Amor en el aire- Capítulo 8




Se casaron en la intimidad en Hyundai, en un borrascoso día de otoño, con sus familiares más cercanos, incluyendo los asombrados padres de Heechul, que miraban todo a su alrededor como esperando despertarse en cualquier momento. 
«Vosotros y yo», pensó él con tristeza.

Su hermano se lo tomó de otra forma completamente diferente, con calma y bromeando.

—¡Te lo has montado mejor de lo que yo podía imaginar, hermanito!

¡Ni que hubiera ganado la lotería!

Pero él sabía que su hermano hablaba en serio. Y que Siwon le caía bien y le parecía un buen hombre.

Bueno, ¡por supuesto que sí! Siwon se había dejado la piel para ganárselo. Lo había llevado a navegar por los alrededores de la isla, le había presentado a jovenes llenos de glamour y había derrochado su encanto con él, lo cual habría hecho que hasta el cínico más recalcitrante terminara por comer de su mano.

A Heechul se le ocurrió pensar cómo habría sido si él hubiera sido igualmente persuasivo para ganárselo a él, y lograr que aceptara su proposición de matrimonio... pero en su caso Siwon no había empleado el encanto, desde luego que no, ni siquiera se había molestado en intentarlo.


Tal vez Siwon no se había atrevido, o tal vez había advertido instintivamente que él se echaría atrás. Porque el encanto no era sino un barniz superficial y frívolo que la gente empleaba para ocultar sus verdaderos sentimientos.

En lugar de eso, él había discutido con una lógica fría e implacable, citando precedentes históricos, mareándole con hechos sobre la familia real de Hyundai y su progenie.

Al menos, si algo le agradecía Heechul a Siwon era que él no se había molestado en disfrazar su propuesta de matrimonio de algo que no era.

Y al final, había estado demasiado cansado para oponerse a él, y había reconocido que todo un gobierno apoyaría a Siwon si él osaba oponerse a sus deseos. Tal vez el embarazo le hacía más vulnerable y susceptible, porque Heechul se había encontrado incapaz de que su interés propio se impusiera a los derechos de su bebé. ¿Quién en su sano juicio lo habría hecho?

Él le dijo que, ante todo, habría un contrato legal entre ambos, y cualquier cosa que no estuviera contemplada en él tendría que ser negociada por los dos.

Sus abogados habían redactado un largo acuerdo prematrimonial. Heechul había contratado al mejor abogado que podía pagar y había seguido su consejo, aunque había peleado en vano la cláusula que determinaba que, si se divorciaban, la familia Choi se quedaría con la custodia del niño o niña.

—¿Pueden hacer eso? —había preguntado, acalorado.

El abogado había esbozado una sonrisa tensa.

—Oh, sí. Tienen las de ganar, aunque usted podría intentarlo. Pero ¿se imagina usted al juez permitiéndole que dejara a un niño de sangre azul con un guardaespaldas mientras usted se va a trabajar? Esa gente logrará lo que deseen, no se equivoque.

Así que aquél era el trato. Si quería mantener a su hijo a su lado, debía estar casado con el padre.

Y ahí estaba, de camino al altar con toda la parafernalia de un novio, con el estómago hecho un nudo y no sintiendo ninguna de las gozosas expectativas de un novio normal.

—Madre del amor hermoso —exclamó su padre débilmente cuando su carruaje tirado por caballos se detuvo delante de la escalinata de la catedral—. ¡Mira a toda esa gente!

Había una multitud, todos ondeando banderas y dando gritos de alegría. Sus rostros se iluminaron con lo que parecía una alegría sincera al verlo.

—Todo va a salir bien, papá —susurró Heechul, apretándole suavemente el brazo—. Imagínate que es la iglesia del pueblo.

—Me temo que mi imaginación no es tan buena —replicó su padre con ironía.

