Kevin bajó su cabeza mientras miraba empacar a Kwanghee. Se sentía
aliviado por sus acciones y la sugerencia de Heechul. Kangin vivía en una casa
en la que ni siquiera Kevin podría irrumpir. Esta no estaba protegida solamente
contra los criminales humanos, también contra intrusos de otros mundos.
Allí, el resto de su manada no podría pasar a no ser que Kangin lo
permitiera, y el antiguo Dark Hunter sabía que era mejor no permitir entrar a
una manada de Were-Hunters.
Él hocicó la pierna de Heechul, agradecido que no fuera un completo
lunático. En un momento, Kwanghee había empacado. Apagó las luces y abrió la
puerta. Ellos intentaron dejarlo, pero Kevin se rehusó.
—Déjalo venir —dijo Heechul mientras Kwanghee intentaba arrastrarlo de su
SUV
—¿Sí, pero tu hermano no tiene a Heebum
ahora?
—Si, pero él es bastante amistoso con otros perros. Es a los vampiros a
los que odia.
Kwanghee no comentó esto. En cambio, dejó al lobo en el asiento trasero
de su Jeep Cherokee. Puso su bolso al lado de él, luego entró y esperó que Heechul
saltara dentro. Ellos salieron y el corazón de Kwanghee se detuvo cuando vio la
moto de Kevin fuera de su tienda.
—¿Qué es eso?—preguntó Heechul.
El señaló hacia la motocicleta.
—Él todavía está aquí.
—Dispárale —dijo Heechul mientras sacaba su Glock y comprobaba su
recámara.
—Santo cielo, Heechul. No puedes pegarle un tiro.
—Confía en mí, puedo —. Heechul se tocó la cicatriz sobre su cara—. Ahora
vayámonos antes que nos encuentre.
Kwanghee hizo como él dijo.
No les tomó mucho tiempo llegar a lo de Leeteuk y su mansión. La casa
estilo Renacimiento griego era una de las mejor conservadas en el estado. Era
también una de las más grandes.
Kwanghee entró en el camino de entrada e hizo una pausa delante de las
grandes puertas de hierro que tenían que ser abiertas desde adentro.
Heechul usó su teléfono celular para llamar a Leeteuk.
—¿Por qué simplemente no tocamos el timbre? —preguntó Kwanghee.
—Por que Kangin puede ser un maldito imbécil sobre permitirme entrar a mí
a veces.
Kwanghee frunció el ceño.
—¿Por qué?
—Intenté matarlo una vez y él no se ha sobrepuesto. Juro, que ese hombre
puede mantener un rencor mejor que nadie —hizo una pausa—. ¡Eh! Teukkie, soy
yo. Estamos aquí fuera en el camino de entrada. ¿Nos podrías abrir la puerta?
—le guiñó un ojo a Kwanghee—. Soy yo y Hwang Kwanghee... Sí, bien.
Las puertas se abrieron.
—Gracias, hermano. Te veo en un minuto.
Ellos subieron por el camino de entrada y Kwanghee silbó bajo. Nunca
había estado dentro de las puertas antes, pero todo el mundo en la ciudad sabía
sobre esa casa.
Era aún más hermosa de cerca de lo que lo era desde la calle.
Subieron el camino semicircular hasta la puerta de entrada, la que se
abrió de golpe al instante en que se detuvieron. Kim Leeteuk salió, sosteniendo
a su pequeña hija sobre su cadera.
La bebé comenzó a saltar al segundo que vio a Heechul.
—¡Appá, appá, appá! —gritó la bebé en su jerga infantil, y se lanzó hacia
Heechul, quien la alzó y la abrazó.
Antes de que la cara de Heechul hubiera sido marcada, el único modo de
diferenciar a los dos jóvenes había sido su guardarropa. Mientras Heechul
prefería un estilo gótico moderno, Leeteuk era convencional al extremo.
—¿Qué los trae aquí? —preguntó Leeteuk.
—Él tiene a un sicótico persiguiéndolo —dijo Heechul mientras Kwanghee
sacaba a su lobo del coche y agarraba su bolso.
