Los frenos del
coche de Siwon chirriaron cuando se detuvo en el camino de entrada de la casa
de Heechul. Al otro lado de la calle, estaba aparcado el coche del vigilante de
seguridad. Sobre el volante había un cuerpo y los cristales estaban manchados
con alguna sustancia viscosa. Se le aceleró el pulso mientras apagaba el motor.
Donghae llegó
justo después que él.
—¡Quédate aquí!
—gritó mientras él abría la puerta de su coche.
Pese al aullido
del viento, se oyó un disparo.
Siwon corrió
por el jardín delantero y abrió la puerta principal golpeándola con un hombro.
—¡Heechul!
Donghae le
pisaba los talones mientras corría por el oscuro pasillo. Sus ojos se clavaron
en Heechul, que se encontraba en el suelo de la cocina. Tenía el albornoz
cubierto de sangre.
El corazón se
le subió a la garganta. Se arrodilló y comenzó a tocarlo por todas partes, en un
frenético intento por encontrar alguna herida.
—¿Dónde te ha
dado?
—No es mía
—logró responder—. La sangre no es mía.
—¿Estás seguro?
Hay mucha.
—No. Estoy
bien. ¡Siwon, por Dios, Hyukjae!
Siwon apartó la
vista de él lo justo para ver que Hyukjae yacía en el suelo, inmóvil. Le
sangraba la cabeza. Donghae estaba a su lado, tratando de despertarlo.
—Mierda. —Siwon
se puso en pie y rodeó la isla de la cocina en dirección a los cajones. Se le
revolvió el estómago al pasar sobre el cuerpo de Tiffany, de cuya herida aún
brotaba sangre. Sus ojos, ya sin vida, miraban el techo.
Buscó paños de
cocina en los cajones y tras coger unos cuantos, corrió para dárselos a Donghae
y a Heechul.
—Presionenlos
para detener la hemorragia.
—¿Hyukjae, me
oyes? —Heechul se inclinó sobre su hermano mientras Siwon llamaba a emergencias
y hablaba con un operador.
—¿Hyukjae?
—dijo Donghae, abrumada por el pánico—. Quédate con nosotros. Si abres los
ojos, te juro que me compro el conjuntito de cuero rojo que tanto te gusta.
Siwon intentaba
hablar de forma coherente con el operador. En el exterior, se escuchaba el
aullido de las sirenas, pero él solo tenía ojos para las toallas que Heechul
tenía en las manos, empapadas con la sangre de Hyukjae.
Hacía escasos minutos
rezaba para que Heechul no estuviera malherido. En ese momento, rezaba para que
no lo estuviera Hyukjae.
Heechul abrió
la puerta de la habitación del hospital y sonrió al escuchar la conversación
que pilló a medias.
—¿Quieres
dejarme ya tranquilo? —Hyukjae apartó la mano de Donghae cuando él intentó
arroparlo con las mantas—. No tengo cuatro años.
—Te juro que
eres el peor paciente de la historia. No sé cómo te soportan las enfermeras.
—Lo miró con irritación.
Heechul entró.
El sol de la tarde se filtraba por la ventana.
—¿Gruñón?
—Es peor que un
grano en el culo —masculló Donghae.
—Tú también
eres un cielo, cariño —replicó Hyukjae entre dientes.
Con una
carcajada, Heechul se acercó a la cama y le dio un apretón en los dedos de los
pies a su hermano.
—Un buen golpe
en la cabeza le hace eso a la gente. Créeme, lo sé.
Tras dos días, Hyukjae
estaba recuperando las fuerzas poco a poco. Aún tenía la cabeza vendada y había
perdido unos cuantos mechones, ya que habían tenido que afeitarle parte del
pelo para darle los quince puntos de sutura, pero iba recuperando su habitual
humor sarcástico.
—Necesito
cafeína. —Donghae bajó los brazos y echó a andar hacia la puerta.
—¿Por qué no
compras el modelito de cuero rojo de camino? —sugirió Hyukjae. Cuando él lo
miró con cara asombrada, añadió—: Sí, te oí, pececito. Y ni te creas que voy a
olvidarme de esa promesa.
Donghae resopló
y salió. Una vez que se quedaron solos, Heechul le sonrió a su hermano.
—Enhorabuena, por
cierto.
—¿Por qué? —Hyukjae
le cogió la mano y se movió un poco para que él se pudiera sentar en el borde
de la cama.
—Por encontrar
a tu pingüino. Sulli me ha hablado del libro que leyó.
Hyukjae puso
los ojos en blanco.
—No voy a
casarme con él. Solo estamos saliendo. Ahora mismo es lo único que he
conseguido sonsacarle.
—Lo sé. —Heechul
le apartó un mechón de la cara—. Pero deberías ser más amable con él. Estaba
muy preocupado. Parecía que estabas muerto en mi cocina. Creo que creyó que
estaba reviviendo lo de su marido.
