Para cuando Kyuhyun llegó al club de Sungmin, la calle de
la entrada del club y el callejón trasero eran un completo caos. Una multitud
estaba por los alrededores, había dos ambulancias estacionadas y los médicos
atendían a tres oficiales heridos. Alguien los había golpeado hasta hacerlos
papilla.
Se detuvo cerca de una ambulancia mientras oía al oficial
dando su informe a un detective.
–Al menos media dos metros. Esbelto, vestía de negro, con
pelo negro. Al final de los veinte con una garra de plata enorme en la mano.
Lucía como el mismísimo diablo cuando llegamos. Hombre, nos desgarró de lado a
lado como si fuéramos nada. Al menos le disparé dos balas y ni siquiera se
sobresaltó cuando le disparé. Él siguió avanzando hacia nosotros. Debe ser un
PCP o algo.
Kyuhyun se congeló.
Yesung. No había nadie más que pudiera coincidir con esa
descripción.
Demonios. No debería haber dejado el área mientras Yesung
estaba por ahí. Yesung los debía haber atacado justamente unos pocos minutos
después de que se fuera.
–Entonces ¿qué ocurrió? –preguntó el detective.
–Mi compañero y yo recibimos una llamada de disturbio,
acerca de una pelea en el callejón. Llegamos a tiempo para ver al tipo de la
garra peleando con dos hombres. Gritamos para que ellos se detuvieran, pero el
tipo nos ignoró. Les arrancó los corazones. Delante de nuestras propias
narices.
Kyuhyun gruñó. Habían visto a Yesung despachar a un par
de Daimons. Genial. Simplemente genial. Cerró los ojos y maldijo. Esta noche
empezaba a calificar bien alta, como un absceso dental.
– Mientras sacaba mi arma y ordenaba al tipo de la garra
que se detuviese. Se volvió hacia nosotros como una bestia salvaje. Lo
siguiente que sé, es que estaba en el piso sangrando, ustedes estaban aquí, y
él se había ido.
–¿Y los cuerpos?
–Se los debe haber llevado con él mientras intentábamos
llegar a los coches, por seguridad. Te digo, el hombre estaba demente.
Kyuhyun pasó sus manos a través del pelo. Ni siquiera
llevaba una noche en la ciudad y ahora Yesung tenía a toda la fuerza policial
buscándole.
¿Cómo había logrado el hombre durar tanto tiempo?
Su teléfono sonó otra vez, pero la identificación del que
llamaba no salía en el identificador.
Esperando que fuera el teléfono de Shindong, ya que el de
éste nunca registraba un número, se sorprendió al escuchar el acento grave,
griego de Yesung en el otro extremo.
–Los Daimons querían una fiesta con tu novio, celta. No lo
dejes sin protección.
El teléfono quedó muerto.
Un espeluznante escalofrío trepó por la columna vertebral
de Kyuhyun. ¿Cómo Yesung podía saber de él y Sungmin?
Los poderes del hombre estaban calificando tan altos como
los de Shindong.
Con sus instintos en alerta, Kyuhyun levantó la vista
hacia el techo, hacia la vieja farmacia abandonada cerca del club. Recortado
contra el cielo oscuro había una figura. Para los ojos de un humano, el hombre
parado sobre el tejado era invisible, pero para la afilada mirada de Dark
Hunter de Kyuhyun se lo veía claramente.
Era Yesung.
Yesung inclinó su cabeza hacia él, metió el teléfono en
el bolsillo, dio un paso atrás y se desvaneció en la oscuridad. Kyuhyun
frunció el ceño. ¿El psicópata Yesung había estado velando por Sungmin todo
este tiempo? ¿Aun mientras los policías lo buscaban? ¿Qué tan diferente a Yesung
era eso?
Kyuhyun inmediatamente golpeó el automático de llamadas
recibidas en su teléfono.
–¿Qué? –preguntó Yesung, con voz hosca–.¿No puedes ver
que estoy tratando de salir de aquí antes que los policías me encuentren?
–¿Qué hacías en Vampire?
