Sin apartar la
vista de su tarjeta de embarque, Heechul atravesó la atestada terminal. Miró el
reloj. Le faltaba casi una hora antes de tener que embarcar. No quería sentarse
delante de la puerta de embarque tanto tiempo. Con un suspiro, se dirigió a la
máquina de café emplazada al final del pasillo y se sirvió un café con leche.
Se dejó caer en
un asiento y bebió café mientras se decía que había hecho lo correcto. Si tenía
suerte, unas cuantas semanas le aclararían las ideas y le darían algo en lo que
concentrarse que no fuera la locura en la que se había convertido su vida.
Y tal vez
cuando volviera, sabría lo que iba a hacer con Siwon.
Escuchó las
conversaciones que la gente mantenía a su alrededor. Una atractiva pareja se
acercaba a la máquina de café, del brazo. El hombre sonreía mientras le
apartaba la melena rubia del cuello a la mujer y le besaba la oreja. La mujer
se apoyó en su pecho y sonrió. El brillo de sus alianzas indicaba que eran
recién casados.
Una niña de
pelo oscuro, más o menos de la edad de Sulli, se acercó corriendo a ellos. Una
cálida sonrisa iluminó las facciones del hombre cuando abrazó a la niña
mientras su mujer pagaba las bebidas.
Heechul cerró
los ojos. Él podría tener eso. Si lo quería de verdad, podría tener eso y mucho
más.
«Te esperaría
toda la eternidad.»
Se le llenaron
los ojos de lágrimas. Quería a Siwon. Ese no era problema. A esas alturas, no
ponía en duda lo que sentía por él. Era tan incapaz de reprimir sus
sentimientos como él.
Pero ¿bastaba
eso? ¿Sería capaz de olvidar todo lo demás? ¿Las mentiras? ¿El dolor? ¿Podría
volver a confiar en él?
La pareja se
alejó de la máquina de café y se sentó a una mesa junto a ella.
—¿Cuánto tiempo
vas a estar fuera? —preguntó la niña mientras bebía a sorbos con una pajita.
La grave voz
del hombre hizo que Heechul los mirase de reojo.
—Lo bastante
para que tu madre se dé cuenta de que no puede vivir sin mí. —Se llevó la mano
de la mujer a los labios.
La rubia le
acarició la cara.
—Eso ya lo sé.
El hombre
sonrió.
—Pues te ha
costado reconocerlo. Me has hecho esperar una eternidad.
Una pelirroja
se acercó y se sentó en la silla que quedaba vacía en su mesa. Heechul la había
visto con la niña antes de que esta corriera hacia sus padres.
—Menos mal que
son capaces de perdonar. Han dejado que todas esas tonterías se interpongan
durante demasiado tiempo entre ustedes. Qué más da quién dijera qué cosa o
cuándo lo hiciera... Hay que ver el daño que pueden llegar a hacer las
palabras.
«Todas esas
tonterías.» Heechul tragó saliva. ¿Eso era lo que él estaba haciendo? ¿Estaba
permitiendo que las circunstancias le dictaran la vida? ¿Estaba permitiendo que
lo que Siwon había dicho o había dejado de decir interfiriera con lo que sentía
en lo más hondo de su alma? Si dejaba decidir a su corazón, no estaría sentado
en ese lugar, preguntándose qué diablos hacer a continuación.
Siwon lo
quería. Todo lo que le había ocultado había sido para mantenerlo a salvo. Lo
sabía. Aunque no le hacía gracia, sabía que todo lo había hecho por él.
Sintió una
opresión en el pecho. De repente, la eternidad parecía demasiado larga. Se
había pasado todo ese tiempo buscando un pasado que creía que lo salvaría,
cuando debería haber seguido su instinto. El amor que sentía en lo más hondo
ostentaba el poder de mostrarle lo que era real. Nada más importaba. No en el
fondo.
Se puso en pie
de un salto. El café se derramó sobre la mesa.
La rubia de la
mesa de al lado se inclinó sobre las sillas y colocó un montón de servilletas
sobre el líquido.
—tome, deje que
le ayude.
—Gracias. —Heechul
secó la mancha—. Estaba distraído.
—Suele pasar.
Heechul alzó la
vista y se dio cuenta de que los ojos de la mujer lo miraban con preocupación.
—¿Se encuentra
bien? —le preguntó la mujer.
