Sungmin ocupó los siguientes cinco minutos tratando de
encontrar su bloc de bosquejos, que lo encontró en algún lugar de su heladera.
Otra vez. Se sentó ante la barra de desayunar y comenzó a dibujar su nuevo
descubrimiento.
Kyuhyun.
Se tomó su tiempo para dibujar los buenos y esculturales
planos de su cara, el tatuaje intrincado de su cuerpo. Y antes de darse cuenta,
se perdió en esas líneas. Perdido en su mente mientras dejaba fluir su
creatividad, antes de que se percatase cuánto tiempo había pasado, él cerró
la ducha y salió detrás de las cortinas con una toalla húmeda alrededor de sus
caderas delgadas.
«Oh, mamá».
Sungmin otra vez sintió el deseo de morderse los nudillos
en apreciación. Tenía una presencia tan poderosa que lo dejaba sin aliento con
solo mirarle. Era como si el mismo aire alrededor de él estuviera repleto de
energía y fuerza, y él deseaba poder capturar eso con su arte.
Pero nadie alguna vez podría duplicar o crear un aura tan
intensa. Era algo que sólo podía ser experimentada en carne y hueso.
Con cada paso que Kyuhyun se acercaba a él, su corazón
latía más fuerte. El hombre era de primera calidad.
Su intensidad, su crudo magnetismo animal... prendía
fuego a su sangre.
Había sido guapo anoche en su cama, pero levantado y
consciente, era completamente devastador.
–Sabes, Kyuhyun –dijo, trazando las líneas de sus
músculos con la mirada–. Las toallas se ven realmente bien en ti. Sales afuera
con eso e iniciarás una moda enteramente nueva.
Una sonrisa divertida sobrevoló los bordes de sus labios.
–¿Siempre dices lo primero que pasa por tu mente?
–Generalmente. Tengo pensamientos que conservo para mí.
Solía no tener cuidado y decir cualquier cosa y una vez mi compañero de cuarto
en el colegio llamó a la unidad psiquiátrica. Sabes, ellos realmente tienen
camisas blancas.
Kyuhyun arqueó una ceja ante la sinceridad que sintió.
Esa era una historia real. El joven era excéntrico, sin duda, pero lejos de ser
un chiflada. Bueno, puede que no tan lejos.
Sungmin alcanzó su “desayuno” sin tocar y levantó el así
llamado muffin que tenía pequeñas partículas brillantes que aun no podía
empezar a identificar.
–Aún no has comido tu muffin.
Sí, claro. Él todavía no se había comido sus botas
tampoco, y raramente lo haría como así tampoco esa cosa en su mano.
–No tengo hambre –al menos no de comida.
Él tiró el muffin sobre el mostrador y juró que éste se
hundió. Arqueando su ceja, se estiró y tocó su colgante. Sus dedos se rozaron
contra la piel de su cuello, produciendo escalofríos y otras cosas en su
cuerpo.
–Esto es tan bello. Siempre he querido un colgante así,
pero nunca pude encontrar uno que me gustara. –Pasó su pulgar sobre la cabeza
derecha del dragón–.¿Eres de Escocia?
–No exactamente –dijo, mirando la forma en que él
estudiaba la pieza, la cual había sido un regalo de su tía en el día de su
boda. Ambos, él y Shengmin habían recibido un juego de collares. Él no sabia
por qué aun lo llevaba, aparte del hecho que quitárselo le causaría más dolor
del que estuviese dispuesto a enfrentar. De alguna forma extraña, sacarse el
collar sería como perder a Shengmin una vez más.
En contra de su voluntad, su mente regresó al momento
cuando Shengmin había colocado el collar en su cuello. Su sonrisa lo había
cegado y su cara se había llenado de amor cuando lo besó en los labios.
Dioses, cómo lo extrañaba. Aun después de todos estos
siglos.
Hubo un tiempo en el que juraba que aun podía oler el
calor de su pelo. Sentir su contacto. Era como la picazón fantasmal de una
extremidad faltante que, aun años más tarde, uno podía jurar que la podía
sentir.
