Sapphire Wolf (T6)-20



Hongki empacó sus cosas y se volvió a ir. Justo antes de abrir la puerta, se giró y miró a Hee, evitando la mirada de Siwon.
—Solo en caso de que te lo preguntes, está bien que tengan intimidad.
Hee sonrió.
—¿Me estás diciendo que podemos enrollarnos como Donkey Kong?
Hongki dejó escapar una risita.
—Hmmm, tal vez no como Donkey Kong. ¿Por qué no te apegas a Jorge el Curioso solo para estar seguros? —Con eso, abrió la puerta y la cerró silenciosamente detrás de él.
La sonrisa desapareció del rostro de Hee tan pronto como Hongki se fue. No podía mirar a su compañero. El fino hilo de donde había estado colgando estaba a punto de romperse y él sabía que él había pasado por bastante. Se mordió el labio en un intento de mantener la compostura y giró la cabeza lejos de él.
—Heechul. —Siwon alargó la mano y suavemente tiró de su barbilla, de modo que mirara directamente hacia él—. Princesa, habla conmigo.
—¿Cómo sobreviviste tanto tiempo? —preguntó.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir, en el Limbo. —Siwon se estremeció, mientras continuaba hablando del infierno que él había soportado—. ¿Cómo sobreviviste viendo todas esas cosas durante tanto tiempo?
—Seguí diciéndome que no era real. —Él se tendió a su lado y apoyó su cabeza en un codo.
—Traté de decirme eso. Traté Siwi, pero se sentía… —Hee cerró la boca contra la bilis que sentía aumentar.
—Shh, cariño, no era real, nada de eso sucedió. —Siwon apoyó su mano en la curva de su estómago—. Esto es real —le dijo mientras frotaba suavemente—, mi toque, nuestro amor, nuestro bebé, todo esto es real.
Hee asintió, aunque las lágrimas habían empezado a caer. Siwon se acercó y lo tomó en sus brazos.
—Te tengo, nene. No voy a dejarte ir.
Siwon luchó por mantener su rabia contenida mientras sentía al joven más fuerte que jamás había conocido, desmoronarse en sus brazos. No trató de hacerle hablar. No le preguntó cómo podía ayudar, se limitó a abrazarlo, y si eso era todo lo que Heechul quería de él, sería suficiente.
«Para  mí  no  lo  sería»,  le dijo  Hee, a través de su vínculo.  «Hazme olvidar Siwi».
Siwon se reclinó de modo que pudiera mirar a sus ojos.
—Es demasiado pronto Heechul, date tiempo. —Apartó suavemente el cabello de su rostro y lo besó en la frente.
—¿Alguna vez he dejado que te salieras con la tuya al decirme lo que necesito? —Heechul no esperó una respuesta—. Te digo que te necesito. Sigo viendo y sintiendo esos rostros, esas manos. —dejó escapar un sollozo ahogado mientras miraba sus ojos ámbar—. No me hagas rogar.
Siwon contuvo el aliento al ver el miedo en sus ojos. Miedo de que lo rechazara, miedo de que estuviera disgustado con él, miedo de que ya no lo quisiera.
Siwon gruñó mientras se inclinaba. Sus labios acariciaron su rostro suavemente hasta que se cernió sobre él.
—Nunca tienes que rogar. Soy tuyo y siempre te daré lo que necesitas. ¿Qué necesitas, nene? —Sus labios rozaron los suyos mientras hablaba—. Dime lo que necesitas Heechul y será tuyo.
Hee se estremeció cuando sintió su mano deslizarse debajo de la camiseta. Él le acarició el abdomen y después pasó los dedos por el costado de su cuerpo, recorriendo sus marcas.
—A ti —susurró, en voz baja.
Él se apartó para quitarse la camisa y le sonrió cuando sus ojos se abrieron como platos.
—¿Eso significa que todavía me necesitas?
Hee sonrió entre las lágrimas mientras asentía. Siwon lo ayudó a quitarse la camisa y luego apretó su cuerpo firme contra el de él. Lo besó profundamente y gruñó cuando le pasó los dedos por su espeso cabello oscuro.
