Glionnan 558 ad
Los fuegos rugientes del pueblo ardían a gran altura en
la noche, lamiendo el cielo oscuro como serpientes enroscándose a través del terciopelo
negro. El humo flotó en el aire a través de la oscuridad brumosa, acre con el
perfume de muerte y venganza.
La vista y el olor deberían traer alegría para Kyuhyun.
No lo hizo.
Nada le traería alegría otra vez. Nada.
La amarga agonía que fluía dentro de él lo dejaba
incapacitado. Debilitado. Era más de lo que podía soportar y ese pensamiento
era casi suficiente como para hacerle reír.
O maldecir.
Aye, él maldijo desde el intolerable peso de su dolor.
Uno por uno, él había perdido a cada ser humano en la
tierra que alguna vez había significado algo para él.
Todos ellos.
A los siete años, se había quedado huérfano y con la
pesada responsabilidad de cuidar a su hermana recién nacida. Sin un lugar a
donde ir e incapaz de alimentarla, había regresado al clan que una vez había
sido liderado por su madre.
Un clan que había desterrado a sus padres antes de su
nacimiento.
Su tío había estado en su primer año como rey cuando Kyuhyun
ingresó a la fuerza en su gran salón. A regañadientes el rey lo había aceptado
a él y a Ara, pero su clan nunca lo había hecho.
No, hasta que Kyuhyun los forzó a ello.
Ellos no respetaban su ascendencia, pero Kyuhyun les
había hecho respetar su espada y temperamento. Respetar su voluntad para
mutilar o matar violentamente a cualquiera que lo insultara.
Cuando alcanzó su edad viril, nadie se atrevía a
desafiarlo para burlarse de su nacimiento o impugnar el recuerdo de su madre o
su honor.
Había crecido dentro de las tropas de guerreros y había
aprendido todo lo que podía acerca de armas, peleas, y liderazgo.
Al final, había sido unánimemente votado como el sucesor
de su tío por las mismas personas que una vez se habían burlado de él.
Como el heredero, Kyuhyun había permanecido al lado
derecho de su tío, protegiéndolo implacablemente hasta que una emboscada
enemiga los había cogido desprevenidos.
Herido y agonizando, Kyuhyun había sostenido en sus
brazos a su tío mientras moría de sus heridas.
–Cuida a mi esposa y a Ara, chico –su tío murmuró antes
de morir–. No me hagas lamentar el haberte aceptado.
Kyuhyun lo prometió. Pero unos pocos meses más tarde,
encontró a su tía violada y asesinada por sus enemigos. El cuerpo profanado y
dejado como presa para los animales.
Menos de un año después, él acunaría contra su pecho a su
precioso esposo, Shengmin, mientras exhalaba su último aliento dejándolo
totalmente solo, despojado de su tierno y reconfortante contacto.
Él había sido su mundo. Su corazón.
Su alma.
Con su espíritu tan quebrado como su corazón, había
colocado a su hijo nacido muerto en los brazos sin vida de su esposo y los
había sepultado a los dos juntos al lado del lago donde él y Shengmin habían
jugado cuando niños.
Luego, había hecho como le enseñaran su madre y su tío.
Había sobrevivido para dirigir a su clan.
Como un cacique, había derramado bastante sangre como
para llenar el mar rugiente y había recibido incontables heridas en su carne
por su gente. Condujo a su clan hacia la gloria en contra de todos los clanes
del centro y del norte que habían tratado de conquistarlos. Con casi toda su
familia muerta, le había dado a su clan todo lo que tenía. Su lealtad. Su amor.
Y en un latido, los miembros del clan habían tomado lo
último en la tierra que había amado. Ara.
Su apreciada hermana pequeña por la que él había jurado a
su madre, padre, y tío que la protegería a cualquier precio. Ara con dorados
cabellos y risueños ojos ámbar. Tan joven. Tan amable y confiada.
Para satisfacer la ambición egoísta de uno, su clan la
había matado violentamente ante sus ojos mientras él yacía atado, incapacitado
para detenerlos.
Ella había muerto llamándole para que la ayudara. Sus
gritos horrorizados todavía sonaban en sus oídos.
