Pasión Nocturna (DH8)- 9



Siwon se sobresaltó cuando Gunhee se puso de pie y le hizo señas para que la siguiera.
—Dum-da-dum-dum… dum… —Heechul canturreó el tema de “Dragnet” como presagiando su condena mientras seguían a Gunhee a través del vestuario, hacia un pasillo lleno de transvestidos.
Heechul besó a Siwon en la mejilla, luego se apartó, para dejarle espacio a los demás.
Fue hacia el club y se encontró con el mejor amigo de Gunhee, Yves, sentado en una mesa frente a la pasarela con un grupo de compañeros.
—Hola, cazador de vampiros —dijo Yves mientras él llevaba una silla hacia la mesa—. ¿Estás aquí para alentar a Gunhee?
—Por supuesto. ¿En qué otro sitio podría estar?
Una ovación partió de la mesa mientras bromeaban y hacían apuestas sobre quién ganaría, hasta que el espectáculo finalmente comenzó.
Heechul era un atado de nervios, hasta que Gunhee y Siwon aparecieron. La multitud se volvió loca en el instante en que vieron a Siwon, quien caminaba como si estuviese completamente cómodo en su papel de acompañante. Sólo Heechul podía sentir su incomodidad, y tenía la sensación que se debía más a su temor a que Gunhee saliera lastimada que a otra cosa.
Cuando llegaron a los escalones que los llevarían fuera del escenario, donde estaban reunidos el resto de las participantes, Siwon descendió primero y, como un verdadero caballero, estiró su mano para ayudar a Gunhee a bajar.
Heechul quería llorar por la generosidad de lo que estaba haciendo por alguien a quien ni siquiera conocía.
No podía pensar en ningún otro hombre heterosexual que hiciese algo tan ridículo como esto para ayudar a una persona a la que recién conocía. Alguien que lo había apuñalado, nada menos.
En cuanto los acompañantes tuvieron permiso para retirarse, se abrió paso a través de la multitud para encontrarlo. En el instante en que llegó a él, se arrojó en sus brazos y lo abrazó con fuerza.
Siwon estaba completamente asombrado por la exuberante reacción de Heechul. Se sentía tan bien en sus brazos que apenas podía evitar no aplastarlo contra sí y besarlo hasta que hicieran un espectáculo.
Heechul lo apretó y luego le dio un suave beso en los labios.
—¡Eres el mejor! —conmocionado, él no supo qué decir—. Si quieres, podemos irnos ahora.
Siwon miró alrededor.
—No —dijo, sinceramente—. He llegado hasta aquí y no maté a Gunhee, así que creo que deberíamos quedarnos y ver cómo le va.
La expresión en el rostro de Heechul hizo que su cuerpo entero ardiera.
—¿Shin tiene alguna idea de lo adorable que eres?
—Tiemblo ante la mera perspectiva.
Heechul rió, luego lo tomó de la mano y lo condujo a una mesa cerca del escenario. Un grupo enorme de hombres lo saludó.
—¡Estuviste genial! —dijo el que estaba más cerca.
Siwon inclinó la cabeza mientras Heechul los presentaba. Se quedaron allí sentados  poco  más  de una hora, mientras las participantes mantenían una competencia de talento y una en trajes de baño. Esta última incomodó a Siwon aún más que estar sobre el escenario.
—¿Estás bien? —le preguntó Heechul, inclinándose hacia él—. Te ves un poquito pálido.
—Estoy bien —dijo, aunque estaba encogiéndose al pensar cómo un hombre podía restringirse tanto dentro de un traje de baño, como para no dejar rastro de su género.
No valía la pena pensar algunas cosas.
Luego de una hora, los jueces finalmente lo habían reducido a tres participantes.
Heechul se echó hacia adelante. Envolvió su brazo alrededor de Siwon y posó su mentón sobre el hombro de él, mientras aguantaba la respiración y rezaba por Gunhee.
Siwon no se movió, pero la sensación de su mano sobre la suya le alegró considerablemente. Sin importar el resultado, estaba muy agradecido con él por haberlo sacado del apuro.
Ni Kangin ni Shin estarían aquí, ni muertos.
Heechul vio la mirada nerviosa de Gunhee mientras llegaban al nombre de la ganadora.
No podía respirar. No hasta que anunciaron a…
—¡Gunhee Divine!
