Anhelos- 5



Hyungsik se marchó a la oficina a la mañana siguiente sintiéndose mal. No había dormido bien, aunque eso no era nuevo. Hacía mucho tiempo que no pasaba una buena noche. Nunca se había parado a pensar en por qué la gente se convertía en hipocondríaca hasta que lo había vivido en sus propias carnes.
De camino a su despacho sólo se encontró con Taehoon. Tomó una taza de café y se sentó. No era lo que mejor iba a sentarle después de lo que le había pasado la noche anterior. Pero le daba igual.
Daba gracias de que Minwoo no se hubiese dado cuenta de que estaba mal. Se habría enfadado con él, aunque en realidad ya lo estaba, y le habría hecho sentir fatal si hubiese sabido que era él que lo había puesto en ese estado.
Si todavía tenía dudas acerca de la veracidad de lo que le había dicho el médico, la noche anterior se habían disipado todas. Le habían aconsejado que bajase el ritmo, que evitase el estrés. Pero no lo había hecho.
¿Qué podía hacer? ¿Delegar su trabajo en alguien y tomarse un descanso prolongado? Eso era lo que le habían recomendado antes de empezar a hacerse todas esas pruebas. Pero por aquel entonces todavía creía que podía controlarlo todo.
Se sobresaltó al oír que alguien llamaba a la puerta. Era Taehoon que, además de distribuir el correo, trabajaba de portero.
—Tengo otra carta para usted, señor Park. Hoy ha venido muy temprano.
—Sí —admitió Hyungsik sonriendo y preguntándose qué habría dentro del sobre blanco.
—Parece cansado. Debería tomarse unas vacaciones. Todas esas reuniones están acabando con usted.
—El señor Ha parecía llevarlo bien, y era mucho mayor que yo cuando se jubiló.
—El señor Ha no dirigía un negocio tan importante como éste. Conocí a Ha Kyuhyun durante veinte años y nunca hizo más de lo que podía hacer.
—¿Qué quiere decir? ¿Qué estoy yendo más allá de mis capacidades?
—No, señor Park. Perdóneme. Todo el mundo sabe que el éxito de la empresa se debe a usted. Lo que quería decir es que tiene que cuidarse. He visto a hombres de menos edad que usted venirse abajo por el estrés causado por el éxito.
—Gracias.
—Le dejo que se tome su café. Avíseme si quiere otro.
Hyungsik sonrió y Taehoon se despidió y salió por la puerta.
Tenía que abrir la carta. Estaba seguro de que era de Yeowool y se sorprendió al comprobar que era de su médico, el doctor Dongjoon, que le pedía que fuese a la consulta ese mismo día, a las dos de la tarde para informarle de los resultados de las pruebas.
No sabía si eran buenas o malas noticias. Aunque suponía que, si hubiesen sido malas, el doctor Dongjoon lo habría llamado por teléfono. O quizás no.
Hyungsik puso la carta a un lado y se levantó. Se estaba volviendo hipocondríaco. Le hubiese gustado poder llamar a Minwoo, pedirle su opinión y que lo acompañase a la clínica. Pero eso era imposible, sobre todo después de lo que había pasado la noche anterior. Tenía que aceptar que desde ese momento y, en un futuro, estaría solo...


—¿Que vas a hacer qué?
A Minwoo le había sorprendido que Hyungsik llegase temprano de la oficina dos días seguidos, pero eso no era nada comparado con lo que acababa de anunciarle.
—Me marcho a Japón —repitió su marido desde la puerta del estudio—. Un mes, o seis semanas, tal vez. Necesito descansar.
—¿Te marchas solo? —preguntó Minwoo sorprendido.
—¿Qué quieres decir? No me voy de vacaciones.
—¿Cuándo lo has decidido? Ni siquiera sabía que hubieses hablado con tus padres.
No lo había hecho hasta esa misma tarde.
—Acabo de tomar la decisión. Como sabes, llevo unos días sintiéndome regular. Necesito... hacer un balance de la situación.
—¿Pero todo un mes! ¿Y el negocio? ¿No tienes responsabilidades, compromisos?
