Podía ser que Siwon fuera un príncipe y él
un auxiliar de vuelo, pero eso no suponía ninguna diferencia, al final del día
ambos eran simplemente dos personas, con los problemas habituales al comenzar una
relación. O, en su caso, al terminarla.
Y menudo problema tenían.
Heechul se quedó mirando la línea azul,
como si por mirarla mucho tiempo y con un deseo potente fuera a cambiar el
resultado. Su sensación de incredulidad estaba atenuada por la histeria que iba
creciendo en su interior a cada momento.
Había pasado por la rabia, la inquietud, la
preocupación, la negación, y en aquel momento... en aquel momento estaba en el
peor momento de todos...
La confirmación.
Tragó saliva y colocó su mano sobre su vientre,
como para convencerse de que no era cierto, que no podía estar embarazado.
Oyó a alguien acercándose al baño desde el
salón y levantó la cabeza. ¡Puff estaba en casa! ¿Qué iba a hacer? ¿Iba a
contárselo?
Golpearon la puerta enérgicamente.
—¿Estás ahí, Hee?
El se humedeció los labios nervioso.
—Sí.
—¿Vas a pasarte ahí todo el día? ¡Tengo una
cita esta noche y necesito ponerme guapa!
En una ocasión normal, él se habría reído y
habría dejado el baño libre mientras ella le hacía reír contándole su vida
amorosa. Puff era una compañera auxiliar de vuelo, dulce, guapa, comprensiva, y
pasaba diez veces más tiempo en el baño que él.
Heechul no había tenido menos ganas de reír
en su vida. Pero no podía esconderse en el baño de por vida, y si no se lo
contaba a alguien pronto, se pondría enfermo.
«Ya has estado enfermo», se recordó a sí
mismo. Durante un rato largo y con arcadas aquella misma mañana, y la mañana
anterior, e incontables mañanas antes.
Abrió la puerta y le impactó la expresión
de horror en el hermoso rostro de Puff .
—¿Qué demonios pasa? —preguntó ella.
¿Cómo decírselo? ¿Cómo contárselo a nadie
cuando él apenas empezaba a aceptarlo?
—Estoy... estoy...
Puff paseó la mirada por el suelo de su
habitualmente inmaculado baño.
—¡Oh, Dios mío, estás embarazado! —exclamó.
—¿Cómo... cómo lo has sabido? ¿Me estás
diciendo que parezco embarazado?
Ella frunció los labios y señaló con la
vista la caja y la tira de plástico que había en el lavabo.
—Puede que yo no esté acostumbrada a esto,
pero no hay que ser detective para sacar conclusiones. ¿De cuánto estás y quién
es...?
La expresión de horror acudió de nuevo a su
rostro, y se tapó la boca con una mano.
—¡Oh, Dios mío, no me lo digas... es el
príncipe!
—¡Pues claro que es el príncipe! —dijo Heechul,
en un mar de lágrimas—. ¿Quién más podría ser? Y se llama Siwon.
De alguna forma, así parecía más real.
Resultaba extraño quedarse embarazado de un príncipe, pero no de un hombre con
un nombre, incluso aunque fuera un nombre exótico y extranjero.
—Oh, cielo —dijo Puff , dándole un apretón
en el hombro—. ¿Qué vas a hacer al respecto?
Las lágrimas se agolparon en los ojos de Heechul
y se las enjugó furiosamente con el puño.
—Voy a tener que decírselo.
Heechul.
El nombre apareció en la pantalla de su
teléfono móvil y Siwon lo miró sin parpadear, tentado a ignorarlo.
¿Por qué? ¿Porque ese pequeño rescoldo de
enfado aún ardía en su interior? Enfado porque él había cometido la temeridad
de dejarlo cuando ningún otro joven lo había hecho antes. ¿O era porque le
había hecho sentirse mal consigo mismo, y a él no le gustaba sentirse mal? Le
gustaba pasar por la vida como flotando, quedándose sólo con las cosas buenas y
descartando cualquier cosa que, aunque fuera remotamente, pudiera significar
complicaciones.
