El piso de Hyukjae estaba a cinco
minutos caminando. Era lógico salir del restaurante, ir a un sitio más íntimo
para hablar, pero Hae se sentía aún más nervioso. Se abrazó a sí mismo, perdido
en sus pensamientos.
–Hemos llegado.
Hae miró hacia la casa de cuatro
pisos, nueva, con un camino hacia la entrada bordeado por arbustos impecables.
Era un edificio de lujo, como lo demostraban también los coches caros aparcados
a ambos lados de la calle. Incluso en la oscuridad, estaba claro que aquella
era una parte de Seul destinada a los más ricos, muy diferente de la zona en la
que él se había reservado una asequible habitación de hotel para pasar la
noche.
Dentro, la entrada estaba adornada con
más plantas muy bien cuidadas. Hae siguió a Hyukjae al ascensor, que subió al
piso segundo. ¡La casa de Hyukjae ocupaba los dos pisos de arriba del edificio!
Hae miró a su alrededor por un
momento, olvidándose de la seria situación que lo había llevado allí.
Los suelos eran de madera clara, abajo
estaban el cuarto de estar, la cocina y algunas otras habitaciones. Subiendo
por una escalera de caracol de hierro, estaban los dormitorios, los baños, más
de los que pudo contar. Estaba increíblemente limpio y cuidado y pensó que la
casa sería perfecta para la portada de una revista de decoración.
–Muy bonito –dijo Hae con educación, y
se dirigió a uno de los sofás de cuero color crema, aunque no se atrevió a
sentarse.
–No te morderá –dijo Hyukjae–. Es sólo
un sofá.
El aire fresco de la noche había
sacado a Hyukjae de su conmoción inicial. No quería volver a pensar cómo iba a
cambiar su vida. Había tantas cosas que tener en cuenta que lo mejor era
centrarse en el hecho de que iba a ser padre. Ponderar las consecuencias no lo
llevaría a ninguna parte.
–Voy a servirme un café. ¿Quieres uno?
–Gracias, no. Creo que ya he tomado
suficiente hoy.
Hae observó los cuadros abstractos de
las paredes y las esculturas colocadas sobre la moderna chimenea.
Al estar allí, en el piso de Hyukjae,
se dio cuenta de lo mucho que iba a afectarle a él el hecho de ser padre. Su
piso reflejaba a Hyukjae a la perfección. Era un hombre que no daba cabida al
desorden, algo que siempre seguía al nacimiento de cualquier bebé.
–Lo siento –se disculpó–. He pensado
esto un poco y creo que podemos arreglarlo para que tu vida no se vea afectada
–señaló, titubeante–. Puedo ocuparme del niño yo solo y, por supuesto, puedes
visitarlo siempre que quieras o cuando tengas tiempo…
–¿Visitarlo cuando quiera…? ¿Cuando
tenga tiempo…? No estamos hablando de una galería de arte, Donghae. Estamos
hablando de un niño. Mi hijo.
–Bueno, sí, me doy cuenta…
Hyukjae tomó un trago de café y lo miró. Hae tenía la cabeza gacha, los ojos fijos en la alfombra persa a sus
pies.
–No estoy seguro de que te des cuenta
–continuó Hyukjae–. Mis derechos como padre irán más allá de las visitas
ocasionales cuando tú des el visto bueno. Para empezar, está el tema del
dinero. Puede que no seas materialista, pero un hijo mío no va a pasar por
ningún tipo de penalidades. Tanto tu futuro como el futuro de mi hijo estarán
asegurados. Te doy mi palabra.
Hyukjae se quedó en silencio unos
segundos, para dejar que él asimilara lo que había dicho.
–¿Penalidades? ¡Hyukjae, tengo un
trabajo! sé que quizá no gane lo que tú consideras suficiente para vivir. Pero
tu idea de lo que hace falta para vivir… es diferente por completo de la de la
mayoría de la gente –indicó él, y miró a su alrededor. Aquellos cuadros podían
costar más de lo que costarían unas vacaciones en el extranjero. ¡Mucho más!–.
¡Esto no es la vida real!
