The Other -7



Donghae le observaba mientras se vestía al día siguiente. Hyukjae sabía que estaba esperando que dijera algo, pero lo dejó esperar. La sensación de estar siendo  manipulado era fuerte y no le gustaba  nada.
Si eran los celos lo que estaban haciendo que Donghae se comportara así, era sorprendente lo que podían hacer en una persona. La noche anterior él se había librado de todas las inhibiciones como si nunca hubieran existido. Le había proporcionado una noche de sexo fantástica. Lo que le había hecho comportarse así la noche anterior, evidentemente no se había perdido, un hecho que él encontraba intensamente desconcertante.
¿Qué era real y qué no lo era? El cambio había sido demasiado abrupto, demasiado extenso para que él se lo creyera. Se preguntó cuánto duraría la actuación.
¿Hasta que creyera que había pasado el peligro de Jieun?
Era extraño lo mucho que le había importado a Donghae lo del hotel. Era evidente que nada de lo que él dijera o hiciera iba a borrar sus sospechas al respecto. Lo que significaba que, si él quería mantener intacto su matrimonio, no iba a tener más remedio que ceder a que los acompañara al viaje. No le quedaba otra opción ya que no estaba dispuesto a arriesgarse a una demanda de  divorcio.
-¿Has probado alguna vez una cama de agua,  Hyukjae?
Él terminó de atarse los zapatos y se levantó. Donghae estaba tumbado de lado en  esa cama que él tanto había criticado, completamente desnudo, agarrado a una almohada como si ya lo estuviera echando de menos. Eso lo hizo sentir como una opresión en el pecho y un dolor en el vientre que no le gustaron nada.
Su primer esposo había utilizado el sexo como un arma. ¿Es que todos hacían lo mismo para conseguir lo que querían? Nunca lo habría pensado de Donghae. Pero la posesividad era un instinto de lo más insidioso y exigente, más de lo que debiera.
-Olvídate de la cama -dijo- Si te vas a venir conmigo a Europa, vas a tener mucho que hacer durante los próximos días.
El rostro se le iluminó de alivio.
-¿No te importa que vaya? Hyukjae lo miró duramente -No esperes que yo cambie mis planes, Donghae, porque no lo haré. Me has obligado a esto. No interfieras con lo que haga cuando estemos por allí.
-No lo haré -respondió sonriendo encantado por haber ganado- Te prometo que haré lo que te venga mejor.
El asintió y lo dejó, incapaz de contener la esperanza de que ese cambio fuera real y duradero.
Si era así, su matrimonio sería casi perfecto.
Se aconsejó a sí mismo que fuera poco a poco. La verdad se revelaría por sí misma muy pronto.


