En Tu Busqueda- Capítulo Final



Siwon había esperado que fuera doloroso. Vio la luceria caer. Se había preparado para la agonía que sabía estaba llegando, pero nada pasó. Heechul había utilizado tanto poder que ya no latía nada en su interior, intentando despedazarlo.

Iba a morir, pero al menos no sería tan doloroso. Estaba agradecido por ello. Siwon lo tomó entre los brazos y lo abrazó mientras su cuerpo se recuperaba. Los otros Suju les habían encontrado y estaban corriendo hacia ellos. Vio a Changmin, junto con los demás que habían bajado allí con él. Estaban a salvo. Un poco polvorientos, pero a salvo.

Siwon inclinó la cabeza de alivio. Todo el mundo había logrado salir con vida.Habían rescatado a Sunny, y los restos del hermano de Heechul estaban a buen recaudo en la bolsa de lona. Con todo, fue un éxito total. Lástima que no tuviera ganas de celebrarlo. Leeteuk se inclinó y comprobó el pulso de Heechul.

 —¿Está bien?

 —Eso creo. Sólo sobrecargado.

Por el rabillo del ojo, vio a Yunho aplastando a su hija en un desesperado abrazo. Changmin se quedó atrás, observando, retorciéndose las manos como si estuviera ansioso de unirse a ellos. No lo hizo.

-Sé lo que es eso —dijo Leeteuk. Metió una mano en la hierba y cogió la luceria—.Parece que perdiste esto.

A Siwon le tembló la mano cuando la cogió. Los colores se arremolinaban dentro del collar, aún mas azules, pero no completamente.

Heechul no podía siquiera darle otra semana. Sólo una hora. Por mucho que tuviera la esperanza de más, lo entendió. Había cometido errores con él, algunos imperdonables. No se merecía otra semana y lo sabía. Heechul también.

Se abrochó la luceria alrededor del cuello y sintió la primera hoja caer de la marca de vida. Se agitó sobre las costillas, y antes de que dejara de caer, otra se le unió.Luego otra. Vivir hasta la salida del sol había sido una estimación optimista. A este ritmo,solo tendría unas pocas horas como máximo.

Quería pasarlas con Heechul, por egoísta que fuera eso. Se juró a sí mismo que no lo dejaría verlo morir, pero se moría por estar con él sólo un poco más.

Sólo tenía unos pocos momentos antes de que su alma comenzara a desvanecerse y tenía que dejarlo. No podía confiar en sí mismo de no obligarlo a tomar la luceria de nuevo. No podía confiar que no le haría daño o intentaría esclavizarlo como había hecho antes.

Quería un para siempre con él, demasiado para arriesgarse. Heechul estaría más seguro si él fuera a cumplir su destino como había planeado hacer durante décadas.

Lo levantó y siguió a los hombres a los vehículos. Incluso manchado de tierra y pálido por el esfuerzo, seguía siendo hermoso a la luz de la luna. Era un hombre afortunado por haberlo conocido, aunque hubiera sido por unos pocos días.

Unos pocos días con Heechul valían más la pena que toda una vida con cualquier otra persona.



Heechul sentía resaca. Le latía la cabeza, tenía la garganta irritada, y estaba bastante seguro que iba a vomitar. Esa idea hizo que se moviera lo suficiente para sentarse. No quería enfermar en su cama.

Cuando se sentó, rápidamente se dio cuenta que no estaba en su cama. Estaba en un coche fuera de una desagradable cueva. Las puertas estaba abiertas y una brisa veraniega se deslizaba sobre su piel. Yonghwa y Yesung montaban guardia no muy lejos, recorriendo la zona con la mirada, hablando demasiado bajo para que les oyera.

La noche completa llegó, inundándolo. Lo había hecho. Les había sacado a salvo.
Había encontrado a su hermano, también. Después de ocho años, podía finalmente poner a Henry a descansar.

Las lágrimas le ardieron en los ojos mientras se inclinaba y abría la cremallera de la bolsa de lona. El andrajoso pijama no era más que jirones ahora. Los huesos del interior estaban polvorientos, y no se atrevía a tocarlos. Era el cuerpo de Henry, pero no era todo lo que había dejado detrás. Había traído alegría a todos los que lo rodearon. Le había dado a Heechul más buenos recuerdos de los que ninguna persona se merece tener. No había vivido mucho tiempo, pero los años que había tenido habían sido buenos, y los había utilizado para derramar más amor en el mundo que cualquier otro ser que jamás hubiera conocido.