–De acuerdo, pero ésta es mi vida y es
la vida que disfrutará mi hijo.
–¿Qué intentas decir? –preguntó, y se
llevó la mano al vientre, poniéndose pálido. No había pensado en eso. ¿Qué
pasaría si Hyukjae quería quedarse con el niño y pedía la custodia?– ¡No me
quitarás a mi bebé!
–¡Claro que no voy a quitarte al bebé!
¿Qué clase de persona crees que soy? Un niño necesita a su appa, a su padre
también, lo que nos lleva adonde quería llegar.
Hae asintió, aliviado.
–Estoy dispuesto a daros seguridad
financiera, pero un niño necesita más que eso –prosiguió Hyukjae–. Como tú
dices, no se trata sólo de dinero…
–De acuerdo.
–Y tener a sus dos padres es algo más
que dejar que yo lo visite una vez a la semana durante tres horas. Pretendo
estar al lado de mi hijo de forma permanente. Vivir contigo. Con nuestro hijo.
Juntos. Como una unidad. Casados.
Hae tardó unos segundos en procesar la
información.
–¿Estás diciendo que quieres casarte?
¿Conmigo? –repitió, y se rió con incredulidad–. Es la cosa más ridícula que he
oído en mi vida.
–Ningún hijo mío nacerá fuera del
matrimonio –repuso Hyukjae, tenso.
–¡Hyukjae, estamos en el siglo XXI!
Por si no te habías dado cuenta, el embarazo y el matrimonio no tienen por qué
ir de la mano. Además, sería hipócrita, teniendo en cuenta que no te parecía
bien que tu hermano hiciera lo mismo.
–Quería proteger a mi hermano de que
alguien se aprovechara de él por su dinero. Es diferente. De todas maneras, nos
estamos saliendo del tema –afirmó él, y se puso en pie.
Comenzó a dar vueltas por la
habitación y, al fin, se detuvo delante de él y se sentó a su lado en el sofá.
–Tendrás que admitir que es mejor
tener una familia con dos padres –dijo él después..
–Sí, en un mundo ideal. Pero no
estamos viviendo en un mundo ideal, Hyukjae –le espetó él, pensando que nada le
habría gustado más que Hyukjae le pidiera en matrimonio y formaran una familia
feliz juntos–. ¿Por qué quieres que me case contigo, Hyukjae?
–¿No es obvio? –repuso él, frunciendo
el ceño. Se había portado como un caballero, había hecho lo único que podía
hacer y, en vez de alegrarse por todos los beneficios de su oferta, Donghae se
reía de él y luego le pedía explicaciones por su oferta.
–Hyukjae, no puedes casarte con alguien
sólo porque está embarazado de ti y esperar a que eso funcione. ¡Ni siquiera
hemos salido juntos! –señaló él, y suspiró–. ¿Estarías aquí sentado, hablando
conmigo, si no estuviera embarazado?
–No se trata de eso.
–Sí se trata de eso –contestó, y se
dio cuenta de que Hyukjae no contaba con que rechazara su propuesta de
matrimonio–. ¿Habías pensado alguna vez en volver a casarte o en tener una
familia? No, no me respondas porque ya sé que la respuesta es no.
–Las cosas han cambiado… Nunca había
estado en esta situación antes…
–No hace falta que me case contigo por
eso…
Hae se dijo que estaba loco. ¡Lo
amaba! No había nada que quisiera más que acostarse con él por las noches y
levantarse con él por las mañanas. Quizá, si se casaba con él, Hyukjae llegaría
a amarlo. Las relaciones se construían día a día, ¿no era así?
¿Pero y si no era así?
No era un mundo ideal, pensó Hae, y si
Hyukjae se sentía atrapado en el matrimonio, enseguida se mostraría resentido.
Estaba acostumbrado a hacer lo que quisiera. ¿Cuánto tiempo tardaría en querer
recuperar su libertad?
–Sé que crees que haces lo correcto –le
dijo con suavidad–. Pero mi respuesta tiene que ser no.
–No se trata sólo del niño… Todavía…
todavía me gustas…
–Pero puede que tú no me gustes a mí…
–¿Quieres que lo comprobemos?
