The Other - 1



Desde el punto de vista de cualquier observador imparcial, el de Lee Donghae era el matrimonio perfecto. Algunos días, incluso, podía hacer como si lo fuera.  Después de todo, tenía una bonita casa en primera línea de playa de Hyeopjae, la más famosa y hermosa playa de Jeju. Tenía tres hijos encantadores, dos niños y un jovencito.  Tenía un marido que cualquiera le envidiaría ... en la superficie. Hyukjae no sólo era alto y atractivo, sino que también era suficientemente rico  como  para no tener ninguna clase de problemas  económicos.
De todas formas, superficie era la palabra clave.
Su matrimonio iba perfectamente de puertas afuera. Por debajo, Donghae se estaba volviendo loco lentamente de frustración. Y, detrás de esa  frustración  estaba  el miedo de que aquello fuera lo único que se pudiera esperar de Hyukjae ... una casa, una familia y un hombre atractivo a su lado. Su marido vivía su propia vida, que Donghae sospechaba que estaba bastante apartada de la suya, incluso cuando él estaba a su lado. Como en ese momento.
Esa noche le había hecho su cena favorita. Su esposo la estaba disfrutando, pero sin compartir ese disfrute con él. No se producía ninguna clase de contacto visual ni comentarios apreciativos.
Ninguno de los esfuerzos especiales que había hecho estaba teniendo el menor efecto. Lo que no era precisamente una buena recomendación para los consejos que había leído en una revista sobre como revitalizar un matrimonio.
Su cambio de imagen personal había fallado miserablemente. Si Hyukjae había notado algún cambio en su apariencia, era evidente que, para él, era de lo más irrelevante. Lo cierto era que no había dado ninguna señal de verlo como una persona nueva y deseable. Donghae se preguntó si hubiera debido poner más cuidado  con  su  arreglo.
Había estado tentado de cortarse el cabello dramáticamente, pero al final, no pudo. Así que había llegado a una especie de compromiso y se lo había dejado un poco largo al tiempo que se lo había aclarado un poco.
El estilista  había maquillado de forma  que sus ojos tuvieran un aspecto más misterioso, pero todos esos esfuerzos fueron un desperdicio con Hyukjae, incluso su ropa nueva, por la que tanto tiempo le había costado  decidirse.
Para él, esos pantalones negros y la camisa en forma de túnica de seda a rayas, le habían parecido un conjunto de lo  más sexy, elegante y, a la vez, sensual. Pero no había despertado el menor interés en su marido. Tal vez si hubiera elegido otra cosa más atrevida, si fuera más atrevido con todo ... Pero eso no estaba en su naturaleza.
Su appa le había inculcado principios de joven señor desde el nacimiento. Un buen joven coreano, sin importar que el padre de Donghae fuera Coreano de cuarta generación, no metía su cuerpo en cualquier vestido inmodesto. Las ropas debían favorecer, no mostrar. Tal vez porque él sólo tenía diecisiete años cuando murió su appa, Donghae no se sentía cómodo traicionando sus consejos, aunque a veces deseaba poder ser como los demás que no se avergonzaban en absoluto de lo que se ponían, o no se ponían.
Por otra parte, tal vez es que simplemente fuera imposible atraer de nuevo a   Hyukjae a su lado. Cualquier cambio que hiciera, él lo vería  como  puramente  superficial. Si lo que hacía le agradaba a él, por Hyukjae estaba bien. No afectaría para nada en lo que pensara, sintiera o  hiciera.
Como sus fútiles intentos de evocar un comportamiento romántico con el arreglo de la mesa esa noche. Hyukjae había hecho un comentario sobre el centro de mesa y los candelabros dorados, preguntándole si estaba experimentando para alguna fiesta con cena en el futuro. Había dicho que aquello era un cambio innovador. No se le ocurrió que aquello pudiera ser para los dos. Donghae se había sentido demasiado desinflado para  decírselo.
No hubo nada de romance en el servicio de la cena. Ellos siempre lo hacían en el comedor y con los cubiertos de plata y vajilla de lujo. Hyukjae pensaba que esas cosas no eran para mostrarse, sino para ser usadas y no le importaba que algo se pudiera romper. Solía decir que nada es irreemplazable, pero Donghae no  estaba  de  acuerdo  completamente en eso.
