Marcado III -14



Me sacudí las manos en la parte trasera de mis pantalones y miré alrededor de la sala de licores. La nueva estantería que había construido se veía increíble, el lugar estaba impecable y organizado, y ni una sola botella o barril estaba fuera de lugar. Era la última tarea que tenía en la lista que Eric me había dado hace tantos meses.
El resto de la barra estaba hecha. Pulida, preparada y luciendo completamente nueva y lista para ser de esta generación. Los clientes habituales aún permanecían en sus lugares favoritos durante todo el día, pero había una nueva multitud y afluencia de sangre joven vagando.
No le pedí a Eric el cambio en los ingresos porque todo había estado tranquilo y mucho más difícil de precisar últimamente. Desde el robo, él había estado yéndose antes de que se llenara en la noche, dejándonos a mí y a Kangin dirigiendo el espectáculo. No me importaba, pero pensaba que era raro que él no pareciera entusiasmado con todas las mejoras.
Estaba acomodando todas las herramientas en la caja cuando la puerta se abrió. No era un gran espacio de almacenamiento, así que entre mi masividad y la de Eric, no había mucho espacio para maniobrar. Le fruncí un poco el ceño cuando se sentó en la parte superior de un barril de cerveza vacío y me indicó que hiciera lo mismo.
—¿Hiciste todo?
Saqué la factura de mi gorra de béisbol por encima de mi frente y asentí solemnemente. Estaba orgulloso del trabajo que había hecho. Sentí como si hubiera traído el lugar de vuelta a la vida por él, pero iba a estar desanimado por seguir adelante y no solo porque realmente no tenía a donde ir.
—Creo.
Asintió y puso una pesada mano en mi hombro. Traté de no gruñir ante la presión.
—El lugar se ve muy bien, hijo. Hiciste un trabajo increíble. Habría sido un honor para mí seguir a alguien como tú a la batalla, Siwon. Espero que  sepas eso.
Solo lo miré fijamente. Ese era un cumplido bastante serio de un soldado a otro.
—Gracias. No estoy realmente seguro de lo que me habría pasado si no hubiera tropezado aquí en el Cuatro.
Soltó un bufido y se echó hacia atrás acariciando su barba.
—Hubieras estado bien, chico. Un hombre como tú… el universo vela por los hombres buenos, Siwon.
No sabía si estaba de acuerdo con eso, pero estaba agradecido de que él viera eso en mí. Le iba a preguntar sobre de que se trataba esta pequeña charla tan seria, pero me sorprendió preguntándome:
—Oye, ¿tienes cien dólares?
Parpadeé hacia él y saqué mi billetera de mi bolsillo trasero.
—¿Sí, por qué?
Esperó hasta que le entregué el billete y luego se puso de pie. Hice lo mismo ya que estaba confundido por lo que estaba pasando. Había una extraña corriente subterránea fluyendo entre nosotros y no podía entender qué era. Mi ansiedad aumentó de nivel cuando Eric me tendió la mano como si fuera a despedirse.
—Siwon, no hay suficientes hombres buenos en este mundo. Hombres que luchan por lo que creen. Hombres que están más que dispuestos a sacrificarse por el bien mayor. Te observé este verano, vi cómo te encargas de los veteranos y de tus propios demonios que te persiguieron de vuelta a casa. Titubeaste aquí y allá, pero eres una roca solida jovencito y no hay nadie en este mundo a quien confiaría mi bar y mis clientes. Pusiste todo tu Corazón y tu alma en este lugar este verano. Te lo ganaste.
Me quedé mirándolo porque no estaba seguro de lo que estaba diciendo. Crucé los brazos sobre mi pecho y lo observé fijamente. Levantó el billete de cien dólares e hizo una gran producción para doblarlo y meterlo en su propia billetera. Su mirada de acero me mantuvo en mi lugar y su rostro estaba marcado con una determinación inquebrantable.
—Acabas de comprar el Bar. Felicidades. Tendré todo el papeleo listo para el final de la  semana.
