Love Again- Capítulo 10



Yesung llegó justo cuando el amanecer había iluminado el cielo con una luz difusa amarillo limón. 
Amarga y fresca.

—¿Qué haces aquí fuera? —preguntó sentándose a su lado en el balancín—. Creía que aún estabas durmiendo.

—No. No estaba cansado.

—Has estado llorando.

¿Qué esperaba? ¿Que hubiera pasado la noche dibujando cómics y riéndose de su poca cabeza? Lo había destrozado. Había pisoteado su corazón sin que se le moviera un pelo al hacerlo.

—Sí —contestó—. No por lo que crees, sino porque he protagonizado un espectáculo indigno.

—No te culpes, Wook. Intentamos algo que nunca tuvo la posibilidad de funcionar. No tenía que ser, ya está.

Wook se aventuró a mirarlo, su espalda masculina curvándose hacia delante, sus manos juntas sobre el regazo, el contorno orgulloso de su perfil iluminado por la luz de la mañana, y pensó que nunca había conocido un dolor tan grande como el que le atravesaba en aquel momento.


—¿Entonces por qué estás aquí?

Sacó un papel doblado de su bolsillo.

—Me puedes localizar en cualquiera de estos teléfonos. Quiero que me hagas saber si estás embarazado. Prométeme que lo harás, Ryeowook.

—Quédatelos —replicó apartando la cara—. No los necesitaré. Ya no hay posibilidad de ello —aseguró. 
Aun así él no hizo ademán de marcharse. Incapaz de soportar estar tan cerca de él sin tocarlo, se levantó del balancín y caminó hacia la barandilla—. ¿No me has oído? —gritó —. Ya no estás en apuros, Yesung puedes irte volando al amanecer con el engreído de tu novio sin mirar atrás. ¿No es eso lo que quieres?

—Estoy empezando a pensar que ya no sé lo que quiero —confesó en voz baja—. Supongo que lo único que sé es lo que no puedo tener, y no puedo tenerte, Ryeowook. Mereces algo mejor.

—¡No malgastes saliva! —replicó sin preocuparse de que viera que le caían lágrimas por el rostro, ni de que su último recuerdo de él fuera una imagen penosa—. Estoy harto de me repitan siempre la misma canción, sobre todo cuando no es más que una mala excusa para no comprometerse. Te gusta ser un tipo duro que tira las muletas y aguanta el dolor a cualquier precio. ¿Por qué no tienes el mismo valor para enfrentarte a la verdad ahora? Tu poca disposición para comprometerte conmigo no tiene nada que ver con no ser lo bastante bueno para mí sino con tu monumental egoísmo. Ni tú te crees el sermón que estás echando. Tienes demasiado ego para semejante humildad.

—Wook —lo llamó yendo hacia él—. Si fuera tan simple...

La noche anterior, apenas una hora antes, habría dado cualquier cosa por correr a sus brazos. Pero de repente, la idea de que lo tocara lo hizo apartarlo con tanta fuerza, que él apenas pudo mantener el equilibrio.

—Lo único simple aquí eres tú, si crees que me puedes ablandar con amabilidad esta mañana, después de todo lo que hiciste anoche. Quiero que salgas de mi propiedad y de mi vida, Kim Yesung. Ahora que sabes que no estoy embarazado, estoy seguro de que querrás complacerme en ambas cosas.

No esperó a escuchar su respuesta. No salió de la cabaña hasta que vio a través de la ventana del salón que el hidroavión despegaba.

Dos días más tarde, llegaron para recogerlo y llevarlo al continente. No miró hacia atrás. No quería ver nunca más la isla, la ensenada donde Yesung lo había encontrado la noche en que fue a nadar, o la lancha en la que habían hecho el amor.

El tiempo veraniego duró mucho aquel año, hasta bien entrado octubre, con días de cielos azules y noches claras con la promesa de un invierno que aún no estaba preparado para llegar. Pero no todo se posponía. Justo después de Acción de Gracias, cuando la mentira que le había contado a Yesung aún no se había convertido en verdad, Ryeowook fue al médico para que confirmara lo que ya sabía desde hacía más de un mes.

