Tu Mi Destino- Capítulo 5




Sungmin presionó la tela húmeda contra su cara, esperando refrescar su enfebrecida piel.

¿En qué demonios estaba pensando para permitirle tocarle así? ¿Estaba loco?

Sí. Sin duda. Estaba comprobado.

Frotó con violencia su oreja, tratando de quitarse la sensación de su cálida lengua volando sobre su piel. Sólo el recuerdo hacía que sus rodillas flaquearan tanto que tuvo que asegurarlas para permanecer erguido. Cualquiera que fuera la magia que Kyuhyun estaba utilizando con él, era algo poderoso. No estaba seguro de cómo iba a ser capaz de resistirse el tiempo suficiente como para rescatar a Leeteuk, pero tendría que encontrar la manera.

Los Defensores le habían precavido de que sería difícil, pero hasta ahora se había imaginado que no lo conocían lo suficientemente bien. Porque era pequeño, la gente lo veía como alguien débil y frágil. Y era todo lo contrario.

Excepto a lo que Kyuhyun se refería.

Sungmin gruñó de frustración, abriendo el agua fría para meter la cabeza bajo el grifo. El frío extrajo el aliento de sus pulmones, pero al menos le ayudó a despejar la cabeza de la niebla con la que Kyuhyun le había llenado la cabeza.


Tenía que pensar. Organizar un plan. No era como si tuviera que resistirse a él durante todo un año o nada parecido. Sólo lo suficiente como para que lo llevara al recinto. Los Defensores estaban seguros de que estaba en alguna parte del Medio Oeste, así que no tendría que llegar tan lejos con Kyuhyun. Quizá un día en coche.

Sólo un día. Podía mantener la lengua fuera de sus orejas, o de cualquier otro lugar, durante ese tiempo.

—¿Necesitas que alguien te frote la espalda, cariño? —se oyó la profunda voz de Kyuhyun a través de la puerta.

Incluso su voz hacía que su cuerpo se suavizara igual que su determinación. Necesitaba amordazarle, o quizá taponarse los oídos. Y definitivamente necesitaba llevar más ropa. Cuanta menos piel desnuda hubiera al alcance de su mano, mejor.

—Vete —le dijo.

—Eso no va a pasar. ¿Algo más que pueda hacer por ti?

Tener unos boxer secos sería buena idea, pero no estaba dispuesto a decirle eso.

—Mi maleta.

—Por supuesto, cariño. Vuelvo enseguida.

No estuvo mucho tiempo fuera antes de que oyera sus fuertes nudillos tocando a la puerta.

—Aquí tienes.

—Sólo déjala fuera de la puerta.

Una bochornosa diversión resonó en su voz.

—¿Tienes miedo del que gran lobo malo te coma?

Ojalá tuviera esa suerte. Había pasado mucho tiempo desde que había estado con alguien, y lo que Kyuhyun acababa de hacerle le recordó lo mucho que se estaba perdiendo. Incluso la idea de tenerle besándolo y lamiéndole era suficiente para marearlo.

Sungmin se agarró a la pila dispuesta a mantener el equilibrio frente al bombardeo de imágenes que él había puesto en su cabeza. Estaba seguro de que si hubiera llegado a desnudarlo, se habría sentido el hombre vivo más afortunado del mundo, justo hasta que él le matara.

—Que te jodan —dijo, pero sonó más como una débil pregunta que como un insulto.

—Lo que tú quieras. Sólo abre la puerta y déjame el resto a mí.

—Ni lo sueñes, Kyuhyun.

Su voz bajó de tono tanto que tuvo que esforzarse por escucharlo.

—Sólo es cuestión de tiempo, cariño. Puedes luchar contra mí todo lo que quieras, pero los dos sabemos cómo serán las cosas al final.

Sí, él y todos sus amiguitos iban a ser pequeños restos de carne sanguinolenta tintando el paisaje.

Por alguna razón, ese plan no parecía tan bueno como lo había sido la noche anterior.



