Marcado V -9



Pensé que una vez que Jjong se asegurara, de que estaba de acuerdo en pasar el fin de semana con él, iba a terminar con nuestro tiempo en el parque, y me apuraría, para pasar a la superficie horizontal más cercana que pudiera encontrar.  Como siempre estaba confundiéndome, y después de un muy tórrido, y no en todo apropiado para cachorros o parques, besuqueo, me tenía todo sonrojado y excitado. Se puso de pie y me sonrió.

—No es, ni el momento, ni el lugar adecuado, Kibum.

Solo lo miré, un poco borracho por la lujuria, mientras agarraba una pelota de tenis de Kkomde y decidía que el perro era, mejor compañía que yo. Solo los vi a los dos en silencio por un tiempo, sobre todo porque en algún momento, Jjong se acaloró y se sacó su camiseta, lo que significaba que no podía apartar la mirada aunque quisiera. Subí mis rodillas hasta mi pecho, y apoyé la barbilla en la parte superior de una, disfrutando de la vista.

No había nada del chico pequeño en él. Era todo líneas duras, en un cuerpo delgado, cubierto de músculos fuertes y tinta brillante. Todos esos músculos que pasaban a través de su pecho y abdominales, estaban cubiertos con una capa de tatuajes, que ponían a la mayor parte de cualquier otra cosa que jamás hubiera visto y usado en mí misma, en vergüenza.

Para ir junto con la inolvidable ancla que brillaba atractivamente por el sudor, en el lado de su cuello, también tenía un enorme barco pirata tatuado en el centro de su pecho. Sumergido en una furiosa tormenta y luchando contra las olas azules. En la parte superior del barco, en los mástiles, había una bandera hecha jirones que se agitaba con las palabras “Guíame a Casa”. Se me rompió el corazón por él. Por debajo de la nave había un impresionante monstruo marino con tentáculos y ojos, con una mirada malvada, como para tirar llevar al barco al mar profundo. Era una historia masiva dicha a través de su carne, de una manera verdaderamente hermosa.

Él también tenía el nombre "Liyin" en letras enormes a lo largo de sus costillas en un lado, y me tendría realmente flotando en el camino equivocado, si no hubiera sabido que Liyin era el nombre de su madre.

Cada letra gigante tenía lindos angelitos sosteniéndolas. En su espalda, en el lado opuesto del tatuaje conmemorativo, estaba una chica, que iba desde el hombro hasta el final de la parte superior de sus jeans. Estaba vestida como un pirata y juro que estaba sonriéndome mientras se me caía la baba sobre él, cada vez que los músculos se tensaban y flexionaban al lanzar la pelota.

Tenía mangas tatuadas en los dos brazos. Una en realidad muy similar a la mía cubierta con un trabajo muy tradicional, de la vieja escuela, de estilo marinero. La otra, sin embargo... era probablemente, la cosa más hermosa que he visto poner con tinta, en la piel de alguien. Alrededor de su bíceps y hasta el codo había una muestra de los Lirios en el Agua de Monet. El tatuaje lucía como si alguien hubiera arrancado la pintura al óleo de una pared y la hubiera envuelto alrededor de su brazo. Desde el codo hasta la muñeca había una recreación de la Noche Estrellada de Van Gogh. Eran simplemente hermosos y parecía que deberían estar fuera de lugar en un chico rockanrolero que solía ser un atleta. Pero no, en Jjong las obras de arte clásicas no solo encajaban, servían para hacerle aún más impresionante e interesante.

Cuando hizo su camino de regreso a mí, traía a mi desgastado, pero obviamente muy feliz cachorro. Tampoco estaba solo. Tres chicos adolescentes estaban detrás de él, mirándolo con obvia admiración. Me entregó a Kkomde y empujó sus Ray-Ban a la parte superior de su cabeza.

—Les falta uno para un juego. ¿Te importa si juego con ellos muy rápido?

