The Other -9



-He reconsiderado la sugerencia que me hiciste acerca de que te hospedes en otra parte, Jieun -dijo- Voy a llamar ahora a recepción para ver si tienen disponible  otro apartamento para ti.
La mirada de ella ¿fue de sorpresa? ¿De placer? ¿De  triunfo?
Inmediatamente después, Hyukjae llamó por teléfono sin importarle y tardó poco en hacer los arreglos necesarios.
Tuvo suerte, había disponible una suite de una  habitación.
A Jieun le encantó la noticia. Pero el que estuviera igualmente de encantada de que la dejara fuera de sus planes después de las horas de trabajo, eso habría que verlo. Pero a Hyukjae no le importaba, Jieun no tenía ningún derecho en su vida  privada.
Ella le dijo que no habría ningún problema en volver a hacer la maleta antes de que se marcharan esa mañana. De todas formas, no se había llevado muchas cosas. Como era una viajera experimentada, no llevaba demasiada ropa con ella. Al contrario que su esposo, interpretó Hyukjae. La abultada maleta de Donghae era suficientemente  grande como para contener el armario  entero.
¿Y qué? No había ninguna razón para que Donghae  se pusiera limitaciones si no quería, y había todas las del mundo para que se hubiera traído lo que quisiera si le apetecía. Una segunda luna de miel no requería eficiencia. Nada más que en una cosa.
-¿Has hecho algún plan con mi esposo esta mañana? -le preguntó tratando de conseguir la información que necesitaba.
-No. ¿Cómo podría? Yo voy estar muy ocupada contigo,  Hyukjae.
-Creí haberte oído ofrecerle tu ayuda.
-Oh, sólo de una forma general. Es su primer viaje aquí -dijo condescendientemente.
-¿Ha sido de eso de lo único que han hablado?
-¿De qué más? -respondió ella mirándolo inocentemente -Le dije que el cuarto de baño estaba libre. Parecía como si el vuelo le hubiera afectado  mucho.
No, algo más había afectado a Donghae. Tal vez el cansancio tuviera algo que ver, pero no era lo principal.
Miró a Jieun y su expresión de inocencia y supo que no confiaba en ella. Aquello fue también una sorpresa.
De repente vio que había puesto a esa mujer en una posición de confianza y ella podía hacerle mucho daño si no tenía cuidado. Sólo Dios sabía el daño que ya podía haber hecho con Donghae.
Durante el resto del desayuno estuvieron hablando de la reunión que tenían por delante y, cuando Jieun se fue a su habitación para hacer de nuevo la maleta, Hyukjae se acercó a la puerta del cuarto de baño. Estaba claro que Jieun había hecho que Donghae se sintiera aparte y esa era su forma de no interferir, dejándolos fuera. De cualquier manera, Hyukjae se sentía de lo más incómodo con la situación y sintió la apremiante necesidad de aproximarse de nuevo a Donghae antes de  marcharse.
Llamó a la puerta
-¿Estás bien?
Se produjo una pausa y luego él contestó
-Sí. Es un baño de lo más  agradable.
-¿Te importa si entro un momento, Donghae? Me marcho dentro de un momento.
Una pausa más larga.
-Me estoy lavando la cabeza, Hyukjae. No puedo salir. Que tengas un buen día.
Aquello sonaba razonable y deseó poder creerle. Por otra parte, mientras Jieun estuviera allí sabía muy bien que Donghae se moriría antes que revelar lo que le pasaba cerca de  ella.
No le gustaba nada dejarlo de ese humor tan negativo en su primer  día  en Londres. Sintió un fuerte impulso de quedarse con él y mandar a Jieun a la reunión. Aunque, por otra parte, el tiempo a menudo suavizaba las  cosas.
-Donghae, he hecho que Jieun se vaya a otra suite -dijo, esperando que esa  información sirviera para algo -Vendrá un botones para llevarse su equipaje. Será a eso del mediodía. Tendremos este apartamento para nosotros solos, ¿te parece bien?
Dentro se produjo un sonido ahogado.
Tal vez se estuviera lavando el cabello de  verdad.
Podía llamarlo más tarde, hacerle saber que le importaba. Quería que supiera que estaba pensando en él y que era importante. De una importancia   primordial.
- Te dejaré los números de teléfono donde me puedes localizar en el cuaderno   que está junto al teléfono del dormitorio. No dudes en llamarme si quieres cualquier cosa de mí. En cualquier momento, Donghae. Pregunta por mí. Dejaré instrucciones para que te pasen conmigo esté donde esté.
Ninguna respuesta.
-¿Donghae?
-¿Sí?
A Hyukjae no le gustaba nada sentirse inútil.
-Ya hablaremos esta  noche.
Y lo dijo en serio. Con una buena comunicación podían resolver lo que fuera. El que Jieun no estuviera allí podría ayudar. Tendrían una intimidad absoluta garantizada. Y, seguramente, Donghae apreciaría su deseo de que hubiera intimidad entre  ellos.
El silencio al otro lado de la puerta era de lo más descorazonador. Hyukjae esperó que estuviera de un humor más receptivo esa noche. Se preguntó qué más podría hacer mientras esperaba a que Jieun estuviera lista. La inspiración no le llegó hasta que no estuvieron en el ascensor.
-¿Podría enviar unas flores? -le dijo a la chica de  recepción.
-Por supuesto, señor Lee.
-Una cesta de rosas rojas. Tres docenas. Para ser entregadas aquí e instaladas en la mesa del dormitorio principal de mi apartamento.
-Yo me ocuparé.
-Me gustaría dejar un mensaje con la  cesta.
-¿Quiere escribirlo usted mismo, señor Lee?
La mujer abrió un cajón y sacó un block de notas y sobres a juego  y  se  los ofreció sonriendo. -Gracias.
Hyukjae pensó por un momento y luego se puso a escribir.

