Pasión Nocturna (DH8) - 2



Heechul caminaba calle abajo, sintiéndose extremadamente solo esa noche. Cómo deseaba poder vivir su vida ciegamente, sin saber lo que había allí afuera.
Pero no estaba ciego. Lo sabía, y ese conocimiento acarreaba la elección de ayudar a la gente o apartarse. Heechul nunca había sido en su vida del tipo de persona que le volviera la espalda a alguien que necesitase ayuda. Sus poderes como empático, en ocasiones, eran demasiado para él. Incluso sentía el dolor de los demás más profundamente que el propio.
Era lo que había atraído a Shin hacia él al principio. En los últimos tres años, él le había enseñado varios trucos para disminuir las emociones de los demás y concentrarse en las suyas. Había caído del cielo, y había hecho más por su cordura que cualquier otra persona. Aún así, sus trucos no los silenciaban completamente.
En ocasiones era completamente abrumador. Era tan acosado por emociones intensas que las suyas se apartaban, y a veces ocasionaban que estallara de ira verbalmente por el estrés que eso le producía.
Así que aquí estaba, solo, pasando otra solitaria noche en las calles, mientras arriesgaba su vida por las personas que se burlaban de él.
Patrullar era realmente mucho más divertido cuando lo hacía con un grupo de amigos.
Heechul se forzó a no recordar a quienes habían muerto en cumplimiento del deber. Pero fue inútil. Las lágrimas llenaron sus ojos mientras tocaba la cicatriz irregular en su rostro, que le había hecho el Daimon Changsu.
Changsu era el peor tipo de psicópata, y había estado buscando a su hermano mellizo y a su cuñado para matarlos. Afortunadamente, Leeteuk y Kangin habían sobrevivido. Heechul sólo deseaba haber muerto esa noche, en lugar de sus amigos. No era justo que ellos hubiesen pagado un precio tan alto cuando Heechul había sido quien les había pedido que lo ayudaran en primer lugar.
Dios, ¿por qué no podía haber mantenido la boca cerrada y dejarlos vivir sus vidas en paz e ignorantes de todo eso?
Por eso era que ahora luchaba solo. Jamás le volvería a pedir a nadie que arriesgara su vida para hacer lo que él hacía.
Ellos tenían la opción. Él no.
Heechul comenzó a caminar más despacio cuando sintió el familiar cosquilleo en su columna vertebral.
Daimons… Estaban detrás de él.
Dándose vuelta, se agachó y simuló estar atando los cordones de su bota. Mientras tanto, estaba muy consciente de las seis sombras que estaban encerrándolo…