Las lágrimas gotearon sobre la bolsa roja, dejando puntos oscuros.

 —Te quiero, bebé —susurró—. Puedes descansar ahora.

Con eso, cerró la cremallera de la bolsa y dejó el pasado atrás. Henry no habría querido verlo triste. Habría querido que viviera, riera y amara.

 Siwon.

No estaba por ninguna parte, pero cuando pasó sobre la bolsa para salir y encontrarlo, vio un destello metálico. Su espada estaba envuelta, yaciendo bajo los huesos de Henry en el suelo del SUV.

Nunca iba a ninguna parte sin ella. ¿Por qué la habría dejado detrás?

A menos que no fuera a volver. Comenzó a entrar en pánico e intentó alcanzarle para poder encontrarlo, pero no había nada allí. Se llevó la mano a la garganta y sólo encontró piel desnuda. La luceria se había ido. El tiempo de ellos había terminado.

Lo había dejado. Pero ¿por qué?

Se arrastró fuera del vehículo y le fallaron las piernas. Cayó al cemento y le ardieron las manos por el impacto. Yesung corrió hacia él y le ayudó a levantarse.

—¿Estás herido? —preguntó.

—¿Dónde está Siwon?

—Estaba justo aquí hace unos minutos.

Heechul señaló la espada.

 —La dejó atrás. ¿Dónde está?

 Yesung lo miró, con la cara inexpresiva.

 —Fue a morir.

 Yonghwa le dio un codazo en las costillas.

 —No tienes que hablar de ello. ¿Dónde infiernos está tu honor?

 —Jodido honor —gruñó Yesung—. Él merece saber el resultado.

 —Si se lo ocultó —dijo Yonghwa— es porque esa era su elección. No quería que supiera lo que estaba haciendo.

 Heechul sufrió en silencio durante un segundo, entonces miró a Yesung.

 —¿Qué está haciendo exactamente?

 —Iba a derribar a un montón de Sasaeng a su paso de regreso a la cueva.

 —¿Qué? ¿Por qué infiernos lo haría…? —No tenía tiempo para eso. Ya le pegaría a Siwon cuando le encontrara—. ¿Por dónde se fue?

 Yesung lo sabía. Podía verlo en sus ojos.

 Heechul le agarró por la camisa y le sacudió. Era demasiado grande para que lo agitara mucho, pero él pilló el concepto.

 —¿Dónde fue?

 Los ojos de Yesung se movieron a la derecha, hacia la espesura de los árboles.

 —El sol casi ha salido y él se había ido con suficiente tiempo para hacer el trabajo. No lo encontrarás a tiempo.

Infiernos que no lo haría. Agarró el teléfono móvil de Yesung de su cinturón y corrió mientras buscaba en su guía de teléfonos. Tenía las piernas temblorosas, pero le sostenían porque esto era importante.

El teléfono sonó, pero él no lo atendió. No se molestó en dejar un mensaje en el contestador. Sólo volvió a marcar. Finalmente, en el cuarto intento, atendió.

—Déjame en paz, hombre —gruñó Siwon.

—No —dijo Heechul—. No lo haré.

 Era evidente que no había esperado encontrarlo a él en la línea.

 —Te lo dijeron, ¿no?

 —Sí, y no voy a dejarte hacerlo. —Estaba jadeando, apenas capaz de hacer salir las palabras.

 —Eso no es una opción, Heechul. No voy a permitirme vivir lo suficiente para que mi alma muera. Te quiero tanto, que te haría daño. —Él contuvo un sibilante aliento.

 —Ya he perdido a mamá y a Henry. No puedo perderte a ti, también. —La mera idea la desgarraba. Ya había perdido demasiado. Se merecía un poco de felicidad a cambio.

 Se internó en el bosque, utilizando el instinto para guiarse. Deseaba todavía tener esa conexión con él, podría darle caza y capturarle con la mente.

 —No quiero que te ates a mí por obligación —dijo. La voz era cada vez más débil.

 No tenía ni idea de que quería decir él.

 —¿Qué obligación? El amor nunca es una obligación.

 La maleza y las ramas bajas le golpeaban el rostro, pero continuó.