Donghae se sintió aliviado cuando, por fin, llegaron a la sala de espera de la terminal de salidas internacionales del aeropuerto. La zona de las Líneas Aéreas era la más lejana y él no había dejado de arder de vergüenza por la forma en que casi todos los hombres con los que se había cruzado se volvían para mirarlo.
Hyukjae le había dicho que, como iban a pasar en el avión unas veinte horas, no se llevara nada apretado o incómodo y, los pantalones negros anchos que había elegido se adaptaban a esa exigencia, además de no llamar la atención. No, era el jersey verde lima lo que lo estaba llamando. Para ser más exactos, el problema estaba en cómo se ajustaba a su pecho.  No había pensado en lo evidente que sería para todo el mundo, ni que se moriría de vergüenza por ello.
Se dirigieron a una zona desocupada y Donghae se sentó rápidamente dándole la espalda a la gente. Jieun se sentó delante de él, así que el orgullo le impedía mostrar señal alguna de incomodidad.
-¿Quieres tomar algo, Donghae? -le preguntó Hyukjae amablemente, pero con una extraña mirada en sus ojos.
-Café estaría bien.
-¿Jieun?
-Iré contigo y te ayudaré a traer las cosas.
La secretaria personal en acción, pensó Donghae.
Pero el caso es que agradeció quedarse solo por un momento para tranquilizarse   un poco. Estaba bien eso de ser sexy para Hyukjae en privado. Pero ahí es donde debía quedarse el asunto, en privado.
En ese momento incluso podría disfrutar de estar desnudo. Pero en privado. Incluso hacerlo orgullosamente le estaba resultando más fácil, ya que a Hyukjae le estaba gustando.
La ira había desaparecido, pero seguía manteniéndolo lejos emocionalmente, extrañado por su súbito cambio de actitud y comportamiento. Era como si estuviera esperando que él volviera a su ser anterior, como si no confiara en lo que le estaba ofreciendo, aunque lo aceptaba bastante de buena gana.
Tenía la sensación de que, si daba un mal paso, el calor que ahora había entre ellos se transformaría en algo más frío que la nieve del Monte Kosciusko. Sospechaba que él estaba resentido de alguna manera por haberse visto obligado a dar su brazo a torcer.
No podía negar que había sido bastante sinuoso. De todas formas, en esta ocasión, pensaba que el fin justificaba los medios. Eso le mostraría a Lee Jieun que la cama de Hyukjae estaba bien y verdaderamente ocupada. Y también le mostraría a Hyukjae que una segunda luna de miel no era una mala idea. Realmente necesitaban apoyarse más el uno en el otro para construir algo mejor en su matrimonio.
Cuando volvieron, Jieun estaba hablando con él de algo de negocios y, cuando estuvieron a su lado, lo miró con una sonrisa indulgente que hizo que Donghae se sintiera como un niño mimado.
-Kim Ryeowook me dijo que te gustaría sentarte en mi asiento en el  avión.
-No, yo no dije eso -protestó Donghae inmediatamente. Jieun se encogió de hombros.
-Bueno. A mí no me importa, ya que he visto todo lo que hay que ver desde el avión muchas veces. Y no creo que Hyukjae tenga ningún problema en acercarse a mi asiento si quiere hablar algo de las reuniones que tendremos mañana. Se lo diré a la tripulación.
-No, por favor -respondió Donghae, horrorizado. Hyukjae lo miró y frunció el ceño.
Jieun levantó las cejas como si Donghae se estuviera comportando demasiado caprichosamente. 
-No se me ocurriría  ocupar tu asiento  ni interferir en los planes que hayan hecho -dijo recordando lo que habían hablado Hyukjae y él.
-No tiene importancia, Donghae -afirmó él.
-A mí no me importa cambiar de asiento -continuó Jieun.
-Pero a mí no me gustaría hacerles perder un tiempo precioso que necesitan para preparar esas reuniones tan importantes. No quiero cambiar de asiento. Tengo el mío propio y estoy contento con él.
-Pero, ¿no quieres estar con Hyukjae?
Donghae decidió entonces que odiaba a esa mujer.
Por supuesto que queda estar con él, pero lo que más quería era que lo que se proponía con ese viaje saliera bien. Se volvió a Hyukjae, ansioso de que él le creyera.
-Ya te dije que cuidaré de mí mismo. Me sentiría realmente como un intruso si ocupara el asiento de Jieun. Te prometí que no me interpondría en tu camino y que no molestaría y no lo haré. Me gustará dejarlo todo como está. ¿De acuerdo?
-Como quieras -respondió él, pero parecía que aquello no le gustaba nada.
Donghae se sintió entonces de lo más confundido. ¿Es que no acababa de pasar la prueba? ¿No había hecho lo correcto? Deseó que Hyukjae se decidiera por fin por algo concreto, ya que realmente necesitaba algunas señales positivas de  él.
Hyukjae ya estaba instalado en su asiento del avión, mimado por la tripulación y, aún así, no estaba nada contento. Podía oír a Donghae charlando con el tipo que estaba sentado   a su lado e, interiormente, rugió de impotencia al no poder cambiar una situación en la que se había metido por sí solo.
Donghae había hecho exactamente lo que él le había pedido que hiciera ... no meterse en sus planes. Así que allí estaba él, bebiendo un magnífico champan que le estaba sabiendo a ácido y sintiéndose más confuso que nunca antes en su vida.
Quería que estuviera a su lado. Había estado ansioso por tenerlo allí durante todo el largo viaje hasta Londres. Era una experiencia nueva para Donghae y él habría disfrutado con su alegría. Eso era algo que siempre le había encantado de Donghae, su capacidad para la alegría. Era maravillosa con los niños. Sus hijos no podían haber tenido un appa mejor. Él había tratado de dejarle claro que valoraba más eso que el sexo que bien podría haber conseguido en cualquier otra parte si hubiera querido.
Pero no es que lo hubiera querido. Ciertamente no lo podía haber conseguido mejor que el que Donghae le había proporcionado últimamente; y eso era lo que realmente lo estaba confundiendo más. Había llegado a una serie de conclusiones acerca de lo que era posible y lo que no lo era en su matrimonio. Pero Donghae estaba transformándolas  ahora en un caos.
Era casi como si él estuviera siendo poseído por una personalidad muy distinta de la que él estaba acostumbrado. Como si hubiera estado aprisionado en un capullo durante todos esos años y, luego, la mariposa estuviera emergiendo con una venganza.
La ropa que se había puesto ese día lo había dejado temblando. Sus pantalones negros delineaba su trasero. Pero lo que más llamaba su atención era ese jersey verde.
La suave tela revelaba más de lo debido de Donghae. Parecía tentadoramente accesible. Había estado pensando en lo que podrían hacer cuando reclinaran los asientos y la luz se atenuara para dormir ...
Ahora ... Miró a Jieun, que estaba sentada tranquilamente a su lado, mirando por la ventanilla, seguramente sabiendo que él estaba pensando en otra cosa y de un humor de todos los diablos. Sólo Dios sabía lo que esa chica estaba pensando de toda la situación. No es que eso le importara mucho a él, pero iba a tener que llegar a alguna clase de acuerdo con ella antes de que aterrizaran en Londres y se fueran al hotel.
Ella también iba vestida de una forma bastante sexy, aunque menos obviamente que Donghae. Tal vez dándose cuenta de que la estaba mirando, Jieun lo miró a  él.
-¿Hay algún problema? -le preguntó como invitándolo a las  confidencias.