Después de la ejecución, el clan se había vuelto contra
él y le había quitado la existencia igualmente. Pero la muerte a Kyuhyun no le
había aliviado. Él había sentido sólo culpa. Culpa y la necesidad para enmendar
los agravios hechos contra su familia.
Esa necesidad vengativa había transcendido todo, aún la
muerte misma.
–¡Que los dioses los condenen a todos ustedes! –Kyuhyun
atronó a la ardiente aldea.
–Los dioses no nos condenan, nos condenamos nosotros
mismos con nuestras palabras y acciones.
Kyuhyun dio la vuelta abruptamente a la voz detrás de él
para ver a un hombre vestido todo de negro. Llegando a la pequeña subida, este
hombre era diferente a cualquiera que él hubiera visto antes.
Sus ojos plateados y brillantes parecían cambiar como una
misteriosa niebla. Esos ojos encendidos eran extraños y escalofriantes.
–¿Quién es usted? –preguntó Kyuhyun.
–Soy Shindong
–dijo con acento extraño pero perfectamente en la lengua céltica natal
de Kyuhyun–. Fui enviado por Artemisa para entrenarte para tu vida nueva.
La Diosa griega había dicho a Kyuhyun que esperara a este
hombre que había vagado por la tierra desde tiempos inmemoriales.
–¿Y qué me enseñará usted a mí, hechicero?
–Te enseñaré a matar violentamente a los Daimons que
cazan en la humanidad desventurada. Te enseñaré a esconderte durante el día a
fin de que los rayos del sol no te maten. Te mostraré como hablar sin revelar
tus colmillos a los hombres y todo lo demás que necesites saber para
sobrevivir.
Kyuhyun rió amargamente mientras un dolor cegador lo
atravesaba otra vez. Estaba tan adolorido y herido que escasamente podía
respirar. Todo lo que quería era paz.
Su familia.
Y ellos ya se habían ido.
Sin ellos, él ya no tenía deseos de sobrevivir. No, él no
podía vivir con este peso en el corazón. Miró a Shindong.
–Dígame, Hechicero, hay algún hechizo que pueda terminar
con la agonía de esta maldición.
Shindong le lanzó una mirada dura.
–Sí, Celta. Yo te mostraré como enterrar el dolor tan
profundamente que no te molestará nunca más, pero ten en cuenta que nada es
dado libremente y ninguna cosa dura para siempre. Un día algo vendrá para
hacerte sentir otra vez y con ello vendrá todo el dolor del tiempo sobre ti.
Todo lo que has escondido saldrá y no sólo podría destruirte, sino a cualquiera
cerca de ti.
Kyuhyun ignoró esa última parte. Todo lo que quería por
ahora era un día en donde su corazón no estuviera quebrado. Un momento libre de
su tormento. Estaba dispuesto a pagar cualquier precio por eso.
–¿Está seguro que no sentiré nada?
Shindong asintió.
–Te lo puedo enseñar sólo si me escuchas.
–Entonces enséñeme bien, Hechicero... Enséñeme bien.
En la actualidad - New Orleans
–Tú sabes, Kyuhyun, matar un alma absorbida por Daimon
sin una buena pelea es como sexo sin copular. Una pérdida de total tiempo y
completamente in... satisfactoria.
Kyuhyun gruñó ante las palabras de Henry mientras se
sentaba en una mesa de la esquina del Café Du Monde, en espera del regreso de
la camarera con su café negro de achicoria y pan de arroz. Él tenía una antigua
moneda sajona en su mano izquierda la cual hacía rodar entre sus dedos mientras
escudriñaba la calle oscura delante de él y vigilaba a turistas y locales
moverse errática y ligeramente.
Habiendo desterrado la mayor parte de sus emociones mil
quinientos años atrás, Kyuhyun sólo se permitía disfrutar de tres alegrías: parejas
fáciles, café de achicoria y llamadas telefónicas con Henry.
En ese orden.
Sin embargo en honor a la verdad, había ocasiones en que
la amistad con Henry significaba más para él que una taza de café.
Esta noche, sin embargo, no era una de ellas.
Se había despertado poco después del anochecer para
encontrarse patéticamente bajo en cafeína, aunque la teoría decía que los
inmortales no podían tener adicciones, él nunca apostaría a eso.
Apenas se había tomado el tiempo para colocarse un par de
pantalones y su chaqueta de cuero, antes de salir a buscar a la diosa cafeína.
