Debutantes III -8




Sungmin había recorrido la mitad del pasillo cuando se dio media vuelta. ¡Ni siquiera había probado a abrir la puerta! Al menos debería intentarlo. Si él fuera de esas personas que dormían profundamente, unos cuantos golpes en la puerta no le despertarían y entendería por qué había entrado sin su permiso en su habitación. Sólo le llevaría unos instantes darle la información que había recabado sobre lord Joowo, luego podría acostarse con la mente tranquila, dejando todo el asunto en las manos de Kyuhyun.
De nuevo ante la puerta de Kyuhyun, Sungmin  giró el picaporte. ¡La puerta estaba abierta! Al instante comprendió por qué Kyuhyun no había oído sus golpes. ¡Aquella habitación era enorme! Incluso había un dormitorio aparte y, por debajo de esa puerta, no se veía luz alguna. Se acercó a ella y la golpeó cuatro veces antes de probar a girar el picaporte y abrirla. Allí dentro estaba oscuro, demasiado oscuro para ver la cama, pero no estaba dispuesto a irse sin saber si Kyuhyun estaba o no allí. Cogió la única lámpara que había encendida en la estancia principal y la llevó hasta la puerta abierta, sólo para volver a sentirse decepcionado. La cama, al igual que la habitación, estaba vacía.
—¿Por qué será que no me sorprende encontrarte aquí? —dijo una voz sarcástica a su espalda—. Déjame adivinar, estás buscando una bufanda, ¿no?
Sungmin  se dio la vuelta con tanta rapidez que la lámpara se tambaleó en su mano. Con un gesto rápido levantó la otra para no dejar caer la pantalla, demasiado nervioso para darse cuenta de que podría haberse quemado. Pero consiguió sujetar la lámpara antes de que se le cayera al suelo y la depositó con rapidez encima de la mesa junto a la puerta.
Durante todo ese tiempo no apartó los ojos de Kyuhyun que caminaba hacia él, pareciendo tan intimidante como había soñado.
—Puedo explicarlo —se apresuró a decir, completamente ignorante de lo seductoramente ronca que sonaba su voz tras haberse pasado la tarde cantando.
Kyuhyun parecía divertido ahora.
—¿Cuando las explicaciones ya no son necesarias? Es evidente que te has olvidado de la advertencia que te hice sobre qué pasaría si volvía a encontrarte en un lugar donde no debías estar. No dudo de que incluso cuentas con ello. Así que no es necesario que digas nada más, querido.
Sungmin no tenía ni idea de qué estaba hablando. El comentario que Kyuhyun le había hecho la noche que lo había descubierto en la habitación de Sukchun no había sido más que una bravata... ¿verdad? «Si vuelvo a encontrarte en cualquier otro lugar donde no deberías estar, haré unas suposiciones más a mi gusto.»
El joven inspiró bruscamente. Ahora que lo conocía tan bien, se dio cuenta de que lo que Kyuhyun le había dicho esa noche era algo de naturaleza sexual. ¿Estaría hablando en serio? ¿De verdad creía que Sungmin  se había presentado en su habitación para alentarle?
Tenía que sacarle de su error.
—Se va a reír cuando le explique...
Sungmin no tuvo oportunidad de terminar la frase. Kyuhyun le tomó la cara entre las manos y acercó sus labios a los de él. Y luego ocurrió de nuevo. Allí estaban aquellas asombrosas sensaciones que habían surgido en su interior la primera vez que lo besó. Pero, oh Dios, aquello no podía compararse con lo que estaba sintiendo ahora, cuando él le inclinó la cabeza a un lado para darle un beso profundamente conmovedor.
Esta vez no era una lección. Kyuhyun no estaba intentando engatusarlo. La falta de control del hombre era lo suficientemente apasionada para hacerle arder. Por un largo momento, estuvo completamente abrumado y excitado por estar entre sus brazos otra vez.
—Jamás me río durante una seducción —dijo rodeándole la cintura con un brazo y alzándolo tan firmemente contra él que los pies de Sungmin dejaron de tocar el suelo—. Después me reiré contigo todo lo que quieras, cariño, pero antes... me voy a tomar esto con mucha seriedad, ¿sabes?
