Sapphire Wolf (T6)-17



Leeteuk estaba quieto, demasiado quieto para la paz mental de  Kangin, pero supuso que era mejor que los incontrolables temblores y gritos. Sabía que Leeteuk estaba experimentando las cosas que él había visto mientras estaba en el Limbo. No creía que alguna vez fuera posible estar tan asustado por él como lo estuvo cuando había sido secuestrado por Jihoon, pero en ese momento, él había pasado a estar más allá de asustado.
Pensó brevemente en ir a ver a su appa, pero no podía convencerse de dejar a su compañero. Sabía que Leeteuk querría que lo hiciera, pero él no era capaz de mandarle. Iba a hacer exactamente lo que tenía que hacer, y eso era estar tan cerca de él como las estúpidas palabras vinculantes se lo permitieran.
Mientras lo observaba, consideró algo que realmente no había pensado. Desde que conoció a Teuk, en realidad no podía recordar un momento en el que estuviera realmente enojado con él, pero lo estaba ahora.
Estaba tan enojado de que alejara su toque de él, que le quitara ese consuelo. Kangin sabía que su deseo de tocar a Teuk tan a menudo podría con el tiempo ponerlo inquieto, por lo que él le había explicado el significado profundo del contacto entre lobos. Le dolía profundamente que ella supiera lo que el contacto significaba y aún estuviera dispuesta a alejarlo de él. No quería estar enojado, pero a veces esa era una emoción mucho más fácil de procesar que el miedo o el dolor.