–Siguiendo mi instinto, celta. ¿Qué piensas? Vi a los
Daimons en la calle y los rastreé adentro.
Eso lo explicaba, pero Kyuhyun tenía una preocupación
mayor.
–¿Cómo sabías de mí y Sungmin?
–Oí a los Daimons hablando acerca de ustedes dos.
Deberías ser más cuidadoso, Celta. Un error como ese podría ser costoso.
–¿Cómo de costoso, Yesung? Justamente acabo de ver el
cuerpo de una mujer a la que le habían drenado la sangre y el alma.
–Ooh –suspiró Yesung–. Aquí hay noticias de última hora.
Fue un ataque Daimon. ¿Has notado que eso tiende a ser su estilo?
–Sí, pero nunca he conocido a un Daimon darle zarpazos a
una mujer mientras la está matando. ¿Tu
sí?
Hubo una pausa breve.
–¿Qué estás diciendo?
–Creo que lo sabes, Yesung.
–Sí, y tú puedes besarme el culo, celta. Tal vez debería
haberles dejado a tu perra después de todo. –El teléfono quedó muerto otra vez.
Kyuhyun rechinó los dientes, estaba dividido entre la
necesidad profunda de encontrar a Yesung, golpear la majadería de él, y lavarle
la boca, y una necesidad más profunda de estar seguro que Sungmin estaba bien.
Metiendo el teléfono en su bolsillo, resolvió dejar Yesung
a Shindong, quien ya había dicho que iba a hablar con él. Shindong era mucho
mejor en manipular a Yesung de cualquier manera. Al menos Shin podía matar al
bastardo y no morir en el proceso. Kyuhyun exhaló largamente al pensar sobre la
advertencia de Yesung, de que los Daimons estaban tras Sungmin. No tenía el
menor sentido.
¿Por que los Daimons estarían tras él? ¿Y cómo los
Daimons podían saber sobre ellos?
Esto hacía el segundo ataque contra Sungmin, contando el
de la otra noche. Los Daimons buscaban a sus víctimas donde las encontraban. No
las acechaban si se les escapaban. Simplemente seguían hacia la siguiente
comida conveniente.
No sabía qué querían con él, pero hasta que se enterase,
no iba a dejarlo en peligro.
Examinando la multitud, Kyuhyun encontró a Sungmin parado bajo una luz fuera del club, al lado de un hombre grande, musculoso, de pelo
negro que estaba hablando con un oficial uniformado.
Kyuhyun se abrió paso a través de la multitud hacia su
lado. Su cara se iluminó en el momento que lo vio.
–¿Kyuhyun? ¿Qué haces aquí?
Él estaba más aliviado de lo que había pensado posible.
Simplemente verlo ileso, y oyendo su nombre en sus labios... No debería sentir
nada por él y aun así no se podía negar las crudas emociones que sentía cada
vez que su mirada encontraba la suya.
–¿Estás bien? –preguntó, sacándose la chaqueta y
sosteniéndola sobre él. Sungmin asintió mientras le permitía ayudarle a ponerse
su chaqueta.
–¿Oíste que sucedió? Algún tipo se volvió loco en el
callejón donde estaciono mi coche y mató a dos hombres. Luego, atacó a la
policía. ¡Es terrible!
Antes de que pudiera pensar, Kyuhyun lo tomó en sus
brazos y lo mantuvo cerca.
–Me alegro que no estés herido.
El hombre que había estado hablando con el oficial de
policía los miró con semblante ceñudo.
–Sabes amigo, no te conozco de nada, pero es a mi
hermanito al que estás apretando. Así que creo que el curso de acción más
sabio para ti es soltarlo y presentarte. Pronto.
Kyuhyun refrenó una sonrisa. Sabía exactamente lo que el
hombre quería decir. Algunas cosas eran sagradas y los hermanos pequeños era
una de ellas.
A regañadientes, se apartó.
Sungmin le dio a su hermano un suave puñetazo en el
brazo.
–Kyuhyun, éste es mi hermano Rain. Rain conoce a Kyuhyun.