¿Qué quería decir? ¿Cómo esperaba que entendiera nada con el corazón latiéndole alocadamente? ¿De veras estaba hablando en serio? Era ridículo. ¡No haría nada del eso! Kyuhyun era demasiado despreocupado para andar tras un joven que no le tomaba en serio. Pero ¡se estaban moviendo! Con la boca apretada contra la suya otra vez, lo conducía lentamente al interior de aquel dormitorio oscuro.
Desesperado, apartó la boca de la de él, antes de que perdiera la fuerza de voluntad necesaria para detenerle.
—¡Te has hecho una idea equivocada! —dijo con voz entrecortada.
—Oh, no, no hay nada equivocado en esto. —Kyuhyun le brindó una amplia sonrisa—. Esto no puede ser más correcto. Además, en mi descargo debo decir que no me es posible actuar con responsabilidad cuando intentan hacerme razonar con esa voz tan sensual. ¿Quieres que te diga lo sumamente excitante que me resulta tu voz, Minie? Aunque supongo que eso ya lo sabes.
Sungmin no había tenido intención de sonar jadeante y excitante. Si tenía la voz así era por haberse pasado la tarde cantando, ¿quién habría pensado que eso sería su perdición? Sintió que su espalda y sus piernas tropezaban contra algo... y no era una pared, ¡sino una cama! Levantó los brazos para impedir que Kyuhyun acortara de nuevo la distancia entre ellos, pero él estaba demasiado cerca para empujarle, y sus brazos terminaron rodeando el cuello de Kyuhyun en vez de apartándolo.
—Espera —gimió antes de que los labios de Kyuhyun volvieran a cubrir los suyos una vez más. A Sungmin  se le olvidó lo que iba a decirle. Simplemente se olvidó de pensar...
Por primera vez, sentía la presión de un cuerpo masculino contra el suyo, lo que en sí mismo era un placer exquisito, aunque aquél no era un cuerpo varonil cualquiera. Quizá fuera por eso, por él, por su cuerpo, por su peso, por su boca reclamando apasionadamente la suya por lo que       desaparecieron los últimos vestigios de resistencia dejando que el placer tomara su lugar.
 De repente, los sentidos de Sungmin  parecieron más vivos que nunca. ¿O era sólo su propio deseo lo que lo guiaba? Era demasiado inocente para estar seguro de nada de lo que le ocurría a su cuerpo, pero era indiscutible lo bien que se sentía.
—Sabía que serías peligroso, pero no sabía hasta qué punto —dijo Kyuhyun rodando con él a un lado de la cama para poder alcanzar los botones de su traje—. Pero nunca jamás había sido tan delicioso rendirse.
¿Kyuhyun se rendía? ¡¿Qué quería decir con eso?! Lo más probable es que él no supiera siquiera lo que decía. Él debía callarse y pensaba decírselo.
—¿Por qué no te callas?
Él se contradijo en su declaración anterior de tomarse aquello en serio al soltar una carcajada.
—Sí, ¿por qué no lo hago?
Las restricciones del traje del joven desaparecieron. Sintió que la prenda se aflojaba, pero no por mucho tiempo. Él lo hizo rodar de nuevo sobre la cama y, de repente, el vestido desapareció. Luego Kyuhyun volvió a besarlo profundamente y la vergüenza que había comenzado a sentir se desvaneció.
Sungmin  todavía sentía el frío de la habitación. No tanto como para encender la chimenea, pero sí el suficiente como para sentirse incómodo en ropa interior. No obstante, eso dejó de importarle cuando él movió la mano sobre su pecho. Con una caricia aquí y allá, un beso en el hombro, una larga caricia en la cintura mientras le desataba las cintas que le aseguraban las enaguas... Y, durante todo ese rato, Kyuhyun mantuvo la boca pegada a la suya. Incluso si Sungmin hubiera llegado a pensar en protestar porque lo estaba desvistiendo, el pensamiento hubiera sido demasiado fugaz para formarse por completo en su mente.
Pero lo que sí pensó, fue que le gustaría ver la piel de Kyuhyun. Era un intercambio justo. Ahora que sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad y entraba luz suficiente a través de la puerta abierta podía verlo bien. Pero no podía expresar su deseo en voz alta.