Así pues, él se aferró a ese enojo, aferrándose a este como una tabla de salvación para no ahogarse en el mar turbulento de su angustia.
—¿Por qué harías esto, Leeteuk? Sé que estabas enojado conmigo por no ser más abierto, ¿pero puedes ver ahora de lo que yo estaba tratando de protegerte? ¿Puedes ver ahora que no quería que te mancharas con las imágenes de tal brutalidad y dolor?
Kangin cerró los ojos un instante, mientras trataba de calmarse. Se arrodilló junto a su oreja
—Esto no es aceptable, mi amor. Nunca más, ¿me oyes? Nunca más, voy a permitirte tal estupidez. Te dije que te protegería, aunque fuera de ti mismo. Me necesitas, necesitas mi toque en este momento, y debido a tu precipitada y emocional decisión, no puedo hacer nada más que sentarme aquí, inútil y frustrado. Estoy enojado contigo, amor.
Por alguna razón, necesitaba que él supiera eso, no porque quisiera lastimarlo, sino porque necesitaba que entendiera lo mucho que lo amaba y lo necesitaba
—¿No lo ves? ¿No te he demostrado desde el día que te tomé como mi prometido lo mucho que necesito tu toque? ¿Cuántas noches he llegado simplemente a ti, por ninguna otra razón que la de sentir tu piel en la mía? ¿Cuántas veces has encontrado consuelo en mis brazos, piel con piel?
Kangin quería gruñir, quería tirar o golpear algo. Tenía tantas emociones dentro de él y ninguna manera de sacarlas.
Cayó de rodillas y echó hacia atrás su cabeza, dejando escapar un lastimero y furioso aullido. Brotó desde el lugar más oscuro de su alma y se estrelló en su camino a través de sus pulmones y fuera de su garganta. Él sabía que sus ojos estaban brillando y sus caninos se habían alargado. Su lobo estaba tan enojado con su compañero como él lo estaba y quería cazar algo y destrozarlo.
Pronto sentiría la sangre de una bruja, caliente en su boca mientras desgarraba la carne de sus huesos. Ella respondería por este crimen en contra de su pareja. Respondería por todo el mal que había traído sobre su raza y su muerte no sería rápida y sin duda no sería indolora.
Los aullidos sacudieron la mansión mientras uno a uno, los lobos se unían en el sombrío sollozo. Las manadas que habían sido trasladadas a la parte más alejada de la mansión de Junjin y Hyesung y las otras parejas acopladas se inquietaron al escuchar la absoluta desesperanza en la llamada de sus hermanos.
Ellos permanecían fuera en los jardines, cambiando gradualmente a su forma de lobo, otros quedándose en su carne humana, pero todos ellos respondiendo a su llamada.
El Alfa de la manada de Canadá, se acercó a donde Kangta estaba parado, un centinela silencioso velando por los lobos.
—¿Qué haría que un hombre suene así? —le preguntó a Kangta.
Los ojos de Kangta no abandonaron el campo donde las manadas vagaban cuando él habló.
—Ese es el sonido de un hombre que ha llegado al final de su cuerda. Su cordura está colgando de un hilo y su lobo está listo para destrozar el primer pedazo de carne fresca lo suficientemente estúpido como para andar en su camino. Ese es el sonido de un hombre cuyo compañero lo necesita, y sin embargo, es incapaz de ser lo que él necesita.
—¿Hay algo que podamos hacer para ayudar?.
—Rezar —dijo Kangta, sombríamente—. Oremos para que salgamos victoriosos, y que las parejas de estos hombres sean restauradas, porque la ira de una bruja no es rival para la ira de, incluso, un solo macho Canis lupus cuyo compañero está más allá de toda esperanza.
Wadim y Donghwa caminaban en silencio por la mansión, ambos inquietos debido al estado de su Alfa, y ambos necesitando hacer algo.
—¿Deberíamos ir a ver si él necesita algo? —preguntó Wadim.
A Donghwa le gustaría decir que sabía la respuesta a esa pregunta, pero realmente estaba perdido. No sabía cómo Junjin respondería a ellos, a pesar de que eran de la manada y él era el cuarto de Junjin. Pero, al igual que Wadim, sentía que debía hacer algo, cualquier cosa.
—¿A dónde se dirigen ustedes dos?
Donghwa y Wadim giraron ante el sonido de la voz femenina, ambos en posición de batalla. Ellos, sin duda, estaban al borde si no podían siquiera distinguir la voz de uno al que ambos conocían tan bien.
—Dambi. —Donghwa asintió mientras se enderezaba. Wadim siguió su ejemplo.
Dambi se dirigió a ellos y, desde las sombras detrás de ella, otras seis formas se adelantaron.
—¿A quién has traído a nuestro territorio, Dambi? —preguntó Donghwa con formalidad repentina.
—Relájate, Donghwa —le dijo con un movimiento de su muñeca—. Estos son los otros miembros del Consejo Fae. Ellos han venido para ayudarme a romper la maldición que pesa sobre las parejas.
Los ojos de Wadim se abrieron con esperanza.
—¿Pueden realmente hacerlo?
Dambi pareció ofendida.
—¿Te cagas en el bosque?
Wadim rió.
—De vez en cuando.
—Entonces, de vez en cuando podemos romper maldiciones.
Alguien se aclaró la garganta detrás de ella y Dambi puso los ojos en blanco.
—Donghwa, Wadim permítanme presentarlos. —Ella se volvió y señaló a cada Fae mientras llamaba sus nombres.
Donghwa y Wadim no sabían si debían inclinarse, o qué, por lo que acabaron dando cortos asentimientos de cabeza.
—Ahora, si todos sentimos que nuestros egos se han hinchado lo suficiente, ¿podríamos ir a arreglar a estas parejas para que no tengamos un montón de hombres salvajes matando todo lo que se atreve a respirar en su dirección?
Donghwa se volvió para liderar a Dambi hacia la habitación de Junjin. No habían dado dos pasos cuando de repente gruñidos y gritos provinieron desde la dirección donde Donghwa había dejado a las otras manadas.
Dambi puso los ojos en blanco con un resoplido.
—Bueno, no se queden ahí, vayan a detenerlos antes que todos se maten entre sí y nos dejen en un estado peor del que estamos ahora, lo que honestamente sería difícil de hacer teniendo en cuenta que pensaba que el infierno era tan malo como la situación que tenemos en mano.
Empezaron a correr hacia la puerta del fondo sur que abría hacia el jardín. Donghwa se estrelló contra la puerta primero y se detuvo tan rápidamente que los otros se estrellaron contra él. Todos se quedaron mirando el caos frente a ellos, congelándonos en su sitio.
—¿Qué diablos…? —gritó alguien desde su derecha. Donghwa se volvió para ver a Kangta en su forma humana sosteniendo a otro lobo que había cambiado
—No te quedes ahí, haz algo —le gritó.
Donghwa y Wadim corrieron a separar los lobos en la lucha, alejando los cuerpos el uno del otro. Donghwa fue capaz de someter a varios, con otros tuvo que luchar para conseguir que se retiraran. Con cada pelea que terminaba, otra tomaba lugar.
Los lobos estaban fuera de control por el aullido de Kangin que había agitado la oscuridad en ellos, y la presencia combinada de tantos dominantes solo avivó el fuego.