Él nunca le había hablado a Jieun acerca de su esposo y, no iba a empezar ahora.  No era asunto suyo. Incluso aunque había llegado a ocurrírsele la idea de tener alguna especie de acuerdo de tipo sexual con Jieun, nunca le habría podido dar la clásica  excusa de que su esposo no lo comprendía. Ni habría permitido que semejante acuerdo afectara a su matrimonio. Su vida hogareña era sacrosanta y nadie podía tocada impunemente.
-No, ninguno.
Jieun era una chica lista, muy inteligente. La falta de armonía marital era demasiado evidente, pero las palabras de Hyukjae cortaron por lo sano cualquier posible comentario.
-Me estaba preguntando si no sería más conveniente para ti si yo me instalara en otra suite del hotel. O que me quedara en otra parte, cerca de allí.
Para que así, pasara lo que pasara entre ellos, no sucediera delante de las narices de su esposo y no los pudieran pillar con las manos en la masa. Hyukjae recibió el mensaje alto  y  claro.  Jieun seguía manteniendo abierta  la  puerta  para  un  poco  de discreta diversión si a él le apetecía.
Hyukjae pensó entonces que el adulterio lo haría ser un perfecto hipócrita y él siempre se había enorgullecido de su sinceridad. Aunque él había llegado casi a justificar un pequeño adulterio, pensando que sería lo más pragmático, ahora se alegraba mucho de que Donghae hubiera dado esa vuelta de timón y ahora no lo tuviera sobre la conciencia.
-No veo ninguna razón para cambiar de planes en eso -dijo. Pero sí que veía muchas para no hacerlo.
-Donghae ha insistido mucho en no interferir en nada, así que, probablemente, le molestará el que tú te apartes, Jieun.
Estaba claro que le molestaría. Y sospecharía. Mucho. Y Hyukjae no quería que sospechara. Sobre todo cuando ya no iba a tener ningún motivo. Esperó que Jieun hubiera recibido bien el mensaje.
Por lo que a él se refería, el compartir el apartamento en el hotel era algo conveniente, inocente y nada personal. Así fue como se lo contó a Donghae y lo que iba a ser ahora.
-Bueno, si cambias de opinión, Hyukjae, estoy dispuesta a hacer lo que quieras -insistió Jieun.
-Ya veremos.
Su insistencia molestó a Hyukjae. Quiso decirle en voz alta que lo dejara ya, pero lo cierto era que había permitido que aquella relación de trabajo se transformara en otra cosa más personal. El almuerzo del día de su cumpleaños ...  Donghae había  tenido  razón en que se estaba poniendo excesivamente familiar con esa mujer. Él lo había justificado también, pero no cabía duda de que los instintos de Donghae le estaban indicando que alguien se estaba metiendo en su territorio. Esos instintos pasaron a través del camuflaje y llegaron al corazón del asunto.
Donghae era su esposo. Su esposo. Y se lo estaba haciendo saber con certeza.
Ahora tampoco le cabía duda de que había sido lo del hotel y Jieun lo que había disparado esa revolución en su matrimonio. No podía evitar ser escéptico al respecto. Pero ¿y si detrás de los celos y el sentimiento de posesión había un deseo genuino de ser más un esposo para él?
¿Y si Donghae simplemente quería estar más cerca de agradarlo, forjar una intimidad más feliz entre ellos? Tal vez había una posibilidad real para algo más que lo que había habido en su relación, más de lo que él se había resignado a tener. En lo más profundo de su corazón quería más. ¿No podía tener esa posibilidad?
Tenía que reconocer que Donghae estaba tomándose al pie de la letra todo lo que él le estaba diciendo y lo estaba poniendo en práctica con una dedicación que se merecía que él mostrara un poco más de aprecio, fueran cuales fuesen sus motivos.
Hyukjae dejó a un lado su copa de champán, se desabrochó el cinturón y se puso en pie.
Jieun lo miró interrogativamente.
Se disculpó fríamente y se dirigió a donde estaba Donghae, que lo miraba con el  rostro brillante y lleno de esperanza.
De repente se dio cuenta de lo hermoso que era.
Un montón de recuerdos se agolparon entonces en su mente. Donghae con su primer hijo, brillando de amor. El día de su boda, lleno de amor por él. Cuando lo vio por primera vez en el centro comercial de Hyeopjae, contento por tener  un trabajo esas navidades vendiendo libros para niños, encantado por atender a los niños y appás.
Hermoso. Ahora incluso más aún, cuando estaba llegando a la madurez y, todavía con ese brillo de inocencia en los ojos.
Le sonrió de forma completamente masculina y mostrándole el aprecio que sentía por él como persona.
Entonces el rostro se le iluminó y sus encantadores ojos castaños brillaron  de placer y su sonrisa fue un fiel reflejo de su alegría. Esa sonrisa hizo que se le relajaran los nervios que había tenido tensos hasta entonces.
El tipo que estaba sentado a su lado los estaba mirando con curiosidad, pero Donghae no le hacía ni caso. Mientras se acercaba, Hyukjae no pudo evitar que su mirada bajara hasta su pecho, donde sus manos deseaban estar.
Donghae empezó a ruborizarse. Cuando levantó la mirada, en sus ojos había una expresión de angustia. Él sintió entonces las preguntas que le embargaban. Le estaba preguntando si había hecho bien, si lo estaba haciendo. ¿Qué era lo que estaba bien?
Se dio cuenta de que había reconocido el destello de deseo en sus ojos y lo vio aliviarse.
Se inclinó entonces y lo besó ... besó a su esposo, que estaba jugando a ser una sirena sexy para él. Su boca era suave y dulce y el impulso de besarlo más apasionadamente allí mismo fue tan fuerte que tuvo que obligarse a retroceder y comportarse como un hombre civilizado.
-¿Estás bien? -le preguntó cariñosamente.
-Sí -respondió él con una evidente mirada  de satisfacción- Este es Edward ... Edward Harrow -dijo presentándole a su compañero de asiento- Ha sido muy amable contándome  cosas.
-Gracias por cuidar de mi esposo -dijo Hyukjae con un calor que sorprendió por completo al hombre que, probablemente, se estaría preguntando por qué se sentaban separados.
-De nada -dijo el hombre-Es un placer. Un joven encantador.
-Sí, tengo mucha suerte -respondió Hyukjae volviendo a sonreír a Donghae-. Prueba el caviar cuando sirvan la cena. Está riquísimo. Y acepta también el vodka. Haz como si fueras ruso.
Donghae se rió.
-De acuerdo, lo haré. Gracias, Hyukjae.
Hyukjae deseó haber podido compartir su compañía hasta Londres, esa risa y alegría. Mentalmente se reprendió a sí mismo por ser tan tonto. ¿Y si aquello no duraba?
Incluso un placer pasajero era mejor que ninguno.
-Que disfrutes del viaje -le dijo muy en serio. Luego volvió a su asiento sintiéndose de lo más feliz y contento.
Poco después oyó a Donghae
-Tomaré el caviar, por favor.
Y eso hizo que se sintiera bien. Pudiera ser que estuvieran separados, pero estaban compartiendo.
Tal vez debieran incrementar esa forma de compartir y, no sólo temporalmente.  Si Donghae no estaba jugando y verdaderamente estaba cambiando, Hyukjae estaba más que deseoso de darle una oportunidad. Había esperado que fuera así cuando se casó con él. Si una segunda luna de miel era lo que Donghae quería, él haría algo más  que  encontrarse con sus deseos a medio camino.
Pensó entonces que la esperanza era una emoción imposible de reprimir. Nunca se sabía cuando iba a acabar y  morir.



