Soulmate (DH3)- 2




El joven al que había salvado corrió hacia él. Por la apariencia confundida en su cara, podía decir que no estaba seguro de cómo ayudarle.

Ahora que lo podía ver más de cerca, se quedó prendado de su cara de duendecillo. Fuego e inteligencia ardían profundamente en sus grandes ojos oscuros. Le recordó a Morrigan, la diosa oscura a la que le había jurado su espada y lealtad tantos siglos atrás, cuándo él había sido humano.

Tenía una mancha de carbón vegetal a través de una mejilla. Impulsivamente, pasó su mano sobre ella y la retiró de su cara.

La piel era tan suave, tan cálida, y olía a algo como patchouli y trementina. Qué combinación tan rara. . .

–¿Oh mi Dios, estás bien? –preguntó el joven.

–Sí –dijo Kyuhyun quedamente.

–Llamaré una ambulancia.

–Nay –dijo Kyuhyun en su propia lengua, su cuerpo protestando el gesto. –Ninguna ambulancia – agregó

El joven frunció el ceño.

–Pero estás muy herido. . .

Él encontró su mirada.

–Ninguna ambulancia.

Le miró arrugando el ceño hasta que una luz apareció en sus ojos inteligentes, como si hubiera tenido una revelación.

–¿Eres un extranjero ilegal? –murmuró.

Kyuhyun se agarró de la única excusa que le podía dar. Con su acento pesado, antiguo celta era natural asumirlo. Asintió.

–Ok – murmuró él al oído de él mientras le palmeaba amablemente en el brazo–. Te cuidaré sin una ambulancia.

Kyuhyun se forzó a sí mismo a quitarse de la luz de la lámpara que le lastimaba sus sensibles ojos. Su pierna quebrada protestó, pero la ignoró. Cojeó hasta apoyarse contra una construcción de ladrillos en donde pudo quitar la presión de la pierna dañada. Otra vez el mundo se inclinó.

Demonios. Necesitaba ir a algún lugar seguro. Aún era temprano en la noche, pero lo último que necesitaba era estar atrapado en la ciudad después de la salida del sol.

Sacó su teléfono celular para notificar a Choi Minho que estaba herido, y rápidamente se enteró que su teléfono, a diferencia de él, no era inmortal. Estaba hecho pedazos.

–Aquí –dijo el joven, moviéndose al lado de él–. Déjame ayudarte.

Kyuhyun clavó sus ojos en él. Nadie extraño alguna vez le había ayudado. Él estaba acostumbrado a pelear sus propias batallas incluso después que lo habían dejado solo.

–Estoy bien –le dijo–, vete.

–¡No lo haré! No te dejaré –le dijo–. Te hirieron por mí.

Él quería discutir, pero su cuerpo estaba demasiado mal para tomarse la molestia.

Kyuhyun trató de alejarse del joven, dio dos pasos y el mundo comenzó a cambiar de posición otra vez.

La siguiente cosa que supo, es que todo se volvió negro.



Sungmin apenas lo atrapó antes de que golpeara el piso. Se tambaleó ante el tamaño y el peso del hombre, pero de alguna forma evitó que le cayera encima.

Tan suavemente como pudo lo bajó a la acera. Aún así, él se estrelló contra el pavimento con bastante fuerza.

–Lo siento –dijo, enderezándose y mirando hacia abajo. –Por favor dime que no te hice una conmoción. Espero no haberlo lastimado aun más tratando de ayudarlo.

¿Que iba a hacer ahora?

El extranjero ilegal tipo motero vestido todo de negro era enorme. No se atrevía a dejarle en la calle desatendido. ¿Qué ocurriría si sus asaltantes regresaban? ¿O algún pillo de la calle se presentaba?

Bueno, no había forma de decir lo que le podrían hacer, dejarlo solo no era una opción. Justo cuando el pánico se estaba llevando lo mejor, oyó a alguien llamarlo por su nombre.

Miró alrededor hasta que vio el estropeado Dodge Ram azul de Lee Jonghyun subiéndose a la cuneta. A los treinta y tres, Jonghyun tenía una cara atractiva.