–preguntó él, y lo acercó a su lado, posando la mano en su nuca.
Hae se estremeció mientras lo besaba
con pasión.
Hyukjae lo llevó a su dormitorio.
Cuando lo tumbó en la cama, comenzó a sentarse, reuniendo fuerzas para salir de
allí, pero se le quedó la boca seca al verlo desnudarse, dejando al descubierto
ese hermoso cuerpo con el que no había dejado de soñar.
Sí, Hyukjae lo deseaba. Tenía la
prueba delante y, aunque eso no tuviera nada que ver con el amor, era demasiado
poderoso. Hae se quitó los zapatos. Hyukjae lo desvistió.
Cuando le acarició su miembro por
encima de su bóxer, él gimió y le acarició lo hombros con ansiedad. Arqueó la
espalda para ofrecerle su pecho y cerró los ojos.
Al sentir la lengua de Hyukjae lamiéndole
los delicados pezones, Hae sintió un delicioso placer y deseó que no se
detuviera nunca. Entreabrió los ojos y lo vio allí, dedicándole a toda su
atención. Su excitación no pudo ser mayor.
Mientras continuaba lamiéndole los
pezones, Hyukjae recorrió su cuerpo con la mano, se detuvo en su estómago e
introdujo los dedos por debajo del boxer.
Cada milímetro del cuerpo de Hae
gritaba de placer, mientras él seguía saboreándolo y acariciando su entrada con
los dedos.
En un gesto de gran intimidad, Hyukjae
comenzó a bajar y lo besó en el estómago, luego más abajo, besándolo hasta
llegar a su duro miembro.
Hae se arqueó para acercarse más a su
boca y se apretó contra él según las sensaciones que iban explotando en su
interior eran más y más excitantes.
Durante el día, se había repetido
muchas veces las duras palabras que Hyukjae le había dedicado antes de
separarse, utilizándolas como una herramienta de autoprotección, pero por las
noches no había podido dejar de soñar con aquello… La sensación de su lengua en
su cuerpo, sus manos recorriéndole todo el cuerpo. Le pareció como si estuviera
viviendo un sueño.
Entonces, Hae se escuchó a sí mismo
gritando su nombre, mientras Hyukjae lo penetraba y poseía con lentas y seguras
arremetidas.
Las oleadas de éxtasis llegaron a su
clímax y tardaron un rato en difuminarse, dejando a Hae extenuado.
–Hacemos buena pareja –murmuró él, y
lo tomó entre sus brazos–. Dirás que no quieres casarte conmigo, pero para que
cualquier matrimonio funcione debe haber pasión y no puedes negar que entre
nosotros la hay.
–No lo niego, Hyukjae –repuso,
apartándose de él.
Hae se preguntó cómo había podido sucumbir
a sus encantos. si no fuera porque lo
amaba, habría podido resistirse, habría tenido las fuerzas necesarias para no
irse a la cama con él.
Tenía que pensar en el bebé y
acostarse con Hyukjae no iba a hacer más que complicar las cosas, se recordó.
–No voy a casarme contigo porque no
estaría bien –afirmó Hae, y se giró para salir de la cama.
–¡No vamos a pasar por esto de nuevo!
–exclamó Hyukjae, deteniéndolo–. No vamos a fingir que no ha pasado nada. No
puedes negar que disfrutamos al hacer el amor.
–¡Yo no he dicho lo contrario! sólo
digo que ha sido un error.
–¿De veras? Tu cuerpo no decía lo
mismo cuando lo tocaba.
–Hyukjae, eso no es suficiente. Ahora
tengo que irme. Te he dicho lo que quería decirte. No tenemos por qué vernos
más, al menos hasta que no se acerque la fecha del nacimiento. Entonces,
podemos hablar de todo en más detalle –le espetó él. Salió de la cama y comenzó
a buscar sus ropas, que estaban en el suelo, mezcladas con las de él.
–Necesitas que alguien te cuide.
–¡Estoy embarazado, no enfermo!
–Y eso de que vivas en mitad de
ninguna parte no me conviene mucho.
