Pasión Nocturna (DH8) - 3




—Gracias, Gunhee, te agradezco que lo hayas vigilado.
—Oh, cuando quieras, cariño. Sólo llámame si necesitas algo.
—Lo haré. —Empujó a la mujer por la puerta y la cerró de un portazo—. Hola —le dijo a Siwon.
Él miró fijamente el cuchillo en su mano, y entonces miró hacia abajo, a la herida curada en su pecho.
—¿Qué? ¿Regresaste para terminar conmigo?
Él frunció el ceño.
—¿Qu…? —Entonces su mirada fue hacia el cuchillo que sostenía—. Oh, esto. No, lo de anoche fue un completo accidente.
Heechul dejó el cuchillo sobre el tocador, luego giró para enfrentarlo. Debía admitir que Siwon se veía extremadamente apuesto sobre su cama. Sus rasgos estaban perfectamente cincelados como por un maestro del arte. Y ese cuerpo suyo…
Realmente, ningún hombre debería verse tan delicioso.
Por eso es que él había pasado la noche en su oficina en la planta baja, y por eso había enviado a Gunhee a cuidarlo a primera hora de la mañana.
Dormido había sido una tentación más grande de lo que quería. Se veía relajado y gentil.
Apetitoso.
Despierto parecía peligroso. Y aún así, apetitoso.
Tenía que darle crédito a la diosa; Artemisa tenía un gusto exquisito en hombres. Y por lo que Heechul sabía, y de acuerdo con las palabras de Leeteuk, no había tal cosa como un Dark Hunter feo.
En verdad no podía culpar a la diosa por eso. Si uno tuviese que elegir hombres para su ejército personal, ¿quién no escogería a los más altos y apuestos del montón?
Eso también explicaba porqué Shindong era su líder.
Sí, era bueno ser una diosa. Heechul no podía siquiera imaginar lo genial que sería dominar toda esa deliciosa testosterona.
Y Siwon era material de Dark Hunter de primera calidad, mientras estaba sentado con un brazo divinamente esculpido asegurado contra su colchón, mientras el resto de él estaba completamente al descubierto ante su mirada. Parecía una bestia salvaje enroscada, lista para atacar.
Pero estaba confundido. Sentía sus emociones llegando hasta él. También estaba enojado, pero Heechul no estaba seguro de la razón.
—Estás a salvo aquí —le dijo, acercándose a la cama—. Sé lo que eres, y me aseguré que todas las ventanas estuviesen cubiertas.
—¿Quién eres? —preguntó él en un tono sospechoso.
—Park Heechul —respondió.
—¿Eres un Escudero?
—No.
—¿Entonces cómo sabes…?
—Soy amigo de Shindong.
La furia de Siwon estalló al escucharlo.
—Estás mintiendo.
Repentinamente, se puso de pie, y luego siseó al darse cuenta de que estaba completamente desnudo.
Heechul se mordió el labio para evitar gemir al ver toda esa exquisita piel desnuda. Debía darle crédito a los Dark Hunters, todos estaban increíblemente bien formados.
Siwon agarró la sábana de su cama y se tapó.
—¿Dónde está mi ropa? —preguntó en el tono más desdeñoso que Heechul jamás había escuchado.
No era extraño que Minho y los demás lo pasaran mal con él. La arrogancia y una suprema superioridad brotaban de cada molécula de ese masculino cuerpo. Era evidente que Siwon era un hombre acostumbrado a dar órdenes, lo cual tenía sentido, ya que sabía que una vez él había sido un General romano.
Desdichadamente, Heechul no estaba acostumbrado a seguir las órdenes de nadie, especialmente de un hombre.
—No te alteres —dijo, riendo ante su mal chiste—. Tu ropa está en  la lavandería. La traerán en cuanto esté lista.
—¿Y mientras tanto?
—Parece que estás desnudo.
La mandíbula de Siwon se endureció, como si no pudiese creer lo que estaba escuchando.
—¿Perdón?