Leeteuk lo miró con preocupación.
—¿Estás bien, Kwanghee?
Kwanghee sostuvo a su lobo.
—Eso creo. Realmente siento imponerme.
—No, nada de eso —dijo Leeteuk mientras se acercaba a Kwanghee—. Sé
cuanto te quieren mis hermanos. Odiaría que algo te pasara.
Leeteuk se quedó helado cuando vio al lobo con él y frunció el ceño.
—¿Te importa, que lo trajera? —preguntó Kwanghee—. Heechul dijo que
estaría bien.
Todavía frunciendo el ceño, Leeteuk miró a Heechul.
—Okey...
Leeteuk le presentó su mano al lobo quien inmediatamente se le acercó.
— ¿Probablemente quieras ir dentro, verdad, muchacho?
El lobo se volvió al lado de Kwanghee.
—O no —dijo Leeteuk—. ¿Bien entonces, por qué no vamos dentro y
averiguamos un poco más sobre este loco que está detrás de Kwanghee?
Ellos siguieron a Leeteuk hasta la casa. Kwanghee echó un vistazo, un
poco intimidado por el tamaño del lugar y la original colección de antigüedades
que parecían pertenecientes a un museo. Nunca había visto nada como eso.
Pero la parte más extraña era que las antigüedades estaban equilibradas
por muebles contemporáneos como los sofás afelpados negros y un caro sistema de
entretenimientos.
Sin mencionar al extraño muñeco vampiro. Ellos hasta tenían un ataúd como
mesa de café.
Muy extraño...
Un magnífico hombre entró en el cuarto desde el vestíbulo a la derecha y
maldijo el instante en que vio a Heechul en el recibidor.
—También te quiero, Kang —dijo Heechul con una sonrisa abierta y
amistosa.
Él suspiró lo que decía que necesitaría paciencia para tratar con Heechul.
—¿Mataste algún vampiro últimamente? —preguntó él.
—¿Aparentemente no, tu todavía respiras, huh? —Heechul chasqueó su lengua
a Leeteuk —. ¿Cuándo piensa el Dr chapatin aquí presente, morirse de edad
avanzada, de todos modos?
Kangin estrechó sus ojos a su cuñado antes de mirar a su esposo.
—Sabes, yo siempre pensé que me había enfrentado a la encarnación del mal.
Y luego conocí a tu hermano. Él hace una burla total de todas las fuerzas
malévolas conocidas.
—¿Podrían parar los dos? —les dijo Leeteuk—. Tenemos compañía, y hablando
del mal encarnado. ¿Por qué no rumbeas al cuarto de los niños y le cambias el
pañal a tu hija?
—Cualquier cosa para alejarla de Heechul antes que la corrompa. Eso hasta
merece que me enfrente con desperdicios tóxicos.
Heechul bufó ante eso.
—Vamos, pequeña Sora, y asegúrate de hacerle a Papi algo realmente
repugnante cuando el te cambie, si?
La bebé se rió mientras Heechul la entregaba a su padre.
Kangin enfiló hacia la escalera, luego se detuvo cuando vio al lobo
sentado silenciosamente detrás de Kwanghee.
—¿Es eso quien pienso que es? —le preguntó Leeteuk. Kangin asintió con su
cabeza.
—Sí, eso creo.
El corazón de Kwanghee se detuvo.
—¿Conoces a su dueño?
Kangin pareció un poco preocupado con su pregunta.
—Él realmente no tiene un dueño en sí. ¿Cómo terminaste con él?
—Él apareció en mi casa y lo recogí.
Kangin y Leeteuk intercambiaron una mirada perpleja.
—¿Él te dejó?
—Bueno, sí.
Heechul abrió su boca como si entendiera lo que ellos pensaban.
—Oh, Dios mío, no me digas que él es uno de tus ridículos amigos.
—Ellos son mejores que los tuyos —le dijo bruscamente Kangin—. Al menos
los míos no son locos.
—Sí, claro. Ellos son sólo... —Heechul cerró instantáneamente la boca,
luego le dirigió una sonrisa falsa a Kwanghee—. ¿Quieres mostrarle tu mano?