Gunhee gritó y agarró a la participante que tenía más cerca. Saltaban y lloraban mientras otras participantes pasaban a abrazarla y felicitarla.
Heechul se puso de pie de un salto, gritando y silbando para apoyarla.
—¡Vamos, Gunhee, vamos! —Bajó la mirada, para encontrar a Siwon mirándolo con horror. Resoplando, lo hizo poner de pie—. Escuchémoslo, General —le dijo—. Grita.
—Sólo grito cuando doy órdenes a las tropas, y eso fue hace mucho tiempo.
Bueno, sólo se podía aflojar a una persona en una sola noche hasta cierto punto. Heechul lo abucheó y continuó gritando por su compañera de apartamento.
El maestro de ceremonias le puso la corona y la faja a Gunhee, luego le dio una docena de rosas y la llevó hacia la pasarela.
Gunhee caminó por la misma, llorando y riendo mientras tiraba besos a la audiencia.
Cuando todo había terminado, Heechul y Siwon lucharon para llegar a su lado. Gunhee abrazó primero a Heechul, luego se aferró a Siwon.
—¡Gracias!
Siwon asintió.
—Fue un placer. Felicitaciones por tu victoria, Gunhee.
Gunhee sonrió.
—Les debo a ambos. No crean que voy a olvidarlo. Adelántense, y nos encontraremos más tarde.
—Muy bien —dijo Heechul—. Te veré en casa.
Salieron del club, hacia la transitada calle Canal que bordeaba el Barrio Francés. Heechul chequeó su reloj. Eran casi las diez.
—No sé tú, pero estoy famélico. ¿Te apetece mordisquear algo?
Siwon lo miró divertidamente.
—Tienes que ser el único joven vivo que puede hacerle esa pregunta a un hombre con colmillos.
Heechul rió.
—Probablemente tengas razón. Entonces, ¿te gustaría acompañarme?
—No tenemos reservaciones en ningún sitio.
Heechul puso los ojos en blanco.
—Cariño, al sitio a donde voy no necesitamos esas apestosas reservaciones.
—¿Adónde vamos?
Se condujo hacia la calle Royal, que conectaba a Canal con Iberville.
—El Antoine de los mariscos. La casa de ostras Acme.

—¿Acme? Jamás he comido allí.
Y en cuanto Heechul llegó a la puerta del lugar, Siwon supo porqué. Tenía manteles a cuadros blanco y negro de plástico.
Vaciló en el umbral, mientras escudriñaba el pequeño restaurante. El sitio era diminuto, y la clientela reducida. A la derecha tenía una barra que se extendía por la pared, y las mesas estaban ubicadas a su izquierda. Las paredes eran una mezcla de mal gusto de espejos, cuadros, y señales de neón. Era llamativo y desagradable.
Sin mencionar que Siwon había tenido que concentrarse rápidamente y forzar mentalmente su imagen en los espejos antes de que alguien se diera cuenta de que no tenía reflejo.
Heechul se dio vuelta para mirarlo. Se puso las manos en la cadera.
—¿Podrías dejar de parecer alguien a quien acaban de estropear los zapatos nuevos? Aquí tienen las mejores ostras de la tierra.
—Es tan… neón.
—Ponte los anteojos de sol.
—No se ve sanitario —dijo en voz baja.
—Oh, por favor, estás por comer algo que es la aspiradora del océano. Sabes cómo se forman las perlas, ¿verdad? Lo único que hacen las ostras es ingerir basura. Además, eres inmortal, ¿qué te preocupa?
—¿Siwon?
Él miró más allá de Heechul, para encontrarse con Kim Kevin y Kim Kwanghee sentados en la barra, donde dos hombres detrás del mostrador desbullaban ostras para las personas que estaban allí sentadas. Siwon respiró con alivio. Finalmente, alguien con quien podía relacionarse. Al menos un poco, ya que Kevin era un lobo Arcadiano, y Kwanghee su pareja humana.
Vestido con jeans y una camiseta mangas largas, Kevin era de la altura de Siwon, de cabello castaño oscuro. Kwanghee era un hermoso joven rellenito. Tenía un suéter color tostado, pantalones marrón con pequeñas flores blancas.
Siwon se acercó a estrechar la mano de Kevin.
—Lobo —lo saludó… siempre era cortés referirse a los Arcadianos y Hyungjoonagaria por su parte animal—. Me alegra verte otra vez —miró a Kwanghee—. Y usted, joven señor mío, siempre es un honor.
