No le tomó a Dongjun mucho tiempo encontrar a Heejun y a los demás que
estaban en forma humana en Bourbon Street intentando recapturar el olor de Kevin.
Tres de ellos estaban fuera de un bar, oliendo a los parroquianos que
entraban y salían. Como siempre, se sorprendió por la belleza de su gente, pero
por otra parte, debería haberlo esperado. En su mundo, lo feo o diferente
rápidamente era rechazado o aniquilado...
Por lo general esto último. Los animales no tenían ninguna piedad por
alguien o algo.
No siquiera los animales que se engañaban a sí mismos creyendo que eran
en su mayor parte humanos. Él había estado con Arcadianos el suficiente tiempo
como para ver por sí mismo que cuando decían que eran humanos, ellos se
engañaban a sí mismos.
Tal como la gente lo hacía.
No había nada humano en la humanidad. Al final del día, ellos eran todos
animales con sólo instintos de supervivencia.
Era “el-perro-come-al-perro”. Y Dongjun sabía más sobre aquel principio
que de lo que gustaba recordar.
Heejun se giró cuando encontró el olor de Dongjun.
—Bien, bien —dijo Dongjun, regalándole una sonrisa satisfecha—. He estado
de pie aquí el tiempo suficiente para haberlos matado a todos antes de que
ustedes siquiera me sintieran. Te estás volviendo viejo, Heejun.
—¿Eso es un desafío?
Dongjun lo recorrió con una mirada divertida. Él tenía la total intención
de desafiar al lobo más viejo y un día matarlo.
Ahora mismo, sin embargo, él no estaba de humor.
—No me hagas que te lastime, Heejun. Puedes hacer cabriolas como un alfa si
quieres pero sabemos quien sostiene tu cuerda.
Heejun lo agarró, pero Dongjun se liberó de su asimiento.
—No lo hagas, viejo lobo. No quiero avergonzarte.
—¿Qué quieres, Dongjun? —habló bruscamente Sunje.
Dongjun le dirigió una sonrisa burlona hecha y derecha. Del grupo, ella
era la que odiaba más a Kevin. Durante años la loba había querido ser su
compañera, y cuando él la había rechazado, ella había ido por Hyunsik. Ella
había acechado a Kevin por distracción. Ya que él era el mayor de los hijos del
entonces líder, se asumía naturalmente que sería Kevin quien un día heredara la
manada. Incluso aunque su padre lo odiara, Kevin era sin una duda el más fuerte
de todos ellos.
Sólo Dongjun sabía por qué. Kevin no era Katagaria y el resto de ellos
era demasiado estúpido para comprenderlo.
Él lo había olido en Kevin en el momento en que se encontraron. Aquel
sonido vibrante que sólo venía de los genes humanos. Un supuesto corazón
humano. Más que eso, el olor venía de la mayor parte de la elite de los
Arcadianos. Kevin no era solamente un Arcadiano. Él no era sólo un Centinela.
Él era un Aristos. Una clase rara que tenía la capacidad de manejar la
magia sin esfuerzo. En el reino Arcadiano, los Aristi eran considerados dioses
y eran protegidos entusiastamente por los were-wolves quienes con mucho gusto
morirían por ellos.
Era por lo qué él, él mismo, odiaba a Kevin.
Pero la paciencia era una virtud. No sólo de los humanos, sino sobre todo
en los animales. Sunje olió, y luego frunció el ceño. Ella se acercó hasta que
enterró su nariz contra la camisa de Dongjun.
—Kevin —ella inhaló—. ¿Tú la tomaste?
—¿Dónde se esconde? —preguntó Heejun inmediatamente.
Dongjun le lanzó una mirada encapotada a Heejun.
—Son todos tan patéticos. ¿Ninguno de ustedes jamás ha aprendido que la
mitad de la diversión de la matanza es perseguirlo en el terreno?
Sunje ladeó su cabeza.
—¿Eso quiere decir?
—Sé donde está Kevin. Pero no es suficiente matar a tu enemigo. Primero
jodes con su cabeza.
Kwanghee empujó la ensalada alrededor de su plato mientras intentaba no
mirar a Kevin. Había algo irresistible en él. También era desconcertante estar
cerca de alguien tan delgado y musculoso. Al menos con Jongmin, había sido más
flaco que él, pero él no hacía ejercicio, y le encantaba manejarlo a su manera.