—Gracias por preocuparte por mí. En la oficina saldrán adelante, como siempre.
—Perdona, por supuesto que me preocupo por ti —afirmó Minwoo molesto—. Esto... me preocuparía por cualquiera que necesitase estar un mes entero alejado de su rutina... Pero no entiendo por qué lo haces. ¿Tiene que ver con lo que ha ocurrido entre nosotros? ¿Es tu manera de decirme que quieres el divorcio?
—¡No! No tiene nada que ver con eso. Pero a los dos nos vendrá bien distanciamos. Y mis padres nos han invitado muchas veces.
—¿Nos han invitado, a los dos?
—A mí. Me echan de menos.
Tenía que reconocer que la vez que Minwoo lo había acompañado había sido un desastre. Por aquel entonces ya no dormían juntos y a Lee Hyukjae y Donghae no les había parecido bien que él tuviese que dormir en el sofá en vez de en la vieja cama de matrimonio con su esposo.
—Ya imagino.
Minwoo tuvo que admitir que era cierto. Desde que los padres de Hyungsik se habían mudado a Japón cuando su padre se jubiló, echaban de menos a sus hijos y a sus nietos. La bonita casa que daba a un lago siempre tenía las puertas abiertas para ellos y Hyungsik, que era el hijo mayor, era también el preferido.
—De todos modos, Gaesae va a tomar el mando temporalmente — continuó Hyungsik.
Mientras tanto, Minwoo seguía preocupándose por lo que sus suegros pensarían de él. Era el único nuero que no les había dado un nieto y probablemente no entendiesen por qué había dejado de dormir con su hijo. ¿Y si Hyungsik les contaba lo de Yeowool? ¿Y si le había mentido y sí era el padre de su hijo?
—¿Te interesa lo que te estoy contando?
Minwoo se dio cuenta de que, mientras estaba perdido en sus pensamientos, su marido había seguido hablando.
—Lo siento. Estaba pensando... ¿Cuándo te marchas?
—A finales de semana. No me puedo ir antes porque tengo que ayudar a Gaesae. De todos modos, si hay algún problema podrá ponerse en contacto conmigo. Me llevo el ordenador portátil.
—Parece que has pensado en todo.
—Más o menos.
—¿Cuánto tiempo hace que lo has planeado?
—No demasiado. Ha sido una decisión rápida, ya te lo he dicho. Y no me parece que me vayas a echar de menos.
—¿Qué quieres que te diga, Hyungsik?
—Nada —respondió él, que no quería otra confrontación—. Sólo te estoy informando de lo que voy a hacer.
—¿Y Yeowool?
—¡Yeowool! Esto no tiene nada que ver con él.
—¿No? ¿Estás seguro de que no estás huyendo de una situación difícil?
—¿Eso piensas?
—No lo sé —admitió Minwoo, que no podía creer que la decisión de tomarse un mes sabático se debiese al exceso de trabajo—. Me parece que es una decisión... cómoda.
—¡Cómoda! —Hyungsik estuvo tentado a contarle sus problemas de corazón—. ¿De verdad piensas que dejaría que ese joven dicte mis actos? Piensa un poco, Minwoo.
—Bueno, ¿y qué crees que hará cuando sepa que te has ido del país?
—¿Irme del país? Hablas como si huyese de él. Me da igual lo que haga, pero parece que a ti no. A pesar de lo que te he dicho, sigues creyendo que el hijo es mío.
—¿Así que es verdad que va a tener un hijo?
—Eso parece. ¡Pero te repito que no es mío!
—¿Cómo lo sabes?
—¿Qué? Porque supongo que me acordaría si me hubiese acostado con él.
—Quiero decir, ¿cómo sabes que no se ha inventado que está embarazado?
—Porque me ha enviado el resultado del examen médico. ¿De acuerdo?
—¿Cuándo? —inquirió Minwoo enfadado por su actitud.
—Hace un par de días. ¿Acaso importa?
—Claro que me importa, ese joven le está mandando a mi marido información acerca de una situación en la que él niega tener algo que ver. ¿Qué has hecho con él?