Kwanghee le sonrió y luego miró a Heechul.
—¿Qué están haciendo ustedes dos aquí? ¿Juntos?
—Won me estaba haciendo un favor —dijo Heechul mientras aparecía detrás de él. Se volvió hacia uno de los hombres detrás del mostrador, que estaba secándose las manos luego de desbullar un plato de ostras—. Hey, Luther, dos cervezas y un tenedor.
El alto afroamericano se rió de él.
—Hee, esta es… ¿qué? ¿La cuarta vez en la semana que vienes? ¿No tienes una casa?
—Sí, pero no tenemos ostras allí. Al menos no de las buenas. Y tengo que venir aquí sólo a acosarte. Imagina un día entero sin Heechul… ¿Qué harías?
Luther rió.
Siwon no se perdió de la extraña mirada entre Kevin y Kwanghee antes que Luther le alcanzara a Kwanghee el plato de ostras y fuese a buscar las cervezas para Heechul.
—¿Hay algo que debería saber? —les preguntó Siwon.
En el instante en que Kevin abrió la boca para hablar, Heechul lo pateó en la espinilla. Fuerte. Kevin gritó y luego lo miró con el ceño fruncido.
—¿Qué fue eso? —preguntó Siwon—. ¿Por qué lo pateaste?
—Por ninguna razón —dijo Heechul, estirándose sobre la barra para tomar una ostra de la pila.
Se veía angelical, lo que significaba que algo verdaderamente malvado estaba sucediendo. Siwon miró a Kevin.
—¿Qué ibas a decir?
—Absolutamente nada —dijo Kevin antes de dar un trago a su botella de cerveza.
Siwon tenía una mala sensación acerca de esto.
Luther regresó con dos botellas de cerveza y se las alcanzó a Heechul, quien pasó una de ellas a Siwon.
Él lo miró perplejo.
—¿No tienes sed? —le preguntó Heechul.
—¿No nos dan vasos?
—Es cerveza, Won, no champagne. Tómala. En serio, no muerde.
—Hee, no seas malo —la reprendió Kwanghee—. Siwon probablemente no está acostumbrado a la cerveza.
—Sí la bebo —dijo Siwon, tomando la botella renuentemente—, pero no de este modo.
—¿Quieres ostras? —le preguntó Heechul.
—No estoy seguro, luego de tu recordatorio bastante brusco de lo que son.
Heechul se rió de él.
—Ubícanos, Luther, y que sigan viniendo hasta que me caiga.
Luther le sonrió.
—Creo que no tienes límite, Hee. Es una maravilla que nos quede algo para servir cuando te vas.
Heechul se sentó en la banqueta junto a Kwanghee y le indicó a Siwon que tomara la que estaba frente a él. Siwon dejó su cerveza sobre el mostrador antes de obedecerlo.
—Te ves tan incómodo aquí, Siwon —dijo Kwanghee dulcemente—. ¿Cómo diablos te convenció Heechul de esto?
—Aún no estoy seguro.
—¿Han estado saliendo durante mucho tiempo? —preguntó Kevin.
—No estamos saliendo, Kevin —respondió Heechul rápidamente—. Te lo dije, Won sólo está haciéndome un favor.
—Como digas, Hee. Sólo espero que tu her…
Sus palabras fueron cortadas por Kwanghee aclarándose la garganta.
—Heechul sabe lo que está haciendo, Kevin. ¿Verdad, Hee?
—Generalmente no, pero esto está bien. En serio.
Siwon vendería su alma otra vez por una oportunidad de leer la mente de Kevin.
—Kevin, ¿puedo hablar contigo en privado?
Kwanghee echó salsa Tabasco sobre una ostra.
—Abandona ese asiento, señor Kim, y estarás literalmente en la caseta del perro por el resto de la semana. De hecho, haré que tu hermano Dongjun te ataque y cambiaré la cerradura.
Kevin se acobardó.
—Por mucho que me gustaría ayudarte, Siwon, debes recordar que su padre vive de castrar perros, y entrenó bien a su hijo. Creo que tendré que pasar.
Siwon miró a Heechul, quien estaba muy ocupado tomando una ostra de Luther. Se rehusaba a encontrar su mirada.
¿Qué sabía Kevin que él ignoraba?
Se sentaron en la barra, con Heechul y Kwanghee conversando acerca de ropa, viejos amigos, y nada importante mientras ambos hombres estaban inquietos. El restaurante cerró a las diez, pero Luther les sirvió ostras otros quince minutos más.