Siwon tiró del borde derecho de su guante de cuero para ajustarlo mientras caminaba por la calle prácticamente abandonada. Como siempre, estaba impecablemente vestido con un abrigo largo de cachemira negro, un suéter de cuello alto negro, y pantalones negros. A diferencia de la mayoría de los Dark Hunters, él no era un bárbaro vestido de cuero. Era el epítome de la sofisticación. Clase. Nobleza.
Su familia descendía de una de las familias más antiguas y respetadas de Roma. Como un antiguo General romano cuyo padre había sido un muy estimado senador, Siwon hubiese seguido sus pasos felizmente si los Destinos, no hubiesen intervenido.
Pero eso era el pasado, y Siwon se rehusaba a recordarlo. Liu era la única excepción a esa regla. Era lo único que recordaba de su vida humana.
Era lo único que valía la pena recordar de su vida humana.
Siwon dio un respingo y concentró sus pensamientos en otras cosas mucho menos dolorosas. Había una frescura en el aire que anunciaba que el invierno llegaría pronto. Y no era que Nueva Orleáns tuviese invierno, comparado a como solía ser en WShinington D.C.
Aún así, cuanto más tiempo estaba aquí más se diluía su sangre, y el frío aire de la noche era un poquito fresco para él.
Siwon se detuvo cuando sus sentidos de Dark Hunter detectaron la presencia de un Daimon. Inclinando la cabeza, escuchó con su elevada audición.
Oyó a un grupo de hombres riéndose de su víctima. Y luego escuchó lo más extraño de todo…
—Rían, imbéciles. Pero quien ríe último ríe mejor, y tengo la intención de rodar sobre mi estómago esta noche.
Se armó una pelea.
Siwon giró rápidamente sobre sus talones y regresó por la dirección por la que había venido. Anduvo en la oscuridad hasta que encontró una puerta entreabierta que conducía a un patio.
Allí atrás había seis Daimons luchando contra un joven alto.
Siwon estaba hipnotizado por la macabra belleza de la batalla. Un Daimon fue a la espalda de joven. Lo lanzó sobre su hombro y en un elegante movimiento lo apuñaló en el pecho con una daga larga y negra. El Daimon explotó en un polvo dorado.
El joven giró mientras se levantaba para enfrentar a otro. Tiró la daga de una mano a la otra y la sostuvo como alguien acostumbrado a defenderse de los no- muertos.
Los Daimons se abalanzaron sobre él. El hizo una voltereta para alejarse, pero el otro Daimon se había anticipado a su acción. Lo agarró.
Sin entrar en pánico, el joven cedió su peso levantando ambas piernas hasta el pecho. Eso hizo arrodillar al Daimon. El saltó para ponerse de pie y apuñaló al Daimon en la espalda.
Se evaporó.
Normalmente, los Daimons restantes huirían. Los cuatro que quedaban no lo hicieron. En lugar de eso, se hablaron en un idioma que él no había escuchado en un largo tiempo: griego antiguo.
—El pequeño joven señor no es lo suficientemente tonto como para tragarse eso, chicos —respondió el joven en un griego impecable.
Siwon estaba tan asombrado que no podía moverse. En más de dos mil años jamás había visto o escuchado algo como esto. Ni siquiera las amazonas habían producido alguien mejor que el joven que ahora enfrentaba a los Daimons.
De pronto, una luz apareció detrás del joven. Destelló brillantemente y en remolinos. Un viento frío atravesó el patio antes de que seis Daimons más aparecieran.
Siwon se quedó rígido al ver algo aún más extraño que el joven-guerrero que luchaba contra los Daimons.

Heechul giró lentamente para ver al nuevo grupo de Daimons. Mierda. Sólo había visto esto una vez.
La nueva tanda de Daimons lo miró y rió.
—Lamentable humano.
—Lamentable esto —dijo mientras arrojaba la daga a su pecho.
Él movió la mano y desvió la daga antes que lo alcanzara. Luego estiró el brazo hacia él. Algo invisible y doloroso golpeó a través de su pecho mientras salía volando hacia atrás.
Aturdido y asustado, Heechul se recostó en el piso.
Horribles recuerdos de la noche en que sus amigos habían muerto lo atravesaron. El modo en que los guerreros Daimons Spathi los habían destrozado…
No, no, no.
Ellos estaban muertos. Kangin los había matado a todos. Su pánico se triplicó mientras luchaba por incorporarse. Estaba mareado, y su visión era borrosa mientras se obligaba a ponerse de pie.