Kyuhyun observaba comer a Sungmin. Ver su boca moverse sobre el tenedor era la cosa
más deseable que alguna vez hubiera visto. Por otra parte, no había mucho en Sungmin que no fuera sexy. Su dulce, compacto cuerpo y el asesino culo le volvían loco. Los atisbos que continuó captando del tatuaje en la base de su columna le acabarían por llevar al manicomio si no conseguía ver hasta dónde llegaba debajo de sus pantalones vaqueros.

        Y el contraste entre el personaje de niño malo con pelo en punta que había usado la primera vez que lo conoció, y su lado más suave, más vulnerable del hombre que estaba viendo ahora era la clase de cosa que alimentaba las fantasías de un hombre.

Todos los Suju sin pareja en la SM iban a quererlo. No podía correr el riesgo de que a él le gustara uno de ellos. Debía aventurar su reclamo antes de llevarlo a su casa y lograr que se colocara su luceria así todos los hombres sabrían que estaba fuera de sus límites.

Deslizó otro panqueque en su plato con la esperanza de que le dejara verlo comer un poco más.

Sungmin se limpió la boca con una servilleta y se recostó en su silla.

—¿Cuánto tiempo nos llevará volver a tu casa? —preguntó.

Kyuhyun consideró mentirle, haciéndole pensar que tendría más tiempo para pasar a solas, pero no era así como quería que las cosas comenzaran entre ellos. La honestidad era importante para él. Si la quería de él, era justo si se la ofrecía en primer lugar.

—Cerca de nueve horas, pero no estoy listo para irme todavía.

—¿Por qué no?

Tomó un sorbo de café para ganar tiempo para pensar. No quería estropearlo. SUngmin ya tenía algunas ideas erróneas acerca de su mundo, y no estaba seguro de lo bien que se tomaría lo que tenía que decir.

Por último, se le ocurrió:

—No quiero compartir.

—Um. Está bien. ¿Compartir qué?

—A ti.

Sungmin parpadeó rápidamente un par de veces, pero aparte de eso, su rostro era estoico.

—Por favor, dime que significa algo distinto a lo que creo que significa.

—Los otros hombres en mi casa, la SM, todos te querrán.

Sus dedos retorcieron la servilleta de papel hasta hacerla trizas.

—¿Para qué?

Tenía miedo. Había visto la mirada suficientes veces como para saber que, a pesar de su erguida columna y la barbilla alta, estaba temblando por dentro.

—Nunca te lastimaríamos, Sungmin. Ninguno de los hombres lo haría, no importa lo que pudieras pensar. Todos queremos lo mismo, tenerte a nuestro lado por un largo tiempo.

El soltó un gruñido, pero sonaba más a desahogo que a confianza.

—No lo creo. E incluso si éste fuera el caso, no estoy buscando ninguna… relación en éste momento.

—No la estarás buscando, pero una te encontró.

—¿Qué se supone que significa eso?

Kyuhyun trató de alcanzar su mano, queriendo tocarlo, pero él se apartó antes de que pudiera hacerlo. Cruzó las manos sobre el regazo, intentando demostrar que no le acababa de rechazar.

La decepción acuchilló a través de él, pero la dejó ir. Ahora no era el momento de presionar. La delicadeza le llevaría mucho más lejos.

—Te necesito, Sungmin. Nunca te he ocultado ese hecho. Incluso después de que me apuñalaste.

—Creí que era una locura temporal —dijo—, o que simplemente estabas mintiendo.

—Cada palabra que alguna vez te haya dicho es la desnuda, honesta verdad. Te necesito, y no voy a compartirte.

Levantó la taza de café, y Kyuhyun vio vibrar el líquido oscuro bajo sus temblorosos dedos. Genial. Lo había asustado más o cabreado. Supuso que asustado, ya que si lo hubiera cabreado, probablemente le habría tirado el café caliente a la cara.

—Muy bien. Voy a empezar desde el principio. Párame si te pierdes.

Sungmin asintió con la cabeza, pero no lo miró. Definitivamente asustado.