—Lo rompí. Y perdona que no me crea que te preocupes por mí. Hasta hace un par de semanas te habías olvidado de que tenías marido.
—Nunca lo he olvidado. Y no me gustaría que tú olvidases que tienes un esposo.
Minwoo lo agarró por el brazo y Hyungsik sintió cómo toda la sangre del cuerpo le bajaba a la entrepierna.
—¿Mientras estoy en Japón, quieres decir? ¿Qué es lo que te preocupa, Minwoo? ¿Que me enrede con un guapo japonés y me desfogue con él?
—¡No seas cruel!
Minwoo iba a apartar la mano del brazo de Hyungsik cuando éste le agarró por la muñeca para que no pudiese marcharse.
—¿Cuál es tu problema? ¿He puesto el dedo en la llaga?
—¡No!
—¿No?
Acercó la muñeca de Minwoo a su boca y lamió la parte interna de su brazo.
—Mientes fatal, Minwoo —añadió.
—Mucho peor que tú. No debería creer ni una palabra de todo lo que dices.
—¿Me echarás de menos? —murmuró.
—¿Por qué iba a echarte de menos? Como bien has dicho, hace mucho tiempo que no te comportas como un marido.
—Me parece que he dicho que tú te habías olvidado de que tenías marido. Pero si quieres que volvamos a tener relaciones sexuales, podremos discutirlo a mi vuelta.
—Eres un...
—Ya sé lo que soy.
—Iba a decir que eres un egocéntrico. Piensas que el mundo gira a tu alrededor.
—Es cierto —admitió él evitando otra discusión y dirigiéndose hacia la puerta—. ¿Te veré a la hora de la cena?
—¿Eso es todo lo que tienes que decir? —continuó Minwoo yendo detrás de él—. Vienes, me dices que te marchas a Japón a finales de semana y después lo complicas todo informándome de que ese joven te ha mandado un informe médico que prueba un embarazo con el que tú dices no tener nada que ver.
—No soy el padre.
—Bueno... ¿Y qué hago si viene a verte?
—No lo hará.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Hablaré con él antes de marcharme. Y le contaré lo que voy a hacer...
—¡No te atrevas! ¡No quiero que vuelvas a acercarte a ese joven! Si  lo haces no volveré… a hablarte.
Hyungsik vio que Minwoo era vulnerable y eso lo hizo dudar. Sabía que no era el lugar ni el momento. Pero no podía evitarlo. Se sentía tan atraído por él que no podía resistirse.
—Estás loco —le dijo tirando la chaqueta al suelo y metiendo la mano entre su pelo. Después lo echó contra la mesa en la que Minwoo tenía todo el material de trabajo y se puso encima.
Lo besó y le introdujo la lengua dentro de la boca. Minwoo le acarició el rostro y no opuso resistencia cuando él metió el muslo entre sus piernas y exploró con las manos debajo de la camisa. Su pecho estaba caliente, las caricias habían hecho que se le endureciesen los pezones. Le quitó la camisa y bajó la cabeza para rodearlos, acariciarlos, chuparlos. Hasta que Minwoo sintió la dureza entre las piernas. Nadie podía hacerle sentir como Hyungsik. Y aunque su sentido común luchaba contra el deseo, la razón tenía la batalla perdida.
Quería desnudarse para él. Podía sentir su erección y la idea de hacer el amor allí, en el estudio, donde cualquiera podría verlos, lo excitaba.
Las manos de Hyungsik estaban acariciándole el trasero cuando los interrumpieron. El sonido de alguien que se aclaraba la voz a sus espaldas les cayó como un jarro de agua fría. Hyungsik juró, pero le colocó inmediatamente la camisa y se separó de él.
—Siento molestarlos, joven Park —era el joven Moon—. Llaman preguntando por el señor Park. Le dije al jovencito que estaban ocupados, pero insistió en que era urgente. Lo siento pero...
—¿El jovencito?
A Minwoo no le interesaban las disculpas de el joven Moon y Hyungsik se sintió derrotado. Luchaba contra la frustración y la falta de aliento, pero encontró la fuerza necesaria para reponerse.
—Ya voy, joven Moon.