La noche fría de Nueva Orleáns estaba
desacostumbradamente calma.
No había muchos turistas en la calle, lo cual era inusual
tan cerca de Mardi Gras.
Además, era la época principal de los Daimons en Nueva
Orleáns, pronto los vampiros estarían acechando a los turistas, haciéndolos
victima de un banquete abierto.
Por el momento, pensó. Kyuhyun estaba contento que
estuviese calmo así podía ocuparse de la crisis de Henry y alimentar el único
deseo que no gemiría.
–Hablando como un verdadero hombre del norte –dijo Kyuhyun
en su teléfono celular–. Lo que necesitas, hermano mío, es soju, un vestíbulo
con jovenes sirviéndote y vikingos listos para luchar por su camino al
Valhalla.
–Cuéntame sobre eso –Henry estuvo de acuerdo–. Extraño
las buenas viejas épocas cuando los Daimons eran guerreros entrenados para el
combate. Los que encontré esta noche no sabían nada de pelea, y estoy
totalmente aburrido de la mentalidad: “mi pistola solucionará todo”.
–¿Te dispararon otra vez?
–Cuatro veces. Juro... desearía poder tener un Daimon
aquí como Changsu. Me encantaría una buena pelea inescrupulosa una vez siquiera.
–Cuidado con lo que deseas, podrías obtenerlo.
–Sí, lo sé. Pero demonios. ¿Por una sola vez, no pueden
dejar de correr de nosotros y aprender a pelear como sus antepasados hicieron?
Extraño la forma en que las cosas solían ser.
Kyuhyun ajustó sus anteojos oscuros Ray Ban Depredador,
mientras miraba un grupo de jóvenes caminando en la calle cercana.
Ahora había un desafío en el que él podría hundir sus
colmillos.
–Te diré, lo que más extraño son las Talpinas.
–¿Qué son esas?
Kyuhyun echó otra mirada a los joveness que rápidamente
iban a la deriva en su línea de visión.
–Cierto, estuvieron antes de tu época. Siendo mercenarios
en el infierno de los Años Oscuros, solíamos tener unos animados jóvenes y
mujeres escuderos cuyo único propósito era cuidar de nuestras necesidades
carnales.
Kyuhyun inspiró apreciativamente mientras recordaba a las
Talpinas y el confort que una vez le habían proporcionado a él y a sus hermanos
cazadores.
–Hombre, eran geniales. Sabían lo que éramos y estaban
más que felices de acostarse con nosotros. Diablos, hasta se entrenaban en cómo
darnos placer.
–¿Qué les sucedió?
–Alrededor de cien años antes de que nacieras, un Dark
Hunter cometió el error de enamorarse de su Talpina. Desdichadamente para el
resto de nosotros, ella no pasó la prueba de Artemisa. Artemisa estaba tan
enojada, que se presentó y desterró a las Talpinas de nosotros, e implementó la
Oh maravillosa regla de solo-puedes-dormir-con- una pareja-una-sola-vez. Ante
la violenta reacción, Shindong vino con la ley de nuca-toques-a-tu-Escudero. Te
digo, tú no has vivido hasta que has tratado de encontrar una noche decente en
los setecientos de Gran Bretaña
Henry bufó.
–Ese nunca ha sido mi problema.
–Sí, lo sé. Te envidio eso. Mientras el resto de nosotros
tenemos que alejarnos de nuestros amantes no sea que traicionemos nuestra
existencia, tú puedes actuar despreocupadamente sin temor.
–Créeme, Kyuhyun, no es tan acertado como debería ser. Tú
vives solo por elección. ¿Tienes idea que frustrante es que nadie te recuerde
cinco minutos después que te vas? –Henry exhaló un suspiro largo, cansado–. La
madre de Clinton se ha acercado tres veces en la última semana para encontrarse
con la persona con quien trabaja. ¿La he conocido por cuánto? ¿Treinta años? Y
no me deja olvidar esa vez dieciséis años atrás cuando volví a casa y llamó a
los policías porque pensó que había irrumpido en mi propia casa.
Kyuhyun hizo una mueca ante la dolorida voz de Henry. Eso
le recordó el por qué no se permitía sentir nada salvo placer físico.
Las emociones no tenían propósito en la vida y él estaba
mucho mejor sin ellas.
