Henry encabezó el camino fuera de la ciudad, hacia la
superficie. La camioneta en la que habían llegado había sido llevada a una
cueva cercana que albergaba varios vehículos, guardados en caso de que una de
sus personas se convirtiera en Daimon y necesitase una conexión con el mundo
humano.
Era enfermo, pero esta vez Henry estaba agradecido por su
“preocupación” hacia los Daimons. El deshielo de la primavera había comenzado,
y el suelo no estaba tan congelado como antes. Calvin le había entregado varias
llaves para que escogiera el automóvil que pudiera sacarlos de allí más
rápidamente.
Hyungjoon entró primero. Él miró hacia atrás, por el
camino en que habían llegado mientras sus pensamientos regresaban a su familia.
—Todo estará bien, Henry.
—Sí –susurró él.
Sabía que así sería. Se iba a asegurar de eso, maldita
sea.
Henry subió a la camioneta y condujo de regreso a la
ciudad. La primera parada sería su casa. O lo que quedaba de ella. Quería estar
totalmente armado para este conflicto.
Viajaron al menos durante una hora antes de llegar a su
propiedad. Henry entró al camino que conducía a la casa y vaciló. Ya no había
señales de batalla. Su garaje, sus ventanas, todo estaba intacto. Incluso el portón de entrada estaba de pie.
—¿Dylan lo reparó? –le preguntó a Hyungjoon. Él se echó a
reír.
—No es su estilo. Créeme. Jamás repara el daño que causa.
No tengo idea de lo que sucedió aquí. ¿Quizás tu Consejo de Escuderos?
—No. Ellos ni siquiera estaban enterados de esto.
Henry abrió la traba del portón y luego se aproximó
lentamente a la casa, esperando lo peor. Mientras se acercaba a la puerta
principal, se detuvo repentinamente.
Allí, en las sombras al lado de su casa, vio movimiento.
La bruma que provenía del lago era espesa, remolineante.
Apagó las luces para que su visión no fuese dañada por ellas, y buscó la espada
retráctil debajo de su asiento.
Había tres hombres muy altos, vestidos de negro,
caminando hacia ellos lentamente, arrogantemente, como si tuviesen todo el
tiempo del mundo. Estaban unidos en poder y fuerza, y su ansia de luchar
brotaba de cada uno de sus poros.
—Quédate aquí –le advirtió a Hyungjoon mientras se bajaba
de la camioneta, preparado para la lucha.
La niebla se arremolinó alrededor de los tres hombres a
medida que se aproximaban. Probablemente de no más de un metro noventa y dos,
uno de ellos vestía pantalones, un suéter y un sobretodo de lana. Una parte del
abrigo estaba apartada para mostrar una antigua vaina y espada de diseño
Griego. El del medio era cinco centímetros más alto. Él también vestía
pantalones de lana y un suéter, junto con una larga chaqueta de cuero negra. El
tercero tenía el cabello corto, apenas más oscuro que el de los otros dos.
Vestido completamente en cuero negro, tenía dos trenzas que caían desde su sien
izquierda.
Y en ese instante, Henry lo recordó.
—¿Kyuhyun?
El motociclista sonrió ampliamente.
—Por el modo en que sostienes esa espada, me preguntaba
si ibas a recordarme o no, Vikingo.
Henry rió mientras su viejo amigo se acercaba. No se habían
visto por más de un siglo. Estrechó felizmente la mano del Celta.
Henry se volvió hacia el hombre el medio y también lo
recordó, por el breve tiempo que había pasado en Nueva Orleáns más de cien años
atrás, durante Mardi Gras.
—¿Kangin? —preguntó.
El antiguo general Griego había cambiado un poco desde la
última vez que lo había visto.
—Me agrada verte de nuevo –dijo Kangin, tomando su mano—.
Y este es mi amigo Hyukjae de Macedonia.
Henry conocía al hombre sólo por su reputación. Hyukjae
era quien había enseñado a Kangin todo lo que sabía sobre pelear y la batalla.
—Es un placer conocerte. Ahora, ¿qué diablos están
haciendo ustedes tres aquí?
—Son tu refuerzo.
Henry giró para ver a Shindong uniéndose al grupo. No
supo qué lo sorprendió más, su presencia o ver al niño que Shin llevaba en un
porta-bebés, contra su pecho.
Henry estaba horrorizado.
—¿Kangin? ¿Esa es tu bebé?
—Diablos, no –dijo Kangin—. De ningún modo metería a Sora
en esto. Leeteuk me castraría y luego me mataría si siquiera lo considerara.
–Señaló a Shindong con la cabeza—. Ese es el bebé de Shin.
