Debutantes III -14




Sungmin  bajó las escaleras para tratar de explicarle a Donghae su presencia en la residencia de los Cho sin revelar todos los detalles.
—Me he casado. Por eso he dejado mi puesto en palacio.
—Santo Dios, ¿te has casado? —dijo Donghae con voz ahogada. Luego gimió—. ¡Ahora sí que voy a llorar de verdad
No parecía que Donghae fuera a hacerlo en serio pues esbozaba una amplia sonrisa cuando felicitó a Sungmin  con un fuerte abrazo.
—Por fin alguien podrá contarme todos los misterios que entraña el matrimonio —dijo—, ya que mi padre se avergüenza demasiado para decirme nada.
—¿De verdad no los conoces?
—Estaba bromeando, por supuesto. Después de todo tengo cinco tías y todas ellas se han ido turnando para explicarme todos esos hechos tan delicados para mí. Pero ya sabes cómo son los mayores. Te cuentan las cosas pero realmente no te dicen nada, sólo aluden a esto y aquello.
—Así que tú en realidad no...
—No, realmente no —lo interrumpió Donghae—. Todos mis amigos íntimos se han casado ya. Así que ya ves... ¡soy el único que no logra encontrar marido!
Sungmin no podía imaginar por qué. Donghae poseía la extraordinaria belleza que caracterizaba a todos los Choi. Sin duda, debía haber sido el debutante más hermoso a la caza de marido desde que se había presentado en sociedad. Bueno, pensándolo bien, Heechul también se había presentado en sociedad hacía dos años, y nadie, ni siquiera Donghae, podía compararse a su belleza. Pero aun así ya habían pasado dos temporadas y Donghae debería estar casado.
—¿Es por el título de tu padre? Después de todo es duque y eso podría asustar a cualquiera...
—No, no, he recibido muchas proposiciones. El problema es sólo mío. Al parecer soy incapaz de tomar una decisión, porque no lo siento aquí. —Donghae se señaló el corazón—. ¿Tú lo sentiste aquí? Por supuesto que lo hiciste. ¿Por qué si no ibas a casarte?
Sungmin comenzó a explicarle que había numerosas razones para casarse además del amor, pero no era él quien debía mencionar su razón particular cuando Donghae era todavía inocente. Si la familia del joven decidía contárselo, que lo hiciera, pero mientras tanto, ¿hacía falta que Donghae supiera que ni Sungmin ni Kyuhyun habían querido casarse? No creía que fuera realmente necesario si Donghae sólo había ido allí de visita. De cualquier modo, Donghae ya había respondido a su propia pregunta y Sungmin no intentó corregirlo.
—Entonces dime, ¿quién es el afortunado?
Le había hecho la pregunta con tal curiosidad que Sungmin supo que Donghae no había tenido en cuenta a ninguno de sus tres primos. Por supuesto el menor de ellos, Jaehyun, era demasiado joven. Sungmin no había conocido a Minho, el hermano mediano, pero si se parecía un poco a Kyuhyun, Donghae lo habría considerado otro soltero empedernido y lo habría descartado junto con su hermano mayor.
—Soy yo —respondió Kyuhyun atravesando el vestíbulo. Se detuvo al lado de Sungmin  y le rodeó los hombros con un brazo. Sungmin se puso rígido, pero no lo apartó porque Donghae los miraba con atención.
—¿Tú? —Donghae miró parpadeando a su primo y luego a Sungmin antes de lanzar un gritito de felicidad—. ¡Oh, es maravilloso! ¡Por fin podremos convertirnos en los mejores amigos Sungmin! No puedo creer que me haya perdido toda esta excitación. ¿Cómo ha pasado cuando ni siquiera ha empezado la temporada? ¿Os conocisteis en casa o aquí en Londres? ¿Cuándo ocurrió todo...? Esperad un momento, ¿por qué no me habéis invitado a la boda?
—Estábamos demasiado impacientes para esperar a tener una boda normal—dijo Kyuhyun.