Maldije y extendí la mano para agarrarlo cuando caminó hacia la puerta como si fuera el final de la conversación.
—Qué. Carajo.
Él suspiró y se dio la vuelta para enfrentarme.
—Estoy demasiado viejo. Mi familia está fracturada. Ya cumplí con mi propósito aquí. Cuando era un par de años más joven que tú, entré a este bar después de una serie de días malos. El chico detrás de la barra me pateó el culo, me limpió, me hizo trabajar duro para tener el lugar limpio  y de vuelta al siglo actual. Él era un coronel retirado de la fuerza aérea y no tomaba ninguna mierda de mí. Cuando tuvo todo listo, me pidió veinte dólares. La siguiente cosa que supe, fue que era dueño de un bar. No tenía que averiguar lo que tenía que hacer, a dónde tenía que ir. Este lugar era mi hogar. Confío que lo cuidarás y honrarás, hijo.
Solo me quedé mirándolo porque tenía que estar bromeando. No sabía que decir a nada de eso.
—Mantén a Kangin alrededor. Ese chico tiene algo bueno sucediendo detrás de la barra. Conserva a Minwoo en la cocina, él sabe lo que hace. No te preocupes por el robo. Hablé con el presidente de los HdD y es consciente de que tiene un problema en sus manos. La justicia motociclista hace que el largo brazo de la ley se vea como de preescolar.
Sacudí la cabeza y metí las manos en la parte trasera de mis bolsillos.
—¿El chico que me dio en la cabeza con la botella? ¿Es el que piensas que hizo el robo?
—Sí, creo que ya está acabado. Perder tu oportunidad para entrar en el Club de Motociclistas es una gran cosa. Puedes manejar cualquier cosa que se ponga en tu camino, Siwon. El bar, el bebé, esa pequeña fiera con la que estás todo obsesionado, esos son los premios por vivir una vida de sacrificios. Diste todo lo que tenías a otras personas, esta es la forma en que el universo te está pagando. Te lo has ganado todo, hijo, así que deja de sentirte culpable por eso y maldita sea disfrútalo.
Me quedé sin palabras. Bajé la cabeza y dejé escapar un suspiro que se sentía como si mantuviera mi vida entera en él.
—Eric…
—No, hijo. No hay nada que agradecer. No quiero tu agradecimiento así como no quiero tu dinero. Esto es lo correcto, la única cosa que puedo hacer por ti y por este bar. Se necesitan el uno al otro, hijo.
—No sé qué decir.
—Bien, porque la mitad del tiempo cuando abres la boca, quiero darte un puñetazo. Estaré alrededor, chico, no es que crea que vayas a necesitarme.
Lo seguí fuera de la sala de almacenamiento todavía aturdido. Iba a tratar de expresar mi gratitud, mi reconocimiento abrumador, pero de repente Kangin asomó la cabeza por la esquina y dijo mi nombre.
—Siwon, tienes que ir afuera.
Puse mi atención en él y gruñí.
—¿Qué?
Levantó una ceja rubia y frunció el ceño.
—Tienes que ir al estacionamiento y echarle un vistazo a tu camioneta.
Eric y yo intercambiamos una mirada y nos dirigimos hacia la puerta. Tan pronto como pise el asfalto fue fácil ver de lo que Kangin había estado hablando.
La gran camioneta 4x4 estaba abollada de un lado, el parabrisas hecho añicos, todas las luces traseras y delanteras rotas y parecía que alguien hubiera tomado un bate de béisbol por todo el cuerpo. Se veía como una costosa pero destrozada lata de atún roja.
Eric maldijo mientras yo estaba allí aturdido y en silencio.
—¿Quieres que llame a la policía?
El acento de Kangin estaba más pronunciado de lo normal. Ni siquiera lo había oído venir detrás de mí.
—No. Estoy bastante seguro que fue el mismo tipo que retuvimos el otro día. Está enojado conmigo y está tratando de enviar un mensaje.