–Gusto en conocerte, Kyuhyun. Mejor regreso al trabajo. Minnie
avisa si necesitas a alguno de nosotros.
La amenaza insinuada no le pareció desatinada a Kyuhyun,
quien refrenó una sonrisa. Si el hombre sólo supiera cuánto poder ejercía un
Dark Hunter...
–¿Nosotros? –Kyuhyun repitió.
Su hermano indicó a dos hombres sobre el hombro de Kyuhyun,
que también hablaban con la policía. El hombre mayor era un americano nativo
cuya energía shamánica era muy perceptible, y el otro hermano, era casi un clon
facial de Sungmin.
–Nuestro padre y hermano mayor, también trabajan en el
club.
Dioses, cómo lo había extrañado. Todo lo que quería en
este momento era tomarlo en sus brazos y dirigirse arriba, directo a su cama e
inspeccionar cada centímetro suyo para estar seguro que estaba ileso.
Sí, ok, también tenía otro motivo, menos puro, para ese
pensamiento. Pero todavía sentía una necesidad demente de probarse a sí mismo
que nadie lo había tocado. Que estaba completamente entero y seguro.
Él lanzó su mirada por todo su cuerpo, asegurándose que
estaba bien. Su preocupación era tan diferente a cualquier cosa que hubiese
experimentado en mucho tiempo que no estaba realmente seguro de cómo
afrontarlo.
Rain se excusó y regresó al club, dejándolos solos.
El aturdimiento cayó entre ellos mientras él trataba de
pensar en algo que decirle. Finalmente, Sungmin se aclaró la voz.
–No pensé que te vería otra vez.
No sabía como responder a eso, especialmente cuando ésa
había sido su intención.
–Yo... um. Regresé por ti.
Una sonrisa lenta, seductora se extendió por su cara.
–¿De verdad? –preguntó.
–Sí. Supe del ataque y me preocupé –dijo antes de poder
detenerse.
–¿De verdad? –repitió.
Él asintió. Sonriendo más ancho, Sungmin se introdujo
entre sus brazos.
–Eso es muy dulce de tu parte.
No realmente, Kyuhyun pensó mientras lo abrazaba e
inhalaba perfume. Pero tenía que admitir que se sentía muy bien en sus brazos
Aléjate de él...
Tengo que protegerlo.
Él había jurado proteger a los humanos. Especialmente
aquellos que los Daimons cazarían. Era su deber mantenerlo a su lado. Velar por
él.
¿Oye, cuán estúpido piensas que soy, Kyuhyun? Éste es tu
yo con quien estás hablando y todas las mentiras en el mundo no me van a
convencer de que tienes una razón moral o noble en esto. Quieres estar otra vez
en su cama. Admítelo.
Oh, vamos, puedo controlarme por unos pocos días.
Él tiene que ser protegido y ¿quién más lo podría hacer?
Yesung estaba fuera de consideración. Terminaría
alimentándose de él y Kyuhyun lo mataría si el psicópata osaba tocarlo. Siwon
moriría antes de vigilar a un “plebeyo”. Minho haría un avance, y tendría que
matar al sapo cachondo. Kangin tenía un bebé nuevo y estaba demasiado exhausto
para pensar, y Shindong... Él tenía muchas responsabilidades para preocuparse,
como para hacer de niñera.
Eso lo dejaba a él y solamente a él.
–Sabes, Sungmin, no creo que debieras permanecer solo en
tu loft.
–Créeme, no lo estoy. Voy a casa con mi hermano esta
noche.
Kyuhyun se detuvo. Esa no era una opción tampoco. Su
hermano era un hombre grande, pero no para combatir a un Daimon.
–No sé, Sungmin. Estaba pensando... –bien, no podía decir
lo que estaba pensando, especialmente la parte que bordeaba la verdad.
Entonces no tuvo que hacerlo. Él sonrió una sonrisa
malvada.
–Sabes, si quieres que vaya a casa contigo, todo lo que
tienes que hacer es preguntarlo.
–No pensé que sería así de fácil.
Sungmin se paró en puntas de pie y lo miró malvadamente.