—No estoy seguro de cuánto sabes de los Suju.

—No mucho. Sólo lo que mi mamá me dijo, y lo que escribió en su diario.

Eso era algo, al menos.

—Somos una de las razas de los Centinelas. ¿Has oído hablar de los Centinelas?

—Sí. Desde antes de que pudiera caminar.

—Bien, entonces puedo omitir la parte donde hacemos todo lo posible para salvar a la humanidad y proteger el portal de acceso a otro mundo. Esto es lo que puede no sepas. La pareja Suju la forma un equipo, de un hombre y una mujer o como nuestro caso un hombre y un hombre doncell. El hombre puede recoger la energía del aire y la almacena, y pareja tiene la habilidad de canalizar ese poder, pero no puede almacenarlo por su cuenta. ¿Me sigues hasta ahora?

—Creo que sí.

No estaba seguro de lo que eso significaba, pero siguió adelante, con la esperanza de acabar con eso lo más rápidamente posible.

—Nosotros formamos parejas, pero cuando lo hacemos, es una especie de unión permanente.

—¿Al igual que el matrimonio?

—A veces, pero no siempre. Ha habido casos raros en nuestro pasado, cuando miembros familiares se emparejaban, pero para que funcione, tiene que haber algún tipo de estrecho vínculo. Cuanto más tiempo una pareja está junta, más fuertes se hacen.

—Es por eso que Kangin quería a Leeteuk, ¿verdad? ¿Porque era una de esas parejas?

Él asintió con la cabeza.

—Y tú también.

Sus oscuros ojos se entornaron y una clase de amotinada cólera apretó su boca.

—No, no lo soy.

Por lo tanto, a Sungmin no le gustaba la idea. Fantástico. Eso haría las cosas mucho más difíciles, y no tenía tiempo para eso. Incluso con el goteo de energía que Sungmin había absorbido a través de su contacto, Kyuhyun seguía sufriendo. Tenía una gigantesca ola de presión esperando para salir, y no mucho tiempo para que ocurriera.

Había comprobado su hoja más temprano y estaba marchita y marrón, apenas adherida a su árbol.

—Puedo demostrarlo —le dijo.

Kyuhyun envolvió sus dedos alrededor de su muñeca. Sungmin se sintió tan bien en su toque que casi se olvidó de lo que estaba haciendo. Un mar de remolinos azules y verdes se batía dentro de la banda alrededor de su dedo.

—¿Ves la forma en que cambian los colores en mi anillo cuando te toco?

Sungmin se lamió los labios y asintió.

—Hay más verde y azul que cualquier otro color. Además, sientes esas pequeñas chispas de energía arqueándose entre nosotros, ¿verdad?

Una vez más, asintió con la cabeza, aunque no había apartado los ojos del anillo.

—Esas son señales de que eres como yo. Eres una pareja Suju.

—No. No lo soy. —Había más que una ardiente negativa en su voz.

Había algo más, una especie de frenética desesperación, como si le hubiera dicho que sólo tenía una semana de vida.

No podía aceptar lo que era todavía, pero él entendía eso. Al igual que Leeteuk y Heechul, había sido criado como un ser humano. Una vez que le mostrara su mundo, lo aceptaría todo pronto, al igual que las otras parejas habían hecho.

Sungmin trató de tirar de su mano, pero Kyuhyun apretó su agarre. Necesitaba que ese contacto le recordara que todavía había esperanza. Que aún había tiempo.

Hizo que su voz sonara casual cuando continuó.

—Por lo tanto, ésta conexión que tenemos permite que el poder fluya entre nosotros. Cuanto más larga y más fuerte sea ésta conexión, más poder fluirá a la vez.

—¿No se agota? —preguntó.

—Puede bajar el nivel, seguro, pero hay más a nuestro alrededor, en el aire, en la tierra, en todas partes. Cala en mi interior lo quiera o no, que es por lo que te necesito. Ya he absorbido más energía de la que pueda contener. Me está matando.

