Marcado IV -2



Una semana después…

Discutí conmigo mismo todo el trayecto del pequeño viaje del hospital a su apartamento. Sabía mejor. No había sido un enfermero practicante por mucho tiempo, solo tres años, pero había estado inmerso en el campo medico lo suficiente para saber que era estúpido involucrarse, con los pacientes y sus problemas y asuntos personales.
Ninguna lógica o entrenamiento profesional importaba contra la necesidad de saber por qué Kyuhyun no había ido al hospital ni una vez desde el Día de Acción de Gracias para ver a su papá.
Cho Shindong había sido movido casi inmediatamente de la Sala de Emergencias en el nivel de arriba donde estaba localizada la unidad de oncología, así que ya no era mi paciente. Eso no me había detenido al final de mi turno de ir a checarlo y ver como estaba.
El hombre estaba tomando su pronóstico sorprendentemente bien, y yo siempre disfrutaba de su comportamiento tranquilo. No lucía bien, él no lucía bien. Pero había notado que nunca estaba solo. Siempre había alguien en la habitación con él cuando me asomaba a verlo. Parecía tener un desfile interminable de tatuados y perforados que empujaban a un lado la incomodidad de las visitas y pasaban algo de tiempo con alguien tan enfermo para poder ofrecerle compañía y apoyo.
Solo que era bastante obvio que su propia sangre no estaba junto con ellos. No era mi lugar preguntar por qué su propio hijo no había aparecido ninguna de esas veces y no me habría llevado a hacer algo tan fuera de mi si Shindong no hubiese sonado tan decepcionado cuando había mencionado el acto de desaparición de Kyuhyun.
No era como si yo estuviera tan ansioso por otro encuentro con el melancólico y sexy tatuado, pero esta noche, cuando asomé mi cabeza, Heechul había estado discutiendo con el viejo hombre.
Sabía que él era ruidoso y con la delantera desde el momento en que le habían disparado a su novio y casi muere en la Sala de Emergencias. Actualmente, estaba expresando su opinión sobre el comportamiento actual de Kyuhyun. Shindong le estaba diciendo que dejara en paz a Kyuhyun, que él arreglaría las cosas en su momento y que no culpaba a su hijo por no estar ni una vez desde ese día.
Estaba todo alterado, diciendo que no estaba bien, que Kyuhyun estaba actuando como un gran bebé y que se iba a arrepentir por desperdiciar el tiempo que les quedaba juntos considerando que el pronóstico de Shindong no era bueno. Tal vez lucía un poco loco y sonaba algo abrasivo, pero tenía que aceptar que tenía un punto.
Me sentí mal por espiar e iba a escabullirme de la habitación e ir a casa cuando su próxima declaración envió escalofríos a mi espina.
—Ni siquiera le habla a Hyukjae . No contesta el teléfono. No fue al trabajo en toda la semana. Siwon fue a su apartamento y tocó la puerta hasta que un vecino salió y amenazó con llamar a la policía. Le dije que debió derribar la puerta. Creo que estaba tentado porque no obtuvo ninguna respuesta. La idea de Kyuhyun sentado en su apartamento, lastimado, tratando de procesar todo esto por sí solo, me rompe el corazón, Shindong. Ya no sé qué más hacer.
Me fui a mi propio piso, le di un rápido vistazo al expediente de Cho Shindong que tenía la información de Kyuhyun en su contacto de emergencia después de una mujer. No estaba seguro por qué estaba tan nervioso, o tan metido en cualquiera de los hombres Cho, especialmente considerando el sabor amargo en mi boca de mi historia con Kyuhyun.
Amaba mi trabajo. Me gradué primera en mi clase de la Universidad y escogí enfermería en emergencias por el reto, el ritmo rápido, y porque sabía que quería ayudar a la gente cuando más lo necesitara. Era un ambiente diferente, diferente tipo de pacientes y diferentes tipos de problemas cada día. Era extremadamente hábil para ello, completamente invertido en dar todo de mí cada día. Así que sabía que cualquier tipo de jalón raro que tenía con este caso y la gente involucrada en él no era algo que hubiera experimentado con ningún paciente o sus seres queridos antes.