–¿Sabes qué, Hyukjae? No se trata de
lo que te conviene o no –señaló y, ya vestido, sacó sus zapatos de debajo de
los pantalones de él.
–No puedes volver solo –dijo él, se
levantó de la cama y comenzó a vestirse.
Aquel día había resultado ser
horrible, se dijo Hyukjae. De hecho, estaba ante la experiencia que más iba a
cambiar su vida para siempre. Le resultaba cada vez más difícil recordar la
tranquilidad de su matrimonio con Junsu. Aquellos tiempos le parecían casi
irreales, sobre todo comparados con todos los enfrentamientos que estaba
viviendo con Donghae.
–¡Claro que puedo!
–¡No pienso desaparecer de la escena y
reaparecer cuando tú lo consideres oportuno!
–¡No te estoy pidiendo que
desaparezcas! Pero todo va a ser pura rutina en los próximos meses.
–Tendré que hacer pública la noticia y
contárselo a mi familia en China. ¿Qué esperas que les diga? ¿Qué voy a tener
un hijo pero que su appa no quiere ni verme?
–¿De eso se trata? ¿De ajustarnos a
los convencionalismos?
–Los convencionalismos no tienen nada
de malo.
Hyukjae estaba furioso porque, incluso
después de hacer el amor con él y confesar que seguía deseándolo, Donghae no
dejara de comportarse de aquella manera. ¿Quería un príncipe azul? ¿Acaso no lo
era él, que le había prometido un anillo de boda y una vida fácil? Donghae no
tendría que preocuparse por el dinero y podría dedicarse por completo a criar
al bebé. ¿Cuántos hombres en su caso habrían ofrecido tanto? sin embargo, nada
parecía tener sentido en lo que se refería a aquel testarudo joven.
–¿Dónde vas a quedarte? –preguntó él,
y se puso los zapatos, sin calcetines, pues Donghae ya estaba llegando a la
puerta, en vez de estar lánguidamente recostado entre sus brazos, deseando
hacer el amor de nuevo.
Donghae le dio el nombre del hotel y,
a juzgar por la zona donde estaba, Hyukjae pensó que no era el lugar apropiado
para que el appa de su hijo pasara la noche.
Hyukjae se dio cuenta de que, de ser
un bloque de hielo en la boda, había pasado a ser solícito y sobreprotector.
Había creído que, seduciéndolo de nuevo, lo suavizaría y que reconsideraría su propuesta y aceptaría,
pensando que sí, que era buena idea celebrar un matrimonio de conveniencia, tal
y como mandaba la tradición. Por su parte, él pensaba casarse para evitar el
deshonor de tener un hijo ilegítimo y disfrutar de su relación sexual con Donghae
hasta que se cansara de él, pues sabía que la atracción siempre tenía un
periodo de duración limitado. Donghae seguiría en su casa, disfrutando de todas
las cosas que el dinero podía comprar, mientras él tenía sus aventuras. Lo
respetaría como appa de su hijo, pero nunca lo amaría como a su esposo. El amor
no entraba dentro de su oferta.
–De acuerdo, te llevaré allí yo mismo,
pero no es un sitio apropiado. Tengo contactos en los mejores hoteles. Podría conseguirte una habitación en cualquiera de ellos –sugirió él.
–¡No quiero!
–¿Por qué demonios tienes que ser tan
testarudo? –preguntó él, pensando que lo que más le apetecía hacer era tomarlo
en brazos y llevarlo de nuevo a su cama, adonde pudiera vigilarlo. ¿Cómo iba a
poder concentrarse sabiendo que Donghae andaba por ahí solo, embarazado de su
hijo?
–¿Soy testarudo? Hyukjae, deberías
mirarte a ti mismo. ¡Eres el hombre más obcecado del mundo! ¡No aceptas un no
por respuesta!
–Estoy intentado ser práctico… y tú
deberías estar deseando comprometerte…
–Me estoy comprometiendo. Vine a
contártelo, ¿no es así? Podría habértelo ocultado. Podría haber desaparecido y
nunca habrías sabido nada del bebé.