—Te perdono todo lo que quieras, aún así seguirás desnudo.  —Heechul se detuvo ante la traviesa imagen en su mente—. Ahora que lo pienso, un hombre hermoso, desnudo, rogando… eso es una fantasía. Rogar no te regresará tu ropa, pero podría traerte otra cosa —le dijo levantando las cejas.
El puño de Siwon se apretó contra la sábana que sostenía alrededor de su cintura. Heechul podía sentir que estaba ofendido y, aún así, extrañamente divertido.
Meneó la cabeza.
—Sabes, eres romano. Podrías hacerte una toga con la sábana.
Él sintió una extraña necesidad de farfullar. Si fuera un plebeyo, probablemente lo hubiese hecho.
Esta debía ser el joven más extraño que existiera.
—¿Cómo sabes que soy romano?
—Te lo dije, conozco a Shin y al resto de ustedes, habitantes de la noche —Lo miró juguetonamente—. Vamos, hazte una toga para mí. Intenté hacer una en la universidad, y terminó cayéndose en medio de la fiesta. Gracias a dios que mi compañero de cuarto estaba lo suficientemente sobrio como para levantarla y envolvérmela alrededor antes de que los chicos de la fraternidad se abalanzaran.
Detrás suyo, oyó sonar un reloj cucú. Siwon se dio vuelta para ver la hora y frunció el ceño al darse cuenta de que el “pájaro” con un parche en el ojo.
—¿No es para morirse de risa? —preguntó Heechul—. Lo compré en Suiza, cuando pasé un año allí estudiando.
—Fascinante —dijo fríamente—. Ahora, si me dejas, iré…
—Epa, espera un segundo, compañero. No soy tu sirviente y no usarás ese tono conmigo. ¿Capisce?
—Saeva scaeva —murmuró Siwon en voz baja.
—Saeve puer —le retrucó Heechul.
Siwon en realidad se quedó con la boca abierta.
—¿Acabas de insultarme en latín?
—Tú me insultaste primero. Y no es que me sienta particularmente insultado por que me llamen “diableso desenfrenado”. Es un poco halagador, pero de todos modos no soy el tipo de persona que acepta un insulto en silencio.
A pesar de sí mismo, Siwon estaba impresionado. Verdaderamente había pasado mucho tiempo desde que había conocido a una pareja que hablara su lengua nativa. Por supuesto, no le agradaba que lo llamaran “niño tonto”, pero había que darle crédito a una pareja que poseía una inteligencia semejante.
Y había pasado una eternidad desde que había estado con alguien que no lo desdeñara abiertamente. El no era mordaz en sus réplicas. Más bien estaba discutiendo con él como un polemista campeón que no se tomaba nada de esto a pecho.
Qué inusual…
Qué terroríficamente placentero.
De pronto, la canción de Dimensión Desconocida resonó por la casa.
—¿Qué es eso? —preguntó aprensivamente.
Quizás en verdad se había adentrado en el reino de Rod Serling.
—El timbre. Probablemente están trayendo tu ropa.
—¡Hee! —gritó Gunhee desde algún sitio fuera de la habitación—. Es Ben, con tus cosas.
Siwon se puso rígido ante el burdo comportamiento.
—¿Él siempre grita de ese modo?
—Hey, vamos —dijo Heechul severamente—. Gunhee es una de mis amigas más queridas en el mundo, y si la insultas o continúas diciéndole “él”, te clavaré una estaca en un lugar que dolerá más que en tu pecho —dijo, dejando caer la mirada significativamente hacia su entrepierna.
Siwon abrió los ojos ante su amenaza. ¿Qué tipo de pareja decía algo así a un hombre?
Antes de que pudiera hablar, el joven abandonó el dormitorio.
Asombrado, no estaba seguro de qué hacer. Qué pensar. Fue hacia el tocador, donde él joven había dejado el cuchillo. Al lado del mismo estaban su billetera, sus llaves y su teléfono.
Tomó el teléfono y llamó a Shindong, quien respondió inmediatamente.