Tiró del hombro de la chaqueta de Kyuhyun hasta que él se percató de lo que quería y se la quitó. Luego tiró del hombro de la camisa. El captó también ese mensaje. Mucho, mucho mejor. Pero no se detuvo ahí, y él no estaba preparado para verlo del todo.
El aire se le atascó en la garganta y ahí se quedó. De ninguna manera podía imaginárselo como un ángel ahora, pero como diablo era también magnífico. No era de extrañar que hiciera tantas conquistas. Un hermoso rostro y un cuerpo magnífico con aquel lustroso pelo negro cayéndole, era tentación más que suficiente sin necesidad de que él dijera ni una sola palabra sensual, ni recurriera a expertas caricias. Era increíble lo tentador que era aquel hombre. Era imposible que cualquiera pudiera resistirse ante tanta estimulación visual.
Él se movió y se puso al alcance de las manos de Sungmin así que no tuvo que estirar el brazo para tocarle. En todas partes. Acarició el sedoso acero de sus brazos, el grueso cuello, los músculos poderosos y duros de su espalda, los tendones flexibles de su pecho y no se percató de que él lo observaba con contenido asombro.
Sungmin no podía imaginar la multitud de emociones que cruzaban por su rostro mientras le tocaba, ni cuánto excitaba a Kyuhyun su fascinación. Con un gemido, él inclinó la cabeza y buscó de nuevo su boca, penetrando con su lengua en el interior de la boca de joven para un largo beso antes de, repentinamente, lamerle el pecho. Luego tomó el pezón en su boca y Sungmin  soltó un largo gemido. Él era como un horno y su calor lo envolvía.
Las enaguas desaparecieron, los calzones acabaron en el suelo y, de repente, Sungmin tuvo más calor del que podía soportar cuando el cuerpo de Kyuhyun cubrió el suyo y penetró. Él capturó el grito de Sungmin en su boca. El joven sabía qué había pasado, se había olvidado de esperar el dolor, algo que, probablemente, fuera lo mejor.
Sin ninguna anticipación que le hiciera tensarse, la incomodidad fue mínima y demasiado breve para interferir en otras sensaciones que pedían paso en su interior. Él podría haberse quedado quieto cuando gritó de dolor, pero ahora estaba profundamente enterrado, tocando el lugar más sensible de su cuerpo. Ni siquiera tuvo que moverse para que Sungmin  palpitara en torno a él cuando llegó al climax, y que gimiera ante aquel inmenso placer, hizo que también Kyuhyun alcanzara su éxtasis.
Fue el momento más sublime. Oh, cómo deseó Sungmin haber podido quedarse así para siempre.


—Evitaste que me muriera de vergüenza en mi primer día en palacio—dijo Sungmin con timidez—, cuando me dijiste que no había ningún baile de disfraces esa noche. Suho me había convencido de lo contrario. Jamás llegué a darte las gracias por ello.
Yacía entre los brazos de Kyuhyun y una fina colcha drapeada les cubría las piernas entrelazadas. Kyuhyun se había tendido a su lado y lo abrazaba con fuerza, algo que le gustaba tanto como las tiernas caricias que le prodigaba. Al joven no le apetecía nada poner fin al abrazo, pero sabía que tenía que regresar pronto a su habitación.
—¿Eras tú? —respondió él—. Sí, cómo no. Debería haberme acordado del sombrero.
Y así de fácil, la ternura había desaparecido. Por culpa del sombrero. Debía de haber recordado la segunda vez que se lo había visto puesto, en la habitación de Sukchun. Sungmin pensaba que él ya había superado sus recelos, pero al parecer no era así.
Kyuhyun dejó de acariciarle. No lo apartó, pero Sungmin tenía la clara sensación de que le hubiera gustado hacerlo y soltó un suspiro. Se había comportado de una manera escandalosa. Se había dejado seducir por un canalla. Era algo que tendría que haber previsto y no haberse puesto en una situación tan comprometedora, pero no lo lamentaba. Sin embargo, tenía que marcharse ya, antes de que Kyuhyun echara a perder lo que, para él, había sido la experiencia más maravillosa de su vida.