Heechul iba vestido en tono marfil, que resaltaba su pelo más de lo que lo hubiera hecho el blanco puro. 
Además, se habría sentido hipócrita vestido de blanco, cuando ambas familias sabían que estaba embarazado, y pronto el resto del mundo lo sabría también. Habría sonrisas de suficiencia por todas partes, estaba seguro de ello. ¿Acaso él no leía las columnas de los periódicos y sacaba la cuenta de si un niño había sido concebido antes o después del matrimonio?

El pasillo le pareció tan largo como una pista de aterrizaje de aviones, y aun así, Heechul no veía más que los oscuros y brillantes ojos del novio, y una medio sonrisa que parecía de ánimo conforme se acercaba a él.

—¿Estás bien? —le preguntó él suavemente cuando se le unió frente al altar.

Siwon sentía el corazón acelerado. Una parte de él había dudado de si él finalmente accedería a todo aquello, o si se marcharía a toda prisa, ya que nadie podría haberlo detenido físicamente, e intentaría pelear con él acudiendo al juzgado para conseguir la custodia del niño. ¿Había tenido el suficiente sentido común como para hacer caso de sus palabras y darse cuenta de que esa batalla la tendría perdida antes de haberla empezado? Tal vez eso explicaba la sonrisa de determinación en su rostro. ¿Tenía también el sentido común para ver que era posible hacer que aquello funcionara?

—Estoy bien, gracias —contestó Heechul educadamente, descubriendo que era fácil acallar los inquietantes demonios del arrepentimiento con mucha práctica.

Heechul había decidido comportarse como lo haría cualquier novio, y no iba a permitir que sus padres, ni él mismo, se derrumbaran. Estaba embarazado de Siwon, y eso implicaba unas repercusiones que había sido obligado a aceptar. Tenía claro que no iba a comportarse como un adolescente petulante, enfurruñado por que su matrimonio no era aquél con el que había soñado tantas veces.

Sí, aparentemente era una boda de ensueño. Sus amigos habían recibido la noticia a ratos con envidia y a ratos con incredulidad. ¿Cuántos con el pasado de Heechul terminaban casándose con un arrebatador príncipe de una pintoresca isla asiática? ¿Cuántos se convertirían en jóvenes príncipes en el momento en que el anillo se deslizara en su dedo?

Su amigo del colegio, Gunhee, había dicho en voz alta lo que la mayoría estaban pensando.

—¡Qué suerte, al menos no vas a tener que ahorrar toda la vida para pagar el banquete, ni la luna de miel!

Heechul había dejado que lo envidiaran, porque el orgullo le había impedido confiarle a nadie que era un simple matrimonio de conveniencia. Pero era Heechul quien sentía envidia. Tal vez Gunhee tuviera que ahorrar durante mucho tiempo, pero tenía un novio que lo adoraba y que haría cualquier cosa para hacerlo feliz.

Y ahí estaba la diferencia.

Heechul tenía a Siwon, un príncipe rico y poderoso.

Y tremendamente distante.

Lo miró a los ojos y no vio más que una mirada de triunfo y determinación.

La ceremonia fue en coreano y en inglés, de acuerdo con la ley de Hyundai. Y, cuando Siwon deslizó la alianza de platino en el tembloroso dedo de Heechul, fue consciente de que su vida nunca volvería a ser la misma. Había dejado atrás a Kim Heechul y se había convertido en el joven príncipe Choi Heechul.

Cuando salieron de la catedral, los recibió una lluvia de pétalos de rosas y las cegadoras luces de los flashes de las cámaras, que resaltaban las flores de los escalones que conducían al carruaje.

En cuanto cerró la puerta, Siwon se giró hacia él.

—¿Te he dicho ya lo hermoso que estás? —murmuró.

Heechul estaba sintiéndose como una flor mustia, no se sentía nada hermoso.

—Ahora estamos solos, Siwon —dijo irascible—. Puedes dejar de fingir.

Siwon sintió las sienes palpitantes.

—Cómo me pones a prueba, Heechul —comentó él en tono plano.

Heechul sonrió a una niña que había lanzado dentro del carruaje un ramillete hecho por ella.

—No veo por qué dices eso. Ya tienes lo que querías, ¿no? Legalmente soy tu esposo, ¡pero en realidad soy tu prisionero!