Pero ni siquiera su enfado pudo aplacar su
curiosidad.
¿Por qué Heechul lo telefoneaba después de
haberle dicho que no quería volver a verlo nunca? ¿Estaría tal vez
arrepintiéndose de sus palabras y sus acciones? ¿Estaría recordando lo bien que
se compenetraban... y deseando un poco más?
Aunque el deseo lo invadió, Siwon tuvo la
esperanza de que no lo llamara por lo último. Porque él respetaba a Heechul,
su postura firme y su orgullo, y para él ese tipo de respeto era algo raro,
casi desconocido. Evidentemente, Heechul quería más de un hombre de lo que él
era capaz de dar, o de lo que estaba dispuesto a dar y, de una extraña manera,
también respetaba eso.
Si él quería regresar, estaba casi seguro
de que su estima por él desaparecería. Se convertiría en uno más, capaz de
sacrificar sus principios por un hombre que seguramente nunca sería rey, pero
siempre sería un príncipe...
La curiosidad le pudo y apretó el botón de
contestar.
—¿Sí? —preguntó, arrastrando las palabras.
—Soy Heechul.
—Ya lo sé —dijo él suavemente.
«¿Entonces, por qué demonios no has dicho:
Hola, Heechul?» Heechul dudó, porque no sabía cómo decírselo, ni siquiera si
era justo soltárselo por teléfono.
—¿Cómo estás? —preguntó él, sintiendo
curiosidad.
¿Había esperado una de esas conversaciones
predecibles? Ésas en las cuales le preguntaba alegremente cómo estaba y se
comportaba como si no se hubieran dicho palabras duras, y entonces mencionaba
que casualmente estaba cerca de él...
Pero fue una pregunta que Heechul no podía
contestar con sinceridad.
—Tengo que verte.
Siwon contempló el brillante horizonte y
enarcó sus cejas. Así que había mostrado rápidamente su deseo de verlo. Aquello
era un poco sorprendente. Pero no había anhelo en su voz, ningún tono
subyacente que revelara que lo echaba de menos.
—¿Dónde estás?
—En Inglaterra.
Él frunció el ceño.
—¿Y cuándo vas a venir a Nueva York?
—No voy a hacerlo.
—¿Y entonces...?
Heechul tomó aire profundamente mientras
adivinaba el asombro de él. Sólo le, faltaba decirle: «¿Entonces, por qué me
llamas?»
—Estoy en mi casa en Inglaterra.
«No pierdas la calma, Heechul». ¿Pero qué
podía decirle? ¿Ven a visitarme porque no puedo arriesgarme a viajar? Tal vez Siwon
se negara y entonces, ¿en qué posición quedaría él? Lo cual no le dejaba otra
opción más que decírselo en aquel momento.
—Siwon, estoy embarazado.
Él se sintió como no se había sentido en su
vida, como si un torbellino se le hubiera metido en los pulmones, impidiéndole
respirar con normalidad, Por un instante no pudo hablar.
—¿Cómo has dicho? —preguntó por fin, suave
pero peligrosamente.
Heechul no iba a permitirle que lo colocara
en el papel de malvado. Eran dos personas las que estaban implicadas en
aquello, y las dos debían compartir las consecuencias, fueran cuales fueran.
—Ya lo has oído.
—¿Es mío?
Heechul se contuvo. No pensaba llorar.
—Sí.
—¿Estás seguro?
—¿Seguro de que estoy embarazado, quieres
decir? ¿O seguro de que es tuyo? En ambos casos, sí.
Las palabras de Siwon fueron como
piedrecitas escupidas por su boca.
—Dame tu dirección.
¡Ni siquiera sabía dónde vivía él! Con un
sentimiento de histeria, Heechul sé la dio, consciente del contraste casi
risible entre su suntuoso ático o su palacio y su casa.
—Estaré allí mañana —dijo él tenso, y colgó
el teléfono.
Incapaz de concentrarse, y activado por la
necesidad de hacer algo que le reconfortara o al menos le ayudara a olvidar su
situación, Heechul limpió su casa de arriba abajo.