—Cierto —Cerró
los ojos—. No había caído en eso.
—Ya me lo
imaginaba. Después de todo, eres un mono.
—¿Cómo estás?
Heechul tomó
una honda bocanada de aire. Salvo por el acoso de la prensa desde que saltó la
noticia y la agonía que le invadía cada vez que pensaba en Siwon, iba tirando.
A duras penas.
—Estoy bien.
—Consiguió esbozar una sonrisa, aunque sabía que no le llegó a los ojos—. Será
un alivio cuando las cosas se calmen. Hyukjae, yo...
—Como se te
ocurra darme las gracias, te echo a patadas de aquí.
Heechul esbozó
una sonrisa real.
—Ni se me
pasaría por la cabeza.
—Bien. —Su
hermano frunció el ceño—. Porque mi reputación está por los suelos. Me ha dado
una paliza una chica.
—Una psicópata.
Hay una diferencia. Y no fuiste el único.
Hyukjae suavizó
la mirada.
—¿Cómo está el
otro?
Se refería al
vigilante de seguridad que Siwon había contratado para que protegiese su casa a
espaldas de Heechul. Tiffany le había disparado en el pecho antes de ir a por Hyukjae.
—Vivirá. La
ambulancia llegó a tiempo.
—Gracias a Dios
—murmuró Hyukjae. Le dio un apretón en la mano —. ¿Has hablado con Siwon?
Las lágrimas le
quemaron los ojos y tragó saliva para evitar que el dique se rompiera de nuevo.
—No.
—Heechul...
—Hyukjae, no
empieces. Ahora tienes que concentrarte en otras cosas.
La puerta se
abrió y tanto Hyukjae como él miraron hacia ella cuando Siwon asomó la cabeza.
Lucía una sonrisa en la cara, y al verlo así Heechul sintió un montón de
mariposas en el estómago.
—Hola. ¿Se ha
ido el enfermero quisquilloso?
—Acaba de irse
—contestó Hyukjae.
—Estupendo. —Hyukjae
se sacó la mano de la espalda al entrar en la habitación y les mostró una
bolsa—. Porque me sacaría a patadas si ve esto. —Sacó una botellita de cerveza
y se lo dio a Hyukjae.
—Oh, hombre. —Hyukjae
cogió la botella—. Si no fuera por mi hermano, me casaría contigo.
—Siento tener
que decírtelo, cariño, pero no eres mi tipo.
A Heechul le
dio un vuelco el corazón cuando Siwon lo miró. Tenía el pelo algo revuelto y
llevaba unos vaqueros desgastados de cintura baja y camiseta blanca.
Quería sentir
esos fuertes brazos a su alrededor, tal como los sintió antes de que todo eso
pasara. Por primera vez, deseó no poder recordar lo desdichada que era su vida.
Donghae abrió
la puerta. Se quedó paralizado, con una taza humeante en la mano.
—¿Qué es eso?
Siwon musitó
«Mierda» en dirección a Hyukjae antes de volverse.
—Jarabe
—contestó Hyukjae antes de dar un largo trago.
Donghae se
acercó a la cama y dejó el café en la bandeja que había al lado.
—No puedes
beber eso cuando estás tomando calmantes.
Hizo ademán de
coger el botellín, pero Hyukjae se lo apartó. Donghae se inclinó sobre él para
quitárselo. Tras dárselo a Siwon, Hyukjae lo rodeó con los brazos y lo obligó a
ponerse sobre él.
—¿Qué haces?
Suéltame. Vas a hacerte daño.
Hyukjae se
limitó a abrazarlo con más fuerza.
—Ay, cariño,
eres la única persona que se preocupa por mí.
Donghae intentó
zafarse de él.
—Lo digo en
serio.
—Yo también.
—Continuó en voz baja—. Te quiero, Donghae.
Los ojos de Donghae
adquirieron un brillo soñador.
—Ay, Hyukjae.
Heechul se
apartó de la cama, sonriendo de verdad por primera vez desde hacía unos cuantos
días. Al menos, había salido algo bueno de toda esa pesadilla.
—Creo que ese
es mi pie para hacer mutis. Volveré después, Hyukjae.
—Me mandan a
casa —musitó él contra los labios de Donghae.
—A mi casa
—precisó Donghae entre beso y beso.
—Ay, cariño
—dijo él con voz bobalicona—, es la mejor proposición que me han hecho nunca.
Siwon dejó el
botellín en la bandeja y se pasó una mano por el pelo.
—Supongo que yo
también me voy.
—No más
cerveza, Siwon — ordenó Donghae contra la boca de Hyukjae.
—Bien. De
acuerdo. Yo... lo recordaré para la próxima. Nos vemos.
Heechul salió
al pasillo. Se le pusieron los nervios a flor de piel cuando Siwon lo siguió.