«Te amo Heechul», le dijo una y otra vez mientras sus manos recorrían y sus labios continuaban. «Eres mío. Cada centímetro de ti, cada hebra de cabello, cada gemido suave, cada latido de tu corazón, me pertenece».
El corazón de Hee se llenó de amor al escuchar sus palabras y luego sintió la verdad detrás de ellos con cada beso y tacto.
—Amor, abre los ojos.
Hee los abrió para verlo sobre él. Él lo besó en las mejillas, nariz, y al otro lado de la mandíbula antes de besarlo suavemente en los labios.
—Mantén tus ojos abiertos —susurró—. Quiero que veas quién está contigo, quién te está tocando y quién te está adorando.
—Está bien —le dijo, en voz baja. Y así lo hizo. Y aún estuvieron abiertos hasta bien entrada la noche, cuando se acostó a su lado mirando sus dedos viajando hacia arriba y abajo de las marcas que iban desde la cadera hasta debajo de su brazo.
—¿Estás bien? —le preguntó Hee.
Él levantó la vista de su mano para mirarlo a los ojos.
—Mientras estés conmigo, estoy bien. ¿Y tú? ¿Te lastimé? —Él puso su mano sobre su abdomen mientras lo preguntaba.
Hee negó con la cabeza.
—No me hiciste daño. —Puso su mano sobre la de él, amando la calidez que sintió de su piel. Le pesaban los ojos aunque trató de mantenerlos abiertos.
Siwon rió.
—Puedes cerrarlos ahora, hermoso.
Hee le gruñó.
—No vayas a empezar algo que no puedes terminar —bromeó él.
Hee sintió algo dentro de él relajarse con sus bromas. Estaba bien. Habían llorado, se habían sostenido el uno al otro, hecho el amor, y ahora solo necesitaban estar juntos, haciendo lo que mejor sabían.
—Mierda, por un minuto allí con todo el tierno cariño y demás, se me olvidó que estaba acoplado a un pervertido. —Sus ojos brillaban de risa.
—Oh, no podemos permitirte olvidar algo tan importante. —Lo agarró juguetonamente—. Ven aquí y déjame recordarte.
La risa llenó su habitación, donde una vez había habido lágrimas, mientras Hee dejaba a Siwon sanar su corazón una y otra vez. Poco a poco le recordó quién era y quién era ella para él.

Kangin cerró la puerta y giró la cerradura. Finalmente, después de hacerle aceptar su toque, él ayudó a Teuk a desnudarse y a ducharse mientras lágrimas silenciosas se deslizaban de sus ojos.
Había tratado de conseguir que se acostara, pero Leeteuk insistía en que tenía que estar limpio, que se sentía sucio. Por lo que, lo ayudó a ducharse y luego lo secó y lo llevó a su cama. Se subió a su lado, tiró de las mantas sobre ellos, y lo envolvió en sus brazos.
Teuk envolvió su cuerpo alrededor de Kangin, buscando el calor de su cuerpo, necesitando sentir toda su piel contra la suys. No se dio cuenta de que había estado lloriqueando hasta que Kangin comenzó a hablarle en voz baja.
—Luna. —Levantó su rostro para que lo mirara—. Dime qué debo hacer.
Por favor, no sé qué hacer.
Teuk miró a sus ojos brillantes mientras sentía los latidos de su corazón contra su pecho. Él limpió las lágrimas con suavidad de sus mejillas y lo besó lentamente. Cuando él se retiró, vio que sus ojos brillaban también.
—Cántame —susurró Leeteuk.
Él apartó mechones rojos de su cara mientras lo miraba fijamente a los ojos y empezaba a cantar la canción que habían compartido la noche antes de su batalla con Shangchul, y la noche que ahora parecía tan lejana.
Sus ojos se suavizaron cuando Leeteuk pasó los dedos por sus labios mientras cantaba.
A medida que su rica y profunda voz se adentraba en las partes rotas de su alma, Teuk se aferró a sus palabras como una tabla de salvación. Pasó las manos sobre sus hombros y pecho, siguiendo el contacto con sus besos.