Me muero de ganas de estar contigo esta  noche.
Hyukjae.


Donghae quería irse a su casa.
Salió del baño, se secó y se vistió para luego volver a meter sus cosas en la maleta. Mientras tanto no dejaba de pensar en qué pasaría si tomara un taxi. se fuera al aeropuerto y tomara el primer avión que volviera a Corea, las preguntas que provocaría, lo mal que se sentiría al tratar de explicarse, las molestias que le causaría a todo el mundo ...
No podía afrontarlo. Todavía no. No hasta que no hubiera pensado en lo que estaba ahora y en cuál sería su próximo paso a  dar.
Las ganas de volverse a casa eran parejas al dolor que sentía y nada de eso iba a desaparecer en poco tiempo. Por fin, su cansada mente pensó en el único hotel que conocía en Londres, en el que Hyukjae se había quedado siempre hasta ahora. Por lo  menos le sonaba. Le Present tenía más de doscientas habitaciones. Llamó y vio que quedaban libres, así que la reservó.
Aliviado por tener un lugar donde esconderse, aunque fuera temporalmente, terminó de hacer el equipaje. Cuando estaba echando un vistazo a su alrededor para ver si se le olvidaba algo, su mirada se posó en el cuaderno de la mesita de noche, donde estaban los teléfonos que le había dado  Hyukjae.
¿Le importaba algo a él?
¿O sólo le importaba lo que le pudiera suceder a los  niños?
Las lágrimas le nublaron la vista. No debería haber ido a ese viaje. Había sido un terrible error. Una esperanza ciega en que pudieran transformar su matrimonio en algo diferente, real, verdadero y especial, casi  nada.
Ahora lo comprendía todo. La razón por la que él no había creído en que lo que estaba haciendo mejoraría su relación. Incluso le había dicho que  ya  era  demasiado tarde para eso. Cuando estuvieron dentro del avión y se vio obligado a soportar su presencia durante todo ese tiempo, había puesto buena  cara a  lo  inevitable y él había sido tan tonto de  tragárselo.
Pero ya no podía soportar más. Estaba más que harto. Deseó no haberlo descubierto nunca, haberse quedado en su casa ... Pero lo hecho, hecho  estaba.
Ahora era Hyukjae el ciego, si se creía que con cambiar de apartamento a Jieun iba a arreglar la situación. Lo único que había hecho era quitarle el cuerpo del delito de delante de las narices. ¡Y era él quien le había echado en cara el que estuviera viviendo una mentira!
Se enjugó las lágrimas. ¿Quién podría haber pensado que tuviera tantas? Debía haberlas soltado todas en el baño.
Bueno, ya estaba listo para irse ... casi. Le quedaba un problema, el de hacerle saber a Hyukjae donde se iba a quedar. Desaparecer por completo le parecía demasiado cruel y no quería que se preocupara por él. Simplemente quería que le dejaran en paz. Le resultaba difícil pensar. Era sorprendente como se las había arreglado para organizarse hasta entonces. Seguía mirando el papel con los teléfonos, pero no quería hablar con él. No, no lo podía soportar. Por fin tomó el cuaderno y escribió lo que esperaba que fuera un mensaje claro para él. Encontró un sobre metió allí la nota.
Luego llamó a un botones.
En la recepción había una chica distinta, ya que había cambiado el turno, lo que le alegró, así no tendría que explicar nada. Le dio el sobre con instrucciones de que se lo dieran personalmente a Lee Hyukjae, no a su secretaria  personal.
El portero le llevó el equipaje a la calle y le llamó a un taxi. Mientras el taxista estaba metiendo la maleta en el portaequipajes, la furgoneta de una floristería aparcó a su lado y de ella salió un chico con una gran cesta de  rosas.
Rosas rojas, de amor.
Verlas le produjo más daño aún, recordándole el gesto fútil que él mismo había hecho la semana anterior. Les dio la espalda y entró en el  taxi.
No sabía cuando el amor había desaparecido de él, pero lo había hecho. Su matrimonio estaba muerto.
Deseó entonces que el corazón le dejara de  sangrar.