Junjin sintió una oleada tras otra de energía fluyendo a través del aire. Reconocía el poder: era el poder Alfa, de un montón de Alfas. Él se levantó de donde había estado arrodillado al lado de su compañero. Se paseó, mientras su lobo se tornaba aún más inquieto. Si había tanto poder siendo liberado, eso significaba solo una cosa: las manadas estaban peleando.
No podía tolerar eso, no ahora, no aquí. Su compañero estaba indefenso y lo último que necesitaba era un montón de lobos salvajes corriendo como locos idiotas. Tomó el teléfono celular de su mesita de noche y marcó el número de Hongki.
—Alfa —respondió él al primer timbrazo.
—Por favor, ven a mi habitación. —Colgó sin ceremonia.
A menos de tres minutos más tarde, Hongki llamó a la puerta. Junjin la abrió, tratando de no arrancarla de sus goznes.
—Por favor, vigílalo. Manténlo a salvo. Si algo le pasa, te mataré.
—Sí, Alfa —dijo Hongki mientras enseñaba el cuello hacia él.
Salió de la habitación furioso y las paredes se sacudieron cuando cerró la puerta detrás de él.
Hongki se quedó mirando la puerta cerrada y sabía que los lobos que habían empezado a pelear, estaban perdidos. Nunca habían sentido toda la fuerza del poder de Junjin. Sonrió para sus adentros al pensar en lo mucho que deseaba poder estar allí cuando los pusiera a todos de rodillas.