—Necesito ayuda —le dijo Siwon, por primera vez en dos mil años. Shindong gruñó suavemente.
—¿Ayuda con qué? —preguntó.
Su voz gravemente acentuada sonaba atontada, como si Siwon lo hubiese despertado de un profundo sueño.
—Estoy en la casa de un loco que dice conocerte. Tienes que sacarme de aquí ahora mismo, Shindong. No me importa lo que haga falta.
—Es mediodía, Siwon. Los dos deberíamos estar durmiendo. —Shindong se detuvo—. De cualquier modo, ¿dónde estás?
Siwon miró alrededor de la habitación. Había collares de Mardi Gras colgados por todas partes, sobre el espejo triple del antiguo tocador. En lugar de una alfombra Persa, había… un gigantesco mapa de rutas de autos de juguete. Había partes del cuarto que mostraban un gusto y una clase impecables, y otras partes que eran sencillamente espantosas.
Vaciló frente a lo que parecía ser un altar vudú.
—No lo sé —dijo Siwon—. Oigo una horripilante música que proviene del exterior, bocinas estruendosas, y estoy en una casa donde hay un pájaro cucú con un mohawk, un transvestido, y un lunático manipulador de cuchillos.
—¿Por qué estás en casa de Heechul? —preguntó Shindong.
Siwon quedó apabullado ante la pregunta. ¿Shindong realmente lo conocía? Está  bien,  Shindong  era  un  poquito  excéntrico,  pero  hasta  este   momento, Siwon había asumido que el Atlante tenía más sentido que para asociarse con humanos de tan poca clase.
—¿Perdón?
—Relájate —dijo Shindong bostezando—. Estás en buenas manos. Hee no te lastimará.
—¡Me apuñaló!
—Demonios —dijo Shin—. Le dije que no apuñalara a más Cazadores. Odio cuando hace eso.
—¿Tú lo odias? Soy yo quien tiene una herida pudriéndose.
—¿En serio? —preguntó Shindong—. Jamás conocí a un Dark Hunter que tuviese una herida podrida. Al menos no externamente.
Siwon hizo rechinar sus dientes ante el descolocado humor del Atlante.
—No te encuentro divertido, Shindong.
—Sí, lo sé. Pero mira el lado bueno: eres el tercer Dark Hunter al que ha derribado hasta ahora. En ocasiones se entusiasma un poquito.
—¿Se entusiasma un poquito? Ese joven es una amenaza.
—Nah, es un buen chico. A menos que seas un Daimon; entonces podría competir con la esposa de Sócrates.
Siwon lo dudaba. Incluso la infame y regañona griega debía ser más sosegada que Heechul.
La puerta se abrió y mostró a Heechul entrando a la habitación con su ropa envuelta en plástico.
—¿Con quién estás hablando? —le preguntó.
—Mándale saludos —dijo Shindong un segundo más tarde.
Esta vez, Siwon farfulló. No podía creer lo que estaba sucediendo. Que estos dos se conociesen tan bien.
Miró fijamente a Heechul mientras él colgaba su ropa en el pomo de la puerta del placard.
—Shindong te manda saludos.
Heechul fue a pararse frente a él, se inclinó hacia delante y levantó la voz para que Shindong pudiese escucharlo por el teléfono.
—Hola, bebé hermoso. ¿No deberías estar durmiendo?
—Sí, así es —le dijo Shindong a Siwon.
—No llamas “bebé” a Shindong —le dijo Siwon sombríamente a Heechul. El le bufó. Como un caballo.
—Tú no llamas “bebé” a Shindong porque… bueno, porque es sencillamente enfermo. Pero yo le digo “bebé” todo el tiempo.
Siwon estaba impresionado.
¿El era…?
—No, no es mi novio —dijo Shindong del otro lado, como si pudiese escuchar los pensamientos de Siwon—. Le dejo eso a otro pobre bobo.
—Tienes que ayudarme, Shindong —dijo Siwon, aferrando con más fuerza la sábana mientras se apartaba de Heechul, quien continuaba persiguiéndolo por toda la habitación.