Se dedicó a juguetear con la comida en el plato, se había quedado sin apetito. La falta de respuesta emocional de Hyukjae le preocupaba mucho. No había sido tan evidente mientras habían tenido a sus hijos. Los dos los amaban mucho pero Hyukjae, ¿realmente lo amaba a él? Donghae estaba empezando a dudarlo. Y lo que era peor, estaba empezando a preguntarse si alguien más no le estaría proporcionando lo que no buscaba     en él.
-¿Hay algo que requiera mi atención personal antes de que me vaya de viaje el domingo?
Esa pregunta de Hyukjae le hizo desear gritarle que él mismo, pero cuando sus miradas se encontraron, la de él, de lo más impersonal, le hizo callarse. Estaba claro que él se refería a problemas con la casa, el coche o los  niños.
Donghae se tragó sus angustias privadas y decidió preguntarle a su  vez:
-¿Sólo vas a estar fuera unos días, no? ¿Una semana en Londres y otra en  París?


-Sí, las reuniones están todas programadas. No creo que haya  retrasos.
-Muy bien. Si necesito algo ya te llamaré.
Él asintió y le dedicó de nuevo su atención a lo que estaba comiendo mientras decía:
-En Londres me quedaré en D&E House. Está en Knightsbridge, muy cerca de Harrod's. Si quieres que te compre algo allí, te daré el número de teléfono antes de marcharme.
Luego Hyukjae siguió cenando como si nada. Pero Donghae sabía muy bien que ese viaje   de negocios a Europa no era como los anteriores. Estaba muy claro anteriormente y  Hyukjae le había dado ahora la primera evidencia tangible de  ello.
-¿Por qué el cambio? -le preguntó procurando parecer  despreocupado.
Hyukjae lo miró inexpresivamente, pero levantó una ceja como obligándolo  a  explicarle la pregunta.
-En Londres siempre te has quedado en Present. ¿Por qué no esta vez?  Pensaba que te gustaba ese sitio -dijo tratando de que no se le notara el estado    de ánimo.
-La familiaridad tiene sus ventajas. Pero también se puede hacer aburrida. Me gustaría un cambio.
Familiaridad ... aburrida ... cambio ... ¿Es que se estaba volviendo neurótico aplicando esas palabras a lo que su esposo pudiera sentir por él? Muy sensible a la distancia que había entre ellos, a la falta de verdadera intimidad, Donghae vio como Hyukjae dedicaba   de nuevo su atención a la comida, lo observó mientras se la llevaba a la boca con el tenedor con un ritmo que negaba cualquier perturbación de su espíritu.
A veces Donghae encontraba heladora su auto suficiencia.  Como en ese momento. Hacía que deseara llamar más su atención, le gustara a él o  no.
-Nunca había oído hablar de D&E House. ¿Pertenece a alguna cadena de hoteles europea?
Él agitó la cabeza mientras seguía masticando.
-¿Qué es lo que  te  interesó  de ese sitio? -insistió Donghae-. ¿Lo conociste en un viaje de negocios?
-¿y qué importa eso? Ahora he reservado una habitación allí -respondió él sonriendo sardónicamente- Para bien o para mal. Te dejaré los números de teléfono de contacto. Te prometo que no será ningún problema para  ti.
Esa sorprendente utilización de las palabras que se usan en las bodas y el tono en que las pronunció hicieron que Donghae se amotinara.
-¿Te causa demasiados problemas responderme a unas preguntas perfectamente naturales, Hyukjae?
La mirada de sorpresa de él le hizo ruborizarse.
Era de lo menos característico por su parte que se enfrentara a Hyukjae de  alguna manera. Él era mayor, le llevaba casi 10 años,  además de ser mucho más maduro y sofisticado, un verdadero hombre de mundo. Era    un especialista en electrónica que empezó a triunfar cuando tenía poco más de veinte años y ya llevaba las riendas de una multinacional antes de enamorar a Donghae y casarse con él. Era un hombre de decisiones certeras, con una confianza total en sí mismo, capaz de salir adelante en cualquier cosa en que se  metiera.
Durante los últimos seis años, Donghae se había contentado con hacer lo que él le dijera. Después de todo, no estaba nada mal que él le proporcionara todo lo que quería.  Y Hyukjae lo llevaba haciendo desde el primer día en que se conocieron. Hacerle preguntas simplemente no le había parecido adecuado. Hasta ese  momento.