Sungmin seguía mirando a su anillo y el movimiento hipnótico de los colores en su interior.

—¿Y crees que puedo detenerlo?

—Puedes desviar lo suficiente para reducir la presión. Lo suficiente como para mantenerme vivo. Es por eso que te necesito.

El guardó silencio por un momento, y Kyuhyun le dio el tiempo para asimilar lo que había dicho.

—¿Y si no coopero? —preguntó.

—Entonces moriré, o al menos mi alma. Ya no seré uno de los chicos buenos nunca más. No me preocuparé por el bien o el mal, sólo por lo que quiera.

Su voz era apenas un susurro.

—Nunca he oído hablar de eso antes.

—No es algo que enseñen en las escuelas.

—Sí, bueno, nunca fui a la escuela. Mi educación fue un poco más… práctica que la mayoría. Aprendí todo sobre los Centinelas y nunca escuché nada de esto.

Eso le hizo preguntarse lo que le habían enseñado y cuánto de eso era una completa mierda.

—No te miento, cariño. Estoy poniéndolo todo al descubierto. Quiero que sepas lo que te pido.

—¿Y qué es exactamente lo que pides?

Le puso su dedo bajo la barbilla y le alzó la cara hasta que lo miró. Quería que supiera que hablaba en serio.

—Quiero que te pongas mi luceria. Quiero que seas mi pareja. Para siempre.

Su cabeza se movió ligeramente. Kyuhyun no estaba seguro de que Sungmin supiera siquiera lo que hacía.

—Apenas te conozco.

—Lo entiendo. Entiendo que esto es alarmante para ti. Todo es nuevo y extraño, pero no es del todo un acuerdo unilateral. Conseguirás algunos beneficios adicionales.

—No me importa.

—Eso es porque no sabes lo que te pierdes. Si estás de acuerdo en hacer esto, tendrás la capacidad de usar la magia.

SUngmin tiró de su mano y movió su silla hacia atrás para ponerse fuera de su alcance. Ni siquiera tuvo la cortesía de mirarle.

—No lo quiero. No quiero ser parte de tu mundo.

Kyuhyun ignoró el insulto y continuó.

—Apenas envejecerás con el paso de los siglos. Vivimos un tiempo muy largo, a menos que muramos en combate.

—No quiero pelear.

Bueno, a él tampoco le entusiasmaba esa parte, pero era necesario. Por lo menos tenía un propósito.

Se estrujó el cerebro, con la esperanza de encontrar algo que le gustara, algo para convencerlo a salvarlo.

—Nunca estarás solo de nuevo. Tendrás una familia. Una casa.

Con sus últimas palabras, sus ojos se dispararon a su cara como si estuviera buscando algún tipo de truco.

—¿Qué te hace pensar que me gustaría ser parte de tu familia?

—No me crees. —Podía verlo en sus ojos, en la forma en que se entornaban con desconfianza.

—No sé qué creer.

—No tienes que decidir en éste mismo segundo. —Él lo quería, quería que el demoledor dolor desapareciera, pero podía esperar hasta que estuviera segura—. Es una gran decisión. Pídeme lo que quieras y te diré la pura verdad.

—¿Es esto lo que hizo Leeteuk?

—Sí.

—¿Está a salvo?

—Más a salvo que antes de que estuviera con Kangin. Nuestros trabajos son peligrosos, pero cuidamos de nuestras parejas. Vosotras sois raros y tomamos todas las precauciones para mantenerlos fuera de peligro.

—¿Así que las mimáis?

—No. Leeteuk va a la batalla contra los Sasaengs junto a los hombres. Lo necesitamos allí, pero nos aseguramos de que haya un montón de espadas entre él y los dientes y garras. Eso es todo.

—¿Y crees que soy como él?

—Sé que lo eres.

—Vamos a asumir que lo soy. Si hago esto, dijiste que era permanente, ¿no?

—Algo así. La intención es ser permanente. Tú me haces una promesa, que tradicionalmente significa que una pareja luchará al lado de su hombre para siempre. Pero no tiene por qué ser tanto tiempo.

