Juego del Destino (DH9)- Final



—¿Qué es eso?  —preguntó, medio asustado de que alguien más viniese a por ellos.

—Él dice que hay alguien entrado por tu camino de acceso.

Junyoung frunció el ceño. Nadie debería venir de visita. Ya le había dicho a sus compañeros que ya no estaba interesado en su grupo de estudio.

¿Quién podía ser?

Cuando se abrochó sus pantalones, alguien comenzó a llamar a su puerta.

Intercambió un semblante ceñudo con Taeheon mientras iba a abrir. Al minuto de abrir un poco la puerta, sintió al instante la necesidad de cerrarla de golpe.

Era su padre, y él estaba flanqueado por dos Agentes Secretos. Los tres estaban vestidos con poderosos trajes negros. Eran un buen espectáculo.

—Oh Dios  —dijo en voz baja—. Son los de Expediente X

Su padre lo fulminó con la mirada.

—No te hagas el listo conmigo, jovencito. ¿Tienes idea de lo que has interrumpido? No tengo tiempo que volar hasta aquí para ver que continúas faltando a clases y que me cuelgas el teléfono.

Junyoung dejó escapar un cansado suspiro cuando se le quedó mirando con una mirada aburrida. Sin hablarle, dejó la puerta abierta y caminó despreocupadamente hacia su pequeño escritorio. Miró a Taeheon y le envió una advertencia silenciosa: " Yo manejaré esto".

Taeheon parecía menos que complacido. ¿Estás seguro?

Él asintió, si bien podía sentir que su irritación hacia su padre subía.

Su padre frunció sus labios cuando entró en la casa con sus hombres flanqueándole.

—¿Y qué es ese atavío que llevas puesto, Junyoung? Pareces un joven de la calle .

Ella bajó la mirada a su indumentaria, era lo suficientemente sobria y difícilmente se parecía a un prostituto.

Y profundamente en su interior, su cólera aumentó. Ya no tenía trece años y este hombre no manejaba su vida.

—¿Sí, pero la pregunta es, Papá, parezco uno barato o uno caro?

—No te pareces a ninguno  —expresó Taeheon con un gruñido. Él le sonrió.

Su padre frunció sus  labios ante la presencia de Taeheon.

—¿Es este el ayudante de camarero con el que has estado callejeando últimamente?

Junyoung caminó hacia Taeheon, quien lo jaló a sus brazos.

—Sí, Papá. Él es mi ayudante de camarero y yo estoy enamorado de él. Vamos a casarnos a finales de mes.

Su padre dio un paso amenazador hacia él.

Junyoung sintió a Taeheon tensarse como si estuviese listo para pelear.

“Le tengo, amor, déjame hacerlo a mi manera.”

Taeheon se relajó solo un gramo.

—¿En qué diablos estás pensando? —gruñó su padre. Junyoung se negó a darle ninguna clase de disculpas.

—Ésta es mi vida, Papá, y de ahora en adelante, voy a vivirla. Realmente me gustaría que tú formases parte de esto, pero si no puedes, entonces bien. He terminado de intentar complacerte.

Su atractiva cara se endureció.

—Será mejor que me escuches, jovencito. Sucede que yo soy tu propia vida. Ese coche, esta casa, la escuela a la que asistes… Ni siquiera puedes permitirte pagar la cuenta de tu teléfono celular por ti mismo. Cásate con este holgazán y estarás fuera de esta casa. Te cortaré tan rápido, que tu cabeza dará vueltas.

—Bien, —dijo en un tono aburrido—. Nos trasladaremos, entonces

Su padre parecía padecer del estómago.

—¿Y dónde irás? Oh espera, lo olvidé. Puedes irte a dondequiera que necesiten a un ayudante de camarero que limpie mesas. Piense acerca de eso, Junyoung, no seas tonto. No tires tu vida por un pedazo de basura barata que recogiste en un bar. Las personas no viven de amor. Esto no te alimentará y no te protegerá.

—Allí estás equivocado, Papá. Taeheon puede, y lo hará, me mantendrá a salvo. —Él alzó su cara con furia.