—Un mensaje bastante difícil de malinterpretar, Siwon.
Asentí estando de acuerdo.
—No estás bromeando. —Lo miré por la esquina de mi ojo—. Por cierto, acabas de ascender a administrador del bar.
Kangin se tambaleó un poco hacia atrás y Eric estalló en risas.
—¿Qué?
—Al parecer, soy el dueño del Bar ahora pero también tengo un niño que viene en camino, lo que significa que no puedo estar aquí todo el tiempo. Necesito tener un respaldo, y te escogí.
Los ojos de Kangin se estrecharon y podía decir que él estaba tratando de juzgar la validez de mi declaración.
—¿Confías en mi para hacer eso?
Me encogí de hombros y saqué mi celular del bolsillo para llamar a una grúa.
—Confío en ti hasta que me des una razón para no hacerlo, Kangin. Si te sientes inclinado a joderme, podrías querer recordar todas las formas que conozco de cómo matar a un hombre.
Lo vi tragar saliva, y se dio la vuelta para regresar al bar.
—Gracias, Siwon. Nadie antes me había dado realmente el beneficio de la duda.
Eric señaló la  camioneta.
—¿Quieres que llame a los chicos en el club?
—Sí, pero podrías querer pasar de largo si consigo poner mis manos primero en ese pedazo de mierda, no va a quedar mucho para que ellos controlen.
Compartimos unas carcajadas y extendió su mano para que la estrechara.
—Gracias, Eric.
—No tienes nada que agradecer, hijo. ¿Necesitas un aventón?
Tomé su oferta para evitar la humillación de meterme en el Cooper. Hice que me dejara en la casa de Heechul y se negó a hablar de la entrega del bar. Al parecer, era trato hecho en su mente, a pesar de que era aún un cambio de vida para mí. Tener algo que hacer, algo en que invertir mi tiempo y mi futuro, había sido mi miedo más grande desde que había regresado a casa. En ese solo gesto desinteresado, Eric había mandado todo al carajo. Era increíble, y a pesar de que él lo dijo más de una vez, no estaba seguro de si realmente lo merecía.
Entré a la casa de Heechul. Era siempre tan soleado, tan alegre, al igual que él. No vi a Henry o a Zhoumi, pero mi chico estaba en la cocina cantando algo que podría haber sido música si no hubiera habido un pollo gritando en la parte superior de sus pulmones.
Me apoyé en la barra de la encimera que separaba la cocina de la sala de estar y me limité a observarlo mientras él bailaba alrededor entre la estufa y el fregadero.
Hoy, su cabello corto estaba peinado hacia abajo. Tenía un pantalón corto rojo y una camiseta holgada y que fluía sobre su vientre que estaba apenas comenzando a redondearse dejando un indicio del bebé en su vientre. Las flores en su brazo, el agua y el fuego en su pierna, se veían vividos y exóticos y no podía imaginar volver a casa encontrar a alguien que no fuera él. Estaba enamorado de Heechul. Simple y llanamente.
—¿Qué estás haciendo?
Dio un pequeño grito y se dio la vuelta para mirarme. Sus ojos eran grandes en su rostro y puso una mano en su pecho.
—Me asustaste. ¿Qué te parece que estoy haciendo? ¿Gimnasia? Estoy haciendo la cena.
Me acerqué a él por detrás y puse mis brazos alrededor de su cintura. Aplané la palma de una mano sobre su estómago y extendí mis dedos por todo lo ancho. Puso una de las suyas mucho más pequeñas en la parte superior de ésta y pasó su dedo pulgar sobre la cicatriz que decoraba mis nudillos.
—No sabía que podías cocinar.
Resopló y se volteó en mis brazos para poner los suyos alrededor de mi cuello.
—No es alta cocina pero tampoco nos va a matar. No escuché la moto o la camioneta. ¿Cómo llegaste aquí?