Negué con la cabeza. Realmente creo que querían utilizar a Jjong para impresionar a los jóvenes adolescentes que había cerca.

—Nop. ¿Qué te parece si vas a ser un chico, y yo me dirijo de nuevo a mi apartamento, y hago algo muy rápido de comer? Tengo hambre y Kkomde parece que necesita una siesta.

Una de las cejas rubias de Jjong se disparó y la comisura de su boca se arqueó en una sonrisa.

—¿Ve a ser un chico?

Extendí mis manos hacia los adolescentes que esperaban y saqué mis gafas de sol hacia abajo para que pudiera mirarlo por encima del borde.

—Ya sabes, rodar en la tierra, sudarte todo y esas cosas. Ve a revivir tus días de gloria.

Me puse de pie y puse a mi perro, que se retorcía, en el suelo para poder volver a colocarle su correa. Jjong extendió la mano y tiró de mi cabello.

—Algo me dice que mis días de gloria están empezando. —Bueno, mierda. ¿No era eso lo suficiente como para hacer que mi corazón diera un resbalón, se deslizara todo el camino hasta mis dedos de los pies, y de nuevo al centro de mi pecho?

—Te veo en un rato.

Se dio la vuelta y oí el parloteo emocionado y los suspiros colectivos de los adolescentes. No podía culparles. Verlo moverse mientras estaba solo a medio vestir, era sin duda un espectáculo que no debes perderte.

Regresé al apartamento y le di el cachorro un poco de agua. Decidí que tenía que tomar una ducha ya que estaba cubierto de protector solar, y tenía trozos de hierba pegados a mí de estar sentado en el suelo toda la tarde.

Al salir de la ducha me cambié; dejé mi cabello mojado, sin arreglar, y mis pies descalzos. Estaba tan acostumbrado a estar pulcro, todo brillante y perfecto, que estando casual en casa, estaba empezando a sentirse cómodo.

Mi estilo peculiar y pulcro, era la armadura que llevaba para mostrar al mundo y, de alguna manera, a mi padre; que podía lucir y actuar como quería, y aun así ser una persona con éxito, hermosa totalmente en mi propia creación. Era extraño que Jjong pareciera preferirme desarreglado, la versión desnudo de mí, pero no iba a quejarme. Lucir impecable y arreglarme todo el tiempo tomaba un montón de trabajo y, a veces solo no quería hacer el esfuerzo.

Estaba mendigando alrededor en la nevera en busca de algo que hacer para el almuerzo, y las reservas eran escasas. No era exactamente un cocinero gourmet y vivía justo al lado de una de las principales carreteras que corrían a través de Seúl, así que pasar tiempo en la cocina no era algo que hiciera muy a menudo.

Decidí que sándwiches de mantequilla de maní y jalea, y algunas papas fritas tendrían que servir; pensé que Jjong estaría bien con ello, teniendo en cuenta que todo nuestro día había pasado reviviendo momentos de nuestra juventud. Estaba poniendo los sándwiches en un plato cuando se produjo un fuerte golpe en la puerta, que tuvo a Kkomde despierto de su siesta y ladrando.

Abrí la puerta, mientras estaba lamiendo la mantequilla de maní del cuchillo. Jjong estaba apoyado en el otro lado, todavía le faltaba la camisa y aún más desaliñado y sudado de lo que había estado hace una hora cuando lo dejé en el parque. Su camisa estaba colgando como una cola en la parte trasera de sus jeans, y toda la tinta que le cubría brillaba como pintura húmeda sobre su suave piel. Su cabello rubio estaba desordenado, caía por su frente.

Dejé que la mano con el cuchillo cayera a mi lado mientras nos mirábamos en silencio el uno al otro. Su mirada se desvió por encima de mi cabello húmedo, a través de mi cara asombrada, y hacia abajo, a mis pies descalzos. Dio un paso dentro por la puerta, lo que me obligó a dar uno hacia atrás.