Puff
se apoyó en el dintel de la puerta y lo contempló mientras fregaba el
suelo de rodillas.
—¿Qué es esto, una penitencia? —le
preguntó.
—Quiero que mi casa esté limpia —respondió tercamente—.
Puede que sea una casita corriente, ¡pero va a brillar tanto como cualquier
maldito palacio Arco Iris!
—Tenemos una fregona, ya lo sabes —dijo él
suavemente.
Heechul esbozó una sonrisa temblorosa.
—¡Estoy empleándolo como una pequeña sesión
de gimnasia!
Puff
dejó escapar un suspiro de alivio.
—¡Gracias a Dios que estás sonriendo de
nuevo!
—Estar deprimido no va a cambiar nada.
—¡Éste es mi chico! ¿A qué hora llega él?
—No me lo ha dicho. Seguramente esta tarde.
—¡Qué mala suerte que salga hacia Colombia
en unos minutos! —exclamó Puff , llevándose la mano a la cadera en un gesto que
le hizo sonreír de nuevo—.¡Sabes que siempre había querido conocer a un
príncipe de verdad!
A media tarde, la casa resplandecía y había
flores frescas en jarrones y aroma a limpio. ¿Y si terminaba la faena y
cocinaba una tarta? «No», se dijo a sí mismo. «No estás tratando de vender la
casa, por eso. Y tampoco te estás vendiendo a ti mismo».
No sabía qué iba a decirle, pero sabía que
no iba a permitirle hablar de temas de los que
no quisiera hablar. Y...
Sonó el timbre de la puerta y Heechul se
quedó helado. Cerró los ojos brevemente, deseando que aquello no fuera más que
una pesadilla.
Siwon contempló la carretera mientras
esperaba respuesta. Nunca había estado en un lugar así en su vida, era como un
universo paralelo. Había pequeñas casas adosadas, muy limpias, con ventanas
relucientes y jardines bien cuidados. Oyó el canto de los pájaros, y vio en la
calle acercándose a él a una mujer con una sillita de bebé y un niño pequeño y
regordete a su lado, que se detenía una y otra vez a examinar el pavimento. Él
se los quedó mirando fijamente, de una manera que no había hecho nunca, y su
boca se tensó cuando la puerta se abrió y vio a Heechul.
Por un momento, se quedó atónito al
comprobar que parecía el mismo, delgado, fuerte y con curvas.
¿Acaso había
esperado que ya estuviera un poco más rellenito, tal vez vestido con ropa preappa?
Entrecerró los ojos. No, Heechul no era el mismo en absoluto, tenía ojeras y la
cara pálida. El mundo pareció enmudecer repentinamente, con un silencio
profundo, pero sus palabras, cuando por fin logró pronunciarlas, fueron
normales y corrientes.
—Hola, Heechul.
Sólo el hecho de verlo había hecho que el
corazón le diera un vuelco al corazón, como sospechaba que iba a suceder. Pero
sus sentimientos hacia Siwon eran más profundos y más complejos después de
todo, porque aquél era el padre de su bebé. Un hombre fuerte y poderoso. ¡Cómo
ansiaba dejarle tomar el control y protegerlo, un instinto que tal vez iba aparejado
con el quedarse embarazado! Pero Siwon no se estaba ofreciendo a hacer ninguna
de las dos cosas, y él no tenía derecho a pedir nada, había renunciado a esos
derechos el día que lo había dejado plantado...
Heechul sentía el corazón desbocado y se
preguntó si sería bueno para el bebé. Asintió en señal de saludo.
—Será mejor que entres.
Para Siwon fue como entrar en el interior
de una versión un poco más grande de una casa de muñecas que había visto en una
exposición. Él no tenía idea de que las proporciones pudieran ser tan
reducidas, ni que las habitaciones pudieran ser tan pequeñas.
Heechul lo condujo hasta un salón en tonos rosados
y blanco, y Siwon se sorprendió comprendiendo de repente una palabra que
normalmente no estaba en su vocabulario: acogedor.
