Debutantes III -12




—¿Dónde se había metido?
Sungmin  dio un respingo ante el tono chirriante de Sunny, si bien no se había esperado menos. Había cogido un carruaje de alquiler en Dover y al anochecer ya había llegado a Londres, pero a pesar de la hora que era la doncella había expresado su alivio en voz alta.
—Donde no quería —replicó Sungmin  con aire cansado, acercándose a la cama para sentarse.
—¡Han pasado cuatro días!
—Y ha sido una suerte que sólo hayan sido cuatro —gruñó Sungmin —. No es demasiado fácil encontrar billete en un barco sin haberlo sacado de antemano, ¿sabes? No, supongo que no lo sabes. Pero te aseguro que lo he averiguado de primera mano.
Sunny abrió mucho los ojos.
—Pero ¿adonde se le ha ocurrido ir solo en un barco? ¿Por qué no me avisó?
—No fue a propósito. Aunque el barco zarpó mientras le decía a mi marido que ni en sueños pensaba casarme con él.
—Pero se ha casado con él, ¿no?
Sungmin  parpadeó sorprendido por el tono tranquilo que de repente había adoptado su doncella.
 —¿Por qué no te sorprendes?
—Porque es lo correcto si tenemos en cuenta todo lo ocurrido.
Sungmin  soltó un bufido y se puso en pie, sintiéndose furioso de nuevo.
—No cuando él no quería casarse conmigo. No cuando piensa que le seduje. No cuando está tan malditamente seguro de que le he mentido sobre mi embarazo.
—Entonces... ¿por qué al final se ha casado con usted de todos modos?
—Al parecer tenía una mínima sombra de duda.
—¿Una mínima sombra de duda? —repitió atónita Sunny.
—Sí, una mínima sombra de duda.
—Pero si han estado cuatro días juntos, ¿acaso no tuvo náuseas y vómitos que pudieran probar...?
—Claro que sí. Todas las mañanas. —Sungmin  suspiró—. Pero para él no eso no constituye una prueba porque piensa que fingí. Además, a bordo del barco, no sólo tenía náuseas por el embarazo. Estoy seguro de que hasta que no me vea con el vientre hinchado no empezará a considerarlo en serio. Pero por ahora, Kyuhyun tiene intención de anular el matrimonio, ya que está casi seguro de que no podré demostrar mi embarazo en el período de tiempo estipulado.
—Bueno, entonces peor para él cuando vea que no es así.
—No, peor para mí. Es un canalla, Sunny. Aún no puedo creer que me haya sentido atraído por él. Por supuesto, no mostró su verdadero carácter hasta esa fatídica noche. Pero no tanto como cuando le puse al corriente de mis circunstancias en el barco, y éste zarpó antes de que pudiera bajarme. Le dije que no me iba a casar con él y punto.
—¡Estoy segura de que se mantuvo en sus treces!
—No te burles de esta lamentable situación. ¡Amenazó con arruinarme públicamente si no aceptaba sus horribles términos! Y me ha ordenado que me oculte en casa, en Shiyuan, hasta que haya pasado el tiempo suficiente para terminar con esta farsa de matrimonio.
—¿Qué ocurrirá cuando se entere que no podrá ponerle fin de un modo amistoso sino con un escandaloso divorcio?
—Eso es lo que más temo. Cuando al final descubra que no le he mentido, no querrá divorciarse. Esa es la única razón de que se haya casado conmigo, esa mínima sombra de duda que tiene. Me dejó muy claro que no permitiría que unos desconocidos criasen a su hijo. Así que espero que la prueba de mi embarazo se retrase lo máximo posible para poder salir de este lío antes de que él se dé cuenta de que en realidad sí estoy esperando un hijo suyo.
—No creo que se haya parado a pensar lo que está diciendo —dijo Sunny con vacilación.
—Le desprecio sin ningún género de duda —insistió Sungmin .
—No me refería a eso. Lo que quiero decir es que ha conseguido justo lo que quería, que su hijo sea legítimo. Si deja que él se divorcie sin que nadie sepa que se han casado, estará de nuevo como al principio, pero con tres o cuatro meses más de embarazo. Demasiado tarde para hacer cualquier cosa que no sea irse a otro lugar para tener al bebé en secreto y dejarlo al cuidado de otras personas.