―¿Ganaste? ―Sonaba tembloroso, y nervioso, a pesar de que realmente no me sentía inseguro. Estaba mucho más sin aliento y necesitado.

―Oh, con seguridad creo que estoy a punto de ganar. ―Una sonrisa atractiva tiraba en los bordes de su boca―. ¿Tienes algo debajo de eso? ―dijo señalando mi ropa.

Su pregunta era audaz, seguida por él quitándome el cuchillo la mi mano y arrojándolo peligrosamente en dirección a la cocina. Cayó sonoramente, ya que aterrizó en el fregadero, y ni siquiera eso fue suficiente para ahogar el sonido de mi corazón latiendo con fuerza en mis oídos. Él estaba totalmente en mi cara y sabía que los sándwiches ya no estaban en el menú para el almuerzo.

Yo lo estaba.

—¿Por qué no lo descubres por ti mismo? —Podía jugar a este juego con él.

Me gruñó y pateó la puerta, para cerrarle detrás de él, con la suela de sus zapatillas deportivas, mientras merodeaba hacia mí. No dejó de venir a mí hasta que estuvimos uno contra el otro. Olía como el exterior y el césped del parque. Se sentía duro, fuerte, y cualquier idea de que este seguía siendo el chico de al lado, se desvaneció mientras la abultada erección en la parte delantera de sus jeans, entraba en contacto con mi estómago.

Sus ojos ardían más calientes que el cielo de verano, y cuando deslizó sus manos alrededor de mi cabello aún húmedo, me sentí como que todo era demasiado, que estaba a punto de derretirme en un charco de anticipación y anhelo a sus pies.

No dijo nada más, solo comenzó a caminar en dirección a la habitación, me obligaba a coincidir con él paso por paso mientras me llevaba hacia atrás.

—Apesto. —Su voz era escalofríos bruscos, enviados corriendo arriba y abajo de mi espina dorsal mientras nos dirigíamos al dormitorio a oscuras. Mi cama ni siquiera estaba hecha y la mitad de mi clóset estaba tendido en el suelo. Nada de eso le ralentizó mientras seguía su ritmo hasta que la parte trasera de mis piernas golpeó el borde de mi cama.

Envolví mis dedos alrededor de cada una de sus muñecas tatuadas y lo miré. Lamí mi labio inferior y él gimió.

—Como que me gusta.

—Mierda. —En realidad no fue una palabra, fue más una exhalación con sonido, entonces su boca estaba sobre la mía y ya nada más importaba. No había nada más que la forma en que me hacía sentir, todo el salvajismo y la inquietud que siempre me acosó parecían desvanecerse bajo sus labios y su toque.

Me besó con fuerza. Me dio uno largo. Me besó sin aliento, luego se echó hacia atrás y lo hizo de nuevo desde otro ángulo. El chico era bueno con su boca, tan bueno que no me di cuenta del hecho de que sus manos habían encontrado su camino hasta el dobladillo de mis pantalones y la tela estaba avanzando lentamente hasta la parte superior de mis piernas.

Su lengua se retorció alrededor de la mía, sus dientes pellizcaron la punta de la misma, y me quedé sin aliento cuando sus grandes manos se cerraron sobre cada lado de mi trasero. Tal vez había estado planeando durante todo el tiempo, pero ponerme ropa interior después de mi ducha, había parecido un paso inútil cuando sabía que estaría fuera en algún momento.

—Lindo. —No había nada más que apreciación en su tono y su respiración subía mientras su torso desnudo se movía contra el mío.

Soltó un lado de mi culo y pasó la mano por mi columna vertebral. Entre un suspiro y el siguiente estaba desnudo frente a él; y estaba, obviamente, disfrutando. Juró una vez y alargó la punta del dedo para tocar uno de los pequeños aros plateados que adornaban mis pezones. Tapaban los picos oscuros y brillaban, con un rubí que hacía juego con el de mi labio.