—No hay duda —afirmó reapareciendo minutos después de que le hubiera dado el test de embarazo—. Vas a tener un bebé, a primeros de mayo si tus datos son correctos, lo que significa que estás en el segundo trimestre. ¿Por qué has tardado tanto en venir a verme?

Lee Donghae lo conocía demasiado bien para fingir, lo había visto pasar por muchas crisis con Eric.

—Por rechazo.

—¿No quieres este bebé?

—Quiero...

Yesung.

De repente, cerró los ojos ante el dolor de anhelar lo que nunca se había ido. Hacía casi tres meses y el dolor de echarlo de menos no disminuía. Mientras viviera lo seguiría amando.

—¿Un aborto?

—¡No! —exclamó abriendo los ojos de susto para encontrarse con la mirada preocupada de Donghae—. Eso nunca se me ha pasado por la cabeza.

—Pero no tienes esposo, ¿verdad?

—No. No tengo esposo, ni lo tendré. Tendré este bebé yo solo.

—¿Sabe el padre que estás embarazado?

—No. Y no quiero que se entere nunca.

—Te estás enfrentando a una enorme tarea, Ryeowook. Y después de lo que has pasado los últimos años, ¿estás preparado para el reto de ser appa soltero?

—Amar a un niño, preocuparme por alguien más me da un objetivo en la vida. No veo a este bebé como una carga, Donghae.

—Aunque, según has admitido, te habías negado a admitir que estabas embarazado hasta hoy. ¿Estás seguro de que estás preparado para la tarea a largo plazo a la que te enfrentas? Porque si no estás seguro, hay otras opciones además del aborto. Hay una lista de espera muy larga de parejas deseando adoptar un bebé.

—Nunca podría hacer algo así —aseguró.

—Piénsalo bien antes de descartar esa idea completamente. No es una decisión que se deba tomar con prisa, y estoy seguro de que, hagas lo que hagas, pondrás los intereses del niño por encima de todo lo demás.

Aunque no lo dijo claramente, la opinión de Donghae estaba clara. Si realmente se preocupaba por su hijo, se aseguraría de que creciera con dos padres y un hogar estable, en lugar de dejarlo a merced de un appa que suspiraba por un hombre al que no podía tener.

El tema le atormentó al salir a la abarrotada calle principal. Eran poco más de las doce y las aceras estaban repletas de multitud de personas aprovechando el buen tiempo durante la hora de la comida. No era de extrañar que no viera a Yesung y que hubiera pasado de largo si no le hubiera cortado el paso.

—Hola —saludó casi tan desconcertado como él—. Creí que trabajabas en las afueras.

—Y trabajo allí —respondió intentando encontrar algo impersonal que decir, algo que borrara sus últimas desafortunadas impresiones sobre ella, además de no revelar su secreto—. Tenía una cita en la ciudad hoy.

«¡Tonto! ¡Y si te pregunta qué clase de cita!».

No lo hizo.

—Te has cortado el pelo —comentó tras observarlo.

—Sí.

—Está corto.

—Sí —respondió consciente de que sus respuestas eran breves. Intentó sonreír, pero fue desastroso porque le temblaron los labios.

—Siempre te imagino con el pelo un poco largo.

«¿Piensas en mí? ¿Mucho?».

—Me apetecía cambiar.

—Los cambios son buenos —dijo. Se balanceó y levantó las cejas—. ¿Qué tal estás?

—Bien —contestó poniéndose el bolso delante aunque su chaqueta holgada camuflaba cualquier indicio de su embarazo.

—¿Y el perro?

—También está bien. ¿Y tú?

—Bien —respondió mirándolo desde el pecho, hasta las piernas pasando por la cintura— Tienes buen aspecto.

Él tenía un aspecto fantástico. Bronceado, delgado y musculoso.

—Gracias.

Sonrió y Ryeowook pensó que se le partía el alma de deseo.

