Anhelos- 7



—¿Podría ser alguien del trabajo el padre? —su appa era una persona insistente.
—Ya te he dicho que podría ser cualquiera, appá, en las oficinas hay más de cien personas.
—Y has dicho que Yeowool trabajaba con Hwi Gaesae. ¿Hay algún hombre por allí que pueda parecerte sospechoso?
—¡Appá!
—¿Y el propio Gaesae? Es bastante mayor que tú, ¿no es cierto?
—¡Gaesae! Appá, Gaesae está casado y tiene tres hijas adolescentes. Nunca lo he visto mirar a otro joven que no fuese el suyo.
—Pero Yeowool es persistente, eso tienes que admitirlo. Y es de esos jóvenes que gustan a determinados hombres.
—Déjalo, appá.
—Ya sabes, a los que les gustan las parejas que  tienen  donde  agarrar, curvas pronunciadas.
Hyungsik no pudo evitar  sonreír.
—¿Te ha gustado, eh? —le preguntó a su appa.

—No, no me ha gustado en absoluto. Lleva escrito en la frente que es un cazafortunas y me parece que lo que quiere es que lo sobornes. Sabe que no puedes probar que el niño no es tuyo hasta que no haya nacido.
—¿Estás sugiriendo que lo soborne?
—No, pero te sugiero que pienses en quién puede ser el padre. Si no es Hwi Gaesae, ¿quién podría ser?


Minwoo se pasó la semana siguiente trabajando. Iba atrasado y le costaba concentrarse. Tenía muchas cosas en las que pensar.
No había planeado el viaje a Japón, pero estaba encantado de haberlo hecho. Con lo que no había contado era con volver solo a casa.
Probablemente, no habría ido si Hwi Gaesae no se lo hubiese sugerido. Como no tenía noticias de Hyungsik, había llamado a Gaesae para ver si sabía cuándo pensaba volver su marido. Le había dado la impresión de que Hyungsik tampoco se lo había dicho a él, pero le había contado que su marido estaba deprimido y físicamente muy desgastado. Estaba seguro de que le encantaría verlo. Y había tenido razón.
Pero de vuelta a Corea, volvía a tener miedo. Era cierto que Hyungsik estaba muy cansado. Pero no le había dado la sensación de que estuviese deprimido. ¿Se habría animado al verlo? ¿O es que ya se sentía mucho mejor? Si era así, ¿por qué no había vuelto a casa todavía?
Alguien llamó a la puerta del estudio y Minwoo se volvió nervioso, pensando que podía ser su marido. Pero no, era el joven Moon el que lo había sacado de su ensimismamiento y le pedía disculpas con la mirada.
—Sólo quería decirle que me voy al pueblo. Voy a la oficina de correos, volveré pronto. ¿Quiere que le traiga algo?
«A mi marido», pensó Minwoo sonriendo.
—No,  gracias.  Espero  haber  terminado  esto  dentro  de  una hora. Luego me daré un buen baño relajante.
—Muy bien. Hasta luego.
—Eso espero.
El mayordomo se dirigió a la casa. Minwoo suspiró y volvió al trabajo.
Tenía bastante que hacer antes de poder tomarse un descanso.
Aproximadamente diez minutos después de que se marchase el joven Moon a Minwoo volvió a darle la sensación de que no estaba solo. Se sentía incómodo y esperó que el mayordomo hubiese cerrado la puerta con llave. Desde que Yeowool había ido a verlo y Hyungsik se había marchado a Japón, se preocupaba por su seguridad.
No consiguió relajarse ni concentrarse en el trabajo, así que tiró la brocha enfadado y se dijo que ya terminaría al día siguiente. Hyungsik no era el único que estaba tenso.
Como le gustaba tener el material bien ordenado, recogió la brocha, la limpió y la colocó con las demás antes de marcharse.
Estaba cerrando la puerta cuando vio a Jo Yeowool apoyado en el muro que rodeaba el patio.
A pesar de ser un día fresco de agosto, Yeowool estaba muy colorado. Se irguió cuando Minwoo se acercó a donde él estaba, su vientre había seguido creciendo.
—Hola, Minwoo, cuánto tiempo sin vernos.
—No el suficiente. ¿Cómo has entrado?