Estoy seguro que él va a saber todo sobre tu misterioso asesino serial.
Kwanghee vaciló.
—¿Él conoce a asesinos seriales?
—Él sabe mucho de gente realmente desagradable.
—Y Heechul encabeza esa lista.
—¡Kangin! —le dijo bruscamente Leeteuk.
Heechul cruzó sus brazos sobre su pecho y se encogió de hombros
despreocupadamente.
—Está bien, Teukkie. Déjale buscar pelea. Al menos no soy al que se le
está retirando la línea de nacimiento del cabello.
La cara de él de repente se puso cenicienta, Kangin deslizó su mano a lo
largo de su línea de cabello.
—No te estas poniendo calvo —dijo bruscamente Leeteuk, entonces se volvió
a su hermano—. ¿Dejarías de meterte con mi marido?
—Chapatin comenzó.
Kwanghee no estaba seguro de qué pensar de ellos ahora. Esta tenía que
ser la casa más extraña en la que jamás había estado.
—Tal vez debería haber llamado a la policía.
—Nooo —dijo Heechul en un tono hastiado—. Sin duda tu asesino serial los
mataría, también. Muéstrale tu mano.
Ligeramente reacio, Kwanghee avanzó para hacerlo.
—¿Usted alguna vez ha visto algo como esto?
Kangin asintió.
Él tragó de miedo.
—¿Voy a morir?
—No —dijo, posando su mirada en él—. Esto no es un símbolo de muerte.
Kwanghee soltó un suspiro, aliviado.
—¿Qué es, entonces?
Él se avergonzó un poco antes de responder.
—Eso realmente no puedo decírtelo. Pero puedo prometerte esto,
quienquiera que tenga una señal que haga juego se mataría antes de hacerte
daño.
Kwanghee cerró su mano.
—Eso es lo que dijo Kevin.
La mirada de Kangin fue hacia el lobo.
—Bien, puedes confiar en él. Ahora si me perdonan, tengo un pañal con mi
nombre.
—¿Eso es todo lo que vas a decirle? —preguntó Heechul mientras él se
alejaba.
—Es todo lo que puedo decirle —dijo Kangin significativamente,
dirigiéndose a la escalera.
Heechul resopló.
—Bien, no eres el Señor Información.
—Hee —dijo Leeteuk, tomando su brazo y llevándolo hacia los sillones—.
Déjalo solo — él sonrió gentilmente en Kwanghee. —¿Puedo traerles algo para
comer o beber?
—No, gracias estoy bien. Al menos tan bien como puedo debido a la rareza
de este día.
Kwanghee se sentó sobre el sofá delante de las ventanas mientras su lobo
subía detrás de
Kangin por la escalera.
—Ah no —salió detrás de él.
—Está bien —dijo Leeteuk, deteniéndolo mientras rodeaba el ataúd mesa de
café—. Déjalo ir. Kangin lo traerá de vuelta en unos minutos.
—¿Estás seguro que está bien?
Leeteuk asintió.
Kangin acababa de terminar de cambiar el pañal de Sora cuando sintió una
presencia de Were-Hunter fuera de la puerta.
—¿Eres tu, Kevin?
Kevin empujó la puerta abierta del cuarto de la niña.
—Gracias por no traicionarme ahí abajo.
Kangin tiró el pañal sucio en el cubo y alzó a Sora. Ella le pegó con la
palma de la mano mojada en la cara antes de apretarle su mejilla juguetonamente.
—No hay problema. ¿Qué pasa con ustedes dos?
—No sé. Él es el humano por la que preguntaba cómo tener una cita.
—Me lo figuré cuando lo vi. Deberías habernos dicho que era Kwanghee.
Kevin suspiró con frustración mientras ignoraba eso.
—¿Cómo le dices a un humano lo que eres? ¿Cómo reaccionó Leeteuk cuando
averiguó que eras un Dark-Hunter?
—Lo manejó con una gracia notable y dignamente. Desde luego, ayuda que ese
gemelo suyo sea demente. Entonces, considerando todas esas cosas, yo era el
menor de dos males.
Kevin le echó una mirada cómica.