—Has ganado un poco de peso desde la última vez que te vi.

Cierto. A pesar de que las náuseas lo atacaban de vez en cuando, el embarazo le sentaba bien. Estaba resplandeciente y no era el primero qué lo notaba.

—Sí. Últimamente me siento mucho mejor.

Se subió la manga de la cazadora y miró la hora.

—¿Tienes prisa por ir a algún sitio?

Si tuviera un poco de sentido común, habría argumentado otra cita y habría desaparecido de su vista a toda velocidad, pero el juicio nunca había sido su punto fuerte en lo referente a Yesung. Era arrastrado por él tan inevitablemente como la marea se rendía al influjo de la luna y del sol.

—No especialmente.

—Bien, tengo una hora y media antes de ir al aeropuerto. ¿Te gustaría comer conmigo?

—¿Te vas de la ciudad?

¿Qué importaba? Como si vivía en Canada.

—Sí. Vuelvo a trabajar. Ya no llevo bastón, ¿ves? Podría bailar un chachachá si quisiera, sin problemas.

—Debes de estar muy contento.

—Con algunas cosas —respondió con ambigüedad, apartándose para dejar pasar a un grupo de personas. Después, se acercó otra vez y le agarró del brazo—. Este no es el mejor lugar para mantener una conversación. Permíteme que te invite a una hamburguesa o algo mientras tengo tiempo.

«¡Declina la invitación! Cuanto más estés en su compañía, más oportunidades tendrás de decir o hacer algo que despierte sus sospechas. ¿Qué pasa si tienes que vomitar? ¿Y si nota que la ropa te queda tan estrecha?».

Al notar que dudaba, tomó la decisión por él y lo condujo hacia la puerta giratoria de un hotel cercano al centro médico.

—Vamos, Wook. El que hayas ganado algo de peso no significa que no puedas comer nada.

Pero en lugar de dejarlo pasar, se introdujo en la misma parte de la puerta, y por unos escasos segundos, estuvieron solos en su pequeño mundo de cristal.

Pudo sentir el calor de su cuerpo, detectar el aroma de su loción para el afeitado, algo que nunca había usado en la isla. Su aliento le movía el cabello de la nuca, erizándole el vello. Si pudiera detener el tiempo, si se rompiera el mecanismo de la puerta y quedaran atrapados allí durante horas, si pudiera tenerlo una sola noche y conociera otra vez el éxtasis por el que merecía la pena vivir, si ese fuera el precio que tuviera que pagar...

Pero mientras su mente funcionaba al cien por cien, su cuerpo no se quedaba atrás y se inclinó hacia él como una flor desesperada por sentir el calor del sol.

Tuvo que hacer un esfuerzo para no aferrarse a sus rodillas y suplicarle que no lo abandonara otra vez. «La noche después de que hiciéramos el amor, dijiste que, si estuviera embarazado, todo cambiaría. Pues lo estoy, Yesung. Vamos a tener un bebé».

Chantaje. La sola idea resultaba sucia y desagradable.

—Te llevaría al piso de arriba, al restaurante, pero tomo el avión a las dos, así que me temo que tendremos que ir a la cafetería —informó.

—Está bien. No tengo mucho apetito.

Tendría suerte si podía tragar un solo bocado, tenía el estómago revuelto.

Encontró un reservado al fondo del salón y esperó hasta que llevaron los sándwiches que habían pedido para hablar.

—Dijiste que últimamente te sientes mejor. ¿Quieres decir que has estado enfermo?

—No —contestó deprisa y con nerviosismo.

Él se dio cuenta.

—¿Es que... has conocido a alguien?

Ryeowook se miró los dedos entrelazados en su regazo, porque no podía soportar su mirada inocente. ¿Cómo podía preguntar eso, cuando le había abierto el corazón la última noche en la isla? ¿Le creía tan frívolo como para cambiar sus sentimientos en unas semanas? ¿O estaba esperando aliviar su conciencia por haberle presentado a Sungjoon de aquel modo?