—Tienes la casa como si fuese una fortaleza. Pero ya había estado aquí y me dije que debía de poderse entrar viniendo desde la playa.
—¿Has subido por la cala?
Por eso tenía la cara tan roja, en su estado era un gran esfuerzo.
—He tenido que hacerlo. He visto cómo se marchaba tu mayordomo, pero ha cerrado la puerta y no podía saltar el muro. Como ves, tu casa no es tan segura como creías.
Minwoo admitió en silencio que tenía razón. Si Minwoo había podido entrar, cualquiera podría hacerlo.
—En cualquier caso, pierdes el tiempo, porque no pienso hablar contigo. Y si buscas a Hyungsik, tampoco está aquí.
—Ya lo sé. He pasado las dos últimas semanas con él en Japón. ¿No me crees? Mira —continuó sacando algo del monedero—, es el billete a Japón que compré la semana pasada. El mismo día que llegaste tú y lo estropeaste todo.
—¿No te creo.
Minwoo habló con seguridad, aunque en su interior no lo tenía tan claro. Yeowool sabía que en un par de meses, cuando naciese el bebé, se disiparían todas las dudas. ¿Por qué insistía tanto si sabía que acabaría descubriéndose la mentira?
—¡Mira el billete! ¡Míralo!
El joven movía el billete con nerviosismo delante de su cara, y Minwoo accedió a mirarlo para que se calmase. Efectivamente, era un billete a Japón del mismo día que él había estado allí. ¿Pero qué probaba?
«Que Yeowool ha estado allí», pensó Minwoo.
¿Cuánto tiempo se habría quedado en Kochi y qué había hecho allí? ¿Por qué era un billete sólo de vuelta? ¿Habría hecho el viaje de ida con Hyungsik, en su coche?
Minwoo se sintió enfermo. Yeowool debía de haber visto a Hyungsik. ¿Por qué no se lo había contado su marido? ¿Sería ésa la razón por la que no había vuelto a casa con él?
Recordó cómo lo había encontrado cuando llegó a casa de sus padres, parecía enfermo, pálido y sudoroso. ¿Cómo no lo había sospechado? Seguro que lo había visto llegar y había dicho a sus padres que se llevasen a Yeowool antes de que ellos volviesen.
« ¡No! »
No podía creer que el hombre que había parecido estar encantado de verlo, que lo había llevado a ese lugar tan maravilloso y que le había hecho el amor con tanta pasión estuviese llevando una doble vida. No era verdad.
—Eso no quiere decir nada. Estás perdiendo el tiempo, Yeowool. Hyungsik y yo nos queremos.
—¿Eso piensas? No sé qué voy a tener que hacer para que me creas. Si quieres puedo describirte el interior de la casa de sus padres —sugirió Yeowool—. Veamos, hay un pasillo estrecho que lleva desde la entrada hasta la cocina. Las paredes del salón son blancas. Me cayó muy bien el señor Park, Hyungsik se parece mucho a su appa. Ambos me hicieron sentir como en casa.
—No te creo. ¿Crees que el hecho de que me describas la casa prueba algo?
—No puedes hacer esto. No puedes quedarte tan tranquilo después de todo lo que está pasando.
—No está pasando nada. Ahora, quiero que te marches. Te abriré la puerta, no quiero que te caigas por el acantilado.
Yeowool sacudió la cabeza y se sentó en una de las sillas del patio.
—No me encuentro bien. Estoy deshidratado. Por favor, necesito beber algo. No puedes negarme un vaso de agua.
Quizás fuese verdad, era evidente que tenía mucho calor.
—Espérame aquí.
Abrió las puertas que llevaban al jardín. No quería abrir las del salón, por si Yeowool volvía a entrar. Entró en la casa y atravesó el pasillo que llevaba a la cocina rápidamente.
No debió de tardar más de dos minutos, pero cuando volvió, no había nadie en el patio. Buscó a Yeowool pero no lo encontró. Sólo podía haberse marchado por la escalera del acantilado, así que dejó el vaso de agua y cruzó la puerta que llevaba hasta ellas.
Las escaleras estaban desiertas. Y en la playa sólo había un hombre paseando a un perro, a Yeowool no podía haberle dado tiempo a llegar hasta allí. Se lo había tragado la tierra.