–Lo siento, pequeño hermano –le dijo a Henry–. Por lo
menos nos tienes a nosotros, y tu Escudero, quien no te puede recordar.
–Si, lo sé. Agradezco a los dioses por la tecnología
moderna. De otra manera me volvería loco.
Kyuhyun se movió en la silla
plegadiza.
–No es por cambiar el tema, pero sabes a quién reacomodó
Artemisa en Nueva Orleáns para tomar el lugar de Kangin?
–Oí que era Siwon –Henry dijo con incredulidad–.¿En qué
estaría pensando Artemisa?
–No tengo idea.
–¿Kangin ya lo sabe? –preguntó Henry.
–Por una razón obvia, Shindong y yo optamos por no
decirle que el nieto y viva imagen del hombre que le crucificó y destruyó su
familia fue reubicado en la ciudad, justamente calle abajo de su casa.
Desgraciadamente, sin embargo, estoy seguro que se enterará tarde o temprano.
–Hombre, humano o no, Kangin lo matará si alguna vez se
cruzan sus caminos, no es algo a lo que necesitas hacer frente en esta época
del año.
–No me digas.
–¿Entonces, quién tiene la tarea del Mardi Gras este año?
–preguntó Henry.
Kyuhyun soltó la moneda en su mano mientras pensaba en el
antiguo esclavo greco-romano, que sería temporalmente trasladado a la ciudad
mañana para ayudar a batallar con la explosión de Daimons que ocurría cada año
en esta época. Yesung era un conocido cazador que se alimentaba de sangre
humana. Era inestable en el mejor de los casos, sicótico en el peor de ellos.
Nadie confiaba en él.
Y era simplemente la suerte de Kyuhyun tener a Yesung
aquí. La presencia de otro Dark Hunter podía agotar sus poderes, aún así, él
prefería tener un joven atractivo para mirar que lidiar con la psicosis de Yesung.
–Están importando a Yesung.
Henry maldijo otra vez.
–No pensé que Shindong le permitiría alguna vez dejar
Alaska.
–Síp, lo sé, pero la orden vino de Artemisa, ella lo
quiere aquí. Pareciera que tendremos una reunión de sicóticos esta semana... Oh
espera, es Mardi Gras.
Henry se rió otra vez.
Por fin la camarera trajo supedido. Kyuhyun suspiró
apreciativamente.
–¿El café llegó?
–Oh, sí.
Kyuhyun tomó un sorbo de su café, lo dejó a un lado, y
apenas había tocado el pastel cuando vio algo a través de la calle.
–Ah, hombre.
–¿Qué?
–Mierda, Daimons a la vista.
Fastidiado por la inoportuna aparición, Kyuhyun observó
al grupo de cuatro Daimons acechando la noche. Daimons altos y rubio dorados
que poseían la divina belleza de su raza. Se contoneaban como pavos reales,
borrachos de su propio poder mientras observaban a los turistas que iban a
matar.
Por naturaleza, los Daimons eran cobardes. Sólo defendían
su causa y peleaban contra los Dark Hunter cuando estaban en grupos y sólo como
último recurso. Porque eran mucho más fuertes que los humanos, se alimentaban
abiertamente de ellos, pero deja a un Dark Hunter cerca de ellos y corren para
esconderse.
Hubo una vez un tiempo en que no había sido así. Pero las
nuevas generaciones eran más cuidadosas que sus antepasados. No estaban ni tan
adecuadamente adiestrados, ni eran tan ingeniosos.
Así y todo, eran arrogantes. Kyuhyun estrechó sus ojos.
–Tú sabes, si fuera una persona negativa, estaría
seriamente molesto ahora mismo.
–Suenas molesto para mí.
–No, esto no es estar molesto. Esto es estar suavemente
perturbado. Además, deberías ver a estos tipos –Kyuhyun dejó su acento céltico –Espera –. Huelo turistas. Turistas con
grandes... fuertes almas.
–¿Te detendrás?
–Hablo de “mancha de tinta” –dijo Kyuhyun, usando el
peyorativo término que los Dark Hunter le daban a los Daimons. Se basaba en la
extraña marca negra que todos los Daimons desarrollaban en sus pechos cuando
pasaban de ser un Apolita a cazadores de humanos. –Demonios, todo lo que quería
era tomar un café.