Sungmin  palideció. ¿Por qué no se le había ocurrido pensar en eso antes? ¿Porque estaba tan furioso con Cho Kyuhyun que no era capaz de ver más allá de sus narices?
—Veo que me ha entendido —añadió Sunny inclinando la cabeza con satisfacción.
—Esto es... intolerable. No puedo soportar la idea de estar atado a él...
—Oh, basta —lo interrumpió Sunny con dureza—. ¿De verdad cree que él continuará siendo tan despreciable con usted cuando se dé cuenta de que todas sus conclusiones eran absurdas y estaban equivocadas? Lo más probable es que haga un considerable esfuerzo por ser tan encantador como usted quiere que sea, y compensarlo por el mal rato que le ha hecho pasar.
Sungmin  soltó un bufido.
—No, se limitará a buscar otra razón para despreciarme. En serio, olvídalo. Si hasta me ha dicho que fui yo quien lo seduje, que todo esto ¡es culpa mía!
—¿Y lo sedujo? —preguntó Sunny con franqueza. Ante la mirada airada de Sungmin, la doncella intentó suavizar las cosas añadiendo en un tono conciliador—: No, por supuesto que no. No sé en qué estaría pensando. Pero habría que preguntarse cuántos habrán intentado cazarlo cuando no es capaz de ver la verdad a pesar de tenerla delante.
—No intentes justificarle, Sunny. He pasado casi cuatro días horribles con ese hombre, y preferiría no tener que hablar más de él.
Sunny asintió con la cabeza y cogió el libro que había estado leyendo.
—¿Cuánto tiempo lleva mi madre angustiada por mi desaparición? —preguntó Sungmin  con preocupación.
De inmediato, la expresión de Sunny se volvió compasiva.
—Esperé tanto como mis nervios me lo permitieron antes de avisarla de que usted había desaparecido. Rezaba para que regresara de un momento a otro. Pero después de dos días sin tener noticias suyas, no pude demorarlo más. Ayer envié al lacayo, Keets, a su casa para que le entregara el mensaje a su madre, pero aún no ha regresado. Aunque estoy segura de que ya se lo ha notificado. Pensé que Lilly estaría aquí anoche, así que no sé qué la está retrasando. Sin embargo, puede llegar en cualquier momento.
Sungmin suspiró. Debería agradecer que Lilly no hubiera estado preocupándose tanto tiempo por él como había temido, pero ahora le inquietaba la demora de su madre. Y no sabía si debía esperar en palacio a que ella llegara o tratar de interceptar a Lilly en el camino de vuelta a casa. Si lo hacía podría pasarla por alto en el camino ya que había anochecido. Además, sin carruaje y conductor propios, tendría que buscar un coche de alquiler, y no creía que pudiera encontrar a un cochero dispuesto a llevarlo a Shiyuan por la noche.
—Supongo que tendré que pasar otra noche más aquí —dijo Sungmin —. Pero hay que empezar a recoger mis cosas. Yo mismo te ayudaré para que vayas a recoger las tuyas al apartamento antes de que se haga demasiado tarde.
—¿Nos vamos mañana?
—Sí, a primera hora de la mañana. Si pudiera disponer de un medio de transporte esta noche, partiríamos de inmediato.
—Si quiere irse ahora, Keets podría ayudarnos.
—Pero ¿qué pasará si mi madre llega después de que nos hayamos ido?
—Él podría avisarla también. Estaría pendiente de su llegada y le diría que usted está sano y salvo —dijo Sunny—. Ésa será su mayor preocupación. No necesita verlo para saber que está bien.
—Pobre señor Keets. No hemos dejado de aprovecharnos de su amabilidad. Tendré que pensar una manera de compensarle por toda su ayuda.
—No es necesario que haga nada —dijo Sunny sonrojándose.
—Oh —repuso Sungmin , entendiéndola a la perfección, y sólo un poco incómodo al conocer la existencia de otro amante de su doncella, ahora que él mismo había caído en desgracia—. Mmm, bueno, espero que no lo eches demasiado de menos cuando regresemos a casa.
