitud de pecados. Bueno, si quieres mi ayuda o cualquier otra cosa, por favor, dímelo.
«¿Por qué no me cortas la garganta para ayudarme a sangrar», pensó Donghae, pero antes de que pudiera decir nada, Hyukjae entró en el salón, de lo más atractivo con su  traje y chaleco gris.
Donghae tuvo que estar de acuerdo en que la mayoría de los jóvenes y mujeres debían sentirse tentados de ponerle las manos encima. Jieun estaba haciendo más que eso, estaba en plena batalla. y Hyukjae había aceptado esa batalla al estar de acuerdo en alojarse en ese sitio. Eso era lo que le daba a Jieun el derecho a  tomarse  tantas  libertades.  De repente a Donghae no le cupo ninguna duda al respecto. Y el conocimiento de la complicidad de Hyukjae en esa situación eliminó todos los buenos sentimientos que había  tenido  durante el viaje, dejando en su lugar un vacío  tremendo.
¿Desde hacía cuánto tiempo estaban sucediendo esas  cosas?
Había habido otros viajes de negocios desde que Jieun trabajaba para él. Todos ellos de varios días, semanas incluso. Y él ni siquiera le había preguntado si su secretaria personal lo iba a acompañar. Hasta que había surgido lo  de  este viaje.
¿Cómo había sido tan ciego? La pareja es siempre la última en  saberlo.
Esa frase no paró de darle vueltas en la cabeza, siendo seguida por fin por otro pensamiento. ¿Merecía la pena seguir luchando?
-Creo que me tomaré una taza de café, Donghae, si es que queda -dijo Hyukjae entonces. Él lo miró, su marido, viviendo en una  mentira.
Era extraño como se podía saber una cosa en teoría y, cuando se enfrenta a él,  es otra cosa distinta.
Hyukjae frunció el ceño y miró fijamente a Jieun, que seguía por allí con su bata. Probablemente, había sido algo deliberado lo de hacer tiempo con Donghae hasta que Hyukjae apareciera y viera la apreciable imagen que presentaba; una imagen mucho más apreciable que la de su esposo desde hacía siete años, que tenía un aspecto de lo más ajado en esos momentos .
Donghae decidió que no era ni el momento ni el lugar apropiados para una escena, así que se levantó del sofá donde estaba sentado y dejó su taza y el plato sobre la mesa, alegrándose de no romperlos.
-Es sólo café instantáneo, Hyukjae -dijo lo más tranquilamente que pudo-. No es problema hacerte uno.
Sintió como él observaba su rostro con intensidad, pero no lo miró. Fue a extender una mano para tocarlo cuando pasó por su lado camino de la cocina y él se retiró instintivamente. Eso hizo que Hyukjae se tensara. Aquello no le importó nada, lo que quería era salir del envenenado ambiente de esa habitación.
-Será mejor que empieces a moverte, Jieun, el desayuno que has pedido estará aquí dentro de un cuarto de hora -dijo Hyukjae  entonces.
-Ya tengo preparada la ropa. No tardaré en vestirme y peinarme -dijo ella suavemente.
-Hazlo entonces.
Aquello era una orden. Desde la cocina Donghae oyó dos puertas cerrándose. Una era seguramente la de Jieun y la otra la del salón cuando Hyukjae la cerró para dirigirse a la cocina.
Estaba preparando el café y las lágrimas le quemaban en los ojos. Deseó que Hyukjae lo dejara en paz para pensar en un matrimonio que podía estar más roto de lo que se había imaginado. ¿Qué clase de hombre instalaba a un esposo y a su amante ... o la que podía llegar a serIo, bajo el mismo techo?
Le pareció una falta de respeto a su  inteligencia.
Una falta de respeto hacia muchas cosas que apreciaba.
-¿Te ha dicho Jieun algo que te haya  molestado?
La voz de él le llegó desde la puerta. Era una pregunta directa y llena de preocupación.
¿Qué podía decirle? Lo que le había molestado no habían sido las palabras en sí, sino la forma en que habían sido dichas. Además, si la acusaba de algo y Hyukjae no le hacía caso, sólo empeoraría las cosas. Era mejor permanecer en silencio hasta que se     lo aclarara la cabeza.
-No -dijo por fin.
Deseó que Hyukjae se quedara donde estaba, ya que no confiaba en sí mismo lo suficiente y no sabía si iba a reaccionar violentamente si trataba de acercarse. Lo que necesitaba era tiempo para pensar.
-Pero estás molesto -insistió él, sin gustarle las vibraciones  que  estaba recibiendo.
Molesto era una palabra muy débil para expresar lo que estaba sintiendo de verdad. Desolado, solo, atemorizado, en territorio desconocido, sin nadie en quien apoyarse en busca de guía o consuelo.
-Me siento ... muy cansado de repente -respondió-. Me duelen los huesos. Creo que me voy a dar un largo baño caliente cuando hayan terminado con él.