—¿Si no es así?

—Una vez que la promesa se haya cumplido, la luceria se cae y vuelves donde estaba antes.

—¿Y tú también?

Odiaba contarle esa parte, pero le había prometido decirle la verdad, por lo que lo haría.

—Si no nos hemos unido por completo, sí.

—¿Qué pasa si lo hacemos?

—Entonces estaré fuera.

—Morirás —supuso Sungmin a través de su eufemismo.

—Sí.

—¿Quieres darme el poder para matarte?

—No. El poder para salvarme.

Él tenía las manos extendidas sobre la mesa, donde las había estado manteniendo a la vista para no asustarle más. No quería que tuviera miedo de él. No quería que tuviera miedo, y punto.

Sus ojos volvieron a su anillo, que, sin el contacto con Sungmin, había vuelto a un remolino lento de reluciente iridiscencia.

—¿Qué pasa si digo que no? —preguntó.

Mierda. Allí estaba la parte problemática. Tenía que tener cuidado de ser honesto sin ahuyentarlo con sus intenciones. Independientemente de lo que pasara entre ellos, no lo dejaría ir.

—Si te niegas a ayudarme, te llevaré de vuelta a la SM y veré si hay otros hombres que sean compatibles contigo, hombres que podrías salvar. Puedes elegir, por supuesto, asumiendo que haya otros como yo.

—¿Qué te sucederá?

—Tengo unos días más en el mejor de los casos. Luego iré a mi batalla final.

—¿Quieres decir que te dejarás matar?

—¿En lugar de convertirme en aquello con lo que lucho? Sí. Pero déjame ser claro, Sungmin. No es lo que quiero. Quiero vivir. Contigo.

—Ni siquiera me conoces.

Kyuhyun se encogió de hombros.

—Tendremos años para llegar a conocernos. Tú ya me gustas. Con el tiempo, llegaré a amarte.

—No lo sé. No puedes predecir a quién amarás.

—Claro que puedo. Lo he visto pasar decenas de veces en mi vida. ¿No crees que haya una razón para que no todas las parejas Suju sean compatibles con todos los hombres? Me imagino que la magia utilizada para alimentar la luceria es suficientemente inteligente para saber quiénes serán adecuados compañeros y quiénes no. —Lentamente, así realmente le oiría, dijo—: Tú y yo estábamos destinados a estar juntos.

Anhelaba tocarlo de nuevo, pero se había quedado fuera de su alcance y estaba haciendo todo lo posible para respetar sus elecciones en ese momento. Llegaría el momento en que no podría dejarle elegir, cuando la vida de su familia tuviera prioridad y le obligara a volver a casa con él, pero todavía no había llegado a ese punto.

—No puedo hacer esto ahora mismo. No puedo decidirme.

La decepción casi le aplastó, dificultándole respirar. En todas sus fantasías, Sungmin siempre le había querido. Había corrido a sus brazos y reclamado su lugar junto a él voluntariamente. Nunca se había parado a pensar que no lo quería hasta ahora.

Kyuhyun quería presionar, pero era una decisión muy importante para Sungmin. Tenía que hacerlo con los ojos abiertos. Sin engaños. Sin mentiras.

Si Kyuhyun le daba toda la verdad, y todavía no lo quería, encontraría una manera de lidiar con ello. Mientras Sungmin estuviera a salvo en la SM, tendría que ser suficiente para satisfacerlo.

—Te daré todo el tiempo que pueda.

Dos días, quizás tres. No era mucho tiempo para convencer a alguien para pasar el resto de su vida con él, pero tenía que intentarlo.

—Pensaré mejor en el coche. Deberíamos ponernos en movimiento.

Hacia la SM y todos los otros hombres de allí que, sin duda, también le querrían. Nunca había deseado ningún mal a sus hermanos, y el hecho de que el pensamiento cruzara por su mente, incluso ahora le demostraba el poco tiempo que le quedaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...