Suspiró de alivio al verlo allí. Bajó la ventanilla y se apoyó en el borde.

–Hey Sungmin, ¿qué sucede?

–¿Jonghyun, me ayudarías a subir a este tipo en tu camioneta?

Lo miró un poco dudoso.

–¿Está borracho?

–No, esta herido.

–Entonces deberías llamar a una ambulancia.

–No puedo –lo miró suplicando– Por favor Jonghyun, necesito llevarlo a mi casa.

–¿Es amigo tuyo? –preguntó aun a más dudoso.

–Pues, bien, no. Nosotros nos hemos conocido aquí.

–Entonces déjalo. Lo último que necesitas es relacionarte con otro motorista. No es tu problema lo que le ocurra.

–¡Jonghyun!

–Él podría ser un criminal, Sungmin.

–¿Cómo puedes decir algo así?

Jonghyun había sido condenado por homicidio accidental años atrás. Después de que cumpliera su pena, se había pasado varios meses tratando de encontrar un trabajo. Sin dinero, ningún lugar en donde vivir, y nadie dispuesto a contratar un ex-convicto, ya estaba al borde de cometer otro delito para regresar a la cárcel cuando solicitó un puesto de trabajo en el club del padre de Sungmin. En contra de las protestas de su padre, Sungmin lo contrató.

Cinco años más tarde, Jonghyun nunca había faltado un día al trabajo o llegado tarde. Era el mejor empleado de su padre.

–¿Por favor, Jonghyun? –preguntó, dirigiéndole su mirada de perrito abandonado que nunca fallaba en los hombres de su vida, para que hicieran su voluntad.

Jonghyun hizo una serie de ruidos irritados, mientras se bajaba de la camioneta para ayudarle.

–Un día, ese gran corazón tuyo te va a meter en problemas. ¿Sabes algo acerca de este hombre?

–No –Todo lo que sabía era que le había salvado la vida cuando nadie más se habría tomado la molestia. Por ese motivo él no era la clase de hombre que le lastimaría.

Él y Jonghyun forcejearon para poder parar al desconocido, pero no fue fácil.

–Cristo –masculló Jonghyun mientras se tambaleaban con él entre ellos–. Es enorme y pesa una tonelada.

Después de un poco de esfuerzo, finalmente lo metieron en la camioneta.

Mientras se dirigían al club de su padre, Sungmin sostuvo la cabeza del desconocido en su hombro y le separó hacia atrás el cabello que caía sobre los cincelados rasgos de su cara.

Tenía una apariencia salvaje, indomable que le recordaba a un antiguo guerrero. Su cara era rudamente deliciosa con la barba crecida de un día. Aun inconsciente, era imponente y totalmente hermoso, y su cercanía agitaba una necesidad muy profunda en él.

Pero lo que más le gustaba de este extraño era el cálido aroma masculino y a cuero que tenia. Le hacía querer acariciar con la nariz su cuello e inspirar la mezcla intoxicante hasta emborracharse con ella.

–Entonces –dijo Jonghyun mientras conducía–.¿Que le pasó? ¿Tú sabes?

–Fue atropellado por una carroza del carnaval.

Aun en la tenue luz del camión, podía adivinar que Jonghyun lo miraba como diciéndole ¿estas loco?.

–No hay desfile esta noche. ¿De dónde vino?

–No sé. Especulo que él debe haber enojado a los dioses o algo.

–¿Huh?

Le peinó con su mano el desordenado cabello

–Era un gran carruaje del dios Baco. Justamente pensaba que este pobre tipo debía haber ofendido al Dios patrocinador del vino y del exceso para haber sido atropellado por él.

Jonghyun masculló sin aliento.

–Debe ser otra travesura de la fraternidad. Parece que cada año uno de ellos está robando una carroza y dan un paseo alocado en ella. ¿Me pregunto dónde la estacionaran esta vez?

–Bueno, ellos trataron de estacionarla sobre mi amigo. Me alegro que no lo mataran.

–Estoy seguro que él también se alegrará, cuándo se despierte.

Sin duda. Sungmin agachó su cabeza y escuchó su respiración lenta, profunda. ¿Qué es lo que tenía que lo hacía tan irresistible?