 —¿Me amas? —preguntó, levantando la voz con esperanza.

 Normalmente, se habría echado atrás y puesto algo de distancia entre ellos. Todo esto iba demasiado rápido, y todavía tenía responsabilidades que tenían que ir primero. Amar a alguien iba a ser una complicación enorme, por no mencionar el hecho de que si lo admitía, no podría esconderlo más. No se podría mentir más a sí mismo.

 Si lo amaba, él podría hacerle daño. Si le amaba y moría, nunca se recuperaría.

 —Sí —susurró, aunque si era porque estaba sin aliento o porque tenía miedo de decirlo demasiado fuerte, no estaba seguro—. Te quiero.

 —Ojalá lo hubiera sabido. Es demasiado tarde ahora.

Él lanzó un profundo gemido de dolor. Podía oírlo cerca, y una fracción de segundo después, resonó por el teléfono. Estaba cerca.

 —¿Puedes oírme? —gritó.

 —Te… quiero… también. —Las palabras eran tan débiles que apenas podía oírlas.

 Vio un atisbo de azul que no pertenecía al bosque. Deseaba como el infierno tenerlos ojos mágicos de nuevo para que le ayudaran a ver. La luz rosada del inminente amanecer era apenas suficiente para guiarlo.

 A medida que se acercaba, vio que el azul eran sus vaqueros. Le había encontrado.

 Heechul se tambaleó a través de los árboles y cayó a su lado. Estaba recostado en un tronco grueso, desplomado e inmóvil. Los cadáveres de los Sasaengs cubrían el suelo a pocos metros de distancia. Docenas de ellos. Varios profundos cortes en la carne de Siwon goteaban roja sangre. La piel estaba más pálida a cada segundo. Tenía el pecho desnudo, con la camisa rasgada por el lado derecho donde las garras la habían arrancado, junto con la piel.

 El tatuaje sobre el pecho estaba desnudo. Todas las hojas estaban muertas,yaciendo amontonadas a lo largo de la cintura.

 Los colores se arremolinaban en la luceria, pero se estaban desvaneciendo rápidamente.
Rezando para que no fuera demasiado tarde, se la arrancó del cuello y se la abrochó alrededor del suyo. Lo extremos se cerraron, pero nada más pasó. Todavía no podía sentirle.

 No estaba respirando.

 El pánico le hizo temblar. Le presionó los dedos en el lateral del cuello,intentando sentirle el pulso. Era débil y no estaba totalmente seguro de que no fuera el suyo, pero le dio esperanza.

Estiró su cuerpo, sin hacer caso a las ensangrentadas hojas y palitos que cubrían el suelo, le insufló aire en la boca. Su pecho se expandió. Lo hizo una y otra vez.

Entonces lo sintió. Una chispa de poder arqueándose entre sus bocas. Todavía estaba con él. Podía sentirle luchando por regresar.

 —No te atrevas a dejarme —le dijo—. Te necesito.

 El total del poder dentro de Siwon era débil, pero él desvió lo que podía y lo utilizó para unir su piel. No sabía qué estaba haciendo, pero tenía que intentar algo para evitar que sangrara.

 Le cubrió la boca con la suya para respirar por él de nuevo, pero esta vez no necesitaba ninguna ayuda. Le tomó el aire de los pulmones y lo besó de vuelta.

 Le deslizó la lengua sobre los labios y un bajo gemido de placer la vibró en el pecho. Sabía tan bien. Tan vivo. El corazón se le llenó de alivio y gratitud.

 Los brazos lo rodearon y los sentó a ambos. La boca dejó la de él y pudo ver los ojos brillando de emoción.

 —Dímelo otra vez —ordenó Siwon.

 Heechul sabía lo que quería oír. Podían sentir el indicio de inseguridad que aún permanecía en su interior, y le amaba tanto que no pudo renegar de él.

 —Te quiero.

 Los ojos se cerraron de placer.

 —Dios, suena tan bien.

 Cogió la espada prestada de donde había aterrizado sobre las hojas, se arrodilló ante él y se hizo un corte superficial sobre el corazón.

 —Mi vida por la tuya, Heechul. Por siempre y para siempre.

 La sangre le goteaba por el pecho, provocando que el estómago se le retorciera más fuertemente.

 —Realmente desearía que dejaras de hacer eso. Acabo de remendarte.