—Está bien, escucha. Aquí tienes un poco de ayuda. ¿Recuerdas tu preciado abrigo de cachemira?
Siwon no podía imaginar cómo eso podría ayudarlo, pero a esta altura estaba dispuesto a intentar cualquier cosa.
—¿Sí?
—Cuídalo. Gunhee es más o menos de tu tamaño y definitivamente intentará robarlo si lo ve. Tiene un extraño fetiche con las chaquetas y los sobretodos, especialmente si han sido usados por hombres. La última vez que estuve en la ciudad, terminó quedándose con mi chaqueta de motociclista preferida.
Siwon se quedó boquiabierto.
—¿Y cómo es que te relacionas con transvestidos, Shindong?
—Tengo muchos amigos interesantes, Siwon, y algunos de ellos incluso son unos completos y absolutos imbéciles.
Él se puso rígido.
—¿Eso iba dirigido a mí?
—No. Sólo pienso que eres demasiado tenso para tu propio bien. Ahora, si has terminado de retarme, me gustaría volver a dormir.
Shin colgó el teléfono.
Siwon se quedó parado allí, sosteniendo su teléfono celular. Se sentía como si alguien hubiese cortado la línea con el preservador de su vida, y lo dejase a la deriva en aguas infectadas de tiburones.
Que Júpiter lo ayudara.
Heechul levantó la almohada del piso y la devolvió a la cama. Se quedó quieto al ver la espalda de Siwon. Diablos, tenía el trasero más lindo que había visto en cualquier hombre. Alguien debería ponerle una etiqueta de Calidad  Superior. Apenas podía evitar acercarse y apretarlo, pero su postura rígida y helada le mantenía a raya.
Eso, y la multitud de cicatrices que desfiguraban su espalda. Parecía que alguien lo había golpeado repetidamente.
Pero, ¿quién se habría atrevido a hacer algo así?
—¿Estás bien? —le preguntó Heechul mientras él iba hacia el tocador y dejaba su teléfono.
Él pasó su mano por su cabello y suspiró.
—¿Cuántas horas faltan hasta el atardecer?
—Un poquito más de cinco —Heechul sentía que aún estaba enojado y confundido—. ¿Quieres regresar a la cama a dormir?
Él le miró cruel y amenazadoramente.
—Quiero ir a casa.
—Sí, bueno, te hubiese llevado a casa si Kennie hubiera atendido su teléfono anoche.
—Suspendí a Kennie por mal comportamiento —dijo Siwon en voz baja. Entonces su rostro se puso repentinamente pálido.
Heechul sintió terror, seguido rápidamente por un dolor tan agudo que le hizo dar un respingo.
—¿Qué sucede? —preguntó.
—Necesito ir a casa inmediatamente.
—Bueno, a menos que tengas una relación muy especial con Apolo de la que deba enterarme, eso es tan probable como que yo gane la lotería, lo cual sería muy probable si Shin compartiera esos malditos números conmigo. Perverso canalla. No comparte nada —Sintió que una ola de desolada desesperación consumía  a Siwon. Instintivamente, fue hacia él y tocó suavemente su brazo—. Está bien, en serio. Te llevaré de regreso en cuanto caiga el sol.
Siwon miró la mano que estaba apoyada sobre su bíceps. Ningún joven había puesto una mano desnuda sobre él en siglos. No era sexual. Era tranquilizante. La mano de alguien que le ofrecía consuelo.
Levantó la mirada hacia él. Tenía unos ojos ardientes.
Eran vivos e inteligentes. Más que nada, eran bondadosos, y la bondad no era algo a lo que Siwon estuviese acostumbrado.
La mayoría de la gente lo miraba e instantáneamente sentía un fuerte desagrado. Como humano, lo había atribuido a su estatus de realeza, y a la fama bien merecida de su familia por su brutalidad.