Había algo acerca de Sungmin que le recordaba a su esposo.
Y no era justamente el hecho que ambos jóvenes poseyeran la habilidad para
volverlo loco.
Sungmin era extrañamente fascinante. Como él, veía cosas
en otro nivel, cosas que estaban escondidas en este plano de existencia. Su
mente saltaba de una cosa a otra como ráfagas de relámpago, lo cual era tan
intrigante como confuso. Shengmin era la única otra persona que alguna vez
hubiera conocido con ese rasgo. Como un hombre mortal, a menudo había estado
confundido por la lógica única de Shengmin.
–Sabes –dijo Sungmin, –dices “no exactamente” muchas
veces. Tú no eres exactamente vampiro. Tú no eres exactamente de Escocia, y tú
eres alérgico a la luz del día. ¿Qué más?
–Odio los muffins de salvado y hierba.
Sungmin se rió de eso, un sonido enriquecedor, gutural
que lo hechizó. Lo observó fascinado mientras usaba un harapo manchado para
limpiar el carbón vegetal de sus dedos largos y elegantes.
–¿Cuánto tiempo tenemos hasta que tus amigos lleguen?
–Un par de horas, sin duda. Vivo muy en las afueras.
Sungmin bajó la mirada a la toalla alrededor de sus
caderas. Si lo mantenía aquí con eso, no podía decir lo que podría llegar a
ocurrir. De hecho sí podía, lo cual quería decir que realmente necesitaba
colocar algunas ropas sobre él... rápido.
Él respiró profundamente, el gesto acentuó los músculos
de su duro y definido abdomen. Oh, sí, tenía que cubrir completamente esa
tentación.
–Te diré algo Señor Kyuhyun Sin Apellido. ¿Por qué no
salgo y te traigo algo para que te pongas antes que lleguen tus amigos?
Porque no quiero que salgas. Kyuhyun parpadeó ante el
pensamiento bizarro, inusual. ¿De dónde había venido?
Había algo apremiante acerca de este joven. Algo fuerte y
al mismo tiempo vulnerable. Sentía en él la necesidad de hacer enmiendas por lo
que le había hecho. Por qué, no lo podía imaginar, especialmente cuando le
había salvado la vida.
Si le hubiera dejado en la calle, ya estaría muerto. Una
mancha frita en la acera.
–No tienes que hacerlo, lo sabes.
–Pero insisto. Es lo mínimo que puedo hacer ya que
destrocé tus pantalones.
Mientras le miraba su natural, afectuosa y persuasiva
cara, la cual estaba enmarcada por un cabello lacio y negro azabache, comenzó a
fascinarse por la curva de sus labios. La forma en que mantenían el indicio de
una sonrisa aun cuando estaban relajados. Sungmin era más que un nombre, era
también su actitud. Feliz, cálida.
Era totalmente irresistible y él quería saborear su sabor
tan fieramente que no estaba seguro de por qué aun no lo había probado.
Necesitaba saborearlo. Sentirlo. Sungmin lo miró mientras Kyuhyun estudiaba sus
labios. Había tanto fuego en su mirada oscura como para prender fuego a un
glaciar. Aun no lo había tocado y podía jurar que podía sentirlo rodeándole con
calor y necesidad.
El aire alrededor de Sungmin parecía sexualmente cargado.
Prácticamente siseaba de erotismo y deseo. Nunca había sentido algo así en su
vida.
Kyuhyun exudaba una atracción sexual inhumana. Le atraía
de una manera que nunca había sentido por otro hombre. Sus ojos se
entrecerraron, bajó la cabeza y tomó posesión de sus labios con un beso
magistral que hizo que su cabeza literalmente le diera vueltas. Su cuerpo se
derritió.
Gimió ante el sabor de sus labios contra los suyos
mientras, su lengua se hundía apasionadamente en su boca. Lo levantó del banco
de la barra, entre sus fuertes brazos y deslizó sus manos sobre su espalda,
agarrando la tela de su camisa.
El perfume crudo, le invadió mientras sentía sus músculos
alrededor. Su potencia viril era más fuerte de lo que podía soportar. Éste era
un hombre irreprimido que conocía su camino alrededor del cuerpo de un amante.