—¡No te pongas tan melodramático! —le espetó él, enfadado—. ¡Eres libre para moverte a tu antojo!

—¿Ah, de verdad? Entonces, si tomo un avión a Inglaterra mañana, ¿te parecería bien?

—En teoría no existiría ninguna objeción.

—¿En teoría?

Heechul abrió los ojos de par en par, consciente de que estaba siendo quisquilloso, pero ¿acaso no era un mecanismo de defensa? Estaba intentando aceptar la situación como lo que era, y no como quería que fuera.

Y estaba intentando contenerse para no amar a un hombre que lo había utilizado desde el principio.
Siwon esbozó una sonrisa dura.

—El médico te ha aconsejado que no viajes —dijo, suavemente.

—¡Muy convenientemente para ti! —replicó él—. ¡Y supongo que si el médico me hubiera dicho que tenía que dar vueltas por los jardines de palacio todas las mañanas, tú estarías detrás!

—Te aseguro que si yo estuviera utilizando al médico para decir lo que yo quiero, serían órdenes más satisfactorias que correr por las mañanas —murmuró él.

Heechul se sonrojó.

—¡Eso ha sido innecesario!

—¿De veras? —preguntó él inocentemente—. No sabes a qué me estaba refiriendo.

No, pero se hacía una idea muy aproximada.

 Aparte de un breve comentario de él durante el período previo a la boda, no habían hablado de la parte física de su matrimonio. En el alboroto de la preparación no habían tenido el tiempo ni las ganas para ello, al menos no por parte de Heechul. Además, era un tema difícil de abordar.

Cuando se trataba de una pareja que practicaba sexo, no existía discusión, a menos que alguno quisiera describir sus preferencias eróticas. Pero ellos habían dejado de ser una pareja y habían dejado de practicar sexo hacía mucho tiempo. El bebé había sido la causa de aquel extraño matrimonio. Y por supuesto iban a ignorar el tema.

Pero, como todo asunto ignorado deliberadamente, crecía dentro de cada uno. A Heechul lo torturaban los recuerdos de lo bien que habían estado... y de lo mucho que habían cambiado las cosas. Ya nunca volvería a ser igual, ¿o no? De momento, no.

Se giró con una amplia sonrisa hacia la multitud que los saludaba a gritos.

—¿Tienes intención de que éste sea un matrimonio como debe ser, Heechul? —le preguntó él calmado.

Él se volvió para mirarlo de frente. ¿No quedaba aún en su interior algún resto del colegial idealista, que no quería que palabras hirientes empañaran el que debía ser el día más feliz de su vida? Y así, independientemente de lo que sucediera en el futuro, podría decirle a su hija o hijo que había sido un día feliz.

¿Qué era lo que él quería? ¿Un «sí» sumiso, mientras recorrían las calles de Hyundai en el carruaje tirado por caballos?

—¡Ahora no es ni el momento ni el lugar para discutir eso, Siwon!

—Como desees, príncipe mío —se burló él.


El palacio Arco Iris estaba engalanado con flores, y se había dispuesto un desayuno en el Comedor de los Espejos, el cual, según contaba la leyenda, había servido como modelo para una de las habitaciones del palacio de Versalles. Heechul veía su imagen reflejada desde todos los ángulos. ¿Aquella criatura pálida y con ojeras vestida con un bellísimo traje era realmente él?

El príncipe heredero estaba hablando con él y, haciendo un gran esfuerzo, Heechul le dirigió una amplia sonrisa.

—¿Quieres algo de comer? —le preguntó él.

—Yo...

Últimamente su apetito se había reducido al mínimo, por decir algo. Estaba a punto de decir que no quería nada cuando vio la mirada de preocupación en aquellos ojos y asintió, tomó una fina loncha de un pescado exquisito y se la metió en la boca. De hecho, había perdido peso. En quince días, la modista de París que le había hecho el vestido había tenido que arreglárselo dos veces.

—Está delicioso —dijo.