—No. Sí. —Cogió
el bolso sin saber si echarse a reír o ponerse a llorar—. Tengo que irme. Tiene
una familia estupenda.
La rubia
sonrió.
—Gracias.
—No, gracias a
usted.
—¿Por qué?
—Por recordarme
lo verdaderamente importante.
Siwon, que
estaba sentado a una mesa del atestado salón de baile, se dio un tirón del
cuello de la camisa. Las parejas se movían por la pista. La orquesta tocaba los
acordes de una canción de jazz mientras los bailarines se movían bajo el brillo
de las arañas del techo.
No quería estar
en ese sitio. Lo último que le apetecía esa noche era estar rodeado por un
grupo de personas que no le importaba en absoluto. Quería estar en casa con los
niños, tal vez ahogar sus penas con una botella de whisky después de acostarlos.
Ni siquiera
recordaba de qué diablos iba ese evento benéfico. ¿Los sin techo? ¿Las escuelas
públicas? ¿Las modelos que necesitaban pasar por el quirófano? Le daba igual.
Si no se hubiera comprometido, se habría inventado una excusa para no aparecer.
Además, detestaba haberle hecho caso a su nuevo director de Relaciones
Públicas, que le dijo que aparecer en público esa noche sería bueno para la
empresa.
Lo último que
le interesaba en ese momento era su empresa. No debería haberle hecho caso.
—Esta noche lo
están petando.
—¿Mmmm?
—murmuró Siwon.
La voz de la
mujer que tenía a la izquierda lo sacó de su ensimismamiento. Tendría unos
ochenta años, el pelo totalmente blanco y llevaba un vestido de manga larga
plateado, así como el diamante más grande que había visto en la vida en un
dedo. Recordaba que estaba emparentada con algún pez gordo del gobierno del
estado. Y no tenía ni idea de cómo había acabado compartiendo mesa con ella.
Debería haber
ido acompañado. Así, al menos, no tendría que escuchar la monótona voz de la
vieja. El problema era que no se veía saliendo con nadie en ese momento. De
hecho, no creía que pudiera hacerlo nunca. Solo deseaba a una persona, y esta
iba en un avión a otro continente.
—El Servicio de
Atención a los Menores de las Zonas Marginales, por supuesto —continuó la
anciana —. Es increíble que hayan conseguido todo este apoyo. Es maravilloso,
¿no cree?
El Servicio de
Atención a los Menores de las Zonas Marginales. Claro. Eso era.
—Sí. —Fingió
que la conversación le interesaba—. Están consiguiendo mucho dinero esta noche.
—Sin apenas prestarle atención, calculó cuánto tiempo más tenía que quedarse
antes de poder salir de allí.
—Qué espantoso
ha sido todo ese asunto en el que se vio envuelto —comentó la anciana—. He oído
que su esposo se ha marchado.
La miró de
repente.
—¿Qué?
Ella agitó una
mano.
—Ay, querido.
Nadie puede guardar secretos en esta ciudad. Mi hija acaba de pasar por un
divorcio. Es más o menos de su edad. Debería darle
su número de teléfono.
Bingo. Eso fue
todo lo que necesitó. Siwon se levantó y consiguió esbozar una sonrisa educada.
—Si me
disculpa...
Se abrió paso
por la abarrotada pista de baile. Mucho se temía que iba a explotar si no salía
pronto de allí. La libertad lo esperaba a la vuelta de la esquina. Se detuvo
unas cuantas veces con algunos conocidos. Cada uno de ellos le alteró sus ya de
por sí alterados nervios.
Tras librarse
de la última conversación, dio un paso hacia la puerta, pero una voz conocida
lo detuvo.
—Cariño, me
alegro muchísimo de verte.
«Mierda, Xiaotong.»
Miró su cara
perfecta, y fue incapaz de recordar qué lo atraía de él.
—No sabía que
ibas a asistir.
—Mi
representante me ha obligado a venir, ya que estaba en la ciudad. Es buena
publicidad.
Eso tenía
sentido. La verdad era que los menores que vivían en las zonas marginales le
importaban muy poco.
—Tienes buen
aspecto. —Se acercó a él—. Siento haberme enterado de tu reciente drama.
—Sí, ya me lo
figuro.
El esbozó una
sonrisa seductora y pestañeó de forma exagerada.
—Nunca me has
hablado de tu esposo.
—En fin, nunca
hemos hablado de ninguna cuestión seria, ¿no?