Soltó mi culo completamente y usó sus pulgares para rastrear la gran flor de loto, que estaba marcada a un lado de mi hueso de la cadera y la arqueada, extensa flor de cerezo que decoraba la otra. Ambas fueron delicadamente hechas y parecían brillantes contra mi piel.

—Belleza contra todo augurio y la fragilidad de la vida. —Su voz era callada mientras él se inclinaba y me daba un beso en mi clavícula.

—Supongo que es una de las ventajas de desnudarse con un artista del tatuaje, se reduce el mostrar y contar.

Se rio un poco y lo sentí todo el camino hasta mi corazón, porque me estaba inclinado sobre uno de sus brazos, que había puesto detrás de mi espalda y usando mi nueva posición arqueada para rodear cada pezón perforado con la lengua.

Estaba bastante seguro de que nada se había sentido tan impresionante en toda mi vida. Cada pico se frunció por la atención; cuando él usó sus dientes y chupó el pequeño aro de metal en su boca, los puso calientes y húmedos para cuando aterrizaron de nuevo contra mi piel. Realmente pensé que iba a morir a causa de la sobrecarga de sensaciones.

Estaba aferrándome a sus hombros para tratar de mantenerme un poco en tierra y no totalmente perdido en el placer, cuando se movió solo un paso más, perdí el equilibrio y caí sobre mi espalda, golpeando el colchón con un pequeño rebote. Él se cernió sobre mí y la sonrisa en su rostro no podía ser llamada otra cosa que malvada.

Besó mi esternón y trazó una línea húmeda todo el camino hasta el centro de mi cuerpo, con su lengua, parando en mi ombligo y dando pequeños besos en cada uno de mis tatuajes, que enmarcaban la parte más expuesta, más sensible de mi cuerpo, a dónde obviamente se estaba dirigiendo.

—Jjong... —Era en parte pregunta, en parte demanda porque estaba listo para él. Me sentí como si hubiera estado esperando por esto, para que él pusiera sus manos sobre mí, para que pusiera su boca sobre mí para siempre, a pesar de que solo habían pasado unas pocas semanas.

Él dejó escapar un suspiro que hizo que mis pliegues ya húmedos temblaran en necesidad, y lo sentí reír contra la suave piel de mi estómago.

—Te he oído decir mi nombre en un montón de maneras, Kibum. Tengo que decir que escucharlo en la cama cuando estoy a punto de comerte es probablemente mi favorito hasta la fecha.

Iba a decirle que se fuera al infierno, pero perdí la capacidad de pensar, de hablar, cuando sin ninguna advertencia cayó de rodillas en el borde de la cama y me llevó a su rostro. Era demasiado. Demasiado íntimo. Demasiado invasivo e intenso. Era lo mejor. El chico era realmente muy bueno con la boca.

Pasó la lengua por toda la longitud de mi apertura. Puso mis piernas sobre sus hombros y se apoderó de mi culo con sus manos, mientras exploraba cada centímetro de mi miembro, con su boca. Me retorcí en la cama, el placer casi era demasiado para manejar. La sensación corrió a lo largo de cada terminación nerviosa que tenía, y no podía respirar por todo lo que estaba sintiendo.

Agarré un puñado de su cabello para mantenerme atado al momento y debo haber dado un tirón más fuerte de lo que pensaba, porque dejó escapar un suspiro que se sintió en todas las superficies húmedas de la piel que tenía entre las piernas. Murmuró algo oscuro y sexy que no pude distinguir, y deslizó una de sus manos de mi culo a la parte delantera, y así mientras atrapaba con sus sus grandes y talentosos dedos para reemplazar la caricia de su lengua; y enloquecí.