Kyuhyun le echó una nostalgiosa mirada a su bebida
mientras debatía qué debería tener prioridad.
–Café... Daimons... Café... Daimons...
–Pienso que en este caso es mejor que ganen los Daimons.
–Si, pero es café de Colombia.
Henry chasqueó su lengua.
–Kyuhyun queriendo ser tostado por Shindong por fracasar
en proteger a la humanidad.
–Lo sé –dijo con un suspiro altamente indignado–. Déjame
ir a eliminarlos. Te hablo después.
Kyuhyun se paró, deslizó su teléfono en el bolsillo de la
chaqueta de motorista, y clavó anhelosamente los ojos en su café.
«Oh, los Daimons pagarían esto.»
Tomando un rápido trago de café que escaldó su lengua,
rodeó las mesas y caminó hacia los vampiros, que acechaban el edificio
Presbiteriano en construcción.
Con los sentidos de Dark Hunter alerta, Kyuhyun se
encaminó al lado opuesto de la plaza. Él les cortaría la cabeza y se aseguraría
que pagaran por sus formas de robar un alma.
Y por su café no tomado
Era una de esas noches. Del tipo que le hacía preguntarse
a Lee Sungmin por qué se había tomado la molestia de dejar su loft.
¿Cuántas veces puede perderse una persona en una ciudad
en donde ha vivido toda su vida? El número parecía infinito.
Por supuesto, ayudaría si él pudiera concentrase, pero su
atención tenía la duración de una pulga enferma.
No, realmente tenía la atención de un artista, que rara
vez se quedaba enfocado en el aquí y ahora. Como un tiro de honda fuera de
control, sus pensamientos iban a la deriva de un tema a otro y luego hacia
atrás otra vez. Su mente constantemente estaba vagando y repasando rápidamente
nuevas ideas y técnicas, la novedad del mundo a su alrededor y cómo capturarlo
mejor.
Para él había belleza en todas partes y en cada pequeña
cosa. Era su trabajo mostrar esa belleza a los demás.
Y ese edificio que estaban construyendo, dos o tres, tal
vez cuatro calles más allá, lo había distraído y llevado a pensar sobre nuevos
diseños para su alfarería mientras vagaba a través del Barrio Francés hacia su
cafetería favorita.
No es que él bebiese esa cosa nociva. Lo odiaba. Pero la
cafetería, tenía bonitas ilustraciones en las paredes y sus amistades eran
partidarias de beber litros de ese líquido.
Esta noche él y Sungjin iban a acercarse...
Su mente regresó al edificio.
Sacando su bloc de dibujo, hizo algunas notas más y dobló
a la derecha, hacia un callejón pequeño. Caminó dos pasos, y dio contra una
pared.
Sólo que no era una pared, se percató, mientras dos
brazos lo envolvían para evitar que tropezara. Al mirar hacia arriba, se
congeló.
¡Ay, Sishus! Se quedó con la mirada fija en una cara tan
bien formada que dudaba que ni siquiera un escultor griego pudiera hacerle
justicia.
Sin pensar, le agarró la barbilla y volteó su cara
para verla de diferentes ángulos.
No, no era una ilusión óptica. No importaba el ángulo,
sus rasgos eran la perfección encarnada. «Wow», otra vez. Absolutamente
perfecto.
Necesitaba esbozar esto.
No. Óleo. Los oleos serían mejores. ¡Las pinturas al
pastel!
–¿Está bien? –preguntó él.
–Estoy bien –contestó–. Lo siento. No le vi parado allí.
Él le dio una sonrisa con los labios apretados mientras
palmeaba el hombro de su capa roja.
–Sí, lo sabía. ¿Y sabía usted, pequeña Caperucita Roja
que el gran lobo malo está afuera esta noche y está hambriento?
¿Qué era eso?
El pensamiento se desvaneció en cuanto se percató que el
hombre no estaba solo.
Había cuatro hombres más y una mujer. Todos insanamente
bellos. Y los seis la miraban como si él fuera un bocado sabroso.
Uh-Oh.
Su garganta quedó seca.
Sungmin dio un paso hacia atrás mientras todos los
sentidos de su cuerpo le decían que corriera. Se movieron aún más cerca,
acorralándole entre ellos.