—¿Quieres un café?
Él negó con la cabeza.
—No, no quiero café.
Y entonces, ya que ambos tenían el peligro
de ignorar algo con la esperanza de que simplemente desapareciera, preguntó:
—¿De cuántas semanas?
—No estoy seguro...
—¿Cómo puedes no estar seguro? —inquirió
él..
—Podemos averiguarlo —respondió desesperado.
—¿No has ido a ver al doctor?
—Aún no.
Heechul percibió la ira y la incredulidad
que provocaban llamas en aquellos ojos negros como el carbón y, con gran
sorpresa, se dio cuenta de que no le había preguntado quién era el padre. Lo
cual significaba que le creía. Un alivio que no se esperaba le invadió, y se
sintió obligado a ofrecer algún tipo de explicación.
—He estado... negándolo, supongo.
—¿No lo has planeado? —preguntó él con
frialdad.
El mareo se apoderó de Heechul.
—¿Planearlo? ¿Crees que lo había planeado?
¿Para qué? ¿Para intentar atraparte o algo así? Bueno, piénsalo de nuevo, Siwon,
ése no es mi estilo... y aunque lo fuera, la responsabilidad es de los dos. Una
sola persona no es la única responsable de la anticoncepción, ¡también es
responsabilidad de su pareja!
Algo desconocido se apoderó de Siwon, la
sensación de que aquél era un asunto que no podía hacer que otra persona
resolviera por él con un simple chasquido de sus dedos.
—Siéntate —ordenó él con tranquilidad.
Tal vez si no se hubiera sentido tan
atontado y tan próximo a echarse a llorar, le habría contestado que él no
necesitaba su permiso para sentarse en su propia casa. Pero, tal y como se
sentía, se dejó caer en una de las sillas como si sus rodillas se hubieran
vuelto de gelatina.
Siwon entrecerró los ojos mientras hacía un
rápido cálculo mental.
—Ya recuerdo cuándo fue —dijo lentamente.
Él le había estado enseñando el palacio y Heechul
le había hecho reír, le había hecho sentir... normal en aquel entorno tan
formal, y algo primitivo se había desencadenado en su interior. Algo tan
primitivo, que había olvidado utilizar preservativo... Nunca le había sucedido
nada así.
Había sentido una abrumadora necesidad de
poseerlo rápidamente, sin ceremonias, una experiencia muy nueva para un hombre
cuya educación había estado inundada de ceremonias. No, Heechul tenía razón.
Había sido responsabilidad suya también, y la pasión le había hecho perder el
juicio. ¡Maldición! Había sabido al principio que Heechul representaba un peligro para él, y parecía que
estaba en lo cierto.
Sus ojos destellaron fuego negro pero, ¿qué
bien iba a hacerle la ira en aquel momento? Necesitaba todo su ingenio para
conseguir lo que necesitaba conseguir.
—Casi tres meses, creo —dijo.
Heechul sintió que comenzaba a recobrar algo
de fuerzas al oír el tono cortante de él, y sus ojos brillaron desafiantes.
—¡Voy a tener el bebé! —afirmó—.
¡Independientemente de lo que tú digas!
Siwon registró aquello en su mente, dando
vueltas a todas las posibilidades. Permaneció la que había ocupado su mente
durante todo el vuelo. La cuestión era cómo iba a lograrlo, porque sabía que,
bajo el tembloroso Heechul que tenía delante en aquel momento, había un joven de
voluntad de hierro. Y que podía dejarlo tirado sin mirar atrás ni un instante.
—Estoy de acuerdo —comentó él.
Heechul estaba inmerso en un tumulto tal,
que ni siquiera se le ocurrió decirle que no necesitaba su consentimiento. En
lugar de eso, lo miró receloso.
—¿Quieres que tenga el niño?
Siwon se estremeció como si él lo hubiera
golpeado.
—¿Acaso creías que iba a plantearme alguna
otra alternativa? —le preguntó con gravedad y asombro.