—¿Ryeowook?

—Sí —respondió lanzándole una mirada desafiante—. He encontrado a alguien.

—¿Es algo serio?

—Muy serio.

Fue a probar otro bocado de su sándwich, pero cambió de opinión.

—A esto le falta algo. O es que no tengo tanta hambre como creía.

—El mío está delicioso —aseguró Ryeowook.

—Ese hombre al que has conocido... ¿Vas a casarte con él?

—Digamos que es una relación estable.

—¡Bien! En ese caso, enhorabuena. Me alegra que te hayan ido tan bien las cosas.

—¿Y tú, Yesung? —preguntó—. ¿Sigue siendo Sungjoon parte de tu vida?

—No mucho.

—¿Quieres decir que solo es uno de tantos?

—Si estás hablando de conocidos, sí. Si me estás preguntando si tenemos una relación significativa, la respuesta es no. Nunca la tuvimos y nunca la tendremos. Para empezar, no tengo tiempo, y aunque lo tuviera, no es mi tipo. Pero hablando del tiempo... —dijo mirándose el reloj y pidiendo la cuenta—. Mi vuelo está lleno. Debería correr si no quiero encontrarme con que le han cedido mi asiento a otra persona.

Él se levantó y Ryeowook habría hecho lo mismo si hubiera confiado en la capacidad de sus piernas para sostenerle. Pero la tensión de mantener las apariencias se había cobrado su precio. Estaba temblando de la cabeza a los pies y tenía tantas ganas de vomitar, que no estaba seguro de llegar al lavabo antes de hacerlo.

Tras un velo de tristeza, observó cómo pagaba la cuenta. Después, regresó junto a él y por una vez pareció que le faltaban las palabras. Empezó a decir algo muchas veces y luego cambió de opinión.

Al final, le dio un beso en la mejilla.

—Adiós Ryeowook, y buena suerte.

No lo había visto partir la última vez y no quería verlo en ese momento. Y aunque quisiera, no habría sido capaz de verlo. Estaba cegado por las lágrimas.



En otros tiempos, habría pensado en tomarse un par de semanas libres en el Caribe como gratificación. Se la merecía por todas las veces que había estado trabajando en una plataforma del mar del Norte en medio de un temporal de invierno. Pero esa vez, ni siquiera el encanto del caribe habría sido suficiente para devolverle el antiguo entusiasmo. Demasiado a menudo, sus pensamientos lo llevaban al hogar y lo dejaban desconcertado. La palabra «hogar» nunca había significado mucho para él hasta hacía poco.

El trabajo en Sudamérica había sido pan comido. Ningún fallo estructural grave del que preocuparse, nada de buceo en profundidad, solo una inspección desde un vehículo de control remoto y una montaña de informes y dibujos para enseñar en las reuniones. Desde el punto de vista profesional, había ganado muchos puntos y desterró cualquier duda de que estuviera acabado como resultado de aquel accidente en Oriente Medio.

Sin embargo, para él la emoción había desaparecido. Por primera vez en su vida, había tomado su vuelo de vuelta a Corea sintiéndose insatisfecho. Dentro de cincuenta años, cuando estuviera criando malvas o preparando su noventa cumpleaños, ¿a quién le importaría que una vez hubiera estado en la vanguardia del diseño de plataformas petrolíferas submarinas? ¿Qué clase de legado era ese, si no quedaba nadie que a él le importara que se sintiera orgulloso de sus logros?

Lo que le llevó a la raíz del problema: Ryeowook. Demasiado a menudo, cuando debería haber estado concentrado en otras cosas, se había introducido en sus pensamientos, y aunque lo intentaba, no había conseguido expulsarlo de ellos.

De nada valía recordar que estaba haciendo exactamente lo que le había dicho: seguir adelante con su vida. 
De nada valía enumerar las razones por las que Ryeowook estaba mejor sin él. Lo mirara por donde lo mirara, siempre llegaba a la misma conclusión. Lo había estropeado todo.