–Ahora, ahora, Pequeña Caperucita Roja –dijo el
primero.–¿No querrás irte tan pronto, verdad?
–Um, sí –dijo él, preparado para pelear. Poco sabían
ellos, que un joven que acostumbraba salir con motoqueros, estaba más que
capacitado para dar un rápido golpe cuando lo necesitaba. –Pienso que sería una
muy buena idea.
Él hombre lo trató de alcanzar.
Salido de ninguna parte algo circular pasó como un rayo
por su cara, rozando su brazo extendido. El hombre maldijo mientras se acercaba
el brazo sangrante a su pecho. La cosa rebotó como el chakram de Xena, y
regresó a la entrada del callejón donde una sombra la atrapó.
Sungmin miró boquiabierto el contorno de un hombre.
Vestido todo de negro, estaba parado con sus piernas separadas con la postura
de un guerrero mientras su arma brilló con maldad en la tenue luz.
Si bien él no podía ver nada de su cara, su aura
cambiante era gigantesca, otorgándole una presencia tan sorprendente como
poderosa.
Este nuevo desconocido era peligroso. Mortalmente.
Una sombra letal simplemente aguardando para golpear.
Él se mantuvo silencioso, mirando a sus asaltantes, el
arma sostenida despreocupadamente, pero en cierta forma amenazadora, en su mano
izquierda.
Luego, el caos total se manifestó mientras los hombres
que le rodeaban se apresuraban al recién llegado...
Kyuhyun toco con el dedo la empuñadura de su puñal celta
y plegó las tres aspas en una sola daga. Trató de acercarse al joven, pero los
Daimons le atacaron en masa. Normalmente, él no tendría problema en absoluto en
destruirlos, pero el código de los Dark Hunter le prohibía revelar sus poderes
a un humano no iniciado.
Maldición.
Por un segundo, consideró convocar a la niebla para
ocultarlos, pero eso haría la pelea con los Daimons más dificultosa.
No, no les podía dar ninguna ventaja. En tanto el joven estuviera
allí, debería pelear con sus manos atadas a la espalda, y darle la fuerza
sobrehumana y el poder a los Daimons, no era algo bueno para nada. Sin duda por
eso era que lo estaban atacando.
Por una vez ellos realmente tenían una posibilidad contra
él.
–Corre –le ordenó al joven.
Él comenzó a obedecerle cuando uno de los Daimons lo
agarró. Con una patada a la ingle y un fuerte golpe en la espalda cuando se
dobló, dejó caer al Daimon y corrió.
Kyuhyun arqueó una ceja ante su movimiento. Suave, muy
suave. Él siempre había apreciado a una pareja que podía cuidarse a sí misma.
Usando sus poderes de Dark Hunter, convocó una pared de
niebla detrás de él para escudarlo de los Daimons, quienes ahora se habían
enfocado más en él.
–Finalmente –dijo al grupo–. Por fin solos.
El que parecía ser el líder lo atacó. Kyuhyun usó su
telequinesia para levantar al Daimon, hacerle girar patas arriba, y golpearlo
contra una pared.
Dos más se acercaron.
Kyuhyun atrapó a uno con su puñal celta, y al otro le dio
con la rodilla.
Se deshizo de dos de ellos fácilmente y estaba alcanzando
a otro cuando advirtió que el más alto de ellos corría tras el joven.
La distracción momentánea le costó que otro Daimon lo
atacara y lo golpeara en el plexo solar. La fuerza del golpe lo tiró para
atrás, cayendo.
Kyuhyun rodó por el golpe, y saltó para pararse.
–¡Ahora! –gritó la mujer Daimon.
Antes que Kyuhyun pudiera pararse completamente, otro
Daimon lo agarró por la cintura y lo apartó de un empujón hacia atrás, hacia la
calle.
Directamente frente al camino de un vehículo gigantesco
que iba tan rápido que ni siquiera pudo identificarlo. Algo que asumió era la
parrilla de éste que golpeó su pierna derecha, haciéndola pedazos
instantáneamente.
Tirándolo hacia adelante, sobre el pavimento.
Kyuhyun rodó aproximadamente cuarenta y cinco metros,
hasta quedar sobre su estómago bajo una luz de la calle mientras el vehículo
oscuro seguía alocadamente calle abajo, fuera de la vista. Estaba tirado con la
mejilla izquierda sobre el asfalto y sus manos extendidas a los costados.