5 comentarios:

  1. Bien un paso a la vez para recuperar a tu esposo pecesito

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  2. Wi~ todo va de lo mas de bien!!!
    Ojala les vaya muy bien en Londres!!!
    Hyukki~ Recapacitó (?)
    Jajajajaja

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  3. Ouww~ Que lindo, te juro que ame el final de este capítulo, al fin Hyuk esta cediendo un poco y esta tomando más en serio las palabras y acciones de Donghae

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  4. bueno despues de mucho regarla Hyuk se ha llevado mis aplausos en esta ultima parte espero y siga asi porque ya no quiero ver sufrir a Hae mira que es mas que ovio que lo ama
    Muchas gracias fue hermoso leer esto ultimo :)

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  5. Vaya...aún con sus dudas pero al menos ya Hyuk va entendiendo las acciobes de Hae.
    Y que bueno que ya vea lo suficientemente claro lo que esa tipa quiere o intenta hacer.
    Ahira Hyuk se reprocha el haberle dicho a Hae que no interfiriera con sus planes...bien dice el dicho,"cuidado con lo que deseas"
    Bien podía haberle cambiado el asiento al compañero de Hae....pero bueno,al menos eso le ha hecho comprender que lo que sea que esté pasando,los dos tienen que participar,pues son un matrimonio.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...