—Os habéis fugado a Escocia para no tener que esperar a publicar las amonestaciones, ¿no? —adivinó Donghae—. ¡Qué romántico!
Kyuhyun le plantó a Sungmin un beso en la oreja y mientras lo hacía le susurró al oído:
—No necesita saber la verdad.
¿De verdad estaban de acuerdo en algo?, pensó Sungmin con inusitado asombro. ¡Qué sorpresa! Al volver la cabeza para decírselo, sus labios se encontraron directamente con los de él.
Sungmin  sabía muy bien que aquel beso era sólo por Donghae. Y ésa fue la razón por la que no se apartó de inmediato. Al menos eso fue lo que se aseguró a sí mismo antes de perder el sentido de tal manera que se olvidó de que no debía disfrutar de aquel beso.
¿No deberían saber los canallas lo mal que se comportaban? Sí, deberían. Sería una buena advertencia para los jovencitos. Pero su canalla particular no lo hacía. Tenía un sabor maravilloso.
La excitación lo había vencido cada vez que lo había saboreado e incluso ahora, cuando su promesa de «no seré un marido fiel» todavía estaba fresca en la memoria del joven, no pudo impedir que un burbujeante vértigo se apoderara de él por aquel beso, por la manera en que la mano de Kyuhyun le acariciaba la espalda de arriba abajo.
No fue Donghae el que rompió el embeleso de Sungmin. Él se balanceaba sobre los talones y sonreía ampliamente imaginando que estaban tan enamorados que no podían reprimir sus sentimientos. O eso era lo que Sungmin  pensaba que su amigo se figuraba al mirarlo de reojo antes de que el plato que Sungmin  sostenía en la mano se le escurriera de los dedos y se estrellara contra el suelo de mármol. Kyuhyun y él se separaron al instante.
Donghae soltó una risita tonta cuando Sungmin miró consternado el desorden que había provocado.
—No te preocupes —le dijo Donghae, arrastrándolo hacia la salita—. Una de las criadas lo limpiará. Quiero saberlo todo de este maravilloso romance que hace que os comportéis como dos tortolitos.
—Un tema interesante —dijo Siwon que estaba sentado en uno de los sofás.
Su hermano lo miró fijamente.
—Me preguntaba por qué no habías vuelto aún a tu casa, pero no esperaba encontrarte aquí de visita. Al menos le dijiste a tía Ahra que me quedaría aquí por un tiempo, ¿no?
—Se me olvidó mencionarlo, querido —dijo Siwon incorporándose en el asiento—. Pero estoy seguro de que ella ya se lo esperaba porque fue aquí donde te quedaste la última temporada mientras prolongabas la agonía de todo el mundo al no escoger marido.
—¡No hago nada de eso! —estalló Donghae.
—¿No es lo que estás haciendo ahora? ¡Me alegra oírlo!
El joven lanzó un resoplido ante el comentario de su hermano.
—¿Dónde está tu esposo? Creo que ya es hora de que os marchéis.
—Eso mismo opino yo —dijo Kyuhyun uniéndose a ellos. Siwon se rio entre dientes.
—No te esfuerces, chico. Tú ya te has incorporado, por así decirlo, a filas, lo que pone fin a nuestra pequeña trifulca. En lo que respecta a tia y Hee —añadió Siwon para su hermano—, han ido arriba a buscar a Sungmin para decidir cuál será la habitación infantil.
Donghae miró a Sungmin con los ojos muy abiertos.
—¿No es un poco pronto?
—La verdad es que... no.
—Válgame Dios, ¿cuánto tiempo lleváis ocultando que estáis casados?
—No el suficiente —dijo Kyuhyun poniendo los ojos en blanco.
Sungmin le dirigió una mirada extraña. Qué fácil hacía que pareciera que habían querido disfrutar de un tiempo a solas antes de comunicarle a la familia las buenas noticias. Él hubiera preferido decir la verdad, pero claro era tan desagradable, bochornosa y... Si seguía por ahí iba a romper a llorar otra vez.