Pero Minwoo no tenía pensado ponérselo fácil.
—¿Quién pregunta por él, joven Moon?
—El tal jovencito Jo. No sé por qué llama aquí. Si es algo relativo  al trabajo debería limitarse a solucionarlo en horas de   oficina.


—¿Tengo que ir a Seúl el martes. ¿Por qué no vienes conmigo?
Kwanghee se lo propuso el lunes por la mañana, una semana después de que Hyungsik se hubiese marchado a Japón. Minwoo se sentía bajo de moral. Su amigo se había presentado en casa porque el joven Moon le había dicho que no quería que lo molestasen, a no ser que fuese el editor, y Kwanghee no había hablado con él desde el día después de su cena.
Le preguntó cómo iban las cosas con Hyungsik y tuvo que decirle que se había marchado unas semanas. No quería hablar de ello con nadie, pero sabía que Kwanghee acabaría sonsacándolo.
—¿Por qué? —le había preguntado.
Y Minwoo había tenido que explicarle que necesitaba descansar.
—Ha trabajado sin parar desde que murió papá.
—¿Y por qué no te has ido con él?
—No tenía tiempo. Además, se va a quedar en casa de sus padres y yo no soy precisamente su nuero favorito.
—¿Por el hecho de no haberles dado un nieto al año? ¡Qué retrógrados! Viven en el pasado.
—Qué más da.
Minwoo no estaba preparado para hablar del tema. Todavía se sentía herido por lo que había ocurrido antes de que su marido se marchase. Por mucho que lo intentase, no podía olvidar que Jo Yeowool estaba embarazado. Y si Hyungsik no era el padre, ¿entonces quién?
Las cosas no habían mejorado cuando, después de la llamada que los había interrumpido, Hyungsik no había querido contarle lo que le había dicho Yeowool. Reconocía que su actitud no había sido de mucha ayuda.  La manera en que Hyungsik lo había abandonado para ir a hablar con el otro joven lo había indignado y llenado de resentimiento. Después se dio cuenta de que Hyungsik habría actuado como un cobarde si le hubiese pedido al joven Moon que pusiese una excusa. Su reacción había empeorado la situación y Hyungsik lo había acusado de no fiarse de él y, en vez de tranquilizarle, le había dicho que pensase lo que quisiese.
Y así había quedado la cosa. Antes de marcharse, Hyungsik había pasado todo su tiempo organizando la oficina, lo más lejos posible de casa, para evitar así otra pelea. Minwoo no sabía si habría visto a Yeowool y si le había  dicho lo que iba a hacer. Él no había respondido al teléfono desde que su marido  se había marchado.
No quería contárselo a Kwanghee. Sobre todo, porque todavía no estaba convencido de que Hyungsik fuese culpable. Era cierto que conocía a Yeowool desde  hacía  tiempo y  que  había  salido  con él a cenar al menos una noche y había dormido en su casa. Pero podía haber sido algo   inocente.
¿Por qué no se lo había contando entonces?
Hyungsik no sabía que él lo había estado vigilando. Que cuando la empresa compró el apartamento, había sospechado de él. Con la ayuda de Kwanghee, había contactado con un investigador privado que lo había seguido durante varias semanas. Sólo lo había visto entrar en el apartamento con Yeowool una vez, pero había decidido dejar de investigarlo y solucionar el problema a su manera.
—¿Qué pasa? —le preguntó Kwanghee sacándolo de su ensimismamiento.
—Nada. Estaba pensando. ¿Qué decías?
—Te sugería que podíamos pasar un par de días en Seúl. Tú también necesitas tomarte un respiro.
—Me encantaría —se disculpó Minwoo. Le apetecía ir, pero ya le había dicho a su amigo que estaba demasiado ocupado como para acompañar a Hyungsik—. ¿Quieres un té? ¿Con o sin limón?
—Con —contestó Kwanghee dirigiendo su rostro hacia el sol—. Qué bien se está aquí. Quién necesita vacaciones teniendo esta casa.
Minwoo decidió pasar por alto ese último comentario, que era otro ataque a Hyungsik.
—¿A qué vas a Seúl? ¿Vas a quedarte a dormir?