La pregunta que lo acosaba todo el tiempo que estuvo fuera era si sería demasiado tarde para rectificar.
Mientras el avión estaba a punto de aterrizar en el aeropuerto de Incheon, supo que no tendría descanso hasta que lo averiguara.

No aparecía en la guía de teléfonos, pero fue fácil localizarlo. Empezó a llamar a los bancos en cuanto abrieron al día siguiente de llegar, dio en el blanco a la tercera llamada y arregló una cita con su ayudante esa misma tarde a las cuatro.

—Shin —contestó cuando le preguntó su nombre y el asunto a tratar—. Shin Donghee. Quiero hablar sobre un préstamo a corto plazo para una propiedad que estoy pensando en comprar.

Encontró la sucursal con facilidad, entre una floristería y una tienda de delicatessen, en un centro comercial agradable rodeado de cerezos sin hojas debido al viento del otoño. La pared de su despacho era de cristal, así que, aunque la puerta estaba cerrada, lo vio enseguida.

Escondido bajo el periódico que había comprado, lo observó. Estaba sentado detrás de la mesa hablando por teléfono. Deseó haber tenido otra explicación para el alivio que sintió al ver que no llevaba alianza, pero lo cierto era que su mayor temor había sido que estuviera comprometido o, peor, casado con el competidor sin rostro que había mencionado durante la comida hacía tres semanas.

Si fuera su prometido, le regalaría un anillo de compromiso para alejar a otros hombres, porque seguramente habría cientos llamando a su puerta. Al contrario que el joven satisfecho con los placeres simples que había conocido en la isla, en la ciudad parecía frío, seguro, profesional y elegante, acorde con la comunidad de clase alta en la que trabajaba.

Era fácil imaginarlo escogiendo un vino en la licorería especializada junto a la joyería, o entrando en la carnicería francesa del otro lado de la calle para comprar algún artículo con el que preparar la cena para su nuevo novio.

Pondría velas en la mesa y flores que habría comprado en la floristería. Encendería la chimenea del salón, con el perro tendido sobre la alfombra roncando como una locomotora.

Se cambiaría el traje llevaba por algo elegante y seductor. Y él, don perfecto fuera quien fuera, levantaría la copa para brindar, y después de la cena, lo llevaría al dormitorio y...

Cerrando el periódico de golpe, Yesung se acercó a la recepción, donde un cartel identificaba al jovencito imberbe que la atendía.

—Tengo una cita a las cuatro con el joven Lee.

—¿Señor Shin? Por favor, tome asiento mientras le aviso de que está aquí.

Unos minutos más tarde, regresó donde estaba Yesung escondido detrás del periódico.

—El joven Lee lo atenderá ahora, señor Shin.

Sin estar seguro de por qué había ido allí, Yesung se levantó y se acercó a la puerta. Ryeowook miró hacia arriba con una sonrisa agradable. Estaba casi de pie cuando se dio cuenta del hombre que tenía delante.

Al reconocerlo, se quedó tan pálido, que pensó que se iba a desmayar y se dejó caer sobre la silla, con la mano que había extendido para saludarlo sobre el pecho.

—¿Shin Donghee? —preguntó mareado—. ¿Shin Donghee?

Yesung se encogió de hombros y le dirigió una sonrisa de victoria.

—Fue lo único que se me ocurrió.

—¿Por qué te tenías que inventar algo? ¿Por qué no dijiste tu nombre?

—No estaba seguro de que quisieras verme, y por el modo en que estás reaccionando, creo que tenía razón.

Ryeowook parecía confundido.

—¿Para qué has venido? —preguntó con la mano aún sobre el corazón.

Se sentó en una silla frente a él y puso los codos sobre la mesa.

—Porque no podía seguir lejos de ti.

—¿Por qué?

La pregunta tenía tal tono de desesperación, que si no supiera que no había un motivo, habría creído que tenía miedo de él.

—Porque he estado pensando mucho en ti —respondió.

—¿Porque nos encontramos el otro día, quieres decir?