—Han debido de subir mientras yo iba a la cocina. Iré a buscarlos —dijo con rapidez—. Disculpadme.
Por segunda vez en el día salió precipitadamente de la salita. Kyuhyun lo siguió.
—¿Qué quieres ahora? —le preguntó el joven, deteniéndose cuando lo único que quería era estar sola.
Como había una criada limpiando el vestíbulo, él lo cogió del brazo y le hizo pasar a su estudio para hablar de nuevo en privado.
—No tenemos por qué decirle a toda la familia que éste es un matrimonio hecho en el infierno —le dijo en voz baja.
Ya se lo había mencionado antes con respecto a Donghae, pero no le había dicho que también hubiera que fingir delante de Heechul y Siwon. Sin embargo, ¿cómo iban a ocultar que su matrimonio no iba bien cuando no podían estar en la misma habitación demasiado tiempo sin lanzarse puyas el uno al otro?
—¿Qué sugieres?
Él pareció algo frustrado antes de responder:
—Eres un buen actor. Sugiero que le pongamos al mal tiempo buena cara, por lo menos frente a mi familia.
Un insulto y una oferta de paz al mismo tiempo. No, no estaba sugiriendo una tregua, sólo una actuación. Algo en lo que, según su marido, él era muy hábil. Sungmin  casi se rio.
—¿Por qué quieres actuar de esta manera ahora cuando tienes intención de disolver nuestro matrimonio en unos meses?
—Porque ahora estás en esta casa. Porque ya has anunciado nuestro matrimonio, aunque te dije que no lo hicieras. Podrías haber venido aquí como un invitado, y lo sabes. Incluso fui a Shiyuan para... no importa. Pero ahora que todo el mundo lo sabe, tenemos que poner buena cara.
—No has contestado a mi pregunta. Nuestras diferencias irreconciliables serán tus excusas para una anulación. Lo que me estás sugiriendo ahora dificultará las cosas, ¿es eso lo que quieres?
—Eso ya es así. Viniste aquí para ponerme en mi lugar y lo has conseguido. Pero si al final nos separamos será un divorcio y no una anulación. Y en lo que respecta a por qué, tú mismo lo dijiste, Minie, por el bebé.
Eso no podía discutírselo. Sungmin no había esperado que él pensara en el bien del bebé, pero debería haberlo hecho. Después de todo, se había casado con él por el bien de su hijo.
Sungmin  suspiró. Se obligó a olvidarse de toda animosidad... por el momento.
—Muy bien —dijo—. Pero es muy probable que tu madre les diga algo a sus parientes, si es que no se lo ha dicho ya. Fui muy sincero con ella.
—¿Le diste tu versión... o la mía?
Sungmin sintió que se ruborizaba violentamente. ¡¿Qué tipo de tregua era ésa?! ¿De verdad esperaba Kyuhyun que interpretara el papel de esposo feliz cuando él no era capaz de guardarse sus insultos para sí mismo?
—Le expuse hechos, no suposiciones. ¡Y esto no funcionará si continúas provocándome a propósito todo el tiempo!
Él se pasó la mano por el pelo.
—Lo siento, no ha sido mi intención. Haré lo posible por morderme la lengua cuando estemos en compañía de alguien.
Sungmin entrecerró los ojos.
—¿Y cuando estemos solos?
—Esta charada es para los demás, no para nosotros. Nosotros no tenemos por qué engañarnos.
—Desde luego que no, nada más lejos de mi intención pensar que esto es real. Pero si crees que puedo sonreír y burbujear de felicidad delante de los demás cuando estoy tan furioso contigo que hasta podría matarte, ¡ será mejor que lo pienses mejor!
Ahora fue él quien suspiró.
—Lo entiendo. Sabes que estoy balanceándome en el delgado filo de la duda, así que sopórtalo, por favor. Intentaré adaptarme lo mejor que pueda a las circunstancias. En lo que respecta a mi madre, es poco probable que mencione cualquier cuestión desagradable. Está tan contenta por cómo han sucedido las cosas, que luchará con todas sus fuerzas para asegurarse de que nada arruinará nuestro matrimonio.