—¡Maldita seas! Después de todo lo que he hecho por ti… de todo lo que te he dado. ¿Cómo te atreves a escupirme en la cara? ¿Y para qué? ¿A fin de que puedas vengarte de mí haciendo esto?

—No se trata de ti, Papá. Se trata de mí y Taeheon. Tú no tienes nada que ver con que yo esté enamorado de Taeheon. Nada.

Él entrecerró sus ojos en ellos.

—Quiero a ambos fuera de esta casa mañana.

—Bien.

Su cara se volvió de piedra.

—Esto no es un juego, Junyoung, y no estoy bromeando. Te veré en la calle antes que dejar que eches a suertes tu vida. Cancelaré tus tarjetas de crédito tan pronto como salga de aquí y limpiaré tu cuenta corriente estudiantil. En las siguiente pocas horas no tendrás absolutamente nada.

Él se volvió a dirigir a Taeheon y le contempló.

—¿Así que donde crees tú que deberíamos vivir, cariño? ¿Cuál patética casucha te atrae?

Taeheon se encogió de hombros.

—Bueno, tenemos la propiedad en el norte de Escocia, pero hace un poco de frío allí y tú sabes cómo me siento acerca del frío. También está la hacienda en la reserva de animales que tenemos en África del Sur. Una isla en el Pacifico que se supone es bastante agradable. Nunca he estado allí, pero mi madre solía adorarla y mi padre dijo que es nuestra todo el tiempo que queramos estar allí. No es un lugar realmente grande, sólo unas diez millas cuadradas, poco más o menos. Pero son nuestras. Y también está el barco atracado en las Bahamas.   —Él hizo una pausa en lo que a eso se refiere—. Bueno, es un barco, pero tiene diez dormitorios, así que es algo parecido a una casa. Luego tenemos nuestros dos pisos superiores de Construcciones Tigarian los dos pisos superiores, pero eso es como vivir sobre la tienda, en mi opinión. Sin mencionar que la ciudad es ruidosa.

Él chaqueó los dientes al pensar.

—Pero sabes, desde que quieres terminar la escuela, podríamos comprar esa casa en Garden District que tanto te gustó.

—¿Quieres decir la mansión histórica con la piscina?

Él asintió con la cabeza.

—Sí. ¿Era solo, cuanto? ¿Cuatro millones y medio? Pondré a mi contable en ello y deberíamos poder mudarnos a la nueva casa por la mañana.

Los ojos de su padre crecían por segundo.

—¿Qué estupidez es esta?

—No es ninguna estupidez, papá. Es la verdad.

Todavía su padre se rehusó a creer en ello.

—Él te está mintiendo, Junyoung. Despierta y no seas estúpido.

Junyoung arqueó una ceja ante su padre.

—Tengo una pregunta, papá. Sé cuánto has estado queriendo acoger al Senador de Estado Choi y haciéndole la pelota por sus contribuciones porque él, como sueles decir, tiene más dinero que Dios. ¿Sabes de dónde su familia obtuvo su dinero?

—Por supuesto. Ellos son accionistas en la Corporación Tigarian.

Él asintió.

—¿Quieres conocer al hombre que mantiene el cincuenta y dos por ciento de esas acciones?

Su mandíbula realmente se cayó al suelo.

—No es posible.  —Junyoung le sonrió.

—Sí, papá, lo es. Te presento a Kim Taeheon Tigarian. El hombre que posee la enchilada.

Fue la primera vez en su vida que había visto a su padre quedarse mudo.

Junyoung se volvió e hizo algo completamente craso y chocarrero. Silbó a Marvin. Tan pronto como el mono estuvo en sus brazos, pasó junto a Taeheon y recogió sus llaves del mueble mostrador.

Con una confianza que nunca había conocido antes, se dirigió hacia su padre y le dio las llaves.

—Sin intención de ofender, Papá, no quiero la vida que me diste. Quiero la que voy hacer por mi mismo… con Taeheon. Eres bienvenido a ella. Pero no dejaré que me controles.  —Cerró sus manos sobre sus llaves.— Te quiero, papá, y me gustaría que fueses una parte de mi futuro. Pero si no puedes, es tuya esa decisión. Ya no soy el niñito asustado a quién le aterraba hacerte pasar vergüenza. Ahora soy Moon Junyoung y sé lo que quiero. Cuando decidas que me puedes querer y aceptar sin condiciones, llámame.