Se incorporó y comenzó a sacar las piernas fuera de la cama, pero no pudo hacerlo. Curiosamente, la cama estaba situada en un rincón de la habitación. No se había dado cuenta antes, porque estaba de cara a Kyuhyun. Pero ahora se encontró con que una sólida pared le bloqueaba la salida dejándolo con dos opciones: gatear lentamente hacia los pies de la cama o pasar por encima de él. ¿Había puesto él la cama de esa manera para impedir que sus conquistas se marcharan antes de que él estuviera dispuesto a dejarlas marchar?
Claro que no. No podía ser tan tonto. La cama, sin duda, ya debía estar en aquel rincón cuando él se había trasladado a la suite y simplemente no se había molestado en moverla.
Habiendo perdido el calor del cuerpo de Kyuhyun, un repentino frío le recordó que estaba semidesnudo. Sintió una vergüenza tardía. Tenía la enagua enrollada hasta la cintura, y con las cintas desatadas se le caería en cuanto se pusiera en pie, así que corrigió la situación antes de comenzar a gatear hacia los pies de la cama. Al menos su peinado todavía estaba en su lugar gracias a la pericia de Sunny.
—¿Prescindiendo de tu ventaja? —oyó que decía Kyuhyun a sus espaldas—. Qué decepción.
Pero no sonaba decepcionado en absoluto, sino más bien sarcástico. ¿Por qué estaba siendo tan desagradable después de lo que habían compartido? Era Sungmin quien debía mostrarse indignado por que él le hubiera hecho el amor en vez de escucharlo. Pero ¿cómo podía enfadarse ante algo tan bello que todavía la hacía sentir un brillante burbujeo en su interior?
No dijo nada hasta que estuvo en pie, después de agarrar con rapidez el resto de su ropa del suelo y pasárselo por la cabeza.
—No sé lo que quieres decir, pero casi siempre dices cosas que no tienen demasiado sentido para mí.
—Estás mascullando.
Sungmin suspiró y retomó su comentario anterior.
—¿Qué ventaja? —dijo.
—Tu pecho desnudo, por supuesto. Como si no lo supieras. Una preciosa distracción.
Supuso que él estaba siendo el pícaro que acostumbraba ser. Pero Sungmin  hubiera agradecido un poco más de tacto por su parte debido al estado emocional en que se encontraba. A pesar de todas sus emociones positivas, no todos los días, perdía uno su virginidad con un canalla... ¡Santo Dios, era de eso de lo que Keets había intentado advertirle! Si alguien lo descubría, no sólo acabaría perdiendo su puesto en la corte, ¡sería su perdición! Aplastó con rapidez el miedo que crecía en su interior. Nadie iba a enterarse de eso y de hecho, quién sabía si aquello no conduciría a algo incluso más maravilloso...
Le dirigió una tímida sonrisa, pero fue un error volver a mirarle. Estaba tendido de cara a él, apoyado en un codo, con el pecho ancho y desnudo completamente a la vista mientras el resto del cuerpo estaba cubierto por una delgada sábana. Santo Dios, ¿acaso no sabía que con aquel largo y duro cuerpo, aquella cara perfecta y el pelo negro era un festín para los ojos?
—¡Detente! —espetó—. Ah, ya veo, así que prefieres utilizar una ventaja mejor.
Sungmin  parpadeó. Otro comentario ambiguo más que le hizo perder la paciencia.
—¿Y para qué iba a necesitar tal ventaja? —preguntó con genuina confusión.
—¿Para qué? Mmm, supongo que consideras que con un gran sacrificio por la causa ya es suficiente. Me deja impresionado tu sentido del deber. Dime, ¿comienza ella a sentirse desesperada ahora que Sukchun está fuera del país? ¿Aún no ha logrado averiguar qué está tramando?
—¿Ella?
—No juegues conmigo, Minie. No va contigo. Sabes de sobra que hablamos de Boah.
Sungmin inspiró bruscamente, comenzando a comprender.
—No lo sabía. Tú eres el que estás haciendo suposiciones ridículas esta noche. ¿Se trata acaso de otra ridícula prueba? ¿Es eso? ¿O es que estás buscando una excusa para aplacar tu culpa?
Él soltó un bufido.