Entonces silbó la cafetera y sirvió el agua hirviendo sobre los polvos de café. Oyó que Hyukjae se acercaba para tomar la taza y se la ofreció rápidamente. Necesitaba que hubiera algo entre ellos. se sentía de lo más vulnerable. Había dado mucho en los últimos días. Todo lo que había podido, y él había puesto a Jieun en una posición que la permitía insultarlo y minimizarlo.
-Toma -le dijo logrando sonreír débilmente.
-Donghae, ¿de verdad que sólo estás cansado?
-Estoy seguro de que un baño es lo único que necesito para recuperarme -dijo pasando a su lado.
Estaba desesperado por encontrar alguna clase de refugio. El pensamiento de enfrentarse a Hyukjae o a Jieun, o solos o juntos, era demasiado doloroso.
-Donghae, si algo te está preocupando ...
-Estaré bien.
La puerta del cuarto de baño estaba justo delante de él.
-Es mi turno -dijo con toda la brillantez de que fue capaz y sin esperar a que Hyukjae dijera nada más.
Se metió dentro y echó el cerrojo. Abrió del todo los grifos del baño, sin querer oír nada más de Hyukjae y sin querer también que él oyera que estaba  llorando.
Se sentó en el borde de la bañera, agitando la cabeza y pensando en lo inocente que había sido. Incluso mientras estaba sentado con Hyukjae en el asiento del coche que los había llevado hasta el hotel, había ido montado en una nube de esperanzada felicidad, creyendo que su matrimonio iba por buen  camino.
Pero, ¿dónde estaba la esperanza cuando se producía una traición? Era como el agua cayendo por el desagüe.
Hyukjae se quedó mirando la puerta del cuarto de baño. La negativa de Donghae diciendo que no le pasaba nada le sonaba a muy falsa. Era otra defensa, como esa puerta, para mantenerlo apartado.
Lo que le sorprendió fue ver lo mucho que eso le  importaba.
Hacía una semana, tal vez ni habría notado el que lo dejara fuera y lo habría achacado a un mal humor que se le pasaría, nada de lo que  preocuparse.
Pero él había cambiado. Y, de repente, le parecía terriblemente importante no tener puertas cerradas entre ellos. Se habían abierto y quería que siguieran así. Eso le importaba muchísimo.
Tenía el estómago encogido y la mente funcionando a toda velocidad. ¿A qué venía ese súbito rechazo? ¿Qué era lo que lo había disparado? Se había apartado de él con una reacción tan extrema que lo había hecho sentirse un montón de fango con el que Donghae no pudiera soportar rozarse.
Se estremeció cuando tuvo la premonición de que Donghae estuviera terminando con   lo que había empezado entre ellos antes siquiera de que él se hubiera dado cuenta del todo. Todo en él se negó a aceptar eso. Fuera lo que fuese lo que hubiera sucedido   tenía que ser detenido, arreglado.
Pensó entonces en Jieun. Había sido Jieun y ese hotel lo que había hecho que él empezara a cambiar. Y allí estaban, en D&E House con Jieun, y los dos habían estado solas en el salón antes de que él saliera del baño. El humor y las actitudes no cambian tan de repente sin un sentimiento poderoso que lo impulse, y Jieun había despertado sentimientos poderosos en Donghae en otras dos memorables  ocasiones.
Tal vez Donghae estuviera sacando algo de sus proporciones, pero él quería descubrir qué había pasado entre los dos. Miró su reloj, estaba impaciente por hablar con su secretaria personal. No podía tardar mucho en terminar de vestirse, les servirían el desayuno dentro de cinco minutos.
Llevó el café que Donghae le había hecho a la cocina, ya no le  apetecía.
El camino desde el aeropuerto había sido una delicia. Había instalado a Jieun delante del Mercedes, junto al conductor y Donghae y él se habían sentado detrás. Donghae había brillado de felicidad y excitación.
Le había gustado sujetarle la mano y ver su entusiasmo por el viaje y por lo que pensaba hacer hoy. Entonces no había tenido ningún problema en tocarlo, no había habido ninguna sensación de distancia entre  ellos.
Miró la mano que había sujetado la suya y flexionó los dedos, recordando la sensación de haber tenido entre ellos algo precioso y que no  deseaba  que desapareciera.
La impresión de tener una segunda oportunidad para su matrimonio  era  muy fuerte y se dio cuenta de que quería profundizar más en ella, de que quería más de la vida.
Necesitaba saber qué le estaba pasando a Donghae para poder corregirlo. Recordó que, cuando entró en el salón, estaba preocupado por los negocios y no se había dado cuenta de nada en particular. Parecía como si Jieun y Donghae estuvieran  charlando.