Le dejó ir y se volvió a tomar la mano de Taeheon. Por primera vez en su vida, se sintió libre. Feliz. El futuro se prolongaba ante de él con una inmensidad que lo habría asustado algunas semanas atrás.

Ahora estaba deseando afrontar el reto.

Cuando dejaron la casa, él la mitad esperó que su padre lo llamase de vuelta, pero no lo hizo.

Y eso estaba bien. Su padre necesitaba tiempo y él tenía… literalmente siglos por delante.

Sin volver la mirada atrás, entró en el Mustang rojo de Taeheon y sujetó a Marvin en su regazo.

—¿Estás seguro acerca de esto? preguntó Taeheon cuando se unía a él en el coche.

—Absolutamente.

Taeheon recogió su mano y besó su palma ligeramente.

—¿Así que, a dónde debemos dirigirnos?

Junyoung le hizo un caliente recorrido con la mirada.

—Voto por un tranquilo hotel donde podamos terminar lo que interrumpió mi papá.

Taeheon sonrió abiertamente ante su respuesta.

—Aquí, aquí, Joven Lord Tigre. Suena a buen plan para mí.

La sonrisa de Juny se desvaneció cuando se volvió a mirar hacia dónde su padre se alzaba sobre su porche delantero, observándoles marcharse. El niñito en él quería correr de regreso y abrazarle.

Pero ya no era un niño, y hasta que él pudiera aceptar eso, no había nada más que decir entre ellos.

Adiós, Papá.

Solo esperaba que un día él recuperase el sentido. Pero hasta que él lo hiciera, ese no sería su problema. Se negaba a dejarle que lo retuviese más.

Su corazón se aligeró, bajó su mirada a su palma sin marcar.

—¿Taeheon? ¿Crees que alguna vez seremos compañeros?

Taeheon lo recorrió con la mirada.

—Ya lo somos, Juny. No necesito que alguna marca externa me diga lo que ya sé.

Él le sonrió.

—Te amo, Taeheon.

Él extendió su mano y la enlazó con la suya

—Yo también te amo, pequeño.

Y ese era el mayor milagro de todos.

—¿Así que todavía estás seguro de querer casarte conmigo? ¿Con parientes políticos y todo?

Él bufó.

—Los parientes políticos no me asustan. Si él no viene de visita, siempre puedo comérmelo.

Junyoung se rió.

—De acuerdo, así al menos ya sé qué poner en el menú del catering. La cabeza de un senador. Fría.

Taeheon se unió a su risa, pero incluso cuando lo hacía, él sintió su tristeza. Él no podía entender cómo el hombre podía ser tan imbécil para con su único hijo. Si Taeheon alguna vez tenía alguno propio, se aseguraría de que nunca dudasen de su amor. Pero eso no le servía de ayuda a Juny.

—Todo irá bien, Juny, confía en mí.

—Ya lo hago.

Taeheon apretó su mano y se dirigieron hacia el Barrio Francés. Cuando se detuvieron ante un semáforo, lo miró, y se hizo una promesa a si mismo. Su padre quizás no la amara, pero Taeheon le daría tanto de si mismo, que nunca lo extrañaría.

Y eso era algo que Junyoung podría definitivamente tener en cuenta.



Un mes más tarde


Junyoung sonrió a Taeheon cuando esperaban de pie en el pequeño patio detrás de su nueva casa en el Garden District. El aire era un poco húmedo y caluroso, por lo que había elegido para casarse un sencillo traje veraniego de olan.

Taeheon se veía fantástico, sino un poco cálido, en su traje negro de etiqueta. Por primera vez, su pelo no le caía sobre los ojos. Él actualmente lo llevaba hacia un lado de su cara.

—Voy a entrar en esto con los ojos abiertos y no quiero que nada enturbie mi visión… —Esas palabras que él le había dicho antes todavía lo calentaban.