—¿Culpa? Tomé lo que me ofreciste. Te di la oportunidad de marcharte, pero no lo hiciste. No pensarás que habría intentado detenerte, ¿verdad?
—Vine a traerte información —dijo, cada vez más indignado—. No podía irme sin dártela, y luego ¡no me dejaste hablar!
—¿Acaso te amordacé?
—¡Sabes de sobra que no hiciste más que interrumpirme!
—Tonterías. Te han enviado a sonsacarme información por cualquier medio a tu alcance. ¿De verdad creíste que era tan estúpido como para no darme cuenta?
Su tono burlón hirió a Sungmin que reaccionó con rapidez.
—¡No, sólo eres medio estúpido! Sukchun me dijo que eras el único en el que confiaba para ser nuestro intermediario. Es por eso por lo que...
Kyuhyun lo interrumpió.
—Sukchun no me ha dicho nada de eso. Sabe muy bien que no me fío de ningún joven o mujer.
¡Sungmin no se lo podía creer! Pero el escepticismo de Kyuhyun lo había puesto tan furioso que sólo quería salir de allí de una vez. Indignado, miró a su alrededor buscando una última prenda que se negaba a dejar atrás.
—¿Buscas esto? —Sonrió él burlonamente.
Kyuhyun estaba haciendo girar sus calzones en un dedo. Se los arrancó de la mano con un grito ahogado y se dio la vuelta para ponérselos. Kyuhyun se levantó y le beso la piel desnuda del hombro. Aquello fue el colmo.
Sungmin  se puso en pie de golpe y se volvió hacia él.
—¿Cómo has podido convertir esto en un campo de batalla? Sabes de sobra que he aceptado ayudar a Sukchun. ¿Acaso no te di su nota?
—¿Qué nota?
—Después de que me besaras en el pasillo. —Como él todavía parecía confuso, le gritó—: ¡La que te tiré!
Ahora no parecía confundido. De hecho, parecía enfadado.
—No cuela, cariño, pero eso no era nada que Sukchun me hubiera enviado.
—¿No lo era? Pues bien, fuera lo que fuese, me pidió que te lo diera.
—Me parece bastante inverosímil. Pero estoy seguro de que se te puede ocurrir una historia más creíble.
—¿Te das cuenta de que me estás llamando mentiroso?
—¿Acaso no lo eres? Un mentiroso, un ladrón y supongo que ahora debo añadir... un tentador seductor. ¿Cómo demonios has conseguido desarrollar esas cualidades sin dejar de ser virgen?
Sungmin  no podía dar crédito a lo que oía. ¿Pensaba todo eso de él y aun así le había hecho el amor? Qué canalla tan despreciable.
Con una mirada falsamente aduladora le dijo:
—Voy a decirte esto sólo porque siento que debo hacerlo. Sukchun me aseguró que el príncipe en persona respondería por él. Pensé que lo haría esta noche, pero no lo ha hecho. Y, como entretanto he averiguado la clase de información que le interesa a Sukchun, he pensado que no debería comunicársela sin antes hablar con el príncipe. Pero, por alguna estúpida razón que no logro comprender, confiaba en que al menos tu no fueras contra los intereses de nuestro país. Además, Sukchun me dijo que podía informarte sobre cualquier cosa extraña que averiguara. Así que vine aquí para decirte lo que había descubierto y que tú decidieras si requería una atención inmediata o si por el contrario no tenía importancia.
—¿De qué información hablas?
—Esta mañana enviaron al joven Key a la ciudad para que entregara una nota de Boah. Al chico le preocupaba tener que aventurarse de nuevo en Londres solo, así que ignoró la advertencia de Boah de mantener el encargo en secreto y me lo contó todo. Si no hubiera hecho tanto hincapié en que guardara el secreto, no le habría dado ninguna importancia. Pero de cualquier manera, no podía dejarlo ir solo a la ciudad cuando estaba tan alterado, así que me ofrecí a acompañarlo. Y es por eso por lo que he venido aquí esta noche. A contarte que la nota era para lord Joowo y el interés que Boah tenía en él.
