Anhelos- 6



—Nada. Tienes visita.
Hyungsik sintió que se le aceleraba el pulso y pensó por un momento que podía tratarse de Minwoo. Lo echaba mucho de menos. Pero su sentido común le dijo que no era posible, si no su appa se lo habría dicho.
—¿Quién es? ¡Espero que no sea el pastor Siwon!
—No, no es el pastor Siwon, aunque quizás te viniese bien charlar un poco con él. .
—Appá.
—Bueno, antes de ir a recibir a la visita, ¿no hay nada que quieras contarme?
—¿Como qué?
—¿No tienes nada en tu conciencia?
—¿Mi conciencia? ¿De qué estás hablando?
—Un joven ha venido a verte, no deberías hacerlo esperar. Ha recorrido un largo camino para llegar hasta aquí.
—Espera, ¿has dicho un joven? ¡No puedo creerlo!
—¿El qué no puedes creer? Está aquí y es evidente que va a tener un bebé. ¿Es tuyo?
—¡No!
Hyungsik se dijo que no podía estar ocurriéndole eso. Yeowool estaba allí.
Había averiguado dónde vivían sus padres y lo había seguido.
—Bueno, en cualquier caso no lo hagas esperar.
Hyungsik respiró profundamente. ¿Por qué había ido Yeowool hasta allí? ¿Qué estaba intentando hacer? No podía demostrar que fuese su bebé, pero él tampoco podía demostrar que no lo fuese.
Todavía no.
Yeowool estaba esperándolo en el salón, que los Park sólo utilizaban en ocasiones especiales, y Hyungsik se sintió enfadado.
Se puso en pie cuando entró y lo primero que vio Hyungsik es que su embarazo estaba más avanzado de lo que él había pensado.
—¡Hola, Hyungsik! Espero que no te importe que haya venido aquí. Tenía que hablar contigo.
—¿Por qué? ¿Qué quieres?
—¡Hyungsik! —exclamó su appa que se había quedado detrás de él.
—¿Qué quieres? —repitió Hyungsik ignorando al señor Park—. Pensaba que había dejado las cosas claras antes de marcharme de Corea.
—Oh, Hyungsik. No seas así. Sabes que te quiero —dijo el joven sacando un pañuelo de su bolsa para secarse las lágrimas.
Hyungsik se volvió enfadado hacia su appa y no le extrañó verlo horrorizado. Yeowool era muy buen actor.
—Esto no va a funcionar, Yeowool, así que te sugiero que dejes de perder tu tiempo y el mío y que te marches de aquí.
—¿Cómo puedes ser tan cruel? Después de todo lo que hemos significado el uno para el otro.
Yeowool se deshizo en lágrimas, se dejó caer en el sillón en el que había estado sentado y se tapó la cara con las manos.
Hyungsik salió fuera y se apoyó en la pared de la casa esperando que su corazón se calmase. Estaba allí, con los ojos cerrados, cuando oyó pasos. Por un momento se sintió desorientado, el sonido venía de la dirección opuesta a la casa. Pero eran sin duda pasos de un joven. Cuando abrió los ojos vio a Minwoo, que lo miraba preocupado.
Hyungsik se preguntó si debía añadir las alucinaciones a su lista de dolencias. Minwoo no podía estar allí, no el mismo día que Yeowool se encontraba en el salón de sus padres. A pesar de que lo había echado mucho de menos, le parecía que se trataba de una broma de mal gusto.
Pero al oírlo hablar supo que era real.
—¡Hyungsik! —exclamó su esposo corriendo  hacia él—. ¿Qué te ocurre? Pareces... enfermo.
Minwoo pensó que debía estarlo. Si no, no habría abandonado sus responsabilidades al frente de la empresa para tomarse unas vacaciones.
Hyungsik cerró los ojos un instante, todavía deseando que fuesen imaginaciones suyas.
—Sólo… tenía un poco de calor. ¿Cómo has llegado hasta aquí?
—¿Qué más da? Lo importante es que estoy aquí. ¿Te alegras de verme?