—Gracias, Luther —dijo Heechul—. Realmente aprecio que no me hayas sacado corriendo.
—Siempre es un placer, Hee. Me agrada el modo en que aprecias mi servicio y mi comida, y debo decir que esto es mucho más fácil que alimentar que tu amiga Simi. Esa pequeña come como un demonio.
—Oh, no tienes idea.
Siwon fue a pagar mientras Kevin se quedaba con los jóvenes. Una vez que pagaron la cuenta, Kevin y Kwanghee partieron hacia Royal mientras que él y Heechul se dirigían a Bourbon.
—¿Listo para patrullar? —preguntó Heechul.
—Te dejaré en tu…
—No voy a casa —dijo, interrumpiéndolo.
—¿Adónde vas?
—A cazar Daimons. Como tú.
—Eso no es seguro.
Heechul se detuvo y lo miró furioso.
—Sé lo que estoy haciendo.
—Lo sé —dijo él, con calma—. Tienes el espíritu y la fuerza de una Amazona. Pero realmente preferiría que no te mates a ti mismo por algo que es mejor dejarnos a los que ya hemos muerto. A diferencia de ti, no tenemos a nadie que nos llore si perecemos.
Heechul quedó desconcertado ante sus inesperadas palabras. Más que eso, estaba desconcertado por la preocupación que sentía de su parte. El dolor.
—¿Quién lloró por ti cuando falleciste? —preguntó, sin estar seguro de por qué quería saberlo.
Él se detuvo, luego apartó la mirada.
—Nadie.
—¿Nadie? ¿No tenías familia?
Él rió amargamente.
—Mi familia era una tragedia Shakespeariana. Créeme cuando te digo que se deshicieron alegremente de mí.
—¿Cómo puedes decir eso? Estoy seguro de que les importó. Seguramente…
—Fueron mis hermanos quienes me mataron.
Heechul sintió la vengativa agonía que crecía en él mientras gruñía esas sinceras palabras. Le dolía el pecho por él. ¿Estaba diciéndole la verdad?
—¿Tus hermanos?
Siwon no podía respirar mientras el pasado lo desgarraba. Pero, a decir verdad, sentía una ola de alivio al contarle finalmente a alguien, luego de dos mil años, la verdad acerca de lo que lo había convertido en un Dark Hunter.
Asintió mientras forzaba a las deformadas imágenes de esa noche a abandonar su mente. Cuando habló, su voz era sorprendentemente uniforme.
—Era una vergüenza para mi familia, así que me ejecutaron.
—¿Te ejecutaron cómo?
Sus ojos estaban sin expresión.
—Eres un alumno de lo antiguo. Estoy seguro de que sabes lo que Roma le hacía a sus enemigos.
Heechul se cubrió la boca mientras una ola de náuseas la consumía. Antes de poder detenerse, tomó el brazo de Siwon y apartó su manga para poder ver la cicatriz en su muñeca. Era toda la prueba que necesitaba.
Al igual que Kangin, había sido crucificado.
—Lo siento tanto.
Rígido y formal, él retiró el brazo y se acomodó la manga.
—No lo hagas. Lo encuentro extrañamente adecuado considerando la historia de mi familia. “Quien vive por la espada…”
—¿A cuánta gente crucificaste? —sintió su vergüenza antes de que él girase y se alejara. Renuente a dejarlo ir, fue tras él y lo hizo detener—. Dime, Siwon. Quiero saber.
La agonía en su rostro la desgarró. La mandíbula de Siwon se apretó.
—A nadie —dijo luego de una larga pausa—. Me rehusé a matar a un hombre de ese modo.
Las lágrimas aguijonearon los ojos de Heechul mientras lo miraba. No era lo que Kangin y los demás pensaban. No lo era.
El hombre al que describían no hubiese dudado en humillar o matar a alguien. Y Siwon no lo había hecho.
Él se aclaró la garganta y pareció que las palabras lo lastimaban.