La doble estimulación, los giros de sus fuertes dedos combinados con la aspiración incesante de su boca caliente, fue demasiado para tomar. No hubo acumulación, sin subida constante a un orgasmo de felicidad. No, en cambio, todo vino hacia mí en una carrera deslumbrante que me barrió en una ola de placer abrumadora y liberadora. Eso le hizo reír de nuevo, lo que trajo ondulaciones de gratificación sin diluir, persiguiendo el sonido a lo largo de toda la carne sensible con la que todavía estaba jugando y manipulando.

Nunca había tenido un orgasmo que realmente me hiciera daño antes. Me dolió tan bien, que lo sentí en cada célula, en cada respiración, en cada parpadeo mientras peleaba para mantener mis ojos abiertos y trataba de recordar dónde estaba, quién era, y con quién estaba.

Todavía tenía agarrado su cabello, así que le di un tirón para conseguir que se alejara. Dejó que mis piernas se deslizaran lánguidamente de sus hombros y se arrastró hasta la cama para moverse sobre mí. Se preparó sobre mí con las manos a ambos lados de mi cabeza mientras me sonreía. Parecía demasiado satisfecho de sí mismo.

—Oh,  Kibum…  —Dejó  escapar  un  largo  suspiro  y  se  inclinó  para besarme en la frente—. Vas a estar, sin duda, muy contento de que ambos seamos adultos.

Ese era el lado dulce, coqueto que normalmente se reservaba para todos los demás menos para mí. Sabía exactamente por qué lo hacía. Una manera de mantener esto en un nivel liviano y juguetón. Una manera de mantener las cosas en perspectiva, porque a pesar de que había sido el extremo receptor de su atención, mientras él bromeaba y jugaba conmigo, también sabía que había sentido la conexión más profunda que tuvimos.

No había duda de que algo estaba pasando entre nosotros, que tenía sombras del pasado y sabores de todo el futuro, mezclados entre sí, en una gigantesca bola de emoción y experiencia.

Froté las manos en sus mejillas, mis dedos cosquilleaban por el suave roce de sus patillas, y utilicé mi pulgar para cepillarlo a lo largo de la curva húmeda de su labio inferior. Arrastré mis manos a través de sus amplios hombros y en los planos definidos de sus tatuados pectorales. Seguí las palabras desplazadas allí y encontré su mirada solemne.

—El Jjong adulto tiene partes decisivas que me gustan, pero también lo hacía Jjong, que era el chico de al lado.

Lo vi girar otra vez en su cabeza por un minuto, pero estaba encaminado en conseguir desabrochar su cinturón y sacar sus jeans, así que si él tenía una respuesta, se perdió mientras trataba de conseguir que estuviera tan desnudo como lo estaba yo.

Llevaba ajustados y cortos bóxers negros y me tomé un segundo para apreciar lo bien que se veía su mitad desnuda, con la cabeza de su pene esforzándose por sobresalir de la cintura de su ropa interior. Yo no era el único con algunas sorpresas ocultas bajo la ropa. Empujé sus pantalones hasta las rodillas y le insté a rodar sobre su espalda. Lo hizo y puso sus manos detrás de su cabeza con su erección señalando hacia el techo, mientras comprobaba todo lo que él estaba trabajando allí abajo.

Sentí que mis dos cejas se disparaban con sorpresa.

―¿Un Magic Cross? ―Había estado en el negocio de la modificación corporal por un tiempo, y había visto mi cuota de pollas que llevaban adornos. Tenía que decir que este era mi primero, sin embargo. Estaba intrigado por su herramienta y me encendí por ella al mismo tiempo.

Al otro lado de la cabeza regordeta y lista había un piercing Apadravya vertical que salía de la parte superior de la barra visible, tanto por encima, como por debajo de la cabeza. Corriendo horizontalmente y un poco detrás de ella estaba una perforación ampallang que, combinada con la primera. Había cuatro pequeñas bolas brillantes, que descansaban sobre la superficie, de su ya impresionante erección, por lo que la experiencia con él en efecto sería mágica.