–Para cualquier otro aparte de ti, no lo sería.
Esas palabras hicieron que su corazón volara. Realmente
le gustaba este joven. Era atrevido, extraño, y descarado.
Sungmin tomó su mano y lo guió adentro, a través del club
hacia una puerta, en la esquina trasera más alejada. Se dirigió hacia las
escaleras.
Probablemente no debería estar haciendo esto,
especialmente cuando dos asesinatos habían sido cometidos esta noche. Pero
instintivamente sabía que Kyuhyun nunca lo lastimaría. Él había salvado su vida
y no le haría nada remotamente dañino.
A parte, le gustaba estar con él. Podía tomar sus
artículos de arte y volver a su rutina mañana. Esta noche, quería unos pocos
minutos más con él. Una tarde más para deleitarse en su calor, antes de
regresar a los rigores de su vida.
Entró en su loft, le regresó la chaqueta, y lo dejó en su
sofá rayado, en blanco y rosa, mientras iba a empacar un bolso para la noche.
Con toda sinceridad, prefería quedarse con él que con su hermano de todas
formas.
Roncaba. Ruidosamente.
Sin mencionar que la última vez que había ido al hogar de
su hermano, había tenido que pasar dos horas limpiando el apartamento, antes de
poder tocar algo sin acobardarse.
Agarró una muda de ropa, zapatos, y trabas para el pelo y
las metió de cualquier manera en su bolso de mimbre junto con su cepillo de dientes
y luego se reunió con Kyuhyun.
Estaba en la parte trasera del loft, cerca de las
ventanas, mirando las pinturas de paisajes que había hecho en Jackson Square.
Su respiración quedó atrapada en su garganta.
¿Qué era lo que tenía este hombre que era tan poderoso?
El hombre estaba fuertísimo, desde la parte superior hasta el fondo de sus
botas negras de motorista.
Se volvió ligeramente mientras se acercaba.
–Me gusta la forma que pintas el amanecer sobre la catedral.
Casi puedo sentir el sol cuando lo miro.
Su cumplido la calentó. Un artista nunca oía suficientes
cumplidos sobre su obra.
–Gracias. Mi favorito es la puesta de sol sobre ella. Me
gusta mirar el desvanecimiento de la luz alrededor de los edificios. Cuando
golpea algunos de los carteles y el vidrio, los hace resplandecer y centellear
como fuego.
Él extendió la mano y ahuecó su cara en su palma
caliente.
–Tienes una forma tan increíble de capturar las cosas.
El se mordió el labio y le dio una sonrisa traviesa.
–Sí, lo hago. –Y aunque él no lo sabía, ella intentaba
capturarle completamente. Al menos por un tiempo.
–¿Entonces, dime, dónde vives? –preguntó.
Él despejó su garganta y dejó caer la mano de su mejilla.
La apariencia incómoda en su cara hizo que su estómago se hundiese.
–Oh Dios, tienes tu propio lugar, ¿no? ¿No vives con tu
mami o alguna espeluznante tía vieja?
Él pareció ofendido por eso.
–Por supuesto que tengo mi lugar. Es solo... –Su voz se
desKevinció y apartó la mirada. Oh Dios, aquí viene...
–¿Tienes una pareja que vive contigo?
–No.
–Ok, ¿vives en algún lugar monstruoso?
–Vivo en las afueras, en el bayou.
Aliviado, Sungmin se mofó ante el tono evasivo sobre algo
tan tonto.
–Oh por favor, conozco a varias personas que viven
alrededor del bayou.
–No alrededor del bayou, Sungmin. Vivo en el bayou.
¿Hablaría en serio? ¿Quién en su sano juicio viviría en
el bayou con las serpientes y cocodrilos y otras cosas en las que no quería ni
siquiera pensar? Cosas que llevaban armas y hacían montones de actividades
ilegales como alimentar a los cocodrilos con cuerpos asesinados.
–¿Vives en el bayou?
Él asintió.
–Estas realmente tranquilo allí. No hay sonidos que te
invadan. No hay vecinos. No hay tráfico. Casi puedes sentir como si vivieses
siglos atrás.