—Cuando era niño, vi cómo ejecutaban a un hombre. Era uno de los más grandes generales de su época —el corazón de Heechul dejó de latir mientras se daba cuenta de que estaba hablando de Kangin—. Mi abuelo lo engañó y pasó semanas interrogándolo —su respiración era trabajosa, todo su cuerpo estaba tenso—. Mi padre y mi abuelo insistieron en que mis hermanos y yo debíamos ser llevados para presenciarlo. Querían que aprendiéramos cómo quebrar a un hombre. Cómo quitarle la dignidad hasta que no quedaba nada. Y lo único que vi fue sangre y horror. Nadie debería sufrir de ese modo. Miré a los ojos de ese hombre y vi su alma. Su fuerza. Su sufrimiento. Intenté escapar y me golpearon por hacerlo, luego me llevaron de regreso y me forzaron a mirar —miró a Heechul salvaje y atormentadamente.
—Los odié por eso. Han pasado dos mil años y aún puedo escuchar sus gritos mientras levantaban su cuerpo quebrado y llevaban al príncipe una vez orgulloso a morir a la plaza como un criminal común.
Heechul se cubrió los oídos mientras imaginaba cómo debía haber sido para Kangin morir de ese modo. Sabía, por su hermano, que su muerte aún lo atormentaba. Aunque las pesadillas de Kangin eran menos frecuentes ahora de lo que habían sido cuando él y Leeteuk recién se habían casado, aún las tenía. Aún despertaba en medio de la noche para asegurarse que su esposo y su hija estaban a salvo.
Algunas noches, directamente no dormía, por el miedo a que alguien apareciera y le quitara todo otra vez.
Y odiaba a Siwon con una venganza irracional.
Siwon respiró hondo mientras veía el modo en que Heechul se encogía. Él también lo hacía, pero no abiertamente.
Su corazón había cargado con la culpa y los horrores de su niñez a través del tiempo. Si pudiese regresar, jamás le hubiera vendido su alma a Artemisa. Mejor morir y silenciar la resonancia de la crueldad de su padre, que vivir interminablemente con todas sus voces haciendo eco en su mente.
Estaba seguro que Heechul ahora lo odiaba, tal como los demás. Tenía todo el derecho. Lo que su familia había hecho era imperdonable. Por eso es que evitaba a Kangin y a Hyukjae.
No había necesidad de recordarle a ninguno de los dos sus vidas pasadas en la antigua Grecia. Sería incluso más cruel ahora que ambos eran felices en el mundo moderno.
Jamás había comprendido porqué Artemisa lo había mudado a Nueva Orleáns. Era algo que su padre hubiese hecho para asegurarse que los dos griegos jamás tuvieran paz.
Pero eso era algo de lo que jamás hablaría. Y si alguna vez su camino se cruzara con el de Kangin y Hyukjae, sabía que no debía disculparse. Había intentado eso siglos atrás, una vez, con Hara, quien había sido asesinada por su hermano mayor. La Amazona lo había atravesado con su arma, haciendo su mejor intento de matarlo.
Siwon se había visto forzado a vencerla. Ella lo había escupido.
—¡Basura Romana! Jamás comprenderé porqué Artemisa permite que vivas cuando deberías ser destripado como un cerdo chillón.
A través de los siglos, había aprendido a mantener la frente en alto y seguir adelante pese a lo que los demás Dark Hunters pensaran. No podía darles paz por sus pasados más de lo que podía tener paz por el suyo.
Algunos fantasmas se rehusaban a ser exorcizados.
Ahora Heechul sabía la verdad y también lo odiaría. Que así fuera. Siwon giró, para retirarse.
—¿Won?  
Se detuvo.
Heechul no estaba seguro de qué decirle. Así que no habló con palabras. Se estiró y le hizo bajar la cabeza hacia la suya, y entonces lo besó profundamente.
Siwon estaba pasmado por sus actos. Lo aplastó contra sí mientras saboreaba la calidez de su boca. La calidez de su abrazo.
Se apartó.
—Sabes lo que soy, Heechul… ¿por qué sigues aquí?
Él lo miró, con sus ojos ardiendo de ternura.
—Porque sé lo que eres, Choi Siwon. Créeme, lo sé. Y quiero llevarte a casa conmigo, ahora mismo, y hacerte el amor.


2 comentarios:

  1. -llora como loca- awww~
    Pobre Siwonshis!!! No es justó!!!
    Qué triste, por ser bueno, lo despreciaban!!! Awww~
    Ahhh!!! Hee es el mejor!!!!
    <3

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  2. Amoooo a esta pareja ;; pobre siwon y Heechul tal enamorado ;; ahora cuando se entere que Kangin es su cuñado se va a armar en grand e xD gracias *^+

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...