Las palabras de Kangin temblaron ligeramente cuando lo empujó sobre su espalda y puso su cuerpo sobre el suyo. Apoyó la cabeza en su pecho e intentó fundirse con su toque mientras él corría la punta de los dedos desde sus hombros hasta la parte trasera de sus muslos. Se consoló con el toque que conocía tan bien. Apartó su dolor y miedo y se aferró a la sensación de las manos que lo conocían mejor de lo que él se conocía, y un hombre que lo amaba más que cualquier otro jamás podría.
La habitación se encontró en silencio cuando terminó la canción. Kangin continuó acariciando su piel hasta donde podía llegar y lo besó entre el cabello mientras aspiraba su aroma.
—Kangin…
—Sí, amor.
—Vamos a superar esto. —Teuk lo hizo una declaración, necesitando oírse a sí mismo decir las palabras en voz alta.
—Juntos —acordó él.
Él lo rodó sobre su espalda rápida pero suavemente hasta que quedó debajo de él. Lo miró a los ojos, mientras sus dedos rozaban suavemente su mandíbula. Se inclinó, lo besó, y gimió cuando Leeteuk se rindió a él al instante. Teuk abrió la boca y dio la bienvenida al profundo beso mientras su lengua lo exploraba. Se echó hacia atrás y sonrió al ver la expresión de sorpresa en su rostro.
—Me dijiste que el toque sanaba a los lobos, que traía comodidad y seguridad —dijo.
Él asintió.
—Necesito curación, comodidad y seguridad, Kangin —susurró, contra su piel mientras le besaba el cuello, los hombros y el pecho entre cada palabra. Empujó sus manos, mostrándole a través de su vínculo donde las quería. El pecho de Kangin gruñó al sentir su necesidad y se sorprendió cuando se dio cuenta de que era tan grande como la suya.
—Me necesitas, mi toque, mi beso, mi amor. —Se cernió sobre él, mirando hacia abajo en su cara y cuerpo.
Hubo una vez cuando Teuk se había sonrojado bajo su mirada, pero no ahora, no cuando Kangin le había mostrado cuán completamente un hombre amaba a su pareja en su mundo.
—Lo hago —concordó Leeteuk.
—Bien —gruñó Kangin, mientras bajaba su cuerpo al suyo.
No se necesitaron más palabras cuando se aferraron el uno al otro. Kangin se reunió con él en cada necesidad y Teuk las tomó con avidez, sabiendo que le agradaba proveérselas de cualquiera manera, ya sea física o emocional. Se dejó ir por completo, sabiendo que él siempre proveería para él, siempre lo protegería y siempre lo amaría.
«Siempre». Oyó su susurro en su mente y sintió la certeza de ello en su contacto mientras le hacía amor.


Sora, Jungsoo, Hyungsik y sus guerreros se reunían alrededor del fuego. La noche era fría y el conocimiento de lo que se aproximaba hacía que el frío fuera más difícil de soportar. Jungsoo y los guerreros Elfos habían sido capaces de matar algunos conejos para la cena. A pesar de que no era una comida que los llenara, fue suficiente.
Cuando terminaron de comer, Jungsoo llevó a Sora hacia su regazo donde se sentaba recostado contra un árbol. Ella se acurrucó en su pecho y trató de no preocuparse por su hijo, o Mona, o Jungsoo, o algo más sobre lo que no tuviera control.
—¿Cómo es él? —preguntó Jungsoo.
Sora inclinó su cabeza en alto para mirarlo. Sonrió cálidamente.
—Es la mejor persona que conozco.
Sora sabía que Jungsoo preguntaba por Teuk y le conmovió que él quisiera saber sobre la persona más importante en su vida.
—Él es tan lleno de vida. Tiene una boca inteligente; es terco, hermoso, y ama con todo su corazón.
—Suena como alguien que conozco —le dijo Jungsoo mientras besaba   su frente.
—Somos parecidos en muchas maneras —acordó Sora—. Pero, él es mejor que yo, y me alegro por eso. Ningún padre quiere que su hijo herede sus faltas o cometa sus errores.