El tráfico a través del centro era terrible. No había nada de nieve en el piso aún, pero hacía frio afuera y el ajetreo y bullicio de Seúl preparándose para Navidad causaba un desagradable embotellamiento. Sin mencionar que era sábado por la noche, así que el apuro de todos los guerreros del fin de semana por salir y disfrutar de su libertad hacía que una carretera de tres kilómetros te tomara al menos media hora.
Estar cerca de alguien de mi pasado, alguien que me recordaba al antiguo yo, solo trajo todas esas inseguridades con las que continuaba luchando con un grado menor ahora justo en el frente de mi mente. Especialmente cuando ese alguien era la versión adulta del chico adolescente fuera de mi liga con quien tenía un enamoramiento intenso y súper secreto.
A pesar de que estaba lleno de aprensiones y dudas, manejé mi nuevo jetta a un lugar sobre la calle frente al edificio que obviamente había sido convertido en algunos apartamentos y salí. Lo por un segundo, tratando de convencerme de que me ocupara de mis propios asuntos y fuera a casa.
Todavía llevaba el uniforme del hospital, tenía mis zapatos feos. Solo tenía la sombra en mi cara que queda después de un turno de diez horas y no sabía por qué pensé que me abriría la puerta a mí si estaba ignorando a sus amigos y a la gente más cercana a él.
Temblé porque no había agarrado un abrigo y decidí que solo tenía que irme a casa o entrar. Mi mirada se deslizó sobre un dulce Charger  que estaba estacionado frente al edificio y suspiré. Lidiaba con muerte y horribles heridas a diario. Podría manejar un breve encuentro con un fantasma de mis recuerdos y sobrevivir al encuentro.
Entré al encantador edificio y miré alrededor por los números en las puertas. Estaba preparándome para tocar cuando la puerta contrario al pasillo se abrió y un jovencito asomó la cabeza. Su mirada se deslizó sobre mí y luego sobre mi sorprendida cara.
—¿Eres su novio?
Su tono era amigable, casi demasiado, y lucía como si debiera estar en portada de la revista. Tenía abdominales que merecían un premio. Infiernos, si fuera él, estaría caminando por ahí en pantalones de yoga en el congelado diciembre también.
—Uh… no.
—Me acabo de mudar. Ha habido alguien golpeando la puerta cada cinco minutos en la última semana. Me vuelve loco. Vi al chico que vive ahí. Está buenísimo. Sigo esperando a que un jovencito o chica aparezca y lo reclame. Pensé que podrías ser tú, por cierto, soy Leeteuk.
Asentí e incliné mi cabeza a un lado. Todos los hombres deben sentirse tan suertudos en el departamento del nuevo vecino. Apuesto a que Kyuhyun lo amaría… bueno, una vez que saliera de su trance.
—Soy solo un amigo. Pensé en venir a checarlo. Soy Sungmin.
Rio un poco y sacudió su cabeza, moviendo su cabello castaño oscuro como solo las modelos de champú lo hacían en los comerciales.
—Parece ser el tema de la semana checar al sexy chico de al lado. Eso y hombres súper calientes. Juro que todos sus amigos son hermosos. No tiraría a ninguno de los que he visto fuera de mi cama. Incluso el chico realmente grande con esa actitud y la cicatriz. Daba miedo como el infierno, pero era malditamente sexy.
Estaba poniéndome incómodo. Era increíble con extraños cuando estaban sangrando y necesitaban mi ayuda, pero este tipo de interacción estaba fuera de mi casilla incluso si estaba de acuerdo con él en que Kyuhyun tenía los amigos con más altos niveles de sensualidad.
No conocía bien a este joven para divulgar cualquiera de sus puntos de vista, no que estuviera cómodo haciendo esto incluso si no fuera un extraño.
Toqué la puerta más por la desesperación de alejarme de él y su curiosa mirada que para ver si Kyuhyun respondía.
Por supuesto que no lo hizo y me sentí como un idiota. Cambié incomodo de un pie a otro y traté de tocar de nuevo.
—Buena suerte. No le ha abierto a nadie más. —Sonó entretenido y miré rojo. Nunca me quitaré el sentimiento de que estaba siendo el blanco de la broma de alguien. Me hacía sentir algo enfermo del estómago, más por la manera en la que él lucía.