–Ése no es tu estilo, Donghae. Eres
demasiado honesto. Además, ¿adónde te habrías ido? ¿No crees que Kyuhyun y Sungmin
se habrían mostrado curiosos cuando empezaras a ganar peso? De todos modos…
entiendo que quieras estar solo y tener tiempo para pensar en lo que te he
propuesto…
–¿Recuerdas lo que te dije acerca de
la testarudez y la incapacidad de aceptar un no por respuesta? –señaló Donghae,
mientras se acercaban al coche.
–Créeme, aún no sabes todo lo
testarudo que puedo ser –respondió él, pensando que llegaría a convencerla para
que se casaran–. De acuerdo… por el momento, aceptaré que tengas tus dudas ante
mi oferta. Aunque no entiendo por qué, pero no quiero discutir. Ahora no es
momento de discutir.
En la oscuridad del coche, Hyukjae
echó un vistazo su hermoso rostro y se dijo que era desconcertante lo
fácilmente que había aceptado la idea de ser padre. Por supuesto, él era un
hombre capaz de enfrentarse a cualquier cosa. Pero la noticia que acababa de
recibir le había molestado menos de lo que hubiera esperado.
–No, no lo es –dijo Donghae–. Estoy
embarazado y los jóvenes embarazados no deben discutir. El estrés no es bueno
para el bebé…
–¿Es lo que te ha dicho el médico?
–preguntó Hyukjae, tras detener el coche en el bordillo.
–¿Por qué has parado?
–Porque no quiero que me acusen de
hacer nada que pueda dañar este embarazo.
–¡Hyukjae, era una broma! –exclamó Donghae,
y lo miró, sorprendido por su reacción–. ¿No irás a decirme que te alegra el
embarazo!
–Estoy diciéndote que… no deberías
estresarte… –dijo él, que no estaba dispuesto a admitir nada más–. Estoy aquí y
puedo hacerme cargo de cualquier cosa.
–Ah –dijo Hae, y pensó que él no
parecía tan disgustado ante la idea de ser padre, incluso daba la sensación de
que le gustaba. Pero eso no significaba que le complaciera que él resultara ser
el appa.
–Pero, si yo estoy dispuesto a hacerme
cargo de esto e incluirlo en mi vida, creo que tú también deberías hacer algún
esfuerzo.
–¿No querrás estresarme?
–No. Lo cierto es que es al contrario…
–afirmó él, y le miró con satisfacción–. Voy a hacer tu vida mucho más fácil y
eso me hará sentir mejor –añadió, y puso el coche en marcha de nuevo–. Quiero
que estés más cerca de mí –continuó, pensando que era extraño decirle aquello.
Pero las circunstancias eran excepcionales–. Soy muy tradicional. Lo sabes y
tendrás que aceptarlo.
Hae suspiró y prefirió no tener en
cuenta la arrogancia de Hyukjae, que era parte de su forma de ser.
–El appa de mi hijo no puede vivir a
sus anchas en el fin del mundo ni rechazar todas mis ofertas de ayuda a causa
de su orgullo.
–¿A mis anchas? ¿El fin del mundo?
¿Orgullo? –repitió Donghae, pues todo lo que él acababa de decir le parecía
grotesco.
–Mira, creo que sería mucho mejor idea
que te mudaras más cerca de mí –dijo él, intentando calmarlo–. No digo que
vivas en el centro de Seul. Me doy cuenta de que tienes trabajo, pero eres un profesional liberal y trabajas a distancia, ¿no? Podrías trabajar en cualquier
parte.
–Sí, pero…
–Eso pensé. Podrías alquilar tu
cabaña. Para turismo rural o algo así. La gente está encantada de alquilar
cabañas en medio de ninguna parte para las vacaciones, por razones que nunca he
entendido. Así que dejas tu cabaña y te compro algo más cerca, en algún sitio
al que yo pueda llegar rápido sin tener que utilizar helicóptero. Hay zonas muy
bonitas en los alrededores, con carreteras accesibles.
Hae abrió la boca para informarle de
que era fácil moverse desde su cabaña a todas partes, que había decorado su
casa él mismo y que estaba orgulloso de ella. Pensó en decirle que debía de
estar loco si creía que iba a poder manipularle para que pensara como él.