Kyuhyun no pareció ni sorprendido ni preocupado, y la razón quedó clara cuando dijo:
—Creo que un joven tan inteligente como tú adivinaría que yo lo había averiguado todo desde el momento en que vi tu carruaje delante de la casa. Sin embargo, tengo que felicitarte. Realmente ésa habría sido una espléndida excusa y además muy creíble, salvo por un pequeño detalle. Yo ya te había preguntado qué estabas haciendo en Wigmore Street y me diste una respuesta diferente. ¿O admites que me mentiste esta mañana cuando me dijiste que tu doncella estaba visitando a un amigo?
—Sólo dije que ella tenía amigos en la ciudad, no que los tuviera en esa calle en particular.
—Lo diste a entender.
—¡Me estabas interrogando otra vez! —le espetó Sungmin —. Me sentí indignado.
—A ver si lo he entendido bien. Esta mañana me mentiste en vez de aprovechar la oportunidad perfecta para entregarme la información porque consideraste que un arrebato de indignación tenía prioridad sobre algo que ahora estimas lo suficientemente importante para justificar tu intrusión en mis habitaciones. ¿Lo he resumido bien, querido?
—No, pero esto sí lo resumirá bien. Después del horrible trato que me has dado, me desentiendo de todo. No pienso ayudar a nadie más, y menos a alguien que se supone que es mi amigo. Puedes decírselo a Sukchun o dejar una nota en tu propia puerta si quieres. Buenas noches, sir Canalla —concluyó mordazmente—. Te has ganado el título con creces.
Se dirigió a la puerta, pero al menos tuvo la suficiente presencia de ánimo de recordar su anterior preocupación de provocar un escándalo, y miró a ambos lados del pasillo para asegurarse de que estaba vacío antes de salir corriendo.
Kyuhyun no intentó detenerlo. Absorto en sus fieros pensamientos, acabó perdiéndose después de todo y terminó subiendo una enorme escalinata que conducía a los aposentos reales. Dos lacayos lo orientaron de nuevo y, tras memorizar la dirección correcta, llegó sin problemas a su habitación. Los ronquidos de Suho no le molestaron. Estaba tan absorto en sus heridos y feroces sentimientos por lo ocurrido esa noche que el palacio bien podría haberse venido abajo sin que él se diera cuenta.



Sungmin  nunca llegó a recobrarse de su último encuentro con Cho Kyuhyun. Las semanas pasaron, pero el dolor y la rabia que había experimentado esa noche hicieron mella en él. Nada pudo hacer que lo olvidara.
Sin embargo, asistir al teatro con la duquesa y su séquito fue la mejor distracción que había tenido hasta el momento. Sungmin la había disfrutado de verdad. Conocer finalmente a la joven reina también había sido excitante, pero demasiado breve. Había pocos entretenimientos en palacio ahora que Victoria estaba a punto de dar a luz. Las escasas palabras del príncipe Alberto que aseguraban la fidelidad de Lee Sukchun a la Corona habían llegado demasiado tarde.
A Sungmin  ya no le importaba que la devoción de Sukchun a su reina y a su país fuera extraordinaria e intachable. Jamás volvería a ponerse en el brete de que lo llamaran mentiroso o ladrón. Así que cerraba los ojos y hacía oídos sordos a cualquier intriga que lady Boah tramara a su alrededor. Sencillamente, no le importaba nada.
Aquellos días tan largos y aburridos le dejaban mucho tiempo libre para pensar en todos los insultos que se le ocurrían para Kyuhyun. Sungmin  había conseguido eludirlo en numerosas ocasiones durante las fiestas nocturnas de palacio. ¿Por qué no había hecho lo mismo esa noche antes de consentir caer en tal infortunio?
Se había guardado las lágrimas para sí mismo, pero no había sido capaz de contener su imprevisible temperamento que lo había hecho avergonzarse en más de una ocasión. Ya no toleraba el carácter iracundo de Suho, que había culminado en una algarabía de gritos de la que Sungmin  se enorgullecía de no haber formado parte. Pero al menos había tenido un resultado positivo. Suho se había enfurecido tanto, que había hecho el equipaje y había abandonado la habitación. Aunque no dejaba de ser una pena que no se hubiera ido también de palacio.
Sungmin  sabía que no podía culpar a Kyuhyun de todos sus cambios de humor... bueno, podía; había otro asunto más importante y que era imposible ignorar por más tiempo.