Estaba levantando mi mano para tocar una última vez cuando de repente la puerta se abrió y estaba de frente con un casi desnudo, ceñudo y obviamente borracho Cho Kyuhyun. Esos increíbles ojos parpadearon lentamente hacía mí y dejé escapar un inseguro jadeo mientras él agarraba mi mano que aún tenía levantada para tocar y me atraía hacia él.
—Debes tener el toque suertudo, Pelirrojo. Bien por ti. —La voz entre risas del vecino me siguió al apartamento mientras Kyuhyun caminaba inestablemente hacia atrás, llevándome con él.
Estrelló la puerta detrás de mí con un ruido sordo y trató de concentrarse en mí con sus ojos inyectados en sangre. Olía a alcohol, a humo de cigarro y no pude evitar arrugar mi nariz con disgusto. Podría manejarme físicamente. Era un requisito de trabajo en la Sala de Emergencias, pero en el momento en el que él pareció algo salvaje tuve que admitir que su presencia ceñuda y refunfuñada era un poco amenazante.
Aún en su estado revuelto y ebrio estaba en buena forma. Obviamente se cuidaba bastante bien a pesar de matar su hígado y ese horrible hábito de fumar.
Creo que fue el hecho de que todo lo que tenía puesto era un par de cortos bóxers negros revelando que no había ni una parte de su piel expuesta que no tuviera algún tipo de diseño tatuado sobre ella lo que me hacía sentir un poco abrumado.
Me gustaban los tatuajes, tenía algunos propios, pero la dedicación de Kyuhyun por decorar su cuerpo estaba en un nivel completamente diferente. O sea, no estaba sorprendido por la cantidad de obras de arte que lucía teniendo en cuenta que tenía esas brillantes flamas en su cabeza y un aro en el centro de su nariz.
Todo fue diseñado para dejar claro algo, para proclamar que no tenía que vivir bajo las reglas de nadie sino solo las de él, lo que supuse que estaba bien y funcionaba para él, pero era mucho que aceptar para mí cuando ya lo consideraba un peligro y una especie de idiota.
Me rehusaba a admitir que estaba checándolo abiertamente. No podía evitarlo. No tenía ropa, fornido y magnifico, incluso si todo eso estaba bajo kilómetros de tinta.
—Ordené una pizza.
Lo miré y pregunté cómo tonto:
—¿Qué?
—Pensé que eras el repartidor de pizza, pero no lo  eres.
Se tambaleó unos pasos hacia atrás, agarró el respaldo del sillón, y como que se deslizo hacia abajo hasta que estaba sentado sobre el piso frente a mí. Sacó sus largas piernas frente a él y se frotó los ojos llorosos con los nudillos de sus manos. ¿Qué demonios estaba pasando ahora mismo? Era como si se hubiera doblado sobre sí mismo justo frente a mis ojos. Estaba desapareciendo dentro de él mismo.
—¿Estás bien, Kyuhyun? Mucha gente está preocupada por ti.
Rio de una manera que sonó tan rota, tan irregular, que la sentí raspar a través de mi piel, dejándome la piel de gallina a su paso.
—No.
No estaba siguiendo su arrastrado o roto lado de la conversación, quizá porque estaba totalmente distraído por su torso desnudo.
—¿No, qué? —Tuve que hacer un esfuerzo real para tratar de seguir sus adiciones dispersas a nuestra entrecortada conversación.
Echó su cabeza hacia atrás para poder mirarme. Las flamas sobre sus orejas estaban conectadas con más tatuajes de flamas que se curvaban sobre sus hombros y en la parte frontal de su pecho. Culpablemente quería ver a que estaban conectadas en la parte trasera. También tenía lo que parecía ser algún tipo de alas intricadas tatuadas que cubrían toda su caja torácica, ambos lados de su estómago, y desaparecían en el frente de sus bóxers sobre cada lado de su ombligo. No podía siquiera imaginar lo mucho que dolió, pero el arte del tatuaje era impresionante en su enormidad y detalle y también lo era el cuerpo en el que vivía.
—No, no estoy bien.
Soplé una respiración y me agaché para poder estar más a su nivel. Su mirada me siguió mientras bajaba en cuclillas.