Ya llevaban juntos casi siete años y, ahora se daba cuenta de que la crisis de los siete años no era ninguna tontería. No quería darse por enterado, pero sentía que Hyukjae estaba perdiendo, que había perdido más bien, interés en él como su pareja. Hacer el amor se había convertido en algo ocasional y monótono desde el nacimiento de su hijo joven, el tercero y último de sus hijos, un jovencito muy deseado para completar la familia que tenían planeada. Era como si, una vez que Donghae hubiera servido a sus propósitos, ahora se viera relegado a ser el appa de sus hijos.
Esa desagradable sensación que llevaba meses haciendo lo que podía para evitar, lo volvió a embargar. Miró a Hyukjae, que parecía sorprendido, con un aire rebelde en la mirada, sin importarle lo que él pudiera pensar de su comportamiento. No quería vivir con él así el resto de su vida. Sólo tenía veintiocho años y le quedaban muchos años por delante. No era que ahora quisiera que él le diera más. Quería más de  él.
Hyukjae entornó los párpados pensativamente.
-¿Qué te está preocupando? -le preguntó adoptando un aire de paciencia mientras dejaba lo que quedaba de su comida    a un lado y tomaba su copa de Vino. Luego se relajó en su silla y esperó a que se lo explicara mientras sonreía levemente, como para  animarlo.
Eso hizo que Donghae se sintiera como un niño rebelde. Él parecía estar dispuesto a concederle su atención el tiempo necesario como para resolver todos sus problemas. Y, aún así, lo cierto era que nunca había una verdadera comunicación de doble sentido. Hyukjae se centraba exclusivamente en él, lo sacaba sus pensamientos y los analizaba constructivamente, pero nunca revelaba los suyos  propios.
Donghae solía encontrar aquello inmensamente halagador, semejante concentración en sus necesidades y deseos. Eso demostraba una profundidad de sentimientos que lo rodeaba de seguridad emocional. Pero se había llegado a dar cuenta de que esa era la clase de seguridad que se le da a un niño, del que no se espera que comprenda muy bien el mundo que le rodea. Ahora Donghae encontraba esa actitud inmensamente frustrante.  Era como un blindaje, detrás del cual, Hyukjae escondiera sus pensamientos íntimos, su   vida interior, completamente oculta.
-¿Te das cuenta de que no hablamos de nada más que de lo que les pasa a los niños? -dijo  tomando al toro por los cuernos-  De lo que compro para la casa, para mí, o ... Todo cosas domésticas. Pedazos triviales de vida hogareña  ...
Él frunció el ceño momentáneamente, pero lo quitó en cuanto se le ocurrió una réplica tranquila.
-Yo no encuentro eso trivial. ¿Por qué tú sí? Recuerdo muy bien que siempre has dicho que tu máxima ambición en la vida era ser un dueño de casa para tu  familia.
Y era cierto. Lo seguía siendo. Y Donghae sospechaba que era por eso por lo que él se había casado con él ... un joven y fértil que estaba ansioso por proporcionarle  la familia que no había podido tener con su primer esposo.
-¿Es que, de repente, te resulta  eso menos satisfactorio que lo  que esperabas  que fuera?
Hyukjae le preguntó eso bastante secamente.
-Deja de preguntarme cosas a mí. Es de ti de quien yo quiero saber más. ¿Por qué no puedes responderme a mis preguntas en vez de ignorarlas?
Él hizo un gesto como de disculpa.
-Dime en qué y cómo te he ofendido. No me había dado cuenta de que no estaba satisfaciendo tu curiosidad ardiente.
Donghae estaba ardiendo, pero no de curiosidad, precisamente. Hyukjae lo estaba haciendo parecer ridículamente puntilloso y él no veía nada ridículo en sus preocupaciones. Eran cosas importantes, críticas para saber qué era lo que estaba fallando en su relación. Cosa que a él no se le ocurría. Respiró profundamente y habló decidido, decidido a que Hyukjae no se tomara sus preguntas como algo  irrelevante.
-Te estaba preguntando sobre D&E House.
-Así es.
Donghae apretó los dientes.
-¿Por qué vas allí  ahora?
-Ya te lo he dicho. Será un cambio.
-¿y por qué el cambio?
-Es un sitio pequeño en comparación, está lejos de ser un gran hotel, menos impersonal, más adecuado para hacer que la gente se sienta en casa.