Siwon estaba al otro lado del callejón en microsegundos, mientras veía caer al joven.
El Daimon más alto, que medía lo mismo que Siwon, rió.
—Qué agradable de parte de Shindong habernos enviado a un compañero de juegos.
Siwon extrajo sus dos espadas retráctiles de su abrigo y extendió las cuchillas.
—Los juegos son para los niños y para los perros. Ahora que has identificado en qué categoría entras, te enseñaré lo que los romanos le hacen a los perros rabiosos.
Uno de los Daimons sonrió.
—¿Romanos? Mi padre siempre me dijo que todos los romanos mueren chillando como cerdos.
El Daimon atacó.
Siwon lo esquivó y descendió su espada. El Daimon sacó una espada de la nada y evadió su ataque con una habilidad que revelaba a un hombre con años de entrenamiento.
Los demás Daimons atacaron a la vez.
Siwon dejó caer sus espadas y estiró los brazos, soltando los garfios y las cuerdas que estaban atadas a sus muñecas. Los garfios fueron directos al pecho del Daimon más alto y del que estaba peleando contra él.
A diferencia de la mayoría de los Daimons, ellos no se desintegraron instantáneamente. Lo miraron fijamente, con los ojos vacíos, antes de estallar.
Pero mientras él estaba distraído con ellos, otro Daimon recuperó su espada y le cortó la espalda. Siwon siseó de dolor antes de girar y darle un codazo en la cara al Daimon.
El joven estaba de pie. Mató a dos más.
Siwon no estaba seguro de lo que le había sucedido a los otros; a decir verdad, estaba teniendo un poco de problemas para moverse, por el violento dolor en su espalda.
—¡Muere, asqueroso Daimon! —le gruñó el joven al instante de apuñalarlo en medio del pecho.
Extrajo la daga instantáneamente.
Siwon siseó y se tambaleó hacia atrás mientras el dolor atravesaba su corazón. Se agarró el pecho, incapaz de pensar en otra cosa que en su agonía.

Heechul se mordió el labio con terror mientras veía al hombre retroceder, y no convertirse en polvo.
—Oh, mierda —susurró, apresurándose a ir a su lado—. Por favor, dime que eres algún jodido Dark Hunter y que no acabo de matar a un contador o a un abogado.
El hombre cayó con fuerza sobre la calle.
Heechul lo hizo girar sobre su espalda y chequeó su respiración.  Sus ojos estaban parcialmente abiertos, pero no hablaba. Mantenía la mandíbula firmemente cerrada mientras gruñía gravemente.
Aterrado, aún no estaba seguro de a quién había apuñalado erróneamente. Con el corazón martilleando, subió el suéter de él para ver la desagradable puñalada en el centro de su pecho.
Y entonces vio lo que esperaba ver…
Tenía una marca de arco y flecha sobre su cadera derecha.
—Oh, gracias a dios —susurró mientras el alivio lo inundaba. De hecho era un Dark Hunter, y no un desafortunado humano.
Heechul tomó su teléfono y llamó a Shindong para hacerle saber que uno de sus hombres había sido lastimado, pero él no contestaba.
Así que comenzó a marcar el número de su hermano Leeteuk, hasta que su sentido común regresó. Había sólo cuatro Dark Hunters en esta ciudad. Shin, quien los mandaba. Janice, a quien había conocido más temprano. El antiguo capitán pirata, Jean-Luc. Y…
Choi Siwon.
Él era el único Dark Hunter en Nueva Orleáns al que no conocía personalmente. Y era el enemigo mortal de su cuñado.
Apretó el botón de cancelar de su teléfono. Kangin mataría a este hombre en un segundo y haría caer la furia de Artemisa sobre su cabeza. A cambio, la diosa mataría a Kangin por eso, y era lo último que Heechul quería. Su hermano moriría si algo le sucediera a su esposo.
Pensándolo mejor, si la mitad de lo que Kangin había dicho acerca de este hombre y su familia fuese verdad, él simplemente debería dejarlo allí para que muriera.
Pero Shin jamás le perdonaría que le hiciera eso a uno de sus hombres. Además, no podía dejarlo allí, ni siquiera él era tan despiadado. Le gustara o no, había salvado su vida y él estaba obligado por honor a devolverle el favor.
Dando un respingo, se dio cuenta que tendría que ponerlo a salvo. Y era un poco demasiado grande como para poder manejarlo solo. Marcó su teléfono de nuevo y esperó una respuesta que llegó en un lento y suave acento Cajun.
—Hey, Minho, soy Park Heechul. Estoy en el viejo patio de la calle Royal con un hombre herido y necesito ayuda. ¿Hay alguna posibilidad de que quieras ser mi caballero de brillante armadura esta noche, y le des una mano a un joven damiselo en apuros?
La melosa risa de Choi Minho resonó en su oído.
—Bueno, cher, sabes que vivo por esos momentos. Estaré allí enseguida.
—Gracias —dijo antes de darle la dirección precisa y colgar.