Con cada paso que tomó Junjin, su ira aumentó. Continuó hasta sentir el poder que no debería estar presente y su lobo se enfureció por los que se atrevieron a entrar en su territorio y actuar de tal manera. Él era su hospedador, y era por su hospitalidad que se atropellaban al actuar como animales.
Llegó a la puerta y la empujó dando un paso hacia el desastre. Sintió a su lobo empujando, ansiando, y necesitando unirse a la lucha, para hacer sangrar a cualquiera. Junjin se controló. Él necesitaba orden, no más anarquía. Empujó el poder sobre su manada y vio como todos sus lobos envueltos en la lucha cayeron de rodillas. Empujó ese poder aún más mientras rugía.
—¡ESTO TERMINA AHORA MISMO! —Los ojos de Junjin brillaban y sentía las garras en sus manos crecer, su piel se estremecía con la necesidad de cambiar, pero lo controló. Continuó forzando su voluntad sobre todos los que se atrevieron a desobedecer. Obligó a los que habían cambiado a sus lobos a recuperar su forma humana. Sus ojos viajaron sobre el gran grupo, mirándolos a los ojos mientras, uno por uno, caía. En menos de un minuto, los hombres se arrodillaban donde antes habían lobos furiosos. El repentino silencio cayó sobre el campo como un fuego sofocante.
—¿Quiénes se creen que son para venir a mi casa y escupirme en la cara con una escena de este tipo? —Las palabras de Junjin fueron controladas, y aquellos que lo conocían sabían que esa era una mala señal.
—Angus, Artur, Vaness, Matsumoto, Geunsuk —gritó el nombre de los Alfas con una autoridad que no podían ignorar—. Ciro, Gustavo, Drayden, Tyler y Kangta párense.
Cada Alfa se puso de pie y caminó hacia delante, pasando alrededor de los otros lobos arrodillados.
—El resto de ustedes se van a ir a las habitaciones que se les asignaron. Voy a dejar que sus Alfas decidan su castigo. Alégrense de que no soy yo quien lo decida. Mis lobos, su comportamiento es inexcusable. Van a lidiar con eso. Me han arrancado del lado de mi compañero, lo que, francamente, me molesta.
Hubo una carcajada en la parte trasera del grupo de rodillas. Cuando reconoció el sonido de uno de sus lobos, Ciro, el Alfa de la manada Italiana, se puso tenso.
—¿Hay algo gracioso? —preguntó Junjin mientras caminaba alrededor de los Alfas que permanecían frente a él.
—Sin faltar el respeto Alfa, ¿pero está más preocupado por permanecer en la cama que su compañero calienta para usted, en lugar de encargarse de su manada? —Un coro de toses, gruñidos y jadeos se escuchó sobre el grupo y antes de que el sonido pudiera apagarse, Junjin se movió más rápido de lo que los lobos podían rastrear. Ya tenía al lobo infractor por el cuello. Su rostro estaba a menos de una pulgada de la cara del lobo y Junjin luchó más duro que nunca por su control.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Junjin.
—Rico —jadeó el lobo por el agarre que Junjin tenía en su cuello.
—Rico —repitió Junjin lentamente—, olvidaste tu lugar. Será un placer recordártelo. —Junjin saltó hacia atrás y arrancó su camisa—. ¡Levántate! — espetó.
—Junjin, por favor no hagas esto —pidió Ciro, con cautela.
Los ojos de Junjin se estrecharon cuando se volvió para mirar el Alfa.
—Mi cuota por misericordia se ha superado hoy. Lo siento, Ciro. Pero, no voy a dejar que una ofensa como ésta quede sin resolver. No lo voy a matar.
—Eso es todo lo que pido. —Ciro asintió con decisión, aceptando que no iba a cambiar la opinión de Junjin.
Junjin volvió a mirar a Rico quien finalmente se había puesto de pie.
—No quiero pelear contigo —le dijo a Junjin.
—No te pregunté lo que querías y no eres lo suficientemente superior en cualquier manada para de decirme lo que quieres. Aprenderás tu lugar. Estamos frente a un mal como el mundo jamás ha conocido. No puedo permitirme tener lobos desobedientes bajo mi mando, ni por ustedes los Alfas. Tú has hecho tu elección cuando hablaste irrespetuosamente de mi compañero y yo.
Junjin se abalanzó y cambió en el aire. Rico saltó hacia atrás justo a tiempo para evitar ser abordado por el enorme lobo negro. Rico cambió y enseñó los dientes al Alfa. Junjin era mucho más grande que el otro lobo, aunque Rico no pareció en lo más mínimo intimidado. Ese fue su primer error.
Junjin rodeó al lobo más pequeño. Sus labios se retiraron de sus dientes y su cuerpo tembló por el esfuerzo de contenerse. Él estaba esperando; sabía que el lobo más joven se impacientaría y tomaría una decisión apresurada.
No tuvo que esperar mucho tiempo. Rico arrojó su cuerpo sobre Junjin, su hombro golpeó a Junjin en la garganta lo que cortó temporalmente el aire del Alfa. Junjin se rió para sus adentros. Si este cachorro pensaba que el aire es lo que lo mantenía con vida, entonces él no sabía lo que era estar acoplado. Lo único que le daba vida era el joven que estaba más allá de su alcance en su cama. Junto a él, el aire era opcional.