-Suena muy íntimo.
-Bueno, eso espero -dijo él, dejando bien claro que su curiosidad se viera satisfecha con eso.
A Donghae no le gustaba la idea de que Hyukjae estuviera en un sitio íntimo con su asistente personal, que lo iba a acompañar a ese viaje. Lee Jieun pudiera ser que fuera una mujer dedicada a su trabajo, pero esa esbelta de treinta  y  tantos años no carecía de sexo y, aunque estaba casada o viviendo con un tipo, no tendría nada de raro que pudiera encontrar atractivo a  Hyukjae.
Él no sólo tenía el aura de poder que todas las parejas encontraban fascinante, sino que era un hombre extremadamente atractivo que parecía tener mejor aspecto según se hacía mayor, era más impresionante, más distinguido, más de todo. Y todavía no tenía ni una cana en su cabello oscuro ni un gramo de grasa en su musculoso  cuerpo.
Jieun llevaba con Hyukjae seis meses. Había aparecido con una increíble lista de éxitos en su currículum y, sólo un tonto no la habría contratado. Por otra parte, ser la asistente personal de Lee Hyukjae era un trabajo que tenía que atraer a gente muy cualificada. Pero a Donghae le hubiera gustado que esa chica no fuera tan atractiva.
¿Era coincidencia que Donghae se hubiera dado cuenta cada vez más de la distancia que había entre Hyukjae y él desde hacía precisamente seis  meses?  ¿Estaba Lee Jieun proporcionando la causa y el efecto de ello? ¿Había sido cosa de ella el que se quedaran en ese hotel en Londres?
-¿Cómo es de pequeño? -insistió- ¿Es uno de esos hotelitos con unas cuantas habitaciones sólo?
Con un aire de querer dar por finalizado el tema de una vez por todas, Hyukjae le contó como era el sitio.
-No tiene habitaciones como un hotel. Se especializa en suites y sólo tiene once. Proporcionan todas las comodidades para ser utilizadas como oficinas e, incluso, te organizan fiestas privadas. No está nada mal para hacer  negocios.
Y Jieun haría perfectamente el papel de anfitriona, pensó Donghae, celoso.
-Bueno, espero que sea un buen cambio para  ti. Si Jieun y tú ocupan dos suites, seguramente el personal se ocupará bien de ustedes.
Hyukjae miró la copa que tenía en la mano, como examinando el vino. Donghae evitó un suspiro exasperado. No podía obligarlo a abrirse a él. Sospechar que Lee Jieun lo estuviera animando a ser infiel era, probablemente, ridículo. Hyukjae no haría nada que no quisiera hacer. Él era siempre el que elegía. Pero daba igual, Donghae sentía que había algo más en la elección de hotel de lo que Hyukjae le estaba diciendo.
-Una suite -dijo él- Es un apartamento con dos habitaciones, con su propio salón, cocina, cuarto de baño ... Es como una casa lejos de casa. No hay ninguna necesidad de tener dos suites.
El estómago se le contrajo a Donghae como si le hubieran dado un puñetazo y soltó lo primero que le pasó por la cabeza, sin pensar.
-¿Vas a compartir esa casa con tu asistente  personal?
-Es lo más conveniente.
-Muy conveniente -dijo él mientras le hervía la sangre- ¿Se te ha ocurrido que  yo podría decir algo en contra?
Hyukjae lo miró pensativamente.
-Y, ¿por qué lo ibas a hacer?
-No me gusta que vivas con otra pareja y más si es mujer, Hyukjae.
-Es un viaje de negocios, Donghae. Yo vivo aquí contigo. Me voy de negocios y luego volveré a vivir aquí. Contigo. ¿Qué podrías decir en contra de que tenga a mano a Jieun cuando estoy haciendo negocios?
¡Oh, la medida condescendencia de ese pequeño discurso! Donghae se estremeció. Pudiera ser que él fuera inocente pero ¿qué podía estar pensando esa asistente  personal suya? Y ¿había pensado Hyukjae en la posibilidad de tener un poco de sexo de paso?
-¿Te ha sugerido ella ese hotel? -insistió.
-Sí, ha sido ella -respondió Hyukjae sin ninguna duda que demostrara culpabilidad-  Uno de sus anteriores jefes lo usaba y pensó que a mí me podría venir  bien.
-Por no mencionar a ella misma -soltó sin  pensar.