Tenía una apariencia tan melancólica mientras decía eso.
–Eso significa mucho para ti, ¿verdad?
–Sí, mucho.
Él sonrió. Sí, podía ver a Kyuhyun solo en el bayou. Le
recordaba a su padre, a quien le gustaba pasar horas afuera absorbiendo la
naturaleza. Ambos compartían ese tipo de paz con el universo.
–¿Cuánto tiempo has vivido allí?
Él evitó mirarlo.
–Realmente mucho tiempo.
Sungmin asintió.
Mientras se dirigían hacia la puerta, agarró su bolso de
mimbre y rescató su mochila de trabajo. Siempre la conservaba adecuadamente
abastecida en caso de tener el antojo de ir a alguna otra parte y pintar.
–¿Qué es eso? –preguntó él.
–Un artista ocupado continuamente, ese soy yo. Nunca voy
a ninguna parte sin suministros.
Él sonrió mientras tomaba la mochila.
–¿Entonces, aún te sientes aventurero, huh?
–Siempre. Solo trae el spray contra cocodrilos y soy todo
tuyo.
Kyuhyun clavó los ojos en él mientras sentía otro deseo
estúpido de sonreír abiertamente. Su cara comenzaba a doler del esfuerzo que
hacía para no exponer sus colmillos. Era sumamente chistoso y divertido.
Casi hasta un extremo, insultante.
Sungmin cerró la puerta, bajó la mitad de las escaleras,
y se frenó.
–Oh hombre, olvidé mi bolsa de dormir.
Salió unos minutos después con su bolso de mimbre, llegó
a las escaleras y recordó que no traía abrigo. Una vez más, fue adentro antes
de reunirse con él.
Cuando llegaron a la puerta, Sungmin condujo a Kyuhyun
lejos del club.
–¿Vas a decirle a tu hermano a dónde vas?
El negó con la cabeza.
–Le llamaré en un momento y le diré. Créeme, no es algo
que quiero hacer cara a cara.
–¿Es estricto?
–No tienes idea.
Kyuhyun lo guió hasta su moto y sacó un casco de repuesto
de las alforjas.
Kyuhyun lo observó ponerse el casco y sujetarlo. Hombre,
era bellísimo. Él se colocó su propio casco, luego subió a la moto y la pateó
para arrancarla. Sungmin se unió a él. Sus brazos le rodearon la cintura
mientras deslizaba su cuerpo más cerca de él.
Kyuhyun casi gimió. Podía sentir cada centímetro
presionando íntimamente, eróticamente contra él.
Sentimientos desconocidos formaron remolinos dentro de
él, dándole vuelta al revés. Todo lo que quería era mantenerlo aquí de esta
manera, por la eternidad. Detener la moto y probar cada centímetro de su figura
exuberante, lujuriosa, con su boca y colmillos. Quería devorarlo.
Kyuhyun apretó los dientes en un esfuerzo por
controlarse, de dominar el ardiente deseo que sentía por su cuerpo. Los condujo
a través de la ciudad, hacia las afueras, directo al bayou donde él vivía.
Mientras andaban, Sungmin apoyó su cabeza entre los
omóplatos y se apretó aún más a sus esbeltos y musculosos abdominales. Recordó
cómo se veía parado desnudo en su loft. Recostado sobre él mientras hacían el
amor. Lento. Fácil. Luego duro y furioso.
Este hombre tenía un modo indefinido con su cuerpo.
Conocía todas las maneras de dar placer a una pareja.
Sungmin podía sentir su pecho elevarse y descender bajo
sus brazos mientras andaban a través de la noche oscura. Lo que estaba haciendo
con él era demente y aun así no podía detenerse.
Kyuhyun era convincente. Peligroso. Oscuro y misterioso.
Algo en él le hacía querer arrastrarse dentro de él y quedarse allí por
siempre.
Loco, ¿No?
No se podía negar lo que le hacía. Lo que sentía cada vez
que pensaba en él. La forma en que quería gritarle que detuviese la moto así
podía arrancarle la chaqueta y lamer cada centímetro de su tatuaje.