Minho había sido un conocido suyo, ya que los dos frecuentaban muchos de los mismos restaurantes y clubes.
Minho era un pícaro encantador, y tan apuesto como ningún otro hombre que hubiese visto. Tenía un cabello castaño oscuro que tendía a caer sobre un par de ojos seductores que deberían ser ilegales.
Y cuando se trataba de su sonrisa…
Ni siquiera él era totalmente inmune.
Se había sorprendido al enterarse en la boda de su hermano, tres años atrás, que Minho en realidad trabajaba para los no-muertos. Los rumores siempre habían abundado acerca de lo que Minho hacía para ganarse la vida. Cada nativo que rondaba el Barrio sabía que el hombre tenía toneladas de dinero y ningún trabajo real que alguien pudiese percibir. Cuando había aparecido como padrino de Kangin, Heechul había quedado completamente conmocionado.
Pero desde esa noche, Minho y él habían forjado una extraña alianza como compañeros de tragos y cómplices de aventuras, que vivían para irritar a los Dark Hunters. Era realmente agradable tener a alguien con quien  poder  hablar, que sabía que los vampiros eran reales y que comprendía los peligros a los que se enfrentaba cada noche.
Heechul se sentó en el camino empedrado esperando a Minho. Siwon aún no se movía. Inclinó la cabeza para estudiar al gran Satanás de Kangin. De acuerdo a su cuñado, Siwon y su familia Romana habían sido la peor clase de bastardos.
Habían asesinado y violado a cualquiera que se atravesara en su camino mientras conducían sangrientas campañas a través del mundo antiguo. Él hubiese tomado las difamaciones de Kangin con reservas si no fuese por el hecho que los demás Dark Hunters estaban de acuerdo.
Por lo que sabía, a nadie le agradaba Siwon. A nadie.
Pero mientras lo observaba respirar ligeramente, no le parecía tan siniestro. Probablemente porque estaba prácticamente muerto.
En realidad, ya estaba muerto. Pero aún respiraba. La luz de la luna proyectaba sombras sobre los apuestos planos de su rostro y mostraba las gotas en su ropa, en donde estaba sangrando. Si pudiese desangrarse hasta la muerte, sostendría una compresa contra su herida en el pecho, pero como no era así, se quedó quieto.
—¿Cómo moriste? —susurró.
Kangin no lo sabía, y en todas sus lecturas sobre la antigua Roma y Grecia, el nombre de Siwon había sido raramente mencionado. Para toda la brutalidad de la que Kangin lo acusaba, Choi Siwon no era mucho más que una nota a pie de página en la historia.
—Hey, Heenim, ¿estás ahí?
Heechul suspiró con alivio ante el sonido del profundo y lento acento cajun de Minho. Gracias a Dios que vivía a sólo tres calles y sabía cómo apresurarse ante  un aprieto.
—Por aquí.
Vestido con un par de vaqueros gastados y una camisa azul de mangas cortas, Minho se unió a él rápidamente, y maldijo en el instante en que vio quién estaba tirado en el piso.
—Tienes que estar bromeando —gruñó luego de que le pidiera que lo ayudase a levantar a Siwon—. No mearía encima de él ni aunque se estuviese incendiando.
—¡Minho! —dijo Heechul, sorprendido ante su rencor. Normalmente Minho era uno de los hombres más tranquilos—. Eso fue innecesario.
—Oh, sí, claro. Me doy cuenta que no llamaste a Kangin para esto. ¿Por qué, Heechul? ¿Porque los mataría a ambos?