Sunny le dirigió una sonrisa.
—Prometió visitarme... a menudo.
—Muy bien pues, si él puede encontrarnos un carruaje para esta noche podemos irnos ahora y enviar a alguien para que recoja nuestras pertenencias más tarde. Sin embargo, tendré que ir a explicarle a lady Boah mi ausencia de estos últimos días y decirle por qué abandono mi puesto como dama de honor. Lo haré ahora mismo.
—Entonces, ¿va a decirle la verdad? —le preguntó Sunny con sorpresa.
—Santo Dios, no. Eso es algo que mantendremos en secreto. Pero tengo la excusa perfecta para Boah: sus intrigas. Le diré que no puedo soportarlas más, etcétera. Incluso le diré que he estado en casa estos últimos días para convencer a mi madre de que me permitiera renunciar a mi puesto en la corte de la reina para siempre.
—¿Que vas a hacer qué? —dijo Lee Lilly desde la puerta.
Lilly estaba maravillosa, pero siempre tenía un aspecto estupendo en los meses de invierno cuando sus mejillas adquirían un brillante tono rosado por sus paseos diarios. Sungmin siempre había montado con ella a primera hora de la mañana antes de que comenzaran sus clases. Había echado de menos aquellos paseos en Londres. También había añorado a su madre terriblemente. ¡Llevaba casi dos meses sin verla!
—No me digas que me he comprado una casa en Londres para nada —dijo Lilly entrando en la habitación y dándole a Sungmin  un largo y fuerte abrazo—. Aunque supongo que todavía podremos usarla en la temporada de invierno. ¿Qué tal, cariño? Pareces un poco pálido. No estarás enfermo, ¿verdad? ¿Es por eso por lo que quieres volver a casa?
Sungmin  apenas pudo evitar abrir la boca. Era evidente que su madre no había tenido noticia de sus cuatro días de ausencia, con lo cual no había estado angustiada y preocupada, y él se había estado preocupando por nada. Además, por el comentario que había hecho al entrar, Lilly tampoco parecía haber escuchado más que las últimas palabras de su hijo. Eso quería decir que tendría que darle las noticias con toda la suavidad posible.
—Su hijo está casado y embarazado, y le contará todos los detalles de camino a casa.
—¡Sunny! —exclamó Sungmin .
Lilly amonestó a la doncella con una mirada adusta.
—Siempre has tenido un pésimo sentido del humor, Sunny. Pero no está bien bromear con esas cosas.
Sungmin  se apresuró a cambiar de tema.
—¿Cuándo decidiste comprar una casa en la ciudad? No me habías mencionado nada en las cartas que me enviaste.
—Quería que fuera una sorpresa. Incluso vine a Londres hace un par de días para cerrar el trato, pero hubo algunos retrasos. Como todavía quería darte una sorpresa, me abstuve de venir a verte hasta después de firmar la escritura, lo que ha ocurrido hace más o menos una hora. No me fue fácil tener que esperar, fue todavía peor que estar en casa echándote de menos —añadió Lilly con una risa ahogada.
—No estaba bromeando —dijo Sunny entre dientes desde el fondo de la habitación.
Ahora fueron ambos, madre e hijo, los que fulminaron a la doncella con la mirada.
—Pero si me dijiste que no pensabas comprarte una casa aquí —le recordó Sungmin  a su madre, ignorando a Sunny.
—Lo sé, y estaba resuelta a ello. Tenía que cortar por lo sano, por así decirlo, ya que sabía que no volverías a vivir de nuevo en casa, al menos no por mucho tiempo. Pero al final, ¡no pude soportarlo más! Así que vivas donde vivas cuando te cases, no volveremos a estar tan lejos.
—No estaba bromeando... —masculló la doncella de nuevo.
—Sunny, déjalo, por favor —dijo Sungmin  esta vez.
Por desgracia, el tono angustiado de su voz no pasó desapercibido para su madre. Su madre frunció el ceño con preocupación.
—¿Hay algo que debería saber? —le preguntó Lilly directamente.