–No puedes comprarme una casa, así sin
más –fue lo único que dijo.
–¿Por qué no? –replicó él, aparcando
frente al hotel.
–Porque la gente no hace esas cosas.
–Pensé que ya habíamos dejado claro
que no soy como los demás. Además, tienes derecho a ello. ¿Cómo te gustaría que
fuera la casa?
Hae no tenía ninguna intención de
aceptar algo así. De pronto, pensó en la casa de él, con sus suelos modernos,
sus muebles incómodos de cuero y sus caras alfombras. Un sitio que no parecía
hecho para ser usado.
–Desde luego, no como la tuya.
–¿Qué tiene de malo la mía?
–Odio los sofás de cuero. Es demasiado
frío en invierno y se pega a las piernas en verano. El suelo debería ser de
madera de verdad. Y los cuadros de círculos y líneas no tienen sentido.
–¿Algo más?
–¿No echas de menos tener un jardín?
¿Un pedacito de césped? ¿Un sitio donde puedas sentarte en verano a tomar un
vaso de vino?
–No. ¿Qué más odias de mi piso?
–Lo siento –se disculpó, aunque
demasiado tarde–. No parece un sitio para vivir –añadió, y se preguntó qué
aspecto habría tenido la casa que él había compartido con su esposo–. ¿Cómo era
tu casa en China cuando estabas casado?
Hyukjae frunció el ceño. No había
pensado en ello antes. Cuando pensaba en un hogar, visualizaba la casa de Donghae,
su calidez, su comodidad, la chimenea con candela en el cuarto de estar.
–Grande –contestó él.
Hyukjae pensó que debía dejarlo ir a
su hotel, pero se sentía a gusto a su lado. Racionalizó ese sentimiento
diciéndose que era parte del proceso de crear de una relación más fácil con él.
Donghae había dejado de ser alguien con el que había tenido una breve aventura
y que le había quitado el sueño por haber lastimado su ego. Se había convertido
en alguien mucho más importante. Tenía el deber de sentarse con él, hablar,
observarlo.
–No recuerdo cuántos dormitorios ni
cuántas salas de estar tenía. Mucho mármol.
–Vaya. Algo grandioso –señaló.
–Muy grandioso –afirmó él–. Regalo de
sus padres.
–Unos padres muy útiles –bromeó Hae–.
Aunque creo que a mí me gustan más las casas pequeñas y acogedoras.
–Lo sé.
–Bueno, ya me voy –se apresuró a decir
Hae, pues no quería caer en sentimentalismos–. Estoy cansado –añadió, y
bostezó.
Aquella noche, se permitiría el lujo
de soñar con ideas románticas y acunarse en la calidez de las palabras de Hyukjae,
recordando cómo él le había dicho que quería tenerlo cerca, se dijo Hae. ¿Qué
daño podía hacerle soñar un poco? a la mañana siguiente, lo llamaría y le diría
que no iba a consentir que le comprara una casa y que sería él quien pondría
las reglas.
Tres días después, Hae seguía intentando
contactar con Hyukjae. Según su secretaria, estaba de viaje, cerrando un trato
de negocios. Tampoco pudo localizarlo en su móvil. De una vez por todas, se
convenció de que la noción romántica de que Hyukjae se preocupaba por él era
sólo fruto de su imaginación. A Hyukjae lo único que le importaba era su
trabajo. Era una prioridad absoluta para él.
Entonces, mientras estaba sentado
delante de su plato de cereales del
desayuno, pensando con amargura lo que tenía que hacer y ensayando lo que iba a
decirle a Hyukjae cuando al fin consiguiera localizarlo, el timbre de su puerta
lo sobresaltó.
Hae abrió con una taza de té en la
mano y allí estaba él. Parecía materializado de la nada y se preguntó si de
veras sería posible atraer a las personas con sólo pensar en ellas con fuerza.
Se quedó boquiabierto. Eran las siete
y media de la mañana y él tenía un aspecto increíblemente atractivo.