—Eric me trajo. —Lo hice caminar hacia atrás hasta que su espalda tocó la encimera—. Tuve un pequeño problema con el auto.
Dejó caer sus cejas y chilló un poco cuando lo recogí por la cintura y lo puse en la parte superior de la encimera. Sus piernas se abrieron de inmediato y di un paso entre ellas. Sus ojos estaban sonriéndome pero se pusieron serios realmente rápido cuando pasé mi pulgar a lo largo de la curva de su delicada mandíbula.
—Heechul.
Curvó sus manos alrededor de la parte de atrás de mi cuello y balanceó las piernas de modo que sus tobillos se cerraron alrededor de mi cintura.
—Siwon.
—Eric me vendió el bar hoy y estoy enamorado de ti. —Ese era mi futuro  en pocas palabras; nada más  importaba.
Sus ojos se volvieron enormes en su bonito rostro y su boca cayó abierta en una pequeña O. Sus piernas se tensaron alrededor de mí, pero eso podría haber tenido más que ver con el hecho de que estaba trabajando mis manos bajo sus pantalones toda la intención de meterme en sus bóxer que con la bomba A.
—¿QUÉ?
Dejé caer un beso en su boca y la empujé con mis caderas para así tener suficiente espacio para enganchar un dedo bajo el reborde y bajar sus ropa por sus caderas y sus muslos decorados. Siempre era tan suave, lo cual era un gran contraste con su personalidad espinosa y perspicaz. Lo besé en el hombro donde el cuello de su camisa se hundía. Siempre sabía tan dulce.
—Soy dueño de un bar y te quiero para siempre.
—Siwon. —Estaba sin aliento y podía oír el trasfondo de miedo trabajando en su voz. Sabía que él no estaba allí aún. Todavía tenía reservas que tenían que ver con ese imbécil de cuando era más joven, y debido a mis estúpidos ataques, él no compraba la idea de que nunca le haría eso de nuevo, pero llegaría allí. No tenía ninguna duda. Además de que no había otra opción. Heechul era para mí.
Negué con la cabeza hacia él.
—No tienes que decir nada, Princesa. Solo quiero que sepas lo que esto significa para mí, que ya nunca más me iré a ninguna parte. Te prometo eso, y te lo demostraré sin importar el tiempo que haga falta.
Sus ojos estaban brillantes mientras me miraba. Pude ver un millón y un preguntas persiguiéndose del claro al oscuro, pero no me alejó cuando me agaché para besarlo en plan de “lo digo en serio”.
Sus dedos estrujaron el cabello en la parte posterior de mi cabeza y me atrajo hacia sí con sus piernas. Quería hundirme en él, recordar este momento, la expresión de su rostro, para siempre. Cualquiera que fuese mi futuro, en tanto él fuese el centro del mismo, sabía que podía manejarlo, incluso lo desconocido.
Estaba involucrándome realmente en el beso. Tenía mi lengua en su boca y una mano trabajando en la hebilla de mi cinturón mientras él se movía y se retorcía en la encimera delante de mí cuando el temporizador del horno sonó ruidosamente e hizo que su cabeza se alejara de golpe y jadeara para recuperar el aliento. Sus ojos estaban aturdidos y arremolinados con un calor que estaba seguro que igualaba al mío.
—Se va a quemar. Tengo que sacarla.
Le lancé una mirada lasciva.
—Tengo algo más caliente que necesitas sacar.
Ajusté el bulto en la parte delantera de mis jeans para dar énfasis, lo cual le hizo reír como loca. Cuando se inclinó para sacar el menjunje del horno, fue lo único que pude hacer para no agarrarlo y tirarlo en el piso de la cocina y atacar ese pequeño vistazo de su trasero desnudo. Nunca, jamás me cansaría de este chico; lo sabía en el fondo de mi alma.
Dejó caer la bandeja de vidrio en la estufa y giró las manivelas para apagarlas. Tiró el guante de cocina a un lado y se dio la vuelta de modo que estaba frente a mí. Solté un gruñido de sorpresa cuando se abalanzó sobre mí. Lo agarré con una mano bajo su trasero desnudo y lo levanté, de modo que estuviéramos cara a cara.
