Debutantes III -10




Sungmin  fue incapaz de almorzar en alta mar a pesar de estar hambriento. El olor a comida en el camarote había hecho que lo cubriera un sudor frío y más de una vez había vomitado en el bacín hasta que los penetrantes aromas desaparecieron. La navegación se hizo más suave al atardecer y, a la hora de la cena, pudo sentarse en la silla de la diminuta mesa clavada en el suelo que Kyuhyun le había ofrecido mientras él se sentaba en el sillón con el plato en la mano.
—Ya puedes rebañar el plato —le dijo—. Esa comida me ha costado cinco malditas libras.
Sungmin casi se atragantó al oírlo, pero continuó comiendo de todas formas pues estaba muerto de hambre.
—Es un ladrón —afirmó asintiendo con la cabeza—, pero no tenía ni idea de que estuvieras tan escaso de dinero que lamentaras la pérdida de cinco libras. Puedes estar seguro de que te lo reembolsaré.
No estaba siendo frívolo. Kyuhyun se había quejado tanto del coste del viaje que, naturalmente, había concluido que andaba escaso de dinero e incluso pensaba que debería pagarle su parte.
El le dirigió una mirada dura.
—Esto no tiene nada que ver con si puedo o no puedo permitirme ese gasto. A nadie le gusta que le timen, simple y llanamente. Pero esta vez no ha sido el capitán, sino el cocinero. No le hacía gracia tener que preparar comida blanda por culpa de tu mal de mar, ya que tenía la comida preparada.
Sungmin  se sintió fatal al oír eso. Era la segunda vez que Kyuhyun había hecho algo por él ese día, y no se lo esperaba.
—Lo siento.
El no aceptó la disculpa ni con una simple inclinación de cabeza, y Sungmin  pensó que quizás había herido sus sentimientos. Mientras tanto, seguía sin satisfacer su curiosidad de por qué él le necesitaba para que fingiera ser su esposo, pero no pensaba preguntarle de nuevo.
La joven guardó silencio durante el resto de la comida. Luego regresó a la cama, pero no se acostó, se quedó allí sentado con los ojos fijos en el suelo.
Por su rostro cruzaron un sinfín de emociones, pero hubo una que, finalmente, impulsó a Kyuhyun a preguntar en un tono más cordial:
—¿En qué estás pensando?
Más bien debería de haberle preguntado en qué no estaba pensando. Aunque tenía que reconocer que la mayor parte de esos pensamientos tenían que ver con lo que él había comentado antes de que podía haber vuelto nadando a Londres. Aquello habría sido desastroso, y eso era probable lo que la expresión de Sungmin  había reflejado.
—¿De verdad me habrías dejado saltar por la borda en mi estado cuando podría haber dañado al bebé?
El pareció molesto.
—Vamos a dejar claro este asunto, Minie. No creo ni una sola palabra sobre ese disparate de que estás embarazado, pero lo que sí creo es que tenías un motivo para haber venido a verme hoy. ¿No te gustaría confesar de una vez qué...?
¡Eso era el colmo! Lo había llamado mentiroso demasiadas veces.
—Lo que me gustaría es que cerraras la boca, ya me has insultado suficiente por hoy.
—¿Por qué siempre atacas cuando te sientes acorralado en una esquina?
—Es la cama la que está en la esquina, no yo. Y no tengo por qué convencerte de nada cuando ya te he dicho que no me importa tu opinión. Perdiste la oportunidad de interesarte por el bebé, no hay nada que puedas hacer para cambiar eso.
Dios, qué satisfacción sentía al decirle eso y observar aquella inesperada reacción. Kyuhyun parecía realmente furioso.
—Si hubieras estado embarazado, no, no te habría permitido saltar por la borda, pero como ése no es el caso, un poco de agua fría no te habría hecho daño si realmente estabas tan ansioso por volver a casa como fingías estar.
¿Así que también pensaba que la preocupación que mostraba por su madre era fingida? Qué hombre tan despreciable. Merecía que no volviera a dirigirle la palabra nunca más en la vida. Así que se tumbó en la cama decidido a dejar que pensara que se había echado a dormir sin dedicarle ni un solo pensamiento más.
Ni siquiera tuvo que fingir quedarse dormido. Con el estómago lleno, se quedó dormido al instante. Había sufrido náuseas secas durante todo el día y aquello lo había agotado más de lo que había supuesto.
Lo único que Sungmin agradeció antes de que el Maknae atracara a la mañana siguiente fue que Kyuhyun no hubiera hecho ningún intento de reclamar la cama. Ni siquiera había mencionado el tema. Sencillamente había pasado la noche en el sillón.
Kyuhyun apenas había abandonado el camarote con su maleta de viaje en la mano tras decirle que habían llegado a Ruán cuando ya buscaba de nuevo el bacín. El barco había anclado cerca de los muelles, pues al haber llegado a medianoche habían tenido que esperar a que llegara el capitán de puerto por la mañana para que les asignara un lugar de atraque.
Sungmin encontró a Kyuhyun en la cubierta, al lado de la barandilla. Pensó que la estaba esperando, pero cuando se reunió con él, Kyuhyun no hizo ningún intento de abandonar el barco. El joven no se molestó en preguntar por qué. Tenían tierra firme a la vista y se apresuró a bajar del barco sin esperarlo. El lo siguió al muelle.
—¿Estás mejor? —le preguntó.
—Mucho mejor—respondió, encontrando una caja de madera donde sentarse—. Ya me había acostumbrado a las náuseas, pero este mareo añadido es demasiado.
—Estoy seguro —dijo él con sequedad.
Sungmin suspiró. Sencillamente, él no creía que estuviera embarazado. Lo había dejado muy claro la noche anterior. Había desarrollado una mala opinión de él por todos aquellos enredos de Boah, así que, por supuesto, había asumido que también le estaba mintiendo en esa cuestión. El problema era que cuanto más intentara convencerle, más se empeñaba él en creer que sus elucubraciones eran correctas.
El paso del tiempo tampoco serviría de nada, ya que no esperaba volver a verle después de ese viaje. Quizá Kyuhyun quisiera averiguar algo sobre él dentro de unos meses, pero sería demasiado tarde. O bien estaría fuera del país en algún lugar lejano donde sería imposible encontrarlo o bien estaría casado con otro hombre. Lo que era más probable. Pensar en entregar el bebé, incluso a Kyuhyun, provocaba ahora un profundo dolor en su interior.
Sungmin  pensó que se pondría a llorar allí mismo, en el muelle, así que ahuyentó aquellos desoladores pensamientos.
—¿Podemos irnos ya? —le preguntó a Kyuhyun.
—En cuanto mi carruaje esté en el muelle.
—¿Ordenaste que viniera a recogerte aquí?
Como él no se explayó, Sungmin se dio cuenta con cierta sorpresa de por qué él no había estado demasiado impaciente por abandonar el barco.
—¿Te has traído el carruaje contigo?
—Y un cochero. Pero no lo hice por mí. Prefiero de lejos un caballo, pero me di cuenta de que un «esposo» no viajaría montado a caballo. Llegar a nuestro destino con un poco de pompa y elegancia nos abrirá las puertas con rapidez. Y aquí no hay carruajes de alquiler que cumplan esas condiciones, ni siquiera los hay en Londres.
Por supuesto que no los había, y recordó que él no le había explicado todavía por qué necesitaba un esposo y algo de pompa. Había llegado el momento de enmendar esa situación.
Pero antes de que pudiera abordar el tema, él continuó diciendo:
—No te preocupes. He logrado reunir las suficientes libras y he pagado para que mi carruaje fuera descargado antes incluso que el cargamento.
Sungmin se sonrojó. Tenía el presentimiento de que él no iba a olvidar sus desconsiderados comentarios sobre su escasez de fondos. Pero no iba a disculparse otra vez. En su lugar se limitó a preguntarle:
—¿De qué se trata este asunto con tan extraños requisitos? ¿Estás aquí para seducir a algún joven desafortunado y quieres asegurarte de que no te obliga a contraer matrimonio con él llevando a tu propio esposo falso?
—No es mala idea, ahora que lo mencionas. —Se puso una mano en la mejilla como si estuviera meditando el asunto—. ¿Podríamos dejar a un lado las explicaciones?
—Si lo haces, seré yo quien te ayude a saltar al agua.
El apoyó el pie al lado del muslo de Sungmin  sobre la caja de madera. Luego se inclinó para decir:
—Si has terminado ya con las amenazas vacías y los comentarios sarcásticos, te lo explicaré. No era mi intención mantenerlo en secreto. He sido designado para concluir una investigación que lleva varios años abierta. Dado que probablemente fuiste el primero de tu clase, supongo que estás al tanto de la expansión del Imperio británico, ¿no?
—Así es.
—Entonces sabes que la expansión no hubiera sido posible sin algunas casualidades y ejército de ocupación. En la India, por ejemplo, ha habido un montón de insurrecciones de distintas clases instigadas por algunos pequeños gobernantes desplazados. Pero uno de los ataques fue particularmente notorio porque algunos de nuestros soldados fueron asesinados con rifles de fabricación británica.
—¿Robados?
—Sí, pero no del suministro del ejército en la India como podrías pensar. Han sido necesarios casi dos años para seguir el rastro de esas armas hasta esta parte del mundo, hasta buques de guerra que todavía no habían zarpado de Inglaterra.
—¿Por qué tanto tiempo?
—Porque sólo sustraían un par de cajas cada vez, así que nadie se había dado cuenta.
—Y nuestros soldados están desplegados en tantos países que los rifles podían haber procedido de diversos lugares, ¿no? —adivinó.
—Exacto —dijo él, asintiendo con la cabeza—. Pero el rastro finaliza en Le Mans, o al menos eso esperamos. Hemos atrapado al ladrón en Inglaterra y hemos conseguido que nos diga por voluntad propia el nombre del hombre que le había contratado.
—¿Así que los franceses están tratando de recuperar parte de las tierras que les arrebatamos en la India, pero sin revelar que son ellos los que promueven los ataques?
—Muy inteligente, Minie, pero no. Samuel Park es en teoría el hombre que planeó el robo, pero necesitamos más pruebas que la palabra de un ladrón. Park tiene buenas razones personales. Es el segundón de un lord de poca monta, un aristócrata sin título. Obtuvo la graduación de oficial en el ejército y estuvo destinado en la India durante la mayor parte de su carrera militar. Fue allí donde también se ganó su baja deshonrosa por algunos problemas con los cipayos a su mando.
—¿Te refieres a los soldados nativos que forman la mayor parte de la infantería?
Kyuhyun pareció quedarse impresionado y asintió con la cabeza.
—Realmente has tenido un buen profesor.
—Tutor —le corrigió—. Mi madre quería que tomara clases en casa. Pero sí, era un hombre muy viajero y le gustaba compartir lo que había visto y aprendido de primera mano en sus viajes por el mundo.
—¿Tu madre te permitió aprender tantas cosas? —le preguntó Kyuhyun con curiosidad.
—Ella me alentó. Mi padre murió cuando yo era muy joven, así que mi madre me crio como estimó conveniente.
—Interesante. Realmente una educación curiosa para un joven. Pero no es la primera viuda que tira por la borda la posibilidad de empezar de nuevo. Mi madre hizo lo mismo al quedarse viuda, no con sus hijos, sino consigo misma.
Finalmente, condujeron al tiro de caballos de Kyuhyun, de uno en uno, fuera del barco así que él se excusó unos minutos para ir a ayudar. El puerto no era demasiado grande, así que Sungmin  se quedó impresionado al ver que tenía una grúa, que ya había hecho maniobras al lado del Maknae para descargar el cargamento. El carruaje de Kyuhyun fue lo primero que bajaron al muelle.
Antes de que Kyuhyun regresara junto a Sungmin  engancharon los caballos al carruaje. Luego lo acompañó hasta el vehículo y subió detrás de él. El interior era espacioso con los asientos tapizados en cuero de color oscuro y el suelo de madera pulido. Había gruesas cortinas en las ventanillas. Por fuera, no había duda de que era el carruaje de un aristócrata, no muy llamativo, pero la madera de castaño teñida hacía destacar el blasón dorado de los Cho y proporcionaba al vehículo la «pompa y elegancia» de la que Kyuhyun había hablado.
—Prepárate —dijo Kyuhyun reclinándose en el asiento frente a él—, le he dicho al cochero que se dé prisa. Y le gusta seguir mis órdenes a rajatabla.
No había acabado de decirlo cuando dio un bote que la desplazó del asiento. El sentido de la oportunidad del cochero hizo que los dos se rieran entre dientes unos momentos. A Sungmin  le produjo una sensación extraña. No debería reírse con él.
Se puso seria y recordó que Kyuhyun no había terminado con su explicación.
—¿Cuáles son exactamente los motivos del señor Park?
—Hemos sabido que fue su antigua unidad la que fue atacada con esos rifles robados, y más de una vez...
Sungmin frunció el ceño.
—¿Estás hablando de asesinato?
—Esa es una conclusión tan buena como otra. Park guardaba mucho rencor. El escándalo de su baja deshonrosa lo hizo caer en desgracia y, para evitar males mayores, tuvo que abandonar Inglaterra e instalarse en Le Mans con su familia. Pero eso es todo lo que tenemos. Ahora tenemos que encontrar alguna prueba de que recibía los rifles robados o que los enviaba por barco a la India. Un recibo o una nota bastarán.
—Supongo que ha sido tu sastre quien te ha ordenado esta misión.
—¿Quién?
—El señor Lee.
Kyuhyun se rio entre dientes.
—Park no permitiría que un inglés cualquiera llamase a su puerta. Se requería que fuera un aristócrata, así que sí, fue entonces cuando Sukchun pensó en mí. Y como ahora tengo tiempo de sobra, acepté.
—¿Vas a decirle a Park quién eres en realidad?
—Claro que no. Usaremos nombres falsos... somos los lord Hang.
—¿Cuál es exactamente tu plan?
—Tengo que entrar en su casa. Si no tuviese una familia tan numerosa, sólo tendría que colarme por la noche y el trabajo ya estaría hecho. Pero contando con los sirvientes, sus numerosos hijos e incluso algunos parientes de su es-posa que están viviendo con ellos, debe de haber al menos treinta personas bajo su techo, y no es que sea una casa demasiado grande.
—¿Piensas llamar a su puerta para entrar? —le dijo Sungmin con tono de burla.
Kyuhyun sonrió ampliamente.
—Aunque no lo creas es la mejor opción, pero no sin llevar un esposo conmigo.
—¿Por qué?
—Porque aunque Park sea tan corrupto como dicen, un maldito ladrón sospechoso de asesinato, tiene fama de devoto padre de familia. Incluso se llevó a toda su familia con él a la India. De hecho, aprecia tanto a su familia que parece desconfiar de cualquier hombre que no esté casado y que no valore a sus seres queridos tanto como él.
Sungmin se rio.
—Nadie puede ser tan excéntrico.
—Esas fueron mis propias palabras cuando me dijeron lo que acabo de contarte. Pero al parecer es cierto. De cualquier manera, el plan consiste en aparecer ante su puerta como un matrimonio que se encuentra de paso por la ciudad, y que oyó hablar de cierto caballero inglés que vivía allí. Seremos un matrimonio que acaba de partir de Inglaterra para un largo viaje y quiere conocerlo. La verdad es que deberíamos cambiar un poco los planes y decir que estamos de viaje de novios si consideramos lo joven que eres.
—¿Estás diciendo que tu plan es así de simple? ¿No tienes que fisgonear un poco entre sus cosas para encontrar alguna prueba?
—Es ahí donde entras tú. No vas a ser sólo un esposo decorativo. Tienes que provocar algún tipo de distracción para que yo pueda registrar las habitaciones de la casa. Pero ése es uno de tus talentos, ¿no es cierto, cariño?

Sungmin jamás había conocido a nadie tan sarcástico y ofensivo como Cho Kyuhyun. Comenzaba a preguntarse si su rudeza era algo natural o si era una estrategia para evitar que se enamoraran de él.
De todas formas, ese hombre podría decirle al menos en qué consistía exactamente su «papel» en esa misión. Ni siquiera le había hecho ninguna sugerencia de cómo distraer a los Park para que él pudiera registrar la casa en busca de alguna prueba incriminatoria.
El único comentario al respecto había sido:
—No es un viaje corto. Tendremos suerte si llegamos antes de que anochezca, así que tienes tiempo de sobra para idear un plan.
Sungmin supuso que podría hacerlo, y ciertamente fue la mejor manera de pasar el tiempo con el silencioso hombre. Tenía que olvidarse de que Samuel Park era sospechoso de asesinato y centrarse en las peculiaridades del hombre, en que era un devoto padre de familia. Con una esposa noble e hijos, seguramente Sungmin podría encontrar algo en común con todas esas personas.
Aun le sorprendía que un hombre que amaba tanto a su familia pudiera ser culpable de traición y de la muerte de sus compatriotas. ¿Tanta devoción por su familia era la manera que tenía de expiar la culpa que sentía por sus crímenes? ¿No era posible que las pistas que habían conducido hasta él fueran falsas? Quizá no fuera un criminal después de todo.
Pero ¿cómo podría distraer a los Park? Desmayarse no era una opción. No iba a tirarse al suelo a propósito sabiendo que eso podía causar daño al bebé. Dejar caer algo como un florero podría dar resultado. Podía parecer un esposo torpe. Si el primer accidente no distraía a Park, al menos no le quitaría la vista de encima para asegurarse de que no rompía nada de valor con su torpeza.
Satisfecho porque ya tenía un plan de acción, se reclinó en el asiento y miró el paisaje por la ventanilla. No tardó en aburrirse, pues ya habían dejado atrás algunos pueblos y todo lo que podía ver eran campos de labor. Kyuhyun estaba durmiendo. ¿Habría tenido problemas para dormirse en aquel sillón la noche anterior? Sungmin no se sentía culpable por ello. Él era quien tenía la culpa de que estuviera en Francia, de que fuera a tener un niño ilegítimo. Y también tenía la culpa de que no pudiera apartar los ojos de él demasiado tiempo. Mientras él estaba durmiendo, ni siquiera lo intentó.   
Se había cambiado de ropa antes de que se despertara esa mañana. Sungmin  no tenía nada que ponerse, pero, gracias a Dios, el traje que llevaba puesto el día anterior cuando abandonó el palacio era abrigado y no se arrugaba con facilidad. Nadie diría que había pasado la noche con él puesto. El atuendo que Kyuhyun llevaba ese día lo señalaba como a un aristócrata rico.
Sungmin  suspiró. ¿Por qué un hombre que tenía una apariencia tan angelical tenía que ser un canalla despreciable? No debería sentir nada que no fuera odio por él, por la manera en que lo había tratado, pero el joven miraba aquellos labios plenos y sólo podía pensar en sus excitantes besos, miraba esos dedos delgados y firmes y recordaba el placer que le habían provocado sus caricias ardientes, miraba... bueno, no, no estaba mirando «allí», pero entonces, ¿por qué comenzaba a latirle el corazón a toda velocidad?
Se obligó a cerrar los ojos. ¡Kyuhyun ni siquiera estaba despierto! ¿Cómo podía tener un efecto tan intenso en él?
A pesar de que habían hecho una breve parada para almorzar, no llegarían a Le Mans antes del anochecer. Tras obtener las últimas indicaciones, el cochero, abrió la puerta del carruaje e informó a Kyuhyun.
—Al menos tardaremos otras ocho horas, milord. No aguantaré tanto tiempo guiando los caballos a este ritmo.
Así que Sungmin  no estaría de vuelta en Inglaterra en tres días tal y como le había dicho. Su expresión debió de mostrar lo decepcionado que se sentía ante tan alarmante noticia. 
Tras observarle fijamente, Kyuhyun le dijo al conductor:
—No podemos demorarnos más tiempo. Déjame dormir unas horas y luego conduciré yo el carruaje para que puedas descansar un poco.
—Muy bien, milord.
Al cochero podía parecerle bien aquel plan, pero Sungmin, que todavía estaba preocupado por la demora, señaló:
—Llevas durmiendo todo el día, ¿por qué no coges las riendas ahora?
—¿De verdad crees que he podido dormir con tus ojos devorándome todo el rato?
Sungmin se ruborizó con violencia y mortificación. ¡Qué embustero! Sólo había «clavado los ojos en él» varias veces, no todo el rato. Probablemente se había aprendido su cara de memoria y podría dibujarla sin ni siquiera tenerlo delante. Pero ¿por qué Kyuhyun no podía haberse reservado ese conocimiento para sí mismo ? ¿ Por qué tenía que avergonzarlo de esa manera?
Pero él no hizo más hincapié en el asunto. O eso es lo que el joven pensó cuando él se tumbó en el asiento y le dio la espalda.
—Intenta dormir un poco —le aconsejó—. Tú también necesitarás estar descansado mañana.
Sungmin  ya se había tendido sobre el asiento cuando él añadió:
—Y, por favor, aparta los ojos de mi trasero.
Unas oleadas de calor inundaron las mejillas de Sungmin. Ahora estaba seguro de que no pegaría ojo hasta que él estuviera fuera del carruaje. 



Definitivamente, Samuel Park no era lo que Sungmin había esperado. Aquel hombre alto y de porte militar rondaba la cuarentena, pero además era tan sociable que no tardó en sospechar que Kyuhyun le había mentido sobre él y que no le había revelado la verdadera razón por la que estaban allí.
Habían llegado a Le Mans lo suficientemente temprano para desayunar con calma antes de presentarse en casa de los Park a una hora decente a media mañana. Sungmin incluso logró retener la comida en el estómago, aunque por una vez deseó que no fuera así, ya que sus mareos lo habrían distraído del nerviosismo que sentía por el papel que desempeñaría en aquel plan. Pero en cuanto Kyuhyun los presentó como los Hang, y les comentó a los Park que estaban de viaje de novios, el hombre los había recibido con una radiante sonrisa, los había invitado a pasar a la sala y había mandado avisar al resto de la familia para que los conocieran.
Los nueve hijos de los Park se pusieron en fila por orden de edad, desde uno a catorce años y, al parecer, Mary Park pensaba añadir uno más a la familia pues estaba en el sexto mes de embarazo. La pareja mostraba una evidente devoción por su cónyuge y por sus hijos. Eran muy amables y trataron a Kyuhyun y a Sungmin  como si fueran amigos de toda la vida. Sungmin  no observó nada extraño que hiciera pensar que Park era un traidor que había matado a sus antiguos camaradas de la India por venganza tal y como le había dicho Kyuhyun.
—¿Les gusta vivir en Francia? —preguntó Sungmin  durante una breve pausa en la conversación.
—El clima es más cálido —contestó Samuel.
—Y no llueve tanto —añadió Mary con una amplia sonrisa—. En realidad, he acabado por amar esta ciudad.
—Algunas personas son bastante simpáticas —continuó Samuel con una risita entrecortada—. Sin embargo, como sucede en todos los pueblos, siempre hay quien prefiere vivir aislado. Pero esperábamos más hostilidades después de la última guerra contra Napoleón y nos hemos sorprendido bastante al no encontrarlas.
—Intenté decirle que eso ya era agua pasada —dijo Mary—. No ha sido la primera vez que nuestro país ha luchado contra Francia. Sinceramente, ¿alguien sabe el número de conflictos que ha habido entre los dos países en los últimos dos siglos?
—Cierto —convino Kyuhyun—. Cuando no luchamos en suelo propio, lo hacemos en el de nuevos territorios que ambos países codician. Pero el comercio siempre ha sido fructífero entre nosotros. El dinero tiende a salvar el puente ¿verdad?
—Así es —dijo Samuel, antes de preguntarle a Kyuhyun con curiosidad—: ¿Se dedica usted al comercio?
Era la pregunta más impertinente que un aristócrata podía hacer a otro, incluso aunque hubieran estado hablando de comercio, y a Sungmin  le sorprendió que Kyuhyun le contestara.
—No, pero mi abuelo sí. Tuvo que elegir entre dedicarse a eso o vivir en la pobreza ya que su padre había malgastado toda la fortuna familiar en las mesas de juego.
—Algo muy habitual —respondió Samuel con simpatía.
Sungmin  no dudaba de que aquella historia fuera sólo otra de las mentiras de Kyuhyun, pero supuso que había mentido para que Park y él pudieran hablar de igual a igual. ¿Acaso no le había dicho que si no conseguían una prueba escrita de los crímenes de Park, tendría que encontrar pruebas por otros medios como los negocios de Park? Después de que lo llevara de regreso a Inglaterra, por supuesto.
Sungmin  sólo quería acabar con todo eso de una vez por todas. Con eso en mente, preguntó si había una habitación cerca donde poder refrescarse. Tres de los niños se ofrecieron voluntariamente a indicarle el camino.
No vio floreros en ningún lugar de la casa, aunque por supuesto era normal en esa época del año. Había sido una tontería pensar que encontraría alguno. Sin embargo, había observado una bonita figura de porcelana en una de las mesitas que había de camino a la puerta y Sungmin estaba dispuesto a tirarla al suelo.
Logró efectuar la maniobra con facilidad, pero no contó con que uno de los niños, que se había pegado a él, atrapara la figura antes de que se hiciera añicos en el suelo. Aun así Sungmin , se volvió y se disculpó con su anfitrión.
—Lo siento, pero me he vuelto muy torpe desde que supe que estaba de encargo. Espero que sea algo pasajero.
El hombre se rio con ganas.
—No necesito ninguna explicación más. Estoy seguro de que Mary podrá contarle muchas historias parecidas cuando regrese. Mi mujer suele tener antojos, y aunque intentó estar prevenido, siempre acaba pidiéndome alguna cosa diferente, lo que es un disparate. ¡En cada embarazo tiene un antojo distinto!
Sungmin  sonrió ante aquella muestra de humor, aunque no le hizo ni pizca de gracia. Era fácil para un marido reírse cuando no era él quien experimentaba aquellas extrañas sensaciones. Se inclinó para agradecer a la niña que hubiera rescatado la figura, y en cuanto lo hizo, le llegó un olor desagradable. La niña era lo suficientemente pequeña para haber tenido un descuido, pero la constitución de Sungmin  no era lo suficientemente fuerte para sobreponerse al mareo que le produjo y su estómago protestó.
Al sentir que le daban arcadas se llevó la mano a la boca, y abrió los ojos con horror al darse cuenta de que iba a vomitar allí mismo, en el suelo de la sala. Su primer pensamiento fue correr fuera de la casa, pero Mary Park ya se abalanzaba sobre él.
—Venga, déjeme acompañarle arriba. Allí se sentirá más cómodo.
Sungmin  no creía que tuviera tiempo de llegar hasta allí, pero al final no fue un problema. Uno de los niños le puso un viejo bacín en las manos. El joven había pensado que era una maceta con grandes flores de vistosos colores hechas de tela bordada.
—Desde mi primer embarazo me aseguré de que hubiera un bacín disponible en cada estancia de la casa durante los primeros meses de gestación —le explicó Mary, mientras subían corriendo las escaleras—. Es probable que acabe por hacer lo mismo cuando regrese a su casa. Las náuseas pueden durar unas semanas o unos meses, pero aun así, no debería de preocuparse por algo tan natural.
¡Era una idea perfecta! Por supuesto, antes de ir a su casa tendría que regresar a palacio para recoger sus cosas. Pero en Shiyuan no tendría ningún problema en ordenar que pusieran un bacín en cada estancia.
Al llegar arriba, Mary abrió algunas puertas antes de encontrar una habitación que sus hijos no hubieran desordenado demasiado e invitó a Sungmin  a entrar.
—Aquí tendrá un poco de intimidad —dijo la mujer—. Y por favor, tiéndase en la cama si cree que se sentirá mejor acostándose un rato.
Sungmin sabía que la única manera de sentirse mejor era vaciando el estómago, y sin poder aguantarse más, vomitó. Luego oyó vagamente que la puerta se cerraba y la voz de Mary en el pasillo diciéndole a sus hijos, que les habían seguido hasta arriba, que se callaran y ordenaran sus habitaciones.


2 comentarios:

  1. Estúpido Kyuhyun
    Pero bueno,ya están ahí y no pueden regresar hasta terminar.
    Al menos,espero que ahora Kyu sí le crea que está embarazado,la señora se lo debe de confirmar.

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  2. Bueno con la mala suerte que tienen Mimi es mas probable que Kyu piense que logró la distracción que pidio

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...