Sungmin  no pudo pronunciar las palabras, sólo se quedó mirando a su madre. Sus náuseas habían vuelto en todo su esplendor.
—Sólo intento evitar que se vuelva a poner de los nervios con todo este asunto —dijo Sunny con toda la despreocupación del mundo—. No necesita más trastornos en su estado. Ya ha sufrido bastante.
Lilly no era estúpida, y era demasiado buena sumando dos y dos; por lo que terminó expresando en tono claramente lastimero:
—¿Te casaste la misma semana que llegaste? ¿Y no me invitaste a la boda?
Sungmin  se apresuró a tranquilizarla.
—No fue así, mamá. Me casé esta mañana en medio del canal de la Mancha cuando regresábamos de Francia.
—¿¡De Francia!?
Sungmin  hizo una mueca.
—Fue algo así como una especie de... viaje de novios adelantado.
De repente todo cobró sentido para Lilly.
—Oh, Dios mío, necesito sentarme —dijo. Pero no lo hizo. Se quedó allí de pie en estado de shock y luego añadió—: ¿Y quién es él?
—Cho Kyuhyun.
—No será... Oh, Dios, ¿es el apuesto hijo de Ahra? Bueno, supongo que eso lo explica todo. Siempre te dejaba embelesado cada vez que lo veías, ¿recuerdas?
—Sí, hasta que lo conocí —respondió Sungmin  y al instante deseó haberse guardado esa información para sí.
Lilly arqueó una ceja.
—¿Hay alguna otra cosa que deba saber además de que te viste obligado a casarte con él?
—Supongo que el hecho de que los novios se odien mutuamente no tiene importancia —dijo Sunny.
Esta vez Lilly sí que se sentó. Comenzó a decir algo, pero cambió de idea y se calló. Abrió la boca para comenzar de nuevo, pero volvió a cerrarla. Finalmente estalló:
—¡Se suponía que esto no iba a ocurrir! —Sacudió la cabeza levemente y añadió—: Muy bien, hijo, explícamelo todo tan concisamente como puedas, así podré contener este repentino deseo de ir a por una pistola.
Sungmin  la puso al corriente con rapidez y trató de no dejarse nada en el tintero. Empezó por el principio, explicando cómo Kwon Boah había intentado involucrarlo en sus tejemanejes desde su primer día en palacio y cómo había sido el primer encuentro con Kyuhyun. Algo que, mirándolo retrospectivamente, había sido incluso divertido, pues ambos habían llegado a unas conclusiones erróneas. Admitió su fascinación por él, a pesar de saber que era un reconocido playboy. Incluso confesó que había aceptado ayudar al señor Lee en sus intrigas, y que eso era lo que lo había llevado a buscar a Kyuhyun en donde no debía. No se reservó nada y repitió todo lo que él había dicho y por qué.
Sungmin  se sintió liberado cuando terminó, como si le hubieran quitado un peso de encima. Debería haber recordado que Lilly siempre tomaba lo bueno o lo malo que le ofrecía la vida. Su madre jamás se quejaba, y jamás guardaba rencor. Sungmin  deseó poder ser como ella. Y deseó haber ido a hablar con Lilly en primer lugar, en vez de seguir el consejo de Sunny... algo que había conducido a su boda.
Lilly se puso en pie cuando Sungmin  terminó e incluso sonrió. Puede que no fuera una sonrisa entusiasta, pero, definitivamente, era una sonrisa.
—Muy bien —dijo ella—. No es necesario que volvamos a Shiyuan tan pronto. Tengo reservada una habitación para ti en mi hotel. Había pensado que podrías tomarte unos días de descanso y venir conmigo a comprar los muebles para la nueva casa, pero ahora deberías considerarlo como un respiro para no pensar en esta nueva y triste situación. Será una salida agradable. Nos divertiremos. Y luego podrás decidir lo que quieres hacer. Así que olvídate de las tontas órdenes de tu marido, ya que son totalmente irrelevantes y se basan en un análisis erróneo de las circunstancias. ¿Qué me dices, cariño? ¿Nos vamos a cenar a Londres? Y si al final no sabes qué hacer, ya se me ocurrirá algo mientras cenamos.