—¿Eres feliz, Heechul?

La inesperada pregunta de Kangta lo pilló desprevenido. ¿Qué le habría contado Siwon? ¿Creería Kangta que era un matrimonio por amor? Si así era, ¿qué derecho tenía él a desilusionarlo?

Heechul sabía que, independientemente de lo que sintiera en su interior, había establecido un contrato con Siwon por el bien del bebé. Y, por el bien de todos, debía interpretar el papel del novio contento.
Elevó su vaso de zumo.

—Sí, lo soy —afirmó, sintiendo una punzada de dolor al ver a su madre al otro extremo de la mesa, riendo con algo que había dicho Siwon.

Le sonrió, estaba orgulloso de ella. Para ser una mujer cuya fecha más señalada del año era el mercadillo de la parroquia, parecía estar desenvolviéndose muy bien. Bueno, él también debía hacer que su madre se sintiera orgullosa de él.

—Es un día muy excitante —murmuró.

—Desde luego que sí —coincidió Kangta pensativo—. ¿Siwon te va a llevar a las montañas para vuestra luna de miel?

—Sí —afirmó, en un tono plano.

—¿No habrías deseado un destino más tradicional, Paris por ejemplo?

—Oh, no. Quiero conocer mi nuevo país —respondió él inamovible.

No podía decirle a Kangta que aquella ciudad estaba contaminada para siempre por los recuerdos de lo que había existido entre ellos.

Entonces habían compartido sexo y risas, y él había estado decidido a desempeñar el rol de independencia que Siwon requería de él, pero le había salido el tiro por la culata. Y en ese sentido no había cambiado nada. Aún desempeñaba un rol, sólo que el rol había cambiado.

—¿Y después de la luna de miel? —la voz de Kangta interrumpió sus pensamientos—. ¿Qué vais a hacer?

—Aún no lo hemos decidido.

O sería mejor decir «discutido», igual que muchas otras cosas. Heechul tuvo que contenerse cuando levantó la vista y se encontró con que Siwon le miraba fijamente.

Él le había estado observando y vio que, mientras que con su hermano había estado cómodo y distendido, cambió a una actitud fría y distante cuando sus miradas se cruzaron. Como si deseara estar a millones de kilómetros de allí...

«Bueno, yo también deseo lo mismo, cariño», pensó Siwon amargamente. Lo último que deseaba en el mundo era sentirse encarcelado en Hyundai, de nuevo con la camisa de fuerza de la formalidad y lo ritual.

Pero tenía que ser así. ¿O tal vez no?

Tal vez el entorno se añadía a la sensación de Heechul de estar atrapado. ¿Debería darle alguna seguridad al respecto, decirle que su estancia allí podía ser sólo temporal, si él así lo deseaba?

Pero Siwon sintió el pulso de la ira cuando Heechul apartó la vista de él como si fuera invisible. Bueno, si ésa era la forma en que quería hacerlo, si tenía intención de ser terco, entonces descubriría muy pronto que él también podía ser terco...

Oculto por el mantel de damasco, Heechul colocó su mano sobre su vientre, animándose a no sucumbir a la ola de emoción que le embargaba. ¿Eran las hormonas lo que le hacía sentirse tan vulnerable? Si era por eso, debía asegurarse de no mostrarlo. Porque a Siwon no le preocuparía, ¿y por qué iba a hacerlo?

No tenía sentido esperar una respuesta suave de un hombre como Siwon. Él nunca se había comportado de esa forma, ¿por qué iba a cambiar ahora?

Lo vio ponerse en pie, resplandeciente con su traje de cóctel. Estaba acercándose a él y Heechul sintió que el corazón le daba un vuelco. ¿Por qué las emociones no tenían lógica? ¿Por qué diablos el amor tenía que aparecer y apoderarse de él de una manera tan poco apropiada, haciendo que quisiera preocuparse por alguien aunque el instinto le decía que no iba a obtener nada a cambio?

Siwon dejó escapar una breve risa al ver que él palidecía, y sus palabras fueron tan suaves, que sólo él pudo oírlas.