Su cortejo nupcial era pequeño con solo Taehee, Whitney, Tammy, Kevin, Kwanghee que sujetaba a su hijo, Dongjun, Hyunsik, Erick… y por supuesto Marvin que vestía un pequeño esmoquin tamaño mono ya que era el padrino de la boda.

El padre de Junyoung había sido invitado, pero aparentemente él había estado demasiado ocupado para venir y eso estaba bien con él.

De cualquier manera, no quería que nada arruinase ese día. Mejor que estuviese ausente a que estuviese allí y frunciendo el ceño.

Taeheon besó su dedo anular donde estaba su alianza de oro antes de que él besase sus labios cuando el sacerdote los proclamó casados. Una parte de él estaba más que divertida ante lo que eso se refería pues ellos eran más bien Tigre y pareja tigre en esos días, pero eso era otra historia.

Tan pronto como Taeheon lo soltó, sus amigos se acercaron a abrazarlo y felicitarlo. Junyoung los abrazó mientras escuchaba a los lobos acosar a Taeheon.

—Ahora estás como Kevin, atado para la eternidad,  —dijo Dongjun con un estremecimiento.—  Hombre, eres estúpido. A diferencia de Kevin, tú no tenías una razón para ello.

—Mejor será que te calles, Dongjun, —dijo Kevin sonriendo—. O dejaré a Kwanghee suelto sobre ti.

—Yeah  —asintió Kwanghee pasando su hijo a los brazos de su padre.— Conozco a un pequeño demonio que le gusta el sabor de la carne de lobo.

Todos se rieron, excepto por Taehee, Tammy, y Whitney, quienes se veían confundidos.

Cuando se aplazaron dentro de la casa para la recepción, Junyoung se detuvo abruptamente cuando encontró a Phoenix en el vestíbulo. Arqueando sus cejas, Kevin se detuvo ante el hombre que vestía un par de desgarbados pantalones blancos y una camiseta playera azul y blanca que colgaba abierta dejando al descubierto sus ocho paquetes de calientes abdominales.

—¿Alguna vez has llevado puesto algo que no fuese ropa playera?

Phoenix se encogió de hombros.

—Todas las otras cosas me irritan. Además, es fácil de poner… fácil de sacar.

Junyoung arrugó su nariz ante sus palabras.

—Ew… demasiada información.

—Entendido  —dijo Taeheon cuando Kevin sacudió su cabeza y siguió a los demás al comedor.

Una vez que estuvieron solos, Taeheon miró ceñudamente a Phoenix.

—¿Entonces, a que debemos el honor?

Phoenix les sonrió abiertamente medio insolente y presuntuoso.

—Siento mucho interrumpir vuestra boda, pero no me quedaré mucho.

—No tienes que marcharte corriendo por culpa nuestra, —dijo Juny rápidamente.

Taeheon estuvo de acuerdo.

—Tenemos un montón de comida si te apetece quedarte. Te habríamos invitado, pero no pensé que las bodas fueran tu escenario.

—No lo son, —dijo él secamente—. Pero quería darles a los dos un regalo de un amigo.

El ceño fruncido de Taeheon aumentó.

—No tenías que hacerlo.

—Lo sé, pero quiero hacerlo.

Sin otra cosa más, Phoenix unió la mano izquierda de Taeheon con la derecha de Junyoung y las mantuvo entre las suyas.

Quedándose sin aliento, Junyoung sintió un ardor repentino. Atrajo su mano para encontrar una pequeña marca, intrincada y como tatuada en su palma.

—Que es lo…

—Es una marca de emparejamiento,  —dijo Taeheon en voz baja cuando miraba de su mano a Phoenix—. No entiendo. ¿Esto es real?

Phoenix asintió.

—No confío en los Destinos. Esas tres perras tienen un retorcido sentido del humor, y lo último que quiero es ver que te emparejan a alguien incluso solo por rencor. Además, estoy seguro de que a los dos les gustaría tener niños algún día  —Una profunda tristeza entró en sus ojos, pero pasó rápidamente—. Todo el mundo debería tener posibilidad de ver crecer a sus hijos.