–Hombre –dijo Jonghyun después de un breve silencio–. Tu padre se va a irritar con esto. Se servirá mis pelotas en la cena cuando sepa que llevé a un tipo desconocido a tu casa.

–Entonces, no le digas nada.

Jonghyun le lanzó una mirada significativa y de disgusto.

–No puedo no decirselo. Si algo te ocurriese, entonces sería mi culpa.

Sungmin suspiró irritado mientras trazaba la línea afilada de las cejas arqueadas del desconocido. ¿Por qué le parecía tan familiar? Nunca lo había visto y sin embargo tenía un extraño sentido de déjà vu. Como si le conociera de cierta forma.

Extraño. Muy, muy extraño.

Pero estaba acostumbrado a las rarezas. Su madre había escrito un libro sobre el tema, y Sungmin lo había redefinido.

–Soy un joven grande, Jonghyun, puedo cuidarme.

–Sí y yo viví doce años con un montón de grandes hombres peludos que se desayunaban a jovencitos como tú que pensaban que podían cuidarse solos.

–Bien –dijo–. Lo meteremos en mi cama y yo dormiré en la de mis padres. Entonces, por la mañana, comprobaré como está, con mi madre o con uno de mis hermanos.

–¿Qué ocurre si él se despierta antes de que llegues a casa y te roba?

–¿Robar qué? –preguntó. –Mis ropas no le entrarán y no tengo nada de valor.

Jonghyun puso sus ojos en blanco.

–Muy bien, pero mejor me prometes que no le darás una oportunidad para lastimarte.

–Lo prometo.

Jonghyun lo miró menos que complacido, pero permaneció técnicamente callado mientras conducía hacia su casa. Sin embargo, maldijo entre dientes durante todo el camino. Afortunadamente Sungmin era capaz de ignorar a los hombres que hacían eso a su alrededor.

Una vez que llegaron al loft, que estaba ubicado sobre el bar de su padre, les tomó sus buenos quince minutos poder sacar al desconocido de la camioneta y entrarlo en la casa. Cuidadosamente, colocaron a su invitado desconocido en la cama.

–Bueno, vamos –dijo Jonghyun, tomándolo del brazo.

Sungmin amablemente se soltó.

–No lo podemos dejar así.

–¿Por qué no?

–Está cubierto de sangre.

La cara de Jonghyun exteriorizó su exasperación. Era una expresión que todos tenían con él tarde o temprano, la mayoría de las veces temprano.

–Ve a sentarte en el sofá mientras lo desvisto.

–Sungmin...

–Jonghyun, tengo veintinueve años, soy un joven artista divorciado.

Gruñendo quedamente, salió de su habitación y fue a sentarse en el sofá.

Sungmin inspiró profundamente mientras se volvía hacia su héroe vestido totalmente de negro. Parecía inmenso en su cama.

También era un completo desastre.

Tentativamente, y también para no lastimarlo, corrió la cremallera de la chaqueta de motorista, que era la mejor hecha que alguna vez hubiera visto. Alguien había pintado por todos lados, en dorado y rojo un trabajo de símbolos celtas. Era simplemente hermoso. Un verdadero estudio en el arte antiguo, y él lo sabía. Toda su vida, había dibujado cosas celtas. Se había entrenado en su arte y cultura.

Tan pronto como abrió la cremallera de la chaqueta, hizo una pausa mientras veía que el no llevaba puesto nada debajo.

¡El hombre era un dios!

Deseó dibujar esas proporciones perfectas e inmortalizarlo. Un cuerpo como este definitivamente necesitaba ser preservado. Le quitó de encima la chaqueta y cuidadosamente la colocó sobre la cama.

Encendiendo la lámpara que estaba sobre la bufanda que cubría la mesa de luz, le echó una buena mirada.

Sus ojos estaban cerrados, pero sus pestañas oscuras eran pecadoramente largas. Su cara estaba perfectamente esculpida con altas y arqueadas cejas y tenía una apariencia muy digna aunque indomable.