Durante unos instantes, Heechul se sintió
como si estuviera ahogándose en el mar y le ofrecieran no sólo un salvavidas,
sino además ropa seca y caliente. Y entonces él lo retiró todo con sus
siguientes palabras.
—¿No te has parado a pensar que dentro de
ti llevas a un niño de sangre noble?
—¡Todos los niños son nobles para mí!
—exclamó él.
Siwon esbozó una leve y cruel sonrisa.
—Admiro tu pasión, Heechul —dijo
suavemente—Pero estoy analizando esto desde un punto de vista puramente
práctico.
Sus ojos negros lo taladraron con una
frialdad tan analítica como los ojos de un abogado.
—Llevas en tu interior a mi hijo, un niño
por cuyas venas corre la sangre de la familia real de Hyundai.
«¿Quién está siendo apasionado ahora?»,
pensó Heechul, cansado.
—Cuando nazca, el bebé tendrá algunos
derechos y privilegios, él o ella podría convertirse un día en rey, joven rey o
reina si Kangta no procrea, lo cual cada vez parece más improbable.
Estaba equivocabo, pensó Heechul. Lo que
había percibido en la voz de él no era pasión, era sentido práctico. Ahora él
estaba discutiendo la posición del bebé en la sociedad de Hyundai, como un
ejército conquistador discutiría acerca de dividirse el botín de un país.
Heechul se frotó al frente con los dedos.
—No sé qué crees que podemos hacer al
respecto. Si es que podemos hacer algo. Ya no somos una pareja —dijo él, y dejó
escapar una risa nerviosa—. Si es que alguna vez lo fuimos.
Siwon se lo quedó mirando. ¿Se había vuelto
loco? ¿Creía que él iba a aceptar aquella noticia sin más?
¿Que le iba a
permitir criar a su hijo en aquella casa diminuta de un barrio de clase media?
Como un maestro del ajedrez dispuesto a
ganar, Siwon consideró su siguiente movimiento con cuidado. La pregunta más
candente era si el bebé era suyo de verdad. Fijó su mirada en aquel rostro
pálido y hermoso.
El ligero temblor de aquellos labios lo golpeó
inesperadamente en la conciencia y, al contemplar sus ojos color, el orgullo y
la dignidad que leyó en ellos disiparon toda duda. Y la duda, reconoció él con
una seguridad abrumadora, sería la única cosa que podría frustrar sus deseos.
Él era el padre del bebé.
Siwon sintió que el corazón se le
aceleraba, que le invadía una sensación de mareo y sentía un dolor extraño
donde debería estar su corazón, sí todos los jóvenes y las mujeres que lo
habían conocido no lo hubieran acusado de no tener uno. Sacudió la cabeza,
conmocionado por las desconocidas sensaciones físicas y el caos de sus
pensamientos.
¡Estaba en estado de shock!
Pero aquél no era el momento de analizar su
reacción ante una inminente paternidad, había otros asuntos más urgentes.
—El bebé debe nacer en Hyundai —dijo con
tranquilidad.
—¿Debe?
Heechul se lo quedó mirando.
—No te enfrentes a mí en eso, Heechul —le
advirtió él.
—¡Pero si tú no vives allí! —protestó él—.
Dejaste a un lado tu vida de príncipe hace mucho tiempo, ¿recuerdas? ¡Me lo
dijiste tú!
—Eso hice —respondió él, y frunció la
boca—. Pero las cosas ahora son diferentes.
¿Cómo era posible que se hubiera
transformado tan rápidamente en alguien tan tradicional? Era como si todos los
años anteriores de libertad no hubieran sucedido. Por un momento, Siwon se
encontró aturdido al darse cuenta de que su educación se había grabado en su
interior a fuego.
Heechul hizo un último intento, consciente
de que estaba luchando contra algo, pero sin saber muy bien de qué se trataba.
—No tiene por qué ser difícil, Siwon. Muchos
jóvenes y mujeres se las arreglan solos. Podemos resolverlo.
Pero él rechazó su oposición como si no
tuviera relevancia.
—No sólo debe nacer en el principado
—añadió—. Además el bebé debe ser legítimo.
