Pasión Nocturna (DH8)- 8




Heechul continuó caminando y agradeció que su hermana se detuviera y regresara a su tienda.
Aliviado, se dirigió a la calle Bourbon sin un destino fijo. Buscaría algo  de comida para los indigentes y luego haría sus rondas.
—¡Oh, es Heechul!
Él giró ante la distintiva voz cantarina que conocía extremadamente bien. Acercándose por detrás estaba la demonio de Shin, Simi, quien parecía una mujer de diecinueve o veinte años exteriormente. Esta noche Simi llevaba una minifalda negra, leggings púrpura, y un corset de un tono subido. Vestía un par de botas stiletto altas hasta los muslos y llevaba una cartera en forma de ataúd de PVC. Su largo cabello negro estaba suelto sobre sus hombros.
—Hola, Simi —dijo Heechul, echando un vistazo a la calle detrás de la   demonio—. ¿Dónde está Shin?
Ella puso los ojos en blanco y dejó escapar un sonido de irritación.
—Fue demorado por esa vieja vaca-diosa que dijo que tenía que hablar con él, y entonces le dije que estaba hambrienta y que quería comer algo. Entonces él dijo: “Simi, no comas gente. Ve al Empire y espérame mientras hablo con Artemisa”. Así que aquí Simi está yendo al Empire sola, para esperar que akri venga a buscarla. ¿Irás al Empire, Heechul?
Siempre le divertía que la demonio se refiriera a sí misma en tercera persona.
—En realidad, no. Pero si quieres que te acompañe, puedo hacerlo.
Un hombre silbó mientras pasaba a su lado y echaba un vistazo a Simi. El demonio le regaló una mirada sensual y una pequeña sonrisa.
Él se dirigió hacia ellos.
—Hey, nena —dijo—. ¿Buscas compañía?
Simi resopló.
—¿Estás ciego, humano? —le preguntó. Hizo un dramático gesto hacia Heechul —. ¿No puedes ver que Simi tiene compañía? —sacudió la cabeza.
Él se rió.
—¿Tienes un número al que pueda llamarte y hablar alguna vez?
—Bueno, sí tengo un número pero, si llamas, akri responderá y se pondrá furioso contigo, y entonces tu cabeza explotará en fuego —Se golpeteó el   mentón—. Hmmm, pensándolo mejor, barbacoa… Es 555…
—Simi… —dijo Heechul en un tono de advertencia.
—Oh, bah —dijo Simi mientras soltaba otro suspiro irritado—. Tienes razón, Heechul. Akri se enojará conmigo si Simi hace que este hombre se convierta en barbacoa. Puede ser tan exigente a veces. Lo juro.
—¿Akri? —preguntó el hombre—. ¿Es tu novio?
—Oh, no, eso es enfermo. Akri es mi papi y se enoja cada vez que un hombre mira a Simi.
—Bueno, papi no se sentirá mal por lo que no se entere.
—Sí —dijo Heechul, parándose entre los dos—. Confía en mí, su “papi” no es alguien con quien desees meterte.
Tomó el brazo de Simi y la alejó. El hombre los siguió.
—Vamos, sólo quiero su número.
—Es 1-800-date-una-idea —dijo Heechul sobre su hombro.
—Bien, perra, sigue tu camino.
Antes que Heechul pudiera parpadear, Simi se soltó y arremetió contra el hombre. Lo tomó del cuello y lo arrojó contra el lado de un edificio, donde lo sostuvo sin esfuerzo mientras sus pies colgaban a más o menos treinta centímetros del suelo.
—No le hablas a los amigos de Simi de ese modo. ¿Me oyes?
Él no podía responder. Su rostro ya se estaba volviendo púrpura, sus ojos saltaban.
—Simi —dijo Heechul, intentando apartar la mano de la demonio de la garganta del hombre—. Vas a matarlo. Suéltalo.