—Sí.
—No estaba seguro —admitió Minwoo sonriendo por fin—. Después de cómo me comporté antes de que te marchases. Siento haber sido tan idiota.
—Yo también lo he sido.
—¿Por qué no me lo contaste?
—¿El qué? Si te refieres a que no estaba bien, sí que te lo dije.
—Sí, pero pensé... —Minwoo se dio cuenta de que había estado obsesionado con Jo Yeowool—. En cualquier caso, es más serio de lo que me había imaginado.
—¿Tengo muy mal aspecto?
—No. Sí. No es eso. La verdad es que estás un poco pálido y supongo que has tenido que sentirte muy mal para dejar el trabajo. Pero no me di cuenta hasta que no hablé con Gaesae.
—¿Has hablado con Gaesae? ¿Hwi Gaesae?
—Es el único Gaesae que conozco. No me mires así. También está preocupado por ti. Cuando me dijo que tenías... problemas personales, supuse que se refería a mí.
—¿Eso dijo?
—Más o menos. Hyungsik, te he echado de menos.
—¿De verdad?
Eso era lo que Hyungsik más deseaba oír, que su esposo había ido hasta allí porque se preocupaba por él.
—¿Quieres que te lo demuestre? ¿Dónde están Donghae y Hyukjae? Supongo que tendremos que decirles que estoy aquí. A no ser que estemos solos.
—No están en casa —mintió. Pasase lo que pasase más tarde, necesitaba estar unos minutos con él a solas—. Ven conmigo, hace demasiado bueno para quedarse aquí.
—¿Adónde vamos?
—Eso déjamelo a mí.
Lo tomó de la mano y lo llevó prácticamente a rastras hasta donde estaba aparcado el Aston Martin. Por primera vez desde su llegada, Hyungsik se alegró de haber hecho el viaje en barco y de haberse llevado el coche. Abrió la puerta del copiloto e hizo entrar a su esposo.
—¿No necesitas las llaves?
—Nadie cierra el coche aquí en Kochi.
Minwoo rió y él alargó el brazo y le acarició la pierna. Hyungsik quería continuar, deslizar la mano. Sabía que él también lo deseaba. Pero no debía arriesgarse. Su appa no tardaría mucho en salir a buscarlo. Tal y como se había comportado Yeowool, querría una explicación. Aunque, como Minwoo, tampoco fuese a creerlo.
Arrancó el coche y se alejó de la casa. Afortunadamente, aunque había llovido por la noche, el suelo estaba seco y las ruedas no hicieron ruido.
Cuando estuvieron lo suficientemente lejos de casa de sus padres, Hyungsik bajó la ventanilla y respiró el aire puro del campo. Se sentía mejor. No quería pensar en Yeowool, ni en lo que diría Minwoo cuando descubriese que estaba allí. En esos momentos estaban solos.
Tomaron la carretera principal, que estaba desierta. De vez en cuando se cruzaban con un tractor o con un carro de caballos. Pero la mayor parte del tiempo pudieron disfrutar del paisaje a solas.
—Mmm, qué maravilla. Estoy encantado de haber venido.
—¿Y tus maletas? No es posible que tengas todo lo que vas a necesitar ahí —comentó Hyungsik señalando una pequeña bolsa de ante que había en el asiento trasero.
—¿Por qué no? —volvió a reír Minwoo—. Con una muda de ropa interior es suficiente.
—¿Y el resto? —insistió Hyungsik recordando que siempre que se iban de vacaciones juntos llevaba un montón de maletas—. Te conozco demasiado bien.
—Lo sé —admitió Minwoo, no quería decirle que había pasado la noche anterior en un hotel en la capital. Le había costado trabajo decidirse a comprar el billete a Kochi, no sabía cómo reaccionaría Hyungsik al verlo—. Está en el hotel.
—¿Qué hotel?
—El Empire —admitió Minwoo con desgana—. No sabía si... si querrías que me quedase contigo.
—Ya.