Otra vez, tuvo ese sentido extraño de déjà vu mientras en su mente brillaba una imagen del hombre  despertándose y sosteniéndose sobre él. Sonriéndole mientras se deslizaba lentamente dentro y fuera de su cuerpo.

Sungmin se lamió los labios ante el pensamiento mientras palpitaba con una necesidad dolorosa. Hacía mucho tiempo desde que se sintiera atraído por un desconocido. Pero algo acerca de este hombre realmente le hacía ansiar saborearlo.

«Chico, has estado demasiado tiempo sin una pareja».

Por desgracia, era verdad que había pasado demasiado tiempo.

Sungmin frunció el ceño mientras se acercaba más y le echaba una mirada más detenida al colgante que llevaba alrededor del cuello. Grueso y de oro, eran cabezas de dragones célticas enfrentadas.

Era tan extraño que hubiera esbozado ese mismísimo diseño años atrás en la escuela de bellas artes, e incluso había hecho un intento para hacerse un colgante así pero la pieza había terminado en un completo desastre. Se necesitaba mucho talento en el trabajo con metales para lograr hacer algo tan intrincado.

Aún más impresionante era el tatuaje tribal que le cubría el lado izquierdo de su torso, incluyendo el brazo. Era un glorioso laberinto de trabajo de arte céltico que le recordaba el “Libro de Celtas”. Y a menos que hubiera perdido la memoria, estaba diseñado en tributo a la diosa celta de la guerra, Morrigan.

Sin pensar pasó su mano sobre el tatuaje, trazando el intrincado diseño.

Oh! Sí, éste era un hombre digno de mirar.

Si bien había mucha sangre en sus pantalones, no parecía haber alguna herida que la causara. Pensando en eso, ni siquiera había muchas magulladuras. Ni aún donde el camión de Baco se estrellara contra él.

Era muy extraño.

Con su garganta seca, Sungmin alcanzó el cierre.

Una parte de él no podía esperar a ver que había debajo de esos pantalones negros. ¿Boxers o slips?

Si él hasta ahora había sido todo un semental, solo podía mejorarse...

«¡Sungmin!»

«Es solo la apreciación de un artista por un cuerpo», se dijo así mismo. «Sí, claro».

Ignorando ese pensamiento, abrió la cremallera y descubrió que no llevaba nada debajo de ellos.
Su cara llameó ante la vista de su masculinidad extremadamente dotada anidada entre esos rizos trigueños.

«Oh vamos, Sungmin, no es la primera vez que has visto a un tipo desnudo. ¡Caray! Seis años en la escuela de bellas artes, has visto hombres desnudos en abundancia. Y tuviste muchas citas con ellos.

«Sí, pero ninguno de ellos se veía tan bien».

«Oh sí, cariño. Esta era la fantasía de cualquier joven. Un maravilloso tipo desnudo a tu merced».

Él yacía sobre la colcha rosada con un brazo bronceado atravesando su estómago y sus piernas ligeramente separadas, como si le estuviera esperando a que se reuniera con él y deslizara sus manos arriba y abajo por ese cuerpo duro y sin grasa.

Era algo delicioso para clavarle la vista.

Inspiró entre dientes, mientras deseaba treparse a ese cuerpo, tan magnifico y extenderse sobre él como una manta. Para sentir sus manos grandes, firmes en su piel mientras él lo tomaba en su cuerpo y le hacía el amor salvajemente por el resto de la noche.

«¡Umm-hmmm!»

Sus labios ardieron por saborear esa piel maravillosa.

«¡Mi Dios!»

Sungmin sacudió la cabeza para despejarla. Dios, estaba actuando como un loco. Y aun...
Había algo muy especial acerca de este hombre. Algo que lo llamaba como la canción de una sirena.

–¿Sungmin?

Se sobresaltó ante la llamada impaciente de Jonghyun. Se había olvidado completamente de su presencia.

–Un momento –dijo.

Sólo quería mirarlo una vez más. Cada cuánto tenía la oportunidad de comerse con los ojos a un dios inconsciente tan bien parecido.

Resistiendo el deseo a acariciar a su huésped, lo cubrió con una manta, recogió la chaqueta de la cama, y luego salió del cuarto.