—Entonces pruébame que aceptas el reto. Sonríeme por una vez sin burlarte.
Era obvio, por su expresión sorprendida, que él no se esperaba aquello. Pero era una petición razonable. Sungmin no tenía por qué cargar solo con aquella charada. Kyuhyun tenía que poner de su parte.
Pero no se esperaba una de esas deslumbrantes sonrisas que él le había dirigido antes de aquella lejana y fatídica noche en palacio. El joven se quedó sin aliento. El corazón comenzó a palpitarle con fuerza. Santo Dios, ¿cómo era posible que él pudiera provocarle eso todavía?
—¡No necesitas ser tan convincente! —le espetó, y se dio media vuelta para no tener que mirarle más—. Reserva esas seductoras sonrisas para tu legión de admiradores. No pienso ser uno de ellos, así que con una sonrisa decente bastará, gracias.
El se rio de verdad.
—Esa ha sido una sonrisa normal, Minie. Si no me crees, date la vuelta y te enseñaré la diferencia.
—¡No! Seducirme no forma parte del trato.
—Claro que no. Por ahora, lo del matrimonio feliz es sólo es una farsa y yo ya he prometido no tocarte, ¿no es cierto?
—Entonces, de ahora en adelante, mantén también los labios alejados de mí—dijo dirigiéndose hacia la puerta—. No más besos accidentales.
Lo oyó reírse de nuevo antes de cerrar la puerta. Santo Dios, ¿qué era lo que había hecho? ¡Eso no funcionaría nunca!


—¡Pero si sólo será un baile! ¿Acaso asististe a tantos en palacio que ya te has cansado de ellos? —preguntó Donghae.
Mientras se sentaba con Donghae en la mesa del comedor, Sungmin recordó lo obstinado que podía ser Donghae una vez que se le metía una idea en la cabeza. Cuando eran niños, Donghae ignoraba todas las respuestas a no ser que fuera la que andaba buscando.
Al parecer, nada había cambiado en todos esos años. Con veinte años, Donghae todavía no había aprendido a rendirse con elegancia cuando no conseguía lo que quería. Sungmin, sin embargo, no era tan fácil de manipular como antes y había desarrollado su propia tenacidad.
Así que se limitó a repetir lo que le había dicho antes:
—¡No está bien! —luego añadió—. Soy más joven que tú, no puedo ser tu acompañante.
—Tonterías, lo que pasa es que todavía no estás acostumbrado a estar casado. Pero cualquier persona casada es una acompañante perfectamente aceptable para mí. Y prefiero ir contigo que con Minho al que no he podido pedírselo porque ni siquiera se ha pasado por casa, y Jaehyun es demasiado joven. Y Rué causa demasiada sensación entre las damas, con lo cual muchos de los caballeros presentes se cogen tal enfado que dejan de bailar. Al menos es lo que suele ocurrir.
Sungmin  contuvo una amplia sonrisa. Aunque sospechaba que Donghae exageraba sólo para convencerlo, sabía que Kyuhyun podía causar gran sensación, pero no todo el mundo dejaba de bailar por ello.
—Te trasladaste a esta casa porque aquí tienes muchos acompañantes, incluyendo a tu tía. ¿Es que de repente son todos inaceptables? —le recordó a Donghae, pues se había estado informando al respecto.
Donghae suspiró y dejó caer la cabeza encima de la mesa. Por fortuna, ya había apartado a un lado el plato de postre. Sólo quedaban ellos dos en el comedor.
Ahra se había llevado a Jaehyun para hacer el repaso semanal de sus estudios. A los dieciséis años era todavía algo tímido, pero muy educado. Kyuhyun también había desaparecido en cuanto terminó de cenar, alegando que tenía una cita. ¿Por la noche? Sungmin no tenía ninguna duda de que él se había citado con el joven que encabezaba ahora su lista de seducciones. Pero no dejaría que eso le molestara. De verdad que no.