No había un gramo de exceso de grasa en todo el cuerpo de Kevin. Su cara
ardió mientras recordaba cuan magnífico lucía desnudo.
—¿Estás bien? —preguntó él.
—Bien.
—¿Por qué no comes?
Se encogió de hombros.
—Supongo que no tengo hambre después de todo.
Kevin tomó el tenedor de su mano y envolvió los espaguetis alrededor,
luego lo sostuvo para él.
—No soy un bebé, Kevin.
—Lo sé —Su ardiente mirada lo abrasó—. Come para mí, Kwanghee —dijo él en
un bajo tono de mando —. No quiero que pases hambre. No hay nada bueno en
privarte de comida.
Por el tono de su voz, podía entender que él hablaba desde la
experiencia.
—¿Has pasado hambre?
—Toma un bocado y te contestaré.
—No soy una niña.
—Créeme, que lo sé —Él meneó el tenedor delante suyo.
Sacudió su cabeza ante su juego serio, luego abrió su boca.
Él con cuidado colocó el tenedor dentro para que pudiera cerrar su boca
alrededor de él antes de deslizar el tenedor hacia atrás.
Kwanghee masticó mientras él giraba el tenedor en su pasta.
—Sí, he pasado hambre. Mis padres no criaban o no se preocupaban como los
tuyos. En cuanto un macho es lo suficientemente grande, ellos lo dejan y
aprende a... a sobrevivir o muere.
El corazón de Kevin se retorció mientras recordaba su juventud. El dolor
y hambre constante. Él casi había muerto más veces de las que podía contar
aquel primer año solo. Hasta que alcanzó la pubertad, él había sido un cachorro
de lobo. Prácticamente de la noche a la mañana, él se había hecho humano. Sus
poderes mágicos habían sido nuevos para él y se había quedado en forma humana
cuando necesitaba ser un lobo.
No acostumbrado a ser humano, no podía rastrear o matar una presa. Había
sido bombardeado con sentimientos y emociones desconocidos que los lobos no
tenían. Lo peor de todo, sus sentidos estaban embotados en su forma humana. La
gente podía ver mejor en la luz del día, pero no podían oír tan claramente,
moverse tan rápidamente, u oler a sus enemigos alrededor de ellos. No tenían la
fuerza física para luchar a mano limpia contra otros depredadores y animales
por comida y protección.
Tampoco podían matar tan fácilmente. Ellos eran consumidos por la culpa,
horrorizados por el derramamiento de sangre.
Pero como Darwin había escrito, esta era la supervivencia del más apto, y
entonces Kevin había aprendido cómo sobrevivir. Eventualmente. Él había
aprendido a recibir golpes y mordeduras sin rendirse a la agonía de sus
heridas.
En el final del primer año de su edad de adulto, había vuelto a su manada
enojado y controlado. Un humano que sabía lo que significada ser un lobo. Un
humano que estaba decidido a controlar la parte de sí mismo que aborrecía.
También había regresado a casa con más poder que cualquiera del que ellos
habían osado soñar.
De todos modos él no habría hecho esto si Hyunsik no lo hubiera salvado.
Al principio, había sido Hyunsik quien había matado para ambos para que
pudieran comer. Hyunsik fue quien lo protegió y cuidó en su estado humano
mientras Kevin tenía que aprender de nuevo hasta la más simple de las tareas.
Cuando los otros lo habrían abandonado, Hyunsik se había quedado a su lado.
Esto era por lo que siempre protegería a su hermano, no importaba lo que
costara.
—Eso debe haber sido difícil —dijo Kwanghee, devolviéndolo al
presente.
De regreso a él. Kevin le dio de comer otro bocado.
—Te acostumbras a eso.
El lo miró como si entendiera el sentimiento.
—Es asombroso qué puedas acostumbrarte, verdad?
—¿Qué quieres decir?