Sungmin  no estaba ni un poquito nervioso cuando llegó a casa de Kyuhyun la segunda vez. Lilly se había ofrecido a ir con él, pero el joven no quería que su madre fuera testigo de lo sarcástico y ofensivo que podía ser Kyuhyun... ni de cómo se rebajaba a su nivel cuando se enfrentaba a él. Había tomado la decisión de ir a hablar con su marido solo. Quizá lo había hecho en un arrebato de cólera, pero estaba seguro de haber tomado la decisión adecuada. No importaba cuánto aborreciera la idea, ni lo mucho que Kyuhyun se opusiera a ella. Su hijo era lo más importante de todo.
Además, su madre había estado totalmente de acuerdo con él. De hecho había sido ella quien le había metido la idea en la cabeza.
—No permitas que crea que va a haber una anulación cuando no la va a haber.
Le abrió la puerta el mismo mayordomo con el que se había topado la vez anterior. Ya que el cochero de su madre estaba bajando uno de sus baúles pequeños del carruaje, el hombre debería haber mostrado al menos un poco de sorpresa o curiosidad, pero ocultó sus pensamientos a la perfección.
—Soy Cho Sungmin  y vengo a quedarme —explicó—, así que le agradecería mucho que le pidiera a un lacayo que ayudara a bajar mis baúles. Por favor, lléveme ante el marqués.
El mayordomo tardó un momento en responder. Incluso sus ojos llamearon levemente. Probablemente pensaba que deberían haberle avisado de su llegada, y así debería haber sido si alguien de la casa hubiera estado al tanto.
—El marqués está ocupado —respondió inexpresivamente.
—¿Aún sigue durmiendo? —preguntó.
—No, lord Sungmin , salió a primera hora de la mañana. Casi al amanecer. Llevaba una pequeña maleta con él, así que puede que no regrese hoy. No dijo mucho al respecto.
Sungmin  no se esperaba esa noticia. Había estado preparado para una violenta pelea, pero ahora su esposo no estaba allí para enfrentarse a él.
—¿Podría hablar con su madre?
—Por supuesto, sígame.
El mayordomo no tuvo que ir muy lejos. Se detuvo en la puerta del comedor antes de anunciar en voz alta:
—El joven lord Cho ha llegado, milady.
Sungmin oyó la réplica irritada que salía del interior de la estancia.
—¿Está usted ciego, Charles? No hay joven lord Cho.
—El nuevo joven lord Cho —corrigió él.
Sungmin  tuvo la sensación de que a Charles le había provocado un profundo placer dejar muda a la marquesa viuda. Pero ya que él no podía responder a ninguna pregunta que Cho Ahra quisiera hacerle, Sungmin  pasó junto al mayordomo y entró en el comedor.
—Yo soy el joven en cuestión, anteriormente Lee Sungmin, de Shiyuan. De hecho, la casa de mi familia está un poco más abajo que la hacienda de su hermano, así que quizá conozca a...
—¿Eres el hijo de Lee Lilly? —lo interrumpió.
—Sí, y actualmente... su nuero.
La mujer debió de quedarse patidifusa, pero Cho Ahra sólo se limitó a soltar su tenedor antes de preguntar en un tono resentido:
—¿Cuál de ellos se casó contigo?
—El mayor. Fue una ceremonia muy breve que se celebró en alta mar la semana pasada.
Para sorpresa de Sungmin , una gran sonrisa apareció en la cara de su suegra
—Debo decir, joven, que has triunfado donde otros han fracasado, ¡te felicito!
—¿No está enfadada?
—Dios mío, no. Estoy encantada. Incluso conocía a tus padres. Eran buenos amigos míos como estoy segura de que ya sabes, y su matrimonio no fue una sorpresa para mí. Para entonces ya me había ido de la casa de mi padre, pero oí decir que el conde había mandado construir la casa solariega para Lilly ya que estaba cerca de la propiedad de su familia. Recuerdo haber pensado lo romántico que me pareció aquel gesto cuando mi hermano lo mencionó en una de mis visitas a casa. Es un gran inconveniente vivir la mayor parte de tu vida en una propiedad vinculada a un título y perderla cuando fallece tu marido. Al menos Lilly no tuvo que pasar por eso.