Cada centímetro de su cuerpo poderoso y masculino. Oh,
cómo deseaba a este hombre.
–¿Estás bien?
Se tensó ante el sonido de la voz de Kyuhyun, con
profundo acento, en sus oídos.
–Oye, tus cascos tienen micrófonos.
–Sí, ya sé. ¿Pero estás bien?
–Estoy bien.
–¿Seguro? Saltaste hace un segundo como si algo te
alarmara.
–No, de verdad. Estoy bien.
No hablaron otra vez hasta que alcanzó su garaje, al
final de una carretera de tierra larga y sinuosa. No había luces aquí afuera,
ni pavimento. Nada más que la fauna silvestre.
Sungmin frunció el ceño mientras la luz delantera
iluminaba un extraño buzón de cartas en el medio de la nada. Era una caja negra
que parecía estar perforada por dos clavos de plata. Uno pasaba horizontalmente
a través de la caja, y el otro diagonalmente.
Se acobardó ante la vista de la dilapidada choza a la que
se acercaban y esperó que ésta no fuese su casa. Parecía lista para
desplomarse. De no ser por el buzón limpio, no habría creído que alguien
hubiera estado aquí afuera en cien o más años.
Kyuhyun detuvo la moto. Sacó un pequeño control remoto de
su bolsillo y lo usó para abrir la puerta dilapidada de la choza. Se levantó
lentamente.
Sungmin abrió la boca en tanto las luces se prendían y
veía el interior de la “choza”. No había nada de bajo nivel en el interior del
edificio. Era de alta tecnología y centelleaba, y estaba lleno con una fortuna
en motos y un Viper negro lustroso.
¡Oh Dios, él era un vendedor de drogas!
Su estómago se anudó de miedo por lo que había hecho. ¡Nunca
debería haber venido aquí con él!
Estacionó la moto al lado del coche, luego lo ayudó a
bajar del asiento.
–Um... Kyuhyun –preguntó, mirando su colección distintiva
de Harleys–.¿Qué haces para ganarte la vida? Dijiste que eras un extranjero
ilegal, ¿no?
Él dio su acostumbrada sonrisa de labios apretados
mientras colocaba el casco en un estante que contenía al menos doce cascos, que
estaba segura costaban un mínimo de unos mil dólares cada uno.
–Sí, y para contestar a tu primera pregunta, soy
económicamente independientemente.
–¿Y llegaste a eso cómo...?
–Nací con ello.
Sungmin se sintió un poco mejor, pero todavía tenía que
hacer la pregunta que más le fastidiaba.
–Así que no haces algo ilegal como vender drogas,
¿Cierto?
Otra vez, se vio ofendido.
–Buen dios no. ¿Por qué piensas eso?
Sus ojos se agrandaron, miró alrededor, a los caros
juguetes de alta tecnología.
–No tengo idea.
Él presionó un botón y cerró la puerta principal,
sellándolos adentro.
Fue detrás de él mientras se dirigía hacia la parte de
atrás del garaje donde estaban atracados dos catamaranes muy lindos y caros.
Todo en este edificio era verdaderamente lo mejor en su tipo.
–¿Si tienes todo este dinero, por qué eres un extranjero
ilegal?
Kyuhyun resopló. Podía contarle que estaba adentro del
bayou antes de que América fuese incluso un país, y que no necesitaba ninguna
hoja de papel apestosa para hacerlo legal, pero era un Dark Hunter y tenía
prohibido contarle cualquier cosa sobre su estilo de vida o existencia. Así es
que optó por una excusa fácil.
–Debes ir al edificio de tribunales durante las horas del
día para completar el papeleo. Ya que no puedo salir durante la luz del sol...
Lo miró escépticamente.
–¿Seguro que no eres un vampiro?
–No lo era hasta el momento que te vi.
–¿Quieres decir... ?
Él se movió hasta pararse a su lado por lo que Sungmin tuvo
que estirar el cuello para mirarlo.
–Significa que nada me gustaría más que hundir mis
dientes en tu piel y devorarte.