 Ignoró el reclamo y lo miró con tal intensidad que Heechul quería apartar la mirada.

 —Dame tu voto. Lo necesito.

 Le necesitaba. Para siempre. Eso era lo que quería, y le asustaba como el infierno.

 Aun así, a pesar que tenía miedo de atarle a un persona que había cometido tantos errores, estaba más asustado de dejarle ir. Había visto todos sus fallos. Sabía que había un montón de gente a la que había decepcionado. Sabía que les había dejado morir. Y todavía lo quería. Confiaba en él.

 Lo hacía sentir humilde y sin embargo le daba fuerzas para confiar en sí mismo.No era perfecto, pero no tenía que serlo. Siwon siempre estaría allí para él cuando fuera débil. Siwon siempre estaría allí para él, y punto.

 —Te necesito, también. Así que, mientras no te canses de mí, voy a estar ahí a tu lado.

 Mientras la calidez de la promesa se apoderaba de Heechul, una sonrisa de masculina satisfacción le curvó la boca.

 —Eres mío ahora, Heechul, porque nunca me voy a cansar de ti.

 —Entonces, tal vez debería volver a formular mi voto —bromeó.

 —Oh, no, no lo harás. Te tengo justo donde te quiero. Para siempre. —Lo atrajo hacia sí e inclinó la cabeza para besarlo mientras los primeros rayos del amanecer rompían a través de los árboles.




 Heechul contuvo la respiración. Sunny se quedó junto a la cama de Wook. Kevin había utilizado todo el poder que había recogido en el ataque a la SM y había dejado de ayudar a Wook, al menos durante otra semana, por lo que Sunny era la mejor oportunidad que tenían ahora.

 Siwon estaba a su lado, su fuerte brazo a su alrededor. Su dedo pulgar le acariciaba la cintura, aliviando algunas de las tensiones que habían ido creciendo en su interior desde que habían llegado a casa.

 Y la SM era su hogar ahora, aunque uno extraño.

 Sunny frunció el ceño y puso su pequeña mano sobre la frente de Wook. Un momento después, la retiró como si la quemara.

 —Pobre chico —dijo Sunny—. Si se recupera no será por tu mano.

 Heechul se apoyó contra Siwon, débil por la decepción. Él lo acogió en sus brazos,sólido e inflexible.

 —¿Qué quieres decir? ¿No hay nada que pueda hacer?

 —Me temo que no.

 La frustración brillaba en su interior. Se sentía impotente. Incluso con todo el poder que ahora poseía, todavía no podía ayudar a Wook.

 —Sin embargo, hay esperanza —dijo Sunny—. Tú me rescataste, así que yo te ofrezco este beneficio.

 —¿Cuál? Cualquier esperanza que puedas darme será más que bienvenida.

 —No hay nadie aquí que pueda ayudarlo. No puedo ver quién es, pero siento que él ya ha empezado el proceso.

 —¿Él? ¿No ella? ¿No es Grace?

 —No. Grace, no. Ella es un alma de curación, y da a Wook un gran consuelo, pero eso es todo.

 —¿Qué debo hacer, entonces? —preguntó Heechul.

 Sunny le dirigió una sonrisa tan llena de sabiduría que ninguna niña de ocho años debería poseer.

 —Nada.

 —¿Nada?

 —Ya has hecho todo lo que has podido. Lo trajiste aquí. Que, o bien será suficiente o no lo será.

 —¿Y no puedes decirlo?

 —No, no lo diré. Ya no es mi turno.

 Heechul estaba tratando de averiguar lo que quería decir pero estaba teniendo dificultades para seguirle la corriente con todas esas enigmáticas palabras.

 —¿Qué quiere decir, no es tu turno?

 Sunny inclinó la cabeza haciendo que sus rizos también se inclinaran.

 —Tú eres un hermano. Sabes lo que es tener que compartir. ¿Nunca has aprendido a hacerlo por turnos?

 El cuerpo de Siwon se tensó a su lado.

 —¿Estás diciendo que Jessica puede ver las cosas de la misma manera en que tú lo haces?

 —No he dicho nada de eso. Eso iría contra las reglas.

 Dio media vuelta y se fue, pero se detuvo en la puerta. Sin volverse, dijo:

 —Vais a ser felices juntos. No tengo que romper ninguna regla para decirte eso.