Sungmin apenas fue capaz de endurecer la expresión ante la queja de la mujer. Sabía exactamente de qué hablaba Ahra. Había imaginado que Kyuhyun todavía estaba viviendo con su madre e incluso se lo había mencionado a Lilly esa semana.
—Tienes razón —le había dicho Lilly—. Ahra todavía vive con él. Kyuhyun heredó todas las propiedades del marqués junto con el título cuando su padre murió.
Sungmin  se dio cuenta de que Ahra se estaba comportando de una manera diferente a como se había imaginado. ¿Acaso no quería saber por qué Kyuhyun no le había dicho que se había casado?
—Me alegra que me considere la persona adecuada para su hijo —le dijo suavemente—, pero debo advertirle que él no es de la misma opinión. No ha sido Kyuhyun quien me ha invitado a venir, me he colado en su casa, por así decirlo.
—¿Os habéis peleado ya? —preguntó Ahra—. Bueno, eso no augura nada bueno, pero al menos explica por qué él no ha mencionado este maravilloso acontecimiento. Todavía me parece increíble. Incluso me había resignado a que mis hijos menores se casaran antes que Kyuhyun.
—Es mucho más que una pelea, lady Ahra. Kyuhyun tiene intención de anular el matrimonio.
La dama frunció el ceño.
—Podrías haberte ahorrado el comentario. Así que voy a seguir sin tener nietos, ¿eh?
—Bueno, al menos tendrá uno —dijo Sungmin con una tímida sonrisa.



A Kyuhyun no le llevó demasiado tiempo darse cuenta de que era mucho más fácil pensar en Sungmin con lógica cuando no estaba cerca para confundirle y provocarle. Después de que regresara al palacio de Buckingham y él a su casa, apenas tuvo dos días de respiro antes de que el pequeño atisbo de duda que Sungmin  había plantado en su mente comenzara a crecer y tuviera que reconocer cómo las consecuencias de su decisión afectarían a sus vidas si al final él daba a luz a su hijo.
¿Cómo explicaría a la gente la decisión que había tomado de vivir separados todos esos meses previos al parto si tenían que continuar casados? Pero eso sólo sería un problema si Sungmin  estaba realmente embarazado, algo que todavía estaba por ver.
Pero dos días después empezó a pensar en el bebé como algo real y no como un producto de las maquinaciones de Sungmin. Incluso comenzaba a imaginar a quién de los dos se parecería su hijo.
Aquello fue un error. En cuanto le puso rostro a un bebé que probablemente no existía se vio acosado por una poderosa emoción imposible de describir ni de ahuyentar. El niño de ambos... no, de él. Maldita sea, no, realmente era de ambos... si existía.
Intentó con todas sus fuerzas dejar de pensar en ese niño y en Sungmin , pero la idea ya había echado raíces en su cabeza y no desapareció. Iba a tener que llevar a Sungmin de vuelta a Londres. Después de todo, no podía confiar en que no hiciera alguna tontería. ¿Sabría su esposo qué precauciones debía tomar durante el embarazo? ¿Que había cosas perfectamente normales que podrían ser muy peligrosas para un nonato?
Kyuhyun metió alguna ropa en una pequeña maleta de mano por si acaso hacía mal tiempo por el camino, y se dirigió directamente a Shiyuan para traer a Sungmin  de vuelta a casa.
Vivir con su familia no era precisamente la situación ideal, pero era la única manera en que podría controlar las actividades de su esposo y asegurarse de que fueran las más apropiadas para un joven en su estado. Podrían inventarse algo sencillo para que viviera con su familia, algo que no tuviera nada que ver con el matrimonio. Sus madres eran amigas, después de todo, y como ya era finales de noviembre, la larga temporada de invierno estaba a la vuelta de la esquina. Ahra siempre podía decir que iba a presentar a Sungmin en sociedad esa temporada. Tan simple como eso.