—Desde antes de eso —respondió tamborileando los dedos sobre la mesa para enfrentarse a lo que se había estado negando los últimos tres meses—. Tú siempre has sido sincero conmigo, Ryeowook. Es una de las cosas que más admiro de ti. No creo que pudieras mentirme aunque tu vida dependiera de ello, y creo que ha llegado el momento de que tenga el valor de decirte la verdad. Así que no, no ha sido porque me encontré contigo. Has estado en mi cabeza desde que dejé la isla.

—¡Esto no es necesario! —protestó débilmente—. Estoy bien, de verdad. No tienes por qué sentirte culpable.

—No lo hago por necesidad ni por culpabilidad, Wook. Es porque me he dado cuenta de que fui un idiota por salir de tu vida del modo en que lo hice, y porque quiero rectificar —explicó respirando profundamente. Se concentró en el reflejo de los dos sobre la superficie brillante de la mesa—. Y porque quiero preguntar qué papel juega ese nuevo hombre en tu vida.

—¿Qué nuevo hombre?

—El que mencionaste cuando comimos juntos.

—¡Ah, él...!

El tono ligeramente histérico de su voz le avisó de que algo no estaba funcionando como debía.

—Sí, él —repitió arrugando los ojos—. ¿Es que lo has olvidado? Dijiste que iba a en serio. Creo que usaste la palabra «relación estable».

—Lo era... lo es.

¡Estaba mintiendo! Si sus mejillas sonrojadas no fueran una señal fiable, su mirada lo delataba. Y como era tan poco habitual en él, la pregunta que había que responder era por qué.

—¿Dónde lo conociste? —preguntó fingiendo curiosidad.

—Aquí —respondió rápidamente.

—¿En el banco?

—Sí. En el banco.

—Me gustaría conocerlo. Preséntanos. Al fin y al cabo, Wook, tus amigos son mis amigos.

—Hoy no está aquí.

—¿Porqué?

—Está de vacaciones esta semana.

—Qué mala suerte —dijo. Lo sometió a otro escrutinio. Wook se cerró la chaqueta tratando de ocultar su recién aumentado abdomen—. Pero al menos eres libre para cenar conmigo.

—¡No puedo! —exclamó.

—¿Por qué no? Comiste conmigo hace unas semanas sin que te pasara nada. ¿Por qué no cenar hoy?

—Melo —respondió—. No puedo dejar a Melo. Ladra cuando no estoy en casa y molesta a los vecinos.

—¿Así que nunca lo dejas solo?

—Nunca.

—¿Y durante el día mientras trabajas?

—Solo sucede por la noche.

No sabía qué estaba ocurriendo, pero algo era seguro, sus sospechas eran ciertas.

—Me estás esquivando, Wook —acusó inclinándose sobre la mesa mirándolo fijamente.

—Sí —susurró mientras su valor se desvanecía.

—¿Por qué, cariño?

—No puedo decírtelo —contestó. Sus preciosos ojos, espejo de su alma, brillaban con lágrimas 
contenidas.

—Después de lo que hemos pasado juntos, puedes contarme todo. ¿Acaso no lo sabes?

—Esto no. No es el momento ni el lugar.

—Entonces vayamos a otro sitio. Te llevaré a casa.

—Tengo mi coche fuera —objetó—. Y unos asuntos que cerrar aquí.

Más decidido que nunca a llegar al fondo de lo que estuviera provocando ese extraño comportamiento, se puso en pie.

—De acuerdo. Si hoy no, ¿cuándo entonces?

—Pronto...

—Te llamaré mañana. ¿Cuál es tu número?

—No importa. Deja un mensaje aquí y te llamaré yo.

—Como quieras.


Yesung salió de su despacho, pasó corriendo ante el guardia de seguridad y a través de la puerta principal hacia donde había dejado su coche. Lo puso en marcha y encontró aparcamiento al otro lado de la calle bajo un cedro, donde las sombras del atardecer camuflaban su Porsche negro al mismo tiempo que le ofrecían una vista del área bien iluminada detrás del centro comercial que indicaba «Aparcamiento solo autorizado para empleados».