—Uno de mis mejores amigos es un perforador corporal. No muy a menudo te encuentras a alguien de suficiente confianza para que se acerque a tu pene con un objeto afilado y puntiagudo.

Usé mi dedo pulgar para hacer un círculo entre los puntos y observé como la acción hacía que sus ojos se pusieran vidriosos.  Él gruñó mi nombre y se dobló hacia la caricia. Supongo que el tiempo de juego había terminado.

Se despojó de sus zapatos y sacó fuera el resto de la ropa, una vista que, ojalá pudiera ver para siempre, y merodeó hacia mí, con los ojos brillando como un faro, tratando de decirme que era donde estaba el hogar todo este tiempo.

—¿Condón?

Me deslicé sobre la cama y rebusqué en la mesilla de noche, hasta que encontré uno. Lo abrió y le hizo señas para que se acercara. Dio un paso entre mis piernas abiertas y me dio un beso en la parte superior de mi cabeza mientras, trabajaba el látex sobre él, y sobre todo ese metal. Le di un último apretón para sopesarlo y susurró en mi cabello:

—Una sola vez no va a alcanzar.

—Te prometí el fin de semana. —De repente me sentí agradecido de que ninguno de nosotros tuviera nada más que hacer hasta que fuéramos a trabajar el martes.

—Gracias a Dios. —Él tiró de mí hacia arriba y sobre él, me dejó adaptarme en su posición mientras frotaba las palmas hacia arriba y abajo de mis costillas. Me hundí hacia abajo para que solo la punta perforada se arrastrara a través de mi entrada, y ambos gemimos ante el contacto. Esas pequeñas bolas de metal hacían cada movimiento que hacía, cada manera en que se movía y flexionaba contra mí, incluso más intensos. Lo sentía en cada parte de mí mientras me colocaba todo el camino hacia abajo y caía hacia adelante en mis manos para que pudiera llegar a su boca con la mía.

Lo besé de la misma manera que él me besó, duro, consumidor, con lenguas bailando y respiraciones mezclándose mientras sus dedos se clavaban en la curva redondeada de mis caderas y me forzaban a comenzar a moverme hacia arriba y abajo.

Al principio fue un deslizamiento sexy que nos tenía a ambos jadeando y nuestros dedos apretándonos el uno al otro. Se sentía tan bien, y la forma en que me miró, me estaba volviendo del revés y estaba teniendo un mal rato tratando de mantener un ritmo constante. Me levanté en mis rodillas un poco más alto mientras nos presionábamos el uno contra el otro y luego dejando que mi cabeza cayera hacia atrás en un jadeo sin aliento cuando una de sus manos de repente desapareció entre mis piernas, donde nos unía y se concentró en esa parte que pedía atención.

Entre sus dedos, la fricción de las barras, y solo el usual arrastrar y tirar de su polla, no pasó mucho tiempo para que sintiera el final de la carrera en mí. Dijo mi nombre y su mano libre dejo mi cintura para ahuecar uno de mis pezones. Rozó el pulgar hacia atrás y adelante a través del punto apretado y dolorido hasta que estaba viendo las estrellas y teniendo un momento muy difícil aferrándome a cualquier tipo de movimiento regular.

El placer estaba montando duro en la base de mi columna vertebral, mi piel estaba brillante y resbaladiza por el esfuerzo y la necesidad de dejarme ir. Si él no se ponía al día me iba a ir por el borde sin él y no me iba a sentir mal por ello.

Chillé de sorpresa cuando él se movió rápidamente y nos dio la vuelta. Utilizó una rodilla para empujar mis piernas más separadas para hacer espacio para moverse mientras giraba sus caderas de una manera que hizo que mis ojos se cruzaran mientras él recuperaba su ritmo tan pronto como se situaba en la nueva posición.