Sungmin se golpeó su labio inferior y lo miró
traviesamente.
–Mmm, me gusta cuando me hablas así.
Dio un paso hacia sus brazos.
El cuerpo de Kyuhyun ardía mientras bajaba la cabeza para
besarlo.
Sungmin gimió al sentir su sabor. ¿Que había en este
hombre que le atraía y le hacía querer engullirlo ávidamente?
Él se hizo para atrás y él hizo pucheros en señal de
protesta.
–Mejor nos apresuramos –dijo–. Amanecerá dentro de poco y
aún hay un paseo hasta mi cabaña.
–¿Tu cabaña? ¿Es algo parecida a esta choza?
–Ya verás. –Se alejó de él para echar a andar el
catamarán.
Estaba tan oscuro aquí afuera que no podía ver nada
claramente.
¿Cómo Kyuhyun podía ver para manejar el bote? De un
momento a otro, esperaba que ellos se llevaran por delante un árbol o un tronco.
Y aun así Kyuhyun maniobraba sin esfuerzo alguno, sin vacilar o bajar la
velocidad.
Después de algunos minutos, Kyuhyun estacionó el
catamarán al lado de un muelle pequeño y salió para ayudarle a bajar al muelle.
Y mientras lo seguía por la tabla estrecha, hacia el porche oscuro, se dio
cuenta que había dos cocodrilos delante de la puerta.
Gritó.
–Shh –dijo Kyuhyun con una risa. –No hay nada que temer.
Para su asombro extremo, se inclinó y palmeó
amigablemente al más grande en la cabeza.
–Hola Gamer, ¿cómo estás esta noche?
El cocodrilo chasqueó la mandíbula y siseó como si
hubiera entendido la pregunta.
–Lo sé, chica. Lo siento, me olvidé.
–¿Quién eres? ¿Dr. Dolittle?
Se rió otra vez.
–No. Encontré a estos dos cuando eran pequeños, recién nacidos
y los crié. Somos familia. Los conozco desde hace tanto tiempo que casi puedo
leer sus mentes.
El más grande se acercó a él y lo escudriñó como si fuese
el especial del día del Café del Cocodrilo.
–No creo que le guste.
–Sé simpática, Gamer –dijo Kyuhyun.
El cocodrilo meneó su cola, luego deambuló fuera del
porche, introduciéndose en el agua del pantano. El otro le miró, movió sus
mandíbulas, y luego se unió a su amiga.
Kyuhyun abrió la puerta hacia su cabaña y encendió una
lámpara oscura del escritorio. Sungmin dio un paso adentro con vacilación, medio
asustado de que él tuviera las mismas habilidades que su hermano para cuidar la
casa.
O que allí hubiera algo peor que los lagartos. Algo así
como una monstruosa anaconda a la que él tenía la intención de alimentar.
Vaciló en el portal.
El lugar era más grande adentro de lo que parecía desde
el exterior, pero era básicamente una sola habitación. Había una cocina pequeña
a su izquierda y una puerta a su derecha que asumió era el cuarto de baño.
Tenía tres mesas grandes con computadoras y otros equipos electrónicos. Y había
un futón negro grande, en el piso, en la parte posterior de la cabaña.
Estaba agradecido que todo estuviera limpio e higiénico.
Qué tan asombrosamente refrescante era saber que todos los hombres no eran como
los cerdos de sus hermanos.
–Interesante lugar tienes aquí, Kyuhyun. Tengo que decir
que amo las paredes negras sin nada. Él resopló ante su tono.
–¿Eso viene de parte del joven que vive dentro de una
nube rosada?
–Verdad, pero aquí todo es tan oscuro. ¿No lo encuentras
deprimente?
Él se encogió de hombros.
–Realmente, no. No pienso mucho en ello.
–No quiero ser grosero, pero me parece que lo haces
bastante.
–¿Hacer qué?
–No pensar en las cosas. ¿Eres uno de esos tipos que
simplemente existen, no? Ningún pensamiento acerca del pasado o el mañana. Sólo
lo que planeas hacer en la siguiente hora o poco más o menos.