—Tan caliente como es la idea de ti devorándome en la cocina luciendo todo handyman sexy en tus pantalones y botas de trabajo, Zhoumi podría entrar por esa puerta en cualquier momento. Y mientras puede que los haya atrapado a él y a Henry en una situación comprometida en más de una ocasión, eso no es algo que me interese evocar. Llévame a la cama, grandote.
Lo llevé a la parte trasera de la casa hacia su habitación. Cuando la puse en la cama me cerní sobre él con las manos a ambos lados de su cabeza. Estábamos casi nariz con nariz y él estaba sonriéndome. Justo en ese momento supe que todo estaba bien en mi mundo.
—Tenemos que encontrar nuestro propio lugar.
—¿Perdón?
Extendí la mano sobre mi cabeza y me saqué mi camiseta con una mano.
—Si quiero tomarte en la cocina, en el sofá, en medio de la bendita sala de estar, no quiero preocuparme de ser interrumpido. Esto es todo para mí, Heechul. Necesitamos nuestro propio  lugar.
Quizá no esté del todo listo para decirme que me ama, pero la idea de estar atrapado conmigo a largo plazo, no debe haber sido tan aterradora porque levantó sus caderas y jaló de su camiseta sobre su cabeza. Besé la leve curva de su vientre y él enredó sus dedos en mi cabello oscuro. Sentí su suspiro contra mis labios mientras lamía toda la delicada piel cubriendo a nuestro bebé.
—Está bien, Siwon. Necesitamos nuestro propio  lugar.
Quería celebrar en victoria, pero ahora mi atención estaba centrada en toda esa bonita piel situada entre sus piernas. Lamí a través del fuego tatuado en su muslo y lo sentí temblar contra mi boca.
Vagamente le oí jadear mi nombre y sentí sus manos volverse más impacientes en mi cabello. Giré ese anillo con la punta de mi lengua. Juró y tuve que sostener sus caderas hacia abajo mientras se sacudía contra mi cara. Era todo caliente líquido y temblorosa piel.
Estaba cambiando sus piernas sin descanso contra mí y tuve que moverme fuera del camino para que no me diera en los genitales. Me reí en su contra y arremoliné mi lengua en su entrepierna mientras tiraba sin piedad en esa perforación con la que decidí que no podía vivir. Solo tomó un minuto traerlo al borde, y cuando lo cruzó, juro que era la cosa más hermosa que había visto en mi vida. Se veía como un joven completamente complacido y muy satisfecho por su amante.
Me empujé hacia arriba para que yo pudiera sacarme mis pantalones y deshacerme de las botas. Tenía toda la intención de simplemente arrastrarme y hundirme en él, pero Heechul me instó sobre mi espalda y se puso encima de mí. Se sentía en casa allí. Puso una mano en la base de mi polla para mantenerla donde la quería y luego se hundió hasta el fondo. Su preparado y dispuesto deslizamiento tenía mi aliento atrapado en mi garganta. Crucé los brazos debajo de mi cabeza y me acomodé en verlo tener su camino conmigo. Él trazó las líneas divisorias entre cada una de mis abdominales y curvó sus manos sobre la pendiente en cada lado de mis caderas. Me dio una sonrisa descarada y se levantó a sí mismo solo para deslizarse hacia abajo dolorosamente lento.
—Sabes, vas a tener que trabajar el doble cuando esa perforación salga.
Gruñí mi respuesta porque estaba apretándome con delicadas palpitaciones a lo largo de su interior. Si era posible, mi polla se puso aún más dura y palpitaba con más violencia. Golpeé su pezón arrugado nada demasiado suavemente con el pulgar. Lo vi contener el aliento y su ritmo se aceleró mientras se balanceaba atrás y adelante encima de mí.