Como Dark Hunter, se desprendía del hecho de que era romano, y como Roma y Grecia habían pasado siglos guerreando entre sí hasta que Roma finalmente había puesto a Grecia de rodillas, era de esperar que los griegos lo odiaran. Desgraciadamente, los griegos y las amazonas eran un grupo que decía lo que pensaba, que rápidamente había puesto a los demás Dark Hunters y Escuderos en contra de sus hermanos de origen romano.
A través de los siglos, Siwon se había auto-convencido de que no necesitaba hermanos de armas, y hasta había comenzado a obtener una especie de mórbida diversión recordándoles su estatus de realeza Romana.
Desde el primer año de su renacimiento, había aprendido a golpear antes de ser golpeado.
Finalmente había adoptado la rígida formalidad y el sentido de decencia que su padre le había inculcado a golpes cuando era pequeño.
Pero esa formalidad se desvaneció ante la bondad del tranquilizador contacto de este joven.
Heechul tragó mientras algo pasaba entre ellos. Su mirada oscura e intensa lo atravesó y, por primera vez, no era desaprobatoria o prejuiciosa. Era casi tierna, y la ternura no era algo que esperara de un hombre con la reputación de Siwon.
Él puso sus dedos contra la cicatriz en su mejilla. No vio el desprecio que tenía la mayoría de los hombres en sus rostros cuando la veían. En cambio, él trazó suavemente la línea.
—¿Qué sucedió? —le preguntó.
Casi dijo “accidente de autos”. Había dicho esa mentira tanto tiempo que ahora era prácticamente automática. Sinceramente, era mucho más fácil decir la mentira que vivir la verdad.
Sabía lo espantoso que era su rostro. Su familia no tenía idea de cuántas veces los había oído por casualidad haciendo comentarios sobre su cicatriz. Cuántas veces Kangin le había dicho a Leeteuk que él felizmente pagaría para que se hiciera una cirugía plástica.
Pero Heechul había tenido terror de los hospitales desde que su tía había muerto por una sencilla amigdalectomía que había salido mal. Jamás elegiría hacerse algo sólo porque ya no era bonito. Si el resto del mundo no podía tratar con ella, era problema de ellos, no suyo.
—Un Daimon —dijo tranquilamente—. Dijo que quería darme un regalo especial para que siempre lo recordara —La mandíbula de Siwon comenzó a temblar ante esas palabras, y sintió la furia que sentía por él—. Le daré crédito —dijo, con un nudo en la garganta—. Tenía razón. Pienso en él cada vez que me miro al espejo.
Siwon dejó caer su mano hasta la cicatriz en su cuello, donde uno de los Daimons lo había mordido. Si no fuese por Kangin, que había venido en su rescate, probablemente hubiese muerto esa noche.
—Lo siento —susurró él.
Esas eran palabras que Heechul estaba seguro que jamás habían salido de los labios de este hombre.
—Está bien. Todos tenemos cicatrices. Simplemente tengo suerte de que la mayoría de las mías estén en el exterior.
Siwon estaba asombrado por su sabiduría. Jamás habría esperado tal profundidad de pensamiento en alguien como él. El apretó ligeramente su mano antes de quitarla de su cuello y apartarse.
—¿Tienes hambre?
—Estoy famélico —le respondió con sinceridad.
Como la mayoría de los Dark Hunters, él generalmente hacía tres comidas por noche. Una no mucho después de despertar al atardecer, otra alrededor de las diez u once de la noche, y la tercera alrededor de las tres o cuatro de la mañana. Como había sido herido bastante temprano, sólo había comido una vez la noche anterior.
—Bien, tengo una cocina muy bien surtida. ¿Qué te gustaría?
—Algo italiano.
—Suena bien. Ve a vestirte y nos encontramos abajo. La cocina es la puerta a la izquierda. No abras la de la derecha que tiene una etiqueta de “Riesgo biológico”. Esa conduce a mi tienda y allí no hay más que luz del sol. —Comenzó a dirigirse  a la puerta cerrada detrás de sí, y entonces se detuvo—. A propósito, quizá quieras dejar tu abrigo en mi armario hasta que te vayas. Gunhee…
—Shindong ya me advirtió.