Necesitaba el consejo de su madre, pero para eso tendría que ir a casa. Y el problema era que también necesitaba el consejo de su madre sobre si debía ir o no a casa a pedirle consejo. ¡Qué lío! Necesitaba un consejo para pedir otro. Pero al final llegó a la conclusión de que tenía que volver a casa, aunque tardó tres días más en abordar el tema con su doncella, la única persona de palacio a la que podía confiar tan delicado asunto.
Esperó a estar sentado en el tocador y a que Sunny se pusiera detrás para peinarlo. Aunque se negó a mirar el reflejo de su doncella en el espejo. Ya tenía las mejillas coloradas, pero era de esperar por la vergüenza que sentía.
—Si no te importa, me gustaría comentar algo contigo, Sunny.
—¿Sobre el bebé?
Sungmin  levantó la mirada de golpe para ver que la doncella arqueaba una ceja mientras clavaba sus ojos en él a través del espejo.
—¿Cómo lo has sabido?
Sunny soltó un bufido y volvió a su tarea de peinarlo.     
—¿No soy yo quien se encarga de usted? ¿Pensó que no me daría cuenta de que había vomitado en el bacín porque su estómago no es capaz de retener nada? ¿Cuando me ha pedido que llegue más tarde por la mañana para que no sea testigo de ello? Aun así las pruebas siguen ahí.
Sungmin  tenía unas náuseas horribles. Incluso había tenido que salir corriendo de los aposentos de la duquesa en varias ocasiones y encontrar un lugar aislado donde poder vomitar el desayuno. Pero por lo menos aquel mal matutino no lo acosaba en horas posteriores.
—Pensé que eran las criadas las que se encargaban de eso —dijo con una mueca.
Sunny bufó de nuevo.
—Nunca he dejado que esas presumidas doncellas de palacio entraran aquí para limpiar su habitación. Es mi trabajo.
—Si ya lo habías imaginado, ¿cómo es que no has dicho nada?
—Usted no estaba preparado aún para hablar de ello —dijo Sunny encogiéndose de hombros—. Ahora sí.
Sungmin  suspiró.
—No podía retrasarlo más. Han pasado tres semanas desde que hice...
Le costaba mucho decir que había hecho el amor, pero Sunny lo entendió y concluyó la frase por él.
—Así que ya sabes por qué no puedo seguir esperando más tiempo. Lo cierto es que comenzará a notarse dentro de un mes más o menos.
—Hay jóvenes a los que no se les nota hasta el último mes de embarazo.
—Y hay otros que tampoco tienen náuseas. Pero yo no soy tan afortunado. Esperaba que tú pudieras aconsejarme qué hacer. ¿Se lo digo a mi madre y busco una solución con ella, o se lo digo al padre del bebé?
—¿Le gusta el padre lo suficiente para casarse con él? No importa, si lo ha dejado es que...
—No quiero hablar de eso, por favor. Fue una estupidez. Y no, no quiero casarme con él. Si hay algo de lo que estoy seguro es de que él sería un marido terrible. Sin embargo, no sé qué clase de padre sería.
—Bueno, sin duda alguna se dará cuenta de que las opciones de su madre para resolver el dilema son muy limitadas. Puede comprarle un marido, algo que, por otra parte, puede permitirse el lujo de hacer, o encontrar una buena casa para el bebé.
—No puedo soportar la idea de entregar mi bebé a unos desconocidos —dijo Sungmin  al instante.
—Entonces...
—Y tampoco soporto la idea de comprar un marido.
Sunny puso los ojos en blanco.
—Si ya ha decidido dejar que sea el padre quien se encargue de esto, ¿para qué me pide consejo?
—Yo no he decidido nada.
En su imaginación, el Ángel aparecía ahora sin brillo, sin posibilidad de redención, sin una sola cualidad honorable. Después de todo era, simplemente, un canalla. ¿Y ése era el padre de su hijo?
—De hecho —continuó—, ojalá no volviera a verlo en mi vida. Sin embargo, esperaba que tú pudieras pensar en alguna otra alternativa.
—Podría irse muy lejos, no sólo para tener al bebé, sino para evitar habladurías. Váyase al extranjero, hágase pasar por viudo. Quizá su madre se ofrezca a acompañarlo.