Entonces sintió una ligera corriente de aire y oyó que alguien respiraba a su espalda. Una mano lo empujó y Minwoo perdió el equilibrio.
Cayó rodando e intentó agarrarse a algún arbusto, pero se rompían con su peso.
Minwoo no se dio por vencido, no quería morir, así que sacando fuerzas de flaqueza se agarró a la raíz de un árbol y ahí acabó su descenso. Tenía las manos doloridas y se sentía aturdido.
Casi sin respiración, intentó entender lo que estaba pasando.
Oyó un grito y pensó que sería Yeowool, que bajaba por las escaleras para acabar lo que había empezado y él gritó también.
Pero entonces se dio cuenta de que no era una voz conocida. Un hombre que le decía que no se moviese hasta que llegase hasta donde él estaba.


—¡Estás loco!
Park Donghae entró en la habitación en la que su hijo estaba haciendo la maleta y lo miró enfadado.
—Lo sé.
Hyungsik continuó con lo que estaba haciendo. Esperaba que su appa entendiese que tenía que volver a casa. No había tenido noticias de Minwoo desde que se había ido dos semanas antes y él tampoco había conseguido localizarlo en su teléfono móvil, así que estaba preocupado.
Había pensado llamar a el joven Moon, pero su orgullo se lo impedía. Suponía que su esposo no le había contado al mayordomo lo que había ocurrido cuando había ido a verlo a Japón y a él no le apetecía explicarle que por fin habían acabado con el distanciamiento que había existido entre ellos durante tanto tiempo.
O quizás la verdadera razón de su vuelta fuese que estaba convencido de que Yeowool no había dicho su última palabra.
Su padre apareció detrás de su appa y le puso la mano en el hombro.
—Déjalo, Donghae. Hyungsik sabe lo que hace.
—Pero sólo lleva aquí cinco semanas y el médico le había dicho que descansase por lo menos seis meses.
—¿Os importaría no hablar de mí como si no estuviese aquí? Además, yo no he dicho que vaya a volver al trabajo inmediatamente. De hecho, he pensado en hacer algunos cambios cuando llegue. Uno de ellos será delegar parte de mi trabajo para que Minwoo y yo podamos pasar más tiempo juntos.
—Es lo más sensato que te he oído decir últimamente —admitió su appa.
Después, entró en la habitación y le quitó de las manos una camiseta que iba a meter en la maleta.
—Déjame que lo haga.
Padre e hijo se sonrieron con complicidad.
—¿No has pensado nunca en comprar una casa aquí? —le preguntó su padre—. La casa de Leeteuk lleva vacía tres años y, aunque necesita algunas reformas, tú tienes el dinero necesario para volver a hacerla habitable.
—¡La casa de Leeteuk! Ese lugar está en ruinas.
—Lo sé. Pero podrías arreglarla. Ya sé que eres arquitecto y que no estás acostumbrado a mancharte las manos, pero sería una buena manera de ocupar tu tiempo.
Hyungsik iba a decir que, de todos modos, esa casa era demasiado grande para Minwoo y para él, pero no lo hizo. Quizás fuese demasiado grande pero, en el fondo, la idea de reformarla lo atraía.
—¿Cuánto piden por ella?
La suma era muy inferior a lo que él había imaginado.
—Lo pensaré —accedió Hyungsik—. Pero primero tengo que hablarlo con Minwoo.
Hyungsik tuvo su mente ocupada con eso de camino a casa. No sabía lo que opinaría Minwoo al respecto, pero lo cierto era que él podía trabajar casi desde cualquier sitio.
También pensó que, aunque seguía estando preocupado por su salud, se encontraba mejor. A pesar de las semanas pasadas en casa de sus padres, su corazón no se había recuperado del todo y de vez en cuando todavía se sentía mal. Pero no había vuelto a marearse desde el día que habían llegado Minwoo y Yeowool.
En cualquier caso, le había venido muy bien el descanso. Se sentía casi al setenta por ciento, lo que le parecía un buen resultado si tenía en cuenta que en realidad el médico le había recomendado que descansase seis meses.