–¿Qué estás haciendo aquí? –gruñó Hae,
recordando sus vanos esfuerzos por dar con él– ¡He estado intentando hablar
contigo!
–¿Siempre llevas eso puesto? –preguntó
él a su vez, mirando de arriba abajo la misma ropa tan poco favorecedora que Hae
había llevado puesto cuando había ido a encontrarse con él en el hospital.
–¿Dónde estabas? –inquirió él con voz
estridente.
–Tendrás que ir a cambiarte y ponerte
algo más… menos de andar por casa.
–¿Por qué? ¡No voy a ir a ninguna
parte contigo!
–Y deja de ser testarudo. Hay algo que
tienes que ver.
Este par me esta sacando canas verdes, amarillas, azulesssss
ResponderEliminarParece la competencia al terco del año!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Muchachos lo que no pueden negar es la atracción que los ronda y convengamos que Hae se muere por decir que si y Hyuk esta más que encantado con la noticia que va a ser papá
Jajajaj rs bueno que a su manera Huyk muestre interes en Hae y el bebe.
ResponderEliminarEspero que lo que tiene que ver no sea la casa wur Hae no quiere que le compre.
Gracias por el cap ^_^
Ohhhh me gusto mucho este capitulo!!! ambos son tan tercos espero que Hae le diga que si, hyuk se preocupa por ambos a su manera y Hae quejandose de la casa de hyuk me parecio gracioso
ResponderEliminargracias por el cap!!
aaaaaaaaaaaaa me encanta yo pense que cuando hyukki se enterara jamas volveria a hablarle me encanto su reaccion y aunque hae no quiera va a tener que aceptar casarse con el por que eso es lo que quiere aaaaaa ya quiero seguir leyendoooo
ResponderEliminarPues claro que no lo tomo a mal,alguien que alardea mucho cuando de la nada le sale un bebé,reacciona muy diferente cuando ese bebé es suyo.
ResponderEliminarPero que fea forma tiene de decirse las cosas,hyukjae quiere matrimonio,l niño,pero no cree amar a hae y mantenerlo por siempre como su esposo,a alguien que ama.
no le encuentra interes a las casas en medio de la nada....eish...solo porque hae ya esta embarazado y sus situaciones son diferentes,pero yo que hae me lo llevo a los más refundido del mundo,y le hago saber los beneficios de estar en un lugar alejado....♥
es que son un par de bobos,pero entiendo a hae,esta claro que hyuk no lo ama,por ahora,o que no se ha dado cuenta,y esta difrazando todo,con tener a él y a su hijo cerca,y muy cómodos...tonto hyukjae
ah... pero bien que seguro ya le compro casa,y espero que la haya decorado a como la casa que le enseño hae en uno de sus libros...asi lo dos veran que estan mal en su forma de pensar respecto al otro y que además,hay cosas que no saben o no se han dado cuenta
amo esta pareja son tan bellos hae es testarudo pero hyuk tambien, ahora un bebe y hyuk no esta tan disgustado con la idea, ahora hae, que esta enamorado que pasara con ellos esperare un proximo capitulo.
ResponderEliminarpfff te apuesto a que compro casa nueva y por eso era que estaba perdido durante unos dias!!!!
ResponderEliminarTan predecible Hyukjae XD.
Ambos son la mata de la testarudez, son tan distintos ambos que hasta creo que es por eso que se sienten tan atraidos hacia el otro.
nuevamente gracias por el mp, habia estado esperando noticias de ti.
Esto va a ser una guerra de voluntades xD Hyuk reaccionó mejor de lo que pensaba claro en lo de reconocer a su futuro bebé, pero luego sale que quiere casarse lo cual no es malo, lo malo es la verdadera idea de lo que piensa que va a ser ese matrimonio, porque eso de estar con Hae como su esposo pero no amarlo es algo tonto, sobre todo porque ni él se da cuenta de lo que ya siente por Hae.
ResponderEliminarAl menos Hae tiene las cosas claras, me pregunto cuanto va a durara su paciencia.
Gracias por el Mp, me voy a leer el que siga antes de que salga MAMACITA xD