—Quizás me quede un par de días. Por negocios. ¿No te sientes solo aquí?
—Está el joven Moon.
—¡Pero es tu mayordomo! No es un amigo.
—Pero es una buena compañía.
—Te vas a quedar aquí esperándolo, como un buen esposo hasta que al él le dé la gana volver, ¿verdad?
—Las cosas no son así. Si hubiese querido ir a Japón con él,  habría ido.
—¿Supongo que estás seguro de que se ha ido solo?
—Por supuesto.
—Imagino que te ha dado su palabra.
—Ha ido a casa de sus padres. ¿Cómo iba a llevarse a otra persona allí?
—Quién sabe.
—¿Qué quieres decir?
—Bueno, quizás los Park no pusieran demasiadas objeciones si se divorciase de ti y se casase con él.
—Pero son católicos. No creen en el divorcio.
—Eso dicen. ¿Pero y si eso significase que Hyungsik les diera un montón de nietos...?
—No sigas —dijo Minwoo poniéndose en pie. Atravesó el patio y se acercó a la verja de entrada—. Será mejor que te marches antes de que diga algo de lo que las dos podamos arrepentimos.
—Oh, Minwoo. Sé que he sido directo y cruel. Pero lo hago pensando en ti. ¿No te das cuenta? —le explicó Kwanghee acercándose a él.
—No, pienso que has querido herirme, Kwanghee...
—¡No!
—Pero lo has conseguido. Así que márchate, por   favor.
—Minwoo, cielo, no te pongas así. Hace mucho tiempo que somos amigos. No dejes que Park Hyungsik nos distancie.
—Park Hyungsik es mi marido. Sé que estás amargado por cómo te trató Leejoon, pero Hyungsik no es como él.
—¿Eso piensas?
—Estoy seguro. Y no quiero seguir hablando de ello.
Minwoo mentía a su amigo y se mentía a si mismo. Lo único que sabía era que Jo Yeowool estaba embarazado. Hyungsik insistía en que no era hijo suyo y él quería creerlo. ¿Pero y si lo negase a pesar de ser verdad?
—Entonces hablemos de otra cosa. Vamos a sentarnos y a tomarnos un té. ¿Te he contado que vi a Claire Kim la semana pasada? Ha engordado tanto que casi no la reconocí.
Minwoo aceptó con cierto recelo sentarse con Kwanghee. Quizás no debiese ceder, pero era su mejor amigo y con el único con el que podía hablar. Además, quizás tuviese razón. Quizás los Park se replantearían sus creencias si así hacían feliz a Hyungsik. Prefería no pensar en ello. Pero el germen de la duda ya estaba sembrado.


Era un lugar tan tranquilo…
Después de tres semanas en Kochi, Japón, Hyungsik todavía no se había acostumbrado a la ausencia de coches, atascos, aviones, conversaciones en voz alta y el sonido del teléfono a todas horas.
Nada más llegar, se despertaba a medianoche con el corazón latiéndole con fuerza. Después se pasaba media hora intentando escuchar qué era lo que lo había despertado. Tardó una semana en darse cuenta de que era el silencio lo que lo molestaba.
Pero ya dormía de un tirón durante ocho o nueve horas todas las noches. Nada lo molestaba.
Nadie le llevaba el té o el café por las mañanas si él no lo pedía. Sus padres seguían con la rutina sin hacerle preguntas innecesarias. Estaban ahí si los necesitaba, pero le dejaban su propio espacio.
Tampoco lo trataban como a un inválido, a pesar de que Hyungsik les había contado lo que le había dicho el médico. Supuso que nunca habían oído hablar de una arritmia antes y aunque su appa se había preocupado al principio, ya parecía estar mucho más tranquilo.
Se estaba convirtiendo en un buen pescador de la mano de su padre y había descubierto el placer de sentarse en un banco a la orilla del lago que había cerca de la casa y dejar pasar el tiempo con la caña en la mano.
Se preguntó si era la pesca lo que hacía que Park Hyukjae un hombre tan tranquilo. Había hablado con él cuando estaban a solas, para no preocupar a su esposo, y le había dicho que su problema de salud era realmente un inconveniente, pero que, tal y como le habían dicho los médicos, la solución estaba en sus manos.