—Sólo que a veces dejamos que otras personas nos traten mal porque
queremos ser amados y aceptados tan desesperadamente que haríamos cualquier
cosa por ello. Duele cuando sabes que no importa cuanto lo intentes, cuanto lo
quieras, ellos no pueden amarte o aceptarte como eres. Entonces odias todo el
tiempo que perdiste intentando complacerlos y preguntándote qué es tan horrible
en ti que al menos no pueden fingir que te quieren.
Él vio rojo ante sus palabras y el daño que brillaba tenuemente en sus
ojos
— Jongmin es un idiota.
Kwanghee ensanchó sus ojos ante el profundo e intenso gruñido de su voz.
Kevin dejó el tenedor de lado y colocó su mano sobre su mejilla. Él estudió
su cara y acarició su piel con sus dedos.
—Eres el joven más hermoso jamás haya visto y no hay nada en ti que
alguna vez intentaría cambiar.
Se sentía tan bien oírlo decir eso, pero él no se engañó siquiera un
minuto. Siempre sería el jovencito rechoncho que no quería llevar un traje de
baño en público. El que fingía estar enfermo en las fiestas para que nadie se
burlara de su peso.
¿Cuántas veces había mirado a las delgadas putitas entrando en su tienda,
probándose los vestidos muy ajustados.
Solamente una vez en su vida, deseaba poder llevar uno de los más
vergonzosos conjuntos de Heechul y no ver que los ojos de un tipo
inmediatamente se alejaban de él como si buscaran a alguien más deseable.
—Sigue hablando así, Kevin, podrías obligarme a conservarte.
—Si me sigues mirando así, yo sólo podría dejarte por la fuerza.
Kwanghee tembló ante sus palabras.
—Eres demasiado bueno para ser verdad. Ahí esta esa voz en el fondo de mi
cabeza que sigue diciéndome que tengo que escapar antes que sea demasiado
tarde. ¿Eres un asesino serial, verdad?
Él parpadeó, luego frunció el ceño.
—¿Qué?
—Eres como ese tipo en “El silencio de los inocentes”. Tu sabes, ese que
está haciendo un traje de mujer, uno que es encantador para poder seducir y
secuestrar a una mujer por su piel.
En realidad él parecía horrorizado por sus palabras, hasta ofendido. Que
significaban que él era inocente o un gran actor.
—¿Vas a lanzarme desnudo en un foso y hacerme empapar en loción de bebé,
verdad?
Kevin realmente se rió de esto.
—Vives en Nueva Orleans, donde ellos ni siquiera pueden cavar una tumba.
¿Entonces dime dónde voy a encontrar ese hoyo?
—Este es un hoyo de superficie.
—Apenas prudente.
—Pero posible —insistió.
Él sacudió su cabeza.
—No te rindes, verdad?
—Mira, soy realista y acaban de arrancarme el corazón. No quiero estar
involucrado con alguien ahora mismo. Has sido demasiado amable conmigo y no sé
por qué. Es sólo que las cosas como esta no pasan en la vida real. El príncipe
Encantador no viene al rescate todo el tiempo. La mayor parte del tiempo, él
está demasiado ocupado con la perfecta jodida Cenicienta y sus diminutos pies
perfectos de adolescente para siquiera notar al resto de nosotras.
Kwanghee podía decir que Kevin estaba irritado en él. Suspirando, Kevin tomó
el vaso.
Kwanghee frunció el ceño mientras tenía una vista de la palma de la mano
de él y las extrañas marcas allí. Las marcas que no habían estado allí anoche o
las hubiera visto.
Su corazón dejó de latir.
Extendiendo su propia mano, tomó la de él en la suya y la miró fijamente.
Kevin se maldijo por dentro mientras comprendía que había olvidado
enmascarar su marca cuando se transportó al cuarto de almacenaje. Parte de él
quería liberar su mano, otra parte no podía moverse mientras Kwanghee comparaba
sus palmas.
—¿Me quemaste?
—No —dijo, ofendido que él pensara tal cosa. Kwanghee estaba entrando en
pánico. Él podía oler su miedo. —No te hice daño, Kwanghee, lo juro.
No le creyó.
—¡Vete!
Ah, esto era malo. No sabía como convencerlo. Él se levantó y agarró su
escoba de la esquina.
—¡Fuera! —gritó, blandiéndola contra él.
—¡Kwanghee!
No escucharía.
—¡Vete o voy a... voy a llamar a la policía!