—¿Qué errores has cometido, Sora? ¿Qué oscuros secretos guarda tu corazón?
Sora consideró en decirle sobre Kangta, sobre como Teuk llegó a ser parte de este mundo.
—¿Te has preguntado cómo es que Teuk se emparejó con un hombre lobo? —le preguntó.
Asintió.
—Sí, me lo he preguntado, pero supuse que me lo dirías cuando estuvieras lista. —Pausó—. ¿Estás lista?
Ella se encogió de hombros.
—No es como si tuviéramos algo mejor que hacer.
Jungsoo apretó su agarre sobre ella y besó su cuello.
—Me encanta escuchar tu voz, pero estoy seguro que puedo encontrar algo para hacer que me gustaría tanto como escucharte.
Sora rió.
—Estoy segura que puedes.
—Entonceeees —solicitó él.
—Me enamoré cuando era joven. Él era guapo, divertido, y no era humano. A unos días de conocerlo, mi corazón era de él. Por tanto tiempo como puedo recordar, siempre he poseído lo que considero ser algún tipo de sexto sentido. No pasa siempre, pero a veces solo siento como si conociera algo sobre una persona y así es como me sentí con Kangta. Sabía que algo era diferente sobre él. Cuando lo confronté sobre eso, me dijo lo que era. Primero, estuve un poco espantado, pero luego vi que él seguía siendo el hombre que amaba. Para lo que no estaba preparada fue cuando me dijo que yo no era su verdadera compañera.
—¿Cómo estuvieron juntos si no eras su compañera? —preguntó Jungsoo, gruñonamente.
—Me amaba. Me dijo que había una posibilidad de que un día conocería a su verdadera compañera y si lo hacía, no tendría más opción que irse, que su alma clamaría por ella. En ese momento, no me importó; solo quería estar con él. El tiempo pasó, las cosas estuvieron bien, y luego lo imposible pasó. Me embaracé. Los Canis lupus tienen bastante dificultades concibiendo entre ellos, pero concebir con un humano era algo inaudito. Tan pronto como me enteré, me apresuré a casa a decirle. Entré, lista para compartir las buenas noticias, solo para encontrar una nota con mi nombre en ella y todos los rastros de que Kangta se había ido.
Jungsoo acarició su cabello mientras sentía al corazón que, a pesar de estar sanado ahora, recordaba un tiempo cuando había estado roto.
—Nunca traté de encontrarlo. Él no sabía que tenía un hijo hasta este año. Teuk no sabía nada sobre su padre o lo que era hasta que Kangin llegó a Estados Unidos y lo reclamó como su compañero.
—Entonces, ¿has visto a Kangta recientemente? —preguntó Jungsoo, y Sora sabía que no estaba contento sobre eso.
—Sí.
—¿Aún lo amas?
—No de la manera que crees. Lo amo porque me dio a Teuk.
Jungsoo trató de no estar celoso, pero la idea de su compañera con otro hombre no le estaba sentando nada bien, así hubieran pasado tantos años.
Sora sintió los brazos de Jungsoo tensarse. Miró su cara y vio enojo y posesividad en sus ojos.
—Dime algo, Jungsoo —le dijo gentilmente.
—No quiero compartir tu corazón —le dijo honestamente.
—Siempre tendrás que compartir mi corazón. Teuk tiene una gran parte de él.
Jungsoo sacudió la cabeza.
—No me refiero a eso. Espero compartirlo con tu hijo, y estoy feliz de hacerlo, pero odio que él lo haya tenido una vez. —Jungsoo cerró sus ojos y trató, en cierto modo, ordenar sus emociones antes de continuar—. No quiero sonar como un niño petulante, pero quiero que seas toda mía.
—Soy toda tuya, Jungsoo, o al menos a esa dirección nos dirigimos, pero tú también tienes un pasado. Si recuerdo bien una cierta noche cuando me abrazaste en la cama, te pregunté si habías estado con una pareja y dijiste que sí.
—Ninguna que haya amado, ninguna que alguna vez haya tenido algún agarre en mí —argumentó Jungsoo.