—Necesitas hablar con alguien, familia, tus amigos o tal vez una pareja. Esta no es una buena situación para nadie, Kyuhyun, y beber y fumar una cajetilla al día no lo va a hacer mejor. Necesitas ser fuerte por tu papá, pero también necesitas ser fuerte por ti. Parece que tienes un buen de gente en la que apoyarte, han estado entra y sale de la habitación de hospital toda la semana. Créeme, esta no es una batalla que quieras pelear por ti solo.
Tiró su cabeza hacia atrás hasta que golpeó con el cuero del sillón. Apretó sus ojos, cerrándolos. Jaló sus piernas hacia arriba y apretó los puños en la cima de cada rodilla.
—Hasta hace unos días, pensaba que mi padre se había alejado de mi cuando era solo un bebé. Mi mamá me dijo que era un hombre perezoso, que no tenía ningún interés en ser un esposo o un padre, así que cada que ese imbécil de mi padrastro me decía mierda, me decía que era basura, trataba de ponerme bajo su pulgar y controlarme, me dije a mi mismo que era genial porque mi mamá se merecía buenas cosas, un tipo para cuidarla ya que mi papá era un imbécil. Solo que ese  es un estúpido crítico y superficial y básicamente la forzó a escoger entre él o yo. Ella lo escogió a él, a pesar de que mi papá estaba en el mismo puto estado todo este tiempo y nunca abandonó a nadie.
Se rio de nuevo de esa forma que me hizo doler por él, y no pude evitar alcanzar uno de sus puños cerrados y poner mi mano en él. Podía sentir la tensión y la disonancia arrastrándose sobre él.
—Resulta que el único adulto que se preocupó, que alguna vez me mostró que valía de la forma en la que era, jodidamente me mintió mi maldita vida entera. Shindong me recogió cuando mi mamá me sacó. Él casi me crio, me enseñó a tatuar, me dio un futuro y me enseñó cómo ser un hombre. Entré a ese hospital, lo miré y me pregunté cómo me había perdido lo que había estado frente a mis ojos todo este tiempo.
Gruñó y dejó que sus ojos se cerraran de nuevo. Lo estaba siguiendo lo mejor que podía con su historia, pero estaba algo perdido. Sentí como si hubiera alguien más a quien debería estar contando esta historia, pero por cualquier razón, yo fui al que dejó entrar, ambas, figurativa y literalmente.
¿Él no había sabido que Shindong era su padre hasta la otra noche? Eso era algo grande y tan difícil de superar como el hecho de que al que amaba estaba en una enfermedad terminal. No había duda de porque estaba hecho un desastre. No podía culparlo.
—Se ve como si estuviera muriendo… tan malditamente enfermo, y me llamó hijo. Por veinticinco años lo llamé Tío Shindong y ahora que tal vez no vaya a estar por mucho tiempo, tiene las agallas de llamarme hijo. Crecí pensando que no era lo suficientemente bueno para nadie. No para mi mamá, no para ese pedazo de mierda con el que se casó, no para mi papá que no pudo siquiera molestarse en ver en qué tipo de chico me convertiría… solo Shindong me hizo sentir como que valía un carajo, y ahora ni siquiera sé qué hacer con algo de esta mierda. ¿Por qué no me dijo? De todas maneras, fue más como mi papá que mi tío todo este tiempo.
Suspiré porque estaba yendo en círculos y podía ver que entre más rápido iba, se sentía peor. Puse mi otra mano sobre la suya y me incliné hacia adelante.
—No lo sé, Kyuhyun. Lo que sí sé es que la única persona que pueda responder tus preguntas está enfermo y tan lastimado como tú. Y sé  que ambos obviamente se necesitan en estos momentos. Este es tiempo desperdiciado que nunca recuperarás. Lo veo cada día, y vivirás arrepentido   si no lo superas y vas a  verlo.
Estaba borracho, obviamente angustiado y no pensando con claridad. Dudaba que recordara mucho de está platica de corazón a corazón cuando se recuperara, pero simplemente había una molesta parte de mí que quería tratar y hacer su dolorosa situación más manejable para él. Pensé que todavía lo odiaba, pero justo ahora, solo me sentía mal por él.
Jadeé un poco en sorpresa cuando sus dos manos abiertas de repente se apoderaron de mi rostro. Sus manos eran un poco duras, pero su toque era suave mientas sus ojos de repente brillaron de un bígaro a un intenso índigo oscuro. Sus parpados cayeron, y su errática respiración se desaceleró, haciendo que esas flamas bailaran a través de sus hombros y pectorales como si estuvieran vivas.