Sungmin  no había pensado en ello y tampoco quería pensarlo ahora. Sería un cambio muy drástico en sus vidas. ¿Cómo podría sugerirle eso a su madre cuando Lilly había vivido en Shiyuan toda su vida? Todos sus amigos estaban allí, y era feliz con sus actividades sociales. Pero no tenía ninguna duda de que Lilly cerraría su casa y seguiría a Sungmin si optaba por ese plan. Lilly lo amaba incondicionalmente. Pero la culpa no dejaría vivir a Sungmin si consentía trastocar la vida de su madre de esa manera.
Ninguna de sus opciones era demasiado atrayente, pero qué podía esperar después de haber tomado el camino equivocado. Sungmin  había hecho lo único que era absolutamente imperdonable a los ojos de los demás, por eso no podía dejar que se enterara nadie.
—No puedo hacerle eso a mi madre —dijo Sungmin —. De verdad que no puedo.
Sunny pasó el peine por el pelo de Sungmin  unas cuantas veces más antes de decir con aire pensativo:
—Debería decírselo a su caballero... Porque es un caballero, ¿no?
—Es aristócrata de nacimiento, sí.
—¿Hay alguna diferencia?
—En su caso, definitivamente sí.
Sungmin  lo dijo con tal amargura que Sunny se apresuró a preguntarle:
—¿De quién se trata?
Sungmin  no tenía ninguna razón para mantener la identidad en secreto, al menos ante su doncella.
—Es el amigo de Suho que entró por equivocación en esta habitación hace unas semanas y te dejó tan embelesada.
—Así que el joven Suho no fue el único que... Oh, Dios mío. ¡Minie! Cásese con él.
—No.
—¿Por qué no?
—Porque, probablemente, es el hombre más jugador que ha pisado la faz de la tierra. Todos caen rendidos a sus pies por culpa de su extraordinaria apariencia y él se aprovecha de ello, ¡seduciéndoles!
—¿A todos?
—A todos los que son tan tontos como yo.
Sunny suspiró y palmeó el hombro de Sungmin  en un gesto compasivo.
—Ahora lo entiendo mucho mejor. Un hombre con ese físico puede derribar todas las defensas de cualquiera, en especial si lo intenta.
—Sus habilidades no importan. La situación en la que me ha dejado, sí.
—Hay otra opción, lo sabe.
—Por eso tenemos esta conversación, para hablar de todas las opciones. ¿Qué más opciones tengo?
—Bueno, no es la más idónea, pero si de verdad no quiere casarse. con él...
—Eso ya lo hemos dejado claro.
—Y si no quiere comprar un marido, irse al extranjero o dar el bebé a unos desconocidos...
-¿Sí?
—Déselo a él en su lugar. Realmente no sería el primer caballero en aceptar su responsabilidad y criar a su bastardo. Es probable que él prefiera esa alternativa al matrimonio si es tan tarambana como usted dice. Y usted podría convertirse en un «amigo» de la familia y visitar a su hijo de vez : en cuando, aunque...
—¿Qué?
—No estoy segura de que, después de todo, sea una buena idea. Si se encariña demasiado con el bebé, podría acabar siendo muy doloroso para usted. ¿Y cómo impedir que se involucre su corazón cuando se trata de su propio hijo? De cualquier manera, tiene que decírselo, y debería hacerlo antes de volver a su casa. Si no lo hace usted, lo hará su madre, y no creo que ella se muestre demasiado encantada al respecto. Estoy segura de que le echará la culpa de todo a él. Es probable que le exija que se case con usted. Así que si no quiere llegar a esa situación, hable usted con él. Incluso podría ocurrírsele alguna otra alternativa en la que no hayamos caído.



1 comentario:

  1. Pero qué demoniooooooossss
    Estúpido Kyuhyun...por que eres así,me dab ganas de darte un par de cachetadas.
    Pobre Min,a la primera y pegó...eso de ser tan joven y tener buen reloj biológico...de dejo esto.
    No pues,ni yo querría un marido así....puff😒
    Que se vaya lejos😕
    Que no lo sepa la mamá de Kyu porque nos los casan😂😂😂😂se supone que andamos huyendo de eso,al menos con el ex ángel😒

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...