—Tienes razón —admitió Donghae todavía con la frente apoyada en el mantel—. Aunque prefiero a Minho , y a él no le importa acompañarme, es muy probable que aún no sepa que estoy en la ciudad. Sin embargo, tía Ahra olvidó cómo comportarse en sociedad mientras educaba a sus hijos. Jamás los dejaba solos, ¿sabes? Aunque es una buena acompañante, se pasaría toda la noche quejándose, y créeme, no te imaginas lo pronto que dejan de acercarse los caballeros cuando ven su semblante ceñudo.
—Si se les pueden intimidar con tanta facilidad, es que no te merecen.
Donghae levantó la cabeza de golpe.
—¡Jamás lo había pensado así! Pero es verdad. Y si mal no recuerdo, algunos de los caballeros de los que tía Ahra ahuyentó, no me parecían muy convenientes. Pero incluso así, tienes que tratar de entenderme. ¡Prefiero ir contigo! Será divertido. Y tú pareces muy sensato ahora. Quizá puedas ayudarme a elegir un buen marido. Di que sí, ¡por favor!
Sungmin  esbozó una sonrisa. Sería una tonta si aceptara sólo porque su amigo se lo pedía «por favor», pero se le habían acabado las excusas.
—¿Dices que es mañana por la noche?
—Sí. ¡Y no te atrevas a decirme que no tienes nada que ponerte cuando acabas de salir de palacio!
—Tranquilo, Donghae —se rio Sungmin  entre dientes—. Iré contigo. Incluso tengo varios trajes de baile que aún no he estrenado. Mi madre y yo preparamos un buen guardarropa porque habíamos imaginado que habría un montón de fiestas en el palacio, pero no tuvimos en cuenta que la reina estaba a punto de dar a luz cuando llegué a palacio. Las últimas semanas allí fueron muy tranquilas.
Sungmin  comenzó a sentir el gusanillo de la excitación. Un baile de verdad, no uno lleno de oficiales de la corte, casi todos de edad avanzada. Este sería un baile al que los caballeros jóvenes asistirían para buscar una pareja. ¡Un baile interminable sin acompañante para él! La fantasía se interrumpió en ese momento. Casi se rio de sí mismo, pero habría sido una risa amarga.
Iría al baile, pero no podría divertirse. Era un joven casado. No habría inofensivos flirteos para él, ni expectación por ver si lo sacaba a bailar el soltero más cotizado. Incluso tendría que rechazar las invitaciones que le hicieran. No sería correcto, al menos no lo sería sin su marido allí para darle permiso.
Casi cambió de idea en ese mismo instante, pero Donghae ya había comenzado a soltar una de sus interminables retahílas con respecto al baile del día siguiente, y parecía tan feliz que Sungmin  no tuvo corazón para echarse atrás.
Iría, y probablemente se pasaría la noche planeando las diversas maneras de asesinar a un marido que estaría ausente persiguiendo a uno de sus amantes, en vez de acompañarlo a su primer baile de la temporada y bailar con él, por supuesto, causando sensación. Claro que saldría a la luz que Kyuhyun ya no era un soltero cotizado. Y a él no le gustaría nada. De ninguna manera. No había más que ver el afán con que había intentado mantener en secreto su matrimonio. Pues peor para él. Pensaba contárselo a todo aquel que se le pusiera por delante, ¡a ver qué les parecía la noticia a sus amantes!



Sungmin se miró y remiró la cintura, incapaz de creerse que en su cuerpo hubiera una diferencia tan evidente. El vestido pantalón que acababa de abrocharse le estaba ajustado. ¡Siete semanas antes le quedaba como un guante! ¡No podía notársele el embarazo tan pronto!
Sunny estaba esperando pacientemente a que se sentara en el tocador que habían improvisado para su uso temporal hasta que pudieran ir a comprar uno, comenzó a reírse sin dejar de observarlo.
—No es lo que piensa, Sungmin. Sólo ha ganado el peso normal en estas circunstancias.
—¡No es cierto!
—Por supuesto que sí, y era de esperar cuando su actividad diaria se vio reducida a la mitad durante su estancia en palacio. No ha montado a caballo con su madre, no ha subido y bajado las escaleras diez veces al día y las comidas de palacio eran mucho más sustanciosas que las que tomaba en casa.
—Pero no he sido capaz de retener nada en el estómago desde que comenzaron las náuseas.
—Pero lo ha compensado comiendo más a otras horas, en particular en el almuerzo, ya que se moría de hambre por no haber logrado retener nada del desayuno.
Sungmin se sentó en el tocador. Odiaba cuando Sunny demostraba que tenía razón, pero antes de que pudiera mostrarse irritado, algo que también odiaba, Donghae entró en la habitación. Como si fueran todavía niños que no necesitaran intimidad, ni siquiera llamó a la puerta.
Aunque le costó trabajo, Sungmin  logró no decirle nada al respecto. Aquellos drásticos cambios de humor parecían empeorar cada vez más. Los odiaba. Pero desde que se había mudado a casa de Kyuhyun no había disfrutado ni un solo momento de paz. Su mal humor había empeorado la noche anterior cuando se había sentado ante la ventana de su habitación que daba a la calle para ver si él regresaba a casa y, finalmente, se había quedado dormido en la silla antes de que lo hiciera.
Hoy sólo lo había visto una vez, en el almuerzo, y Kyuhyun había hecho gala de aquella nueva y maravillosa actitud mientras él apretaba los labios y miraba a otro lado para no montar una escena. Por supuesto, Donghae había hablado suficiente por todos, principalmente sobre el baile de esa noche, así que Kyuhyun ya sabía que su esposo iba a acompañar a su primo y simplemente les había deseado que lo pasaran bien. Por supuesto, no se ofreció a ir con ellos, algo que hubiera hecho cualquier marido que se preciara. Sungmin imaginó que eso habría sido llevar la charada demasiado lejos.
Donghae ya se había arreglado para el baile y se veía tan exquisito que Sungmin se sintió absolutamente desaliñado.
—¿Por qué sigues utilizando esta habitación cuando tienes un dormitorio perfecto con un vestidor junto a la habitación principal?
Sungmin no apartó los ojos del espejo. Le había mentido a Donghae cuando lo encontró en esa habitación el día anterior. Bueno, lo cierto es que no le había mentido, pero no lo corrigió cuando asumió que Sungmin  no pasaba allí la noche, sino que sólo utilizaba esa estancia para vestirse.
—Creo que hemos decidido que esa estancia se utilizará como habitación infantil y que tu tía Ahra se encargará de tenerla lista en menos de un mes, así que por eso no...
—Entiendo. ¿Estás listo? El cochero nos está esperando.
—Sólo unos minutos más —respondió Sunny por Sungmin . Donghae asintió con la cabeza y dijo que lo esperaría abajo. En cuanto Donghae se fue, Sunny miró a Sungmin  en el espejo y arqueó una ceja.
—Está muy eufórico, ¿verdad?  
Sungmin  esbozó una amplia sonrisa.
—Y eso que no lo conociste de niño. Entonces era peor.
—Una personalidad así puede agotar a cualquiera. No permita que lo agote demasiado en su estado.
Buen consejo, aunque Sungmin  encontraba la cháchara de Donghae más divertida que agotadora... al menos cuando no sacaba a colación temas personales.
Al reunirse con su amigo abajo, Sungmin  esperaba que Kyuhyun se despidiera de ellos. Aunque bueno, viendo lo desaliñado que estaba, tampoco era necesario que lo hiciera. El pequeño espejo de su habitación le había dicho que estaba maravilloso a pesar de la cintura ajustada, pero no podía evitar sentirse deslucido. Un incontrolable sentimiento más que añadir a los tristes sentimientos que había estado teniendo últimamente.
Ésa debería ser una de las épocas más felices de su vida, no una de las más desgraciadas. Otros jóvenes tenían esposos cariñosos con los que compartir el milagro del nacimiento de un hijo. Él tenía como esposo a un canalla desleal que sólo fingía ser cariñoso.
El paseo en carruaje fue breve porque el primer baile de la temporada de invierno se ofrecía a sólo unas manzanas de allí. La excitación que Sungmin había sentido antes había desaparecido por completo y había sido reemplazada por algo parecido al pánico en cuanto se dio cuenta de que no estaba listo para eso. Había querido que todo el mundo supiera que se había casado con Kyuhyun. Pero aún no estaba preparado para que fuera del dominio público. No creía que tuviera estómago para soportar las felicitaciones de perfectos desconocidos y lo más probable era que al final se echara a llorar. Sus emociones eran demasiado intensas y no creía que pudiera fingir ser un «recién casado feliz».
—No me presentes como el joven marqués de Yeomgwang —le susurró Sungmin  a Donghae cuando salieron del carruaje.
—¿Por qué no?
—Porque no quiero tener que explicar por qué Kyuhyun no me ha acompañado.
—¡Oh, qué tontería! Los hombres rara vez acuden a estos bailes a no ser que les obliguen. Y tú eres...
—Donghae, por favor, sólo di que soy tu acompañante o simplemente preséntame con mi nombre de pila. No sé quiénes son estas personas y tampoco quiero que sepan todavía quién soy.
—Bueno. Como quieras. Pero creo que estás haciendo el tonto —dijo Donghae en tono afligido.
Se acercó al mayordomo y esperó enojada mientras él se quedaba mirando a Sungmin  durante casi un minuto esperando que le dijera su título.
—Es mi acompañante y no nos haga perder más el tiempo. ¡Anúncieme!
Con el rostro encendido, el tipo hizo lo que le ordenaba y Donghae enlazó su brazo con el de Sungmin  para demostrarle a todos que estaban juntos cuando entraron en el enorme salón de baile. Donghae no se alejó demasiado, y Sungmin  no pudo evitar oír el larguísimo suspiro de su amigo.
—¿Avergonzado de haber sido tan grosero con ese hombre? —preguntó Sungmin .
—¿Con quién? Oh, no. Fue un grosero y se lo merecía. Es que he observado que no está ninguno de mis amigos y muy probablemente no vea a ninguno esta temporada. Todos están ya casados o preparando su boda y algunos ya tienen niños.
La mirada triste de Donghae y su tono melancólico expresaba lo disgustado que se sentía.
Sungmin puso una mano consoladora en el brazo de su amigo y dijo lo único que se le ocurrió:
—Te alegrarás de haber esperado cuando al fin aparezca tu hombre. Imagínate que te hubieras casado antes de tiempo con el tipo equivocado, y que luego apareciera el hombre de tus sueños.
Donghae parpadeó y luego esbozó una sonrisa radiante.
—Sería horrible, ¿verdad?
—Atroz —dijo Sungmin sonriendo.
Después de haber compartido algo tan personal con Donghae, Sungmin  se sintió un poco mejor. Supuso que el sufrimiento era algo que desaparecía con la compañía adecuada y Donghae se olvidó por completo de su abatimiento en el momento que un grupo de jóvenes caballeros se acercaron a él pidiendo un baile. Sungmin se sorprendió cuando algunos de esos caballeros se lo pidieron también a él, y negó con la cabeza. Bailar quería decir hablar, y había decidido evitar las conversaciones.



1 comentario:

  1. Ay Kyuhyun....ay Kyuhyun
    No pensè que serias tan estúpido
    Estás rompiendo tu propio record,no te había llamado asì en taaaantos capítulos,pero bueno...lo eres.
    Pobre Min,estar ahí solo lo ayuda a sentirse que tiene el apoyo de alguien,su mamá,sunny,la madre de Kyu y ahora sus parientes...pero él no está trabquilo ni feli😕
    Una prueba de embarazo soluciobario todo...pero no,no había😢
    Al menos hay un par de personas felicies.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...