*** 
Hyukjae estaba  sentado  en  el  reservado de uno de los restaurantes más antiguo de Londres y, uno de los más famosos. Esperaba que su reputación atrajera a Donghae, ya que seguramente la comida inglesa no lo haría. Su ubicación en Maiden Lane, Covent Garden, le añadía un tono romántico. Era allí donde solía comer la gente del teatro.
Cada minuto que pasaba tenía los nervios más de punta. El restaurante estaba  lleno y, seguro que casi todos eran famosos, pero a él sólo le importaba la presencia de una persona y, si Donghae no iba esa noche, no tenía ni idea de qué hacer a  continuación.
Durante los últimos cinco días lo había expulsado de su vida. Hyukjae sabía que   los mensajes que le había dejado en el hotel le habían sido entregados, pero no había respondido a ninguno de ellos. Había  pensado incluso en instalarse fuera del  hotel y esperar a que saliera o entrara. Pero la imagen de Donghae huyendo de él era demasiado descorazonadora. En lo más profundo de su corazón, sabía que era él el que tenía que decidir venir. No podía salir nada bueno de obligarlo a algo que no quisiera. Las palabras que le había escrito en el mensaje estaban grabadas en  su cerebro:
Necesito estar un tiempo lejos de ti. Por favor, déjame. No  debería  haber venido. Ha sido un error. Lo siento.
Lo sentía.
Hyukjae odió esas palabras. ¡Los errores eran suyos, maldita sea! No de él. Había tratado de decírselo. ¿Habría leído alguno de sus mensajes? ¿Sabría que lo estaba esperando allí, deseando desesperadamente que  fuera?
Miró de nuevo su reloj. Eran las ocho y tres minutos. ¿La  habría  pillado  un atasco? El hotel estaba no muy lejos de allí y Donghae era muy puntual, nunca llegaba tarde, le parecía una falta de  respeto.
El miedo que Hyukjae había tratado de contener empezó a escapársele de las   manos.
Aquello no tenía muy buena pinta.
Se suponía que ése era el último día de su estancia en Londres. Al día siguiente se suponía que tenían que tomar el tren que los llevaría de la estación Waterloo a París. Si no se veían allí esa noche, ¿estaría Donghae en la estación al día siguiente? Si no era así, ¿qué demonios iba a hacer  él?
Se pasó una mano por la frente, luego se apretó fuertemente los párpados y  deseó con todas sus fuerzas que Donghae apareciera por la puerta y le quitara de encima  esa pesadumbre.
-¿Me acompaña, joven señor?
Donghae asintió, un poco intimidado por el ambiente y por el camarero que le estaba ofreciendo acompañarlo hasta donde estaba la mesa de su esposo y sintió un destello   de alivio cuando vio a Hyukjae allí. Estaba de lo más nervioso. Había permanecido un rato fuera, indeciso sobre si entrar o no. Ese encuentro iba a ser agotador. Pero iba a tener que suceder más tarde o más temprano y, en un restaurante como ése, por lo menos iba a ser civilizado.
Hyukjae tenía el rostro inclinado y apoyado en una mano, como si le doliera la cabeza... Entonces la levantó y lo vio. Fue como si, de repente, sus pies ya no tocaran el suelo.