Mientras caminaba hacia el sofá, estudiaba los pantalones ensangrentados. ¿De dónde había salido tanta sangre?

Antes que pudiera investigarlos, Jonghyun los jaló de sus manos y agarró la cartera del bolsillo de atrás.

–¿Qué estas haciendo?–le preguntó.

–Revisándolo. Quiero saber quién es este tipo.–Jonghyun abrió la cartera y frunció el ceño.

–¿Qué?

–Veamos, setecientos treinta y tres dólares en efectivo y ninguna identificación. Ni licencia de conductor o tarjeta de crédito o débito. –Jonghyun sacó una daga enorme del otro bolsillo y dio un golpecito para abrirla y extenderla en un círculo de tres aspas de aspecto letal. Jonghyun maldijo aún más fuerte. –Mierda, Sungmin, creo que distes con un vendedor de drogas.

–Él no es un vendedor de drogas.

–¿No me digas, y cómo lo sabes?

Porque los vendedores de drogas no rescatan a jóvenes de manos de los violadores. Pero no se atrevió a decirle eso a Jonghyun. Sólo lograría que lo sermoneara y le causaría indigestión.

–Yo lo sé, ahora vuelve a guardar eso.



–¿Entonces? –Camulus le preguntó a Dionisio mientras entraba en el cuarto del hotel.

Theo levantó la mirada de su revista ante el sonido de la voz. El dios celta, Camulus, había estado sentado en el sofá frente a él en la suite del hotel mientras esperaban las noticias.

Vestido con jean de cuero negro y un suéter gris, la anciana deidad había estado cambiando canales incesantemente desde que Dionisio saliese, haciendo que Theo desease arrebatar el control remoto de su mano y ponerlo de un golpe en la mesa de café de hierro y vidrio.

Pero solo un tonto le arrebataría el control remoto a un dios. Theo podría tener deseo de morir, pero no tenía deseos de ser torturado rudamente antes de morir. Hizo lo que pudo para ignorarlo y esperar el regreso de Dionisio.

Camulus llevaba el pelo negro largo en una cola de caballo. Había algo diabólico y malvado en él, pero bueno, teniendo en cuenta que era el dios de la guerra, era comprensible.

Dionisio hizo una pausa en la puerta. Se encogió de hombros con su abrigo largo de cachemira, y luego jaló sus guantes de cuero color café de las manos.

El dios del vino y el exceso sería una presencia intimidatoria para la mayoría de la gente. Pero bueno, Theo era sólo cinco centímetros más bajo, y siendo el hijo de un rey y un hombre que anhelaba la muerte, lo encontraba muy poco intimidador. ¿Qué iba a hacer Dionisio? ¿Enviarlo a su aislamiento infernal?

Él había estado allí, lo había hecho.

Dionisio lucía como un magnate millonario exitoso, de hecho, dirigía la principal corporación internacional donde los dioses obtenían sus alegrías incapacitando a sus competidores y asumiendo el control de sus negocios.

Forzado a retirarse siglos atrás en contra de su voluntad, Dionisio pasaba su tiempo entre el Olimpo y el mundo mortal, al cual odiaba casi tanto como lo odiaba Theo.

–Responde mi pregunta Baco –dijo Camulus. –No soy uno de tus cobardes griegos al que puedas tener esperando una respuesta.

La furia flameó en los ojos de Dionisio.

–Mejor usas un tono más cortes conmigo, Cam. No soy ninguno de tus blandos celtas para temblar despavorido por tu furia. Quieres pelear, chico, adelante.

Camulus se puso de pie.

–Whoa, esperen un momento –Theo trató de calmarlos. –Ahórrense la pelea para cuando ustedes dos se encarguen del mundo, ¿Ok?

Ambos lo miraron como si estuviera demente por interponerse entre ellos.

Sin duda, él lo estaba. Pero si se mataban entre ellos, entonces él nunca moriría. Cam miró a Dionisio.

–Tu mascota tiene razón –dijo–. Pero cuando recupere mi dignidad Divina, nosotros vamos a hablar. El brillo en los ojos de Dionisio decía que él lo estaría esperando.

Theo aspiró profundamente.