—¿Kwanghee tiene algunos bobos en su familia? —le preguntó Kangin.
—No, que yo sepa.
—Entonces estás jodido.
—No tienes ni idea —dijo Kevin en un susurro—. Mi manada sabe que estoy
en Nueva Orleans. Ellos ya han convocado a una tésera por mí.
Kangin compadeció al lobo. Él había estado en una situación similar y era
difícil ser fiel a tu naturaleza sobrenatural mientras tu corazón estaba
enredado con una humana.
— ¿Quieres dejarlo aquí?
Kevin miró al bebé en los brazos de Kangin y una parte de él le dolió con
la imagen. Él realmente nunca había pensado en tener niños antes de encontrar a
Kwanghee. Y de verdad era extraño ver al antiguo Dark-Hunter haciendo de papá.
¿Cómo sería sostener a tu propio hijo?
En el fondo de su mente, él podía ver a una pequeña hija con el cabello
rojo y la piel pálida... como su appa.
—No puedo poner en peligro a tu familia —dijo Kevin calmadamente.
—Yo podré ser mortal ahora, pero todavía soy capaz de luchar.
Kevin sacudió su cabeza.
—No, tu no lo estás. Tampoco tu esposo. Mi gente vive sus vidas manejando
la magia y las fuerzas de la naturaleza. Tu nunca has luchado con los Katagaria
antes y no tienes ni idea de lo que ellos son capaces.
Kangin cambió a su hija de brazo cuando ella comenzó a incomodarse.
—¿Entonces que vas a hacer?
—No lo sé —Y francamente, él se estaba cansando de no saber. Un año
atrás, Kevin sabía exactamente quien y qué era.
Sabía precisamente cómo vivir su vida y cómo matar a alguien que la amenazara.
Después de la noche en que Yewoon había muerto, él había estado perdido.
Y no fue hasta aquella tarde en la tienda de Kwanghee en que él no había
sentido otra cosa más que desesperación.
Ahora no sabía lo que sentía.
—¡Kangin!
Ambos hombres no dejaron pasar la llamada de Leeteuk desde abajo. Kangin
agarró a su hija mientras corrían por los escalones.
Kevin estaba a mitad de camino bajando la escalera curvada cuando él vio
algo que hizo que su cuerpo se helara.
Jasyn Kallinos, uno de los Halcones Katagaria que vivía temporalmente en
El Empire, estaba en el vestíbulo en su forma humana, sangrando. Leeteuk estaba
de pie con su mano sobre el pomo de la puerta. Desde donde lo había invitado a
entrar.
Kevin brincó sobre la barandilla y aterrizó sobre el piso blanco y negro
de mármol acuclillado justo delante de Jasyn. Poniéndose de pie, él no hizo
caso del jadeo alarmado de Kwanghee.
—¿Qué pasó? —preguntó Kevin.
—Esos lobos de mierda nos atacaron —con su respiración desigual, Jasyn
encontró la mirada fija de Kevin y el horror allí lo abrasó—. Ellos mataron a Hyunsik.
Kevin no podía respirar mientras las palabras de Jasyn se repetían en su
cabeza. ¿Hyunsik muerto?
¡No! No podía ser. Su hermano no podía haberse ido. Él no podría. Hyunsik
era todo lo que había dejado y él había jurado ver a su hermano entero otra
vez.
Él aulló del dolor que se deslizaba por su corazón y lo hizo tambalearse.
¿Cómo podría haber pasado? ¿Cómo podrían haber llegado a Hyunsik?
Jasyn sostuvo su mano sobre su hombro que sangraba mientras jadeaba de
dolor.
— Intentamos salvarlo, Kevin. Hicimos todo lo que pudimos.
Kevin lo miró airadamente mientras luchaba contra las lágrimas de cólera
y agonía.
Y ahora él haría todo lo que pudiera para asegurarse que los lobos pagaran
por eso. La rabia hervía a fuego lento profundamente en su alma. No había
ningún poder sobre esta tierra que pudiera protegerlos ahora.
Ningún lugar que los mantuviera a salvo de su ira. Él los tendría a
todos, incluyendo a su padre.