Henry enarcó una ceja.
—Dylan no es estúpido. Tu idea de llevar a un bebé de
plástico, aunque es admirable, jamás funcionaría. Dylan olería el plástico en
un instante. –Giró el porta bebé para que enfrentara a Henry y así él pudiese
ver al diminuto bebé de cabello negro que contenía—. Así que te doy a un bebé
real.
—¿Y qué sucede si se lastima?
El bebé estornudó.
Henry se sobresaltó al ver el fuego que salió despedido
de las fosas nasales y que casi le chamuscó la pierna.
—Discúlpame –dijo el bebé con una vocecita cantarina—.
Casi hice barbacoa de Cazador Oscuro, lo que sería realmente triste porque no
traigo salsa de barbacoa conmigo. –El bebé echó la cabeza hacia atrás para
mirar a Shin—. Sabes que el Cazador Oscuro frito no queda bien sin aderezo. Lo
que necesitas…
—Sim –dijo Shin en un tono de advertencia en voz baja,
interrumpiendo al bebé. El bebé lo miró.
—Oh, lo olvidé, akri. Perdón. Gu, ga, gu.
Henry se frotó la frente.
—¿Qué es eso?
—Ya te lo dijo, Simi es su bebé… demonio.
Los cinco se dieron vuelta ante la profunda y siniestra
voz que tenía un pesado acento Griego. Otro hombre salió de las sombras.
Shin arqueó una ceja.
—Viniste, después de todo, Y. Me alegra que te hayas
unido al equipo.
Yesung bufó.
—¿Qué demonios? No tenía nada mejor que hacer. Pensé que
bien podría patear algunos traseros y tomar nombres. Y no es que en realidad me
importen un comino sus nombres. Sólo lo hago por la sed de sangre.
—Así que tú eres Yesung –dijo Henry, observando al
ex Cazador Oscuro de mala fama que una vez había sido exiliado a Alaska.
Su desagradable actitud no sólo brotaba de cada uno de
sus poros, sino que era evidente por el labio que mantenía perpetuamente
fruncido.
—Sí –dijo Yesung, mofándose aún más—. Y estoy helándome,
así que ¿podemos apresurar esta pequeña reunión así puedo matar a algunos
imbéciles y regresar a la playa a la que pertenezco?
—Si odias tanto estar aquí –preguntó Kyuhyun—, ¿por qué
acordaste venir?
En un sutil gesto de hacer enojar a Kyuhyun, Yesung se
rascó la ceja con su dedo mayor, que estaba cubierto por una larga y afilada
garra metálica.
—Ryeowook quiere que haga amigos. No sé porqué. Alguna
cosa extraña de los jovenes. Está intentando hacerme más sociable. –Shin,
extrañamente, rió al escucharlo. Yesung miró a Shindong de un modo igualmente
divertido y cómplice—. No quiero que me digas nada, O Gran Shin. Tú eres quien
me metió en esto en primer lugar. –Entonces Yesung hizo lo más sorprendente que
se podía imaginar; se inclinó y le hizo cosquillas en el mentón a la bebé—.
¿Cómo estás, pequeña Simi?
La bebé saltó felizmente.
—Bien. ¿Tienes más frijoles congelados para mí? Extraño
estar en Alaska contigo. Fue divertido.
—No hay tiempo para la comida, Sim –respondió Shin. La
bebé lo abucheó.
—¿Puedo comer a los Daimons, entonces?
—Si puedes atraparlos –prometió Shin, haciendo que Henry
se preguntara qué sabía el hombre acerca de los Daimons, que no estaba compartiendo.
—¿Qué significa eso? –preguntó Yesung por él—. ¿Estás
siendo impreciso nuevamente?
Shin lo miró pícaramente.
—Siempre.
Yesung dejó escapar un sonido irritado.
—Personalmente, pienso que deberíamos unirnos y
destrozarte a golpes hasta que confieses todo.
Kangin se rascó el mentón pensativamente.
—Sabes…
—Ni siquiera lo intenten –dijo Shindong irritablemente.
Se volvió hacia Henry—. Ve a buscar tus armas. Tienes una cita que cumplir.
Henry se detuvo junto a Shin.
—Gracias por venir.
Shin inclinó la cabeza y se apartó mientras abrazaba al
bebé demonio contra su pecho. Henry regresó al auto para buscar a Hyungjoon,
pero él no estaba por ninguna parte.
—¿Hyungjoon? –lo llamó—. ¿Hyungjoon?
—¿Qué sucede? –preguntó Kyuhyun mientras él y los demás
se unían a Henry junto al auto. —¿Vieron al joven con el que estaba?