Xiaotong se
acercó más, se colgó de su brazo y se inclinó para susurrarle al oído:
—¿Por qué no
nos vamos a un lugar más tranquilo? Así me podrás contar todos los sórdidos
detalles. Se me da bien escuchar.
Estar a solas
con él era lo último que quería. Le apartó la mano de su brazo.
—¿No has venido
acompañado?
Pregunta tonta.
Por supuesto que sí.
Él agitó una
mano.
—Bueno, está
por ahí. Pero es muy aburrido. Prefiero ponerme al día contigo. Me lo debes,
por cierto.
«En tus
sueños», pensó.
—Verás, por
tentador que parezca, creo que voy a pasar. — Desvió la mirada hacia la puerta,
evaluando la distancia que lo separaba de la libertad. Y se quedó sin aliento
cuando Heechul entró en el salón de baile.
Llevaba unos
vaqueros, una camiseta naranja, zapatillas deportivas y una chaqueta
de cuero, que colgaba de un dedo por encima de un hombro. Su melena le
enmarcaba la cara, y tenía las mejillas sonrojadas, como si hubiera corrido
diez manzanas. Y allí plantado, rodeada de mujeres y jovenes con atuendos de
diez mil dólares y con joyas de todas clases y colores, era lo más bonito que
había visto en la vida.
Sin embargo, se
suponía que debía de estar en un avión. La sorpresa se tornó en preocupación.
Se dirigió hacia él, sin hacerle caso a Xiaotong, que lo llamó. Cuando Heechul lo vio,
se abrió pasó entre la multitud para ir hacia él sin rodeos.
—¿Qué pasa? —le
preguntó al llegar junto a él—. ¿Qué ha pasado?
—Nada —le contestó—.
Todo. Quiero decir...
Estaba alterado.
Él nunca se alteraba. La preocupación aumentó.
—Heechul...
Heechul le miró
la mano izquierda y suspiró antes de cogerle la mano y entrelazar sus dedos,
rozándole la alianza.
—Aún la llevas.
—Siempre la
llevo.
—Eres idiota, Choi
Siwon. Ibas a quedarte aquí sentado, esperando a que me aclarase las ideas,
¿verdad?
—Te dije que lo
haría.
—No te merezco.
La esperanza
nació en su corazón.
—¿Es tu forma
de decirme que me quieres?
Heechul le dio
un apretón en los dedos.
—He estado
luchando contra quien soy y contra lo que quiero, porque no recuerdo mi vida.
Esta noche, en el aeropuerto, me he dado cuenta de que los niños y tú son mi
vida. He dejado que se interpongan demasiadas tonterías entre nosotros. Ya no
quiero seguir haciéndolo.
Los quería,
pensó Siwon. Eso le dio alas a su corazón, aunque cerró los ojos.
—Será mejor que
estés seguro, porque no puedo volver a perderte. Dos veces en una vida es
demasiado. Si me quieres, va a ser para siempre.
—Siwon, mírame.
—Le acarició el mentón hasta que abrió los ojos—. Sigo molesto porque me
mintieras. Pero entiendo por qué lo hiciste. Sé que lo hiciste porque me
quieres y porque intentabas protegerme. Pero, además de tu amor, necesito tu
confianza. Necesito saber que cuando las cosas se pongan feas, siempre estarás
ahí. Que puedo contar contigo.
—Siempre estaré
ahí. Puedes contar conmigo.
—Y necesito
saber que en el fondo, pase lo que pase, sabrás que estaré ahí para ti. El
matrimonio es una sociedad. No puede funcionar sin confianza.
Estaba hablando
de matrimonio. Tenía la sensación de que el corazón ya no le cabía en el pecho.
—Heechul...
Él se acercó.
Se acercó tanto que podía percibir su calor corporal, podía oler el aroma de su
piel y podía ver las lágrimas que brillaban en sus ojos.
—Te diré lo que
quiero: quiero que me beses como me besaste en mi casa, que me hagas el amor
como me lo hiciste en la tuya. Quiero despertarme todas las mañanas contigo y
acostarme todas las noches contigo. Quiero a nuestros hijos y quiero tener una
vida en común. Lo quiero todo, pero sobre todo te quiero a ti.
Siwon no podía
respirar. Lo quería. Lo quería de verdad. Aunque había metido la pata hasta el
fondo.
Heechul le
acarició el labio inferior con el pulgar, provocándole una descarga que le
llegó al alma.