—Puedes ponerlo de nuevo más tarde, sin embargo, ¿no es así? — Maldije en voz alta porque deslizó una mano entre nosotros y pasó sus uñas ligeramente sobre mis bolas. Como si necesitara más estimulación. Encadené mis dedos en su cabello y tiré de él hacia abajo para que pudiera chupar su labio inferior dentro de mi boca.
—Te gusta, ¿verdad? —susurró las palabras contra mi boca y me eché a reír. Cada hombre debería ser capaz de encontrar a un jovencito que lo haga así de feliz en la cama y fuera de ella.
—Me gusta todo de ti.
Heechul arqueó su espalda y puso sus manos sobre las mías, ubicadas en su pecho. Echó la cabeza atrás y jadeó mi nombre, el cual se convirtió en un gemido mientras movía mis piernas un poco más separadas, extendiéndola y dando a sus movimientos más fricción. A veces la diferencia en nuestro tamaño trabajaba totalmente a mi favor. Tirar lejos de él, llenándolo, lo hizo todo mejor para mí y me di cuenta por la brumosa mirada de deseo en sus ojos que funcionaba totalmente para él, también.
El suave y duro arrastrar y tirar, el destello de sus flores sobre mi piel llena de cicatrices era demasiado para resistir y ambos llegamos al clímax juntos. Quería gritar que lo amaba, decirle que era la mejor cosa que alguna vez me sucedió, pero no quería asustarlo más de lo que ya lo había hecho hoy.
Se dejó caer encima de mí y besó el lugar en mi pecho donde mi Corazón comenzaba a estabilizarse en un ritmo constante. Froté una mano hacia arriba y abajo de su columna vertebral y lo sentí temblar sobre mí.
—Eres problemas. —La risa en su tono era contagiosa y me reí entre dientes, lo que hizo que ambos contuviéramos el aliento ya que todavía estábamos unidos íntimamente juntos.
—Los valgo.
Sus ojos destellaron todos esos colores hacia mí cuando me miró. Dejó caer un montón de pequeños besos a lo largo de mi mandíbula y enganchó su dedo meñique con el mío.
—Ya era hora que te dieras cuenta. Ahora dime exactamente cómo terminaste siendo el dueño del bar.
Nos quedamos desnudos y extendidos junto mientras trataba de explicar la locura de Eric y mi buena fortuna de contar con tantas personas decididas a salvarme de mí mismo. Para el momento en que salimos para la cena, estaba helada, pero aun así fue la mejor que he comido porque él la hizo y porque pronto iba a tenerlo todo para mí en un lugar todo nuestro. La felicidad no es algo que recordara brillante y clara, pero este sentimiento, era lo suficientemente poderoso que entendía por qué los hombres iban a la guerra por él, luchaban a muerte por él.



2 comentarios:

  1. O____O
    Me encanta Eric!!!
    <3
    Ahhhh jajajajaja Siwonshis es dueño del Bar y el mapachito el administrador, creo que se va a enamorar de Siwon, si sigue creyendo en él!!!
    Ahhhh jajajajaja casi mata a Hee~ del susto!!! Lindos!!!! Amo el Sichul!!!

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  2. Siwon pensando que la mitad de su cida hasta ahora se acaba porque ya había terminado las cosas en el bar...pero Eric le tenía una sorpresa.
    Eric lo cuida,y solo hace lo que alguien hizo por el en su momento...imagino que más adelante,Siwon esperara a otro Siwon que necesite ayuda como le paso a él,y hará lo que Eric hizo.
    Ese tipo ya le sumo una rayita más a todo lo que se le va a cobrar...dejo sin camioneta a Siwon...al menos los motociclistas están al pendiente,espero lo encuentren pronto.
    Ay...soy como Sieon con Kangin,tienen mi confianza hasta que hagan algo para no confiar más.
    Sí...necesitan un lugar propio,sin duda...por el bebé claro.
    Los imperfectos...son perfectos para ellos mismo...*0*

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...