Love Again- Capítulo Final



Cuando llegó a casa aún estaba temblando y casi enfermo del estómago por haberse embutido en un pantalón que le quedaba una talla más grande cuando lo compró hacía un mes. Con un suspiro de alivio se acarició la curva del abdomen.

No podía escapar a la evidencia: tendría que usar ropa para embarazados en adelante. Tenía un par en el armario y, si se hubiera puesto uno ese día, no se estaría preocupando de cómo le iba a dar la noticia a Yesung. Se lo hubiera imaginado él sólito.

¡Yesung...! La sorpresa de verlo lo invadió de nuevo. Al entrar en la oficina, lo primero que pensó había sido que estaba sufriendo alucinaciones, resultado de demasiadas horas infructuosas pensando en él. O quizá fuera otro hombre que se parecía a él.

Había caído en el mismo error cientos de veces desde que abandonó la isla. Una espalda ancha, el movimiento de una cabeza de cabello oscuro, incluso la leve cojera de un extraño habían sido suficiente para que se le acelerara el pulso antes de que se percatara de su error.


Solo había un hombre con aquellos cándidos ojos y aquella sonrisa irresistible. Solo uno que podía conmoverlo tan profundamente con palabras que nunca había creído que él pudiera pronunciar.

«No podía seguir lejos de ti... He estado pensando en ti...».

Reprimiendo las lágrimas, dejó salir a Melo al jardín trasero a través de la puerta de su dormitorio, después se puso una sudadera y unas zapatillas.

«Tú siempre has sido sincero conmigo. No creo que pudieras mentirme aunque tu vida dependiera de ello...».

¡Si él supiera! No había hecho más que mentirle desde el último día que habían estado juntos en la isla. Y aún peor, había continuado perpetrando la peor mentira de todas, a pesar de que él le había dado la oportunidad de rectificar.

¡Nunca más! Tendría que ser sincero, no porque Yesung hubiera dicho que había estado pensando en él, eso no era una declaración de amor incondicional sobre todo por parte de un hombre como Yesung con su aversión a compromiso, sino porque no tenía derecho a ocultarle la verdad. ¿Por qué había creído que sí? 
El bebé que pataleaba en su interior también llevaba sus genes.

Pero no había podido decírselo aquella tarde, con la mitad de las personas del banco observando al atractivo visitante que estaba sentado a su mesa. No podía decirle al hombre que amaba simplemente «Voy a tener un bebé», sobre todo cuando no estaba enamorado de él.

Fuera, caía la noche, trayendo la lluvia consigo. Cuando iba a dejar salir a Melo se detuvo en la cocina y metió una taza de ramen en el horno. Estaba comiendo por dos, aunque no tuviera apetito. Tenía que pensar en la salud del bebé, lo que le recordaba el problema que había estado evitando desde que Yesung se había presentado en su oficina aquella tarde.

Tarde o temprano iba a tener que decidir cómo comunicarle que no había sido sincero con él. Pero las tensiones del día se habían cobrado su precio. Hipnotizado por el fuego de la chimenea y los cojines mullidos del sofá del salón, apartó los problemas para cumplir con las órdenes del médico y puso los pies en alto. Al fin y al cabo, había esperado mucho para confesarle la verdad. ¿Qué importancia teñía si esperaba otra hora?

Debía de haber estado más cansado de lo que creía porque hasta que el persistente sonido del timbre no penetró en sus sueños no se dio cuenta de que se había quedado dormido. Desorientado, se puso en pie. «El horno», pensó mareado, y estaba a medio camino de la cocina cuando advirtió que el sonido venía de la puerta.

Aunque no esperaba a nadie, Melo estaba agitando la cola, una señal clara de que quien estaba tras la puerta era alguien conocido. Probablemente su vecina, una viuda de setenta años, que lo había amparado desde la muerte de Eric. También era la única persona a la que había confiado el secreto de su embarazo, así que se pasaba cada pocos días para comprobar que estaba bien.