Los ojos marrones de la demonio destellaron en rojo un segundo antes que Simi lo soltara. Doblándose en dos, el hombre tosió y jadeó mientras luchaba por respirar otra vez.
—Será mejor que jamás insultes a otro joven señor, estúpido humano —le dijo—. Simi también dice eso en serio.
Sin otra palabra o pensamiento ante el asunto, Simi se colgó la cartera sobre el hombro y se pavoneó por la calle como si no hubiese estado a punto de matar a alguien.
El corazón de Heechul aún martilleaba. ¿Qué hubiese sucedido si no hubiera estado para detener a Simi?


—Entonces, Heechul, ¿tienes más de esas deliciosas mentas que le diste a Simi cuando fuimos al cine?
—Lo siento, Simi —le dijo, intentando recuperar la compostura mientras veía al pobre tipo tropezar por la calle. No cabían dudas que pasaría algún tiempo antes que intentara coquetear con una mujer que no conociera—. No las traigo conmigo.
—Oh, bah, realmente me gustaban. Especialmente me gustó esa lata verde. Era muy agradable. Simi necesita hacer que akri le compre algunas.
Sí, y Heechul necesitaba asegurarse que Shin no dejara suelta a su demonio sola otra vez. Simi no era mala, simplemente no comprendía el bien y el mal. En el mundo de los demonios, no existía tal concepto.
Simi sólo comprendía las órdenes de Shin, y las cumplía al pie de la letra.
Pero al menos se encaminaban a un sitio donde la mayoría de la gente conocía y comprendía a Simi. El Empire era un bar de motociclistas, que pertenecía a una familia de Were Hunters. A diferencia de los Dark Hunters, los Were Hunters eran primos de los Apolitas malditos y los Daimons, con una profunda diferencia: ellos también eran mitad animales.
Eones atrás, los Were Hunters habían sido originalmente mitad Apolitas, mitad humanos. En un esfuerzo por salvar a sus hijos de morir a los veintisiete años como sucedía con los Apolitas, su creador había empalmado mágicamente una esencia animal en el cuerpo de sus hijos.
El resultado había creado a dos hijos varones que poseían corazones humanos, y dos que tenían corazones animales. Aquellos que eran humanos fueron llamados Arcadianos, y los que eran animales fueron llamados Hyungjoonagaria. Los Arcadianos pasaban la mayor parte de sus vidas como humanos que podían cobrar forma animal, mientras que los Hyungjoonagaria eran animales que podían cobrar forma humana.
Aunque estaban emparentados, los dos grupos guerreaban entre sí, porque los Arcadianos pensaban que sus primos animales eran mucho menos humanos, y los animales luchaban porque esa era su naturaleza.
Los dueños del bar eran un clan de osos Katagaria. Dentro de las paredes del Empire, cualquiera era bienvenido. Humano, Apolita, Daimon, Dios, Arcadiano, o Hyungjoonagaria. Sólo había una regla: “No me muerdas y no te morderé”. El Empire era una de las pocas áreas sagradas en este planeta donde ningún ser paranormal podía atacar a otro. Y los osos mantendrían alegremente ocupada a Simi hasta que Shin pudiese reunirse con ella.
Simi parloteó interminablemente, hasta que llegaron a las puertas estilo taberna del bar.
—¿Entrarás? —le preguntó a Heechul.
Antes que pudiera responder, Heechul vio a Choi Minho yendo hacia ellos. Como la madre de Minho trabajaba en el bar, era un visitante casi constante allí.
—Dama, joven señor —dijo con una encantadora sonrisa mientras se unía a ellos.
—Minho —dijo Heechul, saludándolo. Simi sonrió cariñosamente.
—Hola,  Minho  —dijo,  enroscándose  un  mechón  de  cabello  con  los  dedos—.¿También irás a El Empire?
—Eso planeaba hacer. ¿Y ustedes dos?
El teléfono de Heechul sonó.