Kevin contuvo una maldición. Esto no iba del modo que necesitaba. Pero
tal vez esto iba del modo que debería.
Al menos no podía ser tentado por un joven que lo odiaba y lo creía
insano. Saliendo por la puerta, él estuvo de pie allí mientras oía que la
cerradura se cerraba.
—Kwanghee —dijo él, mirándolo fijamente por el cristal—. Por favor déjame
entrar.
Cerró las persianas sobre él.
Kevin apoyó su cabeza contra el fresco cristal y dejó que la guerra
dentro de él quebrara su control. La parte de animal de él lo quería,
independientemente de la razón.
La parte humana sabía que sería mejor dejarlo ir.
Lamentablemente, cuando sus dos mitades se enfrentaban así, la mayoría de
las veces, el animal ganaba.
Esto era por lo general para mejor.
Esta vez no lo sería. Suspirando, miró alrededor para asegurarse de estar
solo y destelló en forma de lobo. Él solamente esperaba que Dongjun no volviera
como lobo y hiciera caer su cubierta.
Kwanghee podría aceptar a un lobo en su puerta, pero dos... era
demasiado.
Kwanghee estaba de pie en el centro de su cuarto, agarrando su escoba. Temblaba
con terror. Pensó en llamar a sus padres, pero no quiso asustarlos. Ellos
vivían lo suficientemente lejos para que cuando llegaran pudiera estar muerto.
Pensó en llamar la policía, pero ¿qué les diría? ¿Que un tipo apuesto
estaba comiendo con él, poniéndolo toda caliente y turbado, y luego él puso su
mano en la suya y enloqueció?
No era que Kevin hubiera hecho algo. La policía no podía detenerlo a no
ser que él hiciera algo para lastimarlo.
Heechul...
Tragó al pensar en llamar a su amigo. Si había una cosa que Heechul
sabía, eso era defensa personal, y el joven andaba armado hasta los dientes.
Kwanghee corrió a su teléfono celular y rápidamente marcó la tienda de Heechul.
Por suerte estaba allí.
—Hee —dijo, mirando por las ventanas alrededor para ver si Kevin intentaba
entrar por la fuerza—. Por favor ven. Creo que mi nuevo novio va a matarme.
Realmente matarme, como “voy a esconder tu cuerpo en el bosque”.
—¿Qué?
—Te explicaré cuando llegues aquí. Estoy asustado Hee. En serio,
realmente asustado.
—Bien. Quédate al teléfono conmigo mientras voy. Eh, Gunhee —llamó Heechul
a su encargada—. Quedas a cargo de la tienda un ratito. Tengo una emergencia.
Llámame a mi celular si me necesitas.
Kwanghee suspiró, sólo parcialmente aliviado. La tienda de Heechul estaba
sólo a unas cuantas calles de su casa. No le tomaría a Heechul más de diez o
quince minutos llegar ahí a pie.
—¿Está allí todavía? —preguntó Heechul.
—No lo sé. Lo eché y cerré la puerta y tengo esas horribles imágenes de
las películas malas donde la gente demoníaca se abre camino por las ventanas
para agarrarme.
—Él no es un zombi, verdad?
Kwanghee puso sus ojos en blanco ante la sugerencia de Heechul. Para la
mayoría de la gente eso sería un chiste. Para Heechul era serio.
—Apenas.
—¿Está tu lobo contigo?
—No —dijo Kwanghee, con su pecho apretado—. Él salió y no ha regresado
aún. ¿Oh Dios, no pensarás que le ha hecho daño a mi lobo? ¿Verdad?
—No te preocupes. Estoy seguro que el lobo puede defenderse.
Kwanghee podía decir que por la dificultad para respirar de Heechul que
su amigo ahora estaba corriendo. Dios lo proteja. Heechul era lo mejor en una
crisis. Todo el mundo debería tener un amigo como él.
No había nada que Heechul no haría por un amigo o por su familia.
—¿Todavía estás allí? —preguntó Heechul.
—Sí.
Kwanghee parloteaba con él todo el tiempo acerca de nada mientras
comprobaba fuera para ver si Kevin estaba todavía allí.
No estaba.
Después de unos minutos, oyó su lobo gruñendo fuera de la puerta.