Ellos negaron con la cabeza.
—¿Qué joven? –preguntó Kyuhyun. Henry frunció el ceño.
—Mide un metro ochenta y uno y es rubio. No puede haber
simplemente desap… —se detuvo mientras lo pensaba de nuevo—. No importa, es una
de las pocas personas que podría haberse esfumado.
—¿Es tu esposo? –preguntó Kangin.
—No, es uno de los doncell de Artemisa, que ha estado
ayudándonos.
Shin frunció el ceño.
—Artemisa no tiene a ningún kori más alto que ella.
Créeme. No permite que la miren desde arriba. Literalmente.
Henry lo observó mientras una sensación de temor lo
atravesaba.
—Espero que estés equivocado. Porque si no lo estás,
entonces Hyungjoon estuvo trabajando con Dylan todo este tiempo, y es muy
probable que haya ido a contarle acerca de nuestra fiesta sorpresa.
Shin inclinó la cabeza levemente, como si estuviera
escuchando algo.
—Ni siquiera la siento. Es como si no existiera.
—¿Entonces qué piensas? –preguntó Kangin.
Shin levantó a su bebé cuando ella comenzó a patearlo en
la entrepierna, y la puso sobre su cadera.
Henry frunció el ceño. Si no lo supiera, hubiese jurado
que la bebé tenía colmillos.
—No sé qué pensar –dijo Shin, apartando su cabello de la
bebé—. Hyungjoon posee la descripción de un Apolita o de un Daimon.
—Pero camina bajo la luz del sol –agregó Henry. Yesung
maldijo.
—No me digas que hay otra Cazador Diurno suelto.
—No –dijo Shindong firmemente—. Sé a ciencia cierta que
Artemisa no ha creado uno. No se atrevería. Al menos no por el momento.
—¿Qué es un Cazador Diurno? –preguntó Kyuhyun.
—Ni siquiera quieres saberlo –respondió Hyukjae.
—Sí –convino Yesung—. Lo que él dijo, cien veces más.
—Muy bien, entonces –dijo Henry, encaminándose hacia su
casa—. Dejen que tome mis cosas y podremos ponernos en marcha.
Mientras se alejaba, vio que Kyuhyun se corría para
quedar junto a Shin.
—Esta es la parte en la que normalmente dices que si
todos hacen lo que se supone que hagan, todo resultará como debería. ¿Verdad?
El rostro de Shindong era impasible.
—Normalmente, sí.
—¿Pero?
—Estamos tratando con algo más grande que los Destinos
esta noche. Sinceramente, todo lo que puedo decir es que será una terrible
pelea.
Henry rió al escucharlo, mientras salía del alcance de
audición. Eso estaba bien para él. Pelear era la única cosa en la que él y su
gente sobresalían.
Llegaron al Inferno justo antes de medianoche. Por
extraño que pareciese, el bar estaba completamente vacío de clientes.
Siwan los encontró en la puerta, vestido de cuero negro.
No llevaba puestos sus dientes de vampiro, y se veía extremadamente enojado.
—Shin –dijo, saludando al Atlante—. Ha pasado mucho
tiempo desde que oscureciste mi puerta.
—Siwan. —Shin estrechó su mano.
Siwan miró al bebé con una ceja fruncida.
—¿Simi? –La bebé sonrió. Siwan silbó bajo y dio un paso
atrás—. Demonios, Shin, desearía que me advirtieras cuando planeas traer a tu
demonio aquí. ¿Debo avisarles a los chicos que la máquina de comer ha venido de
visitas?
—No –dijo Shin, acunando ligeramente a la bebé—. Sólo
está aquí para mascar Daimons.
—¿Dónde están todos? –preguntó Henry.
Siwan observó la pared a su derecha.
—Me enteré de lo que sucedería esta noche, así que cerramos
el lugar.
Henry siguió su línea de visión y vio la piel de una
pantera fijada allí. Reconoció el cuero por las rayas rojas que tenía.
—¿Tu hermano?
Con la furia oscureciendo sus ojos, Siwan se encogió de
hombros.
—El bastardo estaba colaborando con los Daimons. Dándoles
información sobre ustedes y nosotros.
—Hombre –susurró Kyuhyun—. Es frío matar a tu propia
sangre.
Siwan giró hacia él con un salvaje resoplido que
traicionó el hecho de que Siwan no era humano.
—Mi hermano me traicionó, y también a nuestra gente. Si
fuese tan frío como me gustaría, su piel estaría sobre el piso para que todos
pudiesen caminar sobre él. Desgraciadamente, mis otros hermanos estaban un poco
perturbados por eso, así que llegamos al arreglo de la pared.