—Esperen —le dijo a Minho y a Simi antes de atender. Era Gunhee, con un ataque de histeria—. ¿Qué? —preguntó Heechul, intentando comprender las palabras de Gunhee, que salían entrecortadas entre sus sollozos. Miró a Minho, quien lo observaba con el ceño fruncido—. ¿Qué hay de Choi Minho…? —La pregunta fue cortada por un grito de terror de Gunhee—. Está bien, está bien —dijo Heechul, dándose cuenta inmediatamente de porqué Gunhee estaba molesta. Minho vestía una de sus atroces camisas Hawaianas, junto con unos andrajosos jeans azules y un par de zapatillas que se veían como si hubiesen sido alimento de un triturador de basura—. Deja de llorar y vístete. Conseguiré a alguien, te lo prometo.
Gunhee aspiró por la nariz.
—¿Lo juras?
—Por mi alma.
—Gracias, Hee. ¡Eres un dios!
Heechul dudaba seriamente de eso mientras cortaba la comunicación.
—Minho, ¿puedes entretener a Simi un ratito? Tengo que ir a impedir un desastre.
Minho sonrió.
—Seguro, cher. Estaré más que feliz de acompañar a Simi, si a ella no le importa.
Simi sacudió la cabeza.
—Sabes, realmente me gusta la gente de ojos azules —le dijo a Heechul—. Son de buena calidad.
—Pásenla bien —dijo Heechul mientras los dejaba y corría hacia la  calle Chartres.


Siwon estaba secándose el cabello con un secador cuando escuchó una conmoción en su dormitorio. Sonaba como Gilbert y…
Apagando el secador, salió del baño, para encontrar a Gilbert intentando sacar a empujones a Heechul de su habitación.
—Perdóneme, mi señor —dijo Gilbert mientras soltaba a Heechul—. Venía a hacerle saber que tenía un visitante cuando él me siguió a sus habitaciones.
Siwon no podía respirar mientras veía lo imposible. Heechul de regreso en su casa.
Una inesperada felicidad lo consumió, pero se rehusó a sonreír siquiera.
—Todo está bien, Gilbert —le dijo, asombrado de lo sereno que era su tono, cuando lo que en realidad quería hacer era sonreírle a Heechul como un imbécil—. Puede retirarse.
Gilbert inclinó su cabeza antes de obedecer.
Heechul tragó con fuerza ante la maravillosa visión de Siwon vistiendo nada más que una toalla borgoña ligeramente húmeda envuelta alrededor de sus delgadas caderas. Parecía completamente incongruente encontrarlo de ese modo. Con su aire majestuoso, hubiese pensado que tenía una colección de batas de seda, o algo así.
Su cabello oscuro estaba húmedo y suelto, enmarcando un rostro que estaba cincelado a la perfección.
Wow, se veía bien así. Probablemente se vería aún mejor desnudo, como había estado cuando había saltado de su cama…
Heechul acalló ese pensamiento antes que la metiera en problemas.
—¿A qué debo este honor? —le preguntó él.
Heechul sonrió. Oh, sí, él era perfecto para lo que necesitaba… y ni siquiera quería ponerse a pensar en ese doble sentido.
—Te necesito vestido.
Heechul se detuvo ante ese pensamiento. Sí, claro, había algo realmente mal en un joven que le decía eso a un hombre tan excelentemente construido.
—¿Discúlpame?
—Apúrate y vístete, nos encontramos abajo —lo empujó hacia la cama, donde yacía un traje—. ¡Fretta! ¡Fretta!
Siwon no estaba seguro qué lo sorprendía más: que lo quisiera vestido o que hablase italiano.
—Heechul…
—¡Vístete! —sin otra palabra, abandonó su habitación. Antes que él pudiera moverse, Heechul abrió la puerta y metió la cabeza dentro—. Sabes, podrías haber dejado caer esa toalla, tortuga… oh, no importa. Déjate el cabello al natural y asegúrate de llevar algo realmente caro y elegante. Preferiblemente Versace, si tienes algo, sino Arman... también servirá. Y asegúrate de llevar corbata y tu abrigo.