—Ah, bien. Nos vemos pronto.
Siwon esperó hasta que se hubiera ido antes de ir a cambiarse. Mientras colgaba su abrigo en el armario, le sorprendió el hecho que tuviese tanta ropa negra como él. El único color en su armario era una camisa de satén rosa brillante que sobresalía fuertemente entre el mar de oscuridad. Eso, y unos cortos pantalones rojo.
Fueron los pantalones cortos lo que llamó su atención mientras una imagen no deseada de Heechul vistiéndolos lo atravesó, y se preguntó si tendría buenas piernas.
Siempre había apreciado un par de suaves y bien proporcionadas piernas. Especialmente cuando estaban envueltas a su alrededor.
Su cuerpo se endureció instantáneamente ante ese pensamiento. Siwon hizo una mueca al sentirse de pronto como un pervertido parado frente a su armario, soñando despierto con él.
Cerró la puerta inmediatamente y abandonó la habitación. El pasillo estaba pintado en un tono amarillo brillante que era un poco fuerte para sus sensibles ojos de Dark Hunter. Había un cuarto a través del pasillo que tenía la puerta abierta y mostraba un dormitorio ordenado, y decorado con buen gusto. Vio un vestido de lentejuelas plateadas sobre la antigua cama y una recargada peluca castaña reposando sobre una cabeza de goma-espuma detrás del mismo.
—Oh, hola, belleza —dijo Gunhee mientras salía de lo que debía ser un baño. Llevaba un turbante sobre su cabeza aparentemente pelada, y una bata rosa—. Hee está abajo.
—Gracias —dijo él, inclinando la cabeza.
—Uuuh, modales. Qué cambio agradable para Hee. La mayor parte de los hombres que trae a  casa son todos groseros rufianes. Excepto ese Shin, que es extraordinariamente educado. Pero él también es extraño. ¿Lo has visto alguna vez?
—Nos conocemos, sí.
Ella tembló visiblemente.
—Uuuh, me gusta el modo en que dices “conocemos”, bombón. Tienes un buen acento. Ahora será mejor que te vayas antes que robe más de tu tiempo. Dios sabe que te dejaré sordo si me dejas.
Sonriendo ante sus extravagantes gestos mientras lo ahuyentaba, Siwon se despidió y cerró la puerta. Había algo extrañamente encantador en Gunhee.
Bajó por la hermosa escalera de cerezo que conducía a un pequeño rellano. Frunció el ceño ante la etiqueta de “Riesgo biológico” que estaba justo donde Heechul había dicho. Giró hacia la izquierda, donde dos puertas francesas, a las que les vendría bien un arreglo, llevaban hacia un pequeño comedor. Dentro había una vieja mesa campestre marrón y blanca y sillas de respaldo alto que, en algún momento, habían estado en mejores condiciones.
Las paredes estaban pintadas de un blanco brillante, las persianas negras habían sido cerradas por él, para bloquear la luz del sol. Y un aparador negro estaba ubicado contra la pared más lejana. La parte superior estaba atestada de fotos y platillos de colección, pero lo que lo sorprendió fue una foto de 8 x 10 en el centro del aparador, de quien parecía ser Heechul en un traje de novio, junto a un hombre cuyo rostro estaba cubierto por una pequeña foto recortada de la cabeza de Russell Crowe.

Se estiró para quitar la foto.

2 comentarios:

  1. Lindo comienzo....quitando el hecho que lo apoñalo....vamos que Hee solo se defendia...no lo culparé por eso.
    A Siwon lo desafian y los ve como menos...se siwnte superior....pero Hee lo desafia y se porta...lindo(?) Jajajaj,bueno,tampoco puedo culparlo,tiene debilidad por los jovenes lindos...o solo por hee *0*
    Jajajaja cuidado con el abrigo

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  2. Que interesante encuentro, ahí hubo chispa... me gusta

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...