Si había dicho la verdad, no lo perdería de vista cuando se marchara. Y si creía que se había librado de él tan fácilmente, se equivocaba.

Veinte minutos más tarde, su paciencia fue recompensada. Lo vio claramente cuando detuvo su coche bajo una farola, después giró a la derecha hacia las casas alineadas junto al muelle.

Dándole unos metros de ventaja, salió tras él.


10 comentarios:

  1. Yo sabía, yo sabia que ese encuentro marino daría frutos. El problema ahora radica en como se tomará Yeye la mentira de Ryeo, aunque si se ofende mucho le foy unos golpecitos para encarrilarlo.
    Pd: mujer la verdad que extrañe tus publicaciones y no quise bombardearte el Twitter para preguntar si te había pasado algo

    ResponderEliminar
  2. Y me tenías revisando el blog todos los dias desde hace semanas mujer!!! casi muero de ansiedad!!!! y lo peor la dejas ahí (>_<)

    ResponderEliminar
  3. Kyaaa yota extrañaba mucho tía actualizaciones u.u ya iba a atacar tu twiter y tu ask xdd realmente me preocupe :$ graciaaas por volver y por actualizar :333 ame el capitulo... Y la vaerdad yeyebno tiene derecho a enojarse.. el quiso quitar A wookie de su vida y de la manera mas yo ta e infantil del mundo... Aaa que rabia acordarme como le rompió su corazoncito :// aaa quiero la cobtii porfis :333 y cuidare :33 gracias

    ResponderEliminar
  4. See ya era obvio que Wook estaba embarazado y por todo lo que paso tiene derecho a esquivarlo yeyo fue muy estupido!!! me gusto este capitulo!! y te extrañe!!! casi muero!! cuidate gracias

    ResponderEliminar
  5. Carajo!!1 Estos dos siempre tan intensos.
    Yo no se porque les da por ocultar su embarazo, es algo que a la larga se les devolvera de mala manera.
    Pero ya quiero que Yeye se entere, era claramente obvio que Wook estaba embarazado

    ResponderEliminar
  6. Vaya momento el que escoge Yesung para darse cuenta que si siente algo por RyeoWook, después de que ha pasado tiempo y de seguro Wookie debe estar hecho un lío y no es para menos con todo lo que le hizo Yesung, sumado a lo que todavía siente por él y sobre todo lo el hecho de que está embarazado xD

    Ahora solo falta ver que hará cuando se entere.

    Gracias por el Mp ^^

    ResponderEliminar
  7. waaaaaa lo va descubrir que esta embarazado y no le dijo, ahora Yeye ya se dio cuenta que lo ama se enojara mucho con Ryeo....waaaa gracaspor el mp

    ResponderEliminar
  8. Estúpido Yesung,todavía se atreve a ir a verlo aún cuando le hizo todo ese numerito con el otro.... hombres....hombres.
    Pore Wook,de por si Jong ya tenia su mundo alterado,ahora con que tendrá un hijo,y viene este y se le aparece,y nada más aparte de eso,se da la tarea de buscarlo porque el niño se siente solo.....estúpido Yesung.
    Y ahora además de buscarlo lo sigue... pero bueno,según el conoce a Wook y sabe que algo le oculta....ahora veamos como descubre su embarazo...me pregunto,pensara que es de alguien más,o de antemano sabrá que es de él?
    estúpido yesung

    ResponderEliminar
  9. omg!! esta embarazado y ademas lo oculto de Yesung!!! que pasara ahora..porque lo descubrira antes de hablar con el!!!
    muchas gracias por el mp!
    saludos!

    ResponderEliminar
  10. Waaaa genial yesung alfin te diste cuenta que fuiste un idiota espero que cuando se entere del estado d wooki no lo avandone otra vez ...
    Ya quiero seguir leyendobse me iso corto u.u y esta genial n.n

    ResponderEliminar

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...