Le dijo que dejase de hacer el tonto si no quería matarse. Y aunque estaba seguro de que a la Virgen le encantaría tenerlo con ella, él preferiría que no se fuese tan pronto.
Hyungsik apreció la simplicidad de su lógica. El anciano solía hablar con sensatez, aunque Hyungsik no siempre siguiese sus consejos. Si su padre pensaba que Minwoo tenía parte de culpa, no lo dijo. Y Hyungsik era demasiado orgulloso como para contarle por qué la relación con su esposo se estaba deteriorando tanto.
Además, Hyungsik se había sentido aliviado cuando le habían dado los resultados de las pruebas. No tenía nada que no pudiese solucionarse con medicamentos y con un cambio en su ritmo de vida. Una dieta, poca cafeína, nada de alcohol, comer más a menudo y hacer deporte.
En realidad, el médico le había dicho que se tomase seis meses de descanso.
—¡Hyungsik! ¡Hyungsik!
La voz de su appa lo sacó de su ensimismamiento. Hyungsik se levantó a regañadientes. Era demasiado temprano para comer y no sabía por qué lo llamaba con tanta urgencia.
Cuando subió la cuesta que llevaba a la casa, su appa estaba allí esperándolo. Era un joven delgado y atractivo, en la cincuentena. Años antes, su pelo había sido tan oscuro y brillante como el de su hijo. Tenía las manos apoyadas en la cintura y parecía preocupado.
Donghae le ofreció la mano para ayudarlo a subir, pero su hijo no la aceptó.
—Quieres hacerme sentir como un inválido, ¿verdad? ¿Qué ocurre?
—Nada. Tienes visita.
Hyungsik sintió que se le aceleraba el pulso y pensó por un momento que podía tratarse de Minwoo. Lo echaba mucho de menos. Pero su sentido común le dijo que no era posible, si no su appa se lo habría dicho.
—¿Quién es? ¡Espero que no sea el pastor Siwon!
—No, no es el pastor Siwon, aunque quizás te viniese bien charlar un poco con él. .
—Appá.
—Bueno, antes de ir a recibir a la visita, ¿no hay nada que quieras contarme?



4 comentarios:

  1. Dios mío que falta de comunicacion tan grande la de este matrimonio, aunque realmente a quien menos entiendo es a Minwoo ya que dice amar a Hyungsik pero lo trata muy mal y no es solo por el hecho de creer que lo engaña si no que eso ya viene de mucho tiempo atras, dice no culparlo de los abortos pero lo trata como si lo hiciera, lo quiere pero no lo quiere y lo utiliza cuando le da su gana, en verdad me desepera su actitud y Hyungsik por dios porque sigue teniendo comunicacion con Yeowool asi menos le va a creer Minwoo que no lo engaña, es tan orgulloso para aclarar las cosas y ahora solo falta que esa persona que lo está buscando sea el obsecionado de Yeowool y creo que las cosas tal vez se van a complicar mas. Gracias por el capitulo

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    1. La actitud de Minwoo desespera...
      Estoy de acuerdo contigo, aunque Sik no tenga culpa su orgullo no lo deja aclarar un poco las cosas, pero sinceramente con la actitud de Minwoo a mi tampoco me darían ganas de aclarar...

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  2. Estoy riendome mucho porque...para mis pulgas aaaahhhh si fuera Sik ya habría echo algo con Minwoo...no sé qué,pero ya habría echo algo,y con el otro tipo también...pero bueno.
    Y ya llegaron a aguar la fiesta😒
    Oye...que buen amigo el de Minwoo,que tacto para decirle las cosas,que sensibilidad...😒😒😒
    No culpo a Sik de que no le diga nada...porque,como refutar algo y apelar con Minwoo,si este cada palabra que le dicen le echa en cara todo lo que han pasado,porque no solo Minwoo sufrio...aparte de que no le va a cree porque él tiene sus "pruebas",así que para qué gastar saliva en eso....luego no diga que Sik no le dijo nada.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...