El viaje fue rápido y enseguida se encontró conduciendo por la carretera que lo llevaba a casa. Volvió a llamar a Minwoo desde un área de servicio, pero nadie respondió. Se dijo que lo vería enseguida y que posiblemente fuese mejor que la primera conversación fuese cara a cara.
Fue al pasar la última luz cuando se dio cuenta de que no se encontraba tan bien como creía. Le costaba trabajo mantener los ojos abiertos y estaba cansado. Se dio cuenta de que había sido una locura hacer el viaje del tirón, no estaba acostumbrado a conducir tanto tiempo seguido. Debería haberlo hecho en dos etapas y quedarse a dormir en el camino.
Llegó a Hwarang a última hora de la tarde. El pueblo, que era poco más que una calle principal y varias laterales, estaba prácticamente desierto. Las pocas tiendas que había estaban ya cerradas, sólo quedaban abiertos los tres pubs. Unos años antes, Minwoo y él solían pasear por el pueblo en las cálidas noches de verano y sentarse a tomarse algo en la terraza de algún café, con vistas al mar.
Hyungsik condujo rápidamente, desesperado por llegar a su destino. Se sentía aturdido, probablemente a causa del cansancio, y estaba deseando estirar las piernas.
Las puertas estaban cerradas, así que tuvo que bajarse del coche para llamar por el interfono e identificarse. Sólo tenía llaves de las puertas de la casa.
—¡Señor Park! ¿Qué hace usted aquí? —preguntó el joven Moon como si le hubiese puesto nervioso su llegada.
—Vivo aquí ¿Puede abrirme? Estoy cansado y no tengo tiempo para explicaciones. Necesito tumbarme.
—Ah... claro… dadas las circunstancias...
¿Qué le pasaba a el joven Moon? ¿Qué le habría contado Minwoo? En cualquier caso, no era el recibimiento que él esperaba.
Cuando estaba a punto de perder la paciencia, se abrieron las puertas. Volvió al coche y se preguntó dónde estaría Minwoo. Tenía que haber llamado antes. Lo habría hecho si hubiese sospechado que él no estaría en casa.
Aparcó el coche al lado de la puerta de entrada y sacó sus cosas del maletero. Entonces vio al joven Moon esperándolo en la puerta. Parecía preocupado.
—¿Puedo ayudarlo? Se le ve muy cansado, deje que lo agarre del brazo.
—Puedo yo solo.
A pesar de estar exhausto, se negaba a apoyarse en un joven. Cerró el coche y empezó a subir los tres escalones que daban al porche.
—¿Dónde está mi esposo?
—No está aquí, señor Park.
—¿Cómo que no está aquí? —preguntó Hyungsik dejando la maleta en el suelo y sentándose en el brazo de uno de los sofás—. ¿Y dónde está entonces?
—Esto... en casa del joven Hwang, señor. Después... después del accidente...
—¿Qué  accidente?  No sabía  que Kwanghee hubiese tenido  un accidente. ¿Cómo es que Minwoo no me ha dicho nada?
—No, no es Kwanghee la que ha tenido un accidente, sino su esposo.
—¡Minwoo! ¿Por qué no me ha llamado nadie?
—Yo quería decírselo, pero la gente...
—La gente, ¿qué gente? —inquirió Hyungsik, que no quería enfadarse con él—. ¿De qué habla?
—El señor Hwi me dijo que no merecía la pena preocuparlo innecesariamente.
—¡Gaesae debería meterse en sus asuntos!
—Y el joven Hwang...
—¡Eso no me extraña! ¿Qué ocurrió? ¿Un accidente de coche?
—No —respondió el joven Moon incómodo—. No creo que deba ser yo la que se lo cuente, señor Park. Lo único que puedo decirle es que hemos tenido mucha suerte de que el joven no le haya pasado nada peor.
A pesar de que Hyungsik se encontraba fatal, tenía que averiguar lo que había ocurrido.
—Tengo que verlo.
—No creo...
—¿Qué es lo que no cree? ¿Que deba ir a ver a mi esposo? Ha tenido un accidente, maldita sea. Y usted no quiere contarme lo que ha pasado. Y no sé por qué está en casa de una persona que no me gusta nada. ¿No pensará que voy a esperar a mañana por la mañana para llamarlo por teléfono?