Pero la persona que estaba en la entrada con un ramo de flores rosas y una botella de vino era demasiado alta, ancha y masculina para pasar por una ancianita desvalida preocupada por su vecino. Kim Yesung no parecía dispuesto a marcharse hasta no obtener las respuestas que estaba buscando.

—Sé que no me esperabas, pero no podía esperar —anunció. Y entró en la casa pasando por delante de Melo y llenando el pequeño recibidor con su presencia imponente.

—¿Cómo has averiguado dónde vivo? —consiguió decir sorprendido por su repentina aparición por segunda vez en el día.

—Te seguí. Eres un objetivo fácil, Wook. No miraste ni una sola vez por el retrovisor, de no ser así me habrías visto siguiéndote.

—¿Por qué? Dijimos que me llamarías al trabajo y...

—Eso lo decidiste tú, cielo, no yo —replicó ofreciéndole las flores. Agarró a Melo con una mano manteniendo la botella fuera de peligro con la otra—. Al menos no vengo con las manos vacías. Mételas en agua mientras abro el vino que compré en el centro comercial donde trabajas, y después hablaremos.

—¿Hablar? —repitió caminando por el pasillo hacia la cocina.

—Eso es —dijo colocando su chaqueta en el respaldo de una silla mientras pasaba por el salón y aflojándose el nudo de la corbata—. Ha llegado la hora del espectáculo, Wook —añadió dejando claro que no iba a soportar más retrasos—. Al principio estaba dispuesto a complacerte y dejarlo para mañana, pero nunca he tenido mucha paciencia, como sabes muy bien, y me temo que esto no puede esperar.

—¿Qué es lo que no puede esperar? —preguntó con nerviosismo mientras buscaba un jarrón y cortaba los tallos de las rosas antes de meterlas en agua. ¿Había adivinado que estaba embarazado? ¿Iba a emprenderla con él por engañarle y privarlo de su derecho a saber la verdad?

—Nosotros. Tú y yo.

—¿Tú y yo?

—Deja de repetir todo lo que digo y enséñame dónde guardas el sacacorchos. Necesito una bebida.

—En el cajón, encima del armario de los vinos. Gracias por las flores, por cierto. Son preciosas —comentó.

—Puede que me haya costado un poco averiguar qué quiero —dijo Yesung, abriendo la botella y tomando dos copas—. Pero ahora que lo sé, dímelo claramente. ¿Qué tengo que hacer para librarme de la competencia?

—¿Qué competencia?

—Ese otro tipo. Y no te molestes en decirme que estás enamorado de él porque, como bien me dijiste no hace ni tres meses, no cambias de opinión tan rápidamente.

Se quedó mudo mirando la rosa que tenía en la mano. ¿Había oído bien? ¿Estaba diciendo que le importaba? ¿Del mismo modo que le importaba él?

—No me dejes en ascuas, Wook. ¿Voy a tener que retarle a un duelo al amanecer o qué?

Lentamente, se volvió para mirarlo a los ojos.

—No hay otro hombre, Yesung. Nunca lo ha habido. Tú has sido el único.

Se quedó con la boca abierta. Dejó el vino tan bruscamente, que se salió y resbaló por el cuello de la botella.

—Nunca he pretendido comprender cómo funciona el cerebro de los jóvenes y mujeres, pero esto es inaudito. Siempre has sido sincero conmigo, Wook. ¿Por qué ahora...?

—Cuando me encontré contigo aquel día en la ciudad, parecías estar tan bien... Estabas deseando tomar ese avión, volver a la vida y al trabajo que tanto te gustaban, mientras que yo... yo apenas sobrevivía cada día, te echaba tanto de menos... Pero cuando me preguntaste si había conocido a alguien, mentí antes que admitir que mi vida nunca había estado tan vacía. Y continué con la mentira cuando te presentaste en el banco esta tarde.

—¿Por qué?

—Porque no quería darte lástima.

—¿Lástima? —preguntó dando tres zancadas para abrazarlo—. Demonios, Wook, estoy intentando decirte que estoy enamorado de ti —confesó a punto de derretirlo con su besos—. ¿Cuántas veces tengo que repetirlo para que lo entiendas? Quiero que estés en mi vida.