Esa mirada contenía a la vez alivio, sorpresa y una feroz ansia que le llegó al corazón, asustándolo con su intensidad.
Era como si hubiera estado ansioso por verlo y se levantó  inmediatamente.
Donghae pensó que era como si le fuera a agarrar para que no se escapara. Hyukjae se contuvo visiblemente y se quedó quieto, salvo el brazo con el que le indicó que se sentara.
Vio como tragaba saliva convulsivamente e hizo lo mismo. No era un encuentro fácil para ninguno de los dos. De él dependía lo que pudiera pasar en el  futuro, sobre todo con los niños.
Hyukjae no dejó de mirarlo, provocándole una extraña sensación provocar semejante atención después de haber sido ignorado durante tanto  tiempo.
Hyukjae lo miraba como si estuviera desnudo, cosa que no era precisamente el caso, ya que él había preferido descartar la imagen sexy para esa noche.
Ya era demasiado tarde. Estaban en una encrucijada.
Hyukjae, por supuesto, estaba muy atractivo con uno de sus habituales trajes grises. Donghae dudó que hubiera algún hombre más elegante en el restaurante.  Incluso esa noche, con su matrimonio destruido, no podía evitar sentirse orgulloso de él.
-Gracias por venir -dijo él con mucho  sentimiento.
Donghae se atragantó, asintió y se sentó enfrente de él. Entre otras cosas porque sintió como las piernas empezaban a fallarle. Se dijo a sí mismo que no fuera tonto y no se dejara engañar. Por supuesto, Hyukjae estaba preocupado. Amaba a su  familia.
Hyukjae se sentó de nuevo y les sirvieron una copa de champán antes de dejarlos   solos. Él le dio un trago, ya que lo necesitaba.
-¿Cómo te ha ido la semana? -le preguntó Donghae por  fin.
-Diabólica.
-Siento haberte complicado las cosas. No quería hacerlo. Sólo quería salir de la situación.
-Lo sé. Siento que te vieras en una situación tan dolorosa, Donghae. Ha sido una estupidez ciega por mi parte y me arrepiento de ello profundamente.
Donghae se dijo que aquello era un discurso preparado y que no tenía que dejar que le rompiera las defensas. Aunque esas palabras fueran sinceras, no cambiaban  nada.
-Supongo que no tenerme en cuenta a mí y a mis sentimientos se ha transformado en un hábito para ti, Hyukjae -dijo irónicamente- El esposo al que se puede tomar el pelo hasta que se vuelve y  muerde.
-Eso no es cierto.
-No te vas a poner ahora a disimular, ¿verdad, Hyukjae? Si eso es lo que piensas, este encuentro es una pérdida de tiempo.
Él le miró incrédulamente y luego agitó la cabeza  desesperadamente.
-¿Has leído alguno de los mensajes que te llevo dejando desde el lunes, Donghae?
-Ya te dije que me dejaras en paz. No era mucho pedir dadas las circunstancias, que creaste tú mismo.
-Esas circunstancias no eran las que tú has creído.
-Por favor, no me digas eso, Hyukjae. Es un insulto a la inteligencia de los dos.
-Realmente no has leído ninguna de las notas,  ¿verdad?
-La de hoy. Es por eso por lo que estoy aquí. Sabía que te marchas a París  mañana y
-¿Vas a venir conmigo?