Hyungsik suspiró. Lo cierto era que la despedida no había sido demasiado amistosa. Y él no la había llamado desde que había llegado allí, tampoco sabía qué era exactamente lo que quería su esposo.
—No estás enfadado conmigo, ¿verdad? —murmuró Minwoo acariciándole la oreja—. Estas tres semanas han sido las más largas de toda mi vida.
—No seas tonto.
Hyungsik encontró el camino que estaba buscando y descendieron por un estrecho barranco. Detuvo el coche a medio camino y apagó el motor.
—Ven. Quiero enseñarte algo.
—¿Dónde estamos?
—Si vienes conmigo, te lo mostraré.
Le tendió la mano y lo miró. Entonces lo besó antes de empezar a bajar por el camino. Minwoo se tambaleó.
—Espera —dijo agarrándose a un pino y quitándose los zapatos—. Vas a tener que llevarme en brazos si el camino es muy malo.
—No te preocupes, no vamos muy lejos.
Después de cruzar una arboleda, llegaron a una plataforma rocosa debajo de la cual había una charca donde se reflejaba el cielo azul. Su llegada hizo que una bandada de patos saliese volando. Al otro lado de la charca había otra arboleda que formaba un cortaviento natural y que escondía las ruinas de lo que debía de haber sido una iglesia o una abadía.
—¡Es precioso! ¿Qué lugar es éste? ¿Cómo es que lo conoces?
—Lo llaman la charca de St. Michael. Supongo que cuando el monasterio estaba habitado los monjes utilizaban esta charca para todo.
—¿Eso era un monasterio? Debe de ser muy antiguo.
—Por lo menos tiene varios siglos. El agua de la charca es clara y está helada. Se supone que mana de una fuente subterránea, pero mis hermanos y yo nunca conseguimos encontrarla.
—¿Se bañaban aquí?
—Cuando éramos pequeños. Mis abuelos vivían en Kochi y pasábamos aquí las vacaciones de verano.
—Pero este lugar está lejos.
—Veníamos en bicicleta. La mayor parte del tiempo los abuelos no sabían dónde estábamos. Nos encantaba.
—De eso estoy seguro. Hyungsik, esta charca  parece  muy  profunda. Podríais haberse ahogado.
—Cuando se es un niño no se piensa en esas cosas. Y éramos buenos nadadores. Mis hermanas también. Era toda una aventura. ¿Quieres probarlo?
—¿Nadar en la charca, quieres decir?
—Si te atreves.
—¿Y si viene alguien?
Hyungsik no dijo nada. Se quitó la camiseta y Minwoo se estremeció al ver su cuerpo. Era ridículo. Se trataba de su marido. Pero la idea de desnudarse junto a él era tentadora. Se sintió como si fuera un adolescente.
—Nos quedaremos en el agua, ¿verdad? —preguntó Minwoo desabrochándose la chaqueta.
—En principio sí. A no ser que tengas una idea mejor.
Hyungsik sintió cómo la excitación que le había causado ver a su esposo se convertía en una erección.
Minwoo se dijo que, en el estado de excitación en el que se encontraba, le vendría bien un baño de agua fría. ¿O quizás no? Vio cómo Hyungsik se desabrochaba los pantalones y comprobó que no llevaba ropa interior. A pesar de que estaba casi de espaldas a él, pudo ver su sexo y supo inmediatamente que lo deseaba tanto como él.
Hyungsik se tiró al agua y le salpicó los pies. Estaba helada.
—¿A qué estás esperando? —le preguntó.
Minwoo llegó al borde sin quitarse la ropa interior, cerró los ojos y saltó.
Se sumergió en la profundidad y le costó volver a salir. El agua estaba muy fría, pensó que debía de ser como bañarse en el    Antártico.
Hyungsik nadó hacia él.
—¿No es genial? Sobre todo en un día tan caluroso como hoy.
—No siento las piernas del frío —murmuró Minwoo temblando.
—Eso es porque no las estás moviendo. Ven, vamos al otro lado. Entrarás en calor en cuanto empieces a nadar.
—¿Tú crees?