Lo podía sentir en su beso magistral, en la forma que él sabía justamente donde
y cómo acariciarle.
Su cuerpo ardía de deseo, se agarró a sus hombros
desnudos mientras lo sentía endurecerse aún más contra su estómago.
Nunca había experimentado algo así. Era como si estuviese
muerto de hambre por él. Sólo por él.
Cuando él finalmente se echó hacia atrás, se percató que
había descansado todo su peso en él y le había sostenido sin ni siquiera apretar
sus músculos. Dios, el hombre era fuerte.
Él deslizó su pulgar sobre los labios hinchados, sus ojos
eran tan cálidos y tiernos que le dejaban jadeando aún más que su beso.
–Tengo treinta y tres de cintura y treinta y ocho de
largo.
–Um-hmm –suspiró Sungmin, sin oírle. Se bamboleó hacia él
para otro beso.
Kyuhyun sintió un apasionamiento extraño dentro de él
ante la aturdida y adorable apariencia de su cara.
–Bésame otra vez –murmuró un instante antes de reclamarle
sus labios.
Kyuhyun ahuecó su cabeza en sus manos mientras exploraba
su boca, siendo cuidadoso para no dejar que accidentalmente su lengua rozara
sus colmillos y supiera la verdad acerca de él.
Pero era difícil echarse hacia atrás cuando su sabor lo
llevaba tan cerca de la locura. Su perfume a patchoulí y trementina lo
embriagaron y deseó deslizar sus manos sobre sus muslos exuberantes, hacia...
Su lengua se acercó peligrosamente a sus colmillos.
Echándose hacia atrás, lo soltó.
Eso había estado un poco demasiado cerca para ser cómodo,
pero ni remotamente tan cerca a como él quería estar. Él deslizó la mirada por
su cuerpo. Era un cuerpo lleno, no era ni menudo ni pequeño. Y tenía nalgas
redondeadas y exuberantes algo de lo que él siempre había sido partidario.
Apretando los dientes, se opuso a la necesidad cruel de
tomarlo en sus brazos.
–Ok –dijo Sungmin en una voz extraña, y alta.
–Eso fue lindo.
Sungmin juntó sus manos y dio un paso hacia atrás No fue
hasta que su mirada cayó en la toalla que la luz regresó a sus ojos café
oscuros.
–Ropa. Necesitas ropa antes de que haga algo de lo cual
no me arrepentiría. Otra vez, ¿cual es tu talla, Shan?
–Kyuhyun.
–Kyuhyun. Talla. Ropa. Cubrirlo completamente.
Kyuhyun sonrió mientras lo observaba tratar de enfocar su
mente mientras sus ojos lo recorrían con deseo.
A él le gustaba este joven. Al margen de sus
peculiaridades, había algo muy refrescante y puro acerca de él.
–Voy a ir a buscar ropas para Kyuhyun –él salió, luego
regresó unos pocos segundos más tarde–. Llaves –dijo, encaminándose a una lata
rosada en el mueble de la cocina–. Necesito llaves para el auto. –Salió, sólo
para regresar otra vez–. Mi cartera. Dinero para la ropa.
Kyuhyun arrastró su mano a través de su pelo mojado
mientras él salía una vez más y se preguntaba si había olvidado algo más. Se
había olvidado...
–Los zapatos –dijo la próxima vez–. Debo tener zapatos
para ir de compras y mantener mis pies calientes–. Deslizó sus pies en un par
de zapatillas que estaban en la puerta.
–¿Qué hay sobre un abrigo? –preguntó Kyuhyun mientras
veía que se dirigía otra vez hacia la puerta–. Es invierno.
–Los abrigos son buenos en el invierno –dijo él, yendo a
una percha tras la puerta que él asumió era su armario. Se puso encima un
abrigo, color café, viejo, que parecía no ser su estilo. –Regresaré pronto.
–Espera.
Sungmin hizo una pausa para mirarle.