—Te quiero, Choi
Siwon. Siempre lo he hecho. Pero soy demasiado terco como para darme cuenta de
que eso es lo único que importa de verdad.
Siwon le tomó
la cara entre las manos y secó una lágrima que se le había escapado.
—¿Por qué has
tardado tanto en darte cuenta? —le preguntó.
El sonrió
mientras lo besaba, mientras lo rodeaba con los brazos, mientras lo abrazaba
con fuerza, y lo poco que quedaba del hielo que había erigido en su interior se
derritió.
—Tengo daños
cerebrales, ¿recuerdas? Tardo un poco más que los demás en entender las cosas.
—Ah, así que es
por eso. —El alivio y la alegría lo recorrieron al ritmo de la música que
inundaba el salón de baile, alegrándole el alma —. Y yo que creía que te
gustaba verme sufrir.
—Solo en la
cama. Y solo cuando el sufrimiento nos conduce al placer a los dos. Y hablando
de eso... —Sonrió contra su hombro—. Ahora mismo me vendría bien un poquito de
placer. Si no te importa irte de la fiesta antes de tiempo, claro.
Se le tensó el
cuerpo al escuchar la invitación erótica que encerraban sus palabras. Se moría
por llegar a casa, desnudarlo y tenerlo en su cama. En la cama de ambos.
Se apartó un
poco y el buen humor desapareció mientras contemplaba al joven al que había
querido y perdido. Se juró que jamás cometería el error de dejar que se
volviera a marchar.
Fue consciente
de que en las inmediaciones alguien los fotografiaba, pero por primera vez le
dio igual.
—Lo siento.
Siento muchísimo no haber sido sincero contigo. No haber confiado en lo que
sucedía entre nosotros. Me daba tanto miedo perderte de nuevo que al final
conseguí justo lo que quería evitar. Te aparté de mis brazos. No volverá a
suceder. Te lo prometo. Se acabaron los secretos.
—Se acabaron
los secretos — repitió él—. A menos que sea Navidad. O mi cumpleaños. O nuestro
aniversario. Ahora que lo pienso... —dijo con un brillo travieso en los ojos—.
Este día sería estupendo como aniversario. Es el día en el que por fin nos
hemos reencontrado.
Heechul estaba
bromeando y él tenía la sensación de que el corazón se le saldría por la boca.
Que tenía alas y podía abandonar su pecho. Su Jungwoo... su Heechul era la
única persona en el mundo que sabía justo lo que él necesitaba.
—Te quiero
—susurró—. Muchísimo. Muchísimo más de lo que te quise antes. Por favor, no
vuelvas a dejarme.
Heechul lo miró
con expresión dulce. El amor, un amor que Siwon jamás había soñado recuperar,
brillaba en esos enormes ojos verdes a la luz de las arañas.
—Nunca más, Siwon.
Nunca más.
El Sichul meloso me fundió el cerebro. No tengo más de que decir
ResponderEliminaraww~ que cosa mas bella y perfectamente Sichulosa!!! ♥
ResponderEliminarahhh!!! este fic si que me saco canas!
desde el principio no entendia ni forro!!!
hasta que zas, aparecio la zorra y dio los detalles, se me ilumino el cerebro y todo encajo en su lugar!!!
me encanto, no mas que eso, me fascino!!! Fue hermoso!!!
:3 gracias!!! que sichul tal perfecto!
hola!!! oh que te digo estuvo hermoso lo ame al final el amor prevalece y se dejo de tonteras y se dio una oportunidad con siwon el hombre que ama muchas gracias perdona que no haya comentado antes la verdad no tengo tiempo pero me hago presente y esperando más sichul bye
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPor fin el bendito final y por fin Hee se dio cuenta de las cosas,y de la principal.....ama a Siwon y no quiere estar más sin él.
ResponderEliminarSu vida ya habia sido un drama y luego Hee le añade más,pero lo bueno que se dio cuenta,no es como si Siwon lo hubiera hecho a proposito o con alevocia,todo fue por protegerlos......y obvio que Hee haria lo mismo,uno no puede decir como actuar a la gente y menos cuando ellos creen que estan haciendo lo mejor,aunque nosotros no lo veamos así.
Y que bonita forma de reencontrarse *0*....así deberian de haber estado despues de haber enfrentado toda esa situación....pero bueno,ya estan juntos.
Muy buena historia,me encanto todo *0*