El cuerpo entero le dolía y palpitaba y apenas podía
moverse de dolor. Peor, su cabeza le latía mientras luchaba por mantenerse
consciente.
Hacerlo era difícil.
Un Dark Hunter inconsciente era un Cazador muerto. La
quinta regla del manual de Shindong vino a su mente. Debía mantenerse
despierto.
Con sus poderes decreciendo por el dolor de sus lesiones,
el escudo de niebla empezó a disiparse.
Kyuhyun maldijo. En todo momento, cuando empezaba a
sentir cualquier tipo de emoción negativa, sus poderes disminuían. Esa era otra
de las razones por lo cual las mantenía férreamente guardadas.
Las emociones eran mortales para él, en más de una forma.
Lentamente, cuidadosamente, Kyuhyun se paró en sus pies
en el mismo momento que veía a los Daimons escapando por otro callejón. No
había nada que pudiera hacer acerca de eso. Él nunca los atraparía en su
condición actual, y aún si lo hiciera, lo peor que les podía hacer sería
sangrar sobre ellos.
Por supuesto, la sangre de los Dark Hunter era venenosa
para los Daimons...
Mierda. Él nunca antes había fallado.
Apretando los dientes, Kyuhyun luchó contra el mareo que
lo consumía.
Oh por deo, oh por deoh!!! Lo esperaba adjkshdjka su primer encuentro, pero no tuvieron como reconocerse, me pregunto si los daimons fueron tras sungmin ;-; Se vienen Yesung y Siwon, que de seguro se encotnrara con la chula :3 entonces nuevos personajes waaaa no puedo esperar hasta el viernes xD me muero esta genial muchas gracias :3
ResponderEliminarSi ya apareció yeye espero saber pronto quien va a ser el gemelo malo gracias por adaptadar está hermosa saga y una pregunta también vas a colocar la de los were.
ResponderEliminarNos vemos cuídate mucho
.___. otra vez me hice bolas!!!
ResponderEliminar¿es el nieto de Siwon o el propio Siwon que peleo con kaning?
ya me confundi!!!
ahh si, cafe Colombiano!!! <3
la bola rosa desmemoriada!! jajajajajajajajajajjajajaja
ojala y ayude a Kyu, ¿Kyu si se vengo de su pueblo?
por que espero que si!!!
ahhhh!!! Noooooooooooo ojala y Min lo ayude!!! TT_____TT
Ah todo lo que ha pasado KyuHyun, su vida fue muy dura y pensar que todo empezó cuando era solo un niño. Nadie merece sufrir tanto, y pensar que fue perdiendo a toda la gente que amaba, una a una y todas de manera cruel, hasta acabar incluso con él.
ResponderEliminarParece que la advertencia de ShinDong pronto se hará realidad.
SungMin tan despistado xD Mira que pensaba ponerse a pintar al daimon, al menos sabe pelear porque se defendió de uno de ellos. Ahora que KyuHyun está herido y susceptible porque es obvio que se va a desmayar, espero que Min lo ayude.
Lo del nieto de Siwon que también es Dark Hunter, me aclara muchas cosas, yo me mataba preguntándome, como un hombre tan malo como Siwon podría ser un Dark Hunter y resulta que no fue él sino su nieto. Ahora eso de que es igual a su abuelo va a traer líos con Kangin. Además ahora sé que pronto tendremos SiChul xD
Gracias por esta nueva adaptación, esperaba con ansias el KyuMin. Nos leemos en el siguiente capítulo.
Bye ^^
Esperaba la historia del celta, comprendo que está historia será interesante así como infinita!
ResponderEliminarKyuMin......siiiiiiiiiiiiiii
ResponderEliminarOh dios,es que cada dark hunter tuvo que haber pasado por algo tan feo? Es casi un requisito o que?......artemisa es la culpable. Practicmente se quedo sin nada,solo la promesa de no sentir más dolor. Supongo que eso era suficiente para él.
Sungmib despistado,lo bueno que Kyuhyun llego a tiempo,sino,el conejo seria nada ahora.
Bien,a kyu le gusto lo que vio *0*,como Min hizo a defenderse. Ojala salga bien de esta.