Kyuhyun apretó sus labios mientras cruzaba el cuarto y
desabotonaba el abrigo mal abotonado. Enderezándolo, se lo abotonó
correctamente.
–Gracias –dijo sonriendo, una sonrisa que le hizo cosas
extrañas a su ingle y a su estómago.
Todo lo que Kyuhyun pudo hacer fue asentir con la cabeza,
especialmente cuando lo que realmente quería hacer era levantarlo en sus brazos
y llevarlo a la cama y hacerle el amor por el resto de la tarde.
–Regresaré –dijo, saliendo.
Después de que se fuera, finalmente se permitió sonreír
ampliamente. Ese joven era definitivamente otra cosa.
Algo que le recordaba a un día calido de primavera
después de un invierno rudo. Había pasado mucho tiempo desde que alguien lo
tocara de la forma en que él lo hizo. Un largo tiempo desde que alguien se
quedara en sus pensamientos.
–Te gusta.
Él volteó la cabeza para mirar sobre su hombro el
espíritu que se movía trémulamente allí.
–Es interesante –dijo a Ara.
Ara avanzó para detenerse a su lado. Sus mejillas pálidas
sostenían un sonrojo etéreo mientras brillaba tenuemente entre este plano de
existencia y el siguiente.
Ella debería haber cruzado completamente a su descanso
eterno o de renacimiento antes, pero se había rehusado a dejarlo solo.
Y aunque era terriblemente egoísta, Kyuhyun había estado
agradecido por su compañía. Especialmente en aquellos días en los que había
sido incapaz de permanecer en contacto con sus hermanos Dark Hunter vía
tecnología moderna.
En aquel entonces, su aislamiento había sido infernal.
Había pasado sus días solo, nunca atreviéndose a dejar que un humano se
acercara por miedo a su maldición. Nunca atreviéndose a tener a alguien al
alcance por cualquier cosa.
El único alivio que había tenido eran las visitas
infrecuentes de su hermana.
Pero cada vez que miraba a Ara, recordaba dolorosamente
qué tan mal le había fallado. Debería haber podido ayudarla el día que ella
murió. Si no hubiese sido un tonto, entonces ella podría haber vivido la vida
que merecía. Una vida plena, con un marido y niños.
En lugar de eso, ella había sido sacrificada porque había
sido un asno estúpido y arrogante.
La primera vez que ella había venido a él después de sus
muertes le había destrozado anímicamente. No había habido acusaciones de su parte,
ningún odio, si bien lo merecía. Ella solo le había mostrado compasión y amor.
–Prometo nunca dejarte solo, hermano. Y no lo haré.
Siempre estaré aquí para ti.
Durante los siglos, su presencia había sido lo único que
lo mantenía en la tierra y le permitía seguir adelante. Su amistad y su amor
siempre habían significado todo en el mundo para él.
Ara pasó una mano fraternal sobre la magulladura en su
muslo derecho. Él no podía sentirlo como un toque real, pero el gesto le
causaba a su piel un hormigueo.
–¿Ya no te molesta?
–No. Estoy bien.
–Kyuhyun –dijo ella, diciendo su nombre en celta nativo–.
Sabes que debes ser honesto conmigo.
Él levantó la mano para peinar un mechón de su cabello
que caía en la mejilla, sólo para recordar que no la podía tocar. Cerró sus
ojos mientras recordaba el pasado.
Su clan la había matado violentamente justamente unos
días antes de su decimosexto cumpleaños.
–Ella será nuestro sacrificio a los dioses y ellos nos
perdonarán por las transgresiones de nuestro líder...
Kyuhyun apretó sus dientes en contra de la pena y la
culpabilidad que crecía dentro de él. Su muerte había sido culpa suya. Él la
había matado como si hubiera sido el que sostuviera el cuchillo.
Pero apartó con fuerza esos pensamientos y encontró el
entumecimiento que necesitaba para funcionar.
Ya no soy humano y no hay un pasado. La letanía de Shindong
corrió por su mente, permitiéndole suprimir todo.