Taeheon se vio consternado.

—Pero tú no puedes jugar con el destino  —Phoenix le dio una abierta sonrisa taimada.

—Tu no puedes, pequeño tigre, pero yo hago lo que quiero. Malditos sean los destinos. Si andan buscando bronca conmigo, entonces adelante. Me importa poco lo que piensen y al final del día, sabrán con quién no enredarse  —Él les guiñó un ojo— Ustedes dos, tienen una gran vida por delante. Me voy a pillar una ola y surfear.

Junyoung se quedó con la boca abierta cuando Phoenix se desvaneció en la nada. Frotó la marca en su mano derecha con la izquierda.

—¿Esto es legítimo?

Taeheon le llevó su mano a la de él.

—Creo que lo es.

—Entonces podemos tener niños…

Meneando sus cejas Taeheon le dio a una sonrisa que era completamente lasciva. Seductora.

—Hay sólo una forma de saberlo. Voto por descartar el convite y largarnos.

Junyoung se rió ante la ansiosa apariencia en su cara.

—Eres es tan malo.

Él gruñó por lo bajo desde su garganta mientras le recorría con una caliente mirada.

—No puedo evitarlo, te ves demasiado comestible..

Taeheon se echó atrás ante el sonido de alguien aclarándose la garganta. Junyoung se sonrojó al ver al padre de él de pie en umbral de la puerta. Erick negó con la cabeza ante ellos.

—Alguno de nosotros también estamos hambrientos, así que, ¿les importa si empezamos a comer sin ustedes?

Taeheon se encogió visiblemente.

—Lo Siento, Papá. Ya vamos.

Su padre arqueó las cejas mirándole como si no lo creyese.

Cuando empezaron a entrar en el comedor, fueron interrumpidos otra vez por el timbre de la puerta.

Taeheon y Junyoung intercambiaron un ceño fruncido.

—No es nadie de mi lado, —dijo Taeheon—, Nosotros no llamamos.

Junyoung puso sus ojos en blanco ante él.

—Probablemente sea UPS. Voto por que agreguemos al hombre de la entrega al menú.

—No sé. Creo que tus amigos echarían a correr.

Él se apresuró a la puerta. Junyoung observó cuando él la abría y se quedó tieso.

Mirando con ceño ante sus acciones y curioso de lo que los causó, se adelantó al mismo tiempo que la puerta se abría más. Junyoung vaciló cuando vio a su padre en el umbral, pareciendo un poco tímido.

Taeheon se movió para dejarle entrar en casa. Un destello de alivio pasó por la cara de su padre cuando le vio, hasta que esta fue reemplazada por la decepción y la pena.

—Lo siento llego tarde -----apodo de junyoung--- —dijo con ronquera—. Yo realmente intenté hacerlo, pero estuve toda la noche en una sesión en el Congreso y el clima era tan malo que el vuelo se retrasó. Vine tan pronto como pude.

Junyoung no sabía que lo aturdía más. Su disculpa o el uso de un apodo que no había oído de sus labios desde era una niñito.

—Está bien, papá.

—No, no lo está. —Él se aclaró la voz antes de que sacase una pequeña caja del bolsillo de su abrigo—. Iba a enviarte esto, pero pensé que era mejor venir aquí y dártelo en persona

Le dio la caja. Junyoung le miró ceñudo. Era una vieja estilo 1950 de un collar .

—¿Qué es eso?

—El camafeo de tu abuela. Tu madre lo llevó puesto en nuestra boda y ella quería que tú lo llevases en la tuya.

Las lágrimas fluyeron arriba en sus ojos. Habían pasado años desde que su padre hubiera hablado de su madre de tal manera.

Taeheon se acercó a él para colocar una mano reconfortante en su espalda mientras abría la caja.

—Es precioso.

Su padre inclinó su cabeza.

—Al igual que tu madre… y al igual que tú.

Sus labios temblaron cuando sus lágrimas comenzaron a caer. Y luego Junyoung hizo
algo que no había hecho desde la muerte de su madre. Abrazó a su padre.