Se dio la vuelta para sacar el hombro que había estado presionado en él y agarró la pierna trasera de Rico. Aplastó sus mandíbulas y oyó el chasquido del hueso. Un gemido colectivo vibró en el fondo, pero Junjin lo acalló. Él dejó rápidamente de lado la pierna y saltó hacia atrás. Lo rodeó otra vez, y luego se lanzó hacia delante, mordiendo rápidamente y con fuerza el flanco del joven cachorro. El sabor de la sangre inundó su boca y su lobo quizo aullar por la victoria de la primera sangre. Una y otra vez, Junjin se lanzó, mordió y saltó hacia atrás.
Rico nunca se acercó a Junjin después de esa primera estocada. Una vez Junjin vio que no había ni un centímetro del pelaje de Rico que no estaba cubierto en sangre, se lanzó por última vez y agarró al otro lobo por su garganta. Empujó la cabeza hacia atrás y el cuerpo de Rico se elevó por encima de la cabeza de Junjin a medida que lo arrojaba contra el suelo. Un fuerte gruñido escapó de los pulmones del lobo.
Junjin apretó su agarre en la garganta del cachorro y gruñó. Esperó. Finalmente el lobo cerró los ojos y estiró la cabeza hacia atrás completamente dejando al descubierto su cuello. Junjin liberó a Rico y gruñó por última vez. Se bajó de él y gradualmente volvió a su forma humana. Se puso de pie, ajeno a su desnudez, y aulló. Todos los demás lobos se unieron y cuando éste se detuvo, así lo hicieron los otros.
—Voy a tener orden. Cualquier persona que sienta la necesidad de ejercer su dominación por favor hágamelo saber, y yo le recordaré por qué eso no es una buena idea. Es mejor que esto no vuelva a ocurrir. —Se volvió a los Alfas, despidiendo efectivamente a los otros lobos.
—No voy a preguntar cómo es que dejaron que esto sucediera porque entiendo que controlar a los lobos dominantes en este entorno es difícil por decir lo menos. Lo que voy a preguntar es, ¿qué van a hacer para evitar que suceda otra vez? No podemos darnos el lujo de estar en conflicto entre nosotros. Si Desdémona descubre una manera de dividirnos, la explotará. No le den más munición; tiene suficiente sin nuestra ayuda.
—Alfa —escuchó Junjin detrás de él. Se dio la vuelta para ver a Dambi allí de pie con los otros miembros del Consejo Fae.
—¿Has estado de pie allí todo el tiempo? —le preguntó.
Ella asintió con indiferencia.
—¿Y, no pensaste en ayudar? —Un gruñido bajo escapó con sus palabras.
Dambi dió un paso adelante, ni un poco intimidada. O por lo menos, si ella lo estaba no lo demostró.
—Discúlpame, pero estaba tratando de concentrarme para poder salvar a tu compañero, así como a los otros, del hechizo que ha sido puesto en ellos. Así que no, no pensé en ayudar. Por no hablar que es todo un espectáculo ver a saludables hombres jóvenes ir de ida y vuelta. Ya sabes, está toda esa cosa de la desnudez.
Dambi, lo miró intencionalmente. Junjin puso los ojos en blanco.
—Me alegro de saber que estabas tan concentrada que sentiste la necesidad de ver la pelea en vez de tratar de detenerla.
—Escojo mis batallas, Junjin. Y, lejos está de mí detener a los atractivos hombres de desnudarse. Si alguna vez llego a eso, solo dispárenme.
—Puede que simplemente te dispare ahora mismo y acabe de una vez —se quejó Junjin—. ¿Dices que puedes quitar el hechizo a Hyesung?
—Creo que podemos —dijo haciéndole señas a las otras Fae.
—Vamos —dijo él, volviéndose para irse pero se detuvo y miró por encima de sus hombros a los otros Alfas—. Ocúpense de esta mierda, o yo lo haré. — Luego dio media vuelta y se alejó.
Dambi volvió a mirar a los Alfas y sonrió. Algunos de ellos estaban desnudos por el cambio. Ella arqueó las cejas sugestivamente.
—Si alguno de ustedes necesitan ayuda, por favor, me lo hacen saber —les dijo con una sonrisa mientras observaba a algunos de ellos ruborizarse. Siguió a Junjin y dejó a los lobos ruborizados. Tenía trabajo que hacer, pero ese respiro fue muy necesario para ayudar a aclararle la cabeza de toda la preocupación que se había estado formando.
—Entonces, ¿cómo rompemos el hechizo? —llamó Junjin.

—No tengo idea —lanzó ella.


3 comentarios:

  1. O____O
    Y a si es como el mapachito, nalgueara a Tuek~ cuando despierte!!!
    Aish~ y ya los alboroto a todos!!!!
    Menos mal esta el Alfa pecho peludo, que salva el día, eso si, que no falte la amenaza al pobre de Kiki~
    Ahhhh
    Esa Dambi si se supera cada día!!!
    Me encanta esa FAE!!!! <3

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  2. Al menos ese revuelo sirvio para que Junjin sacará un poco del enojo que tiene...y también para poner en su lugar a quienes se quieran salir del traste.
    Espero que la fae cambie pronto ese "creo" para poder ayudar a las parejas
    Ya me urge que empiece lo mero bueno de esa batalla.
    No es que quiera muerto a Hee pero...¿por qué las parcas no han venido por él? O cuanto tiempo ha pasado desde que se lo anunciaron(?)
    Igual y tienen problemas encima pero,de la lucha contra las parcas no sabemos nada

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    1. Ya me acordé...estan esperando el nacimie to del bebé T.T

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...