Solo estaba el ahora y el futuro. Su vida humana quedó
lejos atrás de él, era un Dark Hunter cuya entera existencia era buscar y
destruir el mal que cazaba a los humanos que no tenían conocimiento de lo que
había en la oscuridad esperando por ellos.
–Mi pierna –a diferencia de su corazón– sólo duele un
poco.
Ella negó con la cabeza.
–Éste no es un lugar seguro para ti. Hay demasiada luz.
No me gusta que estés aquí.
–Lo sé. Me iré tan pronto como pueda.
–Muy bien, entonces me retiraré hasta que me necesites.
Ella desapareció y lo dejó solo. Otra vez.
Kyuhyun miró hacia la barra en donde Sungmin había estado
sentado. Frunció el ceño ante el boceto en el que había estado trabajando.
Recogiéndolo, se quedó impresionado por lo bien que había
capturado su parecido.
El joven era un artista brillante. Podía agregar
emociones y significado aún en las líneas más simples. Nunca había visto algo
como eso.
Desafortunadamente, no lo podía dejar aquí.
Arrancó la página y usó sus poderes para quemarla. Los Dark
Hunter tenían prohibido permitir que capturaran sus imágenes en cualquier medio
o cualquier forma. Nadie debía poder probar su inmortalidad. Tal prueba sólo
conduciría a preguntas y complicaciones que ninguno de ellos quería.
Solo esperaba que no lo reprodujese después que se fuera.
Kyuhyun miró alrededor del loft y notó que toda el área
estaba llena con arte enmarcado y sin enmarcar. Pero era su alfarería lo que
más le fascinó..
Un golpe sonó en la puerta.
Kyuhyun colocó el tazón que estaba viendo con los otros
en el estante junto a la puerta. Dio un paso hacia la puerta y la abrió para
ver a Kangin y Hyukjae parados al otro lado.
Ambos boquearon al verlo virtualmente desnudo en el loft.
Kyuhyun cerró de golpe la puerta.
Kangin se rió a carcajadas. Kyuhyun se encogió de miedo.
–Vamos, Kyunnie –bromeó Kangin del otro lado–.¿No quieres
tus ropas, tus llaves? Oh espera, ¿qué hay acerca de la dignidad?
Kyuhyun abrió la puerta, agarró a Kangin por la camisa y
lo metió adentro.
–Eres un estúpido.
Kangin se rió aun más fuerte mientras Lee Hyukjae
entraba. Por su expresión, Kyuhyun podía decir que Hyukjae quería reírse
también, pero ponía empeño para no hacerlo. Kyuhyun apreció eso. Kangin, por
otro lado, no era tan amable.
–Bonitas rodillas, amigo, pero tendrías que usar un podadora
en el pelo de las piernas.
–Cállate. –Kyuhyun agarró el bolso con ropa de la mano de
Kangin y sacó sus pantalones de cuero–Hyukjae, quiero agradecerte por ser un
adulto y no reírte de mi.
Con las manos en los bolsillos de los pantalones, Hyukjae
asintió.
–Habiendo estado en tus zapatos, no puedo hacerlo. Por
supuesto en mi defensa aclaro que mi toalla al menos era verde oscura y no
rosa.
Lo dos se rieron a carcajadas mientras Kyuhyun gemía. Kangin
dio un golpecito al borde de la toalla.
–¿Qué es esto? ¿Encaje?
–No –dijo Hyukjae–, creo que eso se llama crochet.
Kyuhyun desnudó sus colmillos a los dos.
–Mejor tengan cuidado, humanos, o podría decidir
alimentarme de ustedes.
–Uh, mitad humanos –le recordó Hyukjae–. Aliméntate
conmigo y te daré dolor de estómago desde el infierno.
Gruñéndoles, Kyuhyun rápidamente intercambió la toalla
por sus pantalones.
–Entonces –dijo Kangin–.¿Necesito prevenir a Minho de que
te despojarás de tu ropa diariamente o qué?
–No, es cosa de una sola vez, espero. ¿Hablando de Minho,
dónde esta él? Traté de llamarlo para esta tarea.
–Está en clases.
–Sí, bien, él todavía esta en la nómina de los Dark
Hunter, así que dile que conserve su teléfono encendido.