Minwoo no estaba del todo convencido, pero siguió a su marido, que se encontraba como pez en el agua. De todos modos, no tenía otra opción.
Tenía razón. Se sintió mejor después de haber nadado un poco. El agua ya no le parecía tan fría, se detuvo al lado de Hyungsik y disfrutó del baño.
—Imagínate cómo se sentirían los monjes si te viesen.
Minwoo tragó saliva Hyungsik e apretó contra él y le acarició el trasero. Lo abrazó con una pierna y lo besó.
Era tan sensual, tan erótico, que Hyungsik se moría de deseo. Se sentía bien.
—Salgamos de aquí —propuso.
Los dos nadaron hasta donde habían dejado la ropa. Hyungsik salió del agua y ayudó a su esposo a hacer lo mismo. Antes de darse cuenta estaba tumbado boca arriba y Hyungsik lo besaba intensamente. Minwoo Ella abrió los labios para recibir su lengua y apretó el cuerpo contra el de él.
Le quitó la ropa interior y frotó sus erecciones.
—Abre las piernas —le pidió.
Aunque su piel seguía estando fría, su interior estaba cálido y húmedo, justo lo que necesitaban para entrar en calor. Los músculos de su entrada que lo había recibido sólo unas semanas antes volvían a estar preparados para él. Lo penetró profundamente.
A Minwoo ya no le importaba que nadie los viese, la idea lo excitaba todavía más. Lo único que contaba era que Hyungsik volvía a formar parte de él. Lo llenaba física y espiritualmente y ya estaba teniendo un orgasmo cuando Hyungsik metió los dedos entre su pelo para después acariciarle la nuca. Después llegarían su orgasmo y entonces sintió cómo Hyungsik se dejaba ir y apretaba sus caderas contra la suyas hasta vaciarse por completo. Apoyó la cabeza en su cuello y sintió una paz y una satisfacción incluso mayor que lo que había experimentado cuando habían hecho el amor en su dormitorio.
Hyungsik cerró los ojos. Quería prolongar ese momento, quedarse pegado a él. Sabía que si hubiesen estado en otro lugar le habría vuelto a hacer el amor, pero no era justo que Minwoo yaciese sobre las piedras más tiempo.
Además, Hyungsik sabía que tenían que volver. No podía seguir posponiéndolo. Pero seguía sin querer pensar en la reacción de Minwoo cuando viese a Yeowool.
—¿Estás bien, Hyungsik? —preguntó Minwoo incorporándose. Lo miraba con ojos de preocupación.
—Me gustaría que no tuviésemos que volver.
—No es tan grave. Además, puedo quedarme hasta el lunes —anunció Minwoo optimista—. Tenemos todo el fin de semana para nosotros… y tu cama será mucho más cómoda que el suelo.
Hyungsik gimió, quería contárselo, advertirle lo que le esperaba, pero no podía disgustarlo en ese momento.
—Te quiero. Nunca lo olvides.
—Yo también te quiero. Hyungsik, he sido tan tonto...
Cuando volvieron a casa, eran más de la una. Hyungsik se había pasado todo el camino intentando anunciarle a Minwoo que Yeowool estaba allí, pero no había sido capaz. ¿Cómo iba a decirle a su esposo que el joven que decía esperar un hijo suyo se había presentado en casa de sus padres sin que nadie lo invitara? Si Minwoo no lo había creído hasta entonces, ¿por qué iba a hacerlo en esos momentos?
Aparcó el coche y tomó a Minwoo de la mano.
—Espera. Tengo que contarte algo.
Minwoo frunció el ceño. No le apetecía ver a su suegro y le preocupaba la expresión de Hyungsik. Imaginaba que Park Donghae endría su propia opinión acerca de su comportamiento.
Pero antes de que ninguno de los dos pudiese hablar, apareció el propia Donghae sonriendo de oreja a oreja.
—Aquí estás, Minwoo. Los he visto iros juntos hace un par de horas. ¿Qué pasa, Hyungsik, no quieres compartirlo con nosotros?