—Por lo menos, intenta mantener la farsa de que eres feliz en el día de tu boda, cariño. Tu madre se quedaría muy afligida si no. Ven, Heechul —dijo, tendiéndole la mano, con los ojos brillantes como un mortal hielo negro—. Ha llegado la hora de iniciar nuestra luna de miel.



Y dime, Heechul —comenzó él, con un destello desafiante en sus ojos—. ¿Qué hace una pareja en su luna de miel cuando no están ocupados en el pasatiempo más habitual de ese viaje?

Heechul lo miró desde debajo de su sombrero para el sol y, a pesar de su intención de contenerse, un estremecimiento de deseo le recorrió entero. Qué diferente parecía él del hombre con el cual había intercambiado sus votos. Se había transformado de la elegancia del traje formal a un aspecto completamente desenfadado, como un hombre que se siente como en su casa en la playa. Llevaba unos vaqueros desteñidos cortados a la altura de las rodillas y una fina camisa de algodón que había dejado abierta, brindando a Heechul ocasionales vistas de su pecho.

Los ojos burlones de él seguían desafiándole a que respondiera, y Heechul supo que no podía seguir huyendo de la verdad. Respondió como el viejo Heechul, el idiota que se engañaba a sí mismo con la idea de que podía encajar con aquel hombre a un nivel emocional.

El viejo Heechul habría afrontado ese desafío de frente.

—¿Estás intentando decirme que estás frustrado? —preguntó.

—¿Y tú no lo estás? —planteó él.

—Tengo otras cosas en la cabeza.

—¿Cómo cuáles?

Él señaló el libro abierto sobre su regazo.

—Deberías intentar leer algo.

—Lo mismo digo —replicó él, esbozando una extraña sonrisa—. ¡Ese libro lleva así la última hora!

—He estado admirando el paisaje.

—Ya lo sé —se burló él.

—¿Qué quieres decir con eso?

Siwon se encogió de hombros, dejándose caer sobre la arena junto a él.

—Si encuentras mi cuerpo tan irresistible que no puedes apartar tus ojos de él, Heechul... entonces, ¡mira todo lo que quieras! ¿Quién soy yo para prohibírtelo?

—¡No estaba mirando!

—Oh, sí, sí que lo hacías —le contradijo él suavemente—. No puedes dejar de mirarme... al igual que yo no puedo dejar de mirarte.

Dejó que sus ojos lo recorrieran. Heechul llevaba un bañador verde oscuro que resaltaba el color de su piel. 

Protegido por una gorra, para no quemarse su clara piel, estaba sentado sobre la arena fina y suave, y de vez en cuando bebía agua de una botella grande. El diminuto bañador moldeaba su trasero como una segunda piel, enfatizando nalgas y el vientre ligeramente redondeado y que crecía día tras día.

Por lo menos, parecía menos histérico ese día, algo de la tensión que había estado a punto de hacerles estallar el día de la boda parecía haber desaparecido Siwon había advertido su tristeza al despedirse de sus padres, su rostro fugazmente descompuesto que había intentado ocultar por todos los medios.

En aquel momento había querido abrazarlo y consolarlo pero entonces se había recordado a sí mismo que no sería capaz de ir más allá. El muro de piedra que rodeaba su corazón tenía unos cimientos fuertes, nada podía derrumbarlo. Era mejor empezar como tenía pensado, y sabía que nunca le daría auténtico amor. Tal vez en ese sentido al menos, Heechul fuera el esposo perfecto para él. ¿Acaso no era ésa una de las cosas que siempre le habían fascinado de él, el hecho de que no estaba necesitado emocionalmente?

Después de que sus padres regresaran a Inglaterra, Heechul se había mantenido ocupado cambiándose de ropa, evitando que él le viera en su momento de nostalgia y, cuando había salido, había sido con la cara pálida y tensa.

Se habían desplazado al destino de su luna de miel, la casa en la montaña de la familia Choi, y aquella noche se había puesto su pijama de algodón y se había metido en la cama dándole la espalda, en un gesto silencioso que lo decía todo.