Agarró mis manos en una de las suyas y las extendió hacia arriba y por encima de mi cabeza. La otra la usó para apuntalar su peso mientras empujaba y me bombeaba como si estuviera persiguiendo todo el deseo que se había construido entre nosotros, para reclamarlo como suyo.

La presión de su gruesa polla en mi hinchado canal ya era suficiente para tenerme listo para venirme, pero la sensación añadida de esas bolas de metal arrastrando y masajeando a lo largo de cada pared, cada terminación nerviosa, estaba seguro de que iba a tener mi cabeza explotando por lo alto al tener un cuerpo rompiéndose en un orgasmo cegador. Jjong dejó caer su cabeza de modo que descansaba en el hueco de mi cuello y sentí la aguda punzada de sus dientes en la delicada piel allí, y eso fue todo lo que tomó para que estuviera terminado para mí.

Sentí mis paredes internas agarrarlo, lo sentí perder el control, y de pronto se estaba moviendo tan desesperada y frenéticamente como yo lo había hecho. Me encantó la forma en que su corazón tronaba en sintonía con el mío. Me encantó la forma en que su fuerte cuerpo se inclinó y lo sentí como piedra a lo largo de mis mucho más suaves curvas.

Me encantó la forma en que él jadeó su finalización en mi oreja y la forma en que se derrumbó encima de mí cuando estaba todo escurrido y vacío. Me encantó que el sexo con él era todo lo que el sexo debe ser y algo más. Él era muy bueno, con mucho más que solo la boca y solo me había mostrado todo lo que había estado buscando cuando me puse en camino a ciegas hacia Seúl.

Puede ser que fuera salvaje, desinhibido, y un poco sucio, pero el sexo con él todavía se sentía como un lugar más seguro que en cualquiera que hubiera estado antes.
Él se levantó en una flexión de brazos y miró sin vergüenza de manera que hizo su abultar sus bíceps.

—Probablemente el mejor gol que puedo recordar. —Estaba tratando de hacer una broma, pero sus ojos estaban muy serios, así que no respondí. Solo levanté una mano y ahuequé su mejilla mientras nos mirábamos el uno al otro.

Fue un buen momento, otro dulce recuerdo que podía esconder y añadir a los que ya tenía a causa de él, pero fue interrumpido por el gemido quejumbroso de un cachorro.
Sorbí una respiración mientras Jjong se alejaba de mí y rodaba para mirar por encima del borde de la cama.

—Creo que podríamos haberlo escandalizado. —Él agarró al perro y lo puso sobre la cama mientras balanceaba sus largas piernas por encima y se ponía en pie—. Me olvidé de él cuando te vi lamiendo el maldito cuchillo.

Me había olvidado de él, también. Era un terrible appá de cachorro. Kkomde me lamió la barbilla y, efectivamente, parece que estaba dando a Jjong una celosa mirada de cachorro.

—Hice algunos sándwiches. Voy a dejarlo salir y podemos comer.

Él asintió y miró hacia atrás por encima del hombro, para mirarme con un destello de dientes blancos.

—Ahora pregúntame si gané Kibum.

Gemí y tiré una almohada en su cara presumida.

—Creo que los dos ganamos, sabelotodo.


Se dirigió hacia el cuarto de baño riendo todo el camino.



2 comentarios:

  1. Oh por Dios!!!
    Quien fuera cachorro para ver tal espectáculo!!!
    Hasta que se comieron eso!!!!!

    Oh si!!! 😎

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  2. Por fin \(*0*)/
    Un poco de tensión fuera del camino y por fin sedieron a sus impulsos.
    Esto debe de quitar un poco de pesar a kibum,debe decirle lo mucho que jjong fue,es y será para él.
    Creo que aquí ganamos todos
    Quien fuera el cachoro...o un livestream por lo mejor...cachorro envidioso

    Una aprende cosas nuevas,me tuve que ir a buscar el magic cross y...madre mia (/.\)

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...