Hyukjae lo miró de forma completamente inexpresiva, de la misma manera que hacía que sus hijos se quedaran quietos con lo que estuvieran haciendo.
-Eso es una tontería, Donghae. Jieun estará trabajando muy duramente, tanto o más que yo, durante este   viaje.
Donghae tomó su copa de vino y le dio un trago, tratando de  calmarse.
No le gustaba nada que él dijera que hacía tonterías. Tal vez tuviera una mentalidad chapada a la antigua, pero no encontraba que fuera una tontería que su marido compartiera un apartamento con otra pareja y mujer, estuviera de negocios o no. No podía pedirle que no fuera, pero algo tenía que  hacer.
-Me gustaría ir contigo en este viaje, Hyukjae. No es demasiado tarde  para  arreglarlo, ¿no? Incluso podría ir en otro vuelo, si fuera  así.
-¿Por qué ... ?
Entonces Hyukjae sonrió y agitó la cabeza como si él hubiera dicho el mayor de los absurdos.
-Si quieres ir a Europa, Donghae, yo te llevaré. Pero organizándolo de una manera adecuada, de forma que te resulte placentero y confortable, verás y harás todo lo que quieras. Hay que pensarlo y ...
-Quiero estar contigo en este viaje. Quiero estar contigo -insistió.
Hyukjae suspiró impaciente y lo miró intimidantemente mientras hablaba, midiendo  sus palabras para estar seguro de que lo  entendía.
-Voy a estar trabajando todo el día. El que me acompañes es algo de lo menos práctico. No voy a tener tiempo para  entretenerte.
-No necesito que me entretengas, Hyukjae. Eso puedo hacerlo yo solo. Lo llevo haciendo ya desde hace bastante tiempo mientras tú trabajas.  Lo puedo hacer también en Londres y París. Y, cuando tú termines de trabajar por el día, yo puedo hacer que de verdad ese apartamento sea una casa lejos de casa para  ti.
-Ya estoy pagando por eso -dijo él dejando la copa sobre la mesa y levantándose- Es una idea ridícula, Donghae. Déjalo y sé un buen niño.
-¡No soy ningún niño! -respondió mientras lo seguía. Hyukjae lo miró por encima del hombro.
-Entonces, actúa responsablemente. Piensa un poco en tus hijos. Nunca antes los has dejado. Irte a Europa de repente, no los preparará para la ausencia de su appa. Si quieres extender tus alas, por lo menos hazlo con una preparación razonable y no por un impulso posesivo ciego.
Con eso se apartó de él y se dirigió a su despacho, donde se solía dedicar a jugar eternamente con sus ordenadores o a oír  música.
Posesivo ...
¿Por qué lo había dicho él de esa manera?
¿Es que él no tenía el derecho a ser posesivo? Era su marido.
La mano le temblaba cuando dejó la copa sobre la mesa. Se sentó de nuevo y entrelazó las manos, luchando por contener la turbulencia emocional que sentía en su interior. El dolor, el miedo, la incertidumbre, la sensación de vacío.
Era un buen appa. Quería ser un buen esposo. Una cosa no eliminaba a la otra, ¿verdad?
No podía dejar a los niños con una gente desconocida. Aunque sólo serían dos semanas. Lo podían echar de menos, pero eso no les haría ningún daño. Tal vez fuera una equivocación empeñarse en ese viaje, pero no lo podía evitar. De alguna manera sabía que su matrimonio dependía de él y que tenía que ir. Tenía que hacer que cambiaran las cosas entre Hyukjae y él y hacer que su esposo lo viera como una persona, una pareja, un joven, un esposo.
¡Tenía que ser más que el appa de sus hijos!


3 comentarios:

  1. O____O
    No Mr late chocolate (?)
    Ahhh
    Será que mono ganoso si es infiel!???? (?)
    O sólo el pecesito esta ansioso??? E imaginando cosas????

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  2. Pues cierto o no...de que ahi hay algo raro...lo hay
    Todo bien hasta el ultimo hijo,raro
    Que cambie de lugar de hospedaje,raro
    Que haya sido o lo haya notado desde que la nueva asistente llego,raro
    Que Hyuk no le quiera responder sus respuestas solo lo pone de los nervios
    No puedo culparlo por hacerse ideas si se ha dado cuenta de cierto cambio en su matrimonio
    A ver qué hace

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...