–¡Oh! –dijo Kangin–. Poniéndote descontento en tu feroz
desnudez.
Kyuhyun lo ignoró mientras se colocaba encima su remera
negra.
Sungmin se detuvo al lado del puesto Tarot de Choi Judith. El pelo castaño ondulado de Judith estaba atado hacia atrás
con una bufanda estampada de leopardo, y su cuerpo delgado estaba cubierto con
un abrigo cuadrillé blanco y negro.
–Hey, Minnie –lo saludó Judith–. Me preguntaba si estabas
descompuesto o algo por el estilo ya que no estabas aquí con tu arte.
–Oh no, alguien vino.
Judith arqueó una ceja.
–¿Alguien viejo o alguien nuevo?
–Nuevo.
Judith lo miró un poco escéptica.
–Espero que éste sea más agradable que el último tonto
con que saliste.
Sungmin arrugó su nariz mientras recordaba. Un motero
rudo, había sido menos que detestable y lo había confundido con su ex-novio.
Nada como ser llamado por el nombre equivocado mientras estabas teniendo sexo
con alguien.
Sin mencionar, que le había prestado trescientos dólares
el día anterior al que él lo sacara a patadas. Aunque, considerándolo, los
trescientos dólares valieron para desembarazarse de él.
–Él parece serlo. –palmeó la bolsa con las ropas de Kyuhyun–.
Bueno, necesito regresar con él.
–¡Sungmin! –Judith chasqueó–. Dime que no lo hiciste.
–¿No hice qué?
–Dejarlo en tu loft desatendido.
–Está bien. Él está a salvo.
Judith gimió.
–Hombre, ese generoso corazón tuyo te mete en más
problemas. ¿Conoces a ese tipo?
Sungmin respiró profundamente. Estaba tan cansado que
todos lo sermonearan.
–Te veré más tarde, Madame Judith. –Se volvió deprisa por
la calle hacia su coche con Judith quejándose continuamente todo el camino.
¡Uf! ¿Por qué no podían confiar en él alguna vez? No
tenía dos años de edad. Y ser distraído no era igual a ser estúpido. Si su
bondad lo mataba, entonces estaría mejor muerto que vivir una vida fría, sin
sentimientos donde echaría de menos todos sus sentimientos y posesiones.
Además, Kyuhyun no era como otros hombres. Lo sabía.
Parecía tener más corazón que la mayoría de los hombres que había conocido. Era
electrizante. Peligroso. Misterioso.
Lo mejor de todo, él le estaba esperando desnudo en su
loft. Metiéndose en su coche, se dirigió a su casa.
No le tomó mucho tiempo alcanzar el club de su padre y
aproximarse a la parte trasera donde siempre estacionaba. Sungmin frunció el
ceño al ver una inmensa moto Harley Davidson negra estacionada al lado de un
Lamborghini negro.
¿Los amigos de Kyuhyun?
Hmm, tal vez Jonghyun estaba en lo correcto. Tal vez Kyuhyun
era un vendedor de drogas. No tan completamente seguro de él, salió de su coche
y usó la puerta trasera que se abría al club vacío.
Se apuró en subir las escaleras de acero y concreto que
llevaban a su loft. Empujando la puerta, se congeló al ver a los tres hombres,
todos cuyos niveles de testosterona estaban fuera de la escala de Richter. Eran
absolutamente devastadores.
Wow, necesitaba su cuaderno de bocetos. Urgente.
Kyuhyun estaba vestido con pantalones de cuero negros y
una remera apretada que abrazaba cada hendidura de su mortífera perfección
masculina. Estaba parado hablando con los otros dos hombres en su cocina, dos
hombres increíblemente bien parecidos. Hombres que estaban vestidos como profesionales
y no como moteros desempleados.
¡Qué asombrosamente refrescante!.
–Hola, Sungmin –lo saludó Kyuhyun–. Éstos son mis amigos.
El que era de la altura de Kyuhyun le tendió la mano.