—Quizás fuese lo mejor. Sé que está usted preocupado...
—Por supuesto.
—. . .pero el señor Park todavía se está recuperando. Y después de lo que dijo ese joven quizás no quiera...
—¿Qué joven? —inquirió a pesar de conocer la respuesta—. ¿Quiere decir que Jo Yeowool ha estado aquí otra vez?
—Pensé que lo sabía.
—¿El qué?
—Que el joven Jo había venido a ver al señor.
—Pues no. ¿Por qué no me dice lo que ha pasado? ¿El accidente de Minwoo tiene que ver con la visita de Yeowool? ¿Lo atropelló o algo así?
—No, no fue eso. En realidad el joven Jo no tiene nada que ver con el accidente, que ocurrió cuando él ya se había marchado. El joven Park estaba disgustado, pero...
—¿Quiere decirme de una vez qué es lo que ocurrió?
—No lo sé. Yo había ido al pueblo. Pero... parece ser que el joven señor fue a dar un paseo al acantilado y... se cayó.
—¿Por el acantilado?
—Según el hombre que lo rescató lo salvó el cinturón, que se enganchó en una rama, o algo parecido.
Hyungsik se dejó caer en el sofá. Podía imaginarse lo que habría pasado si no hubiese llevado ese cinturón. Seguro que Yeowool le había dicho algo a Minwoo que lo había desestabilizado, porque su esposo conocía bien el camino del acantilado.
—Pero ahora lo importante es que el joven Park está bien — añadió el mayordomo—. Tuvo suerte de que el señor Han estuviese paseando al perro en la playa y viese lo que pasó. Llamó enseguida a los servicios de urgencia y...
—Ya imagino...
Hyungsik estaba sudando, pero consiguió ponerse en pie. Había tenido razón al sospechar que Yeowool seguiría con su juego. Pero no entendía por qué Minwoo se había marchado a casa de Kwanghee en vez de ir él a su casa.
—En cualquier caso —continuó el joven Moon—, no creo que sea buena idea que vaya usted esta noche. Perdone que le sea franco, pero no tiene usted buen aspecto. ¿Por qué no se queda y le preparo algo para cenar? Puede ir a ver al señor por la mañana.
—¿No pensará que voy a esperar aquí? Tengo que ver a Minwoo. Tengo que ver con mis propios ojos que está  bien.
—Quizás sea él el que no quiera verlo a usted.
—¿Por qué no?
—Lo que le dijo el joven Jo lo afectó mucho y cuando estuvo   en el hospital...
—¿Estuvo en el hospital?
—Sólo una noche, pero estaba un poco... histérico. Creo que el joven Jo le dijo que había estado con usted en Japón.
—¿Qué?
—Hasta le enseñó un billete que había utilizado la misma mañana que el señor Park llegó.
—¡Dios Santo!
—Pero estoy seguro de que si usted le dice que no es verdad, que el joven Jo se lo ha inventado todo, lo creerá.


3 comentarios:

  1. Como que un accidente!!!
    Que diga que ese loco lo empujo!!!!!
    Ahhhh
    -un hombre ebrio puede tener una erección, y alguien aprovecharse de eso(?), por que si no fue eso lo que paso, por que esa cosa insiste que el bebe es de Sin???-

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  2. Espero que Minwoo aclare que eso no fue un accidente por Dios para que ahora si Hyungsik haga algo contra ese desquiciado ahora si se pasó por poco y mata a Minwoo. Sera que su appa tenga razon y tal vez el padre de ese bebe sea Gaesae? Ya estoy desesperada por ver que todo se arregle!! Pero creo que todavia tendremos mas drama asi que todo a su tiempo. Gracias por el capitulo.

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  3. Son una bola de idiotas...todos
    Sik,minwoo,el mayordomo,el tipo ese,kwanghee,el "amigo" de Sik,hasta el que ayudo a Minwoo porque tuvo que haber visto algo a fuerza.
    Me caen mal que sean tan "inocentes" (por nobdecir tontos) y se crean todas las tretas que les dicen y ellos caen como canica.
    Esta viendo que el tipo está mal,nervioso,desesperado y todavia se pone a complacerlo.
    Justo ahorita...me caen mal todos.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...