Heechul sofocó su propio temperamento, ya que sólo aumentaría la ira de él si comenzaba a decirle lo infantilmente que se estaba comportando.
—Vamos, Minho. No seas así. Yo tampoco quiero ayudarlo, pero Shin no responde al teléfono, y aparentemente no le agrada a nadie más.
—Eso es condenadamente cierto. Todos, excepto tú, tienen cerebro. Deja que se pudra en la calle.
Heechul se puso de pie y lo enfrentó con las manos en la cadera.
—Bien. Entonces tú explícale a Shin porqué uno de sus Cazadores fue asesinado. Ocúpate tú de su furia. Yo salgo de esto.
Minho entrecerró los ojos al mirarlo.
—Realmente apestas, Hee. ¿Por qué no llamaste a Jey por esto?
—Porque es incómodo pedirle un favor a tu ex, quien está felizmente casado con otro, ¿está bien? De algún modo pensé que mi amigo Minho no me fastidiaría con esto, pero ahora puedo ver que estaba equivocado.
Él dio un exagerado respingo ante eso.
—Realmente odio a este hombre, Heechul. He conocido a Kangin por demasiado tiempo, y le debo demasiado como para prestar ayuda al hombre cuyo abuelo lo crucificó.
—Y nosotros no somos responsables por las acciones de los miembros de nuestra familia, ¿verdad, Minho?
Su mandíbula tembló al escucharlo.
El padre de Minho había sido un asesino convicto que había muerto en un motín en la prisión. Todos sabían muy bien que el hombre era un criminal que había pasado toda la juventud de Minho entrando y saliendo de la cárcel por todo tipo de crímenes ofensivos. El propio Minho iba camino a repetir el destino de su padre cuando Kangin había aparecido y lo había salvado.
—Eso fue bajo, Heenim, realmente bajo.
—Pero es cierto. Ahora, por favor, olvida que es un imbécil y ayúdame a llevarlo a casa, ¿sí?
Minho le gruñó antes de acercarse a ellos.
—¿Sabes dónde vive?
—No, ¿y tú?
—En algún sitio del Garden District. —Minho extrajo su teléfono y marcó un número. Un minuto después, maldijo—. Kennie, atiende el teléfono. —Maldijo nuevamente, luego colgó y lo miró con rabia—. Sabes, es malo cuando el propio Escudero del tipo no responde para salvarlo.
—Quizás Kennie está ocupado.
—Quizás Kennie es psíquico.
—Minho…
Minho metió el teléfono en su bolsillo, luego se inclinó y arrojó a Siwon sobre su hombro, y se encaminó fuera del patio, donde estaba estacionado su Jaguar, en la calle. Dejó caer bruscamente a Siwon en el asiento del acompañante.
—¡Cuidado con su cabeza, Minho! —le dijo Heechul cuando Minho la golpeó contra el auto.
—No es que vaya a matarlo o algo así. De cualquier modo, ¿qué le sucedió?
—Lo apuñalé.
Minho parpadeó y luego se echó a reír.
—Sabía que había alguna razón para que me gustaras. Oh, hombre, no puedo esperar a contarle a Kangin. Se morirá de risa.
—Sí, bueno, mientras tanto, lleva a Siwon de regreso a mi casa y dame el número de Kennie, así puedo seguir intentando llamarlo.
—¿Y quieres decirme cómo voy a llevarlo a tu casa si la calle Bourbon está cerrada para el tráfico luego que oscurece? —Heechul lo miró cómicamente. Él le  gruñó —. Está bien, pero me debes una grande.
—Sí, sí. Manos a la obra, Escudero.
Minho murmuró algo en voz baja, que Heechul estaba seguro de que era cualquier cosa menos halagador, antes de ir al otro lado de su auto y subir.