Era la primera vez que estaban solos desde aquella tarde en el porche trasero
de Donghae.
La puerta se
cerró al salir Siwon.
—¿Tienes que
irte?
Sintió que se
le encogía el corazón al mirar esos ojos. Sería muy fácil arrojarse a sus
brazos, olvidar todo lo que había pasado. Pero sabía que eso no le ayudaría en
nada.
—Sí, tengo
cosas que hacer hoy.
—Los niños
están con mis padres. ¿Qué tienes que hacer que es tan importante?
Escuchó el
anhelo en la voz de Siwon. Y eso aumentó el deseo que sentía por él.
—Hacer el
equipaje. Siwon, me voy.
—¿Qué? ¿Adónde?
—A Washington.
Solo durante un par de semanas —añadió al ver el pánico reflejado en su
mirada—. El monte Santa Helena está cobrando vida. La revista quiere hacer un
artículo. He convencido a Yunho para que me lo asigne. Necesito... necesito un
poco de tiempo ahora mismo.
Siwon guardó
silencio tanto tiempo que no estaba seguro de que le hubiera oído. Después,
dijo:
—¿Cuándo te
vas?
—Mañana por la
noche. He hablado con mis padres para que se queden hasta que vuelva. Les
encantaría pasar más tiempo con Siwan. No sabía si tú...
—Es hijo mío.
Quiero que esté conmigo.
Claro que sí.
Menuda tontería había dicho. Con independencia de lo que sucediera entre ellos,
Siwon quería muchísimo a Siwan.
—Lo sé. Pero tú
trabajas. Y no quería molestarte.
—Heechul. —Su
voz se suavizó—. Tú nunca molestas.
Ay, Dios. Si
seguía mirándolo con tanta emoción en los ojos, jamás se iría. Tragó saliva con
fuerza.
—¿Te parece
bien que ellos lo cuiden mientras tú trabajas?
—Claro. No
tienes ni que preguntarlo.
Heechul sintió
una opresión en el pecho. La situación era insostenible. Compartir a los niños
iba a destrozarlo. Tener que verlo los fines de semana, cuando se los
cambiaran, sabiendo que si no fuera tan terco podría tener justo lo que
deseaba...
Sin embargo, le
seguía doliendo. Sus mentiras le seguían haciendo daño. Le dolía que no hubiera
confiado lo bastante en él como para sincerarse. También estaba harto de todas
las mentiras y de todos los secretos que habían regido su vida durante tanto
tiempo. En el fondo, temía pasarse la vida cuestionándose si Siwon le estaba
diciendo la verdad.
—Bien. —El
silencio se alargó entre ellos. Cuando ya no pudo soportarlo más, dijo—: Yo...
tengo que terminar de hacer la maleta. Se lo diré a Sulli cuando la vea esta
tarde. —Hizo ademán de dirigirse al ascensor.
Siwon lo detuvo
cogiéndolo del brazo. El calor se extendió por su piel, provocando un incendio
en su interior.
—Espera,
tenemos que hablar de nosotros.
Unas emociones
con las que no quería lidiar lo abrumaron. Intentó calmar su temblorosa voz.
—Lo sé, Siwon.
Pero ahora mismo no puedo. Necesito tiempo para ponerlo todo en perspectiva.
Las cosas entre nosotros han sucedido demasiado deprisa. No estoy seguro de lo
que necesito.
—¿Cuánto crees
que tardarás en pensártelo bien?
—No lo sé.
No... no pretendo que me esperes.
—Ah, princesa.
Te esperaría toda la eternidad.
Heechul cerró
los ojos con fuerza para contener las lágrimas. Sabía perfectamente lo que
decir para que el corazón se le subiera a la garganta.
—Tengo que
irme, Siwon.
Se zafó de su
mano y entró en el ascensor. Siwon seguía mirándolo cuando se dio la vuelta, tenía
las manos en los bolsillos y en su cara se veía toda la desolación que lo
abrumaba.
Mientras las
puertas se cerraban, tuvo la certeza de que esa cara lo atormentaría toda la
vida.
Esto fue tan corto.....esto solo indica que el final esta a la vuelta de la esquina.
ResponderEliminarAy pero por fin llegaron,tardaron mucho.
La tipa muerta,hyuk sangrando inconsciente,hae espantado.....esto ya debe de tener final.
aaawww hae dandole incentivos a hyuk para que despierte.....y al parecer sera complacido.
Que alguien le de un zape a Hee,que no haga tanto teatro y se
onga en los zapatos de siwon,despues de tanto sufrir,no queria hacerlo más....no lo entiende?
deberia darle un poco de credito,siwon solo queria respuesta y no exponer a hee.....y ahora se va....puff
¿Para cuándo el próximo capitulo?
ResponderEliminarMe dan ganas de buscar el original.. Quiero saber como va terminar u.u