—Tuvieron que haberte agarrado algo, cariño, para que estuvieras en su cama. —Sora bufó por su propia broma pero notó que a Jungsoo no le pareció gracioso—. Esa fue una buena; al menos tienes que darme algo de crédito.
Jungsoo gruñó.
—Fue crudo.
—Sí, bueno, también el hecho de estar con una solo por gratificación, pero pasó, ¿cierto? —dijo en respuesta.
—¿Estás celosa, pequeña? —preguntó con un brillo en sus ojos.
—No —respondió ella en un tono cortante.
Jungsoo la jaló contra su pecho y puso su boca junto a su oreja.
—Desde el momento en el que puse los ojos en ti, he olvidado a cualquier otra pareja que haya cruzado mi camino.
—¿Y tú cama? —preguntó Sora.
—En mi mente, estás solo tú, Sora. Todo lo que veo es tu cara, todo lo que quiero eres tú. Tienes razón en que los dos tenemos un pasado. Trataré de que tu pasado no me convierta en un celoso tonto.
—Entonces, cuando conozcas a Kangta, ¿serás bueno? —preguntó ella cautelosamente.
—¿Por qué conocería a Kangta? —preguntó él.
—Porque él es el padre de Teuk y si tú eres mi… —Se tropezó con las palabras porque todavía no estaba segura de cómo llamarlo.
—Tu compañero, Sora, soy tu compañero.
—Bien, cálmate. Dios, si eres mi compañero, entonces estás obligado, en algún momento, a conocerlo. —Pausó antes de añadir—: Y si llamaron a todas las manadas, él probablemente está en la mansión Coreana.
La respiración de Jungsoo se congeló en sus pulmones. No había esperado conocer al antiguo amante de su compañera en unas cuantas horas.
—¿Jungsoo? —Sora se volteó para mirarlo—. ¿Estás bien?
Él tomó su cara en sus manos y la besó gentilmente primero, pero luego sus labios se presionaron más fuerte y la abrazó más firme. Después de varios minutos, ambos respiraban pesadamente. Sora se sonrojó mientras pensaba sobre los otros estando cerca. Se sentía como que cada vez que Jungsoo la besaba, ella se olvidaba de todo lo demás.
—Eres mía —le dijo firmemente.
—Jungsoo, Kangta tiene una compañera. No va a tratar de raptarme.
—Necesito saber que no estoy compitiendo con un recuerdo, Sora. Necesito saber que tu corazón es tuyo para poder darlo y no está en las manos de un hombre que te abandonó.
Sora le sonrió mientras pasaba un dedo por sus labios.
—No tienes nada de qué preocuparte, Rey Hechicero. Tengo mi corazón de vuelta desde hace tiempo y por primera vez estoy lista para dárselo a alguien que quiera conservarlo.
Jungsoo presionó su frente con la de ella.
—¿Para siempre?
—Eso es todo lo que pido. —Sora sonrió—. Pero, juro que si hacemos esto, y en algún momento dado alguien sale del bosque clamando ser tu pareja, te castraré. Solo necesito que sepas eso por adelantado.
Jungsoo se estremeció.
—Entonces por suerte para mí, no hay nadie acechando en mi pasado o esperando en mi futuro.
—Buena respuesta. —Sora lo besó rápidamente en los labios, y luego se acurrucó en él.
—Duerme, pequeña. —El pecho de Jungsoo retumbó con sus  palabras—. Mañana va a ser interesante.



2 comentarios:

  1. Hee~ y Teuk~ lograron un buen revolcón con sus compañeros!!!
    Oh si!!!
    No los hicieron rogar!!!
    Jajajajajajajaja
    Y el Rey Hechicero bien celoso!!!!
    Jajajajajajajaja

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  2. Bien,bien...un momento de paz para que las parejas saben y se recuperen a ellos mismo y a sus lobos
    Como dije ..lo malo de esto es que ya sufren y lo siguen haciendo...lo bueno es que a pesar del dolor,su unión se está afianzando y eso les da fuerza para seguir adelante.
    Lo mismo con Sora y Jungsoo
    Justo ahora todos tienen que estar unidos porque se viene lo bueno.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...