Por primera vez en su memoria, él no se tensó y se apartó. Él le rodeó con sus brazos y lo mantuvo cerca.

—Te quiero, papá, —susurró contra de su mejilla.

—Yo también te quiero, Junyoung. —Él lo apretó un instante antes de que se enderezara y enjuagara las lágrimas de su cara. Su sonrisa estaba matizada por la tristeza.  —Siento no haber estado aquí para entregarte. Debería haber llamado al menos.

—Está bien.

Taeheon tomó la joya y se movió para ponerlo en su cuello, su padre le detuvo.

—Tú tienes el resto de tu vida para ayudarlo con esto. Si no te importa, me gustaría hacerlo simplemente esta vez.

—Por supuesto, —dijo Taeheon cuando se lo entregó.

Junyoung dio un mucho menos que elegante sorbo de nariz cuando se encontró con los ojos de Taeheon. El amor en su mirada lo entibiaba.

Su padre le puso el collar, luego se apartó para ponerse delante de Taeheon.

—Sé que he sido una espina para ambos, pero soy lo bastante hombre para admitir cuándo me he estado equivocado.  —Él lo recorrió con la mirada—. Eres mi hijo, Junyoung, y si él te hace feliz, entonces eso es lo mejor que puedo pedir. He pensado mucho acerca de lo que me dijiste en las últimas semanas y yo quiero formar parte de tu vida… si me dejas.

—Por supuesto, papá. Pase lo que pase, siempre serás mi padre

Sus ojos se suavizaron hasta que él volvió a mirar a Taeheon.

—¿Enterramos el hacha? ¿No más rencores?

Junyoung aguantó el aliento mientras esperaba impaciente la respuesta de Taeheon. Él vaciló un momento antes de tomar la mano de su padre y estrecharla.

—Ninguno que dure lo bastante mientras no lo haga llorar si no es de felicidad.

Su padre colocó su otra mano encima de la de Taeheon.

—No te preocupes. No tengo intención de alguna de lastimarlo jamás.

Otra vez oyeron a alguien aclararse la voz. Junyoung empezó a ver a Erick parado otra vez en el umbral de la puerta.

—¿Vamos a comer o no?

Junyoung se rió.

—Definitivamente vamos a comer  —dijo antes de que presentase a su padre al de Taeheon.
Y cuando los cuatro se reincorporaron al resto de banquete, sintió un calor arrastrándose a través de él.

—¿Estás bien? —preguntó Taeheon cuando tomó su mano para conducirlo a la mesa.

—Solo pensaba que desearía que mi madre estuviese aquí.

—Estoy seguro de que te está mirando y sonriendo.

Junyoung besó su mejilla. En una forma extraña, sentía que él tenía razón, y en ese momento se dio cuenta de que ese día era realmente perfecto.

Y tenía una persona a quién agradecérselo, y era la única persona a la que intentaría pasar el resto de su vida agradeciéndoselo. Apretó la mano de esa persona antes de que tomase asiento con su ayuda, y él se sentase a su lado.

Cuando empezaron a comer, Junyoung le sonrió a Taeheon. Quizás no hubiese otro día perfecto en su futuro, pero tenían este y con tal de que tuviese a Taeheon a su lado, sabía que no le importaba lo que le el futuro le deparara, siempre se enfrentarían con gusto a ello. Juntos.




Phoenix forzó una expresión en blanco en su cara cuando se acercó a la figura solitaria que estaba sentada sobre su playa, observando el oleaje. Vestido con una chillona camisa hawaiana y un par de pantalones cortos de pinzas, el hombre de pelo oscuro se reclinaba sobre sus brazos con su atención puesta en ninguna parte.

Él conocía esa alejada mirada. Era una que él llevaba en si desde hace mucho. Y era por qué la playa era la única cosa que le ofrecía algún tipo de confort.

El océano, al igual que el tiempo, era interminable e incluso cambiante. Vasto. Vacío. Abrumador.

Plegando sus brazos sobre su pecho, él se acercó al hombre en la playa.

—Les di tu regalo.