Él había fruncido la boca mientras miraba hacia el techo y contemplaba la luz de la luna jugando con las sombras.

¿Acaso Heechul creía que iba a suplicarle para que hicieran el amor? ¿O que esperaría lo que fuera a que cambiara de opinión? ¡Ni mucho menos!

Por la mañana, lo había llevado al mar, en un intento por llenar su tiempo de algo más que las frustraciones no expresadas y el resentimiento entre ambos.

Pero todo parecía estar teniendo el efecto inverso. Heechul llevaba muy poca ropa encima, al igual que él. Y el problema estaba en que a él empezaba a resultarle difícil ocultar cómo se sentía... Nervioso, Heechul lo miró, comprobando por sí mismo lo excitado que estaba, y sintió el ansia ardiente una vez más, que le tentó a rendirse. Lo deseaba. En realidad, nunca había dejado de hacerlo. Pero, ¿qué bien les iba a hacer el sexo en aquellos momentos? ¿No complicaría más una situación ya de por sí complicada?

—No me mires así—rogó.

—¿Así, cómo? ¿Te refieres a la forma en que cualquier marido recién casado miraría a su esposo?

—¡Oh, por favor, Siwon! —exclamó—. ¡No somos en absoluto como unos recién casados!

—En algunas cosas sí lo somos —replicó él suavemente—. O mejor dicho, podríamos serlo.

El negó con la cabeza. De la forma que importaba no podían serlo.

—No.


—Entonces ésa es tu decisión, cariño, no la mía —le espetó él—. Y deberás cargar con las consecuencias.

7 comentarios:

  1. Por favor dejen el orgullo de lado que me están entrando unas ganas locas de sopapearlos a ambos.
    Siwon creo que obligarlo no fue la mejor idea y amenazarlo con sacarle el bebé en caso de separación menos, así que no esperes muestras de amor incondicional por parte de Hee en largo tiempo

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  2. Que orgullo no pueden aceptar lo que siente!! Siwon empeoras las cosas..
    muy buen capitulo!!! gracias por compartirla

    Cuidate

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  3. Dios... ¿Ya se casaron? ... Los demás ven todo tan normal,si sus hermanos no hubieran conocido antes a Hee,seguro pensarían algo más o quizás no,pero por ahora ven todo normal.
    Son tan orgullosos,se estan consumiendo en ellos mismos pero el orgullo no los deja hacer lo que de verdad quieren.
    Esa última linea de Siwon me deja pensando,encontrará la forma de hacer caer a Hee, seguro *0*

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  4. jajajaj em verdad que se casaron rapiudo. Ahora viene lo verdaderamente dificil para Hee, llevar una vidad de casado teniendole las ganas que le tiene a Siwon y viceversa.
    Gracias por el cap

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  5. ¿consecuencias?¿que consecuencias?
    La boda fue muy rapida y extraña a mi parecer, aunque bueno, debe ser extraña dada las circunstancias
    Kangta se me hace muy muy raro, hay algo con el que se me hace raro, quizas ya estoy paranoica,
    Gracias por la actu =)

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  6. Me dan ganas de cortarles...la cabeza a ambos!!! XD son tan tercos y orgullosos -.- aish!!
    Así no van a llegar a nada :(
    Yo sé que Kangta sabe algo o quizás solito se dio cuenta de lo que pasa y solo esta esperando alguna oportunidad para decir o hacer algo.
    Espero la siguiente actualización pacientemente ^^
    Saludos y hasta pronto ^^/

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  7. Qué rápido ya están casados, pensé que HeeChul iba a dar más batalla, pero al parecer ha tenido que aceptar que era casi imposible obtener lo que él quería. Creo que el gran problema de ambos es que son unos cabezotas, si hubiesen hablado con la verdad desde el principio, no estarían así y al parecer ninguno de los dos tiene planes de ser sincero xD

    Ojalá que ahora que están juntos se den cuenta de su error.

    Gracias por el Mp.

    Bye ^^

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...