Como su auto era de dos asientos, Heechul salió a pie para reunirse con él en su tienda. Mientras caminaba entre la gente, sintió que algo maligno pasaba junto a él, físicamente.
Dando vueltas, escudriñó la multitud, pero no vio nada. Aún así, lo sentía adentro, muy profundo.
—Algo malvado viene en camino… —susurró el título de su libro favorito de Ray Bradbury.
Y algo dentro suyo le dijo que era mucho más maligno que cualquier cosa que hubiese enfrentado antes.


Siwon despertó lentamente, al escuchar a alguien tarareando cerca.
¿Tarareando?
Abrió los ojos parpadeando, esperando encontrarse en su propia cama, en su propia casa. En cambio, estaba en una cama antigua muy grande, con un dosel de madera adornado con un acolchado terciopelo de Borgoña.
La voz que escuchaba provenía de una mecedora, a su izquierda. Giró la cabeza y quedó apabullado por lo que encontró.
Era…
Bueno, a primera vista parecía una mujer muy grande. Tenía largo cabello rubio y vestía un suéter peludo color rosa de mangas cortas, y pantalones caqui. Sólo que la “mujer” tenía unos hombros tan anchos como los de Siwon y una pronunciada nuez.
Estaba sentada en la silla, pasando las páginas de la edición de otoño de Vogue con unas brillantes uñas rojo sangre que podían pasar por garras. Levantó la vista y cesó de canturrear.
—¡Oh! ¡Estás despierto! —dijo emocionada, levantándose inmediatamente y revoloteando alrededor de la cama. Tomó torpemente lo que parecía ser un walkie- talkie que estaba sobre la mesa de luz y presionó el botón mientras se  aseguraba de no quebrarse una uña—. Hee, el Sr. Sexy está despierto.
—Está bien, Gunhee, gracias.
Siwon tenía un débil recuerdo de aquella voz, pero no era demasiado claro, mientras intentaba recordar lo que le había sucedido.
—¿Dónde estoy? —preguntó.
“En el infierno” parecía la respuesta más adecuada. Pero, el dolor en su cuerpo, y la habitación en penumbras que era una mezcla tan peculiar de lo antiguo y lo moderno, le decían que ni siquiera el infierno sería tan malo o vulgar.
—No te muevas, dulzura —le dijo la mujer desconocida mientras continuaba gesticulando y rondando la cama—. Hee estará aquí enseguida. El dijo que no debía dejarte ir a ningún lado. Así que no lo hagas.
Antes de que pudiese preguntar quién era Hee, un joven irrumpió en la habitación.
Él era alto, tenia su cuerpo bien definido. Su cabello castaño estaba un poco largo y tenía una gran cicatriz sobre el pómulo izquierdo.
Siwon se quedó helado ante la visión del joven guerrero que había visto la noche anterior. Los recuerdos lo inundaron. Incluyendo aquél en que lo apuñalaba en el pecho, ayudado por el hecho de que aún llevaba un enorme cuchillo de carnicero en la mano derecha.
—¡Tú! —lo acusó, corriéndose hacia el borde más alejado de la cama.
El joven se encogió visiblemente antes de volverse hacia la mujer y empujarla hacia la puerta.
—Gracias, Gunhee, te agradezco que lo hayas vigilado.
—Oh, cuando quieras, cariño. Sólo llámame si necesitas algo.
—Lo haré. —Empujó a la mujer por la puerta y la cerró de un portazo—. Hola —le dijo a Siwon.
Él miró fijamente el cuchillo en su mano, y entonces miró hacia abajo, a la herida curada en su pecho.
—¿Qué? ¿Regresaste para terminar conmigo?



2 comentarios:

  1. Ok....no queria hacerlo,pero me es inevitable y haré lo mismo que hizo Minho

    Jqjajajajajajajajaj
    Es que...jajajajaja casi mata a siwon por error,sin querer iba a "vengar" a su amadisimo cuñado jajajajajajajaja
    Ay Hee por dios....
    Luego me abria calmado pero,la descripción de siwon que hizo del "otro" que lo estaba cuidando me dio tanta risa.
    Seee casualidades que nadie mas estuviera disponible,por supuesto Shin tampoco....claro

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...