—Entendido –dijo Shin—. ¿Dónde está el resto de la
pandilla?
—Atrás. Vamos a mantenernos fuera de esto. No nos gusta
matar a los nuestros.
Yesung se mofó.
—A menos que sea tu hermano.
Siwan se acercó a Yesung, y los dos intercambiaron gestos
de desprecio.
—La ley de la selva. El traicionado tiene derecho a comer
al traidor.
Yesung lo miró divertidamente.
—La ley de mi selva: Mátalos y deja que Hades los separe.
Siwan se rió.
—Me agrada éste, Shin. Él nos comprende.
—Dios, Y –dijo Shin en broma—. Creo que puedes haber
encontrado a un amigo después de todo. Eso debería hacer feliz a Ryeowook. —Yesung
le hizo una seña. Shin lo ignoró—. Bien, chicos, llegó la hora de jugar.
Siwan fue a custodiar la puerta de entrada mientras Shin
quitaba a su bebé del carrito y se lo entregaba a Henry, que estaba un poco
dudoso de tocar a la pequeña niña demonio.
Ella lo miró especulativamente, y luego sonrió.
—Simi no te morderá si no la dejas caer.
—Entonces intentaré no dejarte caer.
Ella le mostró sus colmillos, luego se ubicó en sus
brazos, y era la imagen perfecta de un bebé relajado.
—¿Deberíamos escondernos? –Preguntó Hyukjae—. ¿Tomarlos
por sorpresa?
—No podemos –dijo Shin—. Dylan no es un Daimon normal.
—¿Más como Desiderius? –preguntó Kangin.
—Peor. De hecho, mi mejor consejo a todos ustedes… —Shin
dirigió una mirada de advertencia a Yesung—… es que dejen que yo me encargue de
Dylan. Soy el único al que no puede matar.
—¿Y por qué es eso, Shindong? –Preguntó Yesung—. Oh, espera,
me sé ésta. Hará 210º en Alaska en pleno enero antes de que respondas a eso.
Shin cruzó los brazos sobre el pecho.
—¿Entonces para qué preguntas?
—Sólo para molestarte. —Yesung caminó—. De cualquier
modo, ¿cuándo se supone que lleguen? —El aire sobre la pista de baile brilló y
siseó. El rostro de Yesung se transformó en una amplia sonrisa—. Oh, bien. Que
comience el baño de sangre.
Kangin extrajo su espada y extendió el cuchillo mientras Kyuhyun
sacaba su srad circular. Hyukjae desenvainó su espada Griega.
Yesung y Shin no se movieron para tomar sus armas.
Tampoco Henry. Su meta era proteger a Simi, Ryuhyun, y Zhou
Mi.
El bolt-hole destelló un segundo antes de que Dylan
saliera a través del mismo. Una legión completa de Daimons salió junto a él,
incluyendo a Shanglin.
El rostro de Shanglin era completamente estoico al
encontrarse con la mirada de Henry. Era difícil creer que este era el hombre
que lo había casado con Zhou Mi. No había nada en su rostro ni en sus ojos que
indicara que lo conocía. Hyungjoon tenía razón, el hombre era un tremendo
actor.
—Qué agradable –dijo Dylan con una risa malévola—.
Trajiste la cena para mis hombres. Si tan sólo todos fuesen tan considerados.
Varios de los Daimons rieron. Yesung también.
—Sabes, casi me agrada este tipo, Shindong. Es una
lástima que tengamos que matarlo.
Dylan miró de reojo a Yesung antes de que su mirada fuera
hacia Shindong. Los dos se miraron fijamente sin una palabra ni emoción.
Pero Henry vio la momentánea confusión en el rostro de Shanglin
en cuanto vio a Shindong.
—¿Padre?
—Todo está bien, Shanglin. Sé todo sobre el Atlante. ¿No
es verdad, Shindong?
—No. Sólo crees que lo sabes, Dylan. Yo, por otro
lado, conozco cada defecto tuyo, incluso el que te permite confiar en la
Destructora mientras ella juega contigo.
—Mientes.
—Tal vez. Pero tal vez no.
Oh, sí, nadie podía jugar el juego de la vaguedad mejor
que Shindong. Era un maestro en no decir nada y hacer que la gente dudase hasta
del aire que respiraba.
Finalmente, Dylan se volvió hacia Henry. Su mirada
descendió hasta el bebé que Henry sostenía. Inclinó la cabeza y sonrió.
—Qué dulce. Te tomaste tantas molestias, ¿cierto? Todos
ustedes. Debería sentirme halagado.