Completamente desconcertado y sin embargo extrañamente curioso por su pedido, cambió el traje de su cama por uno de Versace, de una mezcla de seda y lana negra, con una camisa de seda negra y una corbata del mismo material a juego; luego abrió la puerta.
Heechul giró mientras la puerta se abría, y sintió que se le secaba la boca. Se quedó boquiabierto. No era como si no supiera que él era hermoso, pero…
¡Oh… dios!
Lo único que podía hacer era respirar. Jamás había visto a un hombre vestir un traje totalmente negro antes, pero era alta costura de primera línea. Se veía elegante y majestuoso.
¡Gunhee iba a morirse!
Eso, si Heechul no moría antes por una sobrecarga de veneno hormonal.
—Sabes, siempre he escuchado a la gente decir que debería ser ilegal verse tan bien pero, en tu caso, realmente es cierto —Él frunció el ceño. Heechul lo tomó de la mano y lo hizo bajar las escaleras—. Vamos, no hay tiempo que perder.
—¿Dónde me estás llevando?
—Necesito un favor.
Siwon estaba extrañamente halagado por su solicitud. Era extremadamente raro que alguien le pidiera un favor. Esas eran cosas que la gente se reservaba para la gente a la que consideraban amigos.
—¿Qué necesitas?
—Gunhee necesita una escolta para el desfile de Señorita Luz Roja.
Siwon se detuvo inmediatamente.
—¿Ella qué?
Heechul giró para enfrentarlo.
—Oh, vamos, por favor, no seas mojigato. Eres romano, por el amor de dios.
—Sí, pero eso no significa que tenga una condición innata para ser escolta de un transvestido. Heechul, por favor.
Heechul se veía tan decepcionada que en realidad lo hizo sentir culpable.
—Gunhee ha estado practicando para esto durante meses, y su chico canceló esta noche. Su competidora número uno lo sobornó para que la escoltara a ella. Si Gunhee pierde, esto la matará.
—No tengo deseos de ser exhibido entre un grupo de hombres homosexuales.
—No es una exhibición… precisamente. Lo único que tienes que hacer es acompañarla en el principio, cuando la presentan. Llevará sólo unos minutos y eso es todo. Vamos, Won. Gastó el sueldo de un año en un hermoso vestido de Versace
Heechul le lanzo la mirada más patéticamente sincera que había visto en su vida. Lo derritió por completo.
—No hay nadie más a quien pueda llamar con tan poco tiempo. Ella necesita a un hombre realmente elegante. Alguien de primera clase, y no conozco a nadie más que satisfaga todos los requisitos. ¿Por favor? ¿Por mí? Juro que te recompensaré.
Personalmente, hubiese preferido ser golpeado o asesinado… otra vez. Y aún así, no podía decepcionarlo.
—¿Qué sucede si uno de ellos me mete mano...?
—No lo harán. Lo prometo, protegeré todos tus… —arqueó una ceja mientras miraba su trasero— bienes.
—Y si alguien se entera alguna vez de esto…
—No lo harán. Lo llevaré conmigo a la tumba.
Siwon dejó escapar un largo suspiro.
—Sabes, Heechul, cada vez que he intentado ayudar a alguien en mi vida, sólo lo he hecho peor para ellos. Tengo una mala sensación acerca de esto. Algo irá mal. Espera y verás. Gunhee caerá del escenario y se quebrará el cuello o, peor, su enorme peluca se prenderá fuego.
Él sacudió la mano descartándolo.
—Estás siendo paranoico.
No, no lo era. Mientras lo llevaba hacia la puerta principal, cada horrible recuerdo de su vida pasó por su mente… La vez que se había sentido mal por Yesung y había intentado tranquilizarlo luego de una golpiza. Su padre lo había forzado entonces a golpear aún más a Yesung. Él había dado sus golpes de lejos, esperando que no fueran tan dolorosos como los que su padre le había dado a Yesung. En cambio, había terminado cegando al pobre esclavo.