Hyungsik estaba perplejo. Su appa, que debió leerle el rostro, le dio a  Minwoo un abrazo y los agarró a los dos del  brazo.
—Ven. Tu padre y yo los estábamos esperando para comer. Me alegro de verte, Minwoo. Ya era hora de que vinieses a hacerte cargo de él.


Minwoo voló a Seúl el lunes por la mañana. Hyungsik lo había llevado a la capital el sábado por la tarde y habían pasado la noche en el hotel. Había sido una noche mágica que habían aprovechado al máximo porque él se iba al día siguiente. Minwoo no quería marcharse y a Hyungsik le hubiese encantado que se quedase.
Pero su esposo tenía compromisos. No podía posponer la entrega de las ilustraciones de un libro, y Hyungsik no quería asustarlo con sus problemas de corazón, así que tuvo que aceptar su decisión de volver a casa.
No obstante, cuando se despidió de él en el aeropuerto, lo hizo con aprensión. Había muchas cosas que quería decirle y que no le había dicho. Aunque se había visto obligado a contarle que el doctor Dongjoon le había ordenado que descansase no le había dicho nada de las pruebas que le habían hecho.
Hyungsik sabía que a Minwoo le habría gustado que hiciese las maletas y se fuese con él.
La idea lo había tentado. En esos momentos sentía que lo más importante era volver a estar con Minwoo. Pero sabía que debía quedarse allí a descansar.
Además, después de que su appa se hubiese desecho de Yeowool, se sentía obligado a quedarse y seguir sus consejos. Aparentemente Donghae no se había creído la historia que le había contado el joven y le había dicho que, si su hijo decía que el niño no era suyo, era porque no era suyo. Punto y final.
Su appa todavía no se lo había contado todo con detalle, sólo le había dicho que había llamado a un taxi para que llevase a Yeowool a la estación.
—Le he pagado el viaje de vuelta a la capital, que es más de lo que se merece —le había comentado Donghae a Hyungsik en la cocina ese mismo día después de comer—. Ahora no podemos hablar de esto, pero nunca habría permitido que semejante persona se quedase en mi casa.
Hyungsik se había quedado muy sorprendido. Y estaba inmensamente agradecido.
—¿Así que se fue?
—No tuvo elección —había declarado su appa con orgullo—. Estoy seguro de que no volverá a molestarte.
En ese momento su appa le había hecho un gesto con la cabeza para avisarle de que ya no estaban solos. Minwoo se encontraba detrás de él, en la puerta de la cocina, y los miraba como preguntándose de qué hablaban.
—¿Ocurre algo?
—¿Qué iba a ocurrir? —había contestado Donghae mientras se secaba las manos con un paño—. Hyungsik me está diciendo que te quedas.
—Si no os importa.
—Siempre eres y serás bienvenido. Imagino que lo habéis pasado bien esta mañana. Hyungsik es un hombre afortunado. Espero que lo sepa.
Minwoo se acercó a su marido y lo agarró por el brazo.
—Estoy seguro de que sí.
—Bueno, me alegro de que por fin hayan entrado los dos en razón. No dejen que nada, ni nadie, los separen.
Eso había sido el viernes por la tarde, pero ahora que su esposo ya estaba subido en el avión, Hyungsik pensó que debía haber sido sincero con él y haberle contado la visita de Yeowool. Su appa le había dicho que no se arriesgase, pero no conocía a Yeowool. Era una persona sin escrúpulos y parecía empeñado en acabar con su matrimonio, así que lo mejor sería que se volviese a Corea lo antes posible.
Pero cuando habló del tema con su appa esa misma noche, éste le dijo que no debía siquiera considerarlo.
—Hasta que no llegó ese joven no entendía que Minwoo y tú siguieran teniendo problemas maritales. Imagino lo que debe de haber sufrido tu esposo con la pérdida de tres embarazos. Supongo que tenía miedo de volver a quedarse embarazado, aunque a tu padre y a mí no nos gustase que te hubiese echado de su cama. Pero eso fue hace casi dos años y pensé que ya habrían solucionado sus diferencias. Luego, cuando ese joven apareció en casa, entendí por qué se había quedado Minwoo en Corea y tú estabas aquí solo.