Su visión se oscureció, Kevin se dirigió a la puerta sólo para encontrar
a Kangin delante de ella. Él entregó a su hija a su esposo.
—¿Dónde crees que vas?
—A matarlos.
Kangin se afirmó como si supiera que estaba a punto de pelear con él.
—No puedes.
—Mírame —Kevin intentó transportarse de la casa sólo para encontrar que
él no podía—.¿Qué diablos?
—No voy a dejarte suicidar —dijo Leeteuk severamente. Entregó su hija a
su hermano, luego avanzó para estar de pie al lado de su marido—. No te
dejaremos hacer esto.
Kevin estuvo tentado de revertir el hechizo de sujeción de vuelta a él,
pero no quiso hacerle daño. El no tenía ninguna idea con lo que trataba y no
sabía cuan fácilmente podría romper sus poderes dejándolo a él intacto
— Tu no eres tan fuerte como piensas que eres, Leeteuk. Libera mis
poderes.
—No. La venganza no es la respuesta.
—La venganza es la única respuesta —dijo Jasyn detrás él—. Déjele ir.
Algo extraño atravesó a Kevin con eso. Una extraña fisura...
Él se dio vuelta para mirar a Jasyn.
El hombre detrás de él se parecía al halcón Katagari. Él era la misma
altura y constitución.
Pero estaba sangrando... Él estaba herido.
Kevin hizo una pausa mientras registraba esos hechos en su mente. Para
los Katagaria, era casi imposible mantener su forma humana mientras estaban
heridos. Sólo el más fuerte de los fuertes podría hacerlo. Y por lo general
esto se hacía sólo cuando no tenían ninguna otra opción excepto armonizar con
el reino humano o ponerse en peligro al ser descubiertos. Mantener la forma humana
en aquellas circunstancias drenaba sus poderes y agotaba su fuerza, tanto
física como mágica. Esto los hacía sumamente vulnerables de ser atacados y
morir.
¿Por qué Jasyn haría tal cosa?
Incluso bajo la mejor de las circunstancias, Jasyn odiaba tomar forma
humana. En realidad, Jasyn odiaba a todos y a todo. ¿Por qué los osos le
enviarían con estas noticias?
¿Por qué Jasyn vendría?
Kevin estrechó sus ojos mientras un mal presentimiento le sobrevenía.
—¿Quién eres tu?
El “halcón” le miró fija e inexpresivamente.
—Sabes quien soy.
—Kangin, protege a los jóvenes —gruñó Kevin mientras como él tomaba sus
poderes de Leeteuk.
Leeteuk gritó, pero Kevin no vaciló mientras comprendía lo que
enfrentaba.
—Alastor —gruñó, curvando su labio al demonio.
El demonio se rió.
—Tú eres intuitivo, lobo.
Heechul comenzó a recitar un hechizo de desaparición en latín. El demonio
alargó su mano y lo aplastó contra la pared lejana.
Kevin lo agarró aproximadamente por el medio e intentó aplastarlo de
golpe contra el marco de la puerta del vestíbulo. Antes de que pudiera hacerlo,
el demonio desapareció y dejó que golpeara contra el marco con su hombro.
Gracioso encuentro entre cunados
ResponderEliminarAhhhh Noooo
ResponderEliminarQue horror!!!
Pobre Kevin!!!
Cuando vera pajaritos y todo bonito!!????
Ya!!! Mucho sufrimiento!!!
Cuando va a reclamar a su pareja!!!
Lo sabía,tenia que ser un traidor o uno de esos asesinos había tomado forma para poder sacar a Kevin de la casa y poder atraparlo.
ResponderEliminarQuien de todos fue?
Jojojo kwang vio todo...seguro el piensa que creyo ver algo...nadie se lo conto,él lo vió.
Ya que nadie le puede decir mucho,que mejor forma más factible que él lo vea con sus propios ojos....ahora a esperar su reacción.
Obvio....esos ya saben de kwang.....eish
Oh maldicion como los encontro diablos eso si es espeluznante, malditos tratan de hacerlo salir para que puedan encontrarlo y matarlo....
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