Trató de reconstruir la escena mentalmente. Donghae estaba sentado en el sofá, con una revista en el regazo. Jieun, con una de sus batas habituales, estaba al otro lado de la mesita de café. Había oído vagamente a Jieun ofreciéndole su ayuda, nada ofensivo en su tono, nada que lo alertara para lo que vino después.
La mirada que Donghae le había dirigido ...
Era como si él se hubiera transformado. En vez de verlo a él, parecía estar viendo a un extraño al que no conociera, en el que no confiara y del que no quisiera estar cerca, alguien de quien era más seguro escaparse. Que era precisamente lo que había hecho, escapar metiéndose en el cuarto de baño.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el timbre de la puerta. Era el camarero con su segundo desayuno del día, ya que el primero lo habían tomado en el avión, pero hacía ya casi cuatro horas.
Jieun salió entonces de su habitación, adoptando de nuevo su aire de perfecta anfitriona. Se había pasado anteriormente, posiblemente ofendiendo a Donghae, aunque no se le había notado. De todas formas, Hyukjae iba a tener unas palabras con Jieun al respecto.
La puerta del cuarto de baño permaneció cerrada a cal y  canto.  Los  grifos seguían corriendo.
Mientras el camarero servía la mesa bajo la supervisión de Jieun, Hyukjae llamó a la puerta del cuarto de baño.
-Donghae, el desayuno está aquí y los cruasanes están calientes. Podrías dejar el baño para luego ...
-No -dijo- No tengo hambre. Gracias.
Aquello no le dejaba a Hyukjae más opción que aguantarse. No podía salir nada productivo de esa charla a través de la puerta y, no iba a ceder al impulso primitivo de echarla abajo. Probó el picaporte, pero la puerta no sólo estaba cerrada, sino que el cerrojo estaba echado.
Y eso no significaba nada bueno. Jieun acompañó a la puerta al camarero y, dado que ella era la única persona que le podía dar alguna respuesta, se dirigió al salón, instalándose en la mesa y esperando a que ella  volviera.
-¿No va a desayunar con nosotros tu esposo? -le  preguntó.
-No. No tiene hambre.
-Bueno, él puede comer cuando quiera.
Sus ojos parecieron decirle que no como ellos. Hyukjae luchó contra la intimidad que Jieun estaba proyectando, aunque fuera perfectamente razonable, dadas las circunstancias. Había una especie de complacencia en su actitud que implicaba que la presencia de Donghae no era requerida. Ni deseada. Un equipaje superfluo del que podían pasar.
¿Había hecho sentirse así a Donghae esa  mañana?
Se sintió culpable mientras le ofrecía una silla a Jieun. Probablemente él había ayudado a que se sintiera así con su insistencia de que ése era sobre todo un viaje de negocios. De todas formas, no le gustaba que Jieun pensara que ella era más su compañía de lo que era Donghae. Lee Jieun no era nada para él ¡nada! Comparada con Donghae.
El perfume que le llegó era demasiado intenso, tanto que deseó asomarse a una ventana para tomar un poco de aire fresco y sacarse ese olor de la nariz. Estaba  llegando rápidamente a la conclusión de que Jieun estaba siendo también demasiado intensa.
Se sentó, tomó una servilleta y se preparó un cruasán mientras pensaba en lo siguiente que tenía que hacer.
-¿Te sirvo el té?
Hyukjae apenas se contuvo de decirle que ella no era su pareja.  Jieun definitivamente estaba exagerando en su papel de anfitriona.
-No, ya lo haré yo -respondió secamente.
Tal vez estuviera poniéndose demasiado  sensible.
No, maldita sea. No le importaba si era así. No quería que esa mujer adoptara un papel de pseudo esposa con él. Había sido un error el que ambos se instalaran en un solo apartamento. Compartir las horas laborables estaba bien, pero  debía  haberse vuelto loco para aceptar algo más. No, se había dejado convencer por su encanto. Estupidez carnal.



2 comentarios:

  1. Bueno al fin mono tonto te das cuenta de que esa víbora quiere algo mas

    ResponderEliminar
  2. Posta...tan bien que iba todo
    Pero tenía que abrir su bocota la tipa esa...y por supuesto que son mentiras todo lo que Hae imagino...así no son las cosas,la tipa lo hizo con saña😠
    Al menos Hyuk se ha dado cuenta del cambio de Hae y debe hacer algo...esa tipa le insunuo cosas feas a Hae.
    Hyuk la rechaza porque aunque ama a Hae,le ha gustado lo que han vivido desde que Hae decidio mejorar sus vidas,su matrimonio...ahora es tiempo de que Hyuk cuide de ellos.

    ResponderEliminar

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...