—Quieres aventura y emoción, Yesung. Me lo has dicho cientos de veces. Y yo soy el joven menos aventurero y emocionante que conoces.

—Y me ha costado todo este tiempo darme cuenta de que estaba equivocado. Antes de conocerte, mi vida giraba en torno a un trabajo que podía desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. ¿Y por qué? Por el placer de regresar a un apartamento vacío y con amigos que de repente no querían saber de mí cuando parecía que me iba a quedar con una sola pierna —explicó. Sonrió y le alzó la barbilla para que lo mirara—. Y después te conocí, cariño, y aunque luché contra ti, me enseñaste a enfrentarme a la verdad y a no tener miedo.

—No me hagas parecer un santo —gritó soltándose de sus brazos y dándose la vuelta— No soy perfecto. Yo también he cometido errores.

—¿Porque mentiste al decir que habías conocido a alguien? —preguntó agarrándolo por detrás y empujándolo hacia él—. Wook, eres la única persona que conozco que lo consideraría un pecado imperdonable.

«¡En cualquier momento va a sentir el embarazo' ¡No puedo permitir que lo descubra así!».

La desesperación le dio fuerzas. Soltándose otra vez, se dirigió tambaleándose al centro de la cocina lejos de su alcance.

—¡Escúchame! —lloró—. Te he dicho mentiras horribles.

—¿De qué estás hablando, Wook? ¿Qué es eso tan horrible que has hecho?

—Te he ocultado la verdad. Una verdad muy importante.

—¿Cuál?

—Que estoy... embarazado.

Si lo hubiera acuchillado, no se habría quedado más sorprendido.

—¿Estás diciendo que hay otro hombre? ¿A qué estás jugando, Wook?

—No estoy jugando —afirmó avergonzado—. Y no hay otro hombre. Estoy embarazado de ti, Yesung.

—¡No lo estás! Te lo pregunté aquel último día en la isla y tú me dijiste claramente que...

—Mentí.

—¿Otra vez? ¿Y qué razón tuviste para engañarme?

—No quería que te sintieras atrapado. No quería que te quedaras a mi lado por obligación.

—¿Y no crees que soy yo quien debería tomar esa decisión?

—Sí —contestó incapaz de mirarlo a la cara—. Pero en aquel momento no estaba seguro de nada. Esperaba encontrar el modo de decirte la verdad.

—¿Y cuándo pensabas decírmelo?

—No intentaste ponerte en contacto conmigo. No esperaba saber de ti ni verte otra vez. Así que decidí tener el niño yo solo.

—¿A pesar de saber cómo me sentía por haber sido abandonado por mi madre? ¿Por qué...? —preguntó dando un puñetazo en el armario.

—Te lo habría dicho en algún momento. Ahora lo sé.

—¿Cuándo? Esta tarde no, cuando te di la oportunidad. Ni el día que te invité a comer, cuando también pudiste hacerlo. Y mañana tampoco cuando prometiste que nos encontraríamos para hablar, porque apostaría a que de nuevo solo intentabas librarte de mí. ¿Entonces cuándo, cielo? ¿Cuándo acabara en un reformatorio porque nunca había conocido a un padre que lo guiara por el camino correcto y su appa solo le había contado mentiras? ¿O pensabas dejarlo en mi puerta con una nota, cuando se convirtiera en un problema demasiado grande para ti?

—Me conoces bastante como para preguntarme eso.

—No te conozco en absoluto. Yo solo sé lo que tú me mostraste de ti, y por lo que veo solo es la punta del iceberg —dijo golpeando con furia la encimera—.Y pensar que estabas ahí dejándome hablar como un tonto. Debería haber seguido mi instinto y haberte evitado. Supe que eras un problema desde el día en que te conocí.

—Por si sirve de algo, dije la verdad cuando te conté que mis sentimientos por ti habían cambiado. Te quiero, Yesung. Te he querido durante mucho tiempo —susurró.