Donghae se puso tenso instintivamente y le brillaron los ojos. ¿Cómo se creía Hyukjae que los iba a acompañar a Jieun y a él?
-No, no lo haré -dijo fríamente-He venido aquí porque pensé que debíamos llegar a alguna clase de trato.
-Un trato. Vaya un eufemismo magnífico cuando se trata de un matrimonio con problemas. Sobre todo cuando se ha negado cualquier clase de  comunicación.
Eso le hizo daño.
-¿Quieres una esquela por tu error al no decirme lo que pasaba, Hyukjae?
-¡No quiero ninguna esquela! Para mí, este matrimonio no está muerto y, no sé por qué tú lo quieres matar tan rápidamente  ...
-¿Que yo lo quiero matar?
¡Era monstruoso por parte de Hyukjae querer echarle ahora la culpa a él!
-¿Es que piensas que yo voy a mirar para otra parte y me vaya tragar sin más tu infidelidad? ¿Seguir como si eso no significara nada para  mí?
-Yo no te he sido infiel -respondió Hyukjae  vehementemente.
Esas palabras, que seguramente eran falsas, le llenaron de amargura y apenas  pudo encontrar palabras coherentes.
-¿Y te esperas que me crea eso después de lo que me dijo Jieun? ¿Después de cómo me lo dijo? ¿Y qué me dices de ese montaje del hotel? Eso para no mencionar ese almuerzo de cumpleaños con ella, mucho más importante para ti que  yo.
La voz estuvo a punto de fallarle y le dio un trago a su copa para aclararse la garganta.
-Sé que es mi culpa -admitió Hyukjae.
-¡Bueno, una gran culpa! ¡Cielos! Ni siquiera tuviste la decencia de darle una oportunidad a nuestro matrimonio. Tú decidiste, por ti mismo, que yo estaba  por debajo de la línea para satisfacerte sexualmente, así que pensaste en otra cosa. Esa es la clave de todo, ¿no?
Hyukjae tomó aire. Parecía sentirse mal y lo miró suplicante.
-No te he sido infiel, Donghae -repitió- Lo pensé, pero no lo hice.


  
*Yo lo mato…qué cinismo!!!!!!!!!!!!!!


4 comentarios:

  1. O______O
    Ay Dios!!!
    El mono se lo busco solito!
    Que pesar...en que irán a parar
    ..

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  2. Alguien que golpe a ese pedazo de hombre mira que decir las cosas de esa forma a Hae acaso no tiene delicadeza
    Espero y ahora Hyuk se arrastre pidiendo perdon porque sino si lo mato!
    Por su culpa Hae sufrio mucho! mas vale que arregle eso ¬¬
    Espero el proximo cap gracias^^

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  3. Mendiga mujer...arruina todo
    Primero Hae está feliz,luego la desilusión y ahora Hae se fue del hotel.
    Esa mujer le salio delmasiado eficiente a Hyuk
    Las rosas eran para ti Hae
    Dios....como se complican las cosas
    Al menos Hyuk le dio el tiempo,solo le mando mensajes pero le dio su espacio,ahora tienen que areglar las cosas.
    Bueno...le ha dicho que pensó en serle infiel...dios,eso fue cuando todo empezo o antes,no ahora,no en ese viaje...este viaje era para los dos.

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  4. Bueno hay que darle un punto por ser sincero y esperó y te arrastres mucho lindo monito

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...