—Shh —Heechul dijo por el teléfono—. Soy solo yo, muchacho.
—¿Ya estás aquí?
—Sí —dijo—. Cuelga y abre la puerta.
Kwanghee lo hizo. Para su alivio, afuera solo estaban el lobo y Heechul.
—Esto está claro —dijo Heechul mientras el lobo entraba corriendo al
apartamento—. Él debe haberse marchado.
Kwanghee suspiró de alivio, pero todavía cerraba la puerta bien segura.
—Nunca he estado más aterrorizado, Hee. Esto fue horrible.
Heechul exploró el apartamento.
—¿Qué pasó? —preguntó mientras abría las puertas y miraba por las
ventanas.
—No sé. Nosotros tomábamos un almuerzo tardío y todo estaba genial hasta
que yo vi esto... —sostuvo su palma para que Heechul pudiera ver el extraño
tatuaje sobre su palma—. Él tenía uno idéntico sobre su palma.
—Estás bromeando.
—No, y la parte más extraña es que no sé como lo obtuve. ¿Recuerdas
cuándo comíamos y solamente apareció?
Heechul tomó la mano de Kwanghee en la suya y estudió el tatuaje.
—¿Él me marcó o algo, verdad? —preguntó Kwanghee—. Él ha colocado su
señal sobre mí y ahora va a matarme. Yo sabía que era demasiado bueno para ser
verdad.
Heechul sacudió su cabeza.
—Francamente, no puedo contestarte a eso. No hubo ningún asesinato de
este tipo en el estado, y lo sé bien.
Y Heechul lo hacía. Había hecho un hábito a través de un amigo en el
departamento de policía de estar en todas las investigaciones de asesinato.
—¿Entonces que piensas?
Heechul sostuvo su mano más cerca de su cara.
—Esto parece Griego en principio. Hagamos esto, vayamos a hacer una
visita a la casa de mi hermano. Podemos preguntarle a su marido que piensa.
—¿Cuál hermano?
—Mi gemelo —Heechul dejó su mano.
Kwanghee retrocedió al pensar en ir a lo de Leeteuk.
—Leeteuk conoce a mi sicótico—novio-convertido-en-asesino-serial. ¡Si
hasta él arregló cosas para nuestra cita!
Heechul hizo un sonido de disgusto.
—Figúrate. Teukkie siempre ha sido un terrible juez de carácter.
¡Jesús! Nunca dejes que te presente con ningún tipo.
—¿Pensé que eso era lo que decían sobre ti, Hee?
Heechul no le hizo caso.
—Sabes, podría ser una idea buena para ti empacar un bolso y acampar en
lo de Leeteuk al menos por esta noche, hasta que nosotros averigüemos más sobre
tu amigo-asesino-serial. Si él realmente conoce a Leeteuk, entonces él sabe lo
suficiente como para dejarte tranquilo.
Kwanghee no discutió. Con toda honestidad, no quería estar en casa solo
aunque con su lobo para protegerlo. Si Kevin realmente era un sicótico, podría
matar a su mascota y luego a él.
—Bien, dame un segundo.
Heechul mimaba al lobo mientras Kwanghee agarraba una muda de ropa, su
maquillaje, y algo en que dormir.
Que complicada situaccion pobre kevin echado sin ninguna comtenplacion
ResponderEliminarPorqué no me sorprende
ResponderEliminarnadie ha ido todavia por kwang,pero que con esto ni falta hace por ahora.....kwang se puso a la defensiva y kevin ni siquiera le ha dicho nada....claro que ni tiempo le ha dado.
No es como si fueran divulgando su vida pero,kwang al ser muy amigo de Hee,ya deberia tener conocimiento de lo que los rodea.....es amigo de Hee,vonoce a Teuk y hasta ahorita confiaba en él,es amigo de Min......que más.
Pero bueno....a ver que logran que les digan y a ver quien le dice lo que es kevin. Lo bueno que kevin lo sabrá,estará con él.
Espero que el niño lindo solo pretenda engañar a esos locos.
Diablos vio la marca de apareamiento que aparecio en su mano, y cree que Kevin esta loco, creo que Teukkie podra resolver sus dudas con lo de la marca, ahora que va a pasar
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