Otra vez, cuando intentó evitar que Yesung fuese atrapado fuera de los confines de su villa, había causado que su padre le pagara a un negrero para que apartara a Yesung de todo lo que conocía.
En su primera época como General, había tenido a un joven soldado bajo su mando, que era el último hijo sobreviviente de su familia. Con la esperanza de mantener a los jóvenes lejos del campo de batalla, lo había enviado como mensajero a otro campamento romano.
El chico había muerto dos días más tarde, luego del ataque de unos canallas celtas que se habían encontrado con él.
Y Liu…
—No puedo hacer esto, Heechul.
Heechul se detuvo en los escalones de la entrada para mirarlo. Había algo en su voz que le decía que no estaba siendo ridículo.
En realidad, sintió una ola de miedo atravesándolo.
—Todo estará bien. Cinco minutos. Eso es todo.
—¿Y si ocasiono que Gunhee salga lastimada?
—Estaré allí mismo. Nada malo va a suceder. Confía en mí.
Él asintió, pero Heechul sintió su reticencia mientras lo empujaba hacia el taxi que los estaba esperando. Subiendo, le dio las indicaciones al conductor para ir al Club.
Les tomó apenas quince minutos llegar allí. Heechul pagó el taxi mientras Siwon estaba parado en la vereda, como si estuviera preparado para largarse, especialmente porque algunos clientes del club ya lo habían visto.
—No te preocupes —le dijo Heechul mientras se unía a él—. En verdad no te molestarán.
Siwon no podía creer que estuviera haciendo esto. Debía haber perdido la cabeza. Heechul tomó su mano y lo condujo a través de las brillantes puertas rosa dobles.
—Hey, Hee —lo llamó un guardia de la puerta.
Era enorme y musculoso, y vestía una camiseta sin mangas. Su cabello castaño oscuro era corto, y tenía una banda celta tatuada alrededor de su bíceps descubierto. A primera vista parecía intimidante, pero su sonrisa abierta y honesta le quitaba ferocidad.
Heechul sacó su billetera para pagar la entrada.
—Hola, Sam. Estamos aquí para ayudar a Gunhee. ¿Está en la parte de atrás?
—Aparta eso —dijo Sam, haciéndole guardar la billetera—. Sabes que tu dinero no sirve de nada aquí. Sí, Gunhee está atrás, y por favor ve a ayudarla. Mi novio está a punto de perder la cabeza porque no deja de llorar.
Heechul le guiñó el ojo.
—No te preocupes. Ha llegado la caballería.
Siwon respiró hondo mientras seguía a Heechul dentro de lo que tenía que ser el sitio más terrorífico en el que había estado jamás. Personalmente, hubiese preferido meterse directo en un nido de Daimons armados con motosierras y guillotinas.
Pero para el momento en que llegaron a la puerta amarillo brillante detrás del escenario, se sentía un poquito mejor. Aunque muchos de los hombres en el club se detenían para mirarlo embobados, ninguno de ellos se le había insinuado.
—No te preocupes —le dijo Heechul mientras él pasaba junto a ella—. Tengo tu flanco cubierto.
Siwon dio un salto cuando é le pellizcó el trasero juguetonamente.
—Por favor, no les des ideas.
Heechul se rió.
Caminaron a través de una multitud de gente que estaba en el proceso de maquillarse, ponerse pelucas y elaborados vestidos. Gunhee estaba sentada en una esquina del fondo, gimiendo mientras otro hombre revoloteaba a su alrededor, quejándose. Su cabeza pelada estaba cubierta por un turbante de red rosado, y su maquillaje estaba completamente destrozado.
—Estás arruinando todo mi trabajo, cariño. Tienes que parar de llorar, o jamás lo arreglaremos a tiempo.
—¿Qué importa? Voy a perder. ¡Maldito seas, Anthony! Todos los hombres son cerdos. ¡Cerdos! No puedo creer que me haya traicionado.