—Eres realmente hermoso,  Sungmin.
Estreché mis ojos hacia él y levanté mis manos para envolverlas alrededor de sus muñecas. Estaba en la punta de mi lengua recordarle que no siempre había pensado eso, de hecho, si mis recuerdos eran correctos, él había dicho que tendría que poner una cabeza sobre mi cabeza para que se interesara en pasar cualquier tipo de intimidad en mi ofensiva presencia. Aún sentía la quemadura mientras el recuerdo pasaba detrás de mis ojos.
—Solo quiero ayudar.
—Estás ayudando.
No era cierto. No debí haber venido. Él no era mi problema. Con lo que estaba luchando y cualquier complicación familiar en la que estaba no tenía nada que ver conmigo, pero era como si tuviera diecisiete años de nuevo y no pudiera negar que había algo sobre él que me agarraba, que jalaba las hebras demasiado sensibles de mi corazón.
Suspiré y sonreí apretadamente.
—No, no estoy ayudando. Necesitas dejar que la gente que te ama, que se preocupa por ti, te ayude con esto. Es una pesada carga para tratar de balancearla solo. Especialmente encima de todo con tus padres. Estarás bien, Kyuhyun. Lo verás.
Sus ojos se pusieron incluso más oscuros, y era como si estuviera viendo la medianoche caer sobre el cielo. Me estaba balanceando en la punta de mis pies, y él tenía un firme agarre sobre mi rostro así que cuando de repente me jaló hacia adelante estaba sorprendido y fuera de balance. Tuve que soltar sus muñecas para atraparme mientras caía hacia adelante, y maldije el calor saliendo de su piel desnuda cuando mis palmas aterrizaron sobre la suavidad de su desnudo pecho y fue suficiente para fundirme con él por siempre.
Iba a preguntarle qué demonios pensaba que estaba haciendo. Iba a decirle que había venido más por el bien de su padre que por el de él. Iba a decirle que era el último hombre sobre la tierra que dejaría que pusiera sus manos sobre mí.
Una de sus manos se deslizo a la nunca de mi cuello y bruscamente me jaló hacia adelante hasta que estuvimos pecho a pecho, boca a boca y yo pegado a la parte desnuda de su pecho, empujé inútilmente sus hombros, traté de liberarme, pero él era demasiado fuerte, tenía un buen agarre sobre mi cabello, y si iba a ser completamente honesto, incluso borracho y descuidado besaba increíblemente así que mi esfuerzo para alejarme pudo haber sido poco entusiasta.
Había pasado una buena porción de mi último año en secundaria preguntándome como sería besar a Kyuhyun Cho. Por supuesto, en mis fantasías usualmente había velas, suave música y él estando locamente enamorado de mí mientras yo me reía de él y le decía que no había ni una oportunidad en el infierno de que tuviera una oportunidad conmigo. No sería del destino restregarme en la cara que a pensar que él particularmente no me importaba, no pensé que hubiera una situación o alguna circunstancia en el mundo entero donde le permitiera poner sus manos sobre mí… que tan pronto como se hicieron las pruebas en esas creencias, me derribé como el Muro de Berlin.
Sus labios estaban un poco secos, su piel áspera por no haberse afeitado en muchos días y cuando movió su cabeza solo una fracción para pasar su lengua a lo largo de la comisura de mis labios, me rehusé y sentí el ligero toque del metal contra mi labio superior de ese aro en el centro de su nariz. Pensé que sería raro, pero me hizo temblar, y cuando jaló mi cabello lo suficientemente fuerte para hacerme jadear un respiro de dolor, consiguió la entrada que necesitaba y rápidamente pasé de indignado y molesto a algo blando y extraño que hizo acelerar mi ritmo cardiaco y aletear mi pulso bruscamente bajo mi piel.
Hombre, podía besar. Tenía esta intención, como si lo que sea que estuviera pasando entre mi boca y la suya fuera de alguna forma la única cosa que le importaba en el mundo entero justo ahora.