Kyuhyun dejó caer sus llaves sobre la mesa al lado de su
computadora principal. Un Dark Hunter nunca pensaba en el futuro. Iba a venir
independientemente. Por lo que respecta al pasado...
No había necesidad de ir allí. Eso bastaría para sacar
recuerdos que él prefería mejor no recordar.
–Probablemente piensas en el futuro todo el tiempo –dijo
él quedamente.
–Por supuesto.
–¿Y que ves en tu futuro?
Se sacó la mochila y la colocó al lado del escritorio.
–Depende. Algunas veces sueño con colgar mi arte en el mejor
museo.
–¿Alguna vez soñaste con tener una familia?
–Todo el mundo tiene esos sueños.
–No, no todo el mundo.
Sungmin frunció el
ceño.
–¿Tú realmente no?
Kyuhyun se calló mientras recordaba la cara de su esposo
y recordaba las noches en que había yacido despierto mientras él dormía a su
lado, con su mano en su panza a fin de poder sentir a su hijo moviéndose
dentro.
Los sueños que había tenido.
Mientras miraba en los ojos de Shengmin, había visto el
por siempre. Se los había imaginado a los dos viejos y felices rodeados por sus
hijos y nietos.
Y con un acto emocional sobreexcitado, los había
maldecido a los dos y había estropeado cada sueño que habían compartido.
Cada esperanza que tenían.
Se sobresaltó mientras el dolor laceraba su pecho.
–No –un susurro logró pasar el nudo en su garganta– No
pienso en tener una familia para nada.
Sungmin frunció el ceño ante la densidad que escuchó en
su voz. Kyuhyun se aclaró la garganta. ¿Su pregunta podría haberlo lastimado?
Mientras miraba en los ojos de Shengmin, había visto el
por siempre. Se los había imaginado a los dos viejos y felices rodeados por sus
hijos y nietos.
Y con un acto emocional sobreexcitado, los había
maldecido a los dos y había estropeado cada sueño que habían compartido.
Cada esperanza que tenían.
Se sobresaltó mientras el dolor laceraba su pecho.
–No –un susurro logró pasar el nudo en su garganta– No
pienso en tener una familia para nada.
Sungmin frunció el ceño ante la densidad que escuchó en
su voz. Kyuhyun se aclaró la garganta. ¿Su pregunta podría haberlo lastimado?
Antes que empiece a divagar por culpa del Kyumin, hay algo que no me cierra:¿ Cómo hizo Yesung para matar a la mujer que vio Kyu si estaba cuidando a Min? Los números no me cuadran para nada.
ResponderEliminarKYU no queres formar una familia pero no haces más que pensar y volver a Min
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPues parece que Yesung no es totalmente lo que parece, es obvio que si estaba ayudando a Min y luchando contra esos daimons, no era él quien atacó a esa mujer, lo cual no deja en la duda de quién fue, además que sigo intrigada por la actitud de Shindong.
ResponderEliminarSegún KyuHyun y SungMin no se iban a ver más y ve los ahí juntos otra vez. Pobre Kyu, Min pensando que era un criminal o algo así solo por la cantidad de dinero que obviamente tiene, claro que toda duda o temor se fue en cuanto Kyu se acercó a él, luego lo de los cocodrilos xD mira que KyuHyun los trata como si fueran dos perritos.
Los recuerdos de KyuHyun son dolorosos, y últimamente vienen a él a raudales u.u
Ahora a esperar que harán esos dos en la casa de KyuHyun dudo mucho que sea dormir xD
Gracias por el cap. Saludos ^^
Ok.....yesung es inocente,claro,no de esa paliza que le dio a los policias,pero de lo otro creo que sí. Además,esos policias aparecen cuando menos se les necesita,no ven que los estan cuidando?,claro que eso ellos no lo saben,pero bueno, La cuestión es que gracias a Yesung,Min esta bien
ResponderEliminary mas que bien,nada más y nada menos que conkyu,en su cabaña,lejos,solos....*0*
kyuhyun no quiere familia,algo tuvo que haber pasado con Shengmin