Choi Minho le miró entonces. Por la cara de Minho, Phoenix podía decir que le llevó varios segundo registrar esas palabras.

—Gracias por el favor, Phoenix.

—No hay problema. Son buenos chicos.

Minho asintió con la cabeza mientras una amarga sonrisa sobrevoló la comisura de sus labios.

—Nunca habría pensado que Juny tenía eso en él para pelear por su futuro. Ni siquiera por Taeheon, de hecho. Es bueno ver a tus amigos felices, ¿verdad?  —Phoenix bufó.

—¿Cómo saberlo? No tengo amigos. Las persona básicamente apestan y todos los amigos te acaban jodiendo al final.

—¿Entonces por qué estoy yo aquí?

—Diablos si lo sé.

Pero esa no era la verdad. Minho estaba allí porque Shindong se lo había pedido y Shindong era uno de los muy pocos seres a que Phoenix nunca se negaría.

—Dime algo, Sav. Ellos...

—Vivirán felizmente incluso después. No te preocupes. Criarán montones de pequeños tigres y pensarán en ti de vez en cuando. Demonios, ellos incluso le pondrán tu nombre a su primogénito… que por supuesto será un jovencito, pero al pequeño Minho no le importará su nombre.

Minho asintió con la cabeza, pero aun así, Phoenix podía sentir su dolor. Minho no había querido morir, y su muerte le había jodido en más formas que una.

Pero la vida y la muerte seguían. Él lo sabía mejor que nadie.

—Vamos, chico, —dijo él, inclinando su cabeza hacia las ondas.—  El Surf nos espera.

Minho comenzó a rodar sus ojos ante él.

—¿Vas a entrenarme como un Dark-Hunter?

—Sí, pero ahora mismo, yo tengo grandes cosas en mente. Una de veinte pies se dirige a la costa y yo ando buscando bronca con ella.

Minho suspiró cuando se puso en pie. Phoenix ya estaba vestido con su traje de neopreno cuando se abrió paso hacia el agua. Una tabla de surf apareció al lado de él.

Él estaba agradecido de que Phoenix le hubiese acogido desde que ahora mismo él no podía enfrentar a Shindong sin querer matar al bastardo por lo que le sucedió la noche de su muerte. Pero honestamente, él estaba cansado de estar sentado sobre su trasero, esperando que su entrenamiento comenzada.

Su vieja vida había terminado. Él lo sabía. No había manera de volver a lo que él había conocido. Ninguna manera de volver a Nueva Orleans.

Ahora, al igual que Taeheon y Juny, era hora de que un nuevo capítulo empezase en su vida.


Y él lo podía sentir llegando, igual que la ola que se va formando…


5 comentarios:

  1. Ahhh
    Hasta que se le planta a su padre!!!
    Eso Juny~
    Jajajajajajaja que genial!!!
    Ay!!! Lo ame! Me encanto!!!!
    Ahhh
    Boda!!!
    Marca!!!
    compañeros!!!
    <3
    Hermoso!!!
    Ay~ Minho TT___TT

    ResponderEliminar
  2. Me encantó mucho mucho como todas las demás y ahora cual seguirá, ya quiero saber, aahhh pero todo termino perfecto, pensé que su papá no iba a recapacitar pero al final ganó el amor a su hijo... muchas gracias por compartir tan hermosas historias.

    ResponderEliminar
  3. Me encantó mucho mucho como todas las demás y ahora cual seguirá, ya quiero saber, aahhh pero todo termino perfecto, pensé que su papá no iba a recapacitar pero al final ganó el amor a su hijo... muchas gracias por compartir tan hermosas historias.

    ResponderEliminar
  4. MINHO TU PUEDES NO TE LLENES DE MAS RENCOR

    ResponderEliminar
  5. Lindo el hecho de que el padre de Jun haya recapaicitado y estar con su hijo el resto de sus vidas...su único hijo.
    Señal de emparejamiento...regalo de MinHo...es bueno saber de él.
    Había olvidado el odio que le tenia a Artemisa...ahora sabiendo de MinHo...la vuelvo a aborrecer....pero bueno.
    Bien por Jun y Tae

    ResponderEliminar

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...