Heechul sentía que la cabeza le daba
vueltas.
—¿De qué estás hablando?
—Tú príncipe ha llegado, cariño —anunció él
con ironía, arrastrando las palabras—, y piensa casarse contigo.
¿Casarse con él? ¿Apuntándolo con una
pistola?
—¡No!
—Oh, sí —afirmó él y, aunque lo dijo
suavemente, no hubo duda de su determinación de acero—. Puede que tengas ganas
de jugar a ser el valiente appa soltero, pero la realidad va a ser muy
diferente. Eso no va a suceder. Mi bebé no nacerá ilegítimo, ella o él heredará
lo que le corresponde, pero que sólo puede obtenerse a través del matrimonio.
Heechul lo contempló, tan paralizado, que
no podía moverse bajo el filo de hierro de aquellas palabras y la certeza de
que nunca había visto a Siwon así antes. Tan frío, tan poderoso y tan...
decidido.
—Siwon...
—Ni se te ocurra oponerte a ello, Heechul
—lo interrumpió—. Tengo todas las de ganar, puedo hacer que esto se convierta
en una batalla... y por supuesto, ganaría yo.
Heechul lo miró a los ojos y supo que
hablaba en serio. Lo cual significaba que Kim Heechul iba a casarse con un
príncipe.
Debería haber sido un sueño convertido en
realidad, pero no era así. Lo cierto era que iba a quedar encadenado a un
aristócrata sexy pero despiadado. Un hombre que no lo amaba.
No, aquello no era un sueño.
Era una pesadilla
Donde quedó el hombre despreocupado y renagado de su ascendencia, Siwon me parece que te tomaste la paternidad como un deber más que como un acto de amor, igual esa duda sobre si era o no tuyo no me gusto para nada.
ResponderEliminarHee creo que se vienen unos tiempos difíciles, de cambios drásticos y vas a tener que ser fuerte por ambos
Kyaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarDios!!! Hasta que se dio el bendido embarazo!!!! jejejjej ahora si la cosa se va a poner buena de verdad!!!
Ya me imagino a mi querido y orgullos Hee viendose obligado a casarse solo porque quedo embarazado de un principe.
Me alegra de que Siwon a pesar de lo que piensa de matrimonio haya querido hacerse responsable del bebe y de Hee ^_^
Mil gracias por el cap, estare esperando con ansias (¬.¬ Como siempre) el siguiente capitulo.
Besito ne?? ^,~
OMG ya hay bebe en camino!!! ahora momentos dificiles por los cambios que enfrentara Hee pero no creo que sean tan malos despues de todos ya que ellos se aman solo que aun no saben como demostrarlos!! me gusto mucho el capitulo esperare la proxima actualizacion!!
ResponderEliminarOMG!! me eancanta el hecho de que Heechul se la haya dicho de una vez, nada de esconder el bebe y de lloriqueos. Fue practico y racional , asi se debe actuar en estos casos. Me encanta, simplemente me encanta su forma de ser.
ResponderEliminarPero Siwon es muy terco y es un principe por lo que tiene mas poder y al final igual tendra que casarse.
Estoy en shock, no pensé que la reacción de Siwon fuera tan fría y calculadora y mucho menos que trataría así a HeeChul, prácticamente le dijo que la única alternativa era la de casarse con él, para que el futuro bebé fuera legítimo, pobre HeeChul es obvio que va a tener que aceptar.
ResponderEliminarGracias por el Mp, nos leemos en la siguiente actualización.
Bye ^^
Por supuesto que si heechul se lo decia,no había otra forma en que siwon pueda reaccionar...aunque eso del matrimonio seguro no le cae nada bien a hee,el solo queria que siwon lo supiera,y ahora dentro de poco,estar planeado su boda,si es que participara en ello,sino se tendrá que aguantar a ver tenido una "relación" con un principe. Siwon por mucho que se aleje de la realza,bien que quiere que su hijo sea legítimo
ResponderEliminary aqui me pregunto,como será su convivencia? qué dirá kangta?