Siwon se sentía mal por Gunhee. Era evidente que este concurso significaba mucho para ella.
—Hola, nena —dijo Heechul—. Anímate. Tenemos algo mucho mejor que el viejo Tone. De hecho, tanto él como Mink morirán cuando salgas con esto a tu lado — agregó, empujando a Siwon hacia adelante.
—Hola, Gunhee —dijo sencillamente, sintiéndose como un total y completo idiota. Gunhee se quedó boquiabierta.
—¿Harás esto por mí?
Él echó una mira sobre su hombro para ver a Heechul observándolo. Había miedo en sus ojos por que él se retractara.
Dios sabía que verdaderamente lo deseaba.
Él en serio, realmente, no quería seguir adelante con esto. Pero Choi Siwon era más duro. Jamás en su vida había escapado, y le haría este favor a Heechul sin importar lo desagradable que fuera para él.
Enderezándose, giró hacia Gunhee.
—Sería un honor ser tu escolta.
Gunhee dejó escapar un grito perforador de tímpanos mientras saltaba y lo abrazaba tan fuerte que él temió que sus costillas fueran a quebrarse. Gritó aún más fuerte mientras lo dejaba y abrazaba a Heechul de tal modo que la levantó del suelo.
—¡Oh, amigo, eres el mejor amigo que nadie ha tenido jamás! Imagina a Gunhee Divine saliendo allí afuera del brazo del único hombre heterosexual de todo el club. Chico, morirán de envidia —soltó a Heechul—. Carey, ven aquí y arregla mi maquillaje, pronto. ¡Necesito estar fabulosa! ¡Fabulosa!
Carey sonreía ante el histrionismo de Gunhee.
—Siéntate, querida, y lo estarás.
Mientras Carey trabajaba con Gunhee, Siwon y Heechul se quedaron de pie a un lado, fuera del camino.
—Gracias —le dijo Heechul—. En serio.
—Está bien.
Heechul observó a Siwon. Antes de poder detenerse, envolvió sus brazos alrededor de él, le sonrió y apoyó la cabeza contra su pecho.
Siwon no podía respirar ante la sensación de su abrazo. Su corazón latía con fuerza al ver la cabeza de Heechul recostada contra él, ante la calidez del cuerpo presionado contra el suyo. Una inesperada ternura creció dentro de él.
Levantó la mano y acarició ligeramente su cabello mientras esperaba que nada saliera mal con Gunhee porque él estaba ayudándole.
La última vez que había intentado ayudar a alguien había sido más de un año atrás, cuando Shindong le pidió que ayudara a apartar a los Daimons de una manada de lobos Katagaria. Él había ido voluntariamente pero, durante la pelea, Kevin y Hyungsik, los dos lobos a los que estaba ayudando, habían perdido a su hermana, ante el golpe mal dirigido de un Daimon. Ella había muerto en los brazos de sus hermanos.
Esa visión lo rondaba hasta el día de hoy.
Siwon le había dicho a Kevin que, en cualquier momento que lo necesitara, prestaría alegremente su espada al lobo. Afortunadamente, Kevin jamás lo había necesitado.
Estás siendo ridículo.
Tal vez, pero no le molestaría tanto si él fuese quien llevara el peso de eso. El desastre siempre parecía caer sobre aquellos a los que intentaba ayudar.
Apartó ese pensamiento y se concentró en l joven que estaba con él. Un joven como ningún otro que hubiese conocido antes.
Era verdaderamente especial. Único.
El tiempo pareció detenerse mientras estaba allí, permitiendo simplemente que la calidez de Heechul se filtrara en su interior.


1 comentario:

  1. Jajajajajajajajaja XD no puedo! Jajajajajajajjajajajajajajajjaja
    Ese Gunnhee...deliz de ir con el único hombre heterosexual(?) del club! Jajajajajajajajahjajajaja
    Pobre mi Siwonshis el peso con el que carga!
    T___T

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...