 Después de que se hubiera marchado, la habitación parecía extrañamente vacía.

 —De acuerdo —dijo Siwon—. Es evidente que todavía hay algunas cosas que no sé de por aquí.

 —Bienvenido al club. ¡Santo cielo, esa chica es muy rara!

 —Te acostumbrarás a ella —dijo Siwon.

 —Supongo que voy a tener que hacerlo, ¿no?

 Siwon se inclinó y lo besó a un lado del cuello, haciendo que la piel se acalorara.
Sus brazos se sentían bien a su alrededor. No sabía cómo hubiera sobrevivido sin él. Era tan parte suya que apenas podía distinguir la diferencia entre la presencia de él en el interior de su mente y la suya.

 Su lengua se deslizó hacia abajo hasta que tocó el borde de la luceria. Tan pronto como lo hizo, no fue sólo la piel lo que se puso caliente. Heechul se derretía por dentro, sólo por él. Su malvada sonrisa le dijo que él lo sabía también.

 —Sí. Por ti. Porque nunca voy a dejarte ir.



Wook se despertó de repente, como si alguien hubiera gritado su nombre. La mujer en la esquina de la habitación se había quedado dormida con un jersey de punto en el regazo. Wook no la conocía pero no tenía miedo.

 Por primera vez en ocho años, no estaba asustado.

 La sensación lo mareó, y aunque tenía el cuerpo débil, se levantó de la cama dejando la débil carne atrás. Tenía que irse ahora.

 Le llevó un momento acostumbrarse a la sensación de flotar fuera del cuerpo.Estaba tan acostumbrado al hambre insaciable y al dolor profundo que la pérdida lo ponía nervioso, casi le hizo sentirse solo sin su constante compañía. Wook volvió a mirara la cama donde yacía su concha. No reconocía a esa persona. Ese esqueleto.

 Una vez más, sintió una oleada de reconocimiento, como si alguien lo estuviera llamando.  Tenía que ir con él. Le necesitaba.

 Wook salió de la sala, por la puerta que estaba enfrente, hacia un largo pasillo. No sabía dónde estaba pero sabía adónde iba. El instinto lo guiaba como una flecha, y corrió a través de los oscuros y desiertos pasillos, flotando sobre el suelo.

 Estaba cerca ahora. Podía sentirlo, sentir su poder. Había llegado a casa, aunque no tenía ni idea de cómo sabía que era el caso.

 La puerta se parecía a todas las demás, pero para él, era un hervidero de poder.Presionó las manos contra ella y se deslizó a través de la madera con facilidad. Él estaba allí. Durmiendo. No quería despertarlo. Necesitaba descansar; era la única manera de escapar de su dolor. No quería hacerle daño. Por eso necesitaba estar cerca de él. Para calmarlo. Para llevarse su dolor.

 Wook se deslizó a través de la puerta de la habitación que se parecía mucho a la que acababa de dejar, pero sólo en la superficie. Ese lugar era una casa de dolor y tormento. Era una casa de tristeza y desesperación. Aun así, era el lugar más reconfortante en el que había estado porque él estaba allí.

Cuando flotó en la habitación y cayó en la cama, él no se despertó. No estaba seguro de si podía sentirlo o no, pero se arrimó a él y cubrió su cuerpo con el suyo. La calidez de su piel se unió a la de él, ahuyentando el frío constante en las extremidades.

Como si sintiera su necesidad de calor, él se movió en sueños. Colocó su grueso brazo alrededor de su cuerpo, sujetándolo en el sitio con su grueso muslo. No pasó a través suyo. Era como si él fuera lo único real en ese mundo etéreo.

Tenía el espíritu rodeado de su calor, de su olor.

Esto era lo que necesitaba. Él era lo que necesitaba. Ahuyentaba el terror que siempre le perseguía. Incluso la más vil de las criaturas temblaba ante él. Mientras estuviera con él, no podrían hacerle daño.

 Ya no.

1 comentario:

  1. Kyaaaa!!! Terminaron juntos ^_^
    Dios por poco y Hee pierde a Siwon.
    Ahora lo que sigue es wook y Yesung??? Porque es Yesung la persona que le drinda ese calor a wook cierto??
    Mil gracias por el fic, me lo goce, sufri y quede contenta con el ^_^
    Gracias

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...