Cabalgó lo más deprisa que pudo hasta Shiyuan, sorprendiéndose incluso de lo rápido que podía viajar al no tener que ir con su madre en un pesado carruaje. La ansiedad que experimentaba por poner bajo su cuidado a su futuro hijo no tenía nada que ver con ningún deseo de volver a ver a Sungmin. Al menos eso fue lo que se dijo a sí mismo media docena de veces durante el largo trayecto. Pero la inesperada decepción que sintió cuando no encontró a su esposo en casa fue en parte responsable de la cólera que sintió mientras regresaba a Londres.
Le había dicho a Sungmin  que se fuera a casa. ¿De verdad pensaba su esposo que podía hacer lo que le diera la gana? Lo había desafiado a propósito. Como realmente no estaba embarazado, resultaba evidente que había decidido conservar su puesto en palacio. Que le condenaran si iba allí para ajustar cuentas con él. Tendrían una discusión violenta y demasiada gente podía escucharles y provocar rumores en palacio.
Cuando atravesó la puerta principal de su propia casa y vio a Sungmin salir de la sala, se quedó demasiado sorprendido para reaccionar de inmediato. Clavó los ojos en él con dureza. Estaba aliviado de que su esposo estuviera bien y no por ahí perdido. Pero la rabia que había sentido durante el trayecto desde Shiyuan no se había disipado, y lo miró con el ceño fruncido. Sungmin  no parecía precisamente acobardada. Si acaso había en sus ojos una rabia similar a la suya. Maldita sea, qué guapo estaba con ese traje color lavanda y... tenía la cintura tan delgada como siempre...
—¿Hay alguna razón para que estés aquí? —inquirió Kyuhyun finalmente.
—Bueno, me he traído mis cosas. Ahora vivo aquí —le dijo él con absoluta indiferencia.
—¡Que te crees tú eso!
—Es muy amable de tu parte darme la bienvenida con esos modales groseros de siempre —fue todo lo que dijo.
Kyuhyun apretó los dientes. No importaba que acabara de regresar de Shiyuan adonde había ido a buscarlo para traerlo a casa. El que ahora su esposo estuviera allí había sido su idea, y eso, por sí solo, despertaba sus sospechas.
—No intentes manipularme de nuevo —lo advirtió—, y responde a mi pregunta.
—¿Que por que estoy aquí? Empezaré por la razón más evidente. Porque es cierto que estoy embarazada y en cuanto mi embarazo comience a ser visible no quiero que la gente empiece a preguntarme quién es mi marido y se rían incrédulos cuando les diga que eres tú.
—¿Y la razón no tan evidente?
—¡Porque me pones tan furioso que haría cualquier cosa para fastidiarte!
—No vas a forzarme a nada apareciendo en mi casa sin haber sido invitado, te juro que no. Admito que tengo mis dudas, pero si intentas que este matrimonio sea real antes de que lo del bebé sea un hecho...
—No empieces con eso otra vez. Tu madre lo sabe, la mía también, y eso, por si no eres lo suficientemente listo para figurártelo, ya indica que estamos casados de verdad. Te dije que no quería casarme contigo pero, por si lo has olvidado, tú insististe en hacerlo, así que ahora asume las consecuencias. Todo lo que quiero es que mi hijo sea legítimo y así será. Por mí ya puedes volver a soltar todas esas mentiras de que me aproveché de ti. ¿O cómo dijiste? ¿Que te había seducido? No me importa lo más mínimo.
—¿Por qué me haces esto? —le preguntó Kyuhyun con toda la paciencia que pudo reunir.
—Porque no miento. No te he mentido desde la noche que te dije que estaba buscando una bufanda para Boah.


1 comentario:

  1. Estúpido Kyuhyuuuuuuuun
    Dios mio cuantas veces tendrè que decirselo(?)
    Podria decirse que ésta es la 3ra...la vencida,espero que ahora sí le crea.

    Ah,cómo se hace menso Kyu,ya hasta casi soño una vida con ellos y le salio lo protector,ni su cabeza ni su corazón están en sintonía,la necesita.
    Al menos Min ya tiene de su lado a su mamá y a su suegra😌

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...