Una mala sensación atravesó a Henry. Algo no estaba bien.
¿El Daimon sabía que Simi no era suya?
Dylan fue a pararse junto a Shanglin. Pasó un brazo sobre
los hombros de su hijo y lo besó en la mejilla. Shanglin frunció el ceño ante ese gesto, y se puso
rígido.
—Los hijos son la razón por la que vivimos, ¿verdad?
–Preguntó Dylan—. Nos traen alegría. A veces nos traen dolor. —Shanglin frunció
el ceño aún más mientras su padre jugaba con los lazos de cuero que mantenían
el rubio cabello de Shanglin—. Por supuesto, jamás comprenderás el dolor al que
me refiero, Henry. Tu hijo no vivirá lo suficiente como para traicionarte.
Antes de que alguien pudiera moverse, Dylan cortó la
garganta de Shanglin con su mano, que ya no era humana. Tenía la forma de la
garra de un dragón.
Empujó a Shanglin lejos suyo. Shanglin cayó al suelo
jadeando, sosteniendo las manos contra el cuello para contener el flujo de
sangre mientras su padre enfrentaba a los Cazadores Oscuros.
—¿Realmente no pensaron que era lo suficientemente
estúpido como para caer con este truco, verdad? –Su mirada sostuvo la de Henry,
y cuando habló, no era la voz de Dylan la que se escuchaba… era la voz del
padre de Zhou Mi—. Sabía que jamás me traerías al bebé. Sólo necesitaba sacar a
los guardianes de Elysia por un rato.
Henry maldijo ante sus palabras, y se movió para atacar.
Dylan desapareció en una nube de humo negra mientras los
Daimons atacaban.
—¡Ak'ritah tah! –gritó Shindong.
El portal se abrió.
Uno de los Daimons rió.
—No tenemos que atravesar…
Antes de que pudiera terminar la oración, el Daimon fue
violentamente succionado por la abertura.
Los demás lo siguieron rápidamente.
Shin corrió a través del lugar hacia donde Shanglin
estaba recostado en un charco de sangre.
—Sh –susurró Shin, cubriendo las manos de Shanglin con
las suyas. Los ojos de Shanglin estaban llenos de lágrimas mientras miraba a Shindong—.
Respira despacio y con calma –dijo Shindong, su tono de voz era tranquilizante
y profundo.
Henry y los demás observaron en un asombrado silencio
cómo Shin curaba al Daimon.
—¿Por qué? –preguntó Shanglin.
—Lo explicaré más tarde. —Shindong se paró y levantó el
borde de su remera hasta que su delgado y bien definido estómago estuvo a la
vista—. Simi, regresa a mí.
La bebé salió inmediatamente disparada de las manos de
Henry. Se convirtió en un diminuto dragón, y se recostó sobre la piel de Shindong
hasta convertirse en un tatuaje sobre sus costillas izquierdas.
—Siempre me pregunté cómo se movía tu tatuaje –dijo Kangin.
Shin no habló. En lugar de eso, levantó las manos.
Un segundo estaban en el Inferno; al siguiente, estaban
en medio de Elysia.
Que feo pero la vida sigue para shanglin espero y todos estén bien en el hogar de los apolitas
ResponderEliminarQue feo pero la vida sigue para shanglin espero y todos estén bien en el hogar de los apolitas
ResponderEliminarOhhhhnoooo va por Zhoumi y el bebe, maldito yo sabia que descubrio a su hijo o al menos lo presentia espero que hayan llegado a tiempo para evitar que los mate y salven al esposo de victoria
ResponderEliminarAhh Reunión familiar!
ResponderEliminarQue linda Simi...me cuesta un poco imaginarmela...no se porque...
Ahhhh Shan...casi casi lo mata!!!!
T__T que tuto!!!
Maldito Dylan!!! Acaben con él de una vez cazadores oscuros!!!!
Woooow
ResponderEliminarme encanto el capítulo
Henry se sentia perdido,solo él,HyungJoon contra el mundo....pero llegan los refuerzos *0*....mi general griego,mi psicotico cazador....kyu y kangin,eso sin contar a simi y Shin.
Ese hyungjoon y sus desapariciones.....esta haciendo dudar a henry,pero seguro se fue a cuidar a Mimi.
Dylan es un desgraciado,mira que matar su hijo.....la traición gana.
Oooow,seguro creo que su hijo murio,eso sera de ayuda y sorpresa.
No puedo olvidar a mi psicotico haciendo amigos jajajajaaa
Shin pudo hacer que se fueran....y sembro la duda.
Protejan a Mini,al bebé y a todos en el lugar.