–¿Entonces, el joven está con Kyuhyun? –le preguntó a Dionisio. Dionisio sonrió fríamente.

–Funcionó como un reloj –Miró a Camulus–.¿Estás seguro que esto lo inmovilizará?

–Nunca dije que lo inmovilizaría. Dije que lo neutralizaría.

–¿Cuál es la diferencia? –preguntó Theo.

–La diferencia está en que él se convertirá en una distracción más grande y preocupante para Shindong. Sólo es otra forma de debilitar al Atlante al final.

A Theo le gustó como sonaba eso.

Ahora ellos solo tendrían que asegurarse que el Dark Hunter y el joven permanecieran juntos. Al menos hasta Mardi Gras, cuando el umbral entre este mundo y Kolasis  fuese lo suficientemente delgada para traspasarla y así poder soltar del cautiverio al Destructor de Atlanta.

Habían pasado seiscientos años desde la última vez que esto había ocurrido y pasarían ochocientos años más para que ocurriese otra vez.

Theo se encogió de miedo al pensar en vivir otros ochocientos años más. Otras ocho centurias de interminable monotonía y dolor. De ver a sus guardianes ir y venir, haciéndose viejos y morir, mientras vivían sus vidas mortales rodeados de familia y amigos.

No sabían lo afortunados que eran.

Como un humano, una vez le había temido a la muerte. Pero eso había sido hacía eones. Ahora la única cosa que Theo temía era nunca poder escapar del horror de su existencia. Que continuaría viviendo, siglo tras siglo, hasta que el universo explotara.

Él quería salir, y hasta hacia treinta años no había tenido una esperanza de eso. Ahora sí la tenía.

Dionisio y Camulus querían reclamar su divinidad y para ello necesitaban al Destructor y la sangre de Shindong para engañarlo. Era una lástima que Theo no tuviera sangre Atlanta si no, gustosamente se hubiera ofrecido a sí mismo como sacrificio.

Así era, solo Shindong tenía la llave para liberar al Destructor. Theo era la única criatura viva que les podía entregar a Shindong.

Solo algunos días más y todo estaría bien. Los viejos poderes regresarían para dominar la tierra y él...

Él finalmente sería libre.

Theo suspiró con dulce expectación. Todo lo que tenía que hacer era mantener a los Dark Hunter en sus propios cuellos y distraerlos mientras evitaba que los dioses se mataran entre ellos.

Si Kyuhyun o Shindong se daban cuenta de lo que estaba sucediendo, lo detendrían. Solo ellos tenían el poder de hacerlo.

Era él contra ellos y esta vez, esta vez, él terminaría lo que había empezado hacia once mil años. Cuando lo lograra, los Dark Hunter estarían sin líder.

Él sería libre y la tierra como todos la conocían sería un lugar enteramente nuevo. Theo sonrió.

Solo unos días más...



5 comentarios:

  1. Definitivamente el Kyumin hará mi vida muyyyy feliz

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  2. Yo...necesitaba mi dosis de Kyumin ;-; espero con ansias otro Capi ;-;

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  3. .____.
    y si, bueno, me perdi, ya me hice bolas y no entendi!!!
    y... viva el KyuMin~ ♥

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  4. SungMin es como un ángel mira que ayudar a alguien que acaba de conocer, aunque claro KyuHyun también lo salvó a él. Lo que me tiene tan intrigada es aquella sensación de Dejavú que tanto menciona SungMin además de que a KyuHyun le recordó a una diosa.

    Por otro lado, esos dioses y su plan de destrucción dan miedo, quieren matar a Shindong y para hacerlo necesitan a KyuHyun fuera del camino ¿Cómo sabían que SungMin sería una distracción para KyuHyun?

    En fin, me encanta está adaptación. Nos leemos en el siguiente cap ^^

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  5. Que es mardi gras?
    Min cuidará de Kyu *0*
    esta esta intrigando,esas memorias de Min.....sospechoso
    shin y kyu son la clave de algo grande,y Min es el co ducto por el cual estos "dioses"estan basando su plan para hacer lo que quieren por mucho tiempo.
    Tido esta calculado y por muchos años,se avecina algo grande

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...