—No es tan simple, appá...
—Lo sé. Pero escúchame bien, Hyungsik, lo primero de todo quiero que me digas si has tenido una aventura con él.
—Con Yeowool? ¡No!
—¿Pero Minwoo piensa que sí?
—Quizás.
—¿Y por qué dice ese joven que eres el padre de ese niño?
—No lo sé.
—Dice que estuviste con él. Que todo empezó una noche que habías bebido demasiado y te quedaste a dormir en su casa.
—No había bebido.
—Él insiste en que tú dijiste que habías bebido demasiado.
—De acuerdo, lo dije. Pero no era verdad, no me encontraba bien pero no quería decírselo. No recuerdo exactamente lo que ocurrió. Estaba despidiéndome de él en la puerta de su casa cuando sentí que me mareaba. Y de lo siguiente de lo que me acuerdo es que estaba tumbado en su sofá.
—¿Llevabas la ropa puesta?
—Casi toda.
—¿Qué quieres decir?
—Yeowool me había quitado la chaqueta y me había aflojado la corbata.
—¿Y los pantalones?
—Los llevaba puestos. ¿Appá, adónde quieres ir a parar? ¿Crees que me acosté con él y no me acuerdo?
—¿Es eso posible?
—Por supuesto que no. Pensé que me creías. En cualquier caso, es un alivio que no creas que todo se debe a que le gustaba yo —comentó Hyungsik con sorna.
—Claro que le gustabas. Eso es evidente. Eres un hombre guapo. ¿De quién fue la idea de que salieran juntos?
—Mía, supongo.
—¿Estás seguro?
—Siempre estaba rondando por mi despacho. No recuerdo cómo ocurrió. Quizás fue Gaesae quien lo sugirió, sabía que no me encontraba bien.
—¿Quién puede ser el verdadero padre?
—¿Cómo quieres que lo sepa?
—¿No has pensado en ello?
—No. He estado demasiado ocupado intentando deshacerme de él como para preocuparme por eso.
—Pues deberías. Hyungsik, podría ser alguien cercano a ti.
—Podría ser cualquiera.
—No lo creo. ¿No has oído nunca la expresión «el mundo es un pañuelo»?
—Sí, pero supongo que sea quien sea, no va a dar la cara.



4 comentarios:

  1. ahhh Ese Yewool como se atreve!!! ¬_¬ de buenas que Hae no se lo creyó
    Al fin Woo y Sik pudieron arreglar las cosas entre ellos *w* ahora solo falta que por fin los deje en paz ese tipo ¬¬
    Es sorpechoso lo que le dijo Hae a Sik esto me huele a gato encerrado :/

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    1. Yo diciendo "Hae" porque coloca Hae? No me acordaba que salían los padres de Sik. 😂😂😂😂😂

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  2. Pobre Hyungsik con tanto sobresalto entre Yeowool y Minwoo cuando se va a componer de su corazoncito. Ahora que bueno que Hae no de dejo convenser de las mentiras de Yeowool y lo corrio de su casa evitando asi que Minwoo lo encontrara ahi y tambien tiene mucha razon hay algo muy raro en todo este asunto, quien sera en verdad el papá del bebe? Gracias por el capitulo. Y feliz dia de la mujer!!!

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  3. Dios...por mero le da el patatus a Sik cuando el tipo ese lo atosigaba con su llanto finjido...por dios que molesto es el tipo.
    Bien jugado eso de Minwoo de ir a alcanzar a Sik...aunque me hubiera gustado que Sik se sincerará de una vez ,si no con todo lo que conlleva el echo de que el tipo diga que el bebé es de Sik...al menos le hubiera dicho que lo atosiga a tal grado.
    A ver si cuando regrese no se encuentra con una sorpresa...con lo bien que habían ido las cosas estos días...predisposición quizás...pero seguro que ese tipo no se regreso contento con los resultados que no obtuvo.
    Nunca hay paz total...😧

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...