–Kim Kangin –dijo en un acento encantador que no era como
el de Kyuhyun. Sungmin sacudió su mano firme y callosa mientras reconocía el
nombre.
–Así que tú eres el cuñado de Judith. Habla de ti y Leeteuk
todo el tiempo.
Kangin era ligeramente más delgado que Kyuhyun, con una
sonrisa fácil. Su cabello cortado en un estilo muy informal a la moda.
–Debería tener miedo de lo que ella dice acerca de mí.
Conociéndola, mejor no digo nada.
Sungmin sonrió.
–Es todo bueno, te lo prometo.
–Este es el Doctor Lee Hyukjae –dijo Kyuhyun, presentando
al otro hombre, que vestía un suéter azul marino.
–Gusto en conocerte –dijo Hyukjae extendiendo su mano.
Sungmin respondió del mismo modo. Su aura era fuerte y
poderosa. Era el más avasallante de los tres pero sus ojos no eran menos
amigables.
–¿Doctor? –preguntó
–Enseño los clásicos en la universidad.
–¡Oh!. ¿También conoces a Choi Judith?
Hyukjae asintió.
–Muy bien. Ella es la mejor amiga de mi esposo.
–¿Donghae? –dijo Sungmin–.¿Estás
casado con Donghae?
El reconocimiento los golpeó al mismo tiempo.
–¿Eres tú? –le preguntó, rodeándolo para mirarlo desde
atrás. Oh sí, ahora lo recordó–.¡Tú eras el Señor Culo Ardiente!
Su cara se tensó por la vergüenza.
–¿Culo Ardiente? –preguntó Kyuhyun–. Tengo que oír esto.
–Oh, sí –agregó Kangin.
–Debemos irnos –dijo Hyukjae empujando a Kangin hacia la
puerta.
–¡Oh, qué demonios! –dijo Kangin–. No hasta que oiga
esto.
–Lindo verte de nuevo, Sungmin –dijo Hyukjae, empujando a
Kangin hacia la puerta.
–No te preocupes, Kangin –llamó Kyuhyun–. Me aseguraré de
darte todos los detalles.
Ardiente y explosivo Kyumin, hay tanta tensión que no sé como no se revienta mi celular.
ResponderEliminarAmo que las demás parejas entren en acción e interactuen unas con otras.
Oh si HyukJae señor culo ardiente y cuan ardiente.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarahhh!!! por que no siguieron!!!
ResponderEliminartonto Kyu~ ¿por que paro al conejo?
jajaja un conejo se iba a comer un lobo!!!
y con razón, quien no! jajajaja
ahh~ que genial!!!
esos tres juntos! sdasgfdaghksdflsdghjkñdhsdfhjasfdasdf
Que interesante, aunque nunca me ha gustado, que los comparen con sus antiguos esposos!
pero bueno!
El señor culo ardiente" no dejo ser feliz al conejo y deleitarse con su retaguardia!
jajajajajajja excelente! cada vez me gusta mas!
Haha señor culo ardiente xD ese Minnie, su sinceridad lo llevara muy ojos xD ame ete Capi con todo mi kokoro *^* espero con ansias actu, con amigos como ellos, para que quiero enemigos xD Haha los amo :3
ResponderEliminarJuro que adoro a este SungMin despistado y con predilección a una sinceridad extrema xD y no solo yo, KyuHyun está encantado con él, es más la tensión y atracción que hay entre ambos es demasiado fuerte.
ResponderEliminarMe pregunto si ese parecido que hay entre SungMin y ShengMin es pura coincidencia...para mi que no.
Pobre KyuHyun se tuvo que aguantar toda la burla de Kangin y HyukJae, al menos al parecer también obtendrá algo de información de SungMin acerca de "El señor culo ardiente"
Jajajajaaj esta parejita nos esta dando de todo un poco y desde el principio.
ResponderEliminarAunque he de decir que tengo miedo de que todo eso que seintan,solo sea causado por los dioses esos.....o que eso lleguen a pensar cuando llegue el momento.
Min y su sinceridad y despistada mente,pero eso le ha gustado a Kyuhyun....y mucho *0*
Un beso....estos van bien *0*