Uno de nosotros gruñó y el otro suspiró pesadamente, y justo cuando estaba a punto de olvidarme de mi mismo, de olvidar por qué estaba aquí y quien era este tatuado e inconsolable chico para mí y hacer algo idiota e imperdonable, hubo un golpe en la puerta que hizo que los dos nos alejáramos. Su mirada era salvaje y nebulosa con una mezcla de pasión y confusión. Me jalé hacia atrás y salté como si el fuego que estaba tatuado sobre él fuera real y en realidad pudiera chamuscarme.
Estaba respirando pesadamente y sentí como si quisiera patearlo o tirarme encima de él y besarlo de nuevo.
—Su pizza está aquí.
Solo me miró como si hubiera aterrizado de otro planeta. Pasó su lengua por la húmeda curva de su labio inferior y me levantó una ceja, como si estuviera retándome a decir algo, como si estuviera saboreando el sabor que había dejado en él.
Lo fulminé con la mirada y me giré sobre mis talones y caminé hacia la puerta. Debí haber escuchado a mi instinto que me había gritado tan fuerte como pudo que solo dejara las cosas como estaban
—Sabes cómo al piso de un bar que no ha sido limpiado en un mes.
Agarré la cajetilla de cigarrillos medio llena que tenía en la barra de desayuno que dividía la cocina de la sala y ondeé la caja hacia él sobre mi hombro.
—Te dije que necesitabas dejarlo. Deja de actuar como un niño berrinchudo. Sí, que la gente que amas no sea honesta apesta, pero ahora eres un adulto, así que lidia con ello de acuerdo a eso. Dijiste que tu tío te aceptó, creyó en ti, te enseño un oficio que claramente amas, así que concéntrate en lo que hizo y no en lo que no hizo porque no sabes cuánto tiempo más tengas con él. Sé un hombre, Kyuhyun. Es la manera como se lidia con las cosas que más nos duelen lo que nos define.
Abrí la puerta justo cuando el chico de la pizza estaba preparándose para tocar de nuevo y me deslicé a su alrededor. Escuche un arrastre de cuerpos, voces de hombre hablando y estaba casi fuera de la puerta cuando escuche la sensual voz del vecino.
—Cariño, si vas a tener tanto tráfico a diario, necesitas invertir en un timbre.
Me detuve el tiempo suficiente para mirar sobre mi hombro. Ambos, Kyuhyun y el chico repartidor estaban mirándolo. Puse mis ojos en blanco. Kyuhyun movió su mirada en mi dirección y luego de vuelta al joven vecino.
—¿Exactamente quién eres? —Sonaba menos disperso.
—Soy tu nuevo vecino.
Lo escuché reír y me hizo apretar mis dientes mientras salía por la puerta.
—Bienvenido al vecindario. —No necesitaba verlo para saber que le estaba sonriendo.

No debería revolver mis entrañas. No debería hacer que quisiera jalar todo su fabuloso cabello de su cabeza y darle un rodillazo a Kyuhyun en las bolas tan duro que sus futuros nietos caminarían con una cojera, pero lo hacía y eso era algo en lo que absolutamente no quería pensar. Ni ahora, ni nunca.


3 comentarios:

  1. Querido Min no pienses que el beso fue culpa de la borrachera prolongada, ahí hay más cosas de fondo.
    Kyu sería momento que vayas sacando la cabeza del pozo y hagas frente a los acontecimientos, por más que te escondan no van a desaparecer.
    Vecino hot tengo un muchacho para presentarle más específicamente un trabajador de bar.

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  2. me encanto que Min le hable asi... Es la manera de como se lidia con las cosas que mas os duelen lo que nos define ... muy cierto

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  3. La cosa es...que cuando el destino se entromete,lo jace de verdad.
    Min estuvo esquivando a Kyuhyun en la escuela y esperando wl día para irse de la ciudad,cua do lo jace no lo ve,y no lo ha visto desde hace 3 años que es enfermero,solo hasta que Siwon tiene que ir al hospital y se encuentran.
    Luego Min es testigo del co ficto emocional que esta Kyuhyun y va a verlo...me encantó que le haya dicho sus cosas,así Kyuhyun puede pensar bien y hacer las cosas que debe hacer con respecto a Shin...no desperdiciar el tiempo.
    Oooohhhh Kyuhyun lo beso...con ese aliento asqueroso de seguro pero..beso al fin y alcabo *0*

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...