Yesung permaneció de espaldas a él en silencio. Como no tenía nada que perder, hizo lo único que podía convencerlo de que lo perdonara. Fue a su lado y le tomó la mano para colocársela sobre su abdomen.

—Es tu hijo. ¿Sientes las pataditas? Es un ser vivo que hemos creado juntos. ¿No podemos intentar enmendar lo que se ha roto entre nosotros, por su bien?

Por un tiempo no respondió. Pero tampoco quitó la mano. Un suspiró le agitó y pareció estar manteniendo una batalla silenciosa en su interior.

Al fin, se apartó.

—No puedo responder a eso, Wook, porque estoy confuso. Tengo que irme de aquí, estar solo y solucionar unas cuantas cosas. Necesito tiempo para reorganizarme y no puedo hacerlo aquí, contigo persiguiéndome y pendiente de todo lo que digo. Estoy tan asustado, que podría decir algo de lo que me arrepentiría mañana.

—Lo entiendo —aseguró manteniendo el control—. Probablemente ninguno de los dos debería tomar una decisión esta noche.

En la puerta, se detuvo para mirarlo. Durante un segundo, se le pasó por la cabeza que si fuera a besarlo, podría ablandarse y, si de verdad estaba enamorado de él, su ira se desvanecería. Pero el abismo de resentimiento y desconfianza entre ellos era más ancho que el océano y demasiado profundo para que se atreviera a cruzarlo.

En silencio, mantuvo la puerta abierta y observó cómo se alejaba. Otra vez.


Se estuvo paseando por la casa toda la noche mientras esperaba y rezaba para que volviera. Al llegar la mañana con niebla y lluvia, seguía sin saber de él y no fue a trabajar, tan cansado por la falta de sueño y tan desconsolado por cómo había complicado las cosas, que no podía enfrentarse a sus compañeros del banco.

Poco antes de las diez, sonó el timbre. Con el corazón latiendo con esperanzas renovadas, corrió al cuarto de baño a cepillarse el cabello antes de abrir la puerta. Era su vecina.

—Vi que tu coche seguía en el aparcamiento, querido —dijo—. Y sé que sueles marcharte a las nueve, así que pensé que sería mejor venir para asegurarme de que no estabas enfermo.

—Estoy bien, ajunma —aseguró sabiendo que sus ojos rojos e hinchados contradecían sus palabras—. Solo me he tomado el día libre para recuperar el sueño acumulado.

—Te traeré una sopa. No hay nada como mi sopa de pollo con fideos para sentirse mejor, y es importante para el bebé que mantengas el ánimo. Prueba con música clásica, querido. Tengo entendido que funciona.

Después de las once, el timbre sonó otra vez y una vez más se le aceleró el pulso.

—Correo certificado —informó el cartero—. Firme aquí, por favor.

Pero no era una carta de amor de Yesung, solo su nueva visa oro. Apenas acababa de cerrar la puerta cuando sucumbió al llanto de nuevo. A las doce, su vecina reapareció.

—No me quedaré —avisó entrando en el dormitorio con una bandeja tapada—. Tómate la sopa mientras está caliente y no te preocupes por los platos. Los recogeré más tarde.

Transcurría la tarde con la lluvia golpeando contra las ventanas y el viento ululando por la chimenea.

—No va a volver —se quejó a Melo, que aprovechó su estado para saltar a la cama con él y ponerse cómodo.

Cuando el timbre sonó otra vez, después de las cuatro, ni siquiera se preocupó de su aspecto. ¿Qué importaba si tenía el cabello revuelto y la nariz roja como un semáforo?

—Hola —saludó Yesung cuando abrió la puerta—. No has ido hoy a la oficina. ¿Qué sucede?

Podría haberle dicho que volviera en una hora cuando estuviera presentable. Podría haberle dicho que no era asunto suyo que se hubiera tomado el día libre. Podría haberle informado de que había cambiado de opinión y que no quería saber nada de un hombre que lo había hecho pasar más penalidades en un verano que su marido en diez años.

En su lugar, se aferró al marco de la puerta como si fuera un salvavidas y se echó a llorar.

—¡Vaya por Dios! —exclamó, tratando de abrir la puerta sin pillarle los dedos de los pies—. ¡Me lo temía!

—¿El qué?

—Algo ha ido mal con el embarazo y es culpa mía. Lo supe en cuanto me dijeron en el banco que no habías aparecido por allí hoy. Cariño, alguien debería darme una paliza, pero...

—El bebé está bien —sollozó.

—¿De verdad? ¿Estás seguro? No estás intentando engañarme otra vez, ¿verdad? No me mentirías sobre algo tan importante.

—Claro que no.

Intentó parecer ofendido, pero lo único que fue capaz de hacer fue hipar.

—¿Entonces por qué estás llorando?

—¿Necesitas preguntarlo?

—¿Por mí? ¿Por qué soy un zoquete con menos sensibilidad que un ladrillo?

—Todo eso y mucho más —afirmó viéndose en el espejo—. Es culpa tuya que tenga este aspecto tan horrible.

—Claro que sí —afirmó abrazándolo y dándole un beso en la boca que hubiera derretido un casquete polar—. Soy un imbécil de primera y no sé que por qué te molestas siquiera en hablarme.

—Yo tampoco lo sé —aseguró, pero le rodeó el cuello con los brazos para asegurarse de que no desapareciera otra vez.

Él lo llevó al sillón en brazos, lo sentó en su regazo y le levantó la cara para mirarlo a los ojos.

—¿Porque es un trabajo desagradable pero alguien tiene que hacerlo?

Con qué facilidad iluminaba su vida. Un roce, una mirada, su sentido del humor y la pasión que desataba en él eran razones para amarlo.

—Quizá —respondió intentando sonreír a pesar de las lágrimas.

Puso su frente contra la suya y sintió que un suspiro tembloroso le recorría el cuerpo.

—Cariño —dijo seriamente—. Siento haberte hecho llorar. Juro que nunca lo volveré a hacer. Pero es que lo que siento por ti me asusta y esa es la única excusa que puedo darte por haberme ido corriendo anoche. Conduje durante horas intentando huir de mis fantasmas, pero no importaba lo rápidamente o lo lejos que fuera, no podía escapar de lo único de lo que estoy seguro. Mi vida no es nada sin ti.

—Pero yo no encajo en el tipo de vida que llevas. Me lo decías todo el tiempo el pasado verano. Te gustan los retos y la aventura.

—Y obtengo ambas cosas a tu lado. Atreverme a reconocer que te quiero es el mayor riesgo que jamás he corrido. Y no puedo afrontarlo solo.

—Pero dijiste que no querías tener hijos. Dijiste...

—Dije muchas cosas, todas menos la más importante. Te quiero, Ryeowook. Renuncio a perseguir el peligro por todo el mundo. Hay muchas otras formas de ganarse la vida y no me falta el dinero. Es lo que el dinero no puede comprar lo que estoy buscando. Quiero envejecer contigo. Quiero lo que cualquier hombre sensato quiere: a alguien como tú. No me preguntes cuándo me di cuenta porque no puedo precisar el momento exacto. Y no me preguntes por qué luché contra ello, porque tampoco lo sé. Intenta perdonarme y ayúdame a convertirme en un hombre mejor para ti y para nuestro hijo.

—No ha sido todo culpa tuya. Si te hubiera dicho lo del bebé...

—Lo habrías hecho si hubiera aceptado mis sentimientos, en lugar de negármelos.

Después lo colocó sobre los cojines como si fuera la porcelana más delicada y abrió una cajita de terciopelo verde que sacó de su bolsillo.

—Una vez me dijiste que, si alguna vez necesitaba algo de ti, solo tenía que pedirlo. Te lo estoy pidiendo ahora. ¿Quieres casarte conmigo, Wook?

Podría haber haberle pedido que esperara a pedírselo cuando se hubiera lavado la cara, perfumado un poco y vestido con algo más romántico. Podría haberle hecho sufrir al menos un poco, decirle que necesitaba tiempo para pensar antes de dar un paso tan importante.

Pero la verdad era que lo amaba tal y como era. Así que hizo lo que se le daba mejor aquellos días. Rompió a llorar.

—¿Debo entender que es un sí?

—Sí.

—¿Entonces por qué estás llorando otra vez? —preguntó perplejo.

—Porque estoy embarazado. Son las hormonas.

—¡Vaya por Dios! ¿Cómo podría animarte?

—Los hechos valen más que las palabras —respondió, empapando su camisa con lágrimas de felicidad y abrazándolo como pudo, dado que el bebé insistía en interponerse entre ellos.

—De todos modos, nunca se me ha dado muy bien hablar —aseguró, tomándole la mano izquierda y colocándole el anillo de diamantes en el dedo—. Ahí está. Ahora es oficial. ¿Quieres que haga algo más?

—Puedes besarme. Creo que es así como las parejas sellan su compromiso normalmente.


—Puedo hacer algo mejor, Wook —sugirió levantándola en brazos—. Guíame al dormitorio y te lo enseñaré.

8 comentarios:

  1. noooo no puedo creer que ya llego a su final!!! fue una muy linda historia!! yeye acepto sus sentimiento eso me encanto!!! gracias por compartir esta historia!!!

    Cuidate mucho!!

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  2. Estúpido Yesung, a él no le aventaré nada,pero de un zape no se salva. O sea, como quiere que Wook le cantara toda la verdad así como se comporto con él?...Ah?
    Y todavía viene a decirle esas cosas y ha hacerse el digno... valiente hombre de aventura... pero bueno,que se puede hacer cuando wook lo ama y aparte lleva un hijo de él... al menos obtimos algo de confort para wook,Yesung regreso a por él y además admitiendo su amor... y pidiéndole matrimonio.....*0*.... bien Yesung con eso y por la emoción de wook,se te perdona casi.....casi todo ♥

    Fin...o sea que se viene otra,seguro en esa también voy a querer aventarle algo al seme.....muy linda historia vecina *0* ♥

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  3. ya termino?!! noooooooooooooouuu extrañare este fic!! muy bonito, y Yeung hizo sufrir mucho a Wook pero lo importante es que se dio cuenta de lo que siente por Wook y ahora tendran un lindo bebe! *-*
    pero..hasta ahi es el cap..no hay epilogo?
    muchas gracias por el mp!
    Saludos

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  4. De verdad que cuando llegó Yesung, yo estaba, "ahora lo descubre" "de seguro se enoja" lo segundo lo acerté. Entiendo que se enojará porque Wookie no le dijo la verdad, pero ¿Qué esperaba con lo cabezota que ha sido?

    En fin, me alegra que al final se haya dado cuenta de lo tonto que ha sido y de que ama con locura a Wookie, menos mal que Wook tiene paciencia de santo xD

    Me gustó mucho el final, mil gracias por el Mp. Cuídate mucho, nos seguimos leyendo como siempre.

    Un abrazo ^^

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  5. Ay que lindo!!!
    Pense que se daria cuenta al abrazarlo y eso pero el tonot de Yeye no se dio cuenta, aunque entiendo que se asustara con la noticia, no es normal que te digan "estoy embarazado".
    Lo importante es que todo se arreglo y que se casaran.
    Muy buena adaptacion como siempre, muchas gracias,

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  6. El final llegó tan rápido y sin aviso T.T ame está historia de inicio a fin. Gracias por adaptarla y compartirla.
    Al final Yeye recapacito y Wook dejo de ser tan terco también...awww~~ cositas lindas, al principio creí que se iba a enojar y nunca volver(?) Pero que bueno que ambos se sinceraron y termiraron juntos :3
    Nos leemos en los demás fic y espero con ansias el siguiente.
    Saludos

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  7. waaaa por fin admitio que lo ama y estaran juntos con el bebe que bello final para ambos

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  8. waaa qe tierno final yesung eres muy lento deviste darte cuenta antes que amabas a wookie aunk es mejor tarde que nunca n.n
    kyaa porq qedo asta ahi yo queria